
Lectura bíblica: Jn. 1:12-13; 3:6; Ef. 2:5; Jn. 3:14-16, 36; 5:24; 6:47; 1 Jn. 5:11-12; 1 P. 1:3; 2 P. 1:3-4; Ez. 36:25-27a; 1 Co. 2:12; 2, Ro. 8:9-10; Jn. 14:16-17, 26; 15:26; Fil. 1:19; Ef. 1:13; 1 Jn. 2:27; 2 Co. 13:5; Ef. 4:6; 1 Jn. 3:24; 4:12-13, 15; 2 Co. 5:17
Hay muchos asuntos que guardan relación con la vida interior. De éstos, el primero es la regeneración. Para comenzar a considerar la regeneración hay que volver al principio, debido a que muchos de nosotros aún estamos carentes de un entendimiento de lo que es la vida, y no somos aptos para presentar estas verdades a los demás. Primero necesitamos experimentar las cosas de la vida, y luego debemos aprender cómo presentárselo a otros de una manera breve, clara e impresionante.
¿Qué es la regeneración, y que obtenemos mediante la regeneración? La regeneración consiste en ser generados de nuevo, esto es, nacer de nuevo. La regeneración es un nuevo nacimiento. Todos hemos nacido de nuestros padres. En virtud de ese nacimiento recibimos la vida humana, la vida que nos permite existir en esta tierra. No obstante, ésa no es la vida eterna, divina e increada. La intención de Dios es ponerse a Sí mismo en nosotros como la vida eterna, la vida increada, para cumplir Su propósito eterno. Por esta razón, necesitamos otro nacimiento; esto significa que necesitamos otra vida. Ya recibimos una vida en nuestro primer nacimiento. Ahora necesitamos nacer de nuevo para recibir otra vida, la cual es nada menos que Dios mismo.
Juan 1 nos dice que Cristo como la expresión de Dios se encarnó para que pudiésemos recibir a Dios como nuestra vida. Los versículos 12 y 13 dicen: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio autoridad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Al recibir a Cristo, nacemos de Dios. Éste es el segundo nacimiento, es decir, la regeneración. Ser regenerados es renacer, nacer de Dios. Cuando nacimos de nuestros padres recibimos la vida humana, ahora nacemos de Dios para recibir la vida divina, la cual es Dios mismo.
En la regeneración nacemos no de la carne, sino del Espíritu, de Dios mismo. Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Nacer de la carne corresponde al primer nacimiento, pero nacer del Espíritu corresponde al segundo nacimiento. Además esta regeneración es algo que ocurre en nuestro espíritu. Por tanto, la regeneración significa nacer de nuevo de Dios, o sea, recibir a Dios en Cristo mediante el Espíritu como otra vida aparte de la que recibimos de nuestros padres. Es así como se debe presentar la verdad acerca de la regeneración a los demás. Esta palabra es concisa, clara e impresionante.
Estrictamente hablando, sea que hubiésemos caído o no, todavía necesitaríamos la regeneración. Esto presenta un problema a la teología del cristianismo actual. La teología de hoy en día le dice a la gente que debido a que somos personas caídas, nuestra vida se corrompió; así que, necesitamos una vida mejor. En un sentido esto es correcto, pero debemos entender que aun si el hombre nunca hubiera caído, él todavía necesitaría nacer de nuevo. El espíritu del hombre entró en una condición de muerte por la caída a causa del pecado. Ahora mediante la redención de la sangre del Señor, el Espíritu Santo obtuvo el terreno para dar vida a este espíritu amortecido, para impartir a Cristo como vida en este espíritu.
Si nuestro espíritu solamente hubiera sido vivificado, tan sólo habría experimentado cierta clase de recobro. Sin embargo, lo que ocurre no sólo es un recobro, sino una regeneración, una impartición de vida, puesto que el Espíritu Santo introduce a Cristo mismo en nosotros. La palabra griega que aparece en Efesios 2:5 se ha traducido en la versión King James como “vivificar” y significa “dar vida”. En todo lenguaje hay una escasez, y en el español esta palabra es un problema para los traductores. En inglés se puede usar la palabra ojo como verbo, (o sea ver) tal como en Himnos, #94, donde dice: “Mas sólo al Novio ve”. En el chino la palabra vida es también sustantivo y verbo. Si fuera posible, en español también se debería usar la palabra vida como verbo. El Espíritu Santo viene para “vivearnos”, o sea darnos vida. Así pues, “poner vida en nosotros” sería el significado correcto para esta palabra griega del versículo 5, la cual proviene de la raíz zoé—la vida eterna y divina—, de donde también proviene la frase Espíritu vivificante en 1 Corintios 15:45. Cuando viene el Espíritu Santo, Él entra como el Espíritu de vida para “ vivearnos”, para darnos vida. Cuando recibimos la vida, no sólo somos vivificados, sino que también tenemos al Dios Triuno en nosotros como nuestra vida. De esta manera somos regenerados. Nacemos otra vez, no de la carne, sino del Espíritu divino, esto es, de Dios mismo. Nacemos de Dios. ¿Qué es la regeneración? La regeneración consiste en nacer de nuevo de Dios, en tener a Dios mismo en Cristo mediante el Espíritu como vida divina, la cual ha entrado en nosotros, además de la vida que recibimos por medio de nuestros padres.
El aliento de vida que Dios sopló en el hombre en Génesis 2:7 era sólo parte de la creación de Dios con el propósito de que el hombre viviera. Sin embargo, en aquel tiempo Dios no se comprometió a estar dentro del hombre. El polvo con el cual Dios creó al hombre vino a ser su cuerpo, mientras que el aliento de vida llegó a ser su espíritu humano. Ese aliento no era Dios mismo. Algunos maestros del cristianismo han cometido un grave error, enseñando que en el tiempo de la creación Dios se puso a Sí mismo dentro del hombre. Pero, en ese tiempo Dios solamente dio aliento de vida al hombre a fin de que éste viviera. Esto produjo simplemente la vida humana creada.
Una definición apropiada de la regeneración es tener un segundo nacimiento, es nacer de nuevo. Todos nacimos una vez de nuestros padres; en virtud de ese nacimiento recibimos de ellos la vida humana. Ahora tenemos la vida humana dentro de nosotros. Sin embargo, la vida humana solamente nos permite mantener nuestra existencia en esta tierra. No es suficiente para que nos lleve a cumplir el propósito de Dios. La intención de Dios es ponerse a Sí mismo dentro de nosotros como la vida eterna, la vida divina, para que se cumpla Su propósito. Por esta razón, necesitamos nacer de nuevo, tener un segundo nacimiento a fin de recibir la vida divina dentro de nosotros. Es por esto que Juan 1:12-13 expresa que todos los que recibieron al Señor nacieron de Dios, y Juan 3:6 dice que éstos nacieron en su espíritu del Espíritu divino. La regeneración significa nacer de Dios, recibir a Dios en nuestro interior, en Cristo, por el Espíritu como la vida divina, la cual es una vida que no es nuestra vida natural. Es por medio de esta vida divina que podemos cumplir el propósito eterno de Dios.
Lo primero que obtenemos por la regeneración es la vida, y debido a que obtenemos la vida, nuestro espíritu humano es vivificado. ¿Qué es esta vida que hemos obtenido? Antes de ser regenerados, ya teníamos la vida humana, la vida creada que recibimos de nuestros padres. Esta vida no es la vida verdadera. Ésta es solamente temporal, una sombra de la vida verdadera, tal como el alimento que ingerimos día tras día no es el verdadero alimento, sino una sombra de Cristo como nuestro verdadero alimento. Ahora mediante la regeneración hemos recibido la vida increada, que es la vida divina, espiritual, celestial, real y eterna, sin principio ni fin. Esta vida es nada menos que Dios mismo en Cristo por medio del Espíritu. Todas las demás vidas son meramente una sombra de esta vida.
Juan 3 nos muestra que cuando fuimos regenerados, recibimos la vida divina. Los versículos del 14 al 16 dicen: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. Juan 3:36; 5:24; 6:47 y 1 Juan 5:11-12 también nos muestran que mediante la regeneración recibimos la vida eterna, la cual es Dios mismo. La ley de vida, la comunión de la vida, el sentir de vida y la luz de la vida, todos provienen de la vida. Podemos decir que éstos son “subproductos” de la vida que recibimos en la regeneración.
La vida también posee una naturaleza. Mediante la regeneración hemos recibido la esencia de la vida divina, y también recibimos la naturaleza divina. En 2 Pedro 1:3 se nos dice: “Ya que Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, mediante el pleno conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y virtud”. La vida es el contenido interior, mientras que la piedad es la expresión exterior. El poder divino de Dios nos ha dado todas las cosas que corresponden o pertenecen a la vida interior y a la piedad exterior. Luego el versículo 4 dice: “Por medio de las cuales Él nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Por las preciosas y grandísimas promesas, somos participantes de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. ¿Habían visto alguna vez que tenemos la naturaleza de Dios dentro de nosotros? En 1 Pedro, el versículo 3 del capítulo 1 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. El capítulo 1 de 1 Pedro habla de la regeneración, mediante la resurrección de Cristo, y el capítulo 1 de su segunda epístola habla de ser participantes de la naturaleza divina. Esto comprueba que recibimos la naturaleza divina mediante la regeneración.
Mediante la regeneración también hemos recibido el Espíritu. Ezequiel 36:25-27 es un pasaje que trata de la regeneración. El versículo 25 habla de ser limpios, por el lado negativo, y el versículo 26 nos dice que nuestro corazón viejo y nuestro espíritu muerto han sido renovados. Después de esto, el versículo 27a dice: “Pondré dentro de vosotros Mi Espíritu”. Una vez que somos limpios y renovados, Dios pone Su propio Espíritu dentro de nosotros. Éste es el mejor versículo que muestra que en la regeneración recibimos al Espíritu dentro de nosotros.
En 1 Corintios 2:12 también se nos dice que hemos recibido el Espíritu que proviene de Dios. Romanos 8:9 dice: “Vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Él”. Debemos conocer todos estos diversos términos. El Espíritu de Dios es ahora el Espíritu de Cristo, y este Espíritu de Cristo es ahora el Espíritu de vida dentro de nosotros (v. 2). El propósito principal del Espíritu de Dios, quien es el Espíritu de Cristo, es ser vida para nosotros. La frase el Espíritu de poder no se encuentra en el Nuevo Testamento (el espíritu de poder en 2 Timoteo 1:7 es el espíritu humano regenerado, no el Espíritu Santo). Sin embargo, en Romanos 8:2 se incluye claramente la frase el Espíritu de vida. Esto se debe a que el propósito principal del Espíritu que mora en nosotros no es el poder, sino la vida. Si el Espíritu dentro de nosotros está a favor de algún tipo de poder, es el poder de resurrección, que es el poder de la vida. El Espíritu de Dios en nosotros hoy en día es el Espíritu de Cristo para llevar a cabo el propósito de la vida.
Este Espíritu de vida mora en nosotros como el Espíritu de verdad, esto es, como el Espíritu de realidad (Jn. 14:17).
El Espíritu de realidad, como la realidad de Cristo, es el otro Consolador (vs. 16, 26; 15:26). En inglés no existe un equivalente adecuado de la palabra griega Consolador, así que prestamos el vocablo griego que se traduce “Paracleto”. Esta palabra posee dos significados, uno legal y el otro civil. En términos legales, un paracleto es un abogado que se encarga de nuestro caso ante una corte legal. En términos civiles, un paracleto es un ayudante que nos sirve y cuida de nosotros. Si usted necesita alimento, él le da alimento. Si usted necesita agua, él le da agua, y si usted necesita medicinas, él le da medicina, algo como lo que hace una enfermera. Hoy en día el Espíritu de vida está en nosotros como Paracleto. Por lo tanto, con este Paracleto está la suministración abundante. Filipenses 1:19 dice: “Sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. Aquí tampoco tenemos una traducción adecuada de la palabra suministración, pues esta indica un suministro todo-inclusivo, todo-suficiente y abundante. Ésta se refiere al suministro del Paracleto, el Espíritu de Jesucristo.
El Espíritu de Cristo es el Espíritu de vida, quien es el Espíritu de la realidad de Cristo, y Él está dentro de nosotros como el Paracleto que se encarga de nosotros en todo aspecto. Si necesitamos aprender las enseñanzas de la Biblia, ésta es la clase de enseñanza que debemos aprender. No le preste mucha atención a las enseñanzas acerca de las dispensaciones, la gracia soberana y la voluntad soberana. Más bien, aprenda a conocer las cosas prácticas de la vida divina. En el cristianismo actual, demasiadas personas le prestan atención a toda clase de doctrinas, pero no a las enseñanzas acerca de la vida. Todo lo relacionado con la vida a menudo es algo que se descuidado.
El Espíritu Santo dentro de nosotros es el sello (Ef. 1:13). Un sello es un estampado de propiedad. Por ejemplo, cuando un chino compra un libro, ellos le estampan su propio sello. Cuando yo compro una Biblia, siempre le pongo mi sello; así todos saben que esa Biblia me pertenece a mi. El Espíritu Santo mora en nosotros como un sello, dando testimonio que pertenecemos a Dios. El Espíritu Santo declara que somos la herencia, la propiedad, de Dios.
El versículo 14 y 2 Corintios 1:22 nos dicen que el sello del Espíritu es también las arras. Las arras son la muestra, el anticipo, o la garantía del pago completo de Dios mismo. El Espíritu como sello nos marca como la herencia de Dios, la propiedad de Dios, y como las arras Él es la garantía de que Dios es nuestra herencia.
El Espíritu que hemos recibido es también el Espíritu que unge, la unción (1 Jn. 2:27).
Hay muchos otros aspectos del Espíritu, tales como el Espíritu de filiación, el Espíritu de santidad y el Espíritu de sabiduría (Is. 11:2). Sin embargo, los aspectos antes mencionados son los principales. El Espíritu de Dios, quien es el Espíritu de Cristo, hoy está dentro de nosotros como el Espíritu de vida, quien es también el Espíritu de realidad, el Paracleto, el sello, las arras y la unción. Necesitamos conocer todos estos aspectos del Espíritu no solamente en términos de conocimiento, sino también en experiencia.
Cuarto, en la regeneración también recibimos al Hijo, como 2 Corintios 13:5 y Romanos 8:10 prueban que el Hijo, Cristo, está dentro de nosotros.
Efesios 4:6 indica que mediante la regeneración también hemos recibido al Padre. Este versículo dice: “Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Tenemos la vida divina, la naturaleza divina, el Espíritu, el Hijo y a Dios el Padre en nosotros. En 1 Juan 3:24 se nos dice: “El que guarda Sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. Los versículos 12 y 13 del capítulo 4 dicen: “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y Su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu”. El versículo 15 dice: “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios”. Estos versículos prueban adecuadamente que Dios está en nosotros.
¿Qué hemos obtenido mediante la regeneración? Obtuvimos la vida divina, la naturaleza divina, el Espíritu Santo, el Hijo y a Dios el Padre dentro de nosotros. ¿Alguna vez se habían dado cuenta cabalmente de que han recibido todos estos puntos mediante la regeneración? Esto es simplemente el abecedario espiritual. Muchos cristianos piensan que ellos conocen muchas cosas, y así es, pero una cosa que no conocen es la vida. El asunto de la vida no figura en nuestro concepto humano natural, como figuran tantas otras enseñanzas. Si usted prueba a un cristiano y le pregunta a él o a ella que le hable algo acerca de la vida, usted sabrá donde se encuentran ellos hoy. El asunto de la vida ha sido velado por el enemigo.
Estos cinco puntos mencionados que recibimos mediante la regeneración son en realidad un solo punto con cinco aspectos. El Padre está en el Hijo, el Hijo es el Espíritu, el Espíritu es el Espíritu de vida, y dentro de la vida divina está la naturaleza divina. El Hijo es la corporificación del Padre, así que el Padre está en el Hijo. El Espíritu es la realidad del Hijo, así que el Hijo es el Espíritu. Este Espíritu entra en nosotros como el Espíritu de vida, y dentro de esta vida está la naturaleza divina. La vida divina que hemos recibido es nada menos que Dios mismo, pero no es Dios de una manera simple. Más bien, Dios el Padre es la plenitud que está en Dios el Hijo, Dios el Hijo es la corporficación misma del Padre, Dios el Hijo es hecho real como Dios el Espíritu, y Dios el Espíritu es la transmisión misma del Dios Triuno que entra en nosotros como la vida divina con la naturaleza divina.
Todos los atributos divinos como la sabiduría, la santidad, el poder y el amor están en este Espíritu. Si tenemos a este Espíritu como la dosis todo-inclusiva, tenemos todos estos atributos divinos. En este Espíritu todo-inclusivo tenemos incluso la naturaleza humana de Cristo y la eficacia y el poder aniquilador de la muerte de Cristo. Todo esto lo hemos obtenido mediante la regeneración.
Hemos visto lo que es la regeneración y lo que obtenemos mediante la regeneración. Ahora veamos lo que nos ocurre en la regeneración.
Según Ezequiel 36:26, en la regeneración nuestro corazón y nuestro espíritu son renovados. Antes de la regeneración, teníamos un corazón de piedra. No estaba muerto; la Biblia nunca nos dice que nuestro corazón está muerto. Más bien, nos dice que nuestro corazón está endurecido, así que se vuelve corrupto y de piedra.
Dentro del hombre tripartito hay dos clases de corazones, el corazón biológico y el corazón psicológico. Los médicos tratan con el corazón físico, mientras que un “doctorcito” como yo trata con el corazón psicológico. El corazón físico se halla en el cuerpo, pero según las Escrituras ¿dónde se halla el corazón psicológico? La primera palabra del evangelio del Nuevo Testamento es arrepentíos. Esto se debe a que el hombre se había alejado de Dios. Arrepentirse es volver nuestra mente, tener un cambio en la manera de pensar. Y después de que nos arrepentimos, debemos confesar. Esto es ejercitar la conciencia. Antes de ese tiempo la conciencia estaba cauterizada, sin sensibilidad; era perversa y frívola. Ahora al arrepentirnos nuestra conciencia comienza a operar, dándonos la sensación de que somos pecaminosos, y espontáneamente confesamos toda nuestra pecaminosidad. Además, en nuestra parte emotiva amábamos al mundo y detestábamos a Dios, pero mediante el arrepentimiento y la confesión espontáneamente nuestra parte emotiva comienza a deleitarse en Dios y amarlo a Él. Antes de ese tiempo también nuestra voluntad estaba endurecida y era testaruda, como la voluntad de Faraón en el tiempo de Moisés.
Si sumamos estos cuatro asuntos —la mente alejada de Dios; conciencia cauterizada, insensible, desprovista de sentimientos y frívola; las emociones que detestan a Dios; y una voluntad dura— lo que tenemos es un corazón de piedra. Nuestro corazón estaba endurecido, como una piedra, pero cuando fuimos regenerados, Dios el Espíritu hizo algo milagroso y divino para suavizar y renovar nuestro corazón. Él hizo esto al hacer que nuestra mente se volviera a Dios, al hacer que nuestra conciencia se ejercitara para ser rociada con la sangre purificadora, al hacer que nuestra parte emotiva se deleitara en Dios y amara a Dios, y al hacer que nuestra voluntad no sólo sea suavizada sino también flexible y muy sumisa. Por medio de todo esto, nuestro corazón de piedra llegó a ser un corazón renovado. Esto es lo primero que nos ocurrió cuando fuimos regenerados.
Ezequiel 36:26b dice: “Pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros”. Antes de la regeneración nuestro corazón estaba endurecido, como una piedra, y nuestro espíritu humano estaba muerto. Esto significa que todas las funciones de nuestro espíritu se perdieron; el espíritu perdió su función. Sin embargo, en el momento de nuestra regeneración, nuestro corazón se volvió tierno, y nuestro espíritu recibió vida, fue vivificado. Nuestro espíritu fue vivificado por el Espíritu Santo que entró en nuestro espíritu para ser nuestra vida. Puesto que la vida entró en nuestro espíritu, éste “vivió”. Todo esto describe el significado de la regeneración. A fin de definir lo que es la regeneración, debemos hablarle a la gente de la definición y el significado de la regeneración, y de lo que nos ocurrió cuando fuimos regenerados.
También debemos considerar lo que llegamos a ser mediante la regeneración. Primeramente, llegamos a ser hijos de Dios, puesto que mediante la regeneración nacimos de Dios (Jn. 1:12-13).
Mediante la regeneración también llegamos a ser una nueva creación (2 Co. 5:17). Como hijos de Dios, tenemos a Dios como vida dentro de nosotros; pero como nueva creación, tenemos a Dios dentro de nosotros como nuestra esencia, elemento y sustancia. ¿Cuál es la diferencia entre la vieja creación y la nueva creación? La vieja creación no tiene a Dios como esencia, elemento y sustancia, pero en la nueva creación la esencia, el elemento y la sustancia de Dios están mezclados con las criaturas. ¡Alabado sea el Señor porque fuimos regenerados! Tenemos a Dios como nuestra vida, así que somos los hijos de Dios, y tenemos a Dios dentro de nosotros como nuestra misma sustancia y elemento, así que somos la nueva creación.
Si podemos decirle adecuadamente a la gente cuál es el significado de la regeneración, lo que obtenemos mediante la regeneración, lo que nos ocurre en el momento de nuestra regeneración y lo que llegamos a ser por medio de la regeneración, entonces estaremos claros en cuanto a la regeneración, y esto nos ayudará mucho a progresar en vida. Éste es el abecedario de la vida interior.