
Lectura bíblica: 1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6; 5:9-10; Ro. 15:16; Ef. 4:11-12; Mr. 16:15-16; Lc. 10:2-3a, 5-6; 1 Ts. 2:7; Jn. 21:15; 1 Co. 14:1, 3-5, 12, 23a, 24-25, 31; 1 P. 2:2; Ro. 12:1; Col. 1:28-29
Hemos visto que el vivir que tenemos en el Cuerpo tiene como fin la expresión de Cristo. Ahora tenemos que ver que el servicio en el Cuerpo es para ministrar a Cristo. Hablando superficialmente, en todo el Nuevo Testamento no puede encontrarse ninguna frase que claramente mencione el servicio en el Cuerpo. Pero si juntamos las porciones de la Escritura que tienen que ver con el servicio, podremos ver un cuadro claro del servicio del Cuerpo. El término servicio tiene mucha implicación. Principalmente denota un ministerio. En el idioma original, ministerio y servicio son la misma palabra. Podemos decir que el ministerio es el servicio y que el servicio es el ministerio. Al mismo tiempo, el servicio incluye la obra.
Todos sabemos que no vivimos para subsistir, sino para obrar, es decir, para cumplir algo. Esto es la meta. Es más importante que nuestro vivir. No obstante, sin sobrevivir, no podemos trabajar. Necesitamos vivir adecuadamente antes de que podamos trabajar diligentemente. Estos dos están interrelacionados. Espero que, de aquí en adelante, ustedes tengan una impresión profunda de que el vivir cristiano es corporativo, es algo que tiene que ver con el Cuerpo; no es individualista. La razón de esto es que todos somos miembros del Cuerpo de Cristo y no podemos ser independientes. Si un miembro es separado del Cuerpo, se secará y no tendrá relación con el Cuerpo. Entonces no tendrá nada que ver con las riquezas que hay en el Cuerpo. Así que, todo nuestro vivir debe estar en el Cuerpo. Además, nuestro servicio, obra y actividad deben estar en el Cuerpo.
Servir, obrar y estar activo en el Cuerpo significan que uno no es independiente. Hágase lo que se haga para el Señor, ya sea predicar el evangelio, alimentar a los corderos, perfeccionar a otros en las reuniones de grupo, o profetizar en las reuniones de distrito, uno debe recordar que no lo hace solo, sino que lo hace en el Cuerpo. Cuando usted obra, es Cristo quien obra; y también es el Cuerpo de Cristo el que obra. Ver tal cosa nos anima mucho. También nos pone muy alerta. Debemos tener cuidado de cómo hablamos y actuamos, porque somos los miembros del Cuerpo. Tal sentimiento para con el Cuerpo es muy precioso. Esto es lo que generalmente se conoce como la estructura mental de uno. La estructura mental es la percepción que uno tiene acerca de las cosas, y es muy crucial. Cuando tenemos una percepción adecuada y cabal de las cosas, nuestra estructura mental es normal; de otra manera no lo es. Si la estructura mental se vuelve muy anormal, es que hay alguna enfermedad mental. Hablando con propiedad, nosotros los cristianos estamos un poco “alienados” con respecto al asunto del Cuerpo de Cristo. Si no tenemos un entendimiento adecuado del Cuerpo de Cristo, nuestra estructura mental no está bien, y no podremos compartir la misma perspectiva del Cuerpo de Cristo. Así que, debemos entender que ser cristiano es totalmente un asunto colectivo. Para buscar espiritualidad, debemos estar en el Cuerpo. También, para servir al Señor, no debemos estar separados del Cuerpo. Una vez que estamos separados así, se nos acaba todo.
En esto consiste la diferencia entre la nueva manera y la vieja. La vieja manera no requiere que estemos conectados con otros miembros. Tal manera era individualista y no del Cuerpo. Esto es contrario a las Escrituras. El principio de la Biblia es que todos tienen que predicar el evangelio. Todos no sólo deben predicar, sino que deben predicar corporativamente. Llegamos a ser un equipo en el Cuerpo. Cada uno funciona. A la vez, hay coordinación y nadie es independiente. La vieja manera tenía una gran desventaja, la cual era que en esa manera se le daba muerte a la función orgánica de todos los miembros. Sólo se dejaba que unos cuantos que estaban capacitados laboraban. No se veía nada del Cuerpo. Así que, en la nueva manera cada santo puede servir orgánicamente, y cada miembro está conectado con el Cuerpo para recibir el suministro de vida que está en el Cuerpo y también para coordinar y funcionar juntamente con otros.
El servicio del Cuerpo que el Señor desea es el servicio de los sacerdotes neotestamentarios. Pedro nos dijo en 1 Pedro 2:5-9 que somos piedras vivas para ser edificados como casa de Dios y para llegar a ser un sacerdocio real y santo. Este sacerdocio edificado es uno en el que todos participamos y coordinamos unos con otros en el servicio, y donde proclamamos las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Esto es el Cuerpo que predica el evangelio para ofrecer sacrificios espirituales. Según la palabra de Pedro, nosotros los sacerdotes neotestamentarios hemos de ser transformados en piedras vivas por la mano de Dios, y estamos siendo edificados como sacerdocio. Tal edificación requiere tiempo. No puede producirse de la noche a la mañana. Para predicar el evangelio, primero debemos ser edificados. Una vez que somos edificados, llegamos a ser un sacerdocio; y cuando este sacerdocio predica el evangelio, es el Cuerpo el que predica el evangelio. En esto todos predican el evangelio, pero ninguno predica como individuo. Más bien, cada uno tiene una parte, y al mismo tiempo todos coordinan entre sí.
Algunos santos han pensado que es cosa fácil cambiar de la vieja manera a la nueva. En realidad, no es así. Pero sí es cierto que ésta es la manera de servir con el sacerdocio. Sólo espere y verá; dentro de diez años será el año 2000. Yo creo que para entonces no sólo usted y yo estaremos predicando el evangelio por medio de visitar a la gente, sino que también muchos otros cristianos estarán haciendo lo mismo. Todos tomarán esta nueva manera. Ahora, en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, algunas indicios de la nueva manera gradualmente han comenzado a aparecer. Muchos cristianos saben que depender de gigantes espirituales ya no produce resultados. Tales cristianos constantemente están mejorando sus métodos. A menos que todo el Cuerpo se mueva en coordinación, hoy en día el evangelio del Señor no tendrá manera de seguir adelante en la tierra. Esta es la razón por la cual tenemos que cambiar el sistema. No obstante, no debemos ser impacientes, y no debemos tratar de apresurarnos. Tales cosas no pueden hacerse apresuradamente. Lo que se necesita es laborar y ser pacientes.
Al regresar esta vez y ver las reuniones que ustedes tienen aquí, tengo confianza en su práctica de la nueva manera. También he visto en los Estados Unidos algunos buenos testimonios. En los últimos dos años en el Valle de San Gabriel, cerca de Anaheim, dos iglesias han sido levantadas; una está en Monterrey Park y la otra está en la ciudad de San Gabriel. Aquella comenzó con alrededor de treinta personas. Ahora, después de dos años, el número ha aumentado a casi ciento cincuenta. El ritmo de aumento ha sido muy rápido. Esto es el resultado de practicar la nueva manera. La segunda iglesia comenzó con aproximadamente quince personas. Ahora en las reuniones de habla china tienen más de cincuenta personas. En las reuniones de habla inglesa, hay más de treinta personas. No tienen grandes campañas evangélicas, y no tienen gigantes espirituales. Todos ellos son santos comunes y corrientes, y cada uno de ellos está laborando allí. Si se les pidiera que regresaran a la vieja manera, en la cual un solo hombre habla y los demás escuchan, no estarían dispuestos a hacerlo. Esto se debe a que en la nueva manera, en el Cuerpo de Cristo, todos sirven y todos son orgánicos.
Recientemente he descubierto que quienquiera que se opone a la nueva manera y me ataca a mí o a mi ministerio recibe muerte interiormente. Pero quienquiera que practica la nueva manera y recibe mi ministerio llega a ser viviente. La vida proviene de Dios y la muerte proviene del diablo, quien tiene el poder de muerte. El que acepta la nueva manera llega a ser vencedor y se regocija, y el que se opone a la nueva manera se entristece y muere. Esto nos muestra dónde está el Dios viviente y dónde está el diablo que reina en la muerte. Yo sé que Satanás me odia. Eso se debe a que he sido comisionado por el Señor. Esta comisión no sólo tiene como fin liberar Su palabra. Desde 1984 he entendido muy claramente que el Señor quiere que yo cambie la vieja manera y que promueva la nueva manera para que el Cuerpo de Cristo sea recobrado. Debido a esto, Satanás y todos los demonios se han levantado para emprender sus ataques.
Así que, todos tenemos que ver claramente que lo que el Señor anhela y desea es el servicio del Cuerpo. El servicio del Cuerpo es el servicio de los sacerdotes neotestamentarios. Cuando todos los santos sean los sacerdotes del Nuevo Testamento y estén edificados en un sacerdocio donde todos participan y coordinan entre sí para servir juntamente, tendremos un servicio sano en el Cuerpo.
Conforme a la revelación de la Biblia, la obra principal de los sacerdotes neotestamentarios del evangelio es salvar a los pecadores arrepentidos y ofrecerlos a Dios como sacrificios. Estos sacrificios son el material para la edificación del Cuerpo de Cristo, la casa de Dios. Así que, lo que estamos haciendo aquí hoy en día no sólo es predicar el evangelio para salvar pecadores, sino también ofrecer a los salvos como sacrificios a Dios. Una vez que son ofrecidos, llegan a ser materiales para la edificación del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, el evangelio del Nuevo Testamento comienza con la predicación del evangelio para salvar pecadores y continúa hasta completar la edificación del Cuerpo de Cristo. Este es el deber de los sacerdotes neotestamentarios del evangelio (Ro. 15:16; 1 P. 2:9b, 5b; Ef. 4:11-12).
Ahora consideremos cómo se lleva a cabo el servicio del Cuerpo. El primer paso es la predicación del evangelio para salvar pecadores (Mr. 16:15-16; Lc. 10:2-3a, 5-6). Anteriormente predicábamos el evangelio por medio de visitar a la gente tocando a sus puertas. Ahora con mucha confianza yo les recomendaría la manera de predicar el evangelio por teléfono. Primeramente deben averiguar cómo conseguir los números telefónicos. Esta clase de predicación es más fácil y más rápida que predicar el evangelio por medio de visitar a la gente. Por teléfono no es necesario forzar a la gente. Podemos decir: “Somos creyentes del Señor Jesús, y amamos al Señor. Nos gusta, en primer lugar, predicar el evangelio a la gente, en segundo lugar, presentarle la verdad, y en tercer lugar, ayudar a la gente a conocer la Biblia. ¿Cuál de éstos le gustaría a usted? Si nos dice, podemos fijar un tiempo para ir y hablar con usted. Si le parece bien, podemos orar juntos ahora mismo por teléfono”. Si ustedes hacen esto, y especialmente si las hermanas hacen esto, ciertamente se encontrarán con algunas personas muy receptivas. Intenten esto. Otra manera es escribir cartas evangelísticas. Junto con las cartas, se puede incluir una tarjeta de porte pagado. En la tarjeta puede haber algunas sugerencias. Por ejemplo, una podrá ser: “¿Podemos visitar su hogar para hablar con usted acerca del evangelio de Jesucristo?” Otra tal vez diga: “Si usted ya ha creído en Jesús, nos gustaría hablar personalmente con usted acerca de la Biblia”. Se puede agregar otras sugerencias también. El objetivo es que recibamos una contestación a la carta. Los tres métodos son útiles. Aquellos entre ustedes que no quieren salir para visitar a la gente pueden escribir cartas evangelísticas. Aquellos que no quieren escribir cartas pueden hacer llamadas telefónicas. Como quiera, ustedes podrán encontrar personas receptivas. En resumen, tienen que practicar y estudiar mucho. Más tarde, tal vez otros encontrarán otras maneras de ganar a la gente.
El segundo paso es alimentar a los corderos como madre que amamanta. En Juan 21, el Señor Jesús preguntó a Pedro: “¿Me amas?” Si lo amaba, debía alimentar a los corderos (v. 15). No sólo tenemos que salvar a los pecadores, sino que también debemos alimentarlos como nodrizas que cuidan con ternura a sus propios hijos (1 Ts. 2:7). Me encontré con una pareja que en los primeros meses después de ser bautizados condujeron a la salvación a dieciséis personas. La tercera parte de éstas asiste a las reuniones regularmente. Cuando esta pareja se pone de pie para dar testimonios, son como una madre a un grupo de niños. Entonces, la nueva manera sí produce resultados. Pero qué tanto produzca depende de que el hombre la tome. Mientras laboremos y nos esforcemos, podremos conservar a la gente y ayudarla a crecer en vida.
El tercer paso es el perfeccionamiento de los santos para la edificación del Cuerpo de Cristo. Este paso es el cumplimiento de Efesios 4. Allí se dice que todos los dones tienen como fin el perfeccionamiento de los santos. Entonces, los santos perfeccionados saldrán para perfeccionar a otros. Con el tiempo, todos podrán realizar la obra del ministerio, la cual es la edificación del Cuerpo de Cristo. En el servicio del Cuerpo, debemos perfeccionar a los santos de modo que puedan hacer lo que hacen los dones, es decir, los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros. Primeramente, las personas dotadas trabajan por algún tiempo. Luego, cuando los santos puedan obrar solos, podrán ir y perfeccionar a otros. Finalmente, todos podrán laborar y perfeccionar a otros.
El cuarto paso es profetizar de parte del Señor para la edificación de la iglesia. Con respecto al profetizar, Pablo dijo claramente en 1 Corintios 14 que en primer lugar todos necesitamos anhelar el profetizar (v. l). Profetizar no es predecir; más bien, es hablar para edificar, alentar y consolar a los hombres (vs. 3-5). Además, esto es algo que cada uno de nosotros puede hacer, a fin de que “todos aprendan y todos sean animados” (v. 31, gr.). No sólo es la capacidad de cada creyente, sino que también es el don más excelente para el Cuerpo (v. 12). Si no hay profecía en una iglesia local, no habrá don sobresaliente. La práctica de la vieja manera no aplicaba este don excelente. Ahora para el servicio del Cuerpo, todos tenemos que aprender, ejercitarnos y usar el excelente don de profetizar para hablar de parte del Señor, proclamar al Señor, e impartir al Señor en otros por medio de hablarles para la edificación de la iglesia, el Cuerpo de Cristo.
Finalmente, tenemos que ver los tres pasos de la ofrenda hecha por los sacerdotes del evangelio en el servicio de la iglesia. El primer paso es la predicación del evangelio para traer a los pecadores salvos a fin de que sean ofrecidos a Dios como sacrificios (1 P. 2:9b, 5b; Ro. 15:16). Jamás debemos simplemente llevar pecadores a la salvación sin ofrecerlos a Dios como sacrificios. En esto hay una gran diferencia. Tan pronto como usted lleva a alguien a la salvación, lo debe ofrecer. Tiene que orar con respecto a esto. Tal vez tenga que orar con él y ofrecerlo seriamente a Dios como un sacrificio.
El segundo paso de la ofrenda es nutrir a los creyentes para que crezcan en vida y se presenten como sacrificios a Dios. Alimentamos con leche a los niños recién nacidos para que crezcan (1 P. 2:2). Luego, según Romanos 12:1, les rogamos por las compasiones de Dios, que se presenten a Dios en sacrificio vivo. Esto es diferente de haber sido ofrecidos a Dios por usted en el momento de la salvación. En aquel entonces, eran nenes. Ahora han madurado y pueden presentarse a Dios como sacrificios vivos.
El tercer paso de la ofrenda de los sacerdotes del evangelio es que nosotros los predicadores del evangelio usamos toda sabiduría para amonestar y enseñar a todo hombre a fin de presentar a Dios a todo hombre perfecto en Cristo (Col. 1:28). Esta no es una obra fácil. Por esta razón, Pablo dijo que estaba trabajando y luchando según la operación del Señor, la cual operaba poderosamente en él (Col. 1:29). Esta no sólo es una obra, sino también una lucha. Por lo tanto, para esto debemos laborar y luchar. Es como competir por la corona de los Juegos Olímpicos o como luchar con alguien para ganar. Todo esto requiere labor y esfuerzo. La meta es que todo santo sea presentado perfecto a Dios. Esto es lo que se describe en Efesios 4. Tenemos que llegar a un varón perfecto, estando llenos de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (v. 13). De esta manera, llevaremos a cabo la edificación del Cuerpo de Cristo.
Espero que, habiendo nacido en esta época y habiendo oído esta palabra, ustedes se metan de lleno en el fluir de esta nueva manera y que se pongan al día con respecto a la dirección del Señor. Vivimos y servimos en el Cuerpo de tal manera, y llevamos a otros a vivir y servir en el Cuerpo, a fin de que todos sean tal como nosotros y que puedan realizar su función como miembros y vivir en el Cuerpo. Por último, lo que nosotros podemos hacer, ellos también lo podrán hacer. Todos nosotros funcionaremos y coordinaremos unos con otros para servir juntamente. Este servicio es para todos y está en el Cuerpo. Sólo entonces se cumplirá la voluntad de Dios. Esta es la ley de nuestro servicio. También es la ley de Dios. Por la misericordia del Señor, lo que transmitimos a los hermanos y hermanas no es algo precipitado y liviano. Más bien, se basa en la Biblia y es el resultado de mucha consideración y estudio. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. El futuro de la nueva manera es muy brillante. Que todos nos esforcemos para andar en ella.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Taipéi el 8 de abril de 1990)