
Para poder entender bien un himno, primero debemos aprender a prestar nuestra atención a sus características particulares. A veces en un himno solamente encontramos unas cuantas líneas o estrofas buenas, o quizás solo una sección es sobresaliente. Por ejemplo, el himno “El significado de la vida humana” se compone de siete estrofas; pero las mejores son las estrofas 4 y 5. La estrofa 4 hace referencia a la sensación de vanidad y vaciedad que el hombre siente, mientras que la estrofa 5 nos habla de la experiencia que tiene el hombre de gozo y satisfacción. Cuando predicamos acerca del significado de la vida humana, en el aspecto negativo debemos mencionar la vanidad y vaciedad que el hombre percibe, y en el aspecto positivo debemos hablar del deleite y la satisfacción que el hombre puede experimentar.
En el aspecto negativo, la estrofa 4 es la cumbre de este himno. Ésta no sólo expresa que todas las cosas son vanidades, sino que el hombre también las percibe como tales. La vanidad no se define como una doctrina o una teoría, que convence a las personas en su mente. La vanidad es una sensación de la vida humana y es también la conclusión de toda experiencia humana. Además, en esta estrofa se repite el negativo varias veces, sin, no, ni, con el objetivo de intensificar esa sensación de vanidad que el hombre siente. Por otro lado, en el aspecto positivo la quinta estrofa representa la cumbre de este himno, al describir cómo una vida humana sujeta a la vanidad se torna en canción. Cuando la vida de un ser humano rebosa con cánticos de gozo, su vida está llena de melodías. Estas dos estrofas contienen todo un mensaje evangélico.
Lo que me he propuesto en este mensaje no es enseñarles a memorizar los himnos, sino a tener comunión con ustedes acerca de una carga relacionada con vuestra búsqueda y aprendizaje. Ustedes que ahora sirven a tiempo completo tienen los lunes como día libre, laboran en las universidades los sábados y asisten a las reuniones en el día del Señor. Por tanto, únicamente cuentan con cuatro días a la semana para estudiar. Al principio era mi deseo que todos los servidores a tiempo completo dedicaran la mitad de cada día, todos los días, al estudio del Nuevo Testamento, incluyendo el estudio de la Versión Recobro y los mensajes del Estudio-vida.
La labor más importante que podemos hacer, los que nos hemos consagrado para laborar por el Señor, es hablar por Dios. Ya sea que prediquemos el evangelio, enseñemos la verdad, impartamos vida, exhortemos a los creyentes o edifiquemos la iglesia, tenemos que hablar por el Señor. Por consiguiente, para el que labora por el Señor es de suma importancia estudiar la Palabra.
En 1949 inicié la obra en Taiwán y en 1952 comencé a conducir entrenamientos. Hice esto cada año durante diez años hasta 1961. Todos los años un gran número de santos venía para ser entrenados. El mejor entrenamiento y el más sobresaliente de todos fue en 1953. Estoy sumamente agradecido al Señor por todos los santos que asistieron durante este entrenamiento, pues ellos realmente tenían un fuerte deseo de ganar al Señor, y el Señor pudo usarlos. No obstante, siento que aún persiste cierta deficiencia porque ellos no han entrado debidamente en la verdad. En cuanto a la verdad, ellos son mucho mejor que los obreros del cristianismo, pero no han avanzado tanto como las generaciones anteriores que hemos tenido entre nosotros, quienes habían sido adiestrados y perfeccionados en la verdad de una manera completa.
Toda obra será juzgada por su fruto. El Señor dijo que todo buen árbol da buenos frutos y que el árbol es conocido por el fruto que produce (Mt. 7:17-20). Han transcurrido más de treinta años desde que iniciamos los entrenamientos, y ahora podemos ver los frutos de la labor realizada por tales colaboradores. En términos generales, su labor ha producido buenos resultados. Todos sabemos que el grupo cristiano con mayor historial en la isla de Taiwán es la Iglesia Presbiteriana de Escocia, la cual ha estado en Taiwán casi doscientos años. Según las estadísticas que obtuve hace tres años, la iglesia presbiteriana cuenta con poco más de ochenta mil miembros; el cual es el fruto de la labor que han realizado por casi doscientos años. Nosotros los que conformamos las iglesias locales figuramos en segundo lugar en lo que respecta al número de miembros; contamos con poco más de cuarenta mil miembros. Sin embargo, si contáramos el número de personas bautizadas en las iglesias locales tal como lo hace la iglesia presbiteriana, el número de nuestros miembros sería casi igual al de ellos. Esto comprueba que la labor que hemos realizado durante estos últimos treinta años en Taiwán es semejante a la realizada por la iglesia presbiteriana. No sólo eso, sino que varios misioneros extranjeros han admitido en sus reportes, que el trabajo evangélico más fructífero realizado en Taiwán es la obra llevada a cabo en el recobro del Señor.
Les menciono estos hechos para mostrarles que no estoy desestimando la obra llevada a cabo por nuestros colaboradores durante estos últimos treinta años. No obstante, consideremos un dicho: “Barco que navega contra la corriente debe avanzar o retrocederá”. Por consiguiente, en todo lo que hagamos debemos hacer lo mejor que podamos, esforzándonos para mejorar. Con respecto a esto, el grupo particular de colaborares al que me refiero, que pertenecen a una generación más joven que la mía y a quienes yo entrené personalmente, me han decepcionado. En los últimos treinta años ellos desempeñaron su cometido sólo parcialmente, y eso fue todo. Ellos se estancaron y no intentaron seguir avanzando.
En cierto sentido, la obra que se ha llevado a cabo en Taiwán no ha producido mucho fruto ni ha progresado mucho durante diez años, desde 1975 a 1985; simplemente hemos mantenido el statu quo. Por la gracia del Señor, las iglesias no han caído en decadencia ni en deshonra por causa de los colaboradores; sin embargo, tampoco ha habido mucho progreso por parte de ellos. La falta de progreso se debe a que los colaboradores se quedaron atrás en cuanto al aprendizaje de la verdad. Me han decepcionado por su falta de agresividad. Nunca es demasiado tarde para que aprendamos, porque el conocimiento en sí no tiene límites. Cuanto menos instruida sea una persona, menos pensará que necesita aprender; más bien, para ella lo que ha aprendido es adecuado y suficiente. Sin embargo, cuanto más instruida sea una persona, más reconoce lo poco apta que es y que necesita esforzarse por aprender aún más.
El resultado de la comunión que sostuve con los ancianos es que he podido ver un cuadro muy claro de la situación. La iglesia en Taipei tiene más de diez mil santos y más de tres mil de ellos asisten regularmente a las reuniones que se celebran en los veintiún salones en Taipéi. Sin embargo, el ministerio de la Palabra que se ministra en cada local ha sido muy débil, y como resultado la obra no se ha propagado. Desde que se cambió el sistema en octubre se ha producido un gran incremento en muchas de las iglesias. Hubo un incremento de más del cincuenta por ciento en las iglesias en Yunghó, Sinchú, Taichung, Tainán y Kaohsiung; la iglesia en Taipéi es la única excepción. En la iglesia en Taipéi no solamente no ha habido aumento, sino que el número de santos ha disminuido cinco por ciento.
Cuando comenzamos a introducir el cambio del sistema, declaré que nuestra práctica se hallaba en la etapa inicial. Éramos como los científicos que realizan investigaciones en los laboratorios tratando de encontrar un camino nuevo que se ciñese a las Escrituras. Por tanto, nombramos a los diáconos principales como ancianos en cada salón para que tratasen de llevar la iglesia adelante. Ahora, después de año y medio, al examinar los resultados de nuestro experimento, los ancianos y yo descubrimos que en vez de aumentar, disminuimos, lo que nos indica que hay una debilidad en nuestra práctica.
La iglesia en Taipéi es una iglesia que cuenta con muchos bienes y recursos. Cuando comencé a laborar aquí, el primero de agosto de 1949, había menos de cien santos que asistían con regularidad a las reuniones en Taipéi. Cinco meses después, a finales de ese año, el número había incrementado a novecientos santos, y cinco años después se produjo un incremento numérico del cien por ciento en toda la isla de Taiwán. Cuando comenzamos a laborar en la isla, contábamos con unos cuatrocientos o quinientos santos; sin embargo, en 1955, antes de la visita del hermano T. Austin-Sparks, contábamos entre unos cuarenta a cincuenta mil santos según nuestros cálculos. En otras palabras, se produjo un incremento numérico del ciento por ciento en menos de seis años. Éste era el índice de incremento en la etapa inicial de la obra realizada en Taiwán. Ahora tenemos el gran capital de tres a cuatro mil santos en Taipéi; sin embargo, después de diez meses que iniciamos el cambio del sistema, ni siquiera hemos podido añadir mil miembros. Esto indica que existe una gran deficiencia entre nosotros.
Yo regresé con el propósito de estudiar minuciosa y seriamente nuestra situación para hallar la causa de nuestro bajo índice de crecimiento. Si bien no pude visitar todos los locales de reunión ni tener contacto con cada anciano, después de un minucioso análisis llegué a la conclusión que la razón principal de nuestro bajo índice de crecimiento se debe a lo débiles que somos al ministrar la Palabra. Debemos darnos cuenta de que las personas no asisten a las reuniones porque los salones son bonitos, o porque los santos son agradables ni por otros factores. La única razón por la cual ellas asisten a las reuniones se debe a un ministerio fuerte de la palabra y a la transmisión de las verdades ricas. La iglesia en Yunghó experimentó un gran incremento numérico debido a que el hermano que toma la delantera estudia la Palabra junto con los que sirven a tiempo completo, a fin de ser fortalecidos y poder exponer la verdad. Esto es lo que atrae a las personas.
El hombre posee la habilidad innata de amar la verdad. Hay indicios claros de esto en la Biblia. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús inició Su ministerio, por lo general predicaba la palabra en las montañas y en los desiertos. En tales lugares no existían instalaciones lujosas y confortables, pero la gente acudía en multitudes. Cuando surgió el orador John Wesley en Inglaterra, él predicaba en las calles. Uno de sus contemporáneos, George Whitefield, quien fue considerado aún más poderoso que él, predicaba en campo abierto. En aquellos días no existían ni micrófonos ni las instalaciones apropiadas. Los predicadores simplemente alzaban la voz y hablaban en voz alta, y multitudes de gente acudían para escucharlos. Hoy en día nuestro hablar es débil, y esta debilidad no la podemos remediar con dinero, con conocimiento ni con habilidad. Lo que las personas quieren no es nuestro conocimiento, elocuencia o talento, sino que desean la palabra que los abastece. Dios creó al hombre con esta habilidad innata de amar la verdad.
Al crear al hombre Dios puso en éste un anhelo por adquirir conocimiento. Ésta es la razón por la cual los seres humanos, desde la niñez, desean conocer las cosas que los rodean. Una madre sabia no obligaría a sus hijos a hacer ciertas cosas ni tampoco los castigaría golpeándolos cuando les enseña algo. Más bien, les hablaría extensamente y, por medio de su hablar les imparte cierto conocimiento. En lo que se refiere a la educación de sus hijos, los occidentales no son necesariamente mejores que los chinos, pero algo bueno que ellos hacen es que frecuentemente les leen a sus hijos alguna historia antes de irse a la cama. Además, en ocasiones cuando una madre ve a su hijito hacer travesuras, en vez de darle una paliza, le lee un cuento. Una vez que el niño comienza a poner atención, se apacigua, se comporta debidamente, obedece y deja de hacer travesuras. Esto se debe a que interiormente el niño anhela obtener más conocimiento. Cuanto más aprende un niño, más alegre y satisfecho se sentirá.
Esta vez, durante mi estadía, pude observar que hay una deficiencia en el ministerio de la palabra en todas las iglesias, en todo lugar, no solamente en las reuniones grandes, sino también en las reuniones pequeñas. En cierto sentido, nuestras reuniones abundan en todo menos en el ministerio de la palabra. Esto es una grave deficiencia. Si me hubiese quedado un año más con ustedes, no habría dejado pasar fácilmente esta situación. Todas las verdades y todas las riquezas que están en nuestro medio permanecen almacenadas en la librería sin beneficiar a nadie. Esto es algo muy lamentable.
Aquellos colaboradores que hace tres décadas recibieron mi entrenamiento y quienes fueron entrenados por un lapso de hasta diez años, han hecho un buen trabajo durante todos estos años. Pero por otro lado, el ministerio de la palabra que ellos ejercieron fue solamente promedio. Todas las verdades y las riquezas que nos ha dado el Señor han sido publicadas, pero esta literatura yace en los estantes sin ser utilizadas. Tal vez ustedes digan: “Oh sí, si leemos los libros. Todos nosotros los usamos”. Sin embargo, según mi observación, el uso inapropiado de los libros equivale a no usarlos. Esto es semejante a alguien que tiene una pelota y que al jugar en un partido, no sabe qué hacer con ella. Esto es un gran problema.
Es por esto que he alentado a cientos de ustedes a que se levanten y se ofrezcan a servir a tiempo completo. Ustedes han respondido a mi llamado y las iglesias han ofrecido su colaboración. Lo que más temo, es que ustedes caigan en esa misma trampa. Por tanto, espero que puedan completar al menos un curso del entrenamiento acerca de la Palabra del Señor. Esto no quiere decir que cuando se gradúen, su cabeza estará llena de conocimiento, sino que más bien, ustedes sabrán cómo usar la Palabra del Señor, cómo estudiar la verdad y cómo predicar la palabra. Esto no debe ser muy difícil para ustedes ya que poseen al menos un grado universitario. Todo depende de si ustedes se proponen en sus corazones aprender la verdad o no.
Nada le es difícil a aquel que se propone en su corazón conseguir algo. No hay nada que ustedes no puedan hacer; todo depende de si se proponen de corazón llevarlo a cabo o no. Si se entregan de lleno a realizar algo, lo conseguirán. A esto nos referimos cuando decimos: “Querer es poder”. El problema radica en que el hombre por naturaleza le gusta lo fácil y aborrece el trabajo. Además, la pereza es la segunda naturaleza del hombre. Este asunto me turba sobremanera. He acumulado mucha experiencia en mi vida humana y me he percatado de que los seres humanos tienen la tendencia a lo fácil. Sin embargo, durante los primeros cinco años de servicio a tiempo completo ustedes no deben relajarse en ningún momento, ya que éstos son los años más cruciales de vuestro servicio. Ustedes tienen que saber aprovechar estos cinco años. Lo que más nos interesa no es lo que ustedes hacen, sino cuánto aprenden. Lo más importante es aprender la verdad y obtener las experiencias de vida. Con respecto a estos dos asuntos, ustedes deben tratar de avanzar lo más rápido posible.
Por el bien de ustedes, me pondré a mí mismo como ejemplo. Cuando comencé a intercambiar correspondencia con el hermano Nee en 1925, principalmente solía hacerle preguntas sobre las Escrituras. Solo en 1932, cuando le invité a mi ciudad natal de Chifú a compartir la palabra, fue que pude conocerlo personalmente. Como resultado de esa visita, la iglesia en Chifú fue establecida en julio de ese mismo año. Gracias a la bendición del Señor, el número de santos que se reunían en la iglesia sobrepasó los cien. Tenía que dar cinco mensajes cada semana, por lo que me vi obligado a dejar mi trabajo y servir a tiempo completo. Posteriormente visité al hermano Nee en Shanghái, y después él me pidió que me mudara a Shanghái con toda mi familia. A partir de ese entonces me convertí en su colaborador. Dos años después, en octubre de 1935, el hermano Nee celebró una conferencia en Kulangsú, Amoy, en la provincia de Fukién, pero en esa ocasión no le acompañé. Quince años después, en 1950, viajé a las Filipinas. Uno de los hermanos responsables de esa localidad, quien había asistido a la conferencia celebrada en Kulangsú, me contó que en esa conferencia el hermano Nee había dicho a un grupo de santos que buscaban al Señor lo siguiente: “Tenemos un hermano, Witness Lee, cuyo progreso en la verdad y en la vida no puede compararse con alguien que corre, sino con alguien que vuela”. En realidad, en ese entonces yo no estaba satisfecho con mi propia condición.
Aun cuando ustedes, que sirven de tiempo completo, y son ya graduados universitarios, tienen menos de treinta años de edad. Así que ustedes tienen por delante un futuro muy prometedor y también muchas posibilidades de avanzar. Por tanto, tienen que valorar este periodo de tiempo esforzándose por entrar en la verdad y por aprender a experimentar la vida divina. Lo que importa ahora no es cuán extensa sea su lectura diaria, sino cuánto asimilan la verdad y cuánto profundizan en ella. Es imposible terminar de estudiar la Biblia. Llevo sesenta años y medio estudiando la Biblia y, cuanto más la estudio, más verdades cosecho y más siento que queda mucho material por estudiar. Si el tiempo lo permite, quisiera emprender otro estudio-vida de la Biblia, el cual será diferente del que tuvimos en el pasado. Nuestro estudio de las verdades halladas en la Biblia jamás terminará.
Desde que el recobro del Señor se inició en los Estados Unidos se han establecido más de cien iglesias y contamos con más de diez mil santos. Si bien el número de los santos es pequeño, tanto nuestros oponentes como los que están a nuestro favor admiten que, en cuanto a la verdad bíblica, superamos a todos los demás. Muchos de ustedes saben que ganamos el litigio relacionado con la publicación de estos dos libros, The God-Men y The Mindbenders. La declaración de la sentencia que emitió la Corte Superior de California en respuesta al caso presentado contra la editorial de The God-Men contiene treinta y dos páginas. Espero que tengan ocasión de leerla a fin de que entiendan la razón por la cual iniciamos tal litigio.
Hago mención de este caso porque guarda relación con nuestra historia. Los que pertenecen a esta generación deben entender con claridad este asunto. En los Estados Unidos es perfectamente legal debatir en cuanto a la verdad, porque en este país se goza de libertad de expresión. Es lícito que los cristianos afirmen que el budismo es erróneo y viceversa. Esta clase de argumentos no van en contra de la ley. Sin embargo, si usted ataca a otras personas con la intención de difamarlas, o fabrica mentiras o tergiversa los hechos con la maligna intención de causarles perjuicios, entonces usted estará cometiendo difamación, lo cual es una ofensa criminal según la ley. Recurrimos a acciones legales no sólo con el objetivo de contender por la verdad, sino también para vindicar nuestro nombre.
El blanco principal de nuestro litigio era el libro titulado The Mindbenders. El autor, que escribió este libro en 1977, presentó numerosas declaraciones y acusaciones falsas y palabras difamatorias sobre nosotros. Además, inventó casos falsos en los que nos acusaba de engañar a la gente. En 1978 después de que los miembros del llamado Templo del Pueblo cometieron suicidio masivo en Jonestown, Guyana, el autor de The Mindbenders incluyó otro capítulo en su libro relacionado con este hecho y dijo que la situación era mucho peor en “las iglesias locales”. Como consecuencia, algunos padres de los santos jóvenes temían que sus hijos fuesen adeptos de una organización insidiosa. En los Estados Unidos existe una profesión llamada “deprogramación”. Si un médico certifica que algún joven sufre de trastorno mental, los padres de éste pueden contratar a expertos para desprogramarlo y obligar a sus hijos a abandonar tales hábitos mentales. Hubo un caso así en la costa oriental de los Estados Unidos. Un matrimonio contrató a unos expertos para que secuestraran a su hijo, quien cursaba la carrera de medicina en Texas, con el fin de “desprogramarlo”. Afortunadamente los expertos que habían contratado no obraron de manera necia, y, después de realizar cierta investigación, concluyeron que este joven hermano no padecía ningún trastorno, sino que él estaba en su sano juicio y que la iglesia a la cual iba era muy apropiada. Por tanto, le permitieron reanudar sus actividades. Había muchos casos semejantes a éste. Además, el autor del libro inventó mentiras sobre nosotros y nos calumnió a tal extremo que nos hizo aparecer ante los ojos de los demás como serpientes venenosas y bestias feroces. El libro nos perjudicó tanto que algunos hermanos y hermanas experimentaron dificultades en sus trabajos e incluso fueron despedidos.
Después que este libro fue publicado, escribimos cientos de cartas a la editorial, pidiéndole que nos diesen la oportunidad de aclarar esa situación. Sin embargo, la editorial rehusó concedernos una reunión. Se negaron a responder nuestras llamadas telefónicas y no quisieron hablar con nosotros sobre el tema. Además de eso, enviamos cinco hermanos americanos a visitar cinco editoriales diferentes para que les hicieran la siguiente pregunta: “Si Witness Lee no hubiera sido chino, ¿habrían ustedes hecho lo mismo?”. Todos respondieron que no. Así que, es obvio que tales personas hicieron eso porque yo era chino. Ellos no tenían nada en contra de los extranjeros; más bien, me despreciaron y desdeñaron porque yo era un anciano chino que había venido a los Estados Unidos para enseñar la verdad.
No tomé ninguna acción por tres años. Más tarde, en abril de 1980, visité las iglesias en Colorado y Nuevo México. Ahí los colaboradores me dijeron que sería imposible propagar la obra mientras existiesen estos dos libros: The Mindbenders y The God-Men. Ellos mencionaron que tan pronto contactaban alguna persona, al día siguiente ella recibía una copia de uno de esos dos libros, después de lo cual se negaba a tener más contacto con nosotros. Después de evaluar cuidadosamente la situación, y considerando que no pudimos obtener una respuesta adecuada por parte de la editorial, decidí por el bien del futuro del recobro del Señor que no deberíamos permitir que esta situación que nos causaba tantos perjuicios siguiera propagándose. Por tanto, según el principio establecido por Pablo en el libro de Hechos con respecto a su apelación a César, tramitamos un litigio. Todos sabemos que en un principio Pablo se mostró renuente a demandar a sus perseguidores. Sin embargo, no tuvo otra opción, porque de lo contrario lo hubieran matado, y la palabra del Señor no habría podido ser completada.
Hoy nuestra situación es como si nos halláramos conduciendo un automóvil en la carretera, y alguien nos ha puesto ciertos obstáculos en medio de la autopista para frustrar nuestro progreso. Por consiguiente, primero tenemos que detener el auto y despejar la carretera antes de entrar en el auto y seguir conduciendo. La manera en que Pablo “despejó la carretera” fue su apelación al César. Hizo esto no solamente con el objetivo de presentar una queja, sino también para solicitar ayuda debido a que los oficiales judíos eran corruptos e injustos. El gobernador Félix esperaba recibir dinero de parte de Pablo, por lo cual muchas veces lo hacía venir. Sin embargo, Pablo no le dio dinero alguno y fue encarcelado nuevamente por dos años más (Hch. 24: 26-27). Después, Festo, el sucesor de Félix, llegó a la provincia; a quien los judíos intentaron sobornar rogándole que hiciera traer a Pablo desde Cesarea a Jerusalén, con el objetivo de preparar una emboscada para matarle en el camino (25:1-3). Festo, queriendo congraciarse con los judíos, preguntó a Pablo que si estaría dispuesto a subir a Jerusalén y ser juzgado allí. Al percatarse de la astucia de Festo, Pablo dijo: “Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado [...] A César apelo” (vs. 9-11). Después de hablar con el consejo, Festo no tuvo más remedio que contestarle: “A César has apelado; a César irás” (v. 12). Así fue como Pablo pudo escaparse de las manos de los judíos.
Pablo permaneció en Roma dos años completos antes de que su caso fuera presentado a César Nerón, el cual declarándole inocente lo puso en libertad. Durante sus dos años de encarcelamiento Pablo escribió los libros de Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón y, más tarde, compuso también 1 y 2 Timoteo, Tito y Hebreos. La mayoría de los estudiantes de la Biblia saben que las verdades más profundas y misteriosas se encuentran en estas ocho epístolas. Por tanto, si Pablo no hubiera apelado a César y hubiera muerto en manos de los judíos en el camino a Jerusalén, entonces las Escrituras solamente incluirían las primeras seis epístolas de Pablo: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, y 1 y 2 Tesalonicenses, las cuales fueron escritas en la etapa inicial de su ministerio. Si ése hubiera sido el caso, habría una gran deficiencia en la verdad divina.
Basados en el modelo establecido por Pablo, hallamos una salida. Al igual que Pablo, sufrimos intensamente la persecución y nos sentimos tan indefensos que no tuvimos más opción que “apelar a César”. Esto podríamos compararlo a cuando nos asaltan los ladrones y llamamos a la policía para que salve nuestra vida. No llamamos a la policía con el objetivo de entablar una demanda, sino para que nos rescaten; no vaya a ser que los ladrones nos den muerte. Por tanto, les dije a los hermanos y hermanas que teníamos la opción de quedarnos con los brazos cruzados o de iniciar una acción legal cabal. En primer lugar, continuaríamos con el proceso de las demandas hasta llegar al final, aun si para ello se requería derramar todos nuestros recursos. Además, debíamos tener a nuestra disposición diez a veinte colaboradores que se encargaran específicamente de este asunto. Ellos serían quienes saldrían a reunir todas las pruebas de forma definitiva dentro de los límites permitidos por la ley.
Debido al extenso número de casos presentados ante los tribunales de los Estados Unidos, tuvimos que esperar cinco años antes de que se iniciase el juicio. El tribunal tomó cinco días para oír el caso, y nosotros presentamos todas las causas y pruebas necesarias ante el juez. Nuestros opositores no pudieron refutar las pruebas, las cuales logramos reunir principalmente durante las declaraciones juradas que ambas partes habían presentado bajo juramento y en presencia de un funcionario designado por el tribunal. Finalmente, se emitió el veredicto. El juez enumeró claramente las violaciones cometidas por nuestros opositores y decidió que nosotros habíamos ganado el caso.
Durante el litigio, el teólogo J. Gordon Melton testificó a favor nuestro en la corte. Veinte años atrás el señor Melton había publicado la Encyclopedia of American Religions [Enciclopedia de las religiones de Norteamérica], la cual contiene todo un párrafo que hace referencia a nosotros. Él únicamente expresa comentarios favorables acerca de nosotros. Cuando él estaba planeando la publicación de una edición revisada y ampliada de esa enciclopedia, fueron publicados estos dos libros que contenían infamias en contra nuestra. El señor Melton era partidario de esa misma editorial, pero como erudito comprendía que la meta de un escritor debe ser el brindar una contribución a la sociedad. Por tanto, sintió que debía conducir una investigación a fin de conocer la verdad de los hechos. Así pues, compró nuestros libros y los estudió personalmente; después de ello, su concepto sobre nosotros cambió radicalmente. No sólo testificó a favor nuestro en la corte, sino que después de que el juez emitió la sentencia, el señor Melton también escribió una carta abierta en donde informaba a todos los creyentes de la cristiandad fundamentalista en los Estados Unidos que nuestra teología se basaba en la teología ortodoxa de la Asamblea de los Hermanos y los exhortaba a aceptar nuestras creencias.
Tenemos que comprender que la teología más elevada, la teología más fundamentalista y apropiada que se conoce en la cristiandad es la teología de la Asamblea de los Hermanos. Los dos seminarios más reconocidos en los Estados Unidos son el Seminario Teológico de Dallas y el Instituto Bíblico de Moody en Chicago, lo que enseñan ambas escuelas se basan en la teología de los Hermanos. Siento verdadera admiración por el doctor Melton, porque al leer mis libros él pudo discernir que nuestra teología se ciñe a la teología de los Hermanos. Esto nos muestra que él es en verdad un erudito devoto.
Mi punto principal es que la tarea de propagar el recobro del Señor en los Estados Unidos, Europa, Australia, Sudamérica y África no será nada fácil. Las verdades que hemos liberado en el recobro del Señor no son meras repeticiones de lo que otros han dicho; más bien, estas verdades están basadas en la revelación pura de la Palabra. Los Estados Unidos de América es un país que cuenta con el mayor número de cristianos y es primera clase en todo. Posee un caudal de personas talentosas así como numerosos seminarios que cuentan con una gran cantidad de catedráticos en teología y gente con diversos doctorados. Sin embargo, lo que yo he ministrado difiere de lo que ellos suelen hablar, lo cual no es nada insignificante. El doctor Melton es un teólogo erudito de excelente reputación. Al principio adoptó la postura de un opositor; pero, después de leer nuestros libros hizo un giro total. Con esto podemos ver cuán puro y “libre de adulterante” es nuestro estudio de la verdad.
Hoy en día en el siglo veinte todo está avanzando. Si bien no es posible mejorar la Tierra, otras cosas como los medios de transporte sí pueden mejorarse. Asimismo, aunque la Biblia no puede cambiar, nuestro conocimiento y estudio de la Biblia, como también nuestra interpretación de la verdad y su aplicación sí pueden mejorar. La Biblia ha sido la posesión de los cristianos por casi dos mil años, y la revelación contenida en ella ha progresado con el paso de los años. Hoy en día cuando venimos a estudiar la Biblia, si no conocemos cómo valernos de métodos avanzados para estudiar, nos quedaremos atrás y seremos anticuados.
Al emprender una tarea uno no debe ser conformista, apegándose a sus viejas costumbres y resistiéndose a enfrentar el progreso. Yo estaba en los Estados Unidos cuando leí un artículo que decía que la población de Taiwán era un tercio de la población de Francia, pero que aun así la productividad de la economía taiwanesa superaba a la de Francia. La razón de esto se debe al éxito del sistema educativo de Taiwán. En los últimos cuarenta años la mayor contribución del gobierno taiwanés para con sus habitantes ha sido la exitosa propagación del sistema educativo, lo cual lleva el intelecto de las personas a un nivel más alto e incrementa su capacidad. Por tanto, Taiwán se ha transformado por entero en una sociedad industrial. Asimismo, si verdaderamente queremos laborar para el Señor hoy en día, es imprescindible que elevemos nuestro nivel educativo. Si dejamos de avanzar, otros nos reemplazarán, y seremos eliminados.
Tengo la certeza de que dentro de dos o tres años tendremos más de mil santos sirviendo a tiempo completo. Debemos tener bien en claro que no podemos ser como los anticuados predicadores de la cristiandad, los cuales estudian un poco de teología y aprenden algo sobre la Biblia, y luego con ese conocimiento bíblico tan limitado salen a ser predicadores. Nosotros debemos esforzarnos por entrar en las profundidades de la Palabra. Hemos tenido un buen comienzo y hemos echado un buen fundamento en el recobro del Señor, todo lo cual será de gran ayuda para ustedes. No deben pensar que ya hemos concluido el estudio-vida de todo el Nuevo Testamento y que ésta es toda la revelación que se encuentra en la Biblia. No, el estudio-vida de la Biblia que hemos concluido es apenas el comienzo. Ya les mencioné que, si el Señor me diese otros veinte o treinta años, me gustaría escribir otra serie de estudios sobre el Nuevo Testamento. Esta labor, empero, tendré que dejársela a ustedes. Sin embargo, pienso que el material que ustedes disponen en el presente les bastará para comenzar tal labor. Lo que necesitan ahora es entrar en ese material y estudiarlo a fondo. Entonces ustedes podrán satisfacer las necesidades de esta era.
Hoy en día al predicar el evangelio en las universidades, podemos atraer fácilmente una multitud de estudiantes porque ellos gozan de una buena educación y reciben con facilidad el evangelio elevado, lo cual concuerda con la lógica y el razonamiento. Sin embargo, quizás no sea tan sencillo predicar el evangelio en las aldeas debido a que las personas allí no tienen mucho conocimiento y les hace falta más entendimiento. En cualquier caso, la búsqueda del conocimiento es un deseo que tienen todos los seres humanos. Si ustedes estudian las verdades bíblicas minuciosamente y después les presentan tales verdades a las personas, especialmente a los estudiantes universitarios, ellos apreciarán en gran manera lo que ustedes hablen. Por el contrario, si ustedes están escasos del conocimiento de la verdad, vuestra predicación del evangelio en las universidades no será efectiva. Por tanto, deben esforzarse por aprehender la verdad. Si hoy en día continúan laborando según la vieja manera; es decir, terminan el bachillerato, estudian dos años en los seminarios teológicos y después salen a laborar como predicadores, eso no dará resultados. Ésta es la manera anticuada, la cual no puede satisfacer las necesidades de esta era. Tienen que hacer un gran esfuerzo para estar firmemente equipados con la verdad. Ésta es la carga principal que siento por ustedes.
Durante el entrenamiento ustedes hagan lo mas que puedan por asistir a las reuniones de la iglesia, en particular a las reuniones de grupos pequeños. No deben permanecer con sus compañeros de entrenamiento todo el tiempo; más bien, deben relacionarse con otros grupos a fin de ejercitarse en la práctica de hablar por el Señor. Ustedes ya fueron entrenados por un año y, en comparación con los santos que no han sido entrenados, deben ser capaces de hablar mejor y con mayor claridad. Al llevar a la práctica el cambio del sistema, aquéllos que saben hablar por el Señor son los más necesarios. He participado en algunas reuniones de grupos, y según mi observación, la mayor deficiencia es que no se habla la palabra del Señor; o sea, estamos escasos de aquellos que pueden hablar. Probablemente ustedes también se han percatado de ello. Por tanto, ustedes deben tener la carga de asistir a las reuniones de grupos pequeños para exponer la Palabra. Si contamos con cien de ustedes, y cada uno asiste semanalmente a un grupo pequeño y habla de parte del Señor, la condición de los grupos pequeños experimentará un cambio drástico. Esto será una gran ayuda para la edificación de los grupos pequeños en la iglesia en Taipéi.