
Cuando lean la Biblia, ustedes tienen que aprender a encontrar los puntos principales y la idea general. Al leer la Biblia, deben aprender a dar en el blanco. Por ejemplo, cuando se come un pollo, lo que se debe comer es la carne, y no se presta atención a las plumas, el pellejo y los huesos del ave. Todas estas partes son esenciales para el crecimiento del ave, ya que sin ellas no podría existir. No obstante, cuando comemos pollo, debemos comer únicamente la carne. Tomemos como otro ejemplo el pescado. El pescado se compone de la cabeza, la cola, las escamas y los huesos. Si quieren disfrutar del pescado, deberán saber qué partes se deben comer. Hay muchos americanos que no saben qué parte del pescado pueden comer y terminan desechando la cabeza del pescado, su cola y sus huesos. Como resultado, no tienen un disfrute apropiado del pescado. Cuando nosotros leemos la Biblia, debemos aprender a darle al blanco. Si logramos hacerlo o no dependerá de si estamos enfocados en los puntos principales y de que tengamos el disfrute apropiado.
Cuando los autores de la Biblia escribieron las Escrituras no solamente insertaron “carne de pollo”, sino que también incluyeron geografía, historia, un sin fin de personajes, y varios asuntos y eventos. Sin embargo, al leer las Escrituras, no debemos ponerle atención a estas cosas, sino más bien, debemos tratar de encontrar los puntos principales relacionados con la vida divina y los principios espirituales, tales como el significado de la salvación y el significado de la gracia. Después de leer algún pasaje de las Escrituras, también deberíamos tratar de hablar los puntos principales así como tener un entendimiento del bosquejo para dicha sección. Ustedes que están aprendiendo a laborar para el Señor, deben aprender a hablar de una manera apropiada. Cuando den un mensaje no sólo tienen que expresarse apropiadamente, sino que también cuando conversan con las personas una por una, deben expresarse de manera lógica y atrayente, es decir, que vuestras palabras deben estar llenas de contenido.
Tomemos Filipenses 1 como un ejemplo de cómo debemos leer la Biblia. Quizás ustedes han estudiado minuciosamente este capítulo; es decir, puede ser que hayan tratado de captar el punto crucial y encontrar la línea central. Como resultado, sabrán que el tema de este capítulo es vivir a Cristo para magnificarle. Sin embargo, si no ven la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo (v. 19), ciertamente no le habrán dado al blanco. Aparte del Espíritu, ¿cómo podrían ustedes vivir a Cristo? Sin el Espíritu, ¿cómo podría Cristo magnificarse en ustedes? La clave, el pulso vital, para vivir a Cristo y magnificarle es la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Sin la suministración abundante del Espíritu de Jesucristo, ustedes tampoco tendrán el poder para defender el evangelio.
Pablo indicó claramente que su defensa del evangelio, su predicación del evangelio, sus padecimientos a causa de la persecución e incluso su encarcelamiento, todo ello dio como resultado que él viviera a Cristo para magnificarlo, y que todo dependía de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. El aliento en nuestro cuerpo humano puede servirnos para ilustrar la importancia del Espíritu. Si nuestro cuerpo tuviese todas sus partes y órganos completos pero le faltara el aliento, no sería más que un cadáver. También podemos usar como ejemplo la gasolina que usan los automóviles. Un coche viejo y barato con gasolina es mucho mejor que el mejor carro sin gasolina. La abundante suministración del Espíritu de Jesucristo es como “el aliento” y como “la gasolina” que necesitamos a fin de experimentar a Cristo. La abundante suministración del Espíritu de Jesucristo es el pulso de vida en Filipenses 1.
El pollo está compuesto de plumas, piel, hueso y carne. Esto es obvio, y todos sabemos que lo que debemos comer es su carne. Sin embargo, cuando leemos la Biblia, no es nada fácil encontrar “la carne del pollo”. Esto es lo precioso de leer la Biblia. El capítulo 1 de Filipenses tiene treinta versículos, y cada letra de cada palabra está escrita en el mismo formato y en el mismo estilo. Además, la frase la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo no está impresa con letras más grandes ni en negritas. Así pues, al leer la Biblia, es nuestra tarea encontrar esta frase, magnificarla y aplicarla en nuestra vida cotidiana. La lectura de la Biblia puede compararse con la manera en que respondemos ante una señal de tráfico. Cuando vemos un semáforo en rojo, sabemos que tenemos que detenernos y que cuando el semáforo está en verde debemos proseguir. De igual manera, cuando leemos la Biblia tenemos que encontrar cuál es el pulso vital, el punto más precioso de la sección que estamos leyendo.
Todo el libro de Filipenses trata sobre la experiencia que tenemos de Cristo. El capítulo 1, en particular, nos habla sobre varios aspectos relacionados con la experiencia de Cristo. En primer lugar, nos habla de la defensa del evangelio. No importa cómo otros predicaban el evangelio o lo que predicaban, Pablo seguía predicando el evangelio apropiado, y al hacerlo Pablo vivía a Cristo. Debido a que predicaba el evangelio apropiado, Pablo sufrió persecución e incluso fue encarcelado; sin embargo, él seguía viviendo a Cristo a fin de que Cristo fuera magnificado en su cuerpo. ¿Cómo pudo Pablo defender el evangelio, predicar el evangelio apropiado y vivir a Cristo de tal manera que lo magnificara, incluso hasta tal grado que no le importaba estar encarcelado? La clave, el pulso vital, que le permitió hacer lo que hizo, fue la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Cuando leemos Filipenses 1 tenemos que tomar nota de este hecho y resumir este capítulo de esta manera.
El libro de Filipenses en su totalidad trata sobre la experiencia de Cristo. El capítulo 1 nos dice que si hemos de experimentar a Cristo, tenemos que defender el evangelio, predicar el evangelio apropiado de manera adecuada e incluso padecer persecución por causa del evangelio. Tenemos que vivir siempre a Cristo para que Cristo sea magnificado en nosotros. Y la clave, el secreto y el pulso vital para vivirlo a Él es la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo.
La oración es el medio por el cual aplicamos la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Filipenses 1:19 dice: “Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. Aquí la salvación no significa que Pablo sería rescatado de la cárcel, sino que sería rescatado del fracaso de no vivir a Cristo. En medio de la persecución y encarcelamiento que padecía, él seguiría viviendo a Cristo, defendiendo el evangelio y magnificando a Cristo. Pablo seguía predicando el evangelio apropiado y defendiendo el evangelio incluso durante su encarcelamiento. Por tanto, él vivía a Cristo y magnificaba a Cristo. Esto era su salvación. ¿Cómo podría Pablo haber sido salvo de esta manera? Esto fue posible por la petición de los santos y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Después de que los santos oraban por Pablo, el Espíritu le suministraba y, una vez que Pablo era suplido, él era salvo; así que en lugar de experimentar la derrota él fue fortalecido y hecho apto para predicar el evangelio, para defender el evangelio, para padecer persecución, para vivir a Cristo y para permitir que Cristo fuera magnificado en él como siempre, o por vida o por muerte. Ésta es una exposición a manera de cristalización de Filipenses 1.
Tomemos Gálatas 1 como otro ejemplo que nos muestre cómo leer la Biblia. Al comienzo de Gálatas, Pablo nos dice: “El cual [Cristo] se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo maligno, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (v. 4). Lo que Pablo quiso decir en este versículo era que Cristo murió por nuestros pecados para llevar a cabo la redención con el objetivo de rescatarnos, no de nuestros pecados como comúnmente se piensa, sino del presente siglo maligno. Aquí el siglo maligno se refiere especialmente al mundo religioso. Luego Pablo sigue diciendo que el evangelio que él anunciaba lo había recibido por revelación (v. 12). Esto está en contraste con las enseñanzas religiosas, las cuales proceden de la tradición. Gálatas 6:14-15 prueban que el siglo maligno denota el mundo religioso. La segunda mitad del capítulo 1 también confirma lo mismo, ya que en los versículos 13 y 14 Pablo dice: “Porque habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo [...] y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. El judaísmo es una religión, y uno recibe esta religión al recibir sus tradiciones.
El evangelio que Pablo predicaba lo recibió por revelación y no por tradición. Pablo dijo: “Agradó a Dios [...] revelar a Su Hijo en mí” (vs. 15-16). El enfoque de la revelación que Pablo había recibido era Cristo, el Hijo de Dios. Por tanto, Gálatas muestra claramente que Cristo es contrario a la religión. Cristo murió por nosotros a fin de librarnos del mundo religioso; esto es un hecho. Pero ¿cómo nos libramos de ese mundo religioso? ¿Cómo nos rescata Cristo de ese mundo? Su muerte en sí no fue suficiente para librarnos de aquel mundo religioso; Él también tenía que ser resucitado. Mediante Su muerte y resurrección Cristo fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Cuando este Espíritu vivificante, el cual es el Cristo viviente, es revelado en nosotros, entonces Cristo nos rescata de la religión. Este Cristo viviente entra en nuestro ser no en virtud de la tradición y la herencia, sino por revelación. Cristo es contrario a la religión. El centro, el enfoque, de la revelación que recibimos de Dios es el Cristo viviente.
¿Cómo sabemos que Cristo es el Cristo viviente? Lo sabemos porque Él puede entrar en nuestro ser y revelarse a nosotros. El Cristo viviente, que es revelado en nosotros y que es contrario a la religión, nos rescata del mundo religioso. ¿Cómo entra Él en nuestro ser? Él entra en nuestro ser no en virtud de una herencia ni una tradición, sino por revelación: Dios nos revela a Su Hijo en nosotros. La religión es un asunto de tradición, mientras que Cristo es un asunto de revelación. Este es un resumen de Gálatas 1.
A fin de estudiar la Biblia de esta manera, ustedes deben aprender un secreto, y este es, practicar constantemente. No deben temerle a sus deficiencias de aprendizaje o carencia de entrenamiento, ni tampoco deberían decir que no recibieron una buena educación ni un entrenamiento adecuado. Simplemente deben aprovechar toda oportunidad que se les presente para practicar, y continuamente tienen que esforzarse por aprender a hablar. Si ustedes hacen esto, les irá bien. No se amedrenten de que les falta estudiar la Biblia. Deben temerle a una sola cosa: aparentar haber estudiado la Biblia por completo cuando en realidad no es así. Si esto es lo que quieren hacer creer, esto sería como cometer suicidio espiritual. En todas las reuniones del entrenamiento hay exámenes. Cuando tomen los exámenes no deben tener temor; solamente participen activamente en ellos. Éste es un entrenamiento. Si ustedes no dan la respuesta correcta y yo los critico, esto le será mucho más provechoso que su lectura de la Biblia. Además, todos los demás también recibirán ayuda. Cuando usted se sacrifica y permite que se le critique, los demás se beneficiaran de ello, pero usted mismo recibirá los mayores beneficios. No debe pensar para sí mismo: “Si hablo, la primera vez que lo haga debo hablar de tal manera que todos los demás queden muy impresionados. Si no puedo hacer esto no hablaré”. Si usted pudiera hablar de esa forma, entonces no tendría necesidad de este entrenamiento.
El secreto para ser entrenados consiste en no tener miedo a equivocarse, a fracasar, a no ser eficiente ni a poner al descubierto sus debilidades. Si usted redacta una composición perfecta, cuando su maestro la lea, usted no obtendrá ningún beneficio. Sin embargo, si hace una composición mala, y su maestro la corrige, usted tendrá la oportunidad de aprender mucho más. Cuantos más errores cometa, más aprenderá. De igual manera, al estar en el entrenamiento, usted tiene que hacer lo mejor posible por dejar que se manifiesten todos sus errores a fin de que reciba el beneficio. No esperen que van a hablar de una manera excepcional. Los buenos estudiantes son aquellos que deliberadamente ocultan sus talentos y conocimiento y muestran sus puntos débiles a fin de ser instruidos por sus maestros. Cuando era joven aprendí muy bien el inglés. Después asistí a un instituto inglés, que había sido fundado por unos americanos, en el cual casi podía haberles enseñado a los maestros; así que, el director decidió que podía ser exonerado de participar en las clases de inglés. Así pues, ya que ustedes han venido para ser entrenados, a menos que piensen que son mejores que sus maestros y que no necesitan asistir a las clases, deben tomar en serio su aprendizaje.
En este mensaje quisiéramos ver más acerca de ser llenos del Espíritu Santo. Desde el comienzo mismo del recobro del Señor le hemos prestado mucha atención a ser llenos del Espíritu Santo. Hemos sido iluminados y hemos visto que hay mucho más del Espíritu Santo de lo que enseña la teología cristiana. Hemos visto que el Espíritu es la expresión máxima del Dios Triuno procesado y que en dicha expresión se incluye la divinidad, la humanidad, el vivir humano, la muerte toda-inclusiva de Cristo y su eficacia, la resurrección y su poder, y la ascensión y el descenso. El Espíritu Santo es un Espíritu todo-inclusivo, compuesto, vivificante y consumado. Por consiguiente, el Espíritu es extremadamente rico.
En el pasado, si bien hemos hablado profusamente sobre ser llenos del Espíritu Santo, parece que los santos no le han prestado mucha atención a ello. Cuando regresé a Taiwán el año pasado, noté que todos ustedes habían aprendido a hablar sobre el Espíritu en Su aspecto esencial y en Su aspecto económico. Sin embargo, aunque han prestado atención a estos dos aspectos del Espíritu, no han sido llenos del Espíritu. Es decir, en términos de su experiencia, todavía les hace falta experimentar al Espíritu tanto en Su aspecto esencial como en Su aspecto económico. Deben de saber que no importa cuan verídica sea la verdad en cuanto al aspecto esencial y el aspecto económico del Espíritu, si ustedes no son llenos de este Espíritu, Él no podrá ser en ustedes el Espíritu esencial, ni estar sobre ustedes como el Espíritu económico. Ustedes tienen que ser llenos del Espíritu, para poder experimentar al Espíritu tanto en Su aspecto esencial como en Su aspecto económico.
En el índice de nuestro himnario, la primera categoría habla sobre la bendición a la Trinidad; la segunda, sobre la adoración al Padre; la tercera, sobre la alabanza al Señor; y la cuarta, sobre la plenitud del Espíritu. En cuanto a esta última categoría sobre la plenitud del Espíritu, yo escribí más de la mitad de los himnos que aparecen allí. Hay un himno de nuestro himnario en chino que dice que todo lo referente a la relación entre Dios y el hombre depende del Espíritu. Lo extraño es que si bien les he provisto de tan maravillosos recursos, nadie haya recurrido a ellos. Ni siquiera mis colaboradores hacen uso de estos himnos en la obra que ellos realizan. Temo que una persona puede ser salva y estar con nosotros por largo tiempo y, aun así, jamás haber escuchado un mensaje sobre ser llenos del Espíritu Santo. La verdad en cuanto a ser llenos del Espíritu Santo es como una mecha humeante. Esto es una gran pérdida. Por tanto, es imprescindible que avivemos este fuego.
Desde el comienzo del recobro del Señor nos hemos centrado mucho en el Espíritu. No nos hemos centrado en un Espíritu sencillo, sino en el Espíritu consumado. Nuestros colaboradores han recibido muchas enseñanzas y han salido a laborar en la obra; sin embargo, ellos carecen de la revelación del Espíritu Santo y no hacen énfasis en el Espíritu Santo. Tomemos como ejemplo Gálatas 1 y Filipenses 1. Muchos de nosotros no vemos lo que significa la expresión revelar a Su Hijo en mí, tampoco son muchos los que captan el significado de la frase la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Cuando descuidan estas verdades, pierden mucho. Asimismo, pese a que han estado laborando constantemente, también han pasado por alto el punto crucial de ser llenos del Espíritu Santo. Ahora tenemos que regresar y ser avivados de nuevo en cuanto a este asunto. Cuando ustedes, los entrenandos, estén aprendiendo a servir al Señor, deben desde un principio buscar ser llenos del Espíritu Santo.
El capítulo 14 del libro La experiencia de la vida se titula “Ser llenos del Espíritu Santo”. Esta verdad también se aborda en The Fundamental Truths in the Scriptures [Las verdades fundamentales en las Escrituras]. Nuestra carga actual consiste en que diariamente centren su atención en ser llenos del Espíritu Santo. De la misma manera que después de haber respirado todo un día no pueden graduarse de respirar, tampoco pueden graduarse de ser llenos del Espíritu Santo después de haber sido llenos una vez. Más bien, ustedes deben ser llenos del Espíritu Santo día tras día. Este asunto no se puede enfatizar demasiado. Cuando bauticen a las personas, ustedes tienen que estar llenos del Espíritu Santo; de lo contrario, al bautizarlas harán que tales personas entren en una condición de muerte. Juan el Bautista bautizaba a las personas con agua, y esta agua las sepultaba y les daba fin. El Señor Jesús las bautizaba con el Espíritu y en el Espíritu (Mt. 3:11), y este Espíritu las avivaba. Por tanto, ustedes no solamente deben guiar a las personas a recibir el bautismo en agua a fin de ser sepultadas y llegar a su fin, sino que también deben ayudarlas a recibir el bautismo en el Espíritu para que sean vivificadas. Deben prestarle atención a este punto y predicar sobre estos dos bautismos de una manera apropiada, especialmente cuando salgan a laborar en los recintos universitarios.
En el cristianismo actual, cuando bautizan a las personas, ya sea por aspersión o por inmersión, con frecuencia tales personas son bautizadas en agua, pero no en el Espíritu. Aun cuando los pentecostales hacen énfasis en el Espíritu, ellos solamente tienen el nombre, pero sin mucha realidad. Nosotros debemos ser un grupo de personas que verdaderamente prestan atención al Espíritu y avivan el fuego del Espíritu. La Biblia narra que incluso al Señor Jesús le era necesario ser lleno del Espíritu Santo. Lucas 4:1 dice: “Jesús, lleno del Espíritu Santo”. Por tanto, a partir de ahora todos nosotros debemos prestar atención a este asunto. Antes de emprender un largo viaje, uno se asegura que su automóvil esté lleno de gasolina y también, que las llantas estén llenas de aire. De igual manera, antes de ir a hablar de parte del Señor y contactar a las personas una por una, tenemos que orar cabalmente a fin de ser llenos del Espíritu, quien es la “gasolina” y el “aire” que nosotros necesitamos. El Espíritu Santo es tanto nuestra gasolina como nuestro aire, el cual nos llena para que podamos movernos.
Reitero nuevamente, cuando salgan a laborar, ustedes tendrán que echar fuera demonios siempre que sea necesario y sin ninguna consideración. La consideración es señal de que a uno le hace falta fe. Aun si sienten que no tienen fe, deben orar inmediatamente y pedirle al Señor que les dé fe. Entonces deben echar fuera los demonios en el nombre del Señor. En Mateo 12:28, el Señor Jesús dijo: “Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”. En este versículo se hace mención de dos cosas: echar fuera demonios por el Espíritu Santo y que el reino de Dios es introducido al echar fuera los demonios. Por consiguiente, cuando salgan a los recintos universitarios y a las comunidades, y cuando vayan a las aldeas en el futuro, ustedes tienen que echar fuera demonios por el Espíritu Santo a fin de introducir el reino de Dios. Esto requiere que ustedes siempre estén llenos del Espíritu Santo.
Es relativamente fácil echar fuera demonios, pero no es tan fácil curar las enfermedades. Es bien fácil echar fuera a los demonios. Tan pronto ustedes apliquen la sangre preciosa del Señor, serán cubiertos y, en cuanto empleen el nombre del Señor, el demonio será echado fuera. Sin embargo, es posible que no puedan curar las enfermedades en un instante. Si alguien les pide que impongan las manos en él, no podrán rehusar tal petición; tendrán que hacerlo y orar por tal individuo para que el Señor lo sane. Sin embargo, no debieran apresurarse en imponer las manos a todos los enfermos, pues Pablo dijo: “No impongas las manos apresuradamente a ninguno” (1 Ti. 5:22). Si a todos les imponen las manos, estarán creando problemas para sí mismos. Siempre que se encuentren con demonios, ustedes tienen que echarlos fuera. Sin embargo, cuando se encuentren con casos de enfermedades, impongan las manos al enfermo solamente si se lo piden. Si ustedes buscan ser llenos del Espíritu Santo, podrán echar fuera demonios y sanar enfermedades.
Lo primero que nos debe interesar es ser llenos del Espíritu Santo. Una vez que somos llenos del Espíritu, debemos echar fuera demonios y sanar a los enfermos. No nos interesa hablar en lenguas, ni tampoco hacer milagros o prodigios. Con frecuencia esto es lo que hacen los cristianos pentecostales, lo cual es un error. Gradualmente, los que se involucran en estas cosas terminan por dejarlas. Ser llenos del Espíritu es la manera científica y es también una verdad revelada en las Escrituras. Cuando ustedes salgan a predicar el evangelio, tienen que ser llenos del Espíritu Santo; luego, tienen que echar fuera demonios y curar enfermedades. Esto es una ley. En el pasado cuando predicábamos el evangelio, solo prestábamos atención a nuestro hablar, y no dependíamos de ser llenos del Espíritu Santo. Como consecuencia, también pasamos por alto hacer sanidades y echar fuera demonios. La predicación del evangelio requiere que hablemos; sin embargo, en nuestras palabras debe estar el Espíritu, con quien está el poder para echar fuera demonios y sanar a los enfermos. El Espíritu es el poder del evangelio. Si predicamos el evangelio de esta manera, nuestro evangelio será poderoso.
El Nuevo Testamento revela que en nuestra predicación del evangelio debemos tener la palabra (Ro. 10:14-15) y el Espíritu (Lc. 24:29; Hch. 1:4; 2:4). Con la palabra tenemos el suministro de la vida divina, y con el Espíritu tenemos el poder para echar fuera demonios y hacer sanidades (Hch. 5:12-16; 16:18). Si tenemos la palabra y el Espíritu, entonces nuestro evangelio será poderoso y nuestra obra será viviente y eficaz. Si ustedes no buscan ser llenos del Espíritu Santo, me temo que cuando salgan a bautizar a las personas, todo aquel que bauticen morirá. Y como resultado, tal persona no asistirá a las reuniones ni tampoco irá en pos del Señor. Si desean avivar a las personas por medio del bautismo, ustedes deberán bautizarlas no solamente en agua, sino también en el Espíritu. Esto quiere decir que cuando bautizan a las personas, ustedes tienen que guiarles a ser llenas del Espíritu Santo. La manera de hacer esto es enseñándoles a confesar sus pecados, a orar y a abrir su ser para recibir y ser llenos del Espíritu Santo.
El bautismo es el primer paso que toda persona debe tomar después de creer en el Señor. Después, ella tiene que buscar ser llena del Espíritu Santo y vivir y moverse al ser llena del Espíritu Santo. Así debe ser el vivir apropiado de toda persona que ha sido bautizada. La clave para ser lleno con el Espíritu Santo consiste en confesar cabalmente nuestros pecados, orar y abrir nuestro ser al Señor. En el pasado nos ocupábamos únicamente de sepultar a las personas en el agua para que pudieran ser liberadas del mundo mediante la muerte de Cristo. Sin embargo, no resucitábamos de la muerte a tales personas. Como resultado, ellas permanecían muertas con respecto a los asuntos espirituales, carentes del “aire” y la “gasolina” espirituales, por cuanto no habían sido llenas del Espíritu. Ahora debemos prestar atención a esto, para ayudar a las personas a ser llenas del Espíritu Santo, y nosotros mismos tenemos que ser tal clase de personas.
Oración: Señor, permítenos tocar el punto clave y la línea central de modo que podamos permanecer aquí buscando con empeño el ser llenos del Espíritu Santo y ejercitándonos para ser llenos del Espíritu Santo, a fin de tener la palabra y el Espíritu, para poder introducir a las personas en la muerte y hacer que ellas reciban vida, y así nuestro evangelio sea lleno de poder. Señor, no solamente queremos ver este panorama, sino que también te pedimos que nos capacites para que podamos ejercitarnos y llevarla a la práctica. Por medio de nuestra confesión y oración exhaustivas, permítenos abrir nuestro ser a Ti a fin de que podamos ser llenos del Espíritu Santo y podamos guiar a otros a que también sean llenos del Espíritu Santo, de modo que llevemos Tu testimonio en nuestro vivir y nuestro mover. Amén.