
(Charlas dadas en Hardoon Road, Shanghai el 3 de enero de 1934, y traducidas de las notas tomadas por el hermano K. H. Weigh.)
Lo primero que deseamos ver es cómo surgen los obreros. Hay dos aspectos principales en cuanto al llamado de los obreros. El primero se refiere a localidades existentes. Si algunos hermanos de una localidad sienten la carga de ir a otra localidad a laborar, deben ser responsables delante del Señor y también deben tener la aprobación de los hermanos y hermanas donde ellos se reúnen. Un ejemplo de esta situación es como si un dedo quisiera moverse; no se puede mover independientemente, sino que debe moverse con todo el cuerpo, ya que necesita la aprobación de todo el cuerpo. Cristo es la cabeza de la iglesia. Por tanto, la iglesia es el Cuerpo de Cristo. En una localidad donde no hay reuniones, no se manifiesta el Cuerpo. En ese caso, un individuo sólo es responsable ante Dios. Pero siempre que una reunión se establece en una localidad, se necesita la aprobación de los hermanos y hermanas. Esto se puede ver por medio de la narración de Hechos 13. Había una reunión en Antioquía, y el Espíritu Santo por medio del Cuerpo envió a Pablo y Bernabé para que salieran a la obra.
En segundo lugar, en una localidad donde todavía no hay reuniones, la situación es diferente. Si alguien desea laborar en una localidad donde no hay reuniones, es responsable ante el Señor. En Hechos 11, no se había establecido todavía la iglesia en Antioquía; así que Pablo y Bernabé sólo rendían cuentas a Dios. Pero más tarde, cuando la iglesia se estableció, el Espíritu Santo envió profetas y maestros al Cuerpo. Entonces Pablo y Bernabé ya no eran responsables solamente delante de Dios, sino ante el Cuerpo. Los discípulos les impusieron las manos a Pablo y a Bernabé y los enviaron, lo cual significaba identificación y unión. Por medio de la imposición de manos, todos los hermanos se unieron a Pablo y a Bernabé al partir. Cuando estos dos se fueron, todo el Cuerpo fue con ellos. La imposición de manos es diferente de la ordenación de los pastores, la cual se basa en las tradiciones y no se encuentran en la Biblia.
Después de que Pablo y Bernabé partieron de Antioquía, se comprometieron en la obra comisionada por el Espíritu Santo. Este es el primer caso en la historia de la obra misionera. En este envío, el Espíritu Santo mantuvo Su absoluta autoridad. Una iglesia no debe enviar a nadie solo, pues para hacerlo, primero debe tener las palabra del Espíritu Santo. Cuando la iglesia envía, simplemente ejecuta la orden del Espíritu Santo y Su confirmación.
Hechos 15:36-40 menciona otro caso. En estos versículos vemos que se separan la senda de Pablo y la de Bernabé. Pablo sugirió que sólo los dos debían ir, pero Bernabé insistió en que debían llevar con ellos a Marcos. Pablo consideraba que no era apropiado que Marcos se uniera a ellos. Entre ellos hubo un serio conflicto. Por tanto, Bernabé decidió llevar consigo a Marcos, y Pablo escogió a Silas y se fue por otro camino. El versículo 40 dice: “Y Pablo ... salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor”. Esta es la diferencia entre los dos hombres. Pablo fue enviado por el Cuerpo, y Bernabé no. Pablo fue encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, lo cual no sucedió con Bernabé. En este caso, el Cuerpo permaneció con Pablo. Después de Hechos 15, no se vuelve a mencionar a Bernabé. Así que el Espíritu Santo confirmó el envío del Cuerpo.
Marcos jugó un papel pasivo. El era un joven colaborador y un aprendiz. Por tanto, él no llevaba una responsabilidad tan grande como la de Bernabé. Más tarde, Dios restauró a Marcos y lo puso de nuevo en la obra. Pero ¿qué pasó con Bernabé? El ni regresó ni se volvió a mencionar. Puede ser que algunos se pregunten: “¿Si cierto hermano puede hacer algo, por qué no puedo yo hacer lo mismo? ¿Si un hermano puede ir a cierta localidad, por qué no puedo yo ir allá?” Tenga cuidado. Ese hermano puede ir bajo el envío del Cuerpo, mientras que usted puede ser enviado por sí mismo. Ahí reside la diferencia. No diga: “Si Dios lo puede usar a él, también me puede usar a mí”. Dios lo usa a él, pero no a usted, porque él es enviado en el Cuerpo. No diga que Dios no lo puede desechar; El puede desecharlo a usted, de la misma manera que desechó a Bernabé. La crónica de Hechos es clara. Después de ese incidente, el Espíritu Santo no menciona a Bernabé de nuevo.
Toda la obra debe ser hecha por individuos, pero siempre como parte del mover del Cuerpo. Esto fue lo que sucedió en el día de Pentecostés. Hechos 2:14 dice: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once alzó la voz y les declaró”. La expresión “poniéndose en pie con los once” es plural, mientras que “alzó” es singular. Aunque un solo hombre hablaba, los otros once estaban de pie detrás de éste. Por consiguiente, tenemos que ver que cuando laboramos, debemos tener el apoyo de los hermanos.
Necesitamos aprender a ser sumisos. Tanto los enviados como los que envían necesitan aprender a ser sumisos. Solamente en un espíritu de sumisión aprende uno a oír la voz del Espíritu Santo. No podemos considerar que la norma para la obra es un acuerdo común; la norma debe ser la sumisión. No debemos enviar un hermano solamente porque estamos de acuerdo con él. Muchas veces, aunque no estemos de acuerdo con lo que un hermano propone, tenemos que darle la libertad de hacerlo. Lo que cuenta no es si estamos de acuerdo, sino que nos sometamos. El Espíritu Santo puede lograr lo que quiere solamente con los sumisos.
Una vez que el obrero es enviado se convierte en apóstol. Un apóstol es un obrero que fue enviado. ¿Cuál es la diferencia entre un apóstol y un anciano? Según la Biblia, los ancianos son sedentarios, mientras que los apóstoles viajan. Los ancianos son nombrados para que laboren en una localidad solamente, mientras que los apóstoles laboran para todo el Cuerpo. Pablo nunca fue anciano, pero sí apóstol. Por otro lado, Pedro y Juan fueron ancianos y también apóstoles. Cuando estaban en Jerusalén, ellos era ancianos. Además de ser ancianos en Jerusalén, también eran apóstoles. Debido a que eran apóstoles, tenían la autoridad de vigilar. Como apóstoles, la responsabilidad estaba limitada a la obra que se les comisionó; no tenían la responsabilidad de velar por la grey. Espero que todos tengamos claridad con respecto a esto. Cuando hablamos de ancianos, nos referimos a una localidad, y cuando hablamos de apóstoles, nos referimos a la obra en toda la tierra. La misma persona puede tener dos funciones: por una parte, tiene la responsabilidad de cuidar y velar en una localidad, y por otra, es responsable por todas las localidades. Por ejemplo, yo laboro para todos los obreros de todas las localidades, lo mismo que para los de Shanghai, y comparto la responsabilidad en Shanghai con los hermanos aquí.
Estudiemos el caso de los obreros. ¿Cómo reconocemos si una persona es un obrero?
(1) El obrero debe tener dones. Hay muchas clases de dones. El evangelismo, profetizar, pastorear y enseñar son dones. Los diferentes dones son necesarios para las diferentes funciones. El don del evangelismo es útil para dirigirse a los incrédulos. El don de los maestros verifica las doctrinas. Con el don del pastoreo nutrimos a los creyentes para los para que crezcan espiritualmente y les ayudamos a solucionar problemas personales y diferentes asuntos.
Un obrero debe tener cuantos dones sean posibles, pero por lo menos debe tener uno de estos dones.
¿Cómo podemos saber si alguien tiene cierto don? Si él tiene un don, los hermanos que se reúnen con él pueden dar testimonio de ello y confirmarlo. Por tanto, el reconocimiento de un don es del Cuerpo. El Cuerpo sabe si una persona tiene el don de evangelista, aun cuando no se dedique a predicar. Estos son los dones que los obreros deben tener, pero no se limitan a los obreros nada mas.
Muchas personas piensan que si no pueden laborar en una localidad, pueden mudarse a otra y quizá laborar allí. En verdad, la incapacidad de laborar en una localidad no depende de la localidad, sino de si tiene dones o no. Una persona que no tiene dones no los tendrá no importa a donde vaya.
(2) Aunque un obrero puede tener un don, si su vida no es recta, no puede servir en la obra. Su labor depende no solamente del don, sino también de la gracia. No solamente debe tener suficientes dones, sino también abundancia de gracia. El resultado de la obra no se relaciona con el don sino con la vida del obrero. Los obreros que tienen diferentes medidas de gracia tendrán diferentes resultados en la misma obra. La medida de gracia que hay en el obrero determina la calidad de trabajo que produce. Esto no significa que si no se tiene gracia no se puede traer personas a la salvación. Puede ser que uno traiga a alguien a la salvación porque tiene el don del evangelismo. Pero si no tiene vida, cuanto más labore, más derriba. Muchos obreros hoy edifican sus propias obras con una mano y derriban con la otra debido a su carencia de vida.
En Hechos 16:2 todos los hermanos recomendaron a Timoteo. Como resultado, en el versículo 3 se nos dice que Pablo tomó consigo a Timoteo. Esta es la confirmación de los hermanos. Timoteo no fue confirmado en un solo lugar, sino por lo menos en dos. Si la condición de un obrero delante del Señor es recta, y tiene la gracia, los hermanos que se reúnen en la misma localidad, inclusive los que no son espirituales, darán testimonio de él.
Según la Biblia, en la reunión cristiana deben haber tres clases de personas. Primero, los creyentes, quienes constituyen el grupo básico de la reunión. En la iglesia existe por lo menos este grupo. Segundo, los que sirven en los asuntos materiales. Toda la responsabilidad que tienen éstos se relaciona con negocios, tales como ayudar a los hermanos y hermanas a realizar ciertas actividades, dirigir la preparación de las reuniones, etc. La Biblia llama a estas personas diáconos, los cuales pueden ser hermanos o hermanas. Tercero, los pocos hermanos cuya responsabilidad es cuidar de las actividades principales de las reuniones, tales como tomar la iniciativa en las reuniones, tomar decisiones, mantener correspondencia con los que están fuera de la iglesia, y cuidar a los santos. La Biblia les llama ancianos.
En una reunión deben estar presentes estas tres clases de personas; allí no hay obreros, pues éstos no ocupan una posición en la iglesia. Puesto que un obrero no pertenece a ningún otro grupo, debe ser parte de uno de estos tres. Los obreros no son un cuatro grupo en una reunión, sino que están incluidos en los otros tres.
La relación entre estos tres grupos se puede mostrar con un ejemplo. Supongamos que los hermanos de cierta localidad necesitan construir un lugar de reunión. Al principio, los ancianos hacen una propuesta y toman decisiones. Después que el asunto se decide, informan a los hermanos y asignan tareas a los diáconos, quienes, a su vez, piden a todos los hermanos y hermanas que provean la labor necesaria. Los obreros sólo puede tomar parte laborando; no pueden controlar el trabajo. La única diferencia entre ellos y los demás creyentes, es que tienen un poquito más de responsabilidad. Esta es la relación entre los obreros y las iglesias locales.
La posición de los obreros, es similar a la de los primeros apóstoles. Ellos hacen la obra de los apóstoles, pero no tienen la autoridad de éstos. Por otra parte, si el obrero tiene cierta comisión o carga o asignación de parte del Señor, la iglesia debe mostrar su respaldo y apoyar el esfuerzo. No encontramos ningún ejemplo en la Biblia donde los apóstoles hayan tenido una carga y la iglesia no haya estado de acuerdo, o donde la obra estuviera bajo el control de una iglesia. Si tal fuera el caso, se obstruiría en gran manera la obra de Dios.
¿Qué relación existe entre los obreros jóvenes y los obreros maduros? Según la Biblia, los obreros que están en el liderazgo deben someterse a los hermanos que estaban ahí antes que ellos. El menor debe someterse al mayor. Por ejemplo, vemos claramente que Silas, Timoteo, Tito y Onésimo se sometían a Pablo. Los más jóvenes seguían las instrucciones de Pablo y se sometían a él.
En las denominaciones de hoy prevalecen dos situaciones. Por una parte, algunos de los obreros están totalmente controlados y atados por aquellos que están sobre ellos, y todas las decisiones provienen de las ideas humanas. En el otro extremo, están los predicadores libres. Ellos van y vienen de una manera independiente; proveen para sí mismos y predican por su cuenta. No están atados ni controlados por nadie. Sin embargo, ninguna de esta clase de personas conoce al Señor. El primer grupo que pone la autoridad en las manos de otros, no tiene al Señor. El segundo grupo que mantiene la autoridad en sus propias manos, tampoco tiene al Señor. Cuando se pone la autoridad en las manos del Señor, estos dos extremos son eliminados. El obrero no debe ser controlado por otros en el asunto del dinero y no debe entregar esta autoridad a otros.
Hechos 8 nos dice que Pedro y Juan fueron enviados por la iglesia ha predicar en Samaria. Sus pasos fueron restringidos por la iglesia. Todo obrero es una persona restringida. Muchas personas piensan que ellas no están bajo el control de nadie. Ellos están equivocados si piensan que una persona espiritual no debe estar restringida.
Con relación al perfeccionamiento de los jóvenes, la Biblia no habla de ningún seminario. A pesar que algunos trataron de comenzar una escuela para los profetas en el Antiguo Testamento, no produjeron ningún profeta. Estudiar en un seminario no logrará que una persona sea un obrero. El entrenamiento del obrero viene por seguir un patrón y por la sumisión.
Timoteo y Silas siguieron a Pablo. En la Biblia, solamente vemos el camino del aprendizaje. Si un obrero joven no aprende la lección de la sumisión, no aprenderá ninguna otra. Esto es algo muy importante. Cada obrero joven debe pasar por mucha presión en las manos de Dios antes de ser útil. Todo el que es usado por Dios tiene que pasar por un adiestramiento estricto. Podemos ver por medio de la carta que Pablo le escribió a Timoteo, que él fue muy estricto en las instrucciones que dio a los obreros jóvenes. El no fue descuidado o suelto con Timoteo.
Hoy día, muchos de los problemas en la iglesia se levantan cuando los hombres desean tener dones, pero no los obtienen. Ellos piensan que son cierta clase de don, pero en verdad no lo son. Cuando se ponen los asuntos en sus manos, los arruinan. Esto no significan que ellos no quieren hacerse cargo de los asuntos apropiadamente, es simplemente que no tienen la capacidad. Una persona que sólo tiene el don de la enseñanza, solamente puede hacer la obra de discernir las verdades bíblicas, mantener esas verdades y descubrir nuevas verdades; no puede hacer nada más. De igual manera, aquellos que solamente tienen el don de evangelizar, solamente pueden hacer la obra de evangelismo; no pueden reemplazar a los maestros para enseñar o comprobar la verdad. Solamente pueden hacer su obra dentro de su límite. El problema que existe hoy día es que nadie en todo el mundo guarda su propia posición o está satisfecho con ella. Los evangelistas desean ser los maestros, mientras que los maestros quieren ser evangelistas. Cada cual admira lo que ellos no son. Esta tendencia del hombre natural es la carne. En el cuerpo de Cristo, todo miembro tiene distinto uso. El oído no puede reemplazar al ojo, y el ojo no puede reemplazar al oído. Aun si yo pongo el oído en la posición del ojo, el oído es el oído; no puede ver. Esto nos muestra la importancia de permanecer firmes en nuestra posición. Cada uno de nosotros debe aprender a permanecer en su propia posición.
Los obreros jóvenes no solamente se deben someter a los obreros mayores, sino que deben saber donde los ha puesto Dios. Después que uno entiende su propia posición, no caerá en la carne. De esta manera, experimentaran la liberación en su obra. Si un joven obrero en verdad tiene el don de la enseñanza y los obreros mayores que lo rodean no lo tienen, en estas circunstancias, los mayores tienen que someterse a los jóvenes y recibir el don de ellos. Sin embargo, todo obrero joven puede siempre encontrar a alguien que es más maduro y avanzado de quien puede aprender a ser sumiso. Siempre habrán obreros mayores a quien someterse. A Timoteo se le encargó que considerará lo que Pablo decía (2 Ti. 2:7) y a saber “de quiénes has aprendido” (2 Ti. 3:14). Timoteo tenía que ir y encontrar aquellos de quienes él había aprendido todas las cosas. Tenía que encontrar los obreros que iban adelante de él.
Un obrero joven debe aprender aceptar un trato que le parezca ilógico. Tiene que aprender a someterse sin exigir explicaciones. La verdadera sumisión no requiere un motio lógico. Cuando hay una razón, entonces no es sumisión. En la obra de Dios nadie puede ser independiente y reclamar que no tiene necesidad de someterse a nadie. Los jóvenes deben ser así y los mayores no están excepto porque nadie puede ser independiente. Incluso, si Dio usa un obrero para descubrir cierta verdad, no puede moverse independientemente; debe salir en sumisión mutua.
Todos los obreros deben tener fe con relación a la obra y a la persona del Señor. Estas verdades básicas debemos mantenerlas en común. Si cualquier obrero se sale de estos principios generales, los ancianos lo deben parar para que no siga laborando. Con relación a las doctrinas de mayor importancia, deben haber las apropiadas interpretaciones bíblicas. Todos deben se iguales en estas interpretaciones. La interpretación apropiada de muchos versículos ya han sido establecidas por otros. Todo lo que necesitamos hacer es recibirlos de sus manos; no necesitamos hacer nada más. Un principio básico cuando leemos la Biblia es aceptar simplemente lo que la Palabra de Dios dice y no agregarle nuestros propios pensamientos. Cuando leemos la Biblia, debemos preguntar: “¿Qué ha dicho Dios?” en lugar de “¿Por qué Dios dijo esto?” Un ciudadano de un país no necesita preguntar porque existe cierta ley; solamente necesita preguntar cuál es la ley del país. Nuestra pregunta debe ser “qué” no “por qué”. Nuestra actitud delante de los mandatos de Dios no debe ser el de entendimiento sino el de sumisión.
Hoy, debido a que los hombres se conducen diferentemente delante de Dios, hay diferentes interpretaciones Bíblicas. Por ejemplo: en el asunto del bautismo, muchas personas han sido rociadas. Cuando leen la Biblia, de alguna manera encuentran la doctrina de rociar. Esa doctrina es el resultado de la conducta que tienen. La interpretación de la Biblia por el hombre tiene mucho que ver con su actitud delante de Dios. Muchos vienen a la Palabra de Dios con un único propósito: encontrar una ordenanza que justifique sus conductas. La meta que tienen es volver la Palabra de Dios en una ley que encaje con ellos. Por tanto, la interpretación que hacen de la Biblia es completamente para sí mismos. Una persona que nunca a pasado por el trato de la cruz, no puede leer la Biblia. Solamente aquellos que han pasado por la cruz pueden leer la Biblia apropiadamente.
Ahora venimos la necesidad de obreros. Lo primero que tenemos que mencionar es la ofrenda de dinero que presentan los creyentes. La ofrenda de los creyentes no solamente se utiliza para sostener los obreros, sino también para sostener a los que laboran para el Señor. En otras palabras, no se le ofrenda a cierta persona porque sea un obrero, sino porque labora para el Señor. Su personalidad es una cosa, y su labor para el señor es totalmente otro asunto. Mientras labore para el Señor, debe ser sustentado. No importa si tiene dinero, sino si trabaja para el Señor. Cuando uno le paga a un peón, no le pregunta si es rico o pobre. Si hizo el trabajo, merece su salario. No se puede decir que si una persona tiene dinero no necesita ser sostenido. Una vez alguien quiso dar una ofrenda al señor Bright un colaborador del doctor Scofield, pero la persona que estaba al lado de él le dijo que el Señor cuidaría de las necesidades del señor Bright. Por consiguiente, el hombre retiró su ofrenda, y el señor Bright se quedó sin sustento. Los creyentes no deben ofrecer su dinero solo porque los obreros son pobres. Si dan sólo por la pobreza de los obreros, no ofrendan sino que dando limosnas.
Dar una ofrenda es lo menos que una persona salva puede hacer. Si un salvo no se ofrece a sí mismo, es una persona que delante del Señor no es útil. Si ha recibido la gracia, el resultado debe ser ofrecer al señor todo lo que tienen. No es normal que una persona reciba gracia y no esté dispuesta a ofrecer todo lo que tiene. Todos aquellos cuyos corazones han sido tocados por Dios darán el dinero de su bolsa. Es imposible que el corazón de una persona sea tocado por Dios sin que sus posesiones también sean tocadas por El. La consagración permite que Dios toque todo. Hasta que Dios lo haya tocado fluirá de usted el amor. Si una persona nunca se ha ofrecido a sí misma, por seguro que el amor no fluirá de ella.
Hoy, solamente hay dos dioses en este mundo. El primero es mamón y el otro es el Dios verdadero. Si no amamos a Dios, amaremos a mamón. Solamente cuando el hombre ama a Dios, ensanchará su corazón. La cosa que más ensancha el corazón del hombre es dar el dinero. Un creyente que está entre nosotros asistió a las reuniones de cierta denominación por veinte años, pero nunca ni siquiera saludó con su cabeza a otra persona. después que se ofreció, todo su ser cambió. Previamente yo tenía temor de reportarle a otros acerca de nuestra condición financiera. Pero hoy pienso distinto. Esta es la manera que otros reciben gracia. Entre más ofrece una persona, más lo llenará la gracia. Estas palabras son para todo el Cuerpo.
Permítanme ahora considerar la manera de distribuir las ofrendas. Parte del dinero que se recibe en las reuniones se debe poner aparte para los obreros locales, y para los obreros en otras localidades. Esta es una señal de comunión. Pablo alabó a los Filipenses por su gracia en este asunto (Fil. 4). Ellos continuaron teniendo comunión con el apóstol en el asunto del dinero. La condición de los corintios fue lo contrario; ellos desarrollaron un problema en su comunión con Pablo. Como resultado; Pablo estaba dispuesto a permitir que otras iglesias sufrieran, antes que pedirle dinero a los corintios. No usaba el dinero de los corintios porque había un problema en la comunión.. Solamente cuando hay comunión puede haber ofrenda material.
Gracias al Señor que los hermanos en Shanghai han recibido gracia en este asunto. Los obreros que viven fuera de la ciudad no deben interpretar mal y pensar que la iglesia en Shanghai es tan rica que puede mantenerse enviando dinero. La razón que la iglesia en Shanghai puede enviar dinero, es porque los obreros locales en Shanghai, han recibido poco sostén local. Debido a eso la iglesia puede enviar tanto. Esta es la gracia de la iglesia en Shanghai.
Las ofrendas individuales deben ser puestas personalmente en un sobre, por el que hace la ofrenda, con el nombre del obrero a quien la ofrenda va dirigida, y depositarlo en la caja de ofrendas. Los hermanos que abren la caja podrán entonces entregar esta ofrenda directamente al recibidor.
Primero; los obreros no deben mostrar que son pobres. Un obrero vive por la fe, no por limosnas. Es una vergüenza dar a conocer que uno está necesitado, esperando así recibir ayuda. Cuando el obrero recibe la ofrenda de los hermanos, debe tener la actitud apropiada. Cuando un obrero recibe dinero de los hermanos, recibe el dinero en el nombre de Dios, permanece en el lado de Dios y lo representa. Por consiguiente no debe tener una actitud de mendigo. Cuando Pablo mencionó el asunto del dinero, dio a los demás una impresión honorable y digna. Esta es la actitud apropiada de todo obrero.
Segundo: cuando un obrero recibe más que otros obreros, debe distribuir lo que le sobre con ellos. No tenga temor de que al hacer esto, otros pensarán que usted es rico o ha obtenido una fortuna. Por otra parte, para las necesidades personales de la familia, a veces es necesario un ahorro de corto tiempo. Esto es bíblico. Proverbios nos enseña esto.
Tercero: Se debe planear la manera en que se debe usar el dinero. Muchas personas cuando tienen dinero compran cosas que no necesitan. Esta clase de comportamiento puede detener la provisión de Dios. Se debe planear la manera de usar el dinero. Se debe hacer un presupuesto y programar cuidadosamente delante de Dios lo que se debe comprar y lo que no se debe comprar. No debe comprar de una manera irresponsable ni desperdiciar el dinero.
Cuarto: los obreros nunca deben pedir prestado. Un obrero de Dios debe preferir morir que pedir dinero prestado a los demás. Si no tiene la fe que se cuidará de su vivir, debe buscar un trabajo con el cual conseguir el sustento. Si tiene la fe que Dios lo sustentará, no debe alargar su mano hacia otros.
Dios desea que andemos según el principio del maná, el cual consiste en que “al que recogió mucho, no le sobró, y al que poco, no le faltó” (2 Co. 8:15). Esta no solamente es la crónica del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento nos dice la misma cosa. No deberíamos tener abundancia ni pasar escasez. Si un hermano en una localidad no tiene los medios para mantenerse, la iglesia o los hermanos individualmente deben ayudarlo. La iglesia no debe permanecer impávida frente a los hermanos que no tienen empleo; deben hacer lo que puedan para ayudarlos. Por supuesto, esto no incluye a quienes no quierna trabajar. No podemos ayudar a los que no están dispuestos a trabajar. Más aún, si lo que gana un hermano no es suficiente para vivir, la iglesia debe ayudar. Lo mismo sucede con los que su ingreso es muy bajo. Esta es la clase de obra que los apóstoles hicieron en la iglesia primitiva.
El orden para ayudar es cuidar de los hermanos y hermanas en su localidad primero, y después ayudar a los pobres de afuera. Si los creyentes tienen miembros de su familia cercanos que tienen necesidades, ellos deben cuidar de las necesidades de sus propios familiares primero, antes de cuidar por las necesidades de otras personas.
Nadie debe dar ofrendas sin primero tener una cuidadosa consideración. Una persona que es naturalmente suelta, no recibirá la bendición del Señor por medio de dar excesivamente, porque una persona que es irresponsable con sus finanzas, será descuidada en las cosas del Señor. Tenemos que consagrarnos al Señor, y no ser descuidados.
Para un creyente, dar no es simplemente un asunto de ofrecer dinero. Se debe tener un adecuado vivir delante de Dios, antes de poder recibir la bendición de Dios cuando da. La Tercera Epístola de Juan menciona que los santos que sostienen a los obreros, necesitan tener un vivir piadoso y digno de Dios. Una persona que da, debe vivir una vida que es digna de Dios. Gracias al Señor que no todos son Lázaro, ni todos son el hombre rico. Dios no necesita a Lázaro ni necesita al hombre rico, sólo necesita la ofrenda de aquellos cuyo vivir es digno de El. A pesar que Lázaro no tenía dinero, el pudo ser salvo; pudo recibir la gracia y vivir una vida digna de Dios. La carne tiene dos pecados ante de Dios. Uno es el trato severo que se le da al cuerpo que se menciona en Colosenses 2. El otro es darse a la indulgencia en las comodidades. Dios no intenta que tratemos nuestro cuerpo severamente, ni tampoco desea que vivíamos demasiado confortables. El desea que vivamos una vida que sea digna de El. El exceso de dinero se debe regalar lo más rápidamente posible.
Lo último que mencionaremos es la carta de recomendación. Pablo mencionó esto a los corintios. Esto es algo que se encuentra en el Nuevo Testamento. Cuando un creyente común va a otra localidad, debe tener una carta de recomendación. Pablo dijo en su epístola que él no necesitaba carta de recomendación. Esto se debía a que Pablo ya había establecido una relación con los corintios. Por eso él era una excepción. En cuanto a los otros hermanos y hermanas, todavía necesitaban una carta de recomendación. La función de la carta tiene dos aspectos: permite que otros lo conozcan a usted, y: previene la entrada de falsos hermanos. Cada carta de recomendación se debe tener dos o tres personas como testigos antes que pueda tener valides. Usualmente una carta de recomendación es escrita por los ancianos locales o las personas responsables. Hay tres clases de cartas:
(1) Aquellas que recomiendan a un hermano para la mesa del Señor atestiguando que es un hermano en el Señor. Esto principalmente es para los hermanos que todavía están en las denominaciones.
(2) Aquellas que recomiendan al hermano que ha dejado las denominaciones y está tomando el camino que nosotros tomamos.
(3) Además de los que toman esta manera, están aquellos que tienen dones especiales y que pueden ser invitados para hablar.
Después de recibir la carta de recomendación, los que toman la responsabilidad en la localidad deben responder a la carta enviada por la localidad que envió la recomendación haciéndoles saber que su recomendación fue recibida. Tales cartas de recomendación y la contestación, se deben preparar con tiempo y se deben imprimir en un formato uniforme, de tal manera que se puedan usar fácilmente. Todas las veces que un hermano venga de otra localidad, necesita darnos una carta de recomendación antes que podamos recibirlo en la mesa del Señor. De igual manera, nosotros también proporcionaremos una carta de recomendación a los que salen de nosotros. Espero que en el futuro todos prestaremos atención a este asunto.