Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Vida cristiana, La»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO NUEVE

LA APLICACIÓN QUE EL ESPÍRITU HACE DE LA MUERTE DE CRISTO Y LA EFICACIA DE LA MISMA

  Lectura bíblica: Ro. 8:9-10; 2 Co. 4:10a, 11a, 12a; Ro. 6:6; Gá. 2:20a; 5:24; Ro. 8:13b; Mt. 16:24; Ro. 8:6b; Gá. 5:16, 25; Ro. 8:4b; 1 Co. 15:36; Jn. 12:24; Ro. 8:13b; 2 Co. 4:10-11

  En este mensaje queremos ver cómo el Espíritu aplica la muerte de Cristo y la eficacia de la misma. Esto es muy misterioso, pero está revelado claramente en la Biblia. Cristo, la persona, y Su muerte y resurrección son una sola entidad. Esto es lógico, pero no es fácil de entender. ¿Por qué son la muerte y la resurrección de Cristo uno con Él?

  Si sólo tuviéramos a Cristo, sin Su muerte y resurrección, tendríamos a Cristo sin la manera de aplicarlo. Las riquezas de Cristo, o sea, el contenido de Cristo, está totalmente entrelazado con Su muerte y resurrección. En el mensaje anterior, vimos que Cristo, Su muerte y Su resurrección han sido añadidos al Espíritu formando así un compuesto. Este compuesto hace de Cristo, Su muerte y Su resurrección una sola entidad.

LA VERDADERA HISTORIA DEL UNIVERSO

  A fin de ver la gran importancia del Espíritu compuesto y su aplicación, necesitamos ver los puntos principales de la historia del universo. En el universo primero existía Dios, el Dios Triuno. Aun en la eternidad pasada, Dios era triuno. El Padre, el Hijo y el Espíritu coexisten eternamente. La Biblia nos muestra que el Padre, el Hijo y el Espíritu son un solo Dios y que coexisten eternamente.

  El eterno Dios Triuno creó el universo, pero el universo existía totalmente fuera de Él. Dios aún estaba solo en Su divinidad. Dios y el universo estaban completamente separados. Dios estaba en el universo, pero Dios estaba solo y también dejaba al universo solo.

  Luego Dios creó al hombre. El hombre fue hecho a la imagen de Dios y conforme a Su semejanza (Gn. 1:26). Sin embargo, después de crear al hombre, Dios todavía existía aparte del universo y del hombre. Aunque el hombre tenía Su imagen y semejanza, Dios seguía solo. Dios y el hombre estaban separados. El hombre vivía aparte de Dios, sin estar unido con Dios.

  Unos cuatro mil años después de la creación del hombre, Dios se hizo hombre. Fue concebido en el vientre de una virgen. La concepción es una mezcla, una compenetración. Hace como dos mil años, el único Dios, que había existido por mucho tiempo, entró en el hombre. Eso fue la encarnación. La encarnación introdujo la divinidad en la humanidad. Por medio de la encarnación, el Dios Triuno no sólo se unió con el hombre, sino que también se mezcló con el hombre. El producto de tal compenetración es un hombre en el universo que es la mezcla de Dios con el hombre, y Su nombre es Jesús. Jesús es el Dios completo y el hombre perfecto. Él es Dios y hombre mezclados. Dios, en Cristo, ha sido mezclado con el hombre.

  En la historia del universo el primer punto es Dios, el segundo es el universo creado y el tercero es el hombre. El cuarto punto es la mezcla del primero con el tercero. Jesucristo es la mezcla de Dios y el hombre. En Isaías 9:6 la Biblia dice que Él es admirable. Este versículo también dice que un niño nos ha nacido y que un hijo nos ha sido dado y, sin embargo, Su nombre es Padre eterno. Isaías 7:14 dice que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel. Estos versículos muestran que el Hijo es el Padre y que el Niño es Dios. Emanuel significa Dios con nosotros. Jesús es Dios con nosotros. Él es Dios, y Él también es Dios encarnado a fin de morar entre nosotros.

  Éste es Dios —el Padre, el Hijo y el Espíritu— y también es un hombre. Este hombre es admirable en lo que es, maravilloso en Su ser. Jesús es una maravilla en el universo porque Él es Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu y también un hombre. ¿No es Él una maravilla? Él es el cuarto punto principal de la historia del universo.

  El quinto punto es la muerte de Cristo. Su muerte fue una empresa colectiva. Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu y el hombre estuvieron involucrados en la muerte de Cristo. Todos se unieron en una empresa colectiva para llevar a cabo la redención. En el universo hay un grupo de estrellas que forma una cruz, el cual se llama la Cruz del Sur. Jessie Penn-Lewis, en sus pláticas sobre la cruz de Cristo, se refirió a este grupo de estrellas. Esto muestra que en el universo la muerte de Cristo es de gran importancia.

  El sexto punto principal de la historia del universo es la resurrección de Cristo. El principio de resurrección se ve en toda especie de ser viviente. En el libro de Isaías se comparó la familia real de David con un gran árbol. Un día, este gran árbol fue cortado de raíz. Le quedó sólo un tronco corto. Isaías 11:1 dice: “Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces”. Cristo como una vara salió del tronco de Isaí. Con el tiempo esta vara llegó a ser un vástago. Aquí podemos ver el principio de resurrección. La venida de Cristo fue la resurrección de la familia real de David. El principio de resurrección también puede verse en la naturaleza. Cuando se siembra una semilla en la tierra, la semilla muere y luego se levanta. Esto es resurrección. El Nuevo Testamento nos dice que Cristo se levantó de entre los muertos.

  El séptimo punto principal de la historia del universo es que en la resurrección y por medio de la misma, Cristo fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En el mensaje anterior vimos que el Espíritu vivificante es un compuesto, como se tipifica por el ungüento compuesto que se menciona en Éxodo 30:23-25. El Espíritu vivificante está compuesto de Dios como base, tipificado por el hin de aceite de oliva, y del hombre, tipificado por las cuatro especias. A este Espíritu todo-inclusivo también se le han añadido, a fin de formar un compuesto, todos los elementos del proceso por el cual Dios pasó. En este compuesto se encuentran la muerte de Cristo, representada por la mirra, y la resurrección de Cristo, representada por el cálamo. También tiene la eficacia de la muerte de Cristo, representada por la canela, y el poder repelente de la resurrección de Cristo, representado por la casia.

  El hin de aceite y las tres unidades de quinientos siclos entre las especias, representan al único Dios Triuno. La segunda unidad estaba partida en dos, lo cual indica que el segundo de la Trinidad Divina fue partido en la cruz. En el Espíritu compuesto tenemos a Dios, al Padre, al Hijo, al Espíritu y al Hombre elevado. En el Espíritu compuesto también tenemos la muerte de Cristo, la eficacia de la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo y el poder repelente de la resurrección de Cristo. El Espíritu compuesto es la totalidad de todos estos elementos. Dios, Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu, el Hombre elevado, la muerte de Cristo, la eficacia de Su muerte, la resurrección de Cristo y el poder de Su resurrección han formado un compuesto y han sido compenetrados para ser el Espíritu compuesto y vivificante.

  Hoy en día ¿dónde está Dios? Debemos decir: “En el Espíritu”. ¿Dónde está el Padre? “En el Espíritu”. ¿Dónde está el Hijo? “En el Espíritu”. ¿Dónde está el Espíritu? “En el Espíritu”. ¿Dónde está el Hombre elevado? “En el Espíritu”. ¿Dónde está la muerte de Cristo? “En el Espíritu”. ¿Dónde está la eficacia de la muerte de Cristo? “En el Espíritu”. ¿Dónde está la resurrección de Cristo? “En el Espíritu”. ¿Dónde está el poder de la resurrección de Cristo? “En el Espíritu”. Por lo tanto, si tenemos el Espíritu, lo tenemos todo.

  Cuando tenemos la sensación de que Dios está con nosotros, lo que sentimos es el Espíritu. Cuando los maridos están a punto de discutir con sus esposas, tal vez experimenten algo por dentro que les inste a detenerse. En tal momento sienten que el Espíritu está allí con la muerte de Cristo. Sin el Espíritu, no podemos experimentar la muerte de Cristo, porque Su muerte está en el Espíritu.

  Necesitamos darnos cuenta de que sin el Espíritu, no podemos experimentar nada de Dios en Su economía. Sin el Espíritu, no tenemos a Dios el Padre. Sin el Espíritu, no tenemos a Dios el Hijo. Sin el Espíritu, no tenemos a Dios el Espíritu. Sin el Espíritu, no tenemos al Hombre elevado y glorificado. Sin el Espíritu, no tenemos la muerte de Cristo. Sin el Espíritu, no tenemos la eficacia de la muerte de Cristo. Sin el Espíritu, la muerte de Cristo está muy lejos de nosotros en tiempo y espacio. Pero con el Espíritu, la muerte de Cristo está aquí para matarnos, para crucificar nuestro viejo hombre. Sin el Espíritu, no hay resurrección. Sin el Espíritu, no hay salvación. Sin el Espíritu, no hay regeneración. Sin el Espíritu, no hay renovación. Sin el Espíritu, no hay santificación. Sin el Espíritu, no hay transformación. Sin el Espíritu, no hay conformación. Sin el Espíritu, no hay glorificación. En este universo todas las cosas positivas de la economía de Dios han sido añadidas a este Espíritu, formando así un compuesto. Hoy en día, por la iluminación de Dios, podemos ver lo todo-inclusivo que es el Espíritu.

  El Espíritu es la totalidad de Dios, del Dios Triuno, del Hombre elevado, de la muerte de Cristo, de la eficacia de la muerte de Cristo, de la resurrección de Cristo y el poder de ésta. Por esto es que el Nuevo Testamento nos exhorta a que vivamos por el Espíritu, a que andemos por el Espíritu (Gá. 5:16, 25) y a que lo hagamos todo conforme al espíritu (Ro. 8:4). La única manera de exaltar a Cristo, de expresar a Cristo, de manifestar a Cristo y de vivir a Cristo es vivir, andar y hacerlo todo conforme al espíritu. Si amamos a otros en nosotros mismos, nos exaltamos a nosotros mismos. Pero si Cristo ama a otros en nosotros y por medio de nosotros, Él es exaltado.

  John Wesley creía que la santidad era perfección sin pecado; pero según el principio en la Biblia, aun si pudiéramos lograr la perfección sin pecado, eso no exaltaría a Cristo, sino a nosotros. No expresaría a Cristo, sino a nosotros. Vivir por el Espíritu, andar por el Espíritu y hacerlo todo conforme al espíritu es vivir a Cristo, magnificar a Cristo, manifestar a Cristo, expresar a Cristo, exaltar a Cristo y glorificar a Cristo.

  En el Espíritu compuesto, experimentamos la obra aniquiladora de la muerte de Cristo. Cuando vivimos y andamos por el Espíritu, el Espíritu da muerte a nuestra alma, a nuestro hombre natural y a nuestro cuerpo con sus hábitos. El Espíritu es una dosis todo-inclusiva que nos nutre y que a la vez mata las cosas negativas que están en nuestro ser. Aun los alimentos físicos que comemos nos nutren y contribuyen a la eliminación de los microbios que están en nuestro ser. Hoy en día el Cristo pneumático, el Espíritu todo-inclusivo, es nuestra vida, luz, alimento, bebida y aire para que seamos nutridos espiritualmente y para que las cosas negativas que están en nosotros sean destruidas. Tenemos que comer, beber y respirar al Cristo pneumático, quien hoy es el Espíritu compuesto y vivificante. Yo considero el Espíritu vivificante como el séptimo punto principal en la historia del universo.

  El octavo punto es la iglesia, y el noveno es la Nueva Jerusalén. El producto del disfrute que tenemos del Espíritu compuesto es primero la iglesia y, finalmente, en su consumación, será la Nueva Jerusalén. Estos nueve puntos son la verdadera historia del universo.

LA MUERTE DE CRISTO Y LA EFICACIA DE LA MISMA, CON LAS CUALES EL ESPÍRITU ESTÁ COMPUESTO, VIENEN A SER PREVALECIENTES EN EL ESPÍRITU

  Ahora queremos ver cómo el Espíritu aplica la muerte de Cristo y la eficacia de la misma. La muerte de Cristo y la eficacia de la misma, con las cuales el Espíritu está compuesto, vienen a ser prevalecientes en el Espíritu. Si la muerte de Cristo no estuviera en el Espíritu, Su muerte no podría ser prevaleciente. Si disfrutamos y experimentamos al Espíritu, Su muerte viene a ser prevaleciente en nosotros. La muerte de Cristo está en el Espíritu.

EL ESPÍRITU COMPUESTO MORA EN NUESTRO ESPÍRITU PARA IMPARTIR LA MUERTE DE CRISTO Y LA EFICACIA DE LA MISMA A PARTIR DE NUESTRO ESPÍRITU A NUESTRA ALMA Y HASTA LLEGAR A NUESTRO CUERPO MORTAL

  El Espíritu compuesto mora en nuestro espíritu para impartir la muerte de Cristo y la eficacia de la misma a partir de nuestro espíritu a nuestra alma y hasta llegar a nuestro cuerpo mortal (Ro. 8:6, 9-10). Esta impartición es la unción (1 Jn. 2:20, 27), y la unción es el mover del Espíritu que mora en nosotros. Los cristianos que aman al Señor y mantienen la comunión con Él siempre tienen el sentir de que algo se está moviendo en su interior y están conscientes de ello. Tal mover es la unción, y tal unción es la impartición del Dios Triuno, de la muerte de Cristo y de la resurrección de Cristo. Esa impartición incluye todos estos elementos: la divinidad, la humanidad de Cristo, la muerte de Cristo, la eficacia de Su muerte, la resurrección de Cristo y el poder de Su resurrección.

  Cuando estamos bajo esta impartición, nuestra vida natural es aniquilada y nuestra carne es crucificada. Bajo esta impartición, esta unción, este mover del Espíritu que mora en nosotros, experimentamos la muerte de Cristo. Cuando estamos a punto de enojarnos, tal vez nos detengamos y nos pongamos a orar. Después de nuestra oración, se acaba el enojo. Esto se debe a que nuestra oración pone en marcha el mover del Espíritu que mora en nosotros, y dentro de tal mover se encuentra el poder aniquilador.

JESÚS NOS APLICA SU MUERTE EN NUESTRO ENTORNO, LO CUAL COOPERA CON EL ESPÍRITU QUE MORA EN NOSOTROS PARA MATAR A NUESTRO HOMBRE NATURAL

  Jesús nos aplica Su muerte en nuestro entorno, lo cual coopera con el Espíritu que mora en nosotros para matar a nuestro hombre natural (nuestro hombre exterior), que consta de nuestro cuerpo y nuestra alma. Esto se menciona enfáticamente en 2 Corintios 4:10-12. Pablo dijo que llevaba en su cuerpo la muerte de Jesús para que la vida de Jesús se manifestara en su cuerpo.

  En nuestro interior tenemos al Espíritu que mora en nosotros, pero debido a que a veces somos tercos y obstinados, Dios levanta algo en nuestro entorno para disciplinarnos. Toda la situación de nuestra vida se levanta en contra de nosotros para ayudar al Espíritu que mora en nosotros. El Espíritu que mora en nosotros obra para matarnos. El Espíritu es el que mata, pero necesita un instrumento, un “cuchillo”, con el cual matarnos. El “cuchillo” puede ser la esposa de un hermano, sus hijos o ciertos hermanos y hermanas en la iglesia. Cierto santo puede ser un “cuchillo” que el Espíritu utiliza para matarnos.

  A todos nosotros nos gusta tener un buen entorno donde todo marche bien y todo esté muy tranquilo, dulce y amable. Cuando la gente nos pregunta: “¿Cómo estás?”, siempre les decimos: “Bien”. Sin embargo, muchas veces cuando decimos esto, estamos mintiendo. Si fuéramos muy francos, les responderíamos: “No muy bien”. Esto se debe a que estamos sujetos a un ambiente de sufrimientos y presiones que trabajan juntamente con el Espíritu con miras a matar nuestro hombre natural. El hermano Nee se refirió a tal entorno como la disciplina del Espíritu Santo. La muerte, o sea, el matar que se menciona en 2 Corintios 4 se lleva a cabo por medio de nuestro entorno. Al hablar de la aplicación de la muerte de Cristo, Romanos 8 se refiere al Espíritu que mora en nosotros, mientras que 2 Corintios 4 se refiere al entorno exterior. El entorno exterior coopera con el Espíritu interior para llevar a cabo la muerte de nuestro hombre natural.

  En 2 Corintios 4:16 dice: “Nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. La palabra desgastando quiere decir “consumiendo, desmoronando, acabando”. Según la traducción de la Biblia en chino, también significa “siendo destruido”. Mientras nuestro hombre exterior está siendo consumido por la operación de la muerte, nuestro hombre interior está siendo renovado con el suministro fresco de la vida de resurrección.

DEBEMOS COOPERAR CON EL ESPÍRITU QUE OPERA EN NOSOTROS Y ACEPTAR EL ENTORNO EN NUESTRO ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO

  Debemos cooperar con el Espíritu que opera en nosotros y aceptar el entorno en nuestro espíritu, alma y cuerpo. En todas las partes de nuestro ser, debemos estar dispuestos a cooperar con el Espíritu que mora en nosotros y aceptar el entorno exterior. Entonces actuaremos bajo la muerte de Cristo. Esta muerte es llevada a cabo por el Espíritu en nosotros junto con el entorno como el arma mortal.

  A fin de cooperar con el Espíritu que opera y aceptar nuestro entorno exterior, necesitamos reconocer que hemos sido crucificados con Cristo (Ro. 6:6; Gá. 2:20a). También necesitamos crucificar nuestra carne con sus pasiones y concupiscencias (5:24). En cierto sentido, no podemos crucificarnos a nosotros mismos. Pero en otro sentido, podemos crucificar la carne con sus pasiones y concupiscencias, porque tenemos el nuevo hombre. El nuevo hombre crucifica la carne. Por esto es que necesitamos ejercitar nuestro espíritu, el nuevo hombre, para crucificar nuestra carne, nuestro hombre exterior.

  Además, necesitamos hacer morir, por el Espíritu, los hábitos de nuestro cuerpo (Ro. 8:13b). Hacer morir quiere decir matar. Necesitamos matar los hábitos de nuestro cuerpo. Hay que hacer morir todo lo que haga nuestro cuerpo de pecado. Chismear por teléfono es un hábito del cuerpo que necesita ser aniquilado.

  Necesitamos llevar la cruz, es decir, permanecer en la crucifixión de Cristo (Mt. 16:24). No debemos apartarnos de la crucifixión. Tenemos que permanecer en la crucifixión, o sea, debemos llevar la cruz. También necesitamos permanecer en nuestro espíritu y vivir por el mismo, andando conforme al espíritu, el espíritu mezclado (Ro. 8:6b; Gá. 5:16, 25; Ro. 8:4b).

  Tal experiencia de la muerte de Cristo trae Su resurrección; sin la muerte, no hay vida. En 1 Corintios 15:36 Pablo dijo: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere”. La palabra del Señor en Juan 12:24 revela este principio. El grano de trigo debe morir. De no ser así, no puede multiplicarse. Romanos 8:13 también tiene implícito este principio. Dicho versículo dice que si por el Espíritu hacemos morir los hábitos de nuestro cuerpo, viviremos. Ésta es la resurrección introducida cuando experimentamos la muerte de Cristo. En 2 Corintios 4:10-11 se nos muestra que la muerte de la cruz redunda en la manifestación de la vida de resurrección. Esta muerte diaria tiene como fin la liberación de la vida divina en resurrección.

  No debemos olvidar que sin la muerte, no hay vida. La muerte de Cristo está en el Espíritu compuesto. El Espíritu es la aplicación de la muerte de Cristo y la eficacia de la misma. ¿Qué es la vida cristiana? La vida cristiana es una vida que siempre está bajo la muerte que inflige el Espíritu compuesto. Sin muerte, no hay vida. En todo lo que hagamos, necesitamos ser muertos. En nuestras compras, en la manera en que nos cortamos el pelo y también en nuestra casa necesitamos ser muertos en nuestro hombre natural.

  En la vida de iglesia no podemos evitar la muerte. Cada santo en la iglesia es un “cuchillo” que mata a nuestro hombre exterior. Cuanto más permanecemos en la iglesia, tanto más experimentamos la obra aniquiladora de la muerte, la operación de la cruz. Necesitamos permanecer bajo la operación de la muerte, la operación de la cruz, para vivir en resurrección. Esto es glorioso. Aun es nuestra felicidad y gozo. Necesitamos experimentar la muerte del Señor, o sea, que Él nos ponga a muerte todos los días. Entonces diariamente tendremos la victoria y el gozo en la resurrección de Cristo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración