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Mensajes del libro «Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La»
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CAPÍTULO DOCE

LA DANZA DE DOS CAMPAMENTOS

  Lectura bíblica: Cnt. 5:4-6, 8-9, 16; 6:1-6, 10, 13

CUATRO LOGROS

  Como hemos visto en los capítulos anteriores, la buscadora en Cantar de los cantares obtuvo al menos cuatro logros. En el capítulo 2, ella obtuvo su primer logro, después del cual se sintió satisfecha. Debido a esto, se presentó una discrepancia entre ella y el Señor. El segundo logro lo obtuvo cuando llegó a ser una corona para el Señor. Sin embargo, en aquella ocasión ella misma percibía que aún había algunas sombras y que el día aún no había despuntado para ella. Debido a esto, ella logró un avance yendo al monte de la mirra y a la colina del olíbano. Como resultado de esto, ella fue trasladada a la cumbre del Líbano. Éste fue su tercer logro, después del cual se sintió satisfecha. Así que el Señor vino a llamarla para que siguiera adelante y no se detuviera en su logro. Ella respondió al llamado del Señor, que consistía en que llegara a ser un huerto, el cual es el cuarto logro. Éste era un logro más avanzado, más elevado y más profundo. Anteriormente, ella había disfrutado al Señor, pero ahora lo cultivaba. Anteriormente, había sido partícipe de Él, pero ahora lo producía. La poesía aquí revela que ella ahora se siente muy satisfecha con su logro, mucho más que en el capítulo 2. Es por eso que dice: “Yo dormía, pero mi corazón velaba”. A estas alturas el Señor la llama nuevamente para que dejara su logro atrás.

  Por lo tanto, en los capítulos del 2 al 5 vemos cuatro logros, casi uno por capítulo. Ella obtiene el último logro cuando llega a ser un huerto, en el que cultiva lo que antes había disfrutado del Señor. Sin embargo, el propósito del Señor aún no se había cumplido. El huerto no es la consumación de la Biblia, sino sólo el comienzo.

DOS DISCREPANCIAS PRINCIPALES

  En medio de estos cuatro logros, vemos dos discrepancias principales entre ella y el Señor. La primera ocurre en el capítulo 2, y la segunda, en el capítulo 5. Éstas dos discrepancias tienen mucho que decirnos. Les digo nuevamente que éste no es un libro de doctrinas, sino un mapa que nos sirve de guía en nuestro viaje espiritual. Éste revela todos los giros que debemos hacer a fin de cumplir el propósito eterno de Dios.

  En la discrepancia que vimos en el capítulo 2, ella escuchó la voz del Señor, y vio el rostro del Señor. Pero en la discrepancia del capítulo 5, el Señor le mostró Su mano: “Mi amado metió su mano por el resquicio de la puerta y mi corazón se conmovió dentro de mí” (5:4). Cuando el Señor le mostró Su rostro, Él la atrajo con Su hermosura y Su belleza. Su rostro representa Su hermosura. Pero en la segunda discrepancia, no le mostró Su rostro, sino Su mano. En la Biblia, la mano nos habla de trabajar y obrar.

LA MANERA EN QUE EL SEÑOR LABORA

  ¿Qué le estaba mostrando el Señor con esta visión? Él ya le había mostrado que estaba cubierto por el rocío de la noche, padeciendo por causa del propósito de Dios. Ahora, continuaba mostrándole que todo cuanto hizo en esta tierra no era según sus gustos, opiniones ni sentimientos. Era absolutamente conforme a la voluntad de Dios. Él laboraba para el Padre, no según Sus propios deseos, sino conforme al deseo del Padre y a fin de cumplir el propósito del Padre. Ahora el énfasis no es la belleza o el atractivo del Señor, sino Su obra. Por medio de esta visión, el Señor le enseñaba a laborar de la misma manera que Él. Si ella deseaba laborar con Él en esta tierra, debía aprender a hacerlo de la misma manera que Él.

EL GRATO OLOR DE LA MIRRA

  Cuando ella vio la mano del Señor, extendió sus manos. “Me levanté para abrir a mi amado y mis manos gotearon mirra: ¡de mis dedos corría la mirra sobre el pestillo de la cerradura!” (5:5). Ella vio la mano del Señor, y al responder a Él, sus manos gotearon mirra. En el capítulo 1 ella apreció la mirra. En el capítulo 3 fue perfumada y saturada de mirra. En el capítulo 4, vemos el monte de la mirra. Ahora, en el capítulo 5, sus manos gotean mirra. Ella está tan saturada de la mirra que sus manos gotean mirra. Esto significa que ahora su obra y sus acciones han recibido la disciplina de la muerte de Cristo. Incluso en su obra, notamos el grato olor de la muerte del Señor. Sus manos comunican la noción de la cruz.

  Una cosa es laborar para el Señor yendo a los campos misioneros o a predicar el evangelio, y otra muy distinta, laborar para el Señor con el grato olor de la mirra. Es posible que predique el evangelio, mas sin despedir el olor de la mirra. Es posible que haga muchas cosas que supuestamente son un servicio al Señor, pero que mi obra no tenga el olor de la muerte del Señor. Sin embargo, una vez que sea empapado y saturado de la muerte del Señor, mis manos gotearán mirra. Entonces, si aún continuo predicando el evangelio, otros percibirán que no se trata de una predicación solamente. Esto es el grato olor de la mirra que gotea.

  En los escritos poéticos, cada oración, cada término, cada expresión, e incluso cada palabra, nos dice mucho. El hecho de que sus manos goteen mirra nos muestra que todo cuanto ella hace para el Señor está sujeto a la disciplina de la muerte del Señor. Esta disciplina de la muerte viene a ser el grato olor de la mirra que gotea de sus manos, con las cuales labora. Las gotas de la mirra incluso destilan sobre el pestillo de la cerradura. Esto es muy significativo. La puerta estaba cerrada con pestillo, pero la mirra que gotea corre sobre el pestillo para que la puerta pueda abrirse. Anteriormente había habido una separación entre ella y el Señor, pero la barrera fue quitada al gotear la mirra de sus manos. En su labor, en su obra y en todo cuanto ella hace para el Señor, ahora se percibe el grato olor de la mirra que gotea.

  Todos debemos ser así al laborar para el Señor. Cuando visitamos a otros con el propósito de tener comunión, ¿gotea la mirra de grato olor? Es posible que dediquemos mucho tiempo para visitar a otros, pero ello no significará nada si la mirra no gotea de nuestras manos. Cuando algunos santos visitan a otros, no es simplemente una visita, pues además de la visita podemos percibir el goteo de la mirra de grato olor. El grato olor de la disciplina de la muerte del Señor se halla en todo lo que hacen.

FE, NO SENTIMIENTOS

  El Señor también le enseñó a la buscadora otra lección. Durante todo ese tiempo, la relación de ella con el Señor había estado más o menos basada en sus sentimientos de la presencia del Señor. Ahora el Señor esconde Su presencia de sus sentimientos. Ella dice que abre su ser al Señor y lo busca, pero sencillamente no lo halla. Ella lo llama, pero Él no responde. ¿La ha abandonado el Señor? No, no la ha abandonado; sin embargo, según su percepción y su sentir, Él se ha ido. Su comunión con el Señor en el pasado se había basado en sus sentimientos de la presencia del Señor. Ahora el Señor le enseña a no relacionarse con Él únicamente basada en sus sentimientos. Ya sea que ella sienta o no la presencia del Señor, Él siempre está allí.

  Debido a que no puede hallar al Señor, ella empieza a pedirles a los demás que la ayuden a encontrarlo. Entonces le preguntan cuál es la diferencia entre su amado y otro amado. En cuanto ella empieza a contarles lo deseable que es su amado, comienza a darse cuenta de que Él nunca la ha dejado. Él está en Su huerto. Ahora ella comprende que independientemente de si logra sentir que Él está con ella o no, Él siempre está con ella. Por medio de esta lección, ella aprende a no discernir la presencia del Señor simplemente dependiendo de sus sentimientos.

  Cuando dejamos de sentir la presencia del Señor, la mejor manera de recuperarla es hablarles a los demás acerca de Él. Ésta es la experiencia de la buscadora. A medida que empezamos a hablarles a los demás acerca del Señor, de inmediato sentimos que Él está con nosotros. Nos damos cuenta de que Él está en Su huerto. No sólo Él está en nosotros, sino que también está en todos Sus huertos; no sólo está en un solo huerto, sino en muchos huertos. “Mi amado ha bajado a su huerto [heb.], a las eras de las especias, a apacentar en los huertos y recoger los lirios” (6:2). Él está apacentando y pastoreando en todos Sus huertos, y está apacentando entre los lirios.

  Esto es muy significativo. Debemos aprender a nunca darle tanta importancia a nuestros sentimientos de la presencia del Señor. Sea que sintamos o no que el Señor está con nosotros, Él está con nosotros. Él siempre está dentro de nosotros apacentando, recogiendo lirios y pastoreando en Su huerto.

ES MÁS TRANSFORMADA

  Ahora la buscadora dice: “¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío! Él apacienta entre los lirios” (6:3). Anteriormente, ella dijo: “Mi amado es mío”; pero ahora dice: “Yo soy de mi amado”. Lo que importa no es tanto que el Señor sea mío, sino que yo soy del Señor. Esto nos muestra un mayor crecimiento en vida, un mayor avance y un mayor grado de transformación. Ahora ella es como el apóstol Pablo, que sufría por causa del propósito del Señor, pues ya no labora conforme a sus propios gustos, sino conforme al deseo de Dios. Ella no labora más para su propio contentamiento o satisfacción, sino para cumplir el propósito eterno de Dios, que consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Para hacer esto, ella ciertamente debe seguir el camino del sufrimiento. Así como Pablo padeció para completar lo que faltaba de las aflicciones de Cristo por Su Cuerpo, ella conoce al Señor con el poder de Su resurrección y la comunión en Sus padecimientos, y ahora está siendo configurada a la muerte de Cristo. Como tal, ella es un vaso útil para el propósito de Dios, al igual que Pablo.

  La buscadora ha perdido su voluntad y su personalidad, y ha renunciado a su propia manera de laborar. Todas estas cosas han sido completamente eliminadas por la muerte del Señor. Ahora ella es absolutamente uno con el Señor con miras al cumplimiento del propósito eterno de Dios. Por este motivo, el Señor la compara a una ciudad. “Amada mía, eres bella como Tirsa, deseable como Jerusalén, imponente como ejércitos con banderas [heb.]” (6:4). La verdadera consumación de la vida espiritual no es su satisfacción individual y personal, sino el cumplimiento del propósito eterno del Señor que consiste en edificar Su Cuerpo. Inclusive el capítulo 5 nos muestra un poco de satisfacción y contentamiento personal, pero ahora ella, como una ciudad, de ninguna manera vive en función de sí misma. Ahora ella está dedicada enteramente al propósito de Dios de edificar la iglesia, la cual, al final de la Biblia, es una ciudad edificada.

SU VISTA ESPIRITUAL, SU SUMISIÓN Y SU CAPACIDAD DE RECIBIR

  Ahora el Señor la alaba una vez más. “¡Aparta tus ojos de mí, pues me subyugan! Tu cabello es como manada de cabras que bajan retozando las laderas de Galaad. Tus dientes, como manada de ovejas que suben del baño, ninguna estéril, todas con crías gemelas” (6:5-6). Aquí el Señor menciona principalmente tres cosas: sus ojos, su cabello y sus dientes. Los ojos simbolizan la renovación de la mente; el cabello simboliza la sumisión y el sometimiento de la voluntad; y los dientes simbolizan la capacidad para recibir el alimento. Sin los dientes no podemos recibir debidamente el alimento. Ella ha aprendido a alimentarse del Señor Jesús.

  ¡Cuánto ella cautiva al Señor! Sus ojos lo subyugan. Su vista es muy espiritual, muy semejante a la de una paloma. Pareciera que el Señor sencillamente no puede resistir sus ojos. Sus cabellos, el sometimiento y la sumisión de su voluntad, es muy hermosa para el Señor. Sus dientes tienen un tremendo poder para recibir. Todo el tiempo ella come del Señor y lo recibe. Éstos son los tres puntos principales por los cuales el Señor alaba a la buscadora. Necesitamos la vista espiritual, necesitamos la sumisión y necesitamos la capacidad para recibir. Por medio de ellas seremos transformados y cambiados hasta ser una ciudad.

EL ALBA, LA LUNA, EL SOL Y EL EJÉRCITO

  Ahora el día despunta, y las sombras realmente huyen. El Señor la compara con tres objetos resplandecientes y a algo espantoso: el alba, la luna, el sol y un ejército. “¿Quién es ésta, que se muestra como el alba, hermosa como la luna, radiante como el sol, imponente como ejércitos con banderas [heb.]?” (6:10). Ella se muestra como el alba, o sea, como el amanecer. Proverbios 4:18 dice: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Ahora su día realmente ha despuntado. Ella misma es como el alba. Además, ella es la luna y el sol. Ya no hay más sombras ni más tinieblas; ella está completamente llena de luz. Como la luna y como el sol, ella es un cuerpo luminoso, lleno de luz.

  Ésta en realidad no es otra etapa, sino que forma parte de la ciudad. Las últimas cuatro figuras —el ejército, el alba, la luna y el sol— se hallan incluidos en la ciudad. Cuando ella era un huerto, aún no era un ejército. Ahora, como la ciudad, ella es el ejército, el alba, la luna y el sol. Para el Señor, ella es la ciudad; para el enemigo, ella es el ejército; y para todo el universo, ella es un ser resplandeciente, que continuamente resplandece. Según la Biblia, el sol simboliza a Cristo, y la luna que refleja el sol representa a la iglesia. Así que, ahora ella es tanto Cristo como la iglesia; ella es tanto el sol como la luna. ¡Esto es maravilloso! Para Dios, ella es la ciudad; para Satanás, es un ejército; y para el universo entero, ella es el sol y la luna. Ella resplandece cada vez más hasta que el día es perfecto.

CONTINUA VICTORIA

  Finalmente, algunos de sus admiradores le pidieron que regresara: “¡Vuelve, vuelve, sulamita! ¡Vuelve, vuelve, que te veamos! ¿Qué miráis en la sulamita? Que danza, como de dos [heb.] campamentos” (6:13). Es en ese momento que se le llama por el nombre de “sulamita”. Ésta es la forma femenina del nombre Salomón. Así que ahora ella simplemente ha llegado a ser Salomón. Ellos entonces preguntan: “¿Qué veis en esta figura femenina de Salomón?”. La respuesta es que esta figura femenina de Salomón es simplemente como la danza de dos campamentos.

  Éxodo 15:20 y 1 Samuel 18:6 nos dicen que las danzas entre el pueblo del Señor eran una celebración de victoria. Cuando ellos derrotaban al enemigo, danzaban para celebrar su victoria. Esta expresión poética nos muestra que esta buscadora obtiene la victoria continuamente. Nunca experimenta derrotas, sino que continuamente celebra la victoria.

  Antes de que viniera a la vida de iglesia, yo estuve con un grupo de creyentes que buscaban del Señor. Eran muy buenos maestros de las Escrituras, pero no eran victoriosos. Siempre que me reunía con ellos, suspiraban y confesaban sus derrotas. Nunca llegué a escuchar una alabanza de victoria entre ellos. Esto ciertamente no se asemejaba en nada a la sulamita. Sin embargo, después que vine a la vida de iglesia, siempre se escuchaban gritos de “¡Aleluya! ¡Amén! ¡Jesús es el Señor!”. Aquello ciertamente era la sulamita en la danza de dos campamentos, celebrando la victoria.

  Cuando yo era un cristiano joven, me mortificaba mucho mi mal genio. Pero ahora en la vida de iglesia me doy cuenta de que Cristo es mucho más grande que mi mal genio. Así que simplemente digo: “¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Estoy en la sulamita corporativa, donde siempre hay victoria!”. Hay quienes preguntan: “¿Qué puede ver uno en la iglesia local?”. Lo único que podemos responder es: “¡Que danza, como de dos campamentos!”. Eso no quiere decir que los esté animando a que dancen. Lo que quiero decir es que la verdadera danza es la celebración de nuestra victoria. ¡Aleluya! ¡En la iglesia local siempre disfrutamos la victoria sobre el enemigo!

LA IGLESIA TODO-INCLUSIVA

  Ella no es solamente la ciudad, sino también dos campamentos. Ella también es el alba, la luna y el sol. El Señor ha usado muchas figuras para describirla. Ha usado animales, plantas, las cosas de la tierra y las cosas del cielo. Todas estas figuras han sido usadas por el Señor para describir a esta persona tan maravillosa. Ella debe incluirnos a todos nosotros. Todos debemos ser así. Algunos de nosotros todavía somos yeguas, otros tienen ojos de paloma, otros son lirios y otros son pequeñas palomas. Más aún, algunos son columnas de humo, la litera, el palanquín y la corona. Y, alabado sea el Señor, porque algunos son el huerto y la ciudad. ¡Ésta es la iglesia local! Somos todas estas figuras de manera todo-inclusiva, pues estamos bajo la obra transformadora del Señor. La transformación sólo puede efectuarse al disfrutar al Señor mismo, paso a paso, en todas las experiencias profundas de Su muerte y resurrección. ¡Aleluya! Éste es el verdadero Cantar de los cantares. La iglesia es un verdadero cántico para Cristo, y Cristo es el verdadero Cantar de los cantares para la iglesia. ¡Alabado sea el Señor!

  Cristo hará de Su buscadora     Columna, litera y palanquín, Incluso una corona, Su jactancia y gloria;     ¡Él lo hará todo! ¡Amén!

  Su amada, ¡cuánto Él la ama!     Muy atractiva, Su deleite. Él está totalmente cautivado;     Ella es hermosa ante Sus ojos.

  Sin embargo, aún persiste una sombra;     Cristo aún no está satisfecho. Él necesita obtener un huerto productivo     Que llegue a ser Su novia amada.

  Paraíso de granados,     Frutos agradables y flores de alheña, Nardo, azafrán, mirra y áloes:     Ahora Él es quien disfruta, no nosotros.

  Él ha venido a Su huerto,     Ha recogido mirra y especias allí, Ha comido Su panal y Su miel;     Vino y leche beberá Él para siempre.

  A partir del huerto, surge la ciudad,     Todos los materiales son así suministrados; Dios queda totalmente satisfecho,     Y el enemigo huye aterrorizado.

  “Amada mía, tú eres bella como Tirsa,     Deseable como Jerusalén”. ¡Oh, Señor Jesús! ¡Aleluya!     ¡Tú lo harás todo! ¡Amén!

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