Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Visión central necesaria para servir a la iglesia, La»
1 2 3 4 5 6 7
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

La visión central necesaria para servir a la iglesia

PREFACIO

  De mediados de agosto a mediados de septiembre de 1975, el hermano Witness Lee dio numerosos mensajes en conferencias, entrenamientos y reuniones de comunión en Taiwán. Los mensajes de las conferencias y entrenamientos fueron publicados como Vivir en el Espíritu, Vivir con el Señor, The Testimony of Jesus—the Church in Revelation (hallados en The Collected Works of Witness Lee, 1975-1976, tomo 1) y The Revelation of the Mystery. Los mensajes hallados en este libro, presentados en Taipéi del 19 al 26 de agosto de 1975, contienen comunión que él tenía con los colaboradores y los ancianos del Lejano Oriente.

SATANÁS USA TANTO EL BIEN COMO EL MAL PARA CAUSAR DAÑO AL MOVER DE DIOS

  Según el mismo principio, el servicio que rendimos a Dios puede ser utilizado como instrumento de Satanás con miras a destruir el mover de Dios. Nosotros no somos cristianos indiferentes que no amamos ni servimos a Dios; todos nosotros amamos y servimos a Dios celosamente. Sin embargo, tenemos que traer al Señor nuestro amor por Dios, nuestro servicio a Dios y nuestra entrega a la iglesia a fin de ver si estamos cumpliendo el deseo de Su corazón o si nos estamos oponiendo al mismo. Nunca deberíamos juzgar según el bien o el mal, pensando que las cosas buenas son buenas y que solamente las cosas malignas son malignas. Cuando Satanás se halla involucrado, no existe diferencia alguna entre el bien y el mal, pues él mezcla el bien y el mal, y trae esta mixtura del bien y el mal al servicio que se rinde a Dios. No deberíamos pensar que Satanás no nos puede utilizar debido a que no perdamos la paciencia ni juguemos mah jong, o porque hayamos entregado nuestra vida a la iglesia y llevemos alguna responsabilidad. Satanás todavía anda alrededor (1 P. 5:8); él aún no ha sido atado. Según la revelación hallada en la Biblia, Satanás todavía puede venir delante de la presencia de Dios en el tercer cielo para acusar al pueblo de Dios (Job 1:6-12; 2:1-6). Él no será echado de los cielos a la tierra sino hasta Apocalipsis 12, y no es sino hasta el capítulo 20 que él es atado temporalmente y echado en el abismo. Es únicamente cuando Satanás haya sido atado que él no será capaz de utilizar el amor que tenemos por el Señor para causar daño al mover de Dios. Debido a que Satanás aún obra hoy, no deberíamos creer que él no pueda utilizar algo que sea bueno.

  Si algunos entre nosotros tenemos una alta estima de nosotros mismos, no deberíamos estar tan confiados. Un buen número de santos podrían decir que ellos aman al Señor tanto y han sido fieles al Señor por tanto tiempo que ellos jamás se desviarían ni caerían en manos de Satanás. ¡Por favor, no digan esto! Cuanto más certeza tengamos respecto a nuestra condición, más probable será que caigamos en manos de Satanás. No deberíamos juzgar nuestra condición según una norma del bien y del mal, pues incluso las mejores cosas pueden ser usadas por Satanás a tal grado que lleguen a ser las cosas más malignas. Saulo de Tarso pensaba que él servía a Dios a lo sumo, pero él no comprendía que el servicio que él rendía a Dios estaba en total oposición a Dios. Desde los tiempos de Adán, quizás nadie se ha opuesto tanto a Dios como lo hizo Saulo, aunque él no se centraba en cosas malignas. A pesar de que su servicio se centraba en cosas buenas, él de todos modos se opuso a Dios a lo sumo. Él guardaba la ley, era celoso y servía a Dios, pero su buen servicio fue usado por Satanás y se convirtió en algo absolutamente maligno. Si nos jactamos del amor que tenemos por los hermanos, Satanás puede usar nuestro amor en contra de los intereses de Dios. Incluso si verdaderamente somos absolutos para el Señor, Satanás puede utilizar esto para oponerse al Señor.

TRAER NUESTRA VERDADERA CONDICIÓN DELANTE DEL SEÑOR

  Debemos traer nuestra verdadera condición delante del Señor. Algunos de nosotros hemos sido ancianos por más de dos décadas y llevamos muchas responsabilidades en la iglesia; otros han sido colaboradores por más de dos décadas y han participado en la obra del Señor. Debemos traer nuestra condición delante del Señor. Satanás es excesivamente sutil y dominante; él puede infiltrar incluso nuestra devoción y nuestras oraciones. Es posible que un hermano se considere diestro en la oración, y aun si otros no oran, él orará por su propia cuenta. Es fácil ver cómo Satanás se infiltra y obstruye cuando hay falta de oración, pero es más difícil ver este impedimento cuando oramos. A menudo lo que vemos no es ni remotamente tan temible como aquello que no podemos ver. Una enfermedad que no ha sido diagnosticada a menudo es más peligrosa que una enfermedad conocida. Las personas no piensan que Satanás puede infiltrar y obstruir nuestras oraciones; más bien, sólo pueden ver su participación en nuestras palabras ociosas y chismes. Es fácil pensar que no podemos ser tocados por Satanás cuando oramos a solas en un cuarto, pero lo que menos imaginamos es que somos muy susceptibles a las maquinaciones de Satanás.

EL NO LLEVAR FRUTO ES UN RESULTADO DE LAS MAQUINACIONES DE SATANÁS

  El Señor Jesús dijo que un árbol es conocido por sus frutos (Mt. 7:17-18). Un buen árbol da frutos buenos y un árbol malo da malos frutos. Un árbol sin fruto es lo mismo que un árbol muerto. El Nuevo Testamento incluso dice que un árbol que no produce fruto está en peligro de ser cortado (Lc. 13:6-7), pues sin fruto un árbol es inútil y es como si estuviese muerto. Muchos de nosotros somos árboles sin fruto. Algunos oramos mucho pero no tenemos fruto alguno. Otros son muy piadosos, pero tampoco tienen fruto. El número de personas que se reúnen en la iglesia en Taipéi hoy es menor que hace una década. Siempre hay nacimientos y muertes en un país, pero un país disminuirá de población durante sólo una década si hay menos nacimientos que muertes. Hemos predicado el evangelio y bautizado a muchas personas en la pasada década, pero ¿dónde están? No creo que todos ellos hayan muerto; más bien, ellos no han llegado a ser fruto que permanece. Si el número de personas que se reúne en un distrito no crece y si los hermanos y hermanas no están muertos pero tampoco están plenamente vivos, entonces el servicio que rendimos a Dios está siendo utilizado por Satanás. Exteriormente, los hermanos y las hermanas podrían estar partiendo el pan, recordando al Señor y adorando al Padre, pero en realidad, Satanás ha ganado algún terreno. No tener fruto alguno es un resultado de las maquinaciones de Satanás.

  Ir al cine es claramente algo instigado por Satanás, pero no es tan fácil ver que Satanás tiene influencia sobre una persona que parte el pan en la mesa del Señor y que es el responsable de pasar el pan y la copa. Sin embargo, si la muerte se manifiesta por un periodo prolongado de tiempo, podemos concluir que Satanás está en el servicio que rendimos, aunque nuestro servicio no sea maligno externamente. En la Biblia la muerte es aún más contaminante que el mal, y nuestra esterilidad es un indicio de que hay muerte. Nuestra falta de fruto es evidencia de muerte.

  La falta de aumento de la iglesia en Taipéi en la pasada década muestra que está muerta, que ha sido engañada por Satanás. ¿De qué otra forma podría una iglesia no tener aumento después de una década? Una pareja física y psicológicamente sana tendrá al menos unos cuantos niños vivaces luego de estar casados por diez años. Pero consideremos la condición de los santos en la iglesia en Taipéi. Si decimos que estamos muertos, es posible que haya un poco de vida, pero si decimos que estamos vivos, no hay mucha vida. A la iglesia en Sardis el Señor le dijo: “Tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Ap. 3:1). Todas las cosas en Sardis estaban a punto de morir (v. 2). Ésta es la condición actual de la iglesia; en nombre está viva, pero está débil y a punto de morir. Tal condición demuestra que Satanás tiene influencia en la iglesia. Es posible que sirvamos de nombre solamente, mientras que en realidad nos oponemos a Dios, y el servicio que rendimos para la iglesia podría realmente estar deteniendo el avance de la iglesia. Ésta es la maquinación de Satanás.

TENER TODO EXCEPTO LA REVELACIÓN

  El servicio celoso que Pablo rindió a Dios realmente estaba en oposición a Dios y era conforme a la instigación de Satanás. Algunas iglesias locales están menguando como el sol poniente. Sólo una persona sin revelación podría jactarse de su oración y del amor que tiene por el Señor en tal situación. Tal jactancia es indicio de que su celo realmente podría estar en oposición a Dios. Antes que Pablo se encontrara con la gran luz en el camino a Damasco, él tenía conocimiento, religión, tradición, entrenamiento y celo, pero no tenía revelación.

  Según lo que he observado, los hermanos y las hermanas están en una condición preocupante. Nuestra condición es al menos noventa por ciento igual a la de Pablo, quizás un cien por ciento. Lo tenemos todo excepto la revelación. Recientemente, en una reunión del partimiento del pan, me percaté de que los hermanos han heredado una manera establecida de hacer las cosas y que a través de los años hemos adquirido algunas prácticas adicionales, incluyendo el invocar el nombre del Señor, el orar-leer e incluso el orar-cantar. Sin embargo, no escuché ni una sola oración llena del aroma de la revelación; sólo había las mismas viejas expresiones. Aunque las cosas fueron de una manera hace una década, y es posible que sean distintas actualmente, todavía no hay revelación.

  En 1 Samuel 3:1-3 se nos dice: “El niño Samuel ministraba a Jehová delante de Elí. En aquellos días, escaseaba la palabra de Jehová, y no eran frecuentes las visiones. Y aconteció un día que Elí estaba acostado en su lugar, y sus ojos habían comenzado a oscurecerse de modo que no podía ver. Y la lámpara de Dios aún no se había apagado. Samuel estaba acostado en el templo de Jehová, donde estaba el Arca de Dios”. La palabra escaseaba en el versículo 1 significa que “era costosa” en el hebreo. Algunas versiones en inglés traducen esta palabra como “era preciosa”. Algo es precioso cuando escasea. El oro no sería precioso si se hallara en todas partes; el oro es valioso únicamente porque escasea. La palabra de Jehová era preciosa porque la palabra de Jehová escaseaba. La condición de la reunión a la cual asistí era algo similar a los tiempos de Elí. Oí doctrina, pero no oí palabra alguna del Señor; oí oraciones establecidas, pero no oí palabras de revelación.

PABLO NO ERA CAPAZ DE VER Y NECESITÓ LA AYUDA DE OTROS, POR CAUSA DEL RESPLANDOR DEL SEÑOR

  Cuando Pablo servía en las tinieblas, él estaba muy confiado y sentía que estaba muy correcto. Él estaba lleno de autoconfianza. Sólo una persona que está en tinieblas está segura de sí misma. Pablo estaba lleno de autoconfianza hasta que una gran luz resplandeció sobre él cuando iba camino a Damasco (Hch. 9:3). Cuando la luz de Dios brilló sobre él, el que antes estaba claro acerca de todo llegó a estar ciego y no veía nada (v. 8).

  En Hechos 22:11 Pablo dijo: “Yo no veía a causa de la gloria de aquella luz”. Aunque él anteriormente conocía el camino, tomaba la delantera y dirigía a otros, él se confundió cuando la luz del Señor resplandeció sobre él. Él no tenía ningún sentido de dirección y necesitó de la ayuda de otros. Por tanto, en el versículo 11 él dijo: “Llevado de la mano por los que estaban conmigo, entré en Damasco”. Es una gran bendición tener conciencia de la necesidad que tenemos de ser dirigidos por otros; ello comprueba que tenemos luz. Lo único que importa es que tengamos revelación y luz. Ser celoso en nuestro amor por el Señor o ser un anciano o un colaborador no importa.

EL SEÑOR SE LE APARECIÓ A PABLO PARA IMPARTIR REVELACIÓN

  Pablo habló de que el Señor se le apareció cuando se defendía delante del rey Agripa (26:16). Anteriormente, Pablo conocía mucha doctrina, pero él no conocía a Dios. El Señor se le apareció a fin de resplandecer sobre él. El Señor vino a él en el resplandor de la luz. En aquel tiempo él estaba lleno de conocimiento, pero no tenía ninguna luz. El resplandor del Señor le mostró a Pablo que su conocimiento estaba siendo usado por Satanás. Pablo fue cegado y confundido por la luz, pero en esta ceguera él recibió revelación. A menudo recibimos luz y revelación cuando percibimos que no podemos ver las cosas tan claramente en nuestro servicio. Sin embargo, también podemos estar en total oscuridad si pensamos que lo sabemos todo, que podemos guiar a otros y que somos superiores a otros.

  En la gran luz el Señor le dijo a Pablo: “Para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto de Mí, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la autoridad de Satanás a Dios” (vs. 16-18). Pablo dio testimonio al rey Agripa, “no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y que siendo el primero en resucitar de entre los muertos, había de anunciar luz al pueblo y a los gentiles” (vs. 22-23). Pablo testificó como uno que había sido iluminado y que recibió revelación.

VER LA LUZ Y RECIBIR REVELACIÓN DEPENDEN DE LA MISERICORDIA DEL SEÑOR

  El que veamos la luz y recibamos revelación depende de la misericordia del Señor. Pablo no buscó revelación ni oró para recibir una luz del cielo. Él iba en una dirección diferente cuando la luz vino. No los estoy animando a que tomen una dirección distinta. Sólo quiero que ustedes sepan que ver la luz y recibir revelación dependen totalmente de la misericordia del Señor. La revelación depende de la misericordia.

  “El mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones” (2 Co. 4:6). El resplandor de Dios tiene que ver con Su misericordia, y no con nuestra oración. Él tendrá misericordia del que Él tenga misericordia (Ro. 9:15, 18). Satanás pudo usar a Pablo, pero Dios es capaz de decirle a Satanás: “Aunque tú has estado usando a este hombre por décadas, Yo tendré misericordia de él; Yo lo escogeré”. El resplandecer y la revelación dependen de la misericordia del Señor. Él tendrá misericordia del que Él tenga misericordia, y Él resplandecerá sobre quienquiera que Él resplandezca.

YA NO VIVIR SEGÚN LA TRADICIÓN O EL CONOCIMIENTO

  Esto no quiere decir que Pablo ya no tenía ningún velo, pero el Nuevo Testamento ciertamente muestra que él aprendió algunas lecciones serias y que ya no osaba servir según la tradición, el conocimiento o su propia opinión. Con base en sus epístolas podemos ver que él vivió en el espíritu después que el Señor resplandeció sobre él. Pablo no quería la tradición, el conocimiento ni su opinión; más bien, él era una persona en el espíritu. En Efesios 3:5 Pablo dice que él recibió revelación de parte de Dios en el espíritu. Dios reveló el misterio del evangelio, el misterio de Cristo y el misterio de la iglesia a él en su espíritu.

LA FALTA DE LUZ Y REVELACIÓN ES UN RESULTADO DE SALIR DEL ESPÍRITU

  Necesitamos revelación, luz, la apertura de nuestros ojos y el volvernos de las tinieblas a la luz. Tengo un profundo sentir de que las iglesias en el Lejano Oriente carecen de revelación. Sí, hay doctrinas. Sí, hay prácticas. Pero hay una carencia del espíritu y una falta de revelación. Consecuentemente, la oscuridad cae sobre las iglesias. Estamos donde estamos hoy porque nos hemos extraviado del espíritu. Una vez que salimos del espíritu, caemos en las maneras establecidas según lo que hemos aprendido previamente. Es fácil proceder según lo que hemos aprendido, pero sin nuestro espíritu no habrá revelación alguna.

La pereza es un problema en nuestra manera de ser natural

  La pereza es un problema en la manera de ser natural de los seres humanos caídos. Tengo la certeza de que si Saulo hubiese sido una persona perezosa que dormía todo el día, Dios nunca hubiese resplandecido sobre él. Dios resplandeció sobre él en medio de su diligente oposición a Dios. D. L. Moody era un evangelista poderoso que llevó a muchos a salvación, pero él dijo: “Nunca he oído que alguien perezoso se convierta”. Es difícil que las personas perezosas sean salvas. Esto no se debe a que Dios no tenga el deseo de salvarlas, sino a que ellas son demasiado perezosas para recibir Su salvación.

  Algunas iglesias locales pierden revelación y están sin luz debido a la pereza. Otras iglesias locales son bendecidas por Dios porque no son sueltas ni perezosas. En los Estados Unidos algunas iglesias comienzan la reunión del partimiento del pan a las 7:30 p. m., pero muchos hermanos y hermanas llegan a las 6:45 p. m. y comienzan a alabar. Algunos incluso llegan a las 6:00 p. m. para organizar las sillas y alinearlas ordenadamente. Esto muestra que ellos toman estos asuntos con seriedad.

  Hablo de los asuntos prácticos solamente para señalar la relación que éstos tienen con nuestro corazón. Si los hermanos responsables, quienes toman la delantera para partir el pan, no se visten bien y ni siquiera abotonan sus camisas apropiadamente, ¿cómo podemos creer que hay luz alguna en la iglesia allí? Los hermanos y las hermanas deberían hacer las cosas en la iglesia de una manera apropiada. Si algunas cosas prácticas no pueden hacerse apropiadamente, entonces no deberían hacerse en lo absoluto. Una persona suelta no debería tomar la delantera en una iglesia, y las reuniones no deberían encargarse a tal persona. Si la reunión del partimiento del pan comienza a las 7:30, las sillas deberían estar listas antes de las 6:30. Los que sirven deberían ocuparse del número y del arreglo de las sillas para la conveniencia de los santos.

  En enero de 1950 el hermano Nee fue desde la China continental hasta Hong Kong e introdujo un avivamiento allí. Sin embargo, debido a que no podía permanecer en Hong Kong, me pidió que viniera a Hong Kong a verlo. La mañana después que llegué, él me llevó a la reunión de servicio entre los ancianos y colaboradores. Allí él declaró públicamente que quería que yo dispusiera los asuntos del servicio en la iglesia en Hong Kong, incluyendo el servicio de los colaboradores, ancianos y diáconos. Entonces comencé a disponer la oficina de los ancianos y la oficina de negocios, y a guiar a los ancianos y los diáconos en su servicio. Comencé al considerar los muebles que estaban en el local de reunión, y hallé que muchas cosas estaban viejas y gastadas. Parecía que los hogares de los santos estaban amueblados mejor que el local de reunión. Los cuadros en las paredes del local de reunión estaban gastados y llenos de polvo. El órgano estaba en tan mala condición que nadie lo hubiese tomado si se dejara en la calle. El timbre al local de reunión no era eléctrico; sólo tenía una cuerda de plomo rudimentaria que se halaba. Cuando alguien halaba el cordón, el sonido resonaba dentro del local de reunión. Todos los santos tenían timbres eléctricos en sus hogares, pero el timbre del local de reunión estaba hecho de una cuerda. Este mobiliario no era el adecuado para una ciudad como Hong Kong. Yo hablé con los hermanos y las hermanas y dije que si la condición del local de reunión era un reflejo de nuestro servicio, tal vez deberíamos clausurar el local de reunión, irnos a casa y dormir. Estoy agradecido al Señor porque los hermanos y las hermanas tuvieron la gracia para recibir esta comunión, y la apariencia del local de reunión cambió al día siguiente. Esto ocurrió el 20 de febrero de 1950.

  Mi punto no es que deberíamos concentrarnos en las cosas físicas, sino que deberíamos tomar seriamente nuestra participación en el servicio que rendimos a Dios. No sólo deberíamos ofrecernos a nosotros mismos, sino también nuestras vidas. Si oramos por “lluvia del cielo”, también deberíamos preparar vasos para contener la lluvia. Si no preparamos vasos, todo se derramará cuando venga la lluvia. Los hermanos y las hermanas han llegado a ser indisciplinados después de muchos años en la vida de iglesia. Sin embargo, una vez que entre dicha ligereza, se perderá la bendición, y solamente surgirán problemas. Una vez que haya ligereza, hay desenfreno. Proverbios 29:18 dice: “Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena”. Las personas que son perezosas se desenfrenan; ellos llegan a ser sueltos e incapaces de hacer cualquier cosa. Según lo que oigo ahora, algunos lugares se hallan en una condición desenfrenada y vergonzosa. Donde no hay visión ni luz, las personas llegan a ser sueltas y desenfrenadas, y caen en toda clase de situación corrupta. El desenfreno es un indicio de que no hay luz alguna.

  Nuestras palabras ociosas y nuestros chismes son vergonzosos, y ellos hacen que nosotros perdamos la luz y la revelación. Si, por la misericordia del Señor, estamos dispuestos a restringirnos a nosotros mismos y vivir en el espíritu, recibiremos revelación cada día. La revelación no se encuentra en nuestra mente, sino en nuestro espíritu. Puesto que el Señor está en nuestro espíritu, tenemos que estar en nuestro espíritu a fin de recibir revelación.

La personalidad fuerte y la habilidad natural le cierran la puerta a la revelación

  Algunas personas tienen una personalidad muy fuerte. Una persona cuya personalidad es fuerte no hará nada a menos que se le dé responsabilidad por ello. Tales personas son naturalmente hábiles y son capaces de ejercer influencia con su personalidad fuerte. Si la iglesia es puesta en sus manos, la puerta a la revelación a menudo se cierra. Si los que llevan la delantera están abiertos al Señor, tanto ellos como los santos recibirán luz y revelación. Sin embargo, si los que llevan la delantera no están abiertos, los santos no recibirán revelación, incluso si tienen un corazón para ello. Un rebaño siempre sigue a la oveja principal; la oveja principal determina la manera en que las demás ovejas siguen. Una vez que la oveja principal se extravía, es difícil evitar que el rebaño también se extravíe. Esto detendrá el resplandecer de la luz. Algunos que llevan la delantera tienen una habilidad natural para resolver las cosas; sin embargo, la iglesia es el Cuerpo, y el Cuerpo depende de la coordinación de los miembros. Aun si somos capaces de resolver los asuntos, no es necesario que nosotros decidamos todas las cosas. Tenemos que pedir misericordia al Señor para que nuestra personalidad fuerte sea subyugada. De otro modo le cerraremos la puerta a la revelación.

Las destrezas sociales y la diplomacia le cierran la puerta a la revelación

  Otras personas introducen sus destrezas sociales y su diplomacia en la iglesia; ellos cultivan amistades, desarrollan relaciones y forman conexiones unos con otros. Esto también le cierra la puerta a la revelación y no tiene cabida alguna en la iglesia. Debería haber una comunión saludable en la iglesia, pero no debe haber conexiones sociales ni aceptación de otros con base en una aprobación social. Es vergonzoso que las destrezas sociales se utilicen en la iglesia. Deberíamos sostenernos unos a otros, pero el “respaldo” social de otros es una vergüenza.

REGRESAR AL ESPÍRITU

  Estas condiciones están presentes en la iglesia debido a nuestra humanidad natural. Sin embargo, su presencia también indica que nos hemos extraviado de nuestro espíritu. Para esto necesitamos aceptar la cruz, pero más exactamente, necesitamos regresar a nuestro espíritu. Si nosotros “aceptamos la cruz” sin regresar a nuestro espíritu, nuestra aceptación es meramente una expresión del cultivar humano. Cuando regresamos a nuestro espíritu, no hay terreno alguno para nuestro yo. En otras palabras, nuestra carne, nuestros afectos humanos y nuestras viejas maneras llegan a su fin cuando regresamos a nuestro espíritu.

  Nuestro problema hoy en día es que carecemos del espíritu, y debido a que estamos carentes del espíritu, carecemos de revelación. Si no estamos en nuestro espíritu, introduciremos nuestro conocimiento y nuestras viejas maneras en la iglesia. Una figura de cera no es un ser humano debido a que no hay vida en ella. La vida es el asunto más importante. Una oración fuerte y rápida no es un indicio de que nuestro espíritu ha sido liberado. Más bien, la liberación de nuestro espíritu depende de si nosotros estamos o no en nuestro espíritu. Las personas que tienen una personalidad fuerte y que son diestros en ejercer la diplomacia a menudo no liberan mucho el espíritu al orar en las reuniones. De hecho, aquellos que ejercen la diplomacia a menudo no oran, y cuando lo hacen, con frecuencia su oración proviene de la mente.

  Estar en el espíritu no es algo que puede ser fingido, imitado u ocultado. Cuando la iglesia verdaderamente está en el espíritu, el Espíritu se manifiesta de una manera clara, y esto nos pone al descubierto. El Espíritu nos pone de manifiesto cuando abrimos nuestra boca y también cuando la cerramos. El Espíritu nos pone de manifiesto cuando nos movemos y también cuando permanecemos quietos. En contraste, una persona carnal sigue siendo carnal ya sea que pierda la paciencia o no. Mientras no estamos en nuestro espíritu, nuestra naturaleza carnal queda manifiesta. Una persona indisciplinada manifiesta una naturaleza indisciplinada, una persona hábil manifiesta su habilidad y una persona diplomática manifiesta su capacidad de conectar con otros y ganar su confianza. Sin embargo, una vez que regresamos a nuestro espíritu, ninguna de estas cosas tiene terreno alguno. Nunca deberíamos valorar el desempeño exterior de una persona. Es posible que ello sea útil en la sociedad, pero es totalmente inútil en la iglesia. En la iglesia necesitamos ser genuinos y estar en nuestro espíritu.

BUSCAR UNA POSICIÓN EN LA IGLESIA ES ALGO QUE ESTÁ EN TINIEBLAS

  Hace años yo no sabía ni creía que las personas buscaran obtener una posición en la iglesia. Sin embargo, a través de los años he descubierto que tal deseo siempre está presente en nosotros. Por ejemplo, si a una hermana se le pide que sirva como diaconisa, otra hermana se quejará porque no se le pidió lo mismo a ella. En la comunión entre los hermanos respecto al nombramiento de los ancianos, a menudo hay algunos que dicen: “No será bueno hacer anciano a este hermano pero no a aquel hermano”. Tal pensamiento es demasiado bajo. Si éste realmente es el caso, entonces ninguno de los dos hermanos debería ser un anciano. Cualquiera que hable acerca de la posición no está calificado para ser un anciano.

  Fui a Shanghái por primera vez en octubre de 1933, y fui un huésped en el hogar del hermano Nee por cuatro meses. Entonces el Señor me guió a mudar toda mi familia a Shanghái para laborar con el hermano Nee. Había muchas cosas que yo no sabía acerca de la iglesia en Shanghái, pero el hermano Nee comoquiera me hizo responsable de hablar en las reuniones. En aquel tiempo había un hermano muy activo y agresivo que parecía amar al Señor muchísimo. Una tarde este hermano se me acercó y me preguntó si podía hablar desde el podio en la reunión de la tarde, así que le di la oportunidad para que hablara. Cuando el hermano Nee se enteró de esto, él habló seriamente conmigo acerca de no permitir que este hermano diera ningún mensaje. Más tarde, aprendí que este hermano tenía el deseo de ser un anciano desde el tiempo en que vino a la vida de iglesia.

  El hermano Nee dijo que todo el que quiera ser un anciano no debería ser un anciano. El hermano Nee puso esto en práctica, y no permitió que este hermano fuese un anciano. Él fue muy estricto en este asunto. Cuando fui a Shanghái en 1948, este hermano todavía no era un anciano. A finales de 1948, él comenzó otra reunión en su hogar y contrató a un predicador independiente. El predicador independiente luego escribió un libro en el cual atacaba al hermano Nee. Si tenemos un deseo oculto de obtener una posición en la iglesia, estaremos en tinieblas y no tendremos ninguna luz ni revelación.

ARREPENTIRNOS DELANTE DEL SEÑOR POR NO VIVIR EN EL ESPÍRITU

  Por causa de estas condiciones negativas, no tenemos luz ni revelación alguna. Ya sea que seamos colaboradores o ancianos, tenemos que ser subyugados delante del Señor y tenemos que humillarnos cuando nos juntamos desde nuestras diversas localidades. Estas condiciones negativas no deberían estar presentes en la iglesia. En la iglesia tenemos que estar en nuestro espíritu. Aparte de estar en nuestro espíritu, no hay ninguna cabida para nosotros en la iglesia. Si no estamos en nuestro espíritu, estamos acabados en la iglesia. Ninguna cantidad de esfuerzo ni lucha humana producirá resultados favorables. Estar en el espíritu es el único camino en la iglesia. La elocuencia, la consideración y el conocimiento son inútiles. Lo único útil en la iglesia es estar en el espíritu. Una vez que regresemos a nuestro espíritu, habrá un amén en el espíritu de todos los santos.

  Si sabemos cómo hablar pero no tenemos espíritu, cuanto más hablemos, más callados estarán los santos, y cuanto más nos movamos, menos los santos dirán amén. Mientras descuidemos el espíritu, la luz se desvanecerá como el sol poniente, como una lámpara que se apaga. Los ancianos le han prestado mucha atención a la administración, los métodos y los arreglos, pero no al espíritu ni a darles a los santos el suministro en el espíritu. En principio, lo mismo ocurre con los hermanos y las hermanas. El hablar desde el podio no se enfoca en el espíritu, las reuniones no se enfocan en el espíritu y nuestras oraciones no se enfocan en el espíritu. Más bien, estamos enfocados en la diplomacia, las prácticas, el conocimiento y el ser astutos. Nuestro espíritu está carente en cuanto a su función y hay poca luz.

  Si el Espíritu no es transmitido, el Señor no estará presente, y si el Señor no está presente, no tenemos nada. No tenemos luz, no tenemos vida y no tenemos revelación porque no tenemos espíritu. No es suficiente que nosotros aborrezcamos el pecado; tenemos que aborrecer el no estar en nuestro espíritu. El hombre peca, cae, se desenfrena y maniobra por obtener una posición porque él no está en el espíritu. Una vez que el hombre regresa al espíritu, él ya no lucha por obtener una posición, e incluso se cansa de las posiciones y las considera como algo que le impide vivir en el espíritu.

  Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que no sólo nos arrepintamos por nuestros pecados, sino también por no vivir en nuestro espíritu. El no vivir en nuestro espíritu es una gran ofensa para el Señor. Si no estamos en nuestro espíritu, no tendremos revelación ni luz, la iglesia no tendrá aumento y la obra únicamente producirá problemas. Tenemos que aborrecer el hecho de que solamente nos preocupamos por nuestro yo y nuestra conveniencia, y no por nuestro espíritu. Que el Señor tenga misericordia de nosotros.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración