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Mensajes del libro «Visión central necesaria para servir a la iglesia, La»
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CAPÍTULO SIETE

VIVIR EN EL ESPÍRITU Y VIVIR POR EL SEÑOR

ALGUNAS APLICACIONES PRÁCTICAS

  En el capítulo anterior hablamos de entrar en el Lugar Santísimo. En este capítulo continuaremos teniendo comunión acerca de algunas aplicaciones prácticas. Algunas de mis palabras quizás no sean placenteras, pero ellas ilustran nuestra situación actual. Esto puede compararse a un doctor que le presenta un diagnóstico desagradable pero factual a uno de sus pacientes.

Ver sólo las carencias de otros es una situación sumamente peligrosa

  Cuando nos congregamos para tener una reunión, me temo que muchos no han entrado en su espíritu de una manera real; la mayoría permanece en su mente, en su alma. Si hay cien santos en una reunión, es posible que noventa y cinco de ellos apliquen el mensaje a otros, y no a ellos mismos. Cualquiera que escuche un mensaje de este modo no está en el espíritu. Nuestro espíritu es el Lugar Santísimo, y en el Lugar Santísimo sólo está Dios. Había muchas personas en el atrio, tales como aquellas que mataban los toros y las ovejas. Había menos personas en el Lugar Santo, tales como las que quemaban el incienso, tomaban cuidado del candelero y disponían el pan de la Presencia. Sin embargo, en el Lugar Santísimo sólo estaba Dios.

  Fijar los ojos en otros es peligroso, pues le da a Satanás mucho terreno en nosotros. Aunque este problema varía de intensidad, todos tenemos este problema. Es fácil concentrarnos en las carencias de otros como si ellos fueran los únicos que necesitan ser corregidos. Sin embargo, cuando otros santos nos miran a nosotros, ellos sienten que nosotros también necesitamos ser ajustados. Si escuchamos mensajes y los aplicamos sólo a otros, realmente estamos en el alma, no importa cuánto pensemos que estamos en el espíritu. Estoy profundamente preocupado de que muchos de nosotros escuchamos mensajes a fin de aplicarlos a otros. Si nosotros realmente escuchamos los mensajes y los recibimos en el espíritu, no criticaremos a otros. El que critiquemos a otros muestra que hemos caído en la esfera de lo correcto y lo incorrecto. Aun si nuestro corazón es bueno y si tenemos buenos motivos relacionados con otros, al Señor y Su testimonio, podemos caer en la esfera de lo correcto y lo incorrecto. Lo más peligroso en nuestra búsqueda espiritual es que nos centremos en las carencias de otros, pero no estemos dispuestos a mirarnos a nosotros mismos.

  La renuencia de mirarnos a nosotros mismos proviene de la autoilusión y del autoengaño. Si pensamos que nosotros hemos visto algo que otros no han visto, podríamos estar profundamente preocupados por ellos al punto de muchas oraciones y lágrimas. Sin embargo, esto es una señal, una prueba, de que estamos bajo la autoilusión y el autoengaño. También significa que nosotros verdaderamente no hemos visto al Señor.

Los que viven en el espíritu ven sólo al Señor, y no a otros

  Una persona que verdaderamente vive en el espíritu ve sólo al Señor cuando entra al Lugar Santísimo. No hay ventanas en el Lugar Santísimo. En el Lugar Santísimo no hay comunicación alguna con el mundo exterior; sólo está el Señor. Los santos en una iglesia local no recibirán suministro si nuestras oraciones se basan en las percepciones que nosotros tenemos acerca de sus carencias. Esta clase de oración no abastecerá a los santos ni a las iglesias locales. Si los ancianos en la iglesia en Taipéi no hacen caso de sus propias carencias y sólo oran con respecto a las carencias de otros, no habrá beneficio alguno. Los ancianos en la iglesia en Taipéi primero deberían orar por ellos mismos. Si sólo oramos por otros en base a sus carencias, no estamos en el espíritu. Por ejemplo, si nosotros “vemos” que otro hermano está en la carne, nuestras oraciones se centrarán en él. Sin embargo, este hermano podría estar orando por nosotros de la misma manera. Si nosotros sólo miramos a otros, no estamos en el espíritu, y el Señor no escuchará nuestras oraciones.

  En vez de mirar a otros, es mejor orar primero por nosotros mismos. Los ancianos en la iglesia en Taipéi deberían orar primero por ellos mismos. Los ancianos deberían orar hasta que ellos estén en la corriente divina. Entonces otros se lanzarán a la corriente espontáneamente, y no habrá necesidad alguna de orar por otros. Sin embargo, si los ancianos sólo se centran en otros, orando: “Oh Señor, éste no está en la corriente y aquel no está en su espíritu”, ellos no estarán en la corriente, no importa lo que piensen. Espero que los ancianos y los colaboradores entren en el reposo y cesen su labor, incluso su labor de orar por otros. Por cuarenta años yo he notado este problema: Tan pronto como una persona recibe un poco de gracia, Satanás de inmediato la incita a que use esta experiencia de gracia como un criterio para medir a otros.

  Hace poco, los ancianos de la iglesia en Taipéi invitaron a los hermanos que llevan la delantera en el sudeste de Asia a participar en un entrenamiento. No tengo un sentir particular acerca de esto, pero espero que los ancianos se olviden de otros y realmente se preocupen por la iglesia en Taipéi. Cuando la iglesia en Taipéi entre en el espíritu, otras localidades entrarán en el espíritu también. Este principio puede aplicarse a todas las localidades. No necesitamos ser “sumos sacerdotes” centrados en el “cuidado” de otros. Siempre y cuando nos ocupemos de estar en el espíritu, esto es suficiente. Si nosotros estamos en el espíritu, otros lo sabrán, porque nuestros espíritus están conectados. Durante estos años en América, no nos hemos concentrado intencionadamente en cuidar de otras iglesias. No hemos tenido el pensamiento de mirar la iglesia en Taipéi u orar por su condición. Si estamos en el atrio, siempre consideraremos que la condición de otros es lamentable. Sólo aquellos que están en el atrio “ven” la condición de otros tan claramente. Si estamos en el Lugar Santísimo, sólo veremos al propio Señor.

LLEVAR A CABO NUESTRA SALVACIÓN Y SER LIBRADOS DE MURMURACIONES Y ARGUMENTOS

  Filipenses 2:12-13 dice: “Llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. En este versículo el término salvación no se refiere a la salvación que nos libra de la condenación por parte de Dios y del lago de fuego. Se refiere a ser salvos a diario para que seamos librados de varias situaciones en nuestro vivir diario. El versículo 14 continúa, diciendo: “Haced todo sin murmuraciones y argumentos”. Por muchos años no entendí por qué el versículo 14 fue escrito de esta manera. Los versículos 12 y 13 hablan de algo muy grande, pero el versículo 14 habla de algo bastante pequeño. Con experiencia, comencé a entender que la palabra salvación del versículo 12 se refiere a ser librados de las murmuraciones y los argumentos. En el idioma original la expresión murmuraciones significa “gruñidos” o “refunfuños”.

  Aunque hemos oído muchos mensajes, no hemos sido librados de nuestras murmuraciones. Murmurar es quejarnos de otros. Creo que muchos de nosotros murmuramos continuamente. Si nosotros realmente viviésemos en el espíritu, nuestros oídos serían sordos, nuestros ojos serían ciegos y nuestra boca estaría en silencio. No seríamos capaces de oír, ver o hablar; sólo viviríamos delante del Señor. Esto eliminaría el hablar innecesario, que incluye las críticas e incluso nuestras oraciones de preocupación, y nuestro espíritu sería como un río que fluye rebosando para impartir el suministro a otros. Nuestras supuestas preocupaciones y oraciones confirman que nosotros todavía estamos en el alma, y nuestras críticas acerca de otros son una prueba de que no estamos en el espíritu. No estamos en el espíritu incluso si hay alguna base para nuestra crítica. Estamos aún menos en el espíritu cuando no hay base alguna para nuestra crítica. Cuando estamos en el espíritu, no sabemos nada ni tenemos nada que decir, aunque tenemos una perspectiva y una comprensión divinas acerca de un asunto en particular. Ésta es nuestra condición cuando estamos en el Lugar Santísimo.

  Nuestro problema consiste en que no comprendemos que la espiritualidad genuina, la salvación genuina, es Dios mismo. Cuando murmuramos y argumentamos acerca de distintas cosas en nuestra mente, estamos completamente capturados por Satanás. Mientras que él hacía que nosotros pecáramos y amáramos al mundo antes de ser salvos, él también hace que nosotros murmuremos acerca de otros tan pronto como tocamos al Señor.

  No podemos hacer que una semilla crezca al estudiarla; más bien, necesitamos plantar la semilla en la tierra a fin de que ella crezca. Hemos oído muchos mensajes acerca de nuestro espíritu, pero ¿cuántos de nosotros vivimos en nuestro espíritu? Tal parece que sólo estudiamos el espíritu. Si nosotros realmente estuviésemos en nuestro espíritu, no estaríamos en nuestra mente dando vueltas y vueltas. En vez de estar en el desierto, estaríamos en Canaán y en el Lugar Santísimo, disfrutando la presencia del Señor. Además, de nuestro interior fluirían ríos de agua viva, y seríamos un suministro a otros. Por tanto, no habría preocupaciones acerca de otros y no habría necesidad alguna de oraciones. Espero que los hermanos responsables en todas las localidades no permanezcan en su mente, pues no podemos introducir a los santos a una experiencia de salvación más profunda usando tan solo nuestra mente. Más bien, nuestro espíritu tiene que ser lo suficientemente fuerte para tocar el espíritu de los santos; entonces ellos experimentarán la salvación. No podemos tocar a otros con una predicación del evangelio que es meramente elocuente y lógica. Aunque esto podría tocar su mente, la salvación depende de que su espíritu humano sea tocado por el Espíritu divino.

  Cuando los santos me piden consejos, usualmente respondo, diciendo: “No sé nada. Ningún método lo puede ayudar. Dios es Espíritu. Usted debería simplemente contactarle a Él. Usted no necesita un método; más bien, usted necesita tocarle a Él”. Algunas personas podrían responder, diciendo: “Si éste es el caso, entonces yo no necesito ir a una reunión o escuchar un mensaje”. Aun si esto fuese cierto, todavía tendríamos que volvernos a nuestro espíritu. Todos hemos caído en la trampa de Satanás; es decir, hemos caído en nuestra mente. Por esta razón Pablo nos dice que huyamos al refugio de nuestro espíritu (He. 6:18). Todos necesitamos huir. Los que piensan que ellos han entrado en el espíritu son los que más necesidad tienen de huir al espíritu. Tales personas están bajo la auto-ilusión y el autoengaño.

NO TENEMOS OPINIÓN ALGUNA CUANDO VIVIMOS EN EL ESPÍRITU

  El verdadero indicio de si nosotros vivimos en el espíritu no tiene que ver con lo que proclamamos, sino con que expresemos o no nuestras opiniones. Si no tenemos opiniones cuando visitamos una localidad, es posible que nosotros estemos en nuestro espíritu al menos cuarenta por ciento del tiempo. Sin embargo, si tenemos opiniones, no estamos en el espíritu, y aun podemos discutir unos con otros. Hay distintas manifestaciones de una discusión. Por ejemplo, dos personas pueden estar en desacuerdo al punto de luchar entre sí físicamente, causando lesiones corporales e involucrando la policía y el tribunal de justicia. Sin embargo, una discusión puede manifestarse sin ninguna expresión externa del desacuerdo. En vez de luchar, dos hermanos podrían sencillamente ignorarse. Independientemente de cómo se manifieste la discusión, los que discuten con otros están en la mente.

  Por causa de las distintas opiniones, es muy difícil que los hermanos en varios lugares no discutan unos con otros. Algunos podrían expresar su opinión de manera refinada, y otros podrían expresar la suya de forma áspera. Algunos podrían ser carnales y emotivos, y otros son más pacíficos y tranquilos. En cualquier caso todos están en la mente. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Cuando entramos en el espíritu, nuestras palabras y opiniones desaparecen. Cuando los jóvenes se casan, siempre hay algunas discusiones. Sin embargo, discutir constantemente siempre es el resultado de tener muchas opiniones.

  Cuando una persona viva en el espíritu, ella no tendrá ninguna opinión. No tener opinión alguna, es decir, no tener nada que decir, es una prueba contundente de que una persona vive en su espíritu. Sería un milagro si una persona muda comenzara a hablar, pero es un milagro mayor cuando un creyente no dice su opinión. Un creyente que puede abstenerse de decir su opinión es una persona que vive en su espíritu. En contraste, un creyente que siempre expresa su opinión vive en su alma.

EL ENFOQUE DE LA SALVACIÓN QUE DIOS EFECTÚA ES QUE EL ESPÍRITU ESTÉ EN NUESTRO ESPÍRITU A FIN DE QUE NOSOTROS VIVAMOS POR ÉL

  Éste no es un mensaje fácil de recibir, pues a los cristianos siempre se les anima que oren por otros. Sin embargo, cuando oramos por otros, muchas veces hay un fuerte elemento de nosotros mismos en nuestras oraciones. Además, cuando somos celosos, a menudo hay un fuerte elemento de nosotros mismos en nuestro celo. Incluso cuando amamos al Señor y cuidamos de la iglesia, muchas veces hay un fuerte elemento de nosotros mismos en nuestro amor y nuestro cuidado. Podríamos hacer muchas cosas, pero todavía las hacemos en nosotros mismos. Aunque podríamos despertarnos de un estado de estupor espiritual, es posible que no haya diferencia alguna en nuestra condición; es decir, que cuando estamos en estupor, estamos en nosotros mismos, y cuando estamos despiertos, todavía estamos en nosotros mismos. La salvación que Dios efectúa no es cuestión de si estamos en un estupor o si estamos activos. La salvación que Dios efectúa es cuestión de vivir por Él en el espíritu.

  Si vivimos por Él, descubriremos que Él no habla mucho, ni tiene las mismas “preocupaciones” que nosotros tenemos por otros. Él incluso no ve los defectos de otros ni ora por ellos tanto como nosotros lo hacemos. Muchas veces somos más celosos que el Señor. En cierta ocasión, cuando los ancianos en Manila me escribieron diciéndome acerca de una gran necesidad, no sentí que su clamor por ayuda fuese algo que provenía del Señor. Esto no es decir demasiado, pues lo único que importa es vivir por el Señor. Por ejemplo, cuando escribimos una carta, tenemos que verificar si nuestro afán por escribir la carta procede del Señor. Necesitamos ser librados por el Señor; la salvación que Dios efectúa tiene por finalidad que nosotros vivamos por Él.

  Cuando no vivimos por el árbol de la vida, vivimos por el árbol del conocimiento del bien y del mal. Vivir por el árbol de la vida no significa que no deberíamos orar por otros o que sí deberíamos orar por otros. Tampoco significa que no deberíamos cuidar de otros o que sí deberíamos cuidar de otros. Vivir por el árbol de la vida significa vivir por el Señor. Según nuestra experiencia, cuando vivimos por el Señor, no tenemos muchas opiniones, nuestra preocupación por otros no se basa en que nosotros veamos sus carencias y no estamos ansiosos. Una de las tácticas que utiliza Satanás es hacer que estemos ansiosos al despertar nuestros sentimientos.

  Una persona que vive en el espíritu es tranquila, serena y no está ansiosa; ella no está ansiosa por sí misma o por otros. Sabe cómo tomar al Señor como su vida y cómo vivir por el Señor. Puesto que el Señor conoce cada situación, no hay ninguna razón por la cual debamos estar ansiosos. Una persona que verdaderamente vive en el espíritu muchas veces dirá: “Oh Señor, esto es asunto Tuyo. No necesito estar ansioso por ello. Todo está en Tu mano”. Ésta es la actitud propia de un creyente que vive en su espíritu. Vivir en el espíritu es vivir por el Señor.

SER LIBRADOS DE LA MENTE Y TOCAR EL ESPÍRITU DE MANERA SENCILLA

  Algunas personas son muy buenas para ser cristianos; ellas son cautelosas y apropiadas, pero no saben cómo tocar su espíritu. Cada asunto espiritual que ellas encuentran es un asunto de calcular; es decir, ellas lo hacen todo según una fórmula. Como resultado, están completamente en su mente y no tocan su espíritu.

  No necesitamos calcular y seguir fórmulas; necesitamos poner en práctica el tocar nuestro espíritu de manera sencilla. Al invocar el nombre del Señor, podemos ser librados de nuestra mente. Si nosotros invocáramos el nombre del Señor por tres horas, seríamos librados de nuestra mente y entraríamos en nuestro espíritu. Si invocáramos el nombre del Señor, seríamos salvos de nuestra mente porque la oración genuina se efectúa en el espíritu. Si no nos volvemos de nuestra mente a nuestro espíritu, no nos es posible orar por más de un periodo corto de tiempo. Es posible que seamos capaces de usar nuestra mente para estudiar la Biblia, pero no tocaremos las cosas espirituales.

OLVIDAR LAS EXPERIENCIAS PASADAS Y HUIR AL ESPÍRITU

  Muchos de nosotros hemos sido ancianos y colaboradores por muchos años, pero todavía no sabemos cómo tocar nuestro espíritu. En vez de ello, nuestra espiritualidad es bastante racional y formulista. Éste es nuestro problema. Deberíamos estimar las cosas que para nosotros eran ganancia como pérdida, sufrir la pérdida de todas las cosas y tenerlas por basura (Fil. 3:7-8). Deberíamos huir de nuestras experiencias pasadas a nuestro espíritu. Nuestras experiencias pasadas pueden impedir que nosotros vivamos en nuestro espíritu hoy. Aunque es posible que ayer estuviésemos en nuestro espíritu, quizás hoy no estemos en nuestro espíritu. Si intentamos aplicar las experiencias espirituales de nuestro pasado a nuestro vivir actual, no será provechoso. Debemos abandonar las experiencias pasadas y preocuparnos únicamente por vivir en nuestro espíritu.

NO HACER NADA EXCEPTO VIVIR POR EL SEÑOR

  La salvación que el Señor efectúa tiene por finalidad que nosotros vivamos por Él. Él vive, y nosotros también vivimos. El Señor vive en nosotros, pero noventa por ciento del tiempo, en nuestro vivir nosotros manifestamos nuestras propias obras. Nuestra santificación, nuestra búsqueda, nuestra tranquilidad y nuestro invocar son meramente nuestras obras. El Señor ha impartido Su mismo ser en nosotros; Él no desea que nosotros hagamos ninguna otra cosa aparte de vivir por Él. Por tanto, nosotros deberíamos sencillamente vivir por Él.

  Cuando nos levantamos en la mañana, deberíamos vivir por Él. Por ejemplo, podríamos ser diligentes en practicar la vigilia matutina, pero si no tocamos nuestro espíritu, nuestra práctica saldrá de nosotros mismos. Nuestra vigilia matutina debería proceder del Señor, no de nosotros mismos. Cuando veamos la visión de que el Señor vive en nosotros, deberíamos decir: “Señor, me entrego a Ti. Quiero permitir que Tú vivas, y también deseo vivir por Ti”. No obstante, es fácil regresar a nuestras viejas maneras de proceder. Por ejemplo, cuando llegamos a una reunión, nuestro hábito de dar un mensaje podría influenciarnos para que hablemos más de lo que debemos. Por tanto, necesitamos recordar que el Señor vive en nosotros, y deberíamos someternos al Señor a fin de vivir por Él. No debemos permanecer en nuestras viejas maneras de proceder.

  Nuestro Dios es el Espíritu viviente que vive en nuestro espíritu. Vivir por Él y andar conforme al espíritu son nuestra única necesidad. Si dependemos de maneras de proceder y prácticas ya establecidas, pensaremos que lo que necesitamos es encontrar nuevos métodos, especialmente cuando percibamos la vejez de nuestros hábitos actuales. En vez de buscar otra manera de proceder, simplemente necesitamos vivir por el Señor. No necesitamos considerar cómo orar, pues Él nos guiará a orar cuando estemos en nuestro espíritu. Cuanto más oremos en espíritu, mejor será la oración, y ríos de agua viva fluirán espontáneamente de nosotros. El Señor vive en nosotros. Por tanto, no necesitamos métodos. La vida cristiana no es una obra; es un vivir. El Señor vive en nosotros. Cuando Él ora, nosotros oramos, y cuando Él vive, nosotros vivimos.

DETENERNOS, NO CRITICAR A OTROS Y OCUPARNOS ÚNICAMENTE DE VIVIR POR EL SEÑOR

  Las personas en la supuesta religión hacen muchas cosas para el Señor, pero ellas no viven por el Señor. El Señor no quiere que nosotros seamos religiosos o que obremos y hagamos cosas para Él. Él no quiere incluso nuestro buen comportamiento. Para Él, ninguna de estas cosas tiene significado. La revelación básica hallada en la Biblia es que nuestro Señor es el Espíritu que vive en nuestro espíritu y que Él desea que vivamos por Él. Por tanto, lo único que cuenta es que vivamos por el Señor.

  En cada iglesia local tiene que haber algunos que vivan por el Señor. Si un anciano vive por el Señor, todos los santos serán influenciados y sus espíritus estarán abiertos. Satanás es muy sutil. Aunque nosotros podemos tocar nuestro espíritu, es fácil que Satanás influya en nuestros pensamientos para que consideremos a otros y los critiquemos. Muchas veces ésta es la fuente de nuestras “oraciones” por otros. Tales “oraciones” no vienen de nuestro espíritu, sino de nuestra mente. Deberíamos sencillamente vivir en el espíritu y permitir que el Señor se ocupe de los demás asuntos. Aunque no es difícil detenernos y no criticar a otros, el Señor desea que nos detengamos y no critiquemos a otros, y que no consideremos las situaciones de otros. La Biblia habla de muchas cosas, pero la revelación central y consumada es que el Dios de toda la creación está en nuestro espíritu, y nosotros podemos vivir por Él. Al final de la Biblia hay una ciudad, la Nueva Jerusalén. En esta ciudad Dios es vida, y esta ciudad vive por Dios y expresa a Dios en su vivir.

  Satanás utiliza la religión para usurparnos. Los conceptos religiosos del catolicismo, del protestantismo y de las diversas denominaciones influyen en muchos. Aquellos que van en pos de la espiritualidad también tienen conceptos, incluso conceptos acerca del quebrantamiento por parte de la cruz. La manera en que Satanás procede consiste en hacer que nos volvamos de nuestro espíritu a los métodos basados en nuestros conceptos. Sin embargo, el Señor está en nuestro espíritu; por tanto, debemos vivir en nuestro espíritu. Vivir en nuestro espíritu es nuestro camino, nuestra liberación y nuestro verdadero reposo.

LA REVELACIÓN CENTRAL HALLADA EN LA BIBLIA CONSISTE EN VIVIR EN EL ESPÍRITU Y VIVIR POR EL SEÑOR

  Si vivimos en nuestro espíritu, no hablaremos acerca de muchas cosas. Sin embargo, si no vivimos en nuestro espíritu, seremos influenciados por muchas cosas. Cuando estamos en nuestro espíritu, no hay ninguna necesidad de considerar o discutir otras cosas. Cuando seguimos al espíritu, la vida de iglesia es buena y placentera. Cuando el Señor vive en nosotros y nosotros vivimos en el Señor, no hay necesidad alguna de nuestros planes o consideraciones. Según la Biblia, nuestro único enfoque debería ser vivir por Él, quien es el Espíritu. Cuando una pareja vive en el espíritu, no hay ningún problema. Incluso si un cónyuge quiere discutir con el otro, no habrá problema alguno siempre y cuando un cónyuge viva en el espíritu. Vivir en el espíritu soluciona cada problema.

  Es posible que nuestras experiencias pasadas sean buenas; sin embargo, si intentamos aplicarlas de la misma manera hoy, ellas pueden hacer que nosotros no vivamos en el espíritu. Tan pronto como intentemos aplicarlas de una manera vieja, sufriremos pérdida. Satanás es muy sutil; él “plantó” el árbol del conocimiento del bien y del mal en el hombre para que el hombre no viva por el espíritu como el árbol de la vida. De esta manera, el vivir del hombre se desvía del enfoque de la revelación de Dios. La revelación de Dios es que Él, como Dios Triuno, es nuestro Creador, Redentor y Salvador y que, como Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, Él es el Espíritu todo-inclusivo y como tal Él puede ser vida en nuestro espíritu a fin de que nosotros vivamos por Él.

  El Nuevo Testamento habla de que nosotros estemos en nuestro espíritu y de que vivamos por el espíritu. Puesto que recibimos vida en el espíritu, tenemos que andar en el espíritu y hacerlo todo conforme al espíritu. El Señor tiene que abrir nuestros ojos para que veamos la revelación hallada en la Biblia. Es posible que hayamos oído doctrinas tradicionales, pero necesitamos ver una revelación en cuanto a la vida en nuestro espíritu. Necesitamos ver la revelación hallada en 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Muchas personas saben acerca del derramamiento del Espíritu Santo, pero ellos descuidan el asunto de que el postrer Adán se hizo Espíritu vivificante.

  Cuando los cristianos se saludan entre sí, a menudo dicen: “Que el Señor esté contigo”. Sin embargo, ellos no saben cuál es la clave para que el Señor esté con ellos. En 2 Timoteo 4:22 se nos dice: “El Señor esté con tu espíritu”. Esto se refiere a que el Señor está en nuestro espíritu. La Biblia tiene sesenta y seis libros y contiene muchos puntos, pero ¿cuál es su enfoque? Por ejemplo, la Biblia habla acerca de la experiencia que tenemos de la cruz, pero esto no significa que sólo deberíamos centrarnos en la cruz o en el altar por la eternidad. Lo único que Dios desea que nosotros hagamos eternamente es que vivamos por Él. El altar tiene como meta que nosotros vivamos por el Señor, y la experiencia que tenemos de la cruz tiene como fin que nosotros vivamos por el Señor. El altar y la cruz tienen por finalidad que nosotros entremos en el Lugar Santísimo; por tanto, no es suficiente que nos centremos en el altar pero que no veamos ni entremos en el Lugar Santísimo.

RECIBIR AL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO

  Hoy en día tenemos una manera sencilla; es decir, sólo necesitamos recibir al Espíritu todo-inclusivo. El altar del holocausto, el lavacro, la mesa del pan de la Presencia, el candelero de oro y el altar de oro del incienso están todos en este Espíritu. Cuando recibimos al Espíritu todo-inclusivo en nuestro espíritu, estamos en el Lugar Santísimo. Hablando con propiedad, no pasamos por el altar del holocausto por nosotros mismos; pasamos por el altar en el Señor. Además, no somos crucificados en la cruz por nosotros mismos; somos crucificados en el Señor. Todas las experiencias que tuvo el Señor de llegar a ser carne, de pasar por la cruz, de derramar Su sangre preciosa y de efectuar la redención están en este Espíritu. Además, Él fue sepultado y Él resucitó de entre los muertos. Él es la mesa del pan de la Presencia, el candelero de oro y el altar de oro del incienso. Él lo es todo. Hoy en día Él es el Espíritu todo-inclusivo y, como Espíritu todo-inclusivo, todo está en Él a fin de que nosotros lo recibamos.

  Algunas personas recibieron ayuda y experimentaron el altar del holocausto y el altar de oro del incienso en el pasado. Sin embargo, cuando les pedimos que se acerquen al Lugar Santísimo, ellos sólo prestan atención al altar del incienso. Las experiencias que tenemos en el altar del holocausto y en la mesa del pan de la Presencia tienen por finalidad que nosotros entremos al Lugar Santísimo. Sorprendentemente, después de experimentar estas cosas, algunas personas todavía no han entrado en el Lugar Santísimo. En otras palabras, ellos todavía no han entrado al espíritu. Todas estas cosas —el altar del holocausto, el lavacro, la mesa del pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso— están incluidas en el Espíritu todo-inclusivo. Nuestra necesidad hoy en día consiste en que entremos al Lugar Santísimo y disfrutemos al Espíritu todo-inclusivo.

  Deberíamos sencillamente regresar a las riquezas halladas en nuestro espíritu. No deberíamos vagar en nuestra mente. Aun cuando demos un mensaje, no deberíamos estar en nuestra mente; sencillamente deberíamos estar en el espíritu y hablar la palabra que procede de nuestro espíritu. Ésta es la necesidad que tienen las iglesias hoy. Los colaboradores no deberían hablar las mismas cosas viejas en el servicio que rinden a las iglesias; las iglesias no necesitan las viejas prácticas. Las iglesias necesitan lo que únicamente puede salir del espíritu de manera sincera y directa. Cuando acudamos al Señor plenamente y vivamos sencillamente en nuestro espíritu por el Espíritu, seremos frescos, vivientes y ricos. Deberíamos dejar de andar errante en nuestra mente y sencillamente vivir en el espíritu por el Espíritu. Esto es lo que el Señor desea.

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