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Mensajes del libro «Visión gloriosa y el camino de la cruz, La»
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CAPITULO CUATRO

LA HUMANIDAD DE QUIENES SIRVEN AL SEÑOR

(2)

  Lectura bíblica: Fil. 3:9; 4:8, 9, 11-13

BOSQUEJO

  1. Ser como Dios: por medio de la divinidad.
  2. Ser como el hombre: por medio de la humanidad.
  3. Poseer las virtudes más elevadas:
    1. Amor extraordinario.
    2. Comprensión ilimitada.
    3. Fidelidad incomparable.
    4. Humildad absoluta.
    5. Suma pureza.
    6. Santidad y justicia supremas.
    7. Resplandor y rectitud.

  Oración: Señor Jesús, te amamos y apreciamos Tu palabra. Llévanos a profundizar en Tu palabra. Te pedimos que en ella podamos encontrarte, tocarte, disfrutarte y ganarte. Te pedimos que nuevamente estés con nosotros en la reunión de esta mañana. Oramos para que abras Tu ser a nosotros a fin de que cada día podamos recibir lo que Tú quieres que aprendamos. Queremos ser como Pablo, quien dijo que había aprendido el secreto. Oh Señor, acuérdate de nosotros y también de estos hermanos y hermanas jóvenes, para que ellos aprendan este secreto desde su juventud, el cual consiste en poder hacerlo todo en Aquel que nos reviste de poder. Pedimos que se exprese en nuestro vivir todo lo que se halla escrito en Filipenses 4. ¡Oh Señor, edifícanos! Moldea nuestro carácter y nuestra humanidad, de modo que éstos sean Tú mismo. Oramos que Tu sangre nos limpie y nos cubra nuevamente. ¡Amén!

UNA EXPLICACION DE LA EXPRESION “HUMANIDAD”

  Quisiera que examinásemos nuevamente la humanidad de quienes sirven al Señor. La palabra china ren-ke, que hemos traducido como humanidad, es una palabra difícil de explicar. Las definiciones varían según el diccionario que se consulte; hay distintas definiciones para esta palabra. Hasta donde yo sé, incluso existe una definición jurídica de la palabra, en la que se alude a la posición y derechos de un ser humano. En términos jurídicos, perder nuestro ren-ke, o nuestrahumanidad, significa perder la posición y derechos que nos pertenecen como seres humanos. Por supuesto, esto es un asunto muy serio.

  De acuerdo con lo que he experimentado y observado, la humanidad de una persona alude a todo lo que ella es. Lo que la persona es intrínsecamente, finalmente toma una forma en la que se expresa delante de los hombres. No es fácil encontrar un equivalente en español para la palabra ren-ke. Tal vez la palabra que más se le acerca en significado sea la palabra personalidad. Sin embargo, personalidad sólo se refiere al carácter de una persona. Esto difiere un poco de lo que una persona es. Humanidad da énfasis a la expresión externa, mientras que “personalidad” recalca la naturaleza interna. Por lo general, lo que una persona es interiormente, se expresa exteriormente de cierta manera o forma. Por lo tanto, estos dos aspectos están muy ligados. Uno es interno, y el otro es externo. Con respecto a lo interno, hablamos de personalidad, y con respecto a lo externo, hablamos de humanidad.

LA HUMANIDAD DE QUIENES SIRVEN AL SEÑOR Y LA EXPERIENCIA DE SER HALLADOS EN CRISTO

  Filipenses 3:9 dice: “Y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley”. La Versión Unión del idioma chino tradujo la primera parte de este versículo: “Y estar en El”. Sin embargo, hay una gran diferencia entre ser hallados en El y estar en El. “Estar en El” no tiene nada que ver con nuestra humanidad; sólo comunica el hecho y la esperanza de estar en El. La traducción correcta es: “ser hallado en El”. “Ser hallado en El” sí tiene que ver con nuestra humanidad.

  Nuestra humanidad debe ser Cristo mismo. Cristo debe ser mi forma humana. Los demás deben ver cierta forma en mí, y esta forma es Cristo. Cristo debe ser mi humanidad.

  En Filipenses 1 Pablo dijo: “Como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” (v. 20b). A Pablo no le preocupaba vivir o morir. El siempre magnificaba a Cristo en su cuerpo. El hecho de magnificar implica una forma. Podríamos comparar esta forma con los cuadrados del cuaderno de caligrafía en los cuales escribíamos los caracteres chinos cuando éramos jóvenes. La maestra escribía en los primeros cuadrados de la página los caracteres que servían de modelo, y luego, los estudiantes debían copiar esos caracteres dentro de los otros cuadrados. Allí había una forma; los estudiantes no podían escribir como quisieran. Hoy en día, nosotros también tenemos un cuadrado alrededor nuestro, el cual es Cristo.

ESTAR EN CRISTO Y MAGNIFICAR A CRISTO

  La humanidad a la que nos referimos no es la misma que enseñan los confucionistas chinos. Tanto ellos como nosotros hablamos de qué es la humanidad del hombre, pero a lo que nosotros nos referimos difiere de ellos en elemento y naturaleza. La naturaleza humana de los confucionistas a lo sumo es de bronce, pero la nuestra es de oro. Tomemos como ejemplo un reloj de bolsillo. Tal vez todos tengamos un reloj de bolsillo, pero su reloj es de bronce o acero y el mío es de oro. Sin duda, todos son relojes, pero no todos son iguales. La diferencia radica en su naturaleza y elemento. Es importante que veamos esto.

  Cuando hablamos de la humanidad de los cristianos no nos referimos a nuestras virtudes naturales, sino al Cristo que vive en nosotros y se expresa por medio de nosotros. Según Filipenses, somos personas que están en Cristo. Cuando fuimos salvos, fuimos trasladados de Adán a Cristo. Según la parábola del sembrador en Mateo 13, el Señor se sembró en nosotros. Sin embargo, en 1 Corintios 3 se presenta nuestra salvación como una siembra (v. 6); nosotros fuimos sembrados en Cristo. Por una parte, Cristo crece en nosotros, y nuestro corazón es el terreno donde Cristo puede crecer. Por otra, estamos en Cristo Jesús, pues Dios nos puso en El (1:30); Dios mismo nos trasladó de Adán a Cristo. Hoy estamos en Cristo; ésta es nuestra posición. Sin embargo, es necesario alcanzar una condición en la cual seamos hallados en Cristo. Aun más, Cristo debe ser magnificado en nuestro cuerpo, sea por vida o por muerte. Esta es la humanidad apropiada de los cristianos.

LA VIEJA CREACION HACE QUE NUESTRA HUMANIDAD SEA INAPROPIADA

  En los últimos sesenta años, he visto suceder muchas cosas. En los primeros treinta años, presencié todo lo que le sucedió al hermano Nee, y en los treinta años siguientes, yo mismo lo experimenté. Ambos nos dimos cuenta de que, aunque algunos cristianos amaban al Señor y llegaron más tarde a ser colaboradores y ancianos, después de cierto tiempo cambiaron y su humanidad llegó a ser un problema. Era evidente la falta de amor, de perdón y de fidelidad; tampoco había humildad ni pureza. En lugar de ello, había mentiras. Esto es un hecho innegable. Hace más de veinte años un colaborador me escribió, en un tono muy positivo, una carta llena de palabras bondadosas. Pero después de tres días alguien me envió desde Manila la copia de una carta escrita por el mismo hermano, cuyo contenido era totalmente negativo. Que la sangre del Señor me cubra por decir esto. Esto ha dejado una profunda impresión en mí y me ha sido de gran ayuda.

  En 1962 llegué a Estados Unidos y durante los primeros dos años los mensajes que di trataban de la transformación. La transformación es una especie de metabolismo. Cuando uno añade un elemento a otro, la sustancia de esta mezcla es transformada. Antes de ser salvos, sólo mejorábamos nuestra conducta. Pero al ser salvos fue añadido a nosotros el elemento químico celestial, que es el mismo Señor Jesús. A partir de ese momento, hubo otro elemento en nosotros, y gradualmente comenzamos a ser transformados.

  Ahora estamos en Cristo, y estamos siendo transformados a fin de ser personas halladas en El. Esto corresponde a la experiencia de Pablo: en 2 Corintios 12 él dijo que era simplemente un hombre en Cristo (v. 2), mientras que en Filipenses 3 dijo que quería ser hallado en Cristo (v. 9). Cuando fuimos salvos, la gracia y la misericordia del Señor nos capacitó para que nos consagráramos completamente a El y le amáramos de una manera pura. En aquel entonces, ciertamente estábamos en Cristo, lo expresábamos en nuestro vivir y otros nos hallaban en El. Pero después de muchos años, fuimos perturbados por el deseo de obtener una posición, por intereses personales y por otros factores; y como resultado, dejamos de vivir en Cristo y dejamos de magnificarle.

  Es necesario ver que es sólo cuando el Señor regrese y nuestros cuerpos sean redimidos que seremos totalmente liberados de la vieja creación. Pero hasta que eso suceda, parte de nuestro ser todavía estará en la vieja creación. Esa parte de nosotros que aún está en la vieja creación, es la que perjudica nuestra humanidad.

LA RAMA SUPERIOR ES INJERTADA AL ARBOL POBRE, Y ESTE PRODUCE DOS CLASES DE FRUTO

  Podemos comparar la relación que tenemos con el Señor a un injerto. La estrofa tres de Himnos #200 dice:

  El secreto de la siega, Muerto el grano vida da; Y el árbol injertado, Rica vida obtendrá.

  Como lo vemos en la Biblia, el injerto se efectúa al unir una rama de calidad superior a un árbol pobre: Cristo es la Rama superior, y nosotros somos el árbol pobre. El árbol pobre sólo crece hasta el punto donde ocurrió el injerto; luego, opera el elemento de la Rama superior; como resultado, todo lo que produce la Rama superior es bueno. Sin embargo, todo lo que producen las otras ramas del árbol sigue siendo de calidad inferior.

  Podemos ilustrar esto en la vida matrimonial. Supongamos que el esposo se levanta de madrugada a tener comunión con el Señor, a orar y a leer la Biblia. Podríamos decir que él está produciendo buenos frutos. Pero, llega tarde a desayunar. Luego, nota que su esposa está molesta por ello y que la expresión de su rostro ha cambiado. Esta situación hace que el esposo pierda lo que ganó durante su avivamiento matutino, y que ahora él también comience a hablar con un semblante decaído. Cinco minutos antes se hallaba en los cielos, pero ahora ha caído a la tierra. Esta clase de experiencia nos ocurre muy a menudo.

  Debemos darnos cuenta de que los dos árboles del huerto de Edén están ahora en nosotros. Uno es el árbol de la vida, y el otro es el árbol del conocimiento del bien y del mal. Mientras el esposo toca al Señor en la mañana y es avivado, él come del árbol de la vida. Pero a la hora del desayuno, cuando se enoja con su esposa, se revierte del árbol de la vida al árbol del conocimiento del bien y del mal. Supongamos que mientras el esposo almuerza en la oficina, se tranquiliza y reflexiona sobre lo sucedido. En ese momento comienza a lamentarse por la manera en que se dirigió a su esposa, y decide no hacer lo mismo la próxima vez; determina ser paciente y no volver a enojarse más. Esto no describe ni el aspecto maligno del árbol del conocimiento del bien y del mal ni tampoco el árbol de la vida; el esposo sencillamente está tratando de mejorarse a sí mismo según el aspecto bueno del árbol del conocimiento del bien y del mal. Todo esto describe nuestra verdadera condición.

  Por lo tanto, si deseamos tener una humanidad apropiada, debemos permitir que la Rama superior, que es Cristo, sea injertada en nosotros, el árbol pobre, a fin de que podamos crecer y producir buenos frutos por medio de la rama injertada.

EJEMPLOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Demas ama este siglo y abandona a Pablo

  En 2 Timoteo 4, Pablo menciona los nombres de dos hermanos. El nombre del primero es Demas. Pablo dijo: “Demas me ha abandonado, amando este siglo, y se ha ido a Tesalónica” (v. 10). Demas era un colaborador de Pablo. Pablo jamás escogería un colaborador a la ligera. Pero aunque Demas fue seleccionado para ser un colaborador, él cambió después. Creemos que este cambio se debió a las circunstancias de Pablo. Al principio, Demas también había amado al Señor y se había consagrado a El. El había laborado con Pablo y era como el árbol pobre que producía buenos frutos. Pero después de ver cómo Pablo fue atacado, arrestado y enviado a Roma, y más tarde juzgado por el César y encarcelado por uno o dos años sin ninguna libertad, él no pudo soportar esta lastimosa situación y comenzó a amar el siglo presente. Ahora, él era un árbol pobre que volvía a producir frutos de baja calidad. El se dejó afectar por las circunstancias externas.

Alejandro le causa muchos males a Pablo

  Además de Demas, se menciona otro nombre, Alejandro. Pablo escribió en 2 Timoteo 4: “Alejandro ... me ha causado muchos males” (v. 14). El hecho de que él le hubiera causado muchos males a Pablo, comprueba que tenía cierto vínculo con Pablo. Si Alejandro nunca hubiera conocido a Pablo ni se hubiera relacionado con él, no podría haberle perseguido. Por ejemplo, si dos personas nunca llegaran a casarse, jamás tendrían oportunidad de divorciarse. El marido y su esposa tienen la posibilidad de divorciarse debido a que están casados. Por tanto, es posible que Alejandro haya sido salvo, es decir, que haya sido un hermano, y que aún así le hubiera causado muchos males al siervo del Señor. No sólo tenemos constancia de estas cosas en la Biblia, sino que yo mismo he visto suceder cosas semejantes entre los hermanos.

  Hoy todos ustedes están siendo entrenados en el centro de entrenamiento de tiempo completo. Diariamente ustedes ejercitan su espíritu y llevan una vida celestial. Pero si un hermano o hermana llegara a ofenderlos y los acusara injustamente, ¿abandonarían ustedes el entrenamiento? Tenemos que darnos cuenta de que la naturaleza corrupta de la vieja creación aún permanece dentro de nosotros, y que aún no hemos sido totalmente liberados de ella. Esto es semejante a una hermosa mariposa, la cual anteriormente era una oruga peluda. Esa mariposa hermosa jamás volverá a tener los desagradables movimientos de una oruga. Sin embargo, mientras siga siendo una oruga peluda, seguiremos viendo sus feos movimientos. Todos estos ejemplos nos advierten que la vieja creación aún sigue con nosotros. Por consiguiente, si no estamos en Cristo, estaremos en la vieja creación, y esto hará que tengamos problemas relacionados con nuestra humanidad.

DIOS REGULA AL HOMBRE POR MEDIO DE LA AUTORIDAD DELEGADA Y LA CONCIENCIA

  Es importante darnos cuenta de que la vieja creación y la vida natural, las cuales están en nosotros, son capaces de cualquier cosa. Si no hubiera leyes en nuestro país, podríamos incluso llegar a robar bancos. Hoy Dios en Su soberanía establece las naciones y a los gobernantes de la tierra. Romanos 13 dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (v. 1). Las autoridades gobiernan a fin de que Dios preserve la situación mundial en orden. Si no hubiera tribunales, gobiernos o estaciones de policía en la tierra, no podríamos vivir ni trabajar sosegadamente.

  Además de esto, Dios creó al hombre con una conciencia. La conciencia controla nuestro andar y nuestra conducta. Aun más, quienes hemos sido salvos, tenemos a Dios en nuestra conciencia. La conciencia constituye una parte de nuestro espíritu humano. Puesto que Dios vive en nuestro espíritu, El vive en nuestra conciencia. No obstante, Dios no nos rige por la fuerza, sino que en lugar de ello nos atrae con Su amor. Podemos observar esto en la pregunta que el Señor hizo a Pedro: “¿Me amas?”, a lo cual Pedro respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te amo”. Después, el Señor le dijo: “Pastorea a Mis ovejas” (Jn. 21:16). Esto muestra cómo El nos atrae con Su amor. Si no amamos al Señor, perdemos la restricción que nos impone esta clase de atracción y somos capaces de hacer cualquier cosa.

NUESTRO AMOR POR EL SEÑOR SALVAGUARDA NUESTRA HUMANIDAD

  Si un cristiano desea servir al Señor, debe poseer la humanidad de un siervo del Señor. No debemos esperar a ser regulados por el gobierno, por un tribunal de justicia o por un agente de policía. Tampoco debemos ser regidos solamente por nuestra conciencia. La debida humanidad se obtiene al amar a Dios. Fuimos plantados en El, y ahora estamos dispuestos a vivir en El y a que otros puedan hallarnos en El. Además, lo que expresamos en nuestro vivir es simplemente Cristo mismo. De este modo permitimos que Cristo sea siempre magnificado en nuestro cuerpo. Sin importar cuáles sean nuestras circunstancias —ya sean de pobreza, riqueza, sufrimiento, disfrute, paz, peligro o incluso de muerte—, siempre le magnificamos. Es así como El mismo llega a ser nuestra humanidad.

  Sin embargo, es posible perder tal humanidad elevada. Es decir, podemos degenerarnos al punto en que nuestra humanidad ya no sea noble sino baja, de modo que abandonemos nuestra posición y derechos como hombres. Es posible que los cristianos lleguen a degradarse a tal grado. Esto fue lo que le sucedió a Alejandro; él no tenía la humanidad apropiada. Incluso fue capaz de causarle muchos males a un siervo que amaba y servía al Señor. Asimismo, Demas amó el siglo presente y abandonó a Pablo.

  Hoy en día, debemos ser personas que están dispuestas a permanecer en Cristo y a ser hallados en El. De este modo, podremos hacerlo todo en Aquel que nos reviste de poder (Fil. 4:13). Las seis virtudes mencionadas en Filipenses 4:8 —todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre—, son difíciles de alcanzar desde el punto de vista humano. Pero nosotros lo podemos todo en Aquel que nos reviste de poder. De este modo, podemos tener un vivir piadoso y una humanidad apropiada, lo cual es sencillamente Cristo quien se manifiesta en nuestros cuerpos y se expresa por medio de nuestro vivir.

  Por consiguiente, no debemos pensar que por el hecho de ser cristianos nuestra humanidad está salvaguardada. Nuestra humanidad estará salvaguardada siempre y cuando amemos al Señor y nos consagremos a El. Para ello, la nueva manera nos está ayudando a ser reavivados cada mañana y a vencer cada día. Un vivir así nos mantendrá en la condición apropiada. De otro modo, nos será imposible expresar en nuestro vivir una humanidad que sea normal y apropiada.

  En febrero de este año visité las iglesias cerca de San Francisco. Un hermano de allí me preguntó si yo —alguien que lleva tantos años en el Señor y que labora en un campo tan vasto y lleva una carga tan pesada en la obra—, alguna vez había tenido problemas. Le contesté que ciertamente he tenido muchos problemas. Entonces este hermano me preguntó si yo sentía paz interiormente. Le respondí que aunque los problemas son numerosos, la paz es aún mayor. Esto se debe a que la obra no es mía, sino del Señor. Podemos decir lo mismo respecto a la predicación del evangelio. El hecho de que las personas sean salvas o no, depende del Señor. Nuestro deber es simplemente predicar el evangelio. Si otros lo aceptan, recibirán la gracia; pero si lo rechazan, no obtendrán la gracia. En cuanto a mí, esto no me perturba en lo absoluto. Esto es algo que todos necesitamos saber.

PERMANECER FIRMES EN CRISTO Y NO TEMER LAS OLAS

  Es preciso ver que primero debemos equiparnos de tal humanidad; sólo entonces estaremos aptos para servir al Señor. Una vez que perdamos dicha humanidad, perderemos la posición y el derecho de servir al Señor. En segundo lugar, sé que ustedes todavía son jóvenes, y que les llevo una ventaja de por lo menos sesenta años. Yo conozco muy bien este camino, pero a ustedes todavía les falta un largo trecho por recorrer. A lo largo del camino se encuentran muchas dificultades. “Dios no nos ha prometido que siempre tendremos un cielo azul, ni que siempre habrá flores a la vera del camino de nuestras vidas” (Hymns [Himnos], #720). Por eso ustedes deben, por la gracia, permanecer firmes en Cristo asiéndose de El y tomando Su humanidad. Así que, cuando vean una tormenta, no den oído a los rumores ni se dejen afectar por aquellos que han cambiado. No traten de averiguar la causa. Cuando un hombre cambia, simplemente ha cambiado, y eso es todo. Tenemos que pedirle hoy al Señor Su misericordia para que nos guarde de cambiar y nos preserve hasta el fin.

  Marcos 4 narra que el Señor estaba con Sus discípulos en la barca mientras pasaban al otro lado del mar. De repente se levantó una gran tempestad de viento, y las olas irrumpían en la barca de tal manera que la barca se estaba llenando. Los discípulos se encontraban muy atemorizados, pero Jesús dormía en la popa, recostado sobre el cabezal (vs. 37-38). La popa de una barca pequeña es la parte que se mece con más facilidad. Pero a pesar de que el movimiento era severo, el Señor podía dormir con tranquilidad.

  Que la sangre del Señor me cubra, pero debo testificar que hoy tengo la misma sensación. Aunque hayan vendavales, puedo dormir en la popa. Espero que ustedes también experimenten lo mismo. Deben saber que aún en un viaje tan corto como fue cruzar el mar de Galilea, hubo frecuentes vendavales y se levantaron altas olas.

  Pablo dijo en 2 Timoteo 1 que todos los que estaban en Asia le habían vuelto la espalda (v. 15). En el capítulo cuatro vemos que también Demas lo había abandonado (v. 10), y que Alejandro le había causado muchos males (v. 14). Tal parece que no había nadie que fuera uno con Pablo. Pero gracias al Señor, Timoteo todavía era uno con Pablo, y es por eso que en 2 Timoteo Pablo no mostraba señales de desánimo; más bien, entonaba una canción de victoria. El dijo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Y desde ahora me está guardada la corona de justicia, con la cual me recompensará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman Su manifestación” (4:7-8). Si amamos Su manifestación, seremos preservados en la esfera donde Cristo es nuestra humanidad. Así, cuando El regrese, ciertamente seremos recompensados.

  (Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Taipei, el 16 de marzo de 1989)

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