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Mensajes del libro «Visión intrínseca del Cuerpo de Cristo, La»
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CAPITULO CUATRO

LA MEZCLA DEL DIOS TRIUNO PROCESADO CON LOS CREYENTES REGENERADOS Y LA EDIFICACION DEL CUERPO DE CRISTO

  Lectura bíblica: Ef. 4:4-6, 11-16

BOSQUEJO

  1. Los constituyentes de la mezcla de Dios y los creyentes—Ef. 4:4-6:
    1. Dios el Padre, quien es sobre todos, por todos y en todos, es el origen, la fuente—v. 6.
    2. Dios el Hijo, quien es el Señor y la corporificación del Padre, es el elemento—v. 5.
    3. Dios el Espíritu, quien es Dios el Hijo hecho real en nosotros, es la esencia—v. 4.
    4. Los creyentes regenerados, quienes han creído, han sido bautizados y tienen la esperanza de su llamamiento, son el elemento humano—vs. 4-5.
    5. El Padre está corporificado en el Hijo, el Hijo se hace real como el Espíritu, y el Espíritu se mezcla con los creyentes.
    6. Esta mezcla es la constitución del Cuerpo de Cristo.
  2. La edificación es la consumación del Cuerpo—vs. 11-16:
    1. Los miembros perfeccionados por los dones llevan a cabo la obra del ministerio del Nuevo Testamento para la edificación del Cuerpo de Cristo—vs. 11-12.
    2. A fin de que todos los miembros del Cuerpo puedan llegar a:
      1. La unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios.
      2. Un hombre de plena madurez.
      3. La medida de la estatura de la plenitud de Cristo (el Cuerpo de Cristo, la iglesia)—v. 13.
    3. Para que los miembros del Cuerpo ya no sean niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza—v. 14.
    4. Sino que asidos a la verdad en amor, crezcan en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo—v. 15.
    5. De quien todo el Cuerpo:
      1. Bien unido por las coyunturas del rico suministro de Cristo.
      2. Y entrelazado por la función de cada miembro en su medida.
    6. Causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor—v. 16.

  Oración: Señor, esta mañana pedimos que nos des un éxtasis que nos traslade de las circunstancias visibles a la escena invisible. Queremos ver lo invisible. Queremos verte a Ti. Queremos ver Tu Espíritu. Queremos ver Tu economía. Queremos ver Tu obra, en la cual te impartes a Ti mismo en nuestro ser. Gracias Señor Jesús; gracias Dios Padre; gracias Espíritu vivificante. Gracias que están obrando dentro de nosotros. Especialmente en estos días, disfrutamos Tu presencia intensificada. Concédenos tal éxtasis. Amén.

RECIBIR UN EXTASIS PARA VER LA VISION INTRINSECA DEL CUERPO DE CRISTO

  Necesitamos ver más que el universo físico creado por Dios. En este universo hay dos escenas, dos panoramas. La primera escena es visible, y en ella podemos ver el universo visible compuesto del cielo, la tierra, el sol, la luna y millones de cosas. Sin embargo, la Biblia muestra que detrás de lo visible está lo invisible, lo cual no podemos percibir con nuestros sentidos naturales. Por ejemplo, el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, nos muestra estas dos escenas. Por una parte, los griegos lucharon contra los persas, quienes se resistieron; no obstante, detrás de esta escena visible estaban el príncipe de Persia y el príncipe de Grecia. Daniel 10 narra la lucha que se libraba en el mundo invisible entre Miguel, el príncipe de Israel, y los malvados príncipes de Persia y Grecia (vs. 10-21). Este es un ejemplo de las dos escenas vistas en el Antiguo Testamento.

  Jesús vino en los tiempos del Nuevo Testamento y era totalmente visible a los ojos del pueblo. Cierta noche, un principal entre los judíos llamado Nicodemo acudió a Jesús, y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que Tú haces, si no está Dios con él” (Jn. 3:2). Todo lo que mencionó Nicodemo se relacionaba con la esfera visible, pero el Señor Jesús le respondió diciéndole que necesitaba nacer de nuevo para ver el reino de Dios (v. 3). Jesús le dijo a Nicodemo que necesitaba ser regenerado. En aquel tiempo, nadie sobre la tierra entendía lo que era la regeneración. Nicodemo no lo entendió porque estaba en la esfera visible, así que preguntó: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (v. 4). El Señor le habló de la regeneración que se efectúa en la esfera invisible, pero Nicodemo trató de entenderlo estando en la esfera visible.

  La revelación divina de la Palabra santa, especialmente en el Nuevo Testamento, habla de cosas invisibles. Todo lo que hemos abarcado desde el capítulo uno de Efesios hasta el capítulo tres pertenece a la esfera invisible, es decir, que es invisible a nuestros ojos, a nuestro entendimiento, a nuestra comprensión natural y a nuestros sentidos naturales. Muchos lectores entienden la Biblia conforme a la letra, en la esfera visible, pero jamás ven lo invisible.

  Efesios es un libro que habla principalmente de cosas invisibles. En Efesios 5 Pablo exhorta a los esposos a que amen a sus esposas (v. 25) y a las esposas a que se sometan a ellos (vs. 22, 24). ¿Piensa usted que dicha palabra se relaciona con lo visible o lo invisible? Hablando en términos humanos, todos sabemos lo que esto significa. El amor del esposo y la sumisión de la esposa son visibles a nuestros sentidos, pero el apóstol habla aquí de algo completamente invisible.

  La enseñanza del apóstol acerca de la sumisión es totalmente diferente a la enseñanza de Confucio. Confucio también enseñó con respecto a la sumisión, de hecho, enseñó una sumisión triple; no obstante, lo que él enseñó era algo visible, mientras que lo que el apóstol enseñó era algo invisible. ¿Por qué decimos que es invisible? Porque la sumisión enseñada por el apóstol Pablo no es una sumisión natural.

  No hay ninguna esposa que, en sí misma o por sí misma, pueda someterse a su marido conforme a la enseñanza del apóstol. Lo que el apóstol enseña acerca de la sumisión es factible sólo cuando somos llenos en nuestro espíritu (Ef. 5:18). Ser llenos de Cristo en el espíritu causa que rebosemos de El hablando, cantando, salmodiando y dando acciones de gracias a Dios (vs. 19-20), y también causa que nos sujetemos unos a otros (v. 21). La sumisión es el resultado de que seamos llenos en el espíritu; ésta es la sumisión invisible.

  Puedo testificar que muchos de los misioneros que fueron a China entendían la Biblia meramente de forma externa y natural. Incluso algunos de ellos dijeron a los chinos que la Biblia enseñaba lo mismo que Confucio; por ejemplo, Confucio dijo que debemos honrar a nuestros padres, y la Biblia también dice lo mismo. Cuando yo era un estudiante joven me dije a mí mismo que no había necesidad de que estos misioneros vinieran a China, pues ya teníamos las enseñanzas de Confucio y por ende, no necesitábamos más de las mismas enseñanzas éticas.

  A fin de salir de nuestro concepto natural al leer la Biblia, es necesario que nos sobrevenga un éxtasis. Hechos 10 dice que un día, mientras Pedro oraba en la azotea, le sobrevino un éxtasis (vs. 9-10) y fue súbitamente trasladado de una esfera a otra. En la otra esfera, él vio algo que era totalmente invisible a los ojos humanos.

  ¿Cree usted que la mente humana puede entender que Dios el Padre nos escogió antes de la fundación del mundo? Mucho antes de que naciéramos, Dios nos escogió para santidad y nos marcó para filiación. ¿Cree usted que la mente natural, no importa cuán inteligente sea, entiende lo que significa ser santificados para Dios y ser hechos hijos de Dios, los que disfrutan la filiación divina? Muchos lectores de Efesios 1 tienen un concepto natural acerca de lo que significa ser santos como Dios. Confucio también enseñó a las personas a ser santas, y los chinos lo consideran un maestro santo. Pero esa santidad y la santidad presentada en la Biblia son dos cosas muy distintas.

  El Señor Jesús le dijo a Nicodemo que necesitaba nacer de nuevo, pero Nicodemo lo entendió en un sentido físico y se preguntó cómo podía regresar al vientre de su madre para nacer de nuevo. El Señor Jesús, por supuesto, no estaba hablando de que naciéramos de nuevo de nuestros padres con la vida natural, sino de que naciéramos del Espíritu con la vida divina. Estos dos nacimientos son totalmente diferentes.

  Cuando yo era joven, estudiaba la Biblia y la entendía casi el noventa por ciento según mi concepto natural. Me tomó muchos años ser limpiado poco a poco de todos aquellos conceptos naturales. Como ya dije, he conducido muchos estudios de Efesios; por ejemplo, hace treinta y ocho años, en 1953, expuse Efesios detalladamente durante un entrenamiento de cuatro meses efectuado en Taipei, Taiwan. Sin embargo, considero que estos mensajes de hoy son el estudio más elevado de Efesios. Creo que esta vez mi hombre natural ha sido completamente purgado de todos los conceptos viejos. Mi entendimiento anterior ha sido limpiado con el mejor “detergente”.

  El presente estudio de Efesios es totalmente nuevo. Aunque los mensajes que di en el pasado acerca de Efesios no eran incorrectos, aún estaban en la esfera visible. Pero hoy, todo lo que estamos hablando con respecto al Cuerpo de Cristo es invisible e intrínseco. Por eso tuve la carga de orar al Señor de esa manera al comienzo del mensaje. Necesitamos orar: “Señor, te pedimos que nos des un éxtasis. Por años hemos estado en una esfera en la que hemos entendido Tu Palabra santa conforme a nuestro concepto natural y según una visión natural. Requerimos un éxtasis que nos saque de nuestro concepto natural y nos introduzca en otra esfera, para que podamos ver lo que el hombre no puede ver en su entendimiento natural”.

  En Efesios 2, vimos que mientras el Señor Jesús estaba siendo crucificado de forma visible y externa, también estaba obrando de una manera invisible. En la esfera visible, El estaba siendo crucificado; pero en la invisible, estaba creando el nuevo hombre. Esta fue una gran obra. Señalamos anteriormente que Efesios 2 se compone de dos secciones. Según la secuencia apropiada, la segunda sección ocurrió primero (vs. 11-22), porque la crucifixión de Cristo debía ocurrir antes de que Dios nos vivificase. Cuando Cristo fue crucificado en la cruz, tanto los creyentes judíos como gentiles fuimos incluidos en El y crucificados con El (Gá. 2:20). Su crucifixión dio fin a la vejez; luego, recibimos Su vida de resurrección como el elemento que nos germinó. En la resurrección de Cristo, se nos aplicó Su elemento nuevo, el elemento divino, Su vida de resurrección.

  La primera sección de Efesios 2 (vs. 1-10) revela que Dios el Padre coordinó con Dios el Hijo. Mientras Dios el Hijo estaba en la cruz dando fin al viejo hombre y a la vieja creación, también estaba creando al nuevo hombre en Sí mismo como elemento nuevo en resurrección; al mismo tiempo, Dios el Padre nos vivificó con el Cristo resucitado como vida, como el elemento vivificador. Dios el Padre nos vivificó, nos resucitó de entre los muertos y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo.

  ¿Quién puede ver esto? Esto es un registro de las cosas invisibles que existen en el mundo invisible, en la esfera invisible y en la escena invisible. Tenemos la certeza de que el Dios Triuno vio esto, y que se lo reveló al apóstol Pablo. El Dios Triuno le mostró a Pablo un “video” de lo que sucedió mientras el Hijo estaba siendo crucificado sobre el madero. Pablo vio esta escena en una “televisión celestial”. Debido a esto, oró para que se nos diera un espíritu de sabiduría y revelación (Ef. 1:17). Revelación significa video. Necesitamos ver un video. No es suficiente con solo oír, sino que también necesitamos ver. Es menester ver el video de lo que estaba sucediendo cuando Jesucristo fue crucificado.

  De hecho, la crucifixión fue el medio por el cual Cristo nos creó como un solo y nuevo hombre. Fuimos crucificados juntamente con El en la cruz; luego, Dios el Padre nos vivificó con el Cristo resucitado como vida, como el elemento vivificador. Mientras Cristo estaba creando, Dios estaba vivificando. Necesitamos ver este video, esta visión, de lo que sucedió en la muerte y la resurrección del Señor. Probablemente cuando leíamos Efesios 2 en el pasado, no teníamos tal visión. Pero un día, mientras leía Efesios 2, recibí esta visión. En el pasado no había visto esta visión tan claramente como ahora. ¡Alabado sea el Señor! Hoy siento que los cielos están abiertos, y que estoy recibiendo una visión nueva, un video celestial.

  Como parte de la nueva creación, fui creado en la crucifixión y la resurrección de Cristo. Al mismo tiempo, como parte de Su Cuerpo orgánico, también fui vivificado por Dios. Conforme a mi concepto y sentir humano, fui salvo hace sesenta y seis años, pero según el punto de vista divino, fui vivificado hace aproximadamente dos mil años. Cuando Jesús fue crucificado, yo fui crucificado juntamente con El. Luego, Dios el Padre me vivificó con la vida de resurrección de Cristo como elemento. He recibido esta visión. Tengo una carga muy pesada porque deseo que todos veamos dicha visión. Anhelo que Dios nos conceda Su misericordia dándonos un éxtasis. No debemos permanecer más en la esfera antigua, sino que debemos entrar en un éxtasis para ser trasladados a otra esfera. Necesitamos ver qué es intrínsecamente el Cuerpo de Cristo.

  En el capítulo anterior vimos la visión intrínseca del Cuerpo de Cristo revelada en Efesios 3. Este capítulo dice que Dios el Padre nos fortalece con poder en el hombre interior por Su Espíritu (v. 16), lo cual debe ser nuestra experiencia cada día. Siempre que paso un tiempo con el Señor, soy fortalecido en mi interior. Cuando estamos con el Señor en oración, ciertamente somos fortalecidos en nuestro hombre interior; así, Cristo puede hacer Su hogar en nuestro corazón. Cristo no hace Su hogar en nuestro corazón de una vez por todas, sino de forma continua. Antes de subir al estrado a hablar, necesito pasar un tiempo en oración para permitir que Dios el Padre me fortalezca en el hombre interior a fin de que Dios el Hijo se establezca más firmemente en mis partes internas. Esta práctica me equipa para hablar.

  Debemos recibir la visión de que Cristo hace Su hogar en el corazón de nosotros, Sus creyentes; esto es algo invisible. ¿Quién lo ha visto? Aunque la gente del mundo quizás piense que estamos hablando tonterías, nosotros estamos en un éxtasis; es decir, estamos en otro campo, en otra esfera, a la cual no se le puede dar sustantividad por medio de nuestros sentidos naturales y físicos. Esta mañana, mientras me dirigía a la reunión, recibí el sentir interior de pedirle a Dios de que nos diera un éxtasis. Este es un nuevo tema de oración. Debemos orar: “Señor, te pedimos que nos concedas un éxtasis que nos traslade de nuestra esfera natural a otra esfera, a la esfera espiritual”. Deseo que todos nosotros experimentemos este éxtasis divino. Cuando estamos en este trance divino, estamos en El, pues El mismo es nuestro éxtasis.

LA VISION INTRINSECA DEL CUERPO DE CRISTO REVELADA EN EFESIOS 4

Los constituyentes de la mezcla de Dios y los creyentes

  Necesitamos estar en un éxtasis para recibir la visión intrínseca del Cuerpo de Cristo revelada en Efesios 4. Este capítulo dice que debemos ser diligentes en guardar la unidad del Espíritu (v. 3). Luego continúa diciendo: “Un Cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (vs. 4-6). ¿Quién entiende esto? Con el entendimiento natural, nadie puede comprenderlo. En estos versículos se nos presentan cuatro personas: un Cuerpo, un Espíritu, un Señor, y un Dios y Padre. Estas cuatro personas han sido agrupadas, siendo la primera humana y las otras tres divinas. El Cuerpo es humano, el Espíritu es divino, el Señor es divino y Dios el Padre es divino.

  ¿Por qué están agrupadas en Efesios 4:4-6 estas cuatro personas? ¿Ha visto usted alguna vez esta visión, esta escena? Hemos visto muchos grupos de personas, pero ¿hemos visto este pequeño grupo de cuatro personas, una que es humana y las otras tres divinas? Quizás hayamos leído Efesios 4 muchas veces sin haber visto este grupo de cuatro personas. Ver esto es una gran luz; es una visión, un video. Aquí vemos cuatro personas, y todas ellas son muy activas. El Cuerpo, el Espíritu, el Señor y Dios el Padre están mezclándose activamente.

  Quizás hayamos visto algo en Efesios 4, pero el escenario que hemos visto es imperfecto. Tenemos un “video roto”; no hemos visto una visión completa y perfecta. El Espíritu, el Señor y el Padre están haciendo una sola obra. Ellos están obrando para mezclarse con el Cuerpo. Efesios 4 presenta el verdadero escenario del Cuerpo de Cristo. Este grupo de cuatro personas —el Cuerpo, el Espíritu, el Señor y Dios el Padre— forman una sola unidad, y esta unidad, esta entidad, es el Cuerpo de Cristo, la iglesia. El Padre está corporificado en el Hijo, el Hijo es hecho real como el Espíritu, y el Espíritu se mezcla con los creyentes. Dicha mezcla constituye el Cuerpo de Cristo. Todos debemos ver esto. Si lo vemos, desaparecerán todos los problemas entre los santos y entre las iglesias. Todos los problemas sólo pueden resolverse al recibir tal visión.

  Actualmente, algunos en el recobro del Señor todavía compiten y ambicionan una posición y un nombre. Es vergonzoso admitirlo, pero es la verdad. ¿Por qué aún ocurren estas cosas? Porque no tenemos la visión celestial. Nos hace falta ver el video espiritual, celestial y divino. Si vemos dicho video, todos los problemas se resolverán. La mezcla del Cuerpo junto con el Espíritu, el Señor y Dios el Padre, revelada en Efesios 4:4-6, es invisible. Dicha escena no puede verse con los ojos humanos ni percibirse con los sentidos naturales; por eso necesitamos que nos sobrevenga un éxtasis.

  Ya dijimos que el Cuerpo de Cristo, la iglesia, es humana, pero no lo es en el sentido natural; la iglesia es celestialmente humana. La humanidad natural ha sido crucificada, resucitada, elevada y mezclada con los tres de la Trinidad Divina. Estamos mezclados con el Espíritu, lo cual hace que tengamos una esperanza; estamos mezclados con el Hijo, lo cual hace que tengamos la fe que nos une a El y el bautismo que nos separa de Adán; y también estamos mezclados con el Padre, quien está sobre todos, por todos y en todos. El Cuerpo de Cristo es una mezcla de lo humano y lo divino.

  Dios el Padre, quien está sobre todos, por todos y en todos, es el origen, la fuente, de la visión completa del Cuerpo de Cristo. El es el origen del Cuerpo. Dios el Hijo, quien es el Señor y la corporificación del Padre, es el elemento. El Hijo se está mezclando con nosotros mediante la fe y el bautismo. Y Dios el Espíritu, quien hace real a Dios el Hijo, es la esencia. El Espíritu se está mezclando con nosotros a fin de que un día todos seamos completamente transformados, conformados a la imagen del Hijo y glorificados en El. Esta es la Trinidad Divina que obra para mezclarse de forma completa con Su pueblo escogido, el Cuerpo.

  Esta mezcla ya ha comenzado, pero todavía no ha concluido sino que aún continúa. Tenemos reuniones del ministerio y de la iglesia con el propósito de estar reunidos en Cristo para mezclarnos totalmente con El. No asistimos a las reuniones meramente de forma externa. Detrás de estas reuniones hay algo invisible, lo cual es la mezcla. Al asistir a las reuniones, nos mezclamos con el Dios Triuno. Por una parte, nos mezclamos unos con otros, pero la mejor mezcla es la del propio Dios Triuno con todos nosotros.

  Ciertamente podemos testificar que en las reuniones se intensifica esta mezcla con Dios, pero debemos permanecer en ella aún cuando no estemos reunidos. Necesitamos ser aquellos que se mezclan con el Dios Triuno todo el tiempo. Esta mezcla resuelve todos los problemas. Por ejemplo, dos hermanas pueden reñir entre sí por no estar en esta mezcla, pero cuando regresan a ella, son motivadas a perdonarse mutuamente. Algunos casados quizás tengan problemas matrimoniales, pero después de mezclarse con el Dios Triuno en las reuniones, sus problemas se resuelven. La mezcla divina resuelve todos nuestros problemas.

La edificación es la consumación del Cuerpo

  Efesios 4:4-6 revela este grupo de cuatro personas —un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre— que se mezclan como una sola entidad para conformar el Cuerpo orgánico de Cristo. Dicha mezcla divina es la realidad de la vida de iglesia. Otro pasaje de Efesios 4 dice que los miembros necesitan ser perfeccionados por las personas dotadas con el fin de que hagan la obra del ministerio neotestamentario para la edificación del Cuerpo de Cristo (vs. 11-16). Cuando nos mezclamos con el Dios Triuno, estamos muy contentos con el Señor. Le amamos y deseamos laborar para El. Anhelamos ser útiles y ayudar en la vida de iglesia. ¿Cómo podemos hacerlo? Siendo perfeccionados. El Señor como Cabeza nos perfecciona, no directamente sino indirectamente por medio de Sus dones: los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros. Gracias al Señor que en la iglesia tenemos estas personas dotadas. Ellas son las que pueden perfeccionarnos.

  Conforme a nuestra experiencia, el perfeccionamiento se lleva a cabo principalmente en las reuniones de grupo. Cada iglesia necesita tener reuniones de grupo. El Cuerpo, el Espíritu, el Señor y Dios el Padre forman un grupo, y están juntos para tener comunión, para tener una “reunión de grupo”. La iglesia también necesita reuniones así. No debe haber muchos hermanos en una reunión de grupo; es mejor si sólo doce o quince se juntan en dichas reuniones.

  La práctica de tener reuniones de grupo concuerda con Hebreos 10:24–25, que dice: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Estos versículos muestran que no debemos dejar de congregarnos. En la reunión de grupo nos juntamos para estimularnos al amor y exhortarnos unos a otros. Usted me aviva, y yo lo avivo a usted; usted me corrige, y yo lo corrijo a usted. Esto es lo que significa ser perfeccionados.

  En las reuniones de grupo no debe haber un orador designado; ésa es la práctica del sistema del clero-laicado en el cristianismo. Las reuniones de grupo en los hogares nos proporcionan una manera íntima de reunirnos en mutualidad. En las reuniones de grupo todos podemos ser perfeccionados mediante preguntas y respuestas.

  Un hermano recién convertido quizás confiese que tiene un problema porque no sabe con certeza si su bautismo fue genuino. Tal vez otro hermano diga: “Hace diez años tuve el mismo conflicto, pero fui aclarado cuando leí Marcos 16:16, donde dice que el que crea y sea bautizado, será salvo. El Señor me mostró que este versículo no dice: ‘El que cree y es bautizado sintiendo que su bautismo es genuino, será salvo’. El Señor solamente dice: ‘El que es bautizado’, y yo he sido bautizado”. Luego, tal vez le diga al hermano nuevo: “¿No es cierto que ya fuiste bautizado? ¿Te bautizó Satanás? Por supuesto que no. Fue un querido creyente quien te bautizó. Ciertamente ése fue un bautismo genuino. No tienes por qué preocuparte”. Después, otro hermano puede testificar: “Hace muchos años, yo también tuve el mismo conflicto. Dudaba acerca de mi salvación, pero vencí debido a que permanecí firme en lo que la Palabra dice. El Señor es fiel y nunca negaría Su Palabra”. Este es un ejemplo del contenido de una reunión de grupo.

  En una reunión de grupo tenemos comunión mutua, intercesión mutua, consuelo mutuo, cuidado mutuo, pastoreo mutuo, preguntas y respuestas mutuas, y enseñanza mutua. No hay un líder, maestro u orador designado. Todos son líderes, maestros, oradores y estudiantes; todas las actividades de una reunión de grupo se llevan a cabo en mutualidad. Si los santos tienen esta clase de reuniones una vez a la semana durante todo el año, ciertamente serán perfeccionados.

  Nuestra manera antigua de reunirnos, la cual no era bíblica, fue una pérdida de tiempo. Conforme a la vieja manera, un hermano viene al lugar de reunión y se sienta a esperar que la reunión comience. Son las 7:25 p.m. y la reunión debe comenzar a las 7:30 p.m., así que él espera a que los demás lleguen. Finalmente, todos llegan y esperan a que alguien empiece la reunión. Dan las 7:40 p.m. y la reunión no ha comenzado porque los ancianos aún no han llegado. Luego, llega un anciano y no sabe qué hacer. La reunión depende de él, pero no sabe cómo iniciarla, pues no sabe qué himno cantar ni qué orar. Por fin, llega otro anciano. El primero se alegra; pero el anciano que recién llegó insta al primero a que pida un himno. Después de cantar el himno, el primer anciano le indica al segundo que debe orar. Pero después de orar, ¿quién va a hablar? Nadie sabe. Finalmente, nadie habla. Luego, uno de los ancianos quizás le pida a los santos que den testimonios de sus experiencias pasadas. Este es un ejemplo de la vieja manera de cómo nos reuníamos antes.

  En la nueva manera de reunirnos, la cual es orgánica, todos vienen a la reunión cantando con regocijo. Isaías dice que cuando Israel regresaría a Sion, vendría cantando con regocijo (51:11). Debemos comenzar nuestra reunión de grupo desde nuestra casa, cantando y alabando. Podemos declarar y cantar: “¡Alabado sea el Señor!” Esta es mi historia y mi canción, siempre alabando al Salvador”. Debemos venir a la reunión cantando, alabando y testificando. En una reunión de grupo, todos somos oradores. Dicha reunión orgánica de grupo es la manera en que somos perfeccionados.

  Efesios 4 dice que los santos son perfeccionados para que puedan hacer la obra del ministerio, el ministerio del Nuevo Testamento, y dicho ministerio edifica el Cuerpo de Cristo (vs. 11-12). En las reuniones de grupo todos pueden hablar. En 1 Corintios 14 Pablo dijo que cuando la iglesia se reúne, todos pueden profetizar uno por uno (v. 31). Profetizar es hablar por el Señor, emitir al Señor, ministrarlo a otros mediante nuestras palabras; esto perfecciona a los santos.

  Todos los santos son perfeccionados para hacer la misma obra que hacen los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. Por medio de este perfeccionamiento, la iglesia se desarrollará y crecerá hasta llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:13). Con el tiempo, todos seremos plenamente maduros. Ya no seremos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza (v. 14). Nos asiremos a la verdad en amor para crecer en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo (v. 5), de quien todo el Cuerpo crecerá por la función de los miembros, es decir, por las coyunturas del suministro y por la función de cada parte en su medida, para edificar el Cuerpo (v. 16). De esta manera el Cuerpo será edificado, no por medio de grandes predicadores, sino por cada miembro del Cuerpo. Así, el Cuerpo causa el crecimiento del propio Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.

  En Efesios 4:4-6 vemos la mezcla de cuatro personas que conforman un grupo. Luego, en la siguiente sección de Efesios 4 vemos la edificación de un grupo más grande, la cual incluye a todos los miembros del Cuerpo de Cristo. La mezcla es el inicio, y la edificación es la consumación. Estamos disfrutando la mezcla, y estamos en el camino de ser plenamente edificados; finalmente, alcanzaremos la consumación de la edificación completa del Cuerpo de Cristo. Ahora en el universo existe un edificio que es la consumación máxima de la mezcla divina del Dios Triuno con la humanidad elevada. Este edificio es la consumación de la vida de iglesia. El Cuerpo de Cristo edificado es la meta que todos tenemos que alcanzar, el destino al cual tenemos que llegar. Debemos avanzar hasta llegar a dicho destino.

  En la esfera natural no existe una visión así; sólo podemos ver esta visión espiritual en la esfera espiritual. Creo que mediante esta comunión podemos ver el “video” de lo que ocurre en Efesios 4. Un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre están agrupados y están siendo juntamente mezclados. Mientras esta mezcla ocurre, todos estamos siendo perfeccionados para realizar la obra de edificar el Cuerpo de Cristo. Así, el Cuerpo se edificará a sí mismo mediante la función de sus miembros. Esta es la visión intrínseca del Cuerpo de Cristo revelada en Efesios 4.

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