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Mensajes del libro «Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, La»
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CAPÍTULO DIEZ

LA VISIÓN DEL EDIFICIO DE DIOS Y LA PRUEBA DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD

  Lectura bíblica: Gn. 28:10-19

LA VISIÓN DEL EDIFICIO DE DIOS

Todas las visiones en las Escrituras están relacionadas con el edificio de Dios

  La edificación de la iglesia es el objetivo del eterno propósito y plan de Dios. Es el punto central, el objetivo final, del propósito de Dios conforme a todas las visiones y revelaciones halladas en las Escrituras. La primera visión que se menciona en las Escrituras es la del sueño de Jacob en Génesis 28:10-19. Antes de aquel tiempo el Dios de la gloria apareció a Abraham (Hch. 7:2), pero aquello no fue una visión para Abraham. La primera visión mencionada en las Escrituras fue el sueño de Jacob. El punto central de esa visión era Bet-el, la casa de Dios, la cual fue edificada con dos clases de materiales, piedra y el aceite vertido sobre la piedra. La piedra representa al hombre y el aceite representa al propio Dios que viene a nosotros como Espíritu. Después que Jacob derramó el aceite sobre la piedra, llamó el nombre de aquel lugar Bet-el. La piedra con el aceite derramado sobre ella llegó a ser la casa de Dios. Esto es la mezcla de Dios con el hombre.

  El Espíritu, quien viene a nosotros, es la tercera persona del Dios Triuno. El Padre estaba lejos de nosotros y el Hijo una vez estuvo entre nosotros, mas no en nosotros. Es el “aceite”, la persona del Espíritu, en quien y por quien el propio Dios viene a nosotros para ser uno con nosotros, produciendo así a Bet-el, la casa de Dios. Por lo tanto, la primera visión hallada en las Escrituras es un sueño, y su punto central es la casa de Dios, la cual está edificada con seres humanos mezclados con el Dios Triuno.

  Hoy día los cristianos a menudo hablan acerca de visiones celestiales o espirituales, pero tal parece que no están claros respecto a las visiones centrales halladas en la Biblia. Las visiones en las Escrituras siempre se relacionan con el edificio de Dios. En las Escrituras existe un principio de primera mención; es decir, que el principio de un asunto se establece cuando se menciona por primera vez. La primera visión presentada en las Escrituras es una visión del edificio de Dios. Por consiguiente, las visiones que hallamos en las Escrituras siempre se relacionan con el edificio de Dios.

  La visión final presentada en las Escrituras es la de la Nueva Jerusalén, hallada en los últimos dos capítulos de la Biblia (Ap. 21—22). Ésta es una visión agrandada, una visión en plenitud. La visión revelada en Bet-el es la semilla de la visión, y la visión de la Nueva Jerusalén es la cosecha de la visión. Entre estos dos extremos, hay varias visiones en la Biblia. Moisés tuvo una visión de la edificación del tabernáculo (Éx. 25—31). Aquello fue una visión genuina del modelo celestial dado para el edificio de Dios. Así como la visión de Bet-el era una semilla, la visión que Moisés recibió en el monte Sinaí era el crecimiento de la semilla. Después de Moisés, la próxima gran visión fue la que recibió David, la visión del templo como agrandamiento del tabernáculo (2 S. 7:1-16). A esto le siguieron las visiones de Ezequiel. Según los capítulos del 40 al 48 de Ezequiel, el templo que Ezequiel vio fue un agrandamiento adicional del templo que David vio. La visión que Zacarías recibió estaba relacionada con el recobro del templo, y las visiones que Daniel recibió tenían que ver con el templo en los tiempos postreros. La próxima gran visión fue la que recibieron los apóstoles, representados principalmente por Pedro y Pablo. Las Epístolas nos muestran la visión de la iglesia que los apóstoles recibieron en su época. La última visión la recibió Juan.

  Es sorprendente oír cristianos hablar acerca de visiones, porque muchos no comprenden que todas las visiones tienen como meta el edificio. Algunos hermanos han estudiado las Escrituras en seminarios e institutos bíblicos, pero es posible que nunca hayan oído acerca de la visión del edificio de Dios. Si eliminamos de las Escrituras las visiones antes mencionadas, no quedará visión alguna. Con estas visiones tenemos la semilla, el crecimiento y el agrandamiento, el recobro e incluso el agrandamiento del agrandamiento. En las visiones del Nuevo Testamento tenemos el objeto auténtico, la iglesia, y en Apocalipsis tenemos la máxima manifestación del edificio de Dios, la Nueva Jerusalén. Todas estas visiones se relacionan con un solo asunto: el edificio de Dios.

Es necesario que recibamos la visión del edificio de Dios

  Debido a que ésta es la era del propósito de Dios, no debemos tener una mera enseñanza o doctrina, sino una visión. A partir del 1939, el hermano Watchman Nee dedicó tres años a enfatizar un solo asunto: nuestra necesidad de ver el Cuerpo, que es el edificio de Dios. Enfatizó que necesitamos una visión del Cuerpo. Oír algo acerca del Cuerpo es una cosa, pero ver el Cuerpo es otra. Podríamos comparar esto a oír acerca de Los Ángeles antes que lo veamos en realidad. Escuché acerca de Los Ángeles hace muchos años cuando era joven, pero no vine aquí sino hasta el 1958. Ahora tengo una perspectiva clara de Los Ángeles, en especial cuando viajo en avión. Lo que necesitamos es una visión para ver el edificio de Dios, no meramente oír, aprender o saber acerca de él. No es posible decir de forma exacta cómo podemos recibir la visión, pero a medida busquemos del Señor, nos reunamos y tengamos comunión acerca de este asunto una y otra vez, finalmente veremos algo. Antes de aquel tiempo, es posible que supiésemos acerca del edificio de Dios, pero finalmente la visión quedará abierta para nosotros, y la veremos en nuestro espíritu. Si estamos abiertos al Señor y le buscamos, tarde o temprano el edificio de Dios llegará a ser una visión para nosotros.

  Lo que Dios desea en el universo es el edificio. Esto es Su meta y Su máximo objetivo, y Él lo obtendrá. Si buscamos al Señor y Su deseo, tenemos que estar de acuerdo con Él respecto a este asunto. No podemos estar satisfechos hasta que veamos que Su pueblo haya sido edificado de manera práctica. David fue llamado un hombre conforme al corazón de Dios porque tenía un interés genuino por la morada de Dios. No estaba ocupado con otra cosa aparte de la edificación de la morada de Dios, no en el cielo sino en esta tierra y en esta era. Hoy día nosotros también necesitamos tener un interés verdadero por la morada de Dios en la tierra.

  Muchos hermanos y hermanas cristianos están muy preocupados por las almas perdidas. Cada vez que oigo esto me alegro mucho. Yo también haría todo lo posible para fomentar la obra del evangelio. Sin embargo, hoy día el Señor está haciendo algo más, no sólo con miras a predicar el evangelio y salvar las almas perdidas, sino también a causar que los que han sido salvos sean edificados. Necesitamos tener un interés genuino no sólo por los que están perdidos, sino también por el edificio de Dios entre los que han sido salvos. Éste es el propósito por el cual estamos aquí. No menospreciamos ningún tipo de obra evangélica. Tenemos que hacer todo lo posible por ayudar la obra evangélica, pero también debemos ver algo más. Debemos recibir la visión del propósito de Dios con Su edificio. No estamos aquí meramente por causa del evangelio o la espiritualidad. Estamos aquí por el propósito máximo, la meta, de Dios, que es la edificación de la iglesia.

Es necesario edificar la novia de Cristo sobre el terreno apropiado de la unidad

  Recientemente un hermano habló conmigo acerca de las profecías y la situación mundial, diciéndome cómo él sentía que el fin del tiempo estaba muy cercano. Es posible que el fin esté cerca, pero es posible que no esté tan cerca como algunos piensan. En 1936, cuando Mussolini estaba en poder, el gran maestro bíblico D. M. Panton publicó imágenes de Mussolini y César Nerón uno al lado del otro, y dijo que Mussolini era el anticristo y que esto era una fuerte señal de que el tiempo de la venida del Señor estaba cerca. En aquel tiempo yo obraba en Tientsin, el mayor puerto marítimo del norte de la China, cerca de la capital de Pekín. Después de leer el artículo del señor Panton, tuve el entendimiento seguro de que ello no era exacto. Mi sentir fue confirmado al sencillamente considerar la condición de la edificación de la iglesia. Cristo regresará en calidad de Novio, pero un novio viene para una novia. ¿Dónde está hoy la verdadera edificación de la iglesia como novia de Cristo?

  Algunos podrían preguntar cómo es posible ser identificados en unidad con todos los miembros del Cuerpo de Cristo. Para responder, consideremos primero el cuadro, el tipo, del pueblo de Israel. En el tiempo de Salomón, cuando el templo fue edificado por primera vez, todo el pueblo de Dios estaba en el mismo lugar y sobre el mismo terreno. En aquel tiempo era posible e incluso fácil identificarse con todos los miembros del pueblo de Dios. Más tarde, algunos de los del pueblo de Dios fueron llevados cautivos a Egipto, algunos a Siria y otros a Persia, mientras que la mayoría de ellos fue llevada a Babilonia. Bajo esta dispersión ya no era posible ser identificado con todo el pueblo de Dios. Si alguien se identificaba con el grupo en Egipto, se separaba de todos los demás grupos. Identificarse aun con el grupo más grande, el que estaba en Babilonia, equivalía a no identificarse con el resto del pueblo de Dios. No deberíamos preguntar cómo es posible ser identificados con todo el pueblo de Dios. Bajo la dispersión actual, en el tiempo de cautiverio, esto no es un asunto de escoger con quién nos identificamos. Lo que importa es que recibamos la orden hecha por Dios de que regresemos al lugar mismo que ha sido designado y ordenado por Dios. Tenemos que regresar a Jerusalén, como hicieron Esdras y Nehemías. Aquellos que regresaron a Jerusalén con Esdras y Nehemías para estar firmes sobre el terreno apropiado del templo llegaron a ser un testimonio viviente. Llegaron a ser el edificio de Dios en Jerusalén.

  No fueron muchos los cautivos que regresaron, quizás ni siquiera un diez por ciento. De la misma forma, no hay duda alguna que el Señor habló a todas las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3, pero Su interés era obtener los vencedores. En esta era de degradación lo que importa no es con cuántos de entre el pueblo del Señor parece que nos identificamos. Lo que importa es que asumamos la posición que el Señor ordena.

  Luego del día de Pentecostés ya no había necesidad de que los que estaban en Jerusalén tomaran una posición con un pueblo particular de Dios. Todos los creyentes se identificaban unos con otros sencillamente porque todos estaban en un solo lugar, firmes sobre un solo terreno. Sin embargo, más adelante la iglesia se dividió. Consideren la situación actual de división. Hay algunos miembros vivientes del Cuerpo incluso en la Iglesia Católica, pero esto no significa que debemos ir a la Iglesia Católica para identificarnos con esos miembros. En la degradación, cautiverio y dispersión hoy día, no es un asunto de escoger con quién nos identificamos. Es un asunto de venir al terreno apropiado para asumir la posición que Dios ordena.

Es necesario que un remanente salga fuera del campamento hacia Cristo

  Hoy día Dios necesita un remanente, un pequeño grupo de vencedores, que tomen la posición que la iglesia en su totalidad ha perdido. Es por esto que debemos recibir una visión y no sencillamente que consideremos la situación conforme a nuestro concepto natural y religioso. Debemos ver algo conforme al plan eterno de Dios. Podríamos comparar la situación actual a la contaminación atmosférica en Los Ángeles. Muchos días es difícil ver las montañas a través de la contaminación. Bajo la contaminación la visión de todos queda velada. Debemos trascenderlo todo, elevarnos sobre el aire contaminado. Entonces recibiremos la visión.

  Hoy día algunos todavía se preguntan cómo pueden identificarse con todos los miembros del Cuerpo. Si intentan hacer esto, no tendrán éxito. Esto no es la naturaleza de la era actual. La era actual es el tiempo en el cual algunos vencedores deben escuchar la voz del Señor que ha sido rechazado, Aquel que está fuera del campamento (He. 13:13). No es necesario intentar “identificarse” con aquellos que aún están en el campamento. Más bien, salgan del campamento y vayan al Señor para seguirle y llevar a cabo Su propósito. Nunca podríamos ser más inclusivos que el Señor. El Señor mismo salió del campamento. Tenemos que estar de acuerdo con la visión celestial, y no con el concepto religioso y el pensamiento humano. Salgan a Él, fuera del campamento.

  Que el Señor sea misericordioso para con nosotros. Necesitamos una visión. El Señor puede testificar que estoy agradecido con Él por el ministerio evangélico que existe hoy día en América. Miles de personas han sido llevadas al Señor, mas no estoy satisfecho con tan solo ver que miles de almas perdidas son salvas. Deseo ver, aunque sea un pequeño número de ellos, que ellos escuchen la voz del Señor, vayan hacia Él y sean edificados juntamente como testimonio viviente. Éstos serán la novia de Cristo que se menciona en Apocalipsis 19:7-8, los vencedores, y no sencillamente la esposa del Cordero en la eternidad que se menciona en 21:2 y 9.

  Debemos recibir la visión, y no meramente tener un concepto general. No importa cuánto la gente nos condene o critique, debemos ignorar lo que dicen. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él siempre fue criticado por las personas religiosas, por aquellos que tenían en sus manos las Escrituras. También fue crucificado por aquellas personas conforme a su entendimiento de las Escrituras. No deberíamos ser afectados por todas las críticas. Necesitamos la visión del edificio de Dios. Sin una visión, todas las cosas que hemos hablado aquí son en vano. Una vez tenemos la visión, todo es diferente; todo el universo cambia. Estoy limitado en cuanto a mi capacidad de hablar estas cosas, pero confío en el Señor, conforme a mi oración, que lo que he hablado aquí no es mi propia palabra, sino el Espíritu que revela la visión del edificio de Dios. El Espíritu Santo les revelará estas cosas a ustedes para que puedan recibir la visión del edificio. No hay otra visión en la Biblia. Todas las visiones en la Biblia tienen como fin el edificio, que es el objetivo mismo del propósito de Dios.

LA EDIFICACIÓN ES LA PRUEBA DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD

La espiritualidad verdadera tiene como fin el edificio de Dios

  Además de recibir la visión del edificio de Dios, también debemos ver lo que el edificio es en lo práctico. El edificio pone a prueba toda clase de espiritualidad. Nosotros mismos no somos la norma por la cual nuestra espiritualidad se pone a prueba para verificar su autenticidad. Más bien, tenemos que poner nuestra espiritualidad en el umbral del edificio para que sea probada. Es posible que usted sea muy espiritual, pero podría ser demasiado individualista. La espiritualidad individualista no es la auténtica. La espiritualidad verdadera y auténtica tiene que tener como fin el edificio. Si alguien considera que es espiritual, pero es independiente, individualista y está aislado del Cuerpo, su espiritualidad es un engaño.

  Es posible que alguien sea muy humilde, pero la única forma de probar si esta humildad es auténtica y espiritual o falsa y natural es comprobarla con el edificio. Hay muchas personas humildes, pero son demasiado independientes. No se relacionan con nadie. Son humildes de forma individualista, de forma aislada. Es posible que entre nosotros haya esta clase de hermanos amables, buenos y humildes, y quizás todos apreciemos tales personas. Sin embargo, si tenemos una visión “desde la cima de la montaña”, podemos mirar hacia abajo y ver la verdadera situación. Derribemos este tipo de humildad natural. Es demasiado individualista y aislada, e incluso es dañina. Con esta clase de humildad no hay capacidad para relacionarse con los demás. La espiritualidad verdadera y auténtica tiene como fin el edificio. Si podemos tener la edificación, entonces es irrelevante ser orgulloso o humilde. No queremos que otros nos alaben por nuestra humildad y que con ella ocasionemos daño al edificio.

  Respecto a Dios, lo que importa no es nuestra espiritualidad. Hablando con propiedad, Dios no se preocupa por la espiritualidad, sino por el edificio. No importa cuán buenos, humildes y espirituales consideremos que somos, seamos probados. ¿A qué grado estamos en el edificio? ¿Cuánto hemos sido edificados y relacionados con otros? El objetivo de Dios no es tener un grupo de cristianos amables. Su objetivo consiste en edificarnos conjuntamente. Él no desea piedras preciosas en un museo para ser exhibidas. Él quiere tener una casa edificada con los materiales preciosos. Es posible que usted sea precioso, pero que no haya sido edificado con otros. Si éste es el caso, usted sólo es útil para ser exhibido; no es útil para el edificio. Dios hizo los materiales preciosos para el edificio, y no para ser exhibidos de forma individualista.

  En cierto lugar algunos santos recomendaron a una hermana, diciendo: “Ella es tan espiritual. Es callada y siempre es tan amable con todos”. En realidad, esta hermana era amable con todo el mundo, pero no era útil para el edificio de Dios. Ella llevaba muchos años en aquella ciudad sin estar relacionada con nadie. Era considerada muy espiritual, pero no estaba conectada. Era amable de una manera aislada, individualista y espiritual que no tenía como meta la edificación del Cuerpo. No deberíamos apreciar esta clase de espiritualidad. La prueba de nuestra espiritualidad es la edificación.

Aplicar la prueba de la edificación para solucionar todos los problemas y responder a todas las preguntas

  En cierto lugar había dos grupos de hermanos que estaban en desacuerdo y discutían unos con otros. Finalmente, ambos grupos vinieron a mí para ver quién estaba bien y quién estaba mal. Después que yo había escuchado a ambos grupos por un largo periodo de tiempo, ellos me dijeron: “Sabemos que no va a tomar el partido de nadie, pero de todas formas deseamos saber cómo se siente. Si dice que estamos bien, recibiremos su palabra, y si dice que estamos mal, también la recibiremos”. En aquel entonces, no verifiqué quién estaba en lo correcto y quien estaba equivocado, como si estuviese usando la ley de Moisés. Más bien, apliqué la prueba de la edificación. Verifiqué con ellos, diciendo: “Hermanos, por favor consideren cuánto han sido hechos parte de la edificación. ¿Acaso lo que están haciendo aquí es provechoso para la edificación? ¿Es ello una ganancia para la edificación o una pérdida? ¿Ayuda la edificación o la estorba? Ustedes podrían tener toda la razón, pero de todas formas son un impedimento, un estorbo, para la edificación”. Entonces algunos de ellos oraron con lágrimas: “Oh Señor, perdónanos. Sentíamos que lo que hacíamos estaba correcto, incluso conforme a la Palabra, pero hemos estado ocasionando daño a la edificación”. Luego los otros hermanos dijeron: “Ahora entendemos con claridad. Nosotros también hemos estado causando daño al Cuerpo”. En aquel día muchos hermanos vieron claramente, no al verificar con la ley de Moisés, sino con la prueba de la edificación. Ellos lloraron, oraron y se arrepintieron delante del Señor, pidiéndole que los perdonara y salvara. Desde ese entonces, ninguno de entre esos hermanos habló acerca de quién estaba bien y quién estaba mal. Comprendieron que no es un asunto de estar bien o mal, sino de si somos juntamente edificados o no.

  Hoy no es el día de la ley. Hoy es el día de la edificación del Cuerpo. Lo que Dios busca hoy no es que guardemos los requisitos de la ley, sino que cumplamos con los requisitos del edificio. Debemos ser edificados. Ésta es la verdadera prueba de nuestra espiritualidad. Aun si sentimos que no hemos recibido la visión, de todas formas deberíamos poner nuestro propio ser y asuntos específicos acerca de nosotros bajo la prueba de la edificación. Si hacemos esto veremos la diferencia.

  Es difícil que alguien se relacione con otros de manera genuina si, por ejemplo, tiene pecados secretos que no ha confesado y asuntos interiores que están ocultos. Mientras tengamos algo que condena nuestra conciencia, no podremos ser edificados con otros. A fin de ver las cosas de manera apropiada y correcta, debemos tener la posición correcta, el ángulo correcto. Sin la prueba de la edificación podríamos tener cierto ángulo, pero si aplicamos la prueba de la edificación a muchos asuntos, nuestro punto de vista cambiará completamente. Veremos las cosas desde una perspectiva distinta. Entonces, siempre que nuestro punto de vista cambie, nuestros problemas serán solucionados.

  Hoy no es el día de la ley o la espiritualidad. Ésta es la era del edificio de Dios. El edificio de Dios es nuestra norma y prueba. Debemos probarnos no con respecto al bien o el mal, sino a cuánto hemos sido edificados. Ésta es la prueba, y también es la solución para todos nuestros problemas y la respuesta a todas nuestras preguntas. ¿Cuánto hemos sido relacionados con nuestros queridos hermanos y hermanas? ¿Hasta qué grado somos uno con ellos en el espíritu de amor, vida y realidad? Satanás odia esta unidad y armonía. Él se esfuerza por hacer todo lo posible a fin de dañar la unidad. Una vez perdemos esta unidad, perdemos nuestro impacto. Nuestro impacto es la unidad del edificio. Cuando somos verdaderamente uno, en armonía, y edificados juntamente como un solo Cuerpo, tenemos el verdadero impacto.

  Debemos ver la visión del edificio de Dios, y debemos probar nuestra vida, obra, mover, motivo, intención, deseo y punto de vista por medio de la edificación del Cuerpo. Si aplicamos la edificación como prueba, seremos cabal y enteramente revolucionados, y experimentaremos un verdadero giro.

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