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Mensajes del libro «Vivir del Dios-hombre, El»
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El vivir del Dios-hombre

PREFACIO

  Este libro es la recopilación de los mensajes que dio el hermano Witness Lee en Anaheim, California, del 21 de febrero al 26 de junio de 1996.

II. SU BENEPLACITO

  El beneplácito de Dios consiste en ser uno con el hombre y en hacerle igual a El en vida y en naturaleza, pero no en deidad (Ef. 1:5, 9). Efesios 1:5 dice que Dios nos predestinó para filiación según el beneplácito de Su voluntad. Para filiación significa para hacernos hijos. Dios nos predestinó, nos marcó, desde antes de la fundación del mundo para hacernos hijos Suyos según Su beneplácito. Si le preguntáramos: “Padre Dios, ¿cuál es Tu beneplácito?”, El diría: “Mi beneplácito es hacerme uno con ustedes y hacerlos Mis hijos”.

  Efesios 1:9 también habla del beneplácito de Dios, el cual El se propuso en Sí mismo. Dios tiene un plan que cumplir, y éste consiste en que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo, el cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Necesitamos toda la Biblia para entender este versículo de Efesios. El beneplácito de Dios consiste en que nosotros seamos Sus hijos, y que finalmente todos estos hijos tengan su consumación en la Nueva Jerusalén. No debemos olvidar estos puntos: primero, Dios nos ama, y segundo, El tiene un beneplácito. Según la revelación de la Biblia, el beneplácito de Dios consiste en tener muchos hijos y en que todos ellos lleguen a su consumación en la Nueva Jerusalén.

III. CREA AL HOMBRE

  El creó al hombre de manera especial con miras a Su beneplácito, que consiste en que los muchos hijos tengan su consumación en la Nueva Jerusalén.

A. A Su imagen y conforme a Su semejanza

  Según Génesis 1:26 Dios creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza.

B. Con un espíritu para que el hombre reciba a Dios y lo contenga

  Además, Dios creó al hombre con un espíritu para que le recibiera y lo contuviera a fin de que viviera por El como su vida (representada por el árbol de la vida) y su todo (Gn. 2:7). El espíritu humano del hombre es el aliento de vida de Dios. La palabra hebrea traducida aliento en Génesis 2:7 es traducida espíritu en Proverbios 20:27, donde dice que el espíritu del hombre es la lámpara del Señor.

C. Pone eternidad en su corazón

  Dios creó al hombre a Su imagen y con un espíritu humano para que éste le recibiera y lo contuviera. Eclesiastés 3:11 también dice que Dios puso eternidad en el corazón del hombre. Las cosas de este universo pertenecen principalmente a dos categorías: temporales y eternas. En 2 Corintios 4:18 Pablo dijo: “Por cuanto no miramos nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. Este versículo es la explicación apropiada de lo que dice Salomón en Eclesiastés 3:11. El rey sabio dijo que Dios lo creó todo hermoso en su tiempo y también puso eternidad en el corazón del hombre. Esto corresponde a nuestra experiencia humana. No importa cuán rica llegue a ser una persona ni cuánto éxito tenga, de todos modos se sentirá vacía. El hombre tiene un deseo profundo por cosas permanentes, y lo único permanente es lo eterno. La versión ampliada [de la Biblia] dice que la eternidad que está en el corazón del hombre es “un sentir divinamente implantado de que ha habido un propósito durante todas las edades, el cual sólo Dios satisface, pues ninguna otra cosa que esté debajo del sol puede”. Tenemos un sentir de que hay un propósito que sólo Dios puede satisfacer. Sólo Dios puede satisfacer el sentir de que hay un propósito, el cual está en nuestro corazón.

  Cuando Dios creó al hombre hubo tres cosas sobresalientes: Su imagen, nuestro espíritu humano que le recibe, y un sentir divinamente implantado en nuestros corazones de que ha habido un propósito durante todas las edades, el cual sólo Dios satisface, pues nada que esté debajo del sol puede hacerlo. El romance descrito en Cantar de Cantares no empieza con el Señor sino con la que lo busca. Una persona empieza a buscar al Señor porque dentro de ella tiene un sentir de que hay un propósito, el cual la conduce a buscar algo eterno. Nada cumple o satisface este sentir de que hay un propósito salvo Dios mismo, quien es Cristo. Muchas personas piensan que perdemos nuestro tiempo, pero en realidad lo redimimos. Los que van tras cosas temporales pierden el tiempo. Están ocupados en nada. Todo lo que les preocupa es temporal y efímero. En todo el universo el único que es eterno es el Dios eterno.

D. Pone al hombre frente al árbol de la vida

  Dios creó al hombre a Su imagen, con un espíritu humano y con un sentir implantado en lo profundo de su corazón de que hay un propósito. Luego Dios puso a este hombre delante del árbol de la vida, el cual representa a Dios, el Creador del hombre, como vida para él (Gn. 2:9).

IV. EL CAMINO POR EL CUAL EL HOMBRE PODIA TENER CONTACTO CON DIOS COMO EL ARBOL DE LA VIDA FUE CERRADO, DEBIDO A LA CAIDA DEL HOMBRE

  El camino por el cual el hombre podía tener contacto con Dios como el árbol de la vida fue cerrado, debido a la caída del hombre, por la gloria de Dios, representada por los querubines, por la santidad de Dios, representada por la llama, y por la justicia de Dios, representada por la espada que mata (Gn. 3:24). La espada que mata ejecuta la justicia de Dios. La gloria de Dios, Su santidad y Su justicia guardaban el acceso al árbol de la vida.

V. EL CRISTO CRUCIFICADO LLEGA A SER EL CAMINO QUE ES ABIERTO DE NUEVO, Y QUE LE PERMITE AL HOMBRE TENER CONTACTO CON DIOS COMO EL ARBOL DE LA VIDA

  Este camino cerrado se abrió en el Nuevo Testamento mediante la muerte del Señor, quien cumplió todos los requisitos de la gloria de Dios, de Su santidad y de Su justicia. Por tanto, el Cristo crucificado llega a ser el camino que es abierto de nuevo y que permite que el hombre tenga contacto con Dios como árbol de la vida (Jn. 14:6; He. 10:19-20). En Juan 14:6 el Señor dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida”. El llegó a ser el camino al ser crucificado. Hebreos 10 dice que un camino nuevo y viviente nos fue abierto por medio de Su muerte. Cristo con Su muerte es el camino abierto hoy de nuevo que le permite al hombre tener contacto con Dios como árbol de la vida.

VI. EL DIOS-HOMBRE NACE DE DIOS POR MEDIO DE LA REGENERACION

A. La vida está en Cristo, quien como Verbo de Dios creó todas las cosas

  Ahora queremos ver que el Dios-hombre nace de Dios por medio de la regeneración, el primer aspecto de la salvación orgánica que Cristo efectúa. La vida divina está en Cristo, quien como Verbo de Dios creó todas las cosas (Jn. 1:1-4). En Juan 1 se describen cinco eventos principales de la historia del universo, que son: la creación (v. 3), la encarnación (v. 14), Cristo como Cordero de Dios que efectúa la redención (v. 29), Cristo como Espíritu vivificante que transforma (vs. 32, 42) y la edificación de la casa de Dios con Cristo como la escalera que trae los cielos a la tierra y une la tierra al cielo (v. 51). Finalmente, la Nueva Jerusalén consumada será el propio Bet-el, la casa de Dios. Cristo como escalera se encarga del tráfico entre el cielo y la tierra. Los ángeles de Dios, los sirvientes, ascienden y descienden sobre esta escalera para servirnos. Nosotros somos la casa, los que disfrutan.

  Juan, al escribir de Cristo como Verbo de Dios, y al hablar por Dios y revelarlo, escogió estos cinco eventos. En la creación Cristo habló expresando a Dios. La creación habla por Dios. El salmo 19 dice que los cielos declaran la gloria de Dios y que aunque no se oiga la voz, de todos modos la creación habla (vs. 1-4). Pablo dijo en Romanos 1:20 que el hombre puede ver el poder eterno de Dios y Sus características divinas por medio de la obra creadora de Dios. Millones de cosas en la creación alaban a Dios al final de la Biblia (Ap. 5:11-14). La creación expresa a Dios. Esta es la palabra de Cristo que habla. La encarnación proclama y revela a Dios. Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” Esto también es una gran expresión. Luego el Espíritu transforma a los hombres de barro en piedras para que se edifique Bet-el, lo cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén.

B. La vida divina que está en Cristo es la luz de los hombres

  Estos cinco eventos principales de la historia del universo son el “tronco” al que alude Juan 1. De este tronco brota una pequeña rama. Esta rama es el hecho de que la vida está en este Verbo, y en la vida resplandece la luz (vs. 4-5). La vida divina que está en Cristo es la luz de los hombres, la cual resplandece con la vida divina sobre los hombres que están en tinieblas.

C. Tienen la potestad de ser hechos hijos de Dios

  Todo aquel que recibe esta luz resplandeciente y cree en Cristo como Verbo de Dios, quien contiene la vida divina de Dios, tendrá la potestad de ser hecho hijo de Dios (vs. 11-12).

D. Nacen de Dios

  Estos no nacen de sangre (la vida física), ni de la voluntad de la carne (el hombre caído después de que se hizo carne), ni de la voluntad del hombre (el hombre creado por Dios), sino de Dios, quien es la fuente y el manantial de la vida (v. 13). Dios es la fuente de la vida. También es el manantial de la vida que fluye. En los escritos de Juan, él describe a Dios como Aquel que fluye. Finalmente, el Dios Triuno fluye como un río de agua de vida que llega a las doce puertas de la Nueva Jerusalén, las cuales están en los cuatro lados y satisfacen y nutren toda la ciudad (Ap. 22:1). Dios fluye como manantial en Juan 4:14. El Señor nos da el agua de vida, la cual llega a ser en nosotros un manantial que brota para vida eterna.

  Pocos cristianos han prestado atención a la regeneración, como debieran. Nacimos de nuestros padres en nuestro primer nacimiento. Luego un día recibimos a Cristo por causa de Su luz, y fuimos regenerados. Tuvimos otro nacimiento. Pero yo les pregunto: de estos dos nacimientos, ¿a cuál dedicamos más atención: al primer nacimiento, el de nuestros padres o al segundo, el de Dios? No debemos prestar atención a nuestro primer nacimiento. Debemos recordar sólo un nacimiento, a saber, nuestra regeneración. Día tras día, no debemos olvidar que somos hijos de Dios, que no nacimos de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. Hoy nosotros los creyentes de Cristo sabemos quién es nuestro Padre. Respetamos nuestro segundo nacimiento, en el cual nacimos del propio Dios.

E. Los hijos de Dios son Dios-hombres

  Los hijos de Dios son Dios-hombres que nacieron de El.

F. Pertenecen a la especie de Dios

  Nosotros somos regenerados por Dios el Espíritu para ser espíritus, o sea, dioses (Jn. 3:6b) que pertenecen a la especie de Dios y entran en Su reino y lo ven (vs. 3, 5). Juan 1 nos dice cómo recibimos potestad para ser hijos de Dios. Luego Juan 3 habla de la regeneración una vez más. El versículo 6 dice: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Nosotros somos carne y nacimos de la carne en nuestra vida natural. Pero nacimos de Dios el Espíritu para ser espíritus, o sea, dioses. De una vaca nace otra vaca, y lo que nace de un caballo es un caballo. Nosotros nacimos del Espíritu, y el Espíritu es Dios. Juan 4:24 nos dice claramente que Dios es Espíritu. Puesto que nacimos de Dios el Espíritu, debemos de ser dioses en vida y en naturaleza, mas no en deidad. Si no creemos que quienes nacimos de Dios somos dioses, entonces, ¿qué somos? Lo que nace del Espíritu, es espíritu.

  Nuestro segundo nacimiento nos hizo entrar en el reino de Dios para que perteneciéramos a la especie de Dios. Los animales y las plantas tienen su propia especie. Nosotros nacimos de Dios, así que somos dioses que pertenecen a la especie de Dios. Siempre debemos recordar que somos Dios-hombres que pertenecen a la especie de Dios. Un Dios-hombre no discute con los demás. Este es un estudio intrínseco de la Palabra de Dios.

  La regeneración es el primer paso de la salvación orgánica que Cristo efectúa. El lavamiento de la regeneración quita todo lo relacionado con la vieja naturaleza de nuestro viejo hombre (Tit. 3:5). Este lavamiento es una salvación orgánica. Sin el lavamiento de la regeneración, tendríamos capas de la vieja creación en nuestro ser. Tal vez algunos piensen que no pertenecen a la especie de Dios, sino a la “especie” de los estadounidenses. Esta especie debe ser quitada. Necesitamos ver que la regeneración como primer paso de la salvación orgánica que Cristo efectúa quita las capas de la vieja creación de nuestra vieja naturaleza.

  Debemos recordar que somos Dios-hombres que pertenecen a la especie de Dios. Como Dios-hombres nacidos de Dios y que pertenecen a Su especie, no podemos hablar con nuestro cónyuge descuidadamente. Un esposo debe ser un Dios-hombre, que vive como tal. Ser meramente un hombre bueno está lejos del beneplácito de Dios. Necesitamos ver que somos Dios-hombres, que nacimos de Dios y pertenecemos a Su especie. Este es el comienzo del vivir del Dios-hombre.

  Dios le ama a usted. Dios tiene un beneplácito, el cual consiste en hacerle igual a El. El es Dios, así que usted también debe de ser Dios. El vivir de un Dios-hombre consiste en que Dios viva. Esta clase de enseñanza es mucho más elevada que la de ser santo o victorioso. En mis comienzos como creyente, vi muchos libros relacionados con la manera de llevar la vida cristiana, pero estos libros realmente no me revelaron nada. ¿Cómo puede uno ser santo? Uno puede ser santo al llevar la vida de un Dios-hombre. ¿Cómo se puede ser victorioso? Sólo al llevar la vida de un Dios-hombre. Nunca olvide que usted es un Dios-hombre, que nació de Dios y que pertenece a Su especie.

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