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Mensajes del libro «Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, El»
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NOTAS DEL MENSAJE CINCO

UNA VIDA DE REUNIRSE HABLANDO POR EL ESPIRITU DE FE

  Lectura bíblica: 2 Co. 4:13; 1 Co. 12:3, 8, 10; 14:1, 4, 26

EL ESPIRITU DE FE: UNA MEZCLA DEL ESPIRITU SANTO CON EL ESPIRITU HUMANO

  El título de este mensaje es “Una vida de reunirse hablando por el espíritu de fe”. ¿Han oído ustedes alguna vez de semejante título? “El espíritu de fe” es un término en 2 Corintios 4:13 que es muy difícil de entender. Debido a que es tan difícil de entender, la Versión de la Biblia de la Unión China no lo tradujo adecuadamente. Esta versión tradujo la primera parte del versículo como: “Pero todos tenemos fe”. Se omitió la palabra “espíritu”. La traducción correcta debe ser: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe”.

  En la Versión Recobro, hay una nota para la frase “el espíritu de fe”. En esta nota, yo cité los comentarios de dos autoridades del idioma griega, Alford y Vincent. Alford dijo: “No precisamente el Espíritu Santo, pero todavía no simplemente una disposición humana: el Espíritu Santo residente penetra y caracteriza al hombre renovado entero”. La interpretación de Vincent de palabras griegas en su mayor parte seguía la de Alford. Sus palabras son: “El Espíritu de fe: no precisamente el Espíritu Santo, ni, por otra parte, una facultad o disposición humana, sino combinando los dos”. En los dos pasajes arriba, debido a la falta de luz, ambos usaron el término “disposición”. Este término describe las condiciones interiores del hombre, incluyendo el espíritu humano. Los eruditos de la Biblia en aquel entonces no tuvieron un entendimiento claro del espíritu humano. No fue hasta el principio de este siglo que el asunto del espíritu humano fue entendido adecuadamente. Las personas tales como la señora Jesse Penn-Lewis hablaron mucho acerca del espíritu humano. Nosotros recibimos mucha ayuda de ellos desde hace sesenta años. Después de más estudio durante las últimas décadas llegamos a entender aun más claramente el asunto del espíritu humano.

  El espíritu de fe mencionado en 2 Corintios 4:13 es una mezcla del Espíritu Santo con nuestro espíritu humano. Nosotros debemos ser como el salmista que ejercitaba su espíritu para creer y hablar las cosas que experimentaba respecto al Señor, especialmente aquellas cosas concernientes a Su muerte y Su resurrección. Por el contexto de este versículo, sabemos que aquí Pablo estaba hablando de su experiencia tocante a la muerte y la resurrección del Señor. El dijo que nosotros que vivimos siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que la vida de resurrección de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. El también dijo que la muerte del Señor opera en nosotros, a fin de que la vida de Su resurrección sea dispensada a otros por medio de nosotros (vs. 11-12). Pablo habló todas estas cosas en el espíritu de fe.

  La fe no está en nuestra mente; está en nuestro espíritu, el cual está mezclado con el Espíritu Santo. Las dudas están en nuestra mente. El “espíritu” aquí indica que es por el espíritu mezclado que los apóstoles viven una vida crucificada en resurrección para la realización de su ministerio.

SIENDO LLENO DEL ESPIRITU SANTO PARA HABLAR POR FE

  Algunos me han preguntado qué es liberar nuestro espíritu. Muchas veces yo solía utilizar una ilustración. La mejor forma de describir la liberación del espíritu es mirar a un hombre cuando él está enojado. Cuando un hombre se enoja, no puede menos de abrir su boca. Una vez que se abre la boca, el mal genio se libera; el espíritu del mal genio se libera por medio de la boca. Al encender un fuego en una estufa, si se cierra la tapa y se cierra la apertura por debajo, el fuego no se arderá, pero si se abren todas las válvulas el fuego se encenderá en seguida.

  Satanás sabe de este principio mucho más que nosotros. En el asunto de hablar en la reunión, todos hemos sido enmudecidos por Satanás. Podemos hablar sin cesar en otros lugares, pero cuando llegamos a la reunión nos callamos. Puede ser que todavía estemos hablando cuando subimos las escaleras a la sala de reunión, pero una vez que nos sentamos en nuestras sillas nos callamos. ¿Quién ha cerrado su boca? Todo esto es debido a la táctica de Satanás. Algunos dicen que tenemos que ser apropiados y callados cuando venimos para adorar a Dios, pero en realidad ésta es la manera del cristianismo degradado. Imperceptiblemente hemos sido engañados por Satanás. La Biblia nos dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos en espíritu” (lit., Ef. 5:18). Embriagarse con vino es tener el cuerpo lleno de vino, pero ser lleno en nuestro espíritu regenerado es ser lleno con Cristo y con el Dios Triuno. Llenar el cuerpo resulta en disolución, pero el llenarse con Cristo y con el Dios Triuno resulta en hablar “entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Ef. 5:19).

  Cuando vamos a las reuniones, ni debemos ser como el pastor que se ocupa de todo el hablar ni debemos ser los miembros que ocupan los bancos y no hablan en absoluto. El reunirnos es una vida de reunirnos por medio de hablar con el espíritu de fe y no con el espíritu del mal genio. La fe no está en nuestra mente; está en nuestro espíritu. En 2 Corintios 5:7 dice: “Porque por fe andamos, no por vista”. Nuestro andar hoy no es conforme a las circunstancias exteriores, sino por fe. La fe no depende de las circunstancias alrededor de nosotros. Por esto, hablar por fe es hablar sin depender de las circunstancias exteriores. Pablo no estuvo abatido ni se desanimó cuando se encontró con dificultades, pero todavía pudo decir: “Regocijaos en el Señor” (Fil. 4:4). La estrofa 1 de Himnos, #304 dice:

  Oh, regocijémonos en el Señor, Aunque todo esté angustioso, Y haya aflicciones con mucho dolor, Mejor es cantar que quejarse.

  Estas son palabras de fe. No se hablan conforme a las circunstancias. Es por eso que la fe no está en su mente. No está en su discernimiento. La fe está en su espíritu. En las reuniones cada uno de nosotros, sea hermano o hermana, sea joven o viejo, puede hablar por este espíritu de fe. Todos nosotros podemos hablar por el espíritu que está lleno interiormente del Dios Triuno.

LA NECESIDAD DE PRACTICAR EL HABLAR EN LAS REUNIONES

  En 1 Corintios 14:31 dice: “Porque podéis profetizar todos uno por uno”. Pero cuando yo miro la manera en que ustedes se ponen de pie para hablar, soy convencido de que todos ustedes necesitan practicar el hablar en las reuniones. Para que un niño aprenda a hablar chino, tiene que empezar cuando tiene uno o dos años. Gradualmente, llegará a ser más competente y antes de tener ocho o nueve años llegará a dominar bien el idioma. Cuando las hermanas chinas mayores vienen a los Estados Unidos, tienen que aprender el idioma inglés. Les es difícil pronunciar las palabras, porque nunca han practicado el hablar en inglés.

  Hablar en las reuniones es absolutamente un asunto de la práctica. La razón por la cual ustedes no pueden hablar es porque no practican el hablar. Mientras no hablen nunca serán capaces de hablar. En realidad, cuando ustedes platican con otros en casa, tienen mucho que decir. Esto es verdad especialmente con las hermanas. Cuando ellas descuelgan el teléfono, pueden continuar hasta cuando sea. Ellas pueden tener comunión, y aun pueden orar por teléfono, pero cuando van a las reuniones no pueden ni tener comunión ni orar. Ustedes dicen que van a las reuniones para adorar a Dios, pero si sus bocas están cerradas les será difícil ser librados para servir a Dios. Dios quiere que el hombre hable. En 1 Corintios 12:3 dice: “Nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede decir: Señor Jesús, sino por el Espíritu Santo” (lit). Por lo tanto, en las reuniones todos ustedes pueden decir: “Señor Jesús”.

  Además, tenemos un himnario en nuestra mano. Cada himno en este libro es un mensaje. Pueden utilizarlo para hablar un poco. No sean tan legalistas, esperando en silencio a que se lo toque completamente al piano antes de cantarlo. Pueden hablar unos a otros con los cánticos. Esto producirá una reunión muy buena. Algunos se han quejado de que es difícil conducir una reunión de un grupo pequeño. Por lo menos todos ustedes pueden escoger unos pocos himnos para cantar juntos y para hablarse unos a otros.

EJERCITANDO EL ESPIRITU PARA HACER DECLARACIONES EN FE

  En las reuniones, ya sea que estamos leyendo la Escritura o hablando del Señor Jesús o que estamos proclamando los himnos unos a otros, todos tenemos que ejercitar nuestros espíritus. Cuando ustedes ejercitan su espíritu, ejercitan su fe para hacer declaraciones en fe. Si ustedes ejercitan su espíritu para declarar: “¡Queridos hermanos y hermanas! ¡El Señor Jesús es el Salvador de la humanidad!” su espíritu estará lleno de fe. Si ustedes no más que murmuran de manera débil: “El Señor Jesús es el Salvador. Estoy crucificado con El”, no hay espíritu y no hay fe. Puede ser que los oyentes se pregunten en sus corazones: “¿De qué estás hablando? ¿Cómo puedo yo estar crucificado con Cristo? El fue crucificado desde hace dos mil años. ¿Cómo es que yo pueda estar crucificado juntamente con El?” Sólo es cuando su espíritu sale que su fe sale también. Solamente entonces saldrán el poder, luz, vida y el evangelio también. Solamente entonces sus palabras darán suministro y ayuda a otros.

  Puede que algunos digan: “Hermano Lee, ésta es la profesión suya. Usted ha ido en esta carrera durante más de cuarenta años. Por supuesto que puede hablar”. Ellos tienen razón, pero ustedes tienen que saber que ésta debe ser la profesión de todo cristiano. Todos nosotros somos testigos del Señor. Jesús dijo en Hechos 1:8: “Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y seréis Mis testigos tanto en Jerusalén, como en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más remota de la tierra”. No estoy de acuerdo con que la gente me llamen predicador; todos somos testigos del Señor. Todos podemos hablar por el Señor, y todos debemos abrir nuestras bocas para testificar por el Señor.

  Como testigos del Señor, cuando abrimos nuestra boca tenemos que liberar nuestro espíritu. Tengo miedo de que muchas personas liberen su espíritu solamente cuando se enojan, pero cuando hablan del Señor Jesús su espíritu no es tan fuerte. ¿Por qué tenemos que orar antes de predicar el evangelio o dar un mensaje? Aunque estoy muy ocupado, cada vez antes de venir a predicar, tengo que poner a un lado todo lo demás para orar delante del Señor. Nuestra oración es como inflar las llantas de un coche; antes de hacer un viaje largo, tenemos que inflar las llantas en la gasolinera para que no tengamos una llanta desinflada en el camino. Nosotros los cristianos somos todos testigos del Señor. Todos tenemos que ir al Señor cada día para llenarnos de aire. Todos tenemos que aprender a hablar; ésta es la carga de este mensaje.

TODOS LOS SANTOS HABLANDO EN TODAS LAS REUNIONES EN CASA

  En las reuniones debemos prestar atención al hablar mutuo. En 1 Corintios 14:26 dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación”. Aquí vemos que no es que una o dos personas hablen mientras otras escuchan; más bien, es que todos tenemos un salmo o una enseñanza o una revelación. Todos pueden hablar.

  Un hermano me dijo que en el lugar donde él trabaja, tiene un colega que se reúne con una iglesia de trescientas personas. Ellos también descubrieron que no es tan eficaz tener a un solo hombre hablando mientras los demás escuchan. Como resultado, dividen las reuniones grandes en muchos grupos pequeños, cada grupo pequeño teniendo un líder. Esta práctica no es conforme al ejemplo dado en la Biblia. Esto no es más que trasladar a las reuniones pequeñas el método empleado en las reuniones grandes. Todavía es un solo hombre quien habla. Originalmente había trescientas personas que escuchaba a una persona. Ahora hay diez grupos pequeños. Lo que hay entonces es treinta personas que están escuchando a un solo hombre. El principio todavía es lo mismo. Pero la Biblia dice que cuando nos reunimos cada uno tiene un salmo, una revelación, una enseñanza y así sucesivamente. En otras palabras, todos pueden hablar.

  Un país fuerte y una sociedad sana no dependen de las masas o de las comunidades tanto como dependen de las fuertes familias individuales. Si en una familia solamente la madre lo hace todo mientras que los demás no hacen nada, cuando la madre se enferme, entonces toda la familia tendrá problemas. Ellos pueden sólo ir para comer hamburguesas o perros calientes. Las reuniones de las cuales habla la Biblia son reuniones de casa en casa. En estas reuniones todos hablan y todos pueden cocinar.

  Por esta razón debemos edificar las reuniones en los hogares de los cristianos. Toda casa debe vivir una vida normal. Toda casa tiene que preparar cocina casera, y todos pueden cocinar para otros. Si todos los hogares son sanos, entonces la comunidad será sana. Si la comunidad es sana, el país será fuerte.

EL RECOBRO DEL SEÑOR NO DEPENDIENDO DE ORGANIZACIONES O PREDICADORES

  El protestantismo de hoy depende de la organización. Además, ellos dependen también de los predicadores producidos por el entrenamiento teológico. En realidad, en la organización y en el estudio de la teología, los protestantes son muy inferiores a los católicos. La organización en la iglesia católica es mucho más estricta que la del protestantismo. Hasta cierto punto, el estudio de la teología es mucho más profundo en el catolicismo que en el protestantismo. Sin embargo, aunque el catolicismo tiene más harina fina, también tiene más herejías que no se encuentran en el protestantismo. Aunque el protestantismo no tiene tanta levadura, tampoco tiene tanta harina fina. A las dos les falta. El protestantismo sobrevive y se propaga por la organización y por medio de producir predicadores. Sin embargo, en el recobro del Señor las iglesias locales no pueden depender de organización o de estudiantes del seminario.

  Debido a la influencia de nuestro medio ambiente y del trasfondo del cristianismo, nunca nos hemos librado completamente de los métodos del cristianismo. No lo llamamos organización. Cambiamos el término y lo llamamos arreglo. No usamos estudiantes del seminario; tenemos unos pocos “portavoces”, unos pocos dotados y elocuentes. Ya no podemos tomar este camino. Hemos ido haciendo esto durante muchas décadas. No podemos seguir así. Tenemos que cambiarnos. Ya no debemos prestar toda nuestra atención a las reuniones grandes donde uno predica y todos los demás escuchan. Tenemos que dedicar dos tercios de nuestro esfuerzo a los grupos pequeños. Las reuniones grandes deben ocupar solamente un tercio de nuestro esfuerzo.

  No espero que sus reuniones en casa tengan éxito inmediatamente. Si ustedes fracasan, trátenlo otra vez. Espero que me será necesario dedicar dos o tres años para cambiar la situación entre las iglesias. Una vez que los grupos pequeños estén edificados, experimentaremos la bendición. Esta es una obra lenta; no la podemos realizar meramente teniendo una llamada experiencia del bautismo en el Espíritu Santo.

  El movimiento pentecostés con su hablar en lenguas y sus milagros es como una marea; viene y se va. Nunca puede edificar a la iglesia. La obra de Pablo no fue una marea. Ella seguía porque su obra fue edificada sobre la vida y la verdad. Hoy no dependeremos del pentecostalismo, ni del hablar en lenguas ni de ninguna reunión grande. Podemos utilizar las reuniones grandes, pero no podemos depender de ellas. Podemos usar las reuniones grandes para reunir la gente; pero los que son reunidos tienen que ser introducidos en los grupos pequeños. En las reuniones de los grupos pequeños estamos decididos a no tener ningún líder. Cada uno es un líder. Cada uno hablará. Aunque esto es difícil, debemos esforzarnos por ello. De otro modo estaremos degradados y nos haremos meramente otra parte del cristianismo. Si queremos preservar el recobro del Señor, tenemos que edificar los grupos pequeños.

  Espero que todos los jóvenes se den cuenta de la situación de hoy. Y espero que los mayores vean la necesidad de hoy. En cuanto a los de mediana edad, ustedes tienen que levantarse para ser los miembros de núcleo. Tienen que tomar la carga en sus hombros y tienen que tomar la iniciativa en perseguir una vida y un vivir en el espíritu. A fin de que nuestras reuniones en casa sean fuertes, vivientes y frescas, todos tenemos que esforzarnos para crecer en vida, para estar llenos en el espíritu constantemente y para buscar la verdad para que podamos ser una expresión del Espíritu.

TODOS PUEDEN PROFETIZAR

  A fin de que un hombre crezca en vida, que sea capaz de ejercitar su espíritu y que sea equipado con la verdad para su expresión y su elocución, él necesita abrir su boca para hablar. Todos tienen que aprender a hablar en las reuniones. Aun si ustedes no pueden hablar, tienen que aprender a hablar. Tenemos que practicar el hablar. Puede ser que ustedes sientan que no saben cómo hablar, pero si abren su boca sabrán cómo hablar. Muchos pueden testificar que si ustedes no hablan en una reunión particular, regresarán a casa con poca provisión. Pero en la reunión si ustedes abren su boca, obtendrán algo de suministro. Mientras más abran su boca, más disfrutarán las reuniones y más obtendrán el provecho. Mientras más ustedes hablen, más pueden hablar; mientras más hablan, más cosas tienen de que hablar. En las reuniones tenemos que hablar por el espíritu de fe. Tenemos que hablar en el Espíritu. En el momento que ustedes abran su boca, su espíritu saldrá. Esto es hablar en el Espíritu. En este hablar la fe se manifiesta y habrá mucho contenido y poder en su hablar.

  En 1 Corintios 12:8 se nos muestra que la primera manifestación del Espíritu Santo en un creyente es una palabra de sabiduría. La segunda manifestación es una palabra de conocimiento. Luego están los que pueden profetizar (v. 10). Esto no quiere decir que profeticen en el sentido de predecir, sino en el sentido de hablar por y emitir Dios. Por esta razón, Pablo dijo: “Procurad... que profeticéis” (1 Co. 14:1). Otra vez él dijo: “Porque podéis profetizar todos uno por uno” (1 Co. 14:31). ¿Por qué? Porque: “el que profetiza, edifica a la iglesia” (1 Co. 14:4). Después de esto Pablo pasa a mostrarnos que cada vez que nos reunimos cada uno tiene un salmo, tiene una enseñanza, tiene una revelación, tiene una lengua o tiene una interpretación y que todos éstos deben hacerse para edificación (1 Co. 14:26). La revelación mencionada aquí es semejante a la palabra de sabiduría mencionada en el 12:8, y la enseñanza mencionada aquí es semejante a la palabra de conocimiento.

  Después de leer todos estos versículos ustedes verán que nuestra reunión no es nada más que el hablar. Si se quitara de la reunión el hablar, no quedaría mucho; la reunión será desprovista de contenido. Es una lástima que nosotros hayamos sido influenciados tan profundamente por el cristianismo tradicional. Cada vez que nos reunimos, todos están callados. Todos esperamos a que uno o dos hablen. Esto está equivocado. Debemos cambiar nuestro concepto.

  Hoy día el Espíritu es como el aire; El está soplando por todas partes. Pero si ustedes cierran la ventana, el viento nunca puede entrar y ustedes nunca pueden obtener aire. Tienen que creer que hoy día el Espíritu del Señor en nosotros es como el aire. El está también sobre nosotros como el viento. El problema es que no estamos dispuestos a abrir nuestra boca. Desde mi juventud después de que fui salvo sabía que como cristiano tenía que abrir mi boca para testificar y hablar por el Señor. Pero no estaba acostumbrado a hablar. Cada vez que yo hablaba me ponía colorado. Debido a esto, me decidí a ejercitarme. Muchas veces yo iba a la playa y hablaba a las olas. Espero que todos ustedes practiquen el hablar de la misma manera. Cuando ustedes hablen, háganlo por el espíritu de fe, y aprendan a ejercitar su espíritu para empujar las palabras.

HABLANDO EN LA REUNION CONCERNIENTE A NUESTRA EXPERIENCIA DE CRISTO

  Nuestro hablar en las reuniones debe evitar el tono de predicación. Tenemos que aprender a emitir nuestra experiencia de Cristo por nuestro espíritu de una manera sencilla. Esto da mucha ayuda en las reuniones de los grupos pequeños. Muchas veces cuando ustedes se ponen de pie para hablar, no hay espíritu y no hay fe. Como resultado, no hay contenido y no hay poder. La razón es que ustedes no han practicado suficientemente. Primero tenemos que aprender a abrir nuestra boca. Si hablamos bien o no es otra cosa. Esto es como aprender el inglés; si ustedes no hablan, nunca aprenderán. Aun si se equivocan, todavía deben hablar. Si ustedes hablan con bastante frecuencia, ya no se equivocarán. Estarán familiarizados con el lenguaje y descubrirán el secreto para hablar el lenguaje. Luego tienen que aprender a empujar sus palabras por el espíritu. Esta clase de hablar seguramente es con fe; seguramente estará lleno de poder y de contenido.

  Para muchos de nosotros nuestra dificultad en primer lugar es que no hablamos. En segundo lugar, cuando hablamos, nuestro espíritu no sale. En tercer lugar, el contenido de nuestro hablar principalmente es en el tono de predicación. Tenemos que hablar, y nuestro espíritu tiene que salir y no debe haber tono de predicación. Especialmente en las reuniones pequeñas, las doctrinas no ayudan mucho a otros. Lo mejor que hacer es hablar las experiencias reales de Cristo.

  Por ejemplo, en el contexto de 2 Corintios 4:13, no vemos ninguna predicación en las palabras de Pablo. El estaba dando su propio testimonio. El versículo 10 dice: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. Luego él continúo: “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida”. Todas estas palabras son el testimonio de Pablo de su experiencia de la muerte de Cristo y de la vida de Cristo. Luego en el versículo 13 él dijo: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe ... por lo cual también hablamos”.

  Tenemos que aprender a abrir nuestra boca y tenemos que empujar nuestro espíritu. Además, deberíamos evitar el tono de predicación. Solamente debemos hablar de nuestra experiencia. No creo que nosotros que confiamos en el Señor y le amamos no podamos tener ninguna experiencia de El. Lo que me hace experimentar más al Señor en mi vida diaria es cuando otros hablan cosas diferentes al hablar mío. En ocasiones así estoy descontento. De igual manera, cuando otros no se comportan conforme a mi manera, también eso me molesta. Estas cosas suceden frecuentemente. Todas éstas son buenas experiencias. Si estamos dispuestos a aprender a vivir a Cristo en nuestras vidas diarias, no nos molestará cuando otros hablan cosas contrarias a nuestra voluntad y se comportan contrarios a nuestro deseo. No es asunto de cultivar un cierto comportamiento. Es una cuestión de quién vive en ustedes. Si ustedes viven en sí mismos hablarán de cultivar cierta actitud o comportamiento. No harán mala cara a otros y no reprenderán a otros. La mayoría de los cristianos son así; pero esto no es vivir a Cristo. Una persona que vive a Cristo tiene a Cristo viviendo en él. El no es influenciado si otros hablan cosas que convengan a su gusto, y no se molesta si otros hablan cosas contrarias a su voluntad. Espero que todos ustedes den esta clase de testimonio. No prediquen doctrinas. ¿Qué pasó con su espíritu hoy mientras se estaban poniendo los zapatos? ¿Qué pasó con su espíritu cuando fueron al peluquero? ¿Qué pasó con ustedes cuando estaban negociando con otros? Debe haber muchos testimonios de esta clase. Si ustedes no tienen esta clase de testimonio son meramente cristianos que asisten a reuniones; no son los que viven a Cristo y que le experimentan en su vida diaria.

  Yo quisiera decirles que aunque tengo muchas cargas para orar, cuando me despierto cada mañana yo pongo a un lado todas estas cargas. Yo oro solamente una oración tranquila al Señor: “Señor, te doy gracias por darme otro día para vivirte. Señor concédeme la gracia de vivir en el espíritu, y de vivirte hoy”. Esta oración cada día me ayuda a darme cuenta de que yo no estoy viviendo conforme al espíritu y que yo no estoy viviendo a Cristo en muchas cosas. Ante el Señor yo confieso mis pecados y pido perdón. En realidad, en mi vida diaria, la mayoría del tiempo solamente la hermana Lee está conmigo. A veces otros vienen y nos visitan un poco. Sin embargo, muchas veces siento que no estoy viviendo a Cristo en esto o en aquello, y no estoy andando conforme al espíritu en muchas cosas. Todos necesitamos esta clase de práctica. Debemos experimentar lo que la Biblia dice, que “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20), para que todos podamos andar conforme al espíritu.

  Espero que todos ustedes tomen estas palabras en serio y las lleven al Señor en oración. Hagan de ellas su ejercicio diario. Tienen que orar sinceramente, pidiendo y diciendo al Señor que realmente desean andar conforme al espíritu en todo y que verdaderamente desean vivir una vida que ya no sea ustedes sino Cristo que vive en ustedes. Cuando oren de esta manera verán que durante el día tal vez sólo un cinco por ciento de su vivir es Cristo. Pero aun si trajeran este cinco por ciento a la reunión, la reunión estaría llena de muchos testimonios. Todos deben traer un poco, y todos pueden hablar un poco. Esto es semejante a los hijos de Israel en el Antiguo Testamento durante las fiestas; cada uno traía su fruto y lo comía, lo bebía y lo disfrutaba ante Dios.

  Esto es lo que falta en el cristianismo. Los cristianos están acostumbrados a servicios de adoración y reuniones de predicación. Esto ha resultado ser su costumbre y su hábito. No existe la situación donde, cuando todos se reúnen, todos testifiquen de su experiencia personal del Señor en su vida diaria. En las reuniones de los grupos pequeños no necesitamos predicación; cada uno puede testificar de su experiencia del Señor. Nosotros también podemos utilizar los himnos para leer y hablar unos a otros. De esta manera las reuniones de los grupos pequeños se enriquecerán y se volverán vivas. Espero que todos ustedes puedan recibir esta palabra.

  Una oración final: Señor, verdaderamente necesitamos Tu misericordia. Sabemos que Tú estás haciendo algo aquí para cambiar la época. Señor, sal de entre nosotros. Todos queremos ser los que te aman. No queremos impedirte aquí. Señor, haz arder nuestro amor por Ti desde lo más profundo de nuestro ser. Señor, haz más profundo nuestro deseo por Ti. Concédenos una sed más profunda para que no estuviésemos satisfechos con la condición actual, y que no estuviésemos contentos con la condición de nuestras reuniones de la iglesia o de las reuniones en casa. Señor, sé misericordioso con todos nosotros para que todos busquemos la abundancia de vida, para que todos seamos llenos en espíritu, para que tengamos un entendimiento claro en la verdad y para que nos ejercitemos en el hablar. Cuando hablamos, que estemos hablando desde el espíritu de fe, con el espíritu saliendo y la fe complementándolo. Señor, ten misericordia de todos nosotros. Que todos nosotros, familia por familia, uno por uno, seamos jóvenes y viejos, recién salvos o no, nos ejercitemos en este asunto. Que Tú nos concedas a todos la bendición. Por Tu nombre oramos, amén.

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