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Mensajes del libro «Watchman Nee — Un siervo que recibió la revelación divina en esta era»
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CAPITULO TREINTA Y DOS

LA RELACION ENTRE WITNESS LEE Y WATCHMAN NEE, DE 1934 A 1936

LA RELACION EN LA ASIGNACION DE LA OBRA

  Mientras yo estaba en el norte, después de las conferencias que Watchman Nee había dado, celebró una serie de reuniones con la iglesia en Shanghai en febrero de 1934. En dichas reuniones estuvieron los que habían asistido a las conferencias y que se habían quedado allí; el propósito de esas reuniones era estudiar lo que enseña la Biblia acerca de la vida de asamblea. Regresé de Chifú a Shanghai en mayo. Un día después de mi llegada, Watchman se me acercó, me entregó un paquete de artículos que él había escrito y me dijo: “Por favor, escribe un prefacio para estos artículos”. Cuando abrí el paquete, estaba muy contento de ver que aquellos artículos eran los mensajes que él había dado en las reuniones de estudio bíblico en las que yo no había estado presente. Los leí sin pausa, hasta que terminé aquellos cuatro capítulos. Lo más destacado de esos capítulos trataba de los límites de la iglesia local. Después de leerlos, escribí un prefacio, y se publicaron en forma de libro bajo el título La vida de asamblea.

  Cuando regresé a Shanghai, me di cuenta de que el hermano Nee no estaba muy bien de salud. Durante casi todas las reuniones, él descansaba o salía a tomar aire. Generalmente él compartía en las conferencias, y a mí se me dio la carga de ministrar durante las reuniones habituales.

  El hermano Nee era responsable principalmente de dos publicaciones: El testimonio actual y El cristiano. Esta última publicación se había suspendido durante siete años, en los cuales él solamente publicó El testimonio actual. En 1934, él decidió junto con muchos colaboradores, volver a publicar El cristiano, y me pidieron que yo fuera el redactor, responsabilidad que asumí hasta el año 1940.

  Desde fines de 1933, Watchman Nee también publicó un periódico que informaba acerca de la obra y de las iglesias, titulado Colección de boletines. La colaboradora que más años llevaba entre nosotros, la hermana Ruth Lee, fue designada como redactora de ese periódico. Cuando ella estaba fuera de Shanghai, a mí también me me correspondió ser el redactor de ese periódico.

  Por todas estas responsabilidades, se me abrió una oportunidad inmensa de aprender a laborar para el Señor en Su recobro, a ayudar a otros a crecer en vida, a edificar la iglesia con la vida y a ocuparme del ministerio de las publicaciones. Al haber sido puesto bajo la dirección del hermano Nee por la providencia del Señor, aprendí por Su misericordia y gracia muchas lecciones relacionadas con la vida, con la práctica de la iglesia y con la obra, de una manera viva. Lo que aprendí durante ese tiempo echó un sólido fundamento para mi futuro. ¡Cuánto le agradezco al Señor por eso! ¡Cuán agradecido estoy por el perfeccionamiento que recibí del hermano Nee y por la disciplina llena de gracia y de sabiduría que me brindó.

  Estar todos juntos en Shanghai nos permitió tener conversaciones muy fructíferas. En una ocasión ambos íbamos hacia una granja en las afueras de la ciudad a visitar a unos hermanos. En el camino hablamos de nuestra situación frente a las denominaciones. Ante el hecho de que las denominaciones rechazaban nuestro testimonio, él dijo: “De ahora en adelante, debemos volvernos a los gentiles como lo hicieron los apóstoles en Hechos 13:46". Esto abrió mis ojos para ver algo más acerca de la senda del Señor.

  En el verano de 1934, él viajó con cuatro de nosotros, conduciendo el automóvil él mismo, para visitar cuatro provincias: Kiangsu, Chekiang, Kiangsi y Anhwei, con el fin de observar la posición que tenían los hermanos en esos lugares frente al mover del Señor. Mientras viajaba con él, me di cuenta de que él amaba al Señor con todo su corazón, y que veía y preveía claramente muchas cosas. Los cinco hermanos éramos de distintas provincias, que iban desde el extremo norte hasta el extremo sur. Viajamos y nos hospedamos juntos durante muchos días. Disfrutamos de la conversación útil y edificante del hermano Nee y de la presencia del Señor, además de la unidad y la armonía que tuvimos en el espíritu. ¡Nunca podría olvidar las experiencias agradables y valiosas de aquellos días que pasamos en los cielos!

  En el verano de 1934, la hermana Ruth Lee visitó las iglesias de la provincia de Kwangtung y de Hong Kong. Por consiguiente, en ese lapso me encargaron la redacción de la revista Colección de boletines. Durante ese mismo período el hermano Nee fue a descansar a Fuchow, su ciudad natal. Mientras él descansaba allí, me escribió la siguiente carta acerca de esa publicación, y fue incluida en Colección de boletines, número nueve:

  6 de julio de 1934

  Estimado hermano Witness:

  ...En cuanto a los artículos publicados en Colección de boletines, espero personalmente que en el futuro haya más noticias de la manera en que los hermanos y hermanas se consagran al Señor, de la manera en que le obedecen y le toman como Cabeza sobre todas las cosas, de la manera en que vencen en medio de su aridez y entran en la vida abundante, y de la manera en que son librados de una vida pecaminosa y vencen el pecado. Estos aspectos espirituales son mucho más importantes que el aspecto exterior de salir de las denominaciones.

  ¿Cuál es nuestro centro? ¿Consiste nuestra obra en predicar a Cristo como Señor o en predicar que debemos salir de las denominaciones? Temo que en cada localidad haya hermanos que, por tener poco entendimiento y experiencias espirituales limitadas, solamente estén conscientes de asuntos exteriores, como por ejemplo, el bautismo, el cubrirse la cabeza y las denominaciones, y agoten sus esfuerzos propagando estos asuntos. Al hacer eso, crean confusión entre los de afuera, los cuales pensarán que sólo ponemos énfasis en formalismos y no exaltamos a Jesucristo como Señor.

  Sabemos que si alguien sigue al Señor, ciertamente se ocupará de estos asuntos visibles. Pero eso no significa que todo el que practique estas cosas siga necesariamente al Señor de manera incondicional. Debemos recalcar una vez más, por el bien de los hermanos que no están muy informados entre nosotros, que aunque creemos en estas cosas exteriores, no son ellas las que nos hacen diferentes, sino nuestro testimonio.

  Otra carga que llevo siempre en mi corazón es el asunto de los colaboradores. Le damos gracias al Señor por el hecho de que muchos hermanos que tenían cierto rango o alguna posición en las denominaciones han visto la verdad acerca de la iglesia. Pero eso también es un problema. Muchos sólo han visto que el sectarismo que predomina entre las denominaciones es un error, pero no han percibido el error del sistema existente en las denominaciones. Por consiguiente, salieron de las denominaciones, pero no han rechazado el sistema que ellas usan. En consecuencia, piensan que por haber sido obreros en las denominaciones, pueden seguir siéndolo después de haber salido de ellas. No les interesa saber si Dios les dio dones ni si los llama a servirle. Aunque salieron de las denominaciones en las que estaban, no dejaron la obra que éstas les proporcionaban. Esto hará que tengamos entre nosotros muchos obreros que no son aptos.

  Creo que la voluntad de Dios es que después de que uno sale de las denominaciones debe buscar un trabajo normal y dar testimonio del Señor allí, a menos que uno sepa que fue llamado y que tiene algún don. No debe uno imaginarse que por haber sido obrero antes, puede continuar en lo mismo y empezar una obra en una localidad. Este es el mayor peligro que existe entre nosotros. Preferimos que la localidad no tenga ningún obrero ni ninguna obra, a que se haga allí algo de manera insensata. ¡Cuán necesario es que sea aniquilada la carne!

  Le doy gracias al Señor porque muchos han sido obedientes en las prácticas externas, pero su obediencia no está restringida a estos asuntos. Estos solamente son una parte de la obediencia a la voluntad de Dios. Si lo exterior no es fruto de una realidad interior, no tienen ningún valor...

  La paz sea contigo.

  Tu hermano,

  Watchman Nee

  ________________________________________________________

  Durante ese mismo período, mientras la hermana Ruth Lee viajaba por el sur, nos escribió una carta a Watchman y a mí acerca de la iglesia. Watchman me pidió que la publicara en el número diez de Colección de boletines con el siguiente comentario suyo:

  ________________________________________________________

  13 de julio de 1934

  La siguiente carta de la hermana Lee fue dirigida al hermano Witness y a mí, mientras ella viajaba y laboraba en el sur de China. Ella solicitó específicamente que no publicásemos su carta en Colección de boletines, por el principio de que no es correcto que una hermana hable de los asuntos sin la covertura de un hermano. Aún así, publicamos esta carta porque creemos que puede ser de ayuda para los creyentes de todas las localidades. El hermano Lee y yo asumimos la plena responsabilidad de su contenido y de todo lo relacionado con esta carta.

  Watchman Nee

  ________________________________________________________

  La carta de la hermana Lee dice lo siguiente:

  ________________________________________________________

  Estimados hermanos Watchman y Witness:

  ... Toda obra debe pasar por el fuego para que su valor sea puesto en evidencia. ¿Puede acaso uno hacer algo separado del Señor?

  En este momento en varios lugares, mediante la comunión personal con los hermanos y hermanas y por lo que he visto y oído, tengo mucho que agradecer al Señor. Sin embargo, tengo también algunos temores y reservas. La mayoría de los hermanos y hermanas en Swatow son como una hoja en blanco; lo único que necesitan es que se les escriba lo debido. También son como una parcela de tierra fértil, que sólo necesitan que se les siembre el cultivo apropiado. En un año, unos veinte hermanos y cuarenta o cincuenta hermanas han empezado a reunirse con regularidad, sin contar a los que sólo vienen cuando se predica un mensaje. Las hermanas que están en Taishan laboran continuamente y se entregan al Señor con todo lo que tienen. Estas son buenas señales.

  Quisiera que en lo sucesivo, los hermanos prestaran atención a los siguientes asuntos:

  1) Si los hermanos de alguna localidad desean celebrar la mesa del Señor, deberían saber por lo menos lo que es la iglesia y lo que significa la reunión de la mesa del Señor. Algunos afirman que no son una secta por el simple hecho de que no tienen ningún nombre, pero en sus numerosas actividades son en realidad una secta; y si algunos piensan que sólo ellos son la iglesia y que son mejores que los demás, se convertirán inevitablemente en la peor secta.

  2) Los hermanos y hermanas de una localidad a quienes Dios no les ha dado un don específico deben procurar conseguir un empleo secular y servir al Señor con ese empleo. De lo contrario, se convierten en predicadores sedentarios que viven sentados en sus parroquias, donde los pecadores no son salvos ni los hermanos crecen en vida y donde sólo se respira muerte espiritual. Podemos hacer a un lado las burlas de las denominaciones, pero ¿dónde está nuestro testimonio? Si una localidad no tiene ningún obrero, es mejor que los hermanos y hermanas allí se reúnan para orar vivamente, hacer memoria del Señor y compartir testimonios personales. No es necesario que adopten una ceremonia establecida. Si un hermano o hermana afirma ser llamado del Señor pero carece de dones, tal llamado es dudoso. Los obreros que se basan en este tipo de llamado crean problemas ya que o son arrogantes o son holgazanes. A veces también se presentan problemas con respecto a la provisión de lo material: los que son puros tal vez padezcan dificultades, mientras que otros hacen de la piedad un medio de ganancia.

  3) Si un hermano o hermana tiene algún don, debe servir al Señor conforme a esa medida, sin ir más allá cuando ministra, porque eso será inevitablemente falso o erróneo.

  4) Aunque nuestra posición sea “correcta”, es mejor que nuestros mensajes recalquen lo que está en la Biblia, sin decir explícitamente que cierta denominación está en lo correcto o que no lo está. Debemos dejar que los que buscan sinceramente al Señor, después de oír la verdad y darse cuenta del error en el cual se encuentran, estén dispuestos a pagar el precio de seguir la Palabra. Evitemos discutir acerca de temas secundarios. ¿Hemos de separarnos de los demás por tener una interpretación bíblica distinta? ¿No es eso lo que hacen las Asambleas de los Hermanos?. Cada vez veo con mayor claridad que cuando partimos el pan, aunque nuestros ojos sólo puedan ver algunos hermanos y hermanas, en realidad los que están allí, por medio del pan, son todos los salvos. De no ser así, se pierde el testimonio de Efesios 1:23.

  5) Cuando la autoridad de una iglesia local está en manos de las hermanas, y éstas no tienen una visión clara, los hermanos deben ser francos y amonestarlas. Pero si las hermanas se niegan intencionalmente a adoptar la posición que les corresponde, entonces los hermanos no podrán ministrar allí. No obstante, en algunos lugares las hermanas tienen una visión clara, mientras que los hermanos están llenos de vejez, de ritos y de muerte. En tales casos se necesita que algún hermano que tenga luz ayude a los demás hermanos. Si los hermanos no hacen caso, entonces no podremos culpar a las hermanas por desviarse o desunirse. Allí los hermanos siguen siendo una secta a la cual se le añade el título “libre”. Casos semejantes se pueden pasar por alto si los hermanos no tienen una comprensión clara, pero si son desobedientes teniendo entendimiento, entonces queda claro que sus motivos son impuros.

  Digo todo esto no porque los hermanos de Shanghai sean muy fuertes ni porque tengan alguna autoridad especial; sólo espero que cuando ustedes prediquen o publiquen mensajes, tengan presentes estos aspectos. Yo soy una hermana, y escribo esta carta sólo como un miembro de la familia que da un informe de estos asuntos.

  Los hermanos en Swatow son muy diligentes en la extensión del evangelio; predican dos veces por semana, y en cada ocasión lo hacen dos hermanos responsables. Seré franca al afirmar que en este asunto los hermanos en Shanghai están atrasados.

  Le pido verdaderamente al Señor que provea lo necesario para la obra y envíe obreros a cada una de estas localidades. Recientemente un gran número de hermanos y hermanas de varias localidades estaban sin trabajo, y los demás tenían empleos regulares. Aunque muchos hermanos y hermanas se han dado hasta su límite, sigue habiendo escasez en la obra y faltan obreros. Por una parte, los obreros no deben comunicar sus necesidades directa ni indirectamente a los hermanos y hermanas; no deben dar a entender entre líneas ni por medio de terceros que tienen alguna necesidad. Por otra parte, en muchos casos los hermanos y hermanas tienen la idea de que el obrero responsable es rico; o a veces sólo cuidan de la obra y no al obrero. No digo eso porque tenga alguna necesidad, sino por mi observación.

  Les pido disculpas por mencionar tantos aspectos.

  ¡Paz en el Señor!

  Sinceramente, Su hermana

  Ruth Lee

  Saludos a los hermanos y hermanas en Shanghai

  ________________________________________________________

  Ese mismo verano, Watchman escribió Exhortación a los hermanos responsables y me pidió que firmara junto con él aquel artículo y que lo publicara en el número diez de Colección de boletines. He aquí su contenido:

  ________________________________________________________

  Colección de boletines es una publicación que comunica las noticias que se dan en la familia. No está dirigida al público y sólo está disponible a los hermanos que se reúnen con nosotros. La enviamos a los que están en comunión con nosotros y comparten la responsabilidad de interceder por las necesidades que en ella presentamos. Esperamos que no comuniquen el contenido con el público en general, aquellos que están “fuera del círculo”, sino que pidan a Dios por todas estas cosas “dentro del velo”.

  También creemos que ustedes entienden que nuestra obra es espiritual y que nuestro énfasis es la vida. Entendemos claramente que Dios desea que manifestemos la vida de Cristo en las iglesias locales. Por lo tanto, la realidad de nuestra obra es la vida de Cristo, y la expresión visible de nuestra obra es la iglesia local. En esta época, en la desolación en la cual se encuentra la iglesia visible, no tenemos la menor intención de empezar un movimiento ni de formar un nuevo grupo ni otra organización ni otra denominación. Tampoco nos atrevemos a llamarnos la iglesia en algunos lugares. Sólo permanecemos en nuestra posición como iglesia local. Por consiguiente, esta publicación lleva las noticias a las asambleas que permanecen en la posición de iglesia local en cada ciudad y su único contenido es Cristo.

  No tenemos ninguna sede ni tenemos el poder de controlar ninguna localidad, ni el derecho de interferir en ninguna de sus actividades. Todo lo que tiene cada iglesia lo ha recibido de su Cabeza, el Señor Jesús. Las peticiones o necesidades de oración y la dirección que tomamos en algunos asuntos son comunes a todas. Esta oración y dirección surgen de la necesidad y de la fortaleza que el Señor nos concede. Todas las respuestas a estas preguntas son espirituales y no oficiales, y proceden del don que recibimos de Dios, y no de la posición. No queremos ser los “Diótrefes” [véase 3 Jn. 9] entre los hijos de Dios, ni convertirnos en la clase llamada los nicolaítas.

  Todos los hermanos que salen a laborar en la obra son enviados por el Señor, y nosotros somos sus compañeros de labor. Esperamos que ustedes puedan llevar alguna responsabilidad espiritual junto con nosotros.

  Watchman Nee

  Witness Lee

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  Cuando él regresó de Fuchow a Shanghai, fui invitado a visitar las iglesias del condado de Pinyang en la provincia de Chekiang. Watchman me alentó a ir; así que lo hice. En octubre del mismo año, él fue a Hangchow para celebrar la cuarta serie de conferencias sobre los vencedores, y yo viajé allí de Pinyang para asistir a las conferencias. Una vez más fue un tiempo glorioso.

LA RELACION EN LOS PADECIMIENTOS

  Durante las conferencias de Hangchow, la madre de Watchman y la hermana Ruth Lee, la mayor de las hermanas que laboraban en la obra, le sugirieron a Watchman que se casara durante esas conferencias. Le dijeron que era una ocasión apropiada, puesto que los colaboradores de todo el país estarían presentes. Watchman estuvo de acuerdo y sugirió que yo fuese su testigo y que Philip Luan fuese el maestro de ceremonias. La hermana Lee habló con nosotros dos acerca del asunto. Le dijimos inmediatamente que estaríamos encantados de cumplir el deseo de Watchman y que nos sentíamos honrados.

  En la boda, la esposa de Samuel Chang fue la dama de honor. Todos los colaboradores y los santos locales asistieron a la boda. Fue una ocasión feliz para todos nosotros.

  Después de la boda, viajé a Chifú para descansar. Mientras estaba allí se produjo un gran alboroto en contra del matrimonio de Watchman. Por haber sido respectivamente su maestro de ceremonia y su testigo, a Philip Luan y a mí nos consideraron los más indicados para tratar de apaciguar los ánimos. A raíz de esto, el hermano Luan me mandó un telegrama pidiéndome volver a Shanghai para encargarme de la situación. Envié inmediatamente un telegrama a Watchman citando Deuteronomio 23:5 “Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición”. Llegué a Shanghai el día del Año Nuevo en 1935. Philip Luan y yo, con la ayuda de Peace Wang hicimos lo posible para calmar la tormenta. Todos nuestros esfuerzos parecían vanos por el ataque tan vehemente de los opositores. Finalmente, Philip Luan se vio obligado a volver a su casa en Hangchow para descansar, debido a problemas de salud y al cansancio. Quedé solo para afrontar esa difícil situación.

  Durante ese período de pruebas, Watchman vino a visitarme una mañana con el periódico del día y dijo: “En toda mi vida nunca oí de ningún matrimonio atacado públicamente con un aviso de grandes letras en el principal periódico del país”. Dijo eso con mucho dolor. Después de eso, se fue de Shanghai y viajó a las provincias del sudeste de China.

  En esos mismos días Ruth Lee se fue de Shanghai para visitar la región central de China. La única ayuda que recibí provino de la hermana Peace Wang. La situación se ponía cada vez más difícil. Por la misericordia del Señor, la hermana Wang y yo decidimos olvidarnos por completo del asunto, y no hacer nada ni decir nada al respecto. Simplemente seguimos con las reuniones. Alabado sea el Señor, finalmente El obtuvo la victoria y nos llevó adelante.

  Antes de partir de Shanghai, Watchman no me dijo un sola palabra acerca de la obra allí. Pero después me enteré por medio de uno de los ancianos que él les había indicado que yo asumiría la responsabilidad de la obra.

  Después de tres o cuatro meses, Watchman regresó, y en mayo de 1935 ya la tormenta iba menguando. Entonces la hermana Ruth Lee me sugirió que debíamos buscar la manera de alentarle a ministrar, porque él no quería hacerlo. Sin embargo, por mucho que tratamos, no quiso ministrar. Entonces, la hermana Ruth me dijo un día: “Roguémosle que nos dé un estudio sobre el Cantar de los cantares”. Le dijimos que teníamos el deseo de estudiar el Cantar de los cantares, y le pedimos que nos acompañara al Lago Occidental en Hangchow para reposar un par de semanas y que al mismo tiempo él podría darnos un estudio sobre el Cantar de los Cantares. Le gustó la idea y lo hicimos. Fuimos solamente cuatro hermanos y tres hermanas, todos los cuales laborábamos en la obra, y nos quedamos con él. El estudio que él dio en aquella ocasión está hoy disponible en forma de libro bajo el título El cantar de cantares. Repito que recibí mucha ayuda de aquel estudio acerca de las etapas de la vida cristiana. Después Watchman volvió a ministrar como solía.

  A partir de 1933, año en el cual Watchman regresó de su viaje para visitar a los Hermanos en Inglaterra, éstos nos escribieron varias cartas que hablaban de nuestra comunión con ellos. Hasta los días de la boda de Watchman, no habíamos tenido tiempo de contestar esas cartas. Sin embargo, puesto que la boda ya había pasado y que la tormenta se había calmado, Watchman empezó a pensar en cuál sería la mejor respuesta a las cartas de los Hermanos Británicos acerca de nuestra comunión con ellos. El me pidió que me encargara de ese asunto, pero no lo hice. Finalmente, él mismo lo hizo y me pidió a mí, a otro colaborador y a tres ancianos de la iglesia en Shanghai que firmáramos la carta junto con él.

LA RELACION EN LA EXTENSION DE LA OBRA

  A fines de mayo del año 1935, volví a Chifú. Watchman había decidido visitar Inglaterra, pero antes de partir, su esposa y él planeaban venir a Chifú y quedarse en mi casa para descansar un poco. La hermana Nee llegó primero en julio, y el hermano Nee vino poco después. Fueron mis huéspedes por más de un mes. Watchman se fue a Tsinan y pasó muchos días con el hermano Stearns, un médico presbiteriano de Estados Unidos. Ayudó mucho al doctor en el aspecto espiritual, y éste venía frecuentemente con su familia, de Tsinan a Chifú, durante las vacaciones de verano.

  En aquel tiempo Watchman y las iglesias estaban decaídos en cierta medida. Un día, después de leer en una revista cristiana un artículo sobre cierto avivamiento, él dijo: “Necesitamos este avivamiento”. Al poco tiempo, una tarde mientras él oraba en la cancha de tenis de la casa donde el doctor Stearns estaba hospedado, experimentó una vez más el derramamiento del Espíritu Santo. Entonces celebró una conferencia sobre la vida vencedora de Cristo. Esa conferencia trajo un avivamiento a la iglesia en Chifú, y yo mismo recibí una enorme ayuda en experimentar a Cristo como la vida vencedora.

  Debido a ese avivamiento, Watchman canceló su viaje a Inglaterra y regresó a Shanghai. Al ver que el Señor había suscitado un avivamiento, se tomó la decisión de que los colaboradores debían salir a las ciudades importantes para propagar el recobro del Señor. Recibí la asignación de laborar en el norte y fui a Tientsin, el puerto más importante del norte de China, cerca de Pekín, la capital. Aquello se hizo bajo la dirección directa del hermano Nee. Yo viajé a Shanghai para hablar con él acerca de ese asunto.

  En enero de 1936, la hermana Peace Wang, una hermana joven que estaba aprendiendo a servir en la obra, dos colaboradores jóvenes y yo, fuimos enviados allí. Poco después, Watchman viajó a Pekín y a Tientsin para fortalecer la obra que allí comenzaba. Hicimos los preparativos para tener una semana de reuniones especiales a fin de que él predicara el evangelio a personas de clase alta. Después de aquellas reuniones, Watchman regresó a Shanghai y siguió laborando allí en pro del recobro del Señor.

  En mayo de aquel año, un alto oficial del gobierno de la provincia de Honan, quien era un creyente y deseaba que se le predicara el evangelio a sus colegas, invitó a Peace Wang a predicarles el evangelio, y después nos invitó a Watchman y a mí a hacer lo mismo. Ambos fuimos, conforme a su petición, y estuvimos en su casa por una semana aproximadamente. Durante las noches predicamos el evangelio al gobernador y a todos sus altos oficiales con sus esposas y amigos, en el patio de la casa de ese hermano. Las reuniones fueron muy poderosas. Durante el día Watchman y yo pasamos nuestro tiempo compartiendo. Lo vi decaído una vez más, y me dijo: “Si la hermana Barber viviese todavía, nuestra condición espiritual estaría mucho mejor”. Comprendí, entonces, que él buscaba ayuda espiritual.

  En el otoño de aquel año, tomé la iniciativa de ponerme en contacto con el movimiento pentecostal en Pekín y empecé a hablar en lenguas y les ayudé a otros a hacer lo mismo. Cuando llegó esa noticia a Shanghai, Watchman me mandó un telegrama con las palabras de 1 Corintios 12:30 “¿Hablan todos en lenguas?” Ese telegrama tan sencillo me ayudó mucho en aquella situación.

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