
A fines de diciembre de 1936, recibí un telegrama de Watchman Nee donde me pedía que fuera de inmediato a Shanghai a una conferencia urgente de todos los colaboradores. Peace Wang, Chang Yu-tzu, un tercer colaborador y yo, llegamos a Shanghai temprano por la mañana el primero de enero de 1937. Watchman nos recibió en la estación del ferrocarril, y la conferencia empezó ese mismo día. En la conferencia, se dieron los mensajes que conforman ahora el contenido del libro intitulado La vida normal de la iglesia cristiana. Durante aquellas reuniones, él se resfrió y me llamó a su lecho, y me encargó que presentara el mensaje que él había preparado sobre Hechos 13. Después de recibir de él todos los puntos de ese mensaje, hice lo que me había pedido y prediqué el mensaje, pero debo reconocer que no lo hice muy bien, ya que más adelante, después de que Watchman se mejoró, volvió a darlo él personalmente.
Un día, durante esa conferencia, él me llevó a ver la obra de construcción del centro de adiestramiento que él deseaba establecer en Chenru, en las afueras de Shanghai. El me habló de la carga que sentía de proporcionar a los jóvenes que buscaban al Señor algún adiestramiento práctico sobre la vida espiritual, la iglesia y la obra. Aquella obra, todavía en proceso de construcción, fue destruida por los japoneses cuando invadieron esa área en agosto de 1937.
En esos días se tomó la decisión de que yo debía viajar por las provincias del norte de China para predicar y enseñar en las denominaciones. En ese entonces teníamos el sentir de que debíamos llevar a las denominaciones toda la luz que el Señor nos había dado. En el verano y en el otoño de aquel año viajé mucho por las provincias del noreste, a saber, Suiyuan, Shansi y Shensi, en compañía de la hermana Peace Wang y de otros hermanos.
En ese verano Japón invadió a China, y muchos colaboradores tuvieron que alejarse de las zonas costeras y refugiarse en el interior del país. En Sian, la última estación de nuestro viaje en el noreste, recibimos un telegrama de Watchman Nee, en el que nos pedía que fuésemos a Hankow, ubicado en la parte central de China, para encontrarnos con él y con los demás colaboradores a fin de celebrar una conferencia de colaboradores. Peace Wang y yo fuimos en tren. Mientras esperábamos la llegada del hermano Nee en Hankow, recibí un telegrama de los ancianos en Chifú en el que me pedían que regresara a esa ciudad para cuidar a mi familia por causa de la invasión japonesa. Después de que yo partí de Hankow, Watchman llegó allá, y en esa conferencia de colaboradores compartió por segunda vez los mensajes que ahora se conocen en forma de libro como La vida normal de la iglesia cristiana. Después de que regresé a Chifú, no pude salir nuevamente porque estábamos en guerra; así que, durante cierto tiempo quedé encerrado en el norte de China, mientras los demás colaboradores, en su mayoría, estaban en el interior.
En agosto de 1939, después de que Watchman Nee regresó de Londres a Shanghai, convocó una conferencia acerca del Cuerpo de Cristo y me mandó un telegrama pidiéndome que asistiera. Por aquellos días, yo me encontraba viajando y laborando en la parte central de mi provincia con cuatro colaboradores jóvenes. Los cinco fuimos a Shanghai a la conferencia. En todas las reuniones, el hermano Nee me pidió que leyera los versículos bíblicos antes de que él diera el mensaje. Durante esa conferencia mis ojos fueron abiertos, y vi lo que es el Cuerpo de Cristo.
Como me hospedé en la casa de Watchman Nee en esa conferencia, pude tener más contacto con él. El me relató aspectos de su viaje a Europa, y me habló de la verdadera situación de los intereses del Señor en Inglaterra y en el norte de Europa.
Después de la conferencia, volví a Chifú con la intención de asistir al adiestramiento del hermano Nee en Shanghai. En abril siguiente, algunos santos y yo fuimos al adiestramiento, en el cual permanecimos como dos meses.
Un día mientras bajaba con él la escalera del local de reuniones, me dijo: “Tenemos en nuestras manos los planos del propósito de Dios”. Esto me sorprendió. Me preguntaba: “¿Qué serán estos planos?” Con el tiempo, descubrí lo que él estaba practicando en Shanghai acerca de la vida de iglesia. Tomé “los planos” y me los llevé conmigo al norte y puse aquello en práctica en Chifú, donde estuve como dos años.
La práctica de aquellos “planos” trajo un avivamiento a Chifú en 1942. Por causa de ese avivamiento padecí persecución y estuve en la cárcel un mes, en mayo de 1943. Después de que me liberaron, me enfermé gravemente de tuberculosis pulmonar. Me vi obligado a salir de mi ciudad natal en 1944 debido a la persecución, el encarcelamiento y aquella enfermedad. Fui a Tsingtao a descansar y a recuperarme, donde estuve como dos años. Después de que cayó Japón en agosto de 1945, fui invitado a la iglesia en Nanking, en junio del siguiente año, y allí volví a reunirme con la hermana Ruth Lee después de seis años de no vernos. De Nanking pasé a Shanghai para responder a la invitación que me había hecho la iglesia, y me quedé aproximadamente tres semanas allí. Di una conferencia a la iglesia en Shanghai, la cual había sido restaurada. El tema fue el árbol de la vida. Pude conversar extensamente con Peace Wang y con Yu Cheng-hwa, un hermano que era oftalmólogo. En el verano de ese año, Watchman regresó de Chungking a Shanghai y se estableció allí; entonces empezó un negocio de productos farmacéuticos. El todavía no había reanudado su ministerio, pero tuve la oportunidad de visitarle y conversar con él.
Después de mi estancia en Shanghai, regresé a Tsingtao. En el otoño, mi esposa y mis hijos pudieron salir de Chifú y se me unieron. Basándome en la invitación y el aliento de los hermanos que tenían el liderazgo en Nanking y en Shanghai, en octubre de 1946 trasladé allí a mi familia para laborar en ese distrito.
Nuevamente en Shanghai, después de una separación de más de seis años, tuve muchas oportunidades de ver al hermano Nee. Mientras yo estaba en el norte, él había estado en el interior, hacia la parte occidental del país. No pudimos tener ninguna correspondencia durante los años de guerra, por lo cual él estaba bastante preocupado por saber si lo que yo estaba practicando en Chifú era correcto o no. También en aquel tiempo Peace Wang y yo estábamos preocupados por la restauración del ministerio de Watchman. Debido a esto, ambos aprovechábamos cada oportunidad para conversar con él. A menudo hablábamos de la vida espiritual, del Espíritu, de la obra, de las iglesias y del recobro del Señor. En todos esos asuntos él nos ayudó muchísimo. En aquellas conversaciones le conté todas las cosas que había practicado durante los años de separación. El me alentó a hacer lo mismo en las demás iglesias. Le presentamos la urgente necesidad de reanudar su ministerio debido a la restauración de la iglesia en Shanghai y de las puertas abiertas en nuevos campos. Le pedí que reanudara su ministerio, pero él me dijo que en su espíritu no tenía el sentir de ministrar a la iglesia en Shanghai debido a ciertos hermanos rebeldes. Me di cuenta de que nosotros necesitábamos un avivamiento para que su ministerio fuera restablecido.
El era abierto con Peace Wang y conmigo, y nos daba instrucciones acerca de la obra del Señor. En su comunión con nosotros, él daba énfasis repetidas veces a la necesidad de que nuestro hombre exterior fuese quebrantado para que nuestro espíritu pudiera ser liberado con el Espíritu Santo en nuestro ministerio público y en nuestro contacto personal con los demás. Esto me ayudó muchísimo.
Después de permanecer poco tiempo en Shanghai, se produjo un avivamiento entre los santos, y aumentó considerablemente el número de asistentes en las reuniones. Muchos santos que fueron distraídos por la confusión que se suscitó en 1942, la cual provocó la clausura de la iglesia en Shanghai, fueron recobrados. La noticia de este avivamiento se propagó por todas las iglesias del país. Las iglesias de las provincias de Fukien y Kwangtung nos invitaron a Peace Wang y a mí a visitarlas urgentemente. Los colaboradores y los que tenían el liderazgo vinieron de todo el país a Shanghai a fin de dialogar conjuntamente. Se decidió celebrar una conferencia en abril de 1948 a fin de que todos los que buscaban al Señor en todo el país vinieran y tuvieran comunión acerca del recobro del Señor.
A fines de diciembre de 1947, las hermanas Peace Wang y Raquel Lee, y yo empezamos a visitar la iglesia en Hong Kong, y luego pasamos a las iglesias en Canton, Swatow, Amoy y Fuchow, la ciudad natal de Watchman. Durante nuestra estancia de tres semanas con la iglesia en Fuchow se produjo un avivamiento.
Antes de volver al sur, recopilé el Himnario evangélico en chino. Mientras estuvimos en Fuchow, Watchman revisó el manuscrito y pulió algunos himnos que presentaban el evangelio, particularmente el que lleva por título “Necesitas a Jesús”.
Después de la conferencia celebrada en Fuchow, permanecimos con Watchman otras dos semanas para conversar con él a fin de que quedara en claro la reanudación de su ministerio. Cuando los demás colaboradores y hermanos que tenían ciertas responsabilidades entre los santos se enteraron de esa conversación, nos preguntaron si podían quedarse, y le pidieron permiso a Watchman para participar también en la conversación. Al principio, él no quería aprobarlo, pero ante la insistencia de los hermanos, él aceptó que estuviesen presentes, con la condición de que se sentasen a una distancia de él en un salón espacioso que había allí. Sólo Peace Wang, Raquel Lee y yo nos sentamos junto a él durante aquellas charlas. Inicié la conversación preguntándole por qué todas las iglesias en las provincias de Fukien y Kwangtung estaban llenas de confusión. El contestó dando un mensaje de más de una hora sobre lo que llamó “la línea de Jerusalén”. Quedamos atónitos. Para sorpresa nuestra, una hermana sentada lejos de nosotros clamó: “¿Por qué no hacemos ahora mismo lo que el hermano Nee nos está diciendo?” El hermano Nee respondió: “Si ustedes desean hacer esto, deberán entregarse a la obra (al ministerio). Comprométanse firmando un documento en el que dejen constancia de su consagración y dénselo al hermano Lee”. Todos ellos lo hicieron.
Cuando los hermanos que tenían el liderazgo en la iglesia en Fuchow se enteraron de esto, vinieron en la tarde y se entregaron tanto ellos como la iglesia a la obra. Esto alentó a todos los santos de aquella ciudad, y Watchman decidió convocar a toda la iglesia. Me pidió que hablara en esa reunión, pero le dije que no quería ir, ni predicar, y que ni siquiera asistiría a la reunión. Por consiguiente, él tomó la carga y habló en la reunión. Todos comprendimos que ése era el comienzo de la reanudación de su ministerio. Centenares de personas se regocijaron por ello. Esto sucedió en marzo de 1948.
Le dije que más de cuarenta colaboradores y hermanos que buscaban al Señor con sinceridad, iban a asistir a una conferencia en Shanghai en abril, la cual ya estaba programada. Le pregunté si podía compartir allí, y aceptó.
En una de las reuniones de esa conferencia, él pidió que cantásemos la prosa escrita sobre la vida de la vid. Después de tantos años de sufrimientos, él deseaba expresar su sentir espiritual al cantar esa prosa. Entonces la acomodé a la música, y la cantamos en la reunión.
Esa conferencia extendió el avivamiento que se había producido en Shanghai. Esta conferencia también fue el medio por el cual Watchman reanudó plenamente su ministerio. En esa ocasión él decidió dar un adiestramiento de seis meses en el centro de adiestramiento ubicado en el monte de Kuling. A Peace Wang, Ruth Lee y a mí se nos asignó quedarnos en Shanghai para cuidar a la iglesia y cooperar con el adiestramiento.
En 1948 el número de asistentes de la iglesia en Shanghai había aumentado notablemente. Por consiguiente, fue necesario construir un local de reuniones más grande, y con ese fin se compró un pequeño terreno sobre la carretera de Nanyang. El costo era el equivalente de ciento cinco mil dólares, los cuales abonaríamos en tres pagos. En aquel tiempo la iglesia sólo tenía la mitad de la cuota inicial.
Un día Watchman me pidió que fuese a su casa. Allí me entregó treinta y siete barras de oro, que costaban dieciocho mil quinientos dólares, lo cual era más que suficiente para pagar la otra mitad de la cuota inicial. Me dijo que había apartado intencionalmente ese oro para destinarlo a la compra de un terreno para la iglesia en Shanghai.
También en aquel tiempo él se dio cuenta de que el recobro del Señor se extendería a Taiwan, y para ese fin tenía la carga de comprar un terreno en Taipei, la capital de dicho país. Un hermano que era negociante en Taipei prometió encargarse de ese asunto, y Watchman le mandó dinero para ello. Cuando ese hermano asistió a la conferencia en Shanghai, la hermana Peace Wang y yo percibimos claramente que él no sería fiel en los asuntos monetarios. Un día, cuando Watchman me pidió que le ayudara a enviarle a ese hermano cierta cantidad adicional de dinero, Peace Wang y yo aprovechamos la oportunidad para expresarle nuestro sentir acerca de ese hermano. El contestó que el Señor sabía que Judas robaba de la bolsa, pero aún así siguió confiándole el dinero. Le dije que no comprendía aquello, pero él no nos dio ninguna explicación.
Más tarde, cuando fui enviado a Taiwan, Watchman me dijo que visitara a ese hermano y le pidiera un informe de cuentas. Fui con todos los ancianos de Taipei, y le pedimos que nos mostrara la contabilidad. El nos presentó un paquete de notas que indicaban que Watchman Nee le debía una gran suma de dinero en intereses. Le mandé un informe escrito de esta conversación a Watchman, pero no me dio ninguna instrucción adicional con respecto a ese asunto.
En cierta ocasión, mientras conversábamos acerca de la obra del Señor, me preguntó por qué había ido yo a cierto lugar. Contesté que quería ayudar a la iglesia a solucionar algunos problemas. El me dijo que eso no era más que manipulación y añadió que hacer algo con un propósito de antemano, por bueno, espiritual o bíblico que sea, equivale a manipular diplomáticamente. Sólo cuando seguimos al Señor no nos valemos de tal diplomacia. Si uno no puede decir que va a cierto lugar porque el Señor le dijo que lo hiciera, muestra que ya tiene planes propios. En aquel año, 1948, por ser muy pesada la responsabilidad de la iglesia en Shanghai, él me nombró anciano allí para que ayudara en esa situación.
En noviembre de 1948, el hermano Nee convocó una conferencia urgente en Shanghai de todos los colaboradores para orar, compartir y buscar una clara dirección acerca de quedarnos en China o irnos al extranjero. En aquel entonces, yo estaba en Hangchow dando una conferencia a la iglesia allí acerca de emigrar. El último día de aquella conferencia, recibí un telegrama del hermano Nee en el que me pedía que volviera de inmediato a Shanghai. Al llegar allí, noté que tenía cierta prisa por tener aquellas reuniones. En la primera reunión, él no nos predicó, sino que anunció que debido a la situación política del país, yo debía marcharme de China. El dijo: “Debemos pedirle al hermano Lee que salga del país, independientemente de si desea hacerlo o no”. Los tiempos eran críticos; así que nadie dijo nada. Oramos mucho, y Watchman concluyó con estas palabras: “Presentemos este asunto al Señor y veamos cómo nos guía El”. Esta fue la decisión.
Debido a los cambios políticos ocurridos en el norte de China, el hermano Nee habló conmigo para que Chang Wu-cheng, Sen Feng-lu y Liu Hsiao-liang, quienes estaban en Tsingtao, emigraran con sus familias a Taiwan para extender el recobro del Señor. El y yo mandamos un telegrama a estos hermanos con ese propósito.
Después de la conferencia de los colaboradores, Watchman me pidió que me quedara en Shanghai para que supervisara la construcción del nuevo local de reuniones. En febrero del siguiente año, al principio de la segunda conferencia de los colaboradores, Watchman repitió su anuncio de la conferencia anterior acerca de mi salida del país. En esa ocasión, después de algunas oraciones, él anunció que tenía el sentir de que él y ellos debían quedarse y estar dispuestos a sacrificarlo todo por la obra del Señor.
Después de la reunión, mientras se preparaba la cena y Watchman y yo caminábamos, le pregunté: “Hermano, ¿por qué has decidido que yo debo salir del país, mientras que tú y los demás hermanos se quedan y lo sacrifican todo por la obra del Señor? ¿Piensas que yo no soy digno de ese sacrificio?” El replicó: “Hermano, debes entender que aunque confiamos en el Señor en esta desesperada situación, es posible que el enemigo nos aniquile por completo. Si eso ocurre, tú estarás fuera de China, y por lo menos habremos dejado algo. Por lo tanto, debes irte del país”. Le dije: “En tal caso, haré lo que me pides”. El me preguntó si quería ir a Hong Kong o a Taiwan. Contesté: “No tengo la menor idea; no lo he pensado. Haré todo lo que tú me digas”. Eso fue todo.
En esos días Watchman y yo escribimos una carta a los hermanos Chao Ching-hwai, Chang Wu-cheng, Sen Feng-lu, Liu Hsiao-liang y Chang Yu-lan, quienes estaban en Taipei, nombrándolos ancianos de la iglesia allí para que ésta estuviera debidamente establecida.
Después permanecí en Shanghai tratando de terminar la construcción del nuevo local, y Watchman fue a Fuchow para llevar a cabo un segundo adiestramiento.
Dos meses más tarde, recibí un telegrama de Watchman, desde el centro de adiestramiento, en el que me decía que delegara todas mis responsabilidades a los hermanos de Shanghai y fuera a verlo. Así lo hice. Al poco tiempo de estar en Fuchow en el centro de adiestramiento, la situación exigió que yo fuese a Taiwan, lo cual hice en mayo de 1949.
Después del segundo adiestramiento que Watchman dio, pidió a un hermano y a dos hermanas que estuvieron en el adiestramiento, que fueran a Taiwan con el fin de ayudarme en la obra del Señor. Aquel hermano vino a Taiwan, y después de ver la situación, abandonó la asignación del hermano Nee, pero las dos hermanas se establecieron en Taiwan y comenzaron a trabajar en la obra conforme a la intención del hermano Nee. Watchman me escribió una larga carta de recomendación acerca de ellas y, particularmente, acerca del cambio que experimentaron.
A comienzos de 1950, Watchman Nee salió de la China continental y visitó Hong Kong. Debido al avivamiento que produjo su ministerio allí, él me mandó un telegrama a Taiwan, pidiéndome que fuera a verlo allí antes de que regresara a China. Le contesté que yo estaba en medio de una importante conferencia en Taipei y que no alcanzaría a llegar antes de su salida de Hong Kong. El respondió que en cuanto yo estuviese desocupado, debía ir a Hong Kong, aunque él no estuviera allí, para ayudar en lo relacionado con el servicio de la iglesia en Hong Kong. Finalmente, el 16 de febrero, fui a Hong Kong y estuve allí un mes y medio.
A continuación incluimos el testimonio del hermano Hsu Jin-chin, quien era anciano de la iglesia en Hong Kong en aquellos días:
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La noche del 15 de febrero de 1950, el hermano Nee nos dijo: “Esta tarde recibí un telegrama del hermano Lee. El estará aquí mañana para tener comunión con los ancianos y con los hermanos que están en el liderazgo. Le pedí que también participe aquí en el liderazgo. El llegará mañana. Espero que lo reciban en el aeropuerto”. En aquel entonces, yo era anciano e hice los arreglos del caso para que los hermanos y las hermanas lo recibieran el siguiente día en el aeropuerto Kai-Tak.
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El siguiente día, después de llegar allí por la mañana, el hermano Nee me llevó a la reunión de los colaboradores y los ancianos. En presencia de todos, me dijo: “Hermano Witness, según la autoridad que el Señor me ha conferido, te pido el favor de que hagas todos los arreglos relacionados con el servicio de los colaboradores, ancianos y diáconos de la iglesia aquí”. Esta fue una asignación de enorme responsabilidad, que consistía en echar un buen fundamento para el servicio de la iglesia en Hong Kong.
Por la tarde él me llevó a la reunión especial de avivamiento y me pidió que predicara. Le dije: “Mientras estés aquí no siento ninguna necesidad de predicar”. Entonces él siguió ministrando en esas reuniones especiales.
En el avivamiento que se produjo en Hong Kong, algunos hermanos y hermanas entregaron sus posesiones a la obra para que el Señor siguiera llevando adelante Su recobro. Watchman me pidió que compartiera con él la responsabilidad de disponer de aquellos bienes.
A continuación incluimos el testimonio del hermano Hsu Jin-chin acerca de una de las reuniones:
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El 9 de febrero asistí a una reunión, y el mensaje dado en esa reunión dejó en mí una profunda impresión. Al final de la reunión, me levanté, elevé una oración y me consagré con todo mi corazón y muchas lágrimas. Canté el himno: “Al mirar la cruz maravillosa”. Todo mi ser se llenó de una alegría inefable. Aquella noche había allí más de doscientas personas. Se había planeado concluir la reunión a las 9:30 de la noche, pero después de que algunas personas oraron, el Espíritu Santo siguió obrando, y más de veinte personas se consagraron al Señor. La reunión acabó a las 10:45 de la noche.
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Como resultado de esa consagración, el hermano Hsu y su esposa escribieron la siguiente declaración:
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9 de febrero de 1950, 9:30 pm
Al Señor, quien nos dio Su gracia y nos amó:
Te agradecemos y te alabamos, Señor. Por Tu llamado y Tu misericordia, gustosos te entregamos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, y te entregamos nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestro tiempo, nuestro futuro y todo lo que tenemos. Te serviremos con gozo en coordinación con todos los hermanos y hermanas de la iglesia. Acéptanos, y que Tu gracia y amor sean con todos nosotros. Amén.
Los beneficiarios de Tu gracia,
Hsu Jin-chin
Chao Lai-ying
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Como respuesta a la consagración de ellos a la obra con miras al avance del recobro del Señor, el hermano Nee y yo les escribimos la siguiente respuesta:
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18 de marzo de 1950
“Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba bajo tu autoridad?” Hechos 5:4
Querido hermano Jin-chin:
Leímos la carta que nos entregaste. Después de tener comunión dos veces acerca de ese asunto, sentimos que conforme a tu condición espiritual actual, todavía no ha llegado el momento de trabajar juntos como “mayordomos”. Por lo tanto, en cuanto a tu futuro, creemos que debes hacer lo siguiente:
1) Hasta donde puedas, vende todo lo que posees y que no necesites. Procura reunir el dinero de la venta. La mitad de ello debes darla a los ancianos de la iglesia para la construcción del local de reunión en Hong Kong. La otra mitad debes enviarla a Shanghai por medio de los ancianos para la obra allí.
2) Te devolvemos tu negocio para que lo administres tú. Las ganancias del mismo debes darlas a los ancianos para el uso de la obra en la región de Hong Kong.
Esperamos que seas fiel en este asunto y que puedas dar un buen informe al Señor como mayordomo fiel en aquel día. Además, esperamos que prosperes en tu mayordomía en los asuntos financieros.
La paz sea contigo.
Tus hermanos,
Watchman Nee
Witness Lee
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A continuación, adjuntamos dos cartas que el hermano Nee y yo escribimos a una hermana acerca de la entrega de sus posesiones materiales.
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15 de marzo de 1950
Estimada hermana I-Tien:
¡Paz en el Señor!
Leímos la carta que escribiste acerca de la entrega de tus posesiones. Cuanto le agradecemos al Señor por haber tocado tu corazón en este asunto y por haberte concedido la gracia de satisfacer Sus requisitos.
Observamos que tu esposo es creyente, y recordamos Hechos 5, donde se revela la íntima relación que marido y mujer tienen en la consagración. Pese al fracaso de aquella pareja, vemos la importancia de vencer. Descubrimos allí que aun si el marido llega a fracasar, la esposa tiene la oportunidad de ser victoriosa.
Con esta luz, esperamos que ayudes a tu marido a vencer junto contigo.
En muchos casos un marido que no está seguro si se consagra o no, puede ser salvo por medio de una esposa que se mantiene firme en su consagración. Confiamos en que serás fiel con tu marido o sola.
Tus hermanos,
Watchman Nee
Witness Lee
15 de marzo de 1950
Estimada hermana I-Tien:
¡Paz en el Señor!
En cuanto a los bienes que entregaste, te pedimos que los administres de la siguiente manera:
1) Entrega la máquina de coser a los hermanos que laboran juntos.
2) En cuanto al dinero extra que recibes cada mes, por favor entrégalo a los ancianos de la iglesia en Hong Kong, y diles que utilicen la mitad para la iglesia en Hong Kong y envíen la otra mitad a Hangchow, Chungking, Kunming y Fuchow para la obra del Señor.
Creemos que esta disposición concuerda con la voluntad del Señor. Que el Señor sea contigo y te bendiga en tu futuro.
Tus hermanos,
Watchman Nee
Witness Lee
P. D.:
1) La carta que te escribimos tiene el propósito de indicarte cuál es tu responsabilidad. Sin embargo, puedes hacer lo que el Espíritu Santo te guíe a hacer y poner el dinero en la caja de las ofrendas o mandarlo a otras partes. No queremos que nuestra sugerencia anule la dirección del Espíritu Santo.
2) Cuando entregues el dinero a los ancianos conforme a nuestro consejo, por favor escribe en el sobre “Esposa”, y ellos sabrán lo que deben hacer.
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Antes de encontrarme con Watchman en Hong Kong, mientras estaba en Taiwan, terminé la recopilación y la redacción del segundo himnario en chino. Le mostré el manuscrito a él, y él pulió el himno sobre la vida de la vid, añadiéndole algunas estrofas. Se encuentra ahora en el himnario inglés (Hymns, #635).
También le conté que había preparado sesenta lecciones sobre verdades fundamentales de las Escrituras y que era necesario reimprimir el primer himnario y otras publicaciones suyas. El entonces dispuso lo siguiente acerca de la editorial y las publicaciones:
1) La editorial debería tener sucursales en tres ciudades: Shanghai, Taipei y Hong Kong. El se encargaría personalmente de la editorial de Shanghai; yo sería responsable por la de Taipei, y el hermano Weigh administraría la de Hong Kong. Además me pidió que ayudara en la editorial de Hong Kong en cuanto a la redacción y la publicación de los libros.
2) Las tres editoriales tendrían los mismos derechos literarios. (En 1975, la situación nos obligó al hermano K. H. Weigh, a mí y a otros hermanos a reorganizar el asunto de los derechos literarios de esta manera: todos los libros en chino se publicarían en la casa editora de Taipei; los libros en inglés los publicaría Living Stream Ministry, en los Estados Unidos; la editorial de la iglesia en Hong Kong sería usada únicamente para la distribución de nuestras publicaciones en Hong Kong.)
Mientras yo estaba en Hong Kong, compartí con Watchman Nee la manera en que el Señor había prosperado la obra en Taiwan. Por consiguiente, él me alentó a regresar y permanecer allí por causa de la obra del Señor.
Yo estaba muy preocupado por su regreso a la China continental, por lo cual un día tuve una larga conversación con él acerca de ese asunto. Le dije: “No sé cual sea la voluntad del Señor, ya que este asunto es demasiado grave y serio”. El me dijo: “¿Qué haremos con tantas iglesias en la China continental? Tengo que regresar para cuidarlas y permanecer con ellas para preservar el testimonio del Señor”.
En cuanto a ese asunto, el hermano Hsu Jin-chin testificó lo siguiente:
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Antes de que el hermano Nee se fuera de Hong Kong, el hermano Lee le aconsejó en varias ocasiones que no volviera a la China continental. Pero el hermano Nee dijo: “Si una madre, mientras está afuera lavando la ropa, descubre que su casa está en llamas, ¿qué creen que haría? A pesar del peligro, ¿no se precipitaría dentro de la casa? Aunque sé que mi regreso presenta serios riesgos, sé que muchos hermanos y hermanas se han quedado adentro. ¿Acaso no debo regresar?” El hermano Lee en tres ocasiones lo hizo regresar de la parada del autobús a su casa en la Colina del Diamante...
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A pesar de los consejos de los demás, a mediados de marzo, el hermano Nee le pidió a Samuel Chang, su cuñado, que lo llevara a la estación del ferrocarril para partir rumbo a la China continental. Lo hizo sin avisarnos a los demás. Poco después, el primero de abril, yo regresé a Taipei.
Fue la última vez que lo vi. Desde entonces no volvimos a tener correspondencia y, obviamente, nunca más nos volvimos a ver. Sólo recibimos noticias indirectas de él por medio de sus parientes hasta que partió para estar con el Señor.
En los veinticinco años de conocer al hermano Watchman Nee, de 1925 a 1950, dejó en mí profundas impresiones de algunas de sus características.
El amaba al Señor como su primer amor. Para él, el Señor ocupaba el primer lugar en todo. Nunca comprometía los intereses del Señor ni sacrificaba una verdad por difícil que fuera aceptarla. Tampoco seguía al Señor a medias. Se comprometió sin reservas con el Señor.
El era muy equilibrado en el conocimiento que tenía de la Biblia y en su práctica de la iglesia. No seguía ninguna enseñanza ni práctica de una manera desproporcionada como lo hacen tantos cristianos en las denominaciones. Con frecuencia él comparaba las diferentes perspectivas entre sí a fin de no caer en extremos. Practicaba este mismo principio en su vida cristiana.
Leía muchos libros cristianos clásicos y seleccionaba las mejores verdades bíblicas de entre los numerosos grupos cristianos, para traerlas a la práctica de la vida de iglesia. Jamás rechazó una verdad bíblica por la simple razón de proceder de una fuente dudosa. Incluso él adoptó algunos aspectos positivos del pentecostalismo extremo. De esta manera, él pudo recopilar todas las riquezas que Cristo dio a Su Cuerpo en los últimos siglos e incluirlos en la práctica actual de la iglesia. Gracias a esto, podemos participar ahora de todas estas riquezas en las iglesias locales, no de una manera cerrada ni sectaria, sino de manera amplia.
En toda mi vida nunca encontré una persona que conociera la Biblia tan profundamente como Watchman Nee. El recibió ayuda de muchos de los más destacados autores cristianos de los siglos anteriores y se estableció sobre el fundamento que ellos pusieron, pero fue más allá. No sólo conocía la letra de la Biblia, sino también el Espíritu de la misma. El indagó las profundidades y tocó el Espíritu de las Escrituras. Su conocimiento de la Biblia estaba lleno de luz y de vida. No sólo tenía una visión de los hechos presentados en las Escrituras sino también de la experiencia práctica de la Palabra de Dios.
El era verdaderamente un hombre de Dios que conocía los hechos y los caminos del Señor. No sólo conocía el amor, la misericordia, la gracia, la justicia y la santidad del Señor, sino que también conocía Su propósito eterno y Su economía o administración presente. El conocía bien al Señor de manera objetiva y también lo conocía de manera viva y personal en la práctica. El conocía al Señor personalmente y también a la iglesia, Su Cuerpo.
El sabía que el Señor como Espíritu vivificante moraba en su espíritu y sabía ejercitar su espíritu. El tenía por costumbre rechazar lo que procediera de la mente, de las emociones y de la voluntad, o sea, de su alma, y se conducía y actuaba en el espíritu. De esta manera, él vivía por el Señor permitiéndole que fuera su vida. No se preocupaba por las obras tanto como por la vida del Señor. Decía continuamente que la obra debería ser el fruto de la abundancia de la vida divina. Su ministerio no consistía en llevar a cabo una obra, sino en tener la vida divina y, por ende, lo llevaba a cabo por la vida. El prestaba más atención a su ser que a sus acciones. El era verdaderamente un hombre de vida.
El vio claramente que la iglesia, el Cuerpo de Cristo, es la expresión de Cristo, y que El es la vida y el contenido de ella. También vio que la iglesia sólo puede ser practicada por medio de iglesias locales, que las iglesias en las diferentes ciudades son las únicas que pueden llevar a cabo el propósito eterno de Dios, el cual consiste en edificar la iglesia de tal manera que las puertas del Hades no prevalezcan en contra de ella. El entendía claramente que la economía actual de Dios consiste en recobrar la vida apropiada de iglesia sobre la base de la unidad. El no se limitaba a enseñar doctrinas acerca de la iglesia, debido a que recibió una revelación completa del Nuevo Testamento, no sólo acerca del contenido y la realidad de la iglesia, sino también acerca de la practicalidad de la misma. Durante los años que él ministraba, no sólo recalcaba que podemos experimentar a Cristo sino también que podemos practicar la vida de iglesia. Su visión no era Cristo solo, sino Cristo y la iglesia. Cristo era su vida, y la iglesia su modo de vivir. El sufrió por causa de la iglesia más que por causa de Cristo, pues las persecuciones que provenían de las denominaciones se debían principalmente al énfasis que ponía en la iglesia. El sentía la urgencia de llevar a cabo su visión acerca del aspecto práctico de la vida de iglesia y deseaba ver una iglesia en cada ciudad de China.
Yo creo que Watchman Nee fue un don especial que la Cabeza dio a Su Cuerpo para la realización del recobro en esta era. Como tal, lo respeto con todo mi corazón. Confío plenamente y tengo la certidumbre de que el Señor me llevó a seguir a este don por causa de Sus intereses en Su mover actual en la tierra. De ninguna manera me siento avergonzado de decir que yo seguí a un hombre, ya que era un don para esta era y el que recibió las visiones divinas para esta era.
Estoy muy agradecido con el Señor por haberme permitido, inmediatamente después de salvarme, tener esta relación tan cercana y provechosa con Watchman Nee, para la realización de Su recobro por medio de tantos acontecimientos durante un largo tiempo. Se necesitará la eternidad para evaluar el verdadero alcance de las revelaciones acerca de Cristo, de la iglesia, del espíritu y de la vida que recibí por medio de Watchman Nee, de la infusión de la vida que él me compartió y de todo lo relacionado con la obra y con la iglesia, que aprendí de él.