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Mensajes del libro «Vivir en y con la Trinidad Divina»
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Vivir en y con la Trinidad Divina

PREFACIO

  Este libro está compuesto de mensajes dados por el hermano Witness Lee desde el 22 de febrero hasta el 5 de marzo de 1988 en un entrenamiento en Irving, Texas.

El Hijo es destinado por el Dios Triuno

  En la eternidad que no tenía principio, Cristo [el Hijo] fue destinado de antemano por [el Triuno] Dios (1 P. 1:20 y la nota). Él fue preparado por Dios para ser el Cordero redentor (Jn. 1:29) antes de la fundación del mundo.

El Espíritu es eterno

  El Espíritu también estaba en la eternidad que no tenía principio. Hebreos 9:14 habla del Espíritu eterno. El Espíritu eterno es de la esfera de la eternidad, sin ningún limite de tiempo. Él es el Espíritu de todas las edades. En la eternidad pasada cuando el Padre y el Hijo tenían comunión, cuando el Padre amó al Hijo y cuando el Hijo fue destinado de antemano por el Dios Triuno, el Espíritu también estaba allí porque Él es el Espíritu eterno, el Espíritu de las edades.

El determinado consejo del Dios Triuno

  Hechos 2:23 dice que Cristo fue entregado por el determinado consejo del [Triuno] Dios (véase la nota 1 del versículo 23, Versión Recobro). Entre los tres de la Deidad hubo un concilio, y de este concilio surgió un determinado consejo. La traducción Wuest del Nuevo Testamento dice que Cristo fue entregado por el consejo de Dios “en el concilio llevado a cabo por la Trinidad”. El determinado consejo fue hecho por el Dios Triuno, quien tuvo un concilio divino. El Dios tres-uno tomó la decisión de que el Hijo tendría que hacerse hombre y ser crucificado en la cruz. La crucifixión de Cristo fue el cumplimiento del determinado consejo de Dios en la eternidad que no tenía principio.

El Padre nos escoge en el Hijo antes de la fundación del mundo

  El Padre de nuestro Señor [el Hijo] nos escogió en Cristo [el Hijo] antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3-4). El Padre nos escogió, pero Él lo hizo en Cristo, el Hijo. Él no nos escogió directamente. Dios el Padre nos escogió en Cristo como el elemento, la esfera y el canal. Por lo tanto, en la eternidad pasada el Dios Triuno estaba teniendo comunión, amando, destinando, trabajando y escogiendo.

EN LA CREACIÓN

  Génesis 1:1 revela que [el Triuno] Dios creó el universo. La palabra hebrea para “Dios” en este versículo, Elohim, es plural en número. El sujeto “Dios” es plural y el predicado “creó” es singular. El Dios plural creó los cielos y la tierra. Los tres de la Deidad estaban creando; luego Génesis 1:2 menciona al Espíritu de Dios, dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas (ASV, nota). El Espíritu del Dios Triuno se cernía sobre la superficie de las aguas, como una gallina que empolla a sus huevos.

  Se puede ver también al Dios Triuno en la creación del hombre. Dios dijo: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen [la del Dios Triuno]” (Gn. 1:26); así que “Creó Dios al hombre a Su imagen [la del Hijo]” (v. 27). La imagen de Dios es la imagen del Hijo. Esto se comprueba por Colosenses 1:15, que dice que Cristo es la imagen del Dios Triuno invisible. Hebreos 1:3 dice que el Hijo es la impronta —la expresión— de la sustancia de Dios. Por lo tanto, podemos ver que la Trinidad Divina estaba trabajando en la creación.

EN LA ENCARNACIÓN

  La creación de Dios fue hecha para la vieja creación, pero la encarnación para la nueva creación. Juan 1:14 revela que [el Triuno] Dios se encarnó. El Dios completo —el Padre, el Hijo y el Espíritu— estuvo involucrado en la encarnación. Y esto se comprueba con otros versículos del Nuevo Testamento, como Gálatas 4:4 que dice: “Dios [el Padre] envió a Su Hijo, nacido de una mujer”. Dios el Padre tomó parte en la encarnación. La encarnación era del Hijo, pero el Padre envió al Hijo. En Juan 8:29 el Señor Jesús dijo: “El que me envió, conmigo está”. El Padre envió al Hijo, y el Hijo dijo que Aquel que lo envió estaba con Él. Por tanto, la encarnación del Hijo es también la encarnación del Padre. Después de enviar al Hijo, el Padre no se quedó en los cielos. Cuando el Hijo vino al vientre de María, el Padre estaba con el Hijo.

  Mateo 1:20 dice: “Lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Jesús fue engendrado en María, y Jesús era del Espíritu Santo. Estos versículos principales nos muestra que la encarnación no fue sólo del Hijo, sino también del Padre y del Espíritu. Los tres de la Trinidad Divina se encarnaron. El nacimiento de Jesús fue con el Dios Triuno. Él era el Dios completo y el hombre perfecto, el Dios-hombre Triuno. Él era el Dios Triuno encarnado, el Dios que es el Padre, el Hijo y el Espíritu. La encarnación fue la encarnación del Padre, del Hijo y del Espíritu. El Salvador mismo en quien creemos y a quien hemos recibido es el maravilloso Dios-hombre Triuno.

EN EL VIVIR Y EL OBRAR QUE TUVO EN LA HUMANIDAD DE JESÚS

  El Dios Triuno estuvo en el vivir y el obrar que tenía Jesús cuando Él estaba en la tierra. En Juan 8:29 el Señor Jesús dijo: “El [Padre] que me envió [el Hijo], conmigo [el Hijo] está”. En el vivir del Hijo y en Su obrar, el Padre estaba con Él (16:32b). Cuando el Hijo hablaba, el Padre hacía Su obra en el Hijo (14:10). Lucas 4:1 dice que Jesús [el Hijo], lleno del Espíritu Santo, fue conducido por el Espíritu. Él estaba con el Padre y estaba lleno del Espíritu. En la vida que llevaba y la obra que hacía, tanto el Espíritu como el Padre estaban con Él. Mateo 12:28 dice que el Hijo echó fuera demonios por medio del Espíritu. El Hijo no echó fuera demonios sin el Espíritu ni habló sin el Padre. Cuando Él hablaba, el Padre hacía Sus obras. Cuando Él echaba fuera demonios lo hacía por medio del Espíritu Santo. La Trinidad Divina estaba completamente involucrada en el vivir y el obrar de Jesús mientras Él estuvo en la tierra.

EN SU CRUCIFIXIÓN

  La Trinidad Divina también se puede ver en la crucifixión de Jesús. En 1 Juan 1:7 y Hechos 20:28 se nos muestra que la sangre de Jesús [el Hijo] era considerada como la sangre de Dios [incluyendo al Padre y al Hijo]. ¿Cómo Dios podía tener sangre? Él podía tener sangre porque se había mezclado con el hombre. Solamente en Dios, como Aquel que sólo tiene divinidad, no hay sangre. Pero en el hombre con quien se estaba mezclado había sangre. Este Dios-hombre es una entidad con dos naturalezas. En la naturaleza divina no hay sangre, pero en la naturaleza humana sí la hay; por lo tanto, la sangre de Jesús es considerada como la sangre de Dios. Hechos 20:28 dice que Dios ganó la iglesia “por Su propia sangre”, y 1 Juan 1:7 alude a la sangre de Jesús, el Hijo de Dios. Cuando Jesús murió en la cruz, Dios murió allí. Una línea de un himno famoso de Charles Wesley dice: “¿Cómo será —qué gran amor— que por mí mueras Tú mi Dios?” (véase Himnos, #141). Charles Wesley fue fuerte al señalar que Dios murió por él. Jesús, el Dios-hombre, murió en la cruz por todos nosotros.

  Hebreos 9:14 dice que Cristo se ofreció a Sí mismo mediante el Espíritu eterno. Jesús, sólo por Sí mismo, no hubiera podido llevar a cabo Su crucifixión. A fin de morir en la cruz como una ofrenda a Dios el Hijo necesitaba del Espíritu. Jesús no murió en la cruz solo y separado del Espíritu. El Espíritu era uno con el Hijo. El Hijo murió en la cruz con el Padre y por el Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu, todos estaban involucrados en la crucifixión del Hijo. La muerte de Cristo no sólo fue la muerte del hombre Jesús, sino que también fue la muerte del Hijo con el Padre y por el Espíritu. Debido a que Cristo se ofreció a Sí mismo mediante el Espíritu eterno, Su muerte es eternamente efectiva. Nuestra co-crucifixión juntamente con Cristo en la cruz (Ga. 2:20) se lleva a cabo en el Espíritu eterno que mora en nosotros.

EN SU RESURRECCIÓN

  Hechos 2:32 dice: “A este Jesús [el Hijo] resucitó Dios [incluyendo el Padre y el Espíritu]”. El Jesús que murió fue resucitado por Dios. Hechos 10:40 y 41 nos muestra que, por un lado, Dios [incluyendo al Padre y al Espíritu] resucitó a éste [el Hijo] al tercer día; por otro lado, Él [el Hijo] resucitó de entre los muertos. Al considerar al Señor como hombre, el Nuevo Testamento dice que Dios lo resucitó de entre los muertos; pero, considerándolo como Dios, dice que Él mismo resucitó de entre los muertos. Romanos 8:11 alude al “Espíritu de aquel [el Dios Triuno] que levantó de los muertos a Jesús [el Hijo]”. Aquel que levantó a Jesús efectuó la resurrección por el Espíritu. Estos versículos nos muestran que la Trinidad Divina estuvo involucrada en la resurrección.

EN SU ASCENSIÓN

  La Trinidad Divina también puede verse en la ascensión del Hijo. De acuerdo a Hechos 1:11 y 1 Pedro 3:22, Jesucristo [el Hijo] fue a los cielos. En Su ascensión [el Triuno] Dios lo exaltó [al Hijo] hasta lo sumo (Fil. 2:9).

EN SU SALVACIÓN

  [El Triuno] Dios nuestro Salvador nos salvó mediante la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo [el Hijo] nuestro Salvador (Tit. 3:4-6). Conforme a Colosenses 1:12-13, el Padre nos ha librado. En 1 Timoteo 1:15 dice que Cristo Jesús [el Hijo] vino al mundo para salvar pecadores. Juan 3:5 dice que a menos que un hombre nazca del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Por lo tanto, el Padre, el Hijo y el Espíritu, todos participaron en nuestra salvación.

EN LA VIDA CRISTIANA

  En la vida cristiana, los creyentes poseen la Trinidad Divina, y deben vivir en la Trinidad Divina y con la Trinidad Divina. El Padre está en los creyentes (Ef. 4:6), el Hijo vive en los creyentes (Gá. 2:20) y el Espíritu permanece en los creyentes (Jn. 14:17). En 2 Corintios 13:14 Pablo dijo: “La gracia del Señor Jesucristo [el Hijo], el amor de Dios [el Padre], y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Luego Judas dice que debemos ser aquellos quienes, orando en el Espíritu Santo, se conservan en el amor de Dios [el Padre], esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo [el Hijo] (vs. 20-21).

  La revelación de la Trinidad Divina en 2 Corintios 13:14 y en Judas 20-21 es la misma en ambos. El amor de Dios [el Padre] está en ambas porciones. La misericordia del Señor Jesucristo [el Padre] en Judas corresponde con la gracia de nuestro Señor Jesucristo en 2 Corintios. En el Señor Jesús está la gracia, y cuando la gracia se extiende a nosotros y nos alcanza, entonces es misericordia. Finalmente, orando en el Espíritu Santo en Judas corresponde con la comunión del Espíritu Santo en 2 Corintios. Orar es una clase de comunión.

EN LA VIDA DE IGLESIA

  Necesitamos ver las porciones en la Palabra que revelan la Trinidad Divina en la vida de iglesia. En 1 Corintios 12:28 revela que [el Triuno] Dios puso en la iglesia, primeramente apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros [...] administraciones. Efesios 4:16 dice que de la Cabeza, Cristo [el Hijo], todo el cuerpo, bien unido y entre lazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor. Hechos 20:28 dice que el Espíritu Santo ha puesto los que vigilan en la iglesia, y el 9:31 dice que la iglesia andaba con el consuelo del Espíritu Santo. Finalmente, Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. El Espíritu es la realidad del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, si no hay Espíritu, no habrá Cuerpo de Cristo, no habrá iglesia. La realidad del Cuerpo de Cristo es el Espíritu el cual hemos recibido, experimentado y disfrutado en muchos aspectos, y la realidad de la vida de iglesia es el mismo Espíritu en quien vivimos y de acuerdo a quien andamos.

EN LA ETERNIDAD QUE NO TIENE FIN

  La visión de la Trinidad Divina en la eternidad que no tiene fin puede verse en los últimos dos capítulos del libro de Apocalipsis. Apocalipsis 21 muestra que la Nueva Jerusalén, que es el tabernáculo de [el Triuno] Dios estará con el hombre (v. 3); el tabernáculo de Dios será la esposa del Cordero [el Hijo] (v. 9); y [el Triuno] Dios será la luz, y el Cordero será la lámpara de la ciudad (v. 23). Apocalipsis 22 dice que el Espíritu estará con la novia (v. 17) y que desde el trono de [el Triuno] Dios y del Cordero [el Hijo] saldrá un río de agua de vida [el Espíritu] con el árbol de la vida [el Hijo] produciendo doce frutos (vs. 1-2).

  El Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu, estaba en la eternidad que no tenía principio, en la creación, en la encarnación, en el vivir y el obrar que tuvo en la humanidad de Jesús, en Su crucifixión, en Su resurrección y en Su ascensión. Él también está en Su salvación que efectúa, está en la vida cristiana, en la vida de iglesia y en la eternidad que no tiene fin. Para que nosotros podamos vivir en la Trinidad Divina y con la Trinidad Divina, necesitamos tener una visión en cuanto a la Trinidad Divina. Si tenemos al Hijo, tenemos al Espíritu y al Padre. Si adoramos al Padre, también adoramos al Hijo y al Espíritu porque los Tres son uno. Necesitamos vivir en la Trinidad Divina y con la Trinidad Divina, teniéndolo a Él como la misma sustancia y elemento de nuestro vivir.

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