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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 51

EL COMER APROPIADO

  Lectura bíblica: 1 Co. 10:23-33; 11:1

  El pasaje que abarca de 10:23 a 11:1 concluye la sección que presenta el tema de comer de lo sacrificado a los ídolos. En estos versículos Pablo habla del comer apropiado.

  El pensamiento de Pablo respecto al comer es muy profundo. Usando la historia de los hijos de Israel como antecedente, él les escribe a los creyentes corintios de manera apremiante. Esta urgencia se puede percibir en la manera que redactó sus escritos. En ellos también hay indicios de que no disponía del tiempo necesario para abarcarlo todo en detalle.

COMER Y DISFRUTAR

  Ya vimos que Pablo asemeja el deleite que tenemos de la mesa del Señor al disfrute que tenían los israelitas al comer de los sacrificios, por medio de lo cual entraban en comunión con el altar (v. 18). Debe quedar grabado en nosotros el hecho de que el comer y el disfrute están relacionados. Si disfrutamos algo que no sea Cristo, a los ojos de Dios, ese disfrute es idolatría. Debemos simplificar y purificar nuestro deleite para que lo único que disfrutemos sea el Señor.

  Cristo es el Señor y también la mesa. Cuando decimos que Jesucristo es el Señor, queremos decir que El lo es todo. Como tal, El es nuestra mesa, la cual es tipificada por la buena tierra, que a su vez era una mesa para los hijos de Israel. En la buena tierra, ellos se deleitaban en la mesa, o sea, disfrutaban el rico producto de la tierra. Los diversos aspectos de dicho producto tipificaban las riquezas de Cristo. Además, el propio Cristo es para nosotros la buena tierra que se nos ofrece sobre la mesa. Si vemos claramente este cuadro, sabremos cómo disfrutar al Señor en calidad de la buena tierra con todas sus riquezas.

  Hemos dado numerosos mensajes que hablan de las riquezas de Cristo, específicamente los que están impresos en el libro El Cristo todo-inclusivo. Además, profundizamos mucho sobre las riquezas de Cristo en los estudios-vida de Colosenses y Filipenses. Por ello, animo a los santos a que lean estos mensajes y se apropien de las riquezas de Cristo. Si lo hacen, estas riquezas se convertirán en alimento para nuestro deleite.

  En 10:23 Pablo dice: “Todo es lícito, pero no todo es provechoso; todo es lícito, pero no todo edifica”. En los versículos 14-22 se habla de lo referente a comer de lo sacrificado a los ídolos desde el punto de vista de hacerse uno con los demonios. Desde el versículo 23 hasta 11:1, se enfoca este asunto desde la perspectiva de edificar a otros para la gloria de Dios (v. 31).

  La primera parte del versículo 23 es idéntica a la primera parte de 6:12. La palabra griega traducida “lícito” significa: están bajo mi poder; así, permisible, admisibles, lícitas. La palabra que se traduce “provechoso” significa: ventajoso, (no simplemente conveniente), bueno, valioso. El versículo paralelo, 6:12, concluye con las palabras: “No me dejaré dominar de ninguna”. Este versículo termina en: “No todo edifica”. Aquél tiene que ver con nosotros mismos, éste, con los demás. En 6:12, la preocupación de Pablo es personal, pero en 10:23, es corporativa.

CUATRO PRINCIPIOS

  Al unir 6:12, 10:23 y 31 vemos cuatro principios acerca del proceder de los creyentes. Primero, todas las cosas son lícitas para los creyentes, pero todo lo que hacen debe ser provechoso, lo que significa que todas las cosas deben ser ventajosas, es decir, no deben provocar ninguna pérdida. Segundo, los creyentes no deben dejarse dominar por nada. Tercero, todo lo que los creyentes hagan debe edificar a los demás. Cuarto, todo lo que los creyentes hagan, deben hacerlo para la gloria de Dios (10:31). Pablo estaba totalmente consciente de estos principios cuando escribió en 10:24: “Ninguno busque su propio bien, sino el del otro”.

NO PREGUNTAR NADA POR MOTIVOS DE CONCIENCIA

  El versículo 25 dice: “De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia”. En la época de los apóstoles, normalmente sólo se consumía en el fuego parte de lo sacrificado a los ídolos. El resto era dado a los sacerdotes o a los pobres, o se vendía de nuevo en el mercado. Existía la posibilidad de que los compradores sin darse cuenta compraran carne ofrecida a los ídolos. En cuanto a esto, Pablo dice a los creyentes que no pregunten nada por motivos de conciencia. Esto significa que no debían hacer preguntas acerca de la carne, sino sencillamente comprarla y comerla.

  En el versículo 26 Pablo añade: “Porque del Señor es la tierra y su plenitud”. La “plenitud” se refiere a las riquezas y también a la expresión. Todas las riquezas de la tierra son su plenitud, su expresión.

  En el versículo 27 Pablo añade: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia”. En ocasiones como éstas, los creyentes no deben investigar nada; no es necesario hacer preguntas. “Mas”, dice Pablo, “si alguien os dice: Esto fue ofrecido en sacrificio; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro” (vs. 28-29a). Si alguien decía que la carne había sido sacrificada a los ídolos, los creyentes no debían comerla por motivos de la conciencia del que lo dijo.

  En la segunda parte del versículo 29 y en el versículo 30, Pablo pregunta: “Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?” La palabra “participo” del versículo 30 denota comer. Esto indica claramente que comer es participar (v. 17). La palabra “censurado” en este pasaje significa: criticado con un propósito maligno. Si un creyente es criticado de esta manera al comer la carne sacrificada a los ídolos, debe abstenerse de comerla.

  En el versículo 31 Pablo concluye: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Esto indica que el pasaje que abarca desde 10:31 hasta 11:1 termina esta sección (desde el v. 23).

  Quiero reiterar que 6:12, 10:23 y 31 presentan cuatro principios fundamentales que deben regular la conducta de los creyentes neotestamentarios. Todo es lícito, pero todo lo que hagamos, (1) con respecto a la cosa en sí, debe ser provechoso; (2) en cuanto a nosotros mismos, no nos debe dominar; (3) con respecto a otros, los debe edificar; y (4) en cuanto a Dios, lo debe glorificar. De otra manera, nada es permitido. Si algo no pasa la prueba de estos cuatro principios, no debemos hacerlo.

NO SER TROPIEZO

  Leamos el versículo 32: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios”. La expresión griega traducida, “no seáis tropiezo” se deriva de la misma raíz que la palabra traducida, tropezadero en 8:9; es diferente de las palabras, poner tropiezo, empleadas en 8:13.

  En el versículo 32 Pablo habla de judíos, griegos y de la iglesia de Dios. En los tiempos neotestamentarios hay tres categorías de personas: (1) los judíos, el pueblo escogido de Dios; (2) los griegos, los gentiles incrédulos; y (3) la iglesia, compuesta de los que creen en Cristo. No debemos ser una ofensa, un tropiezo, a ninguna de estas personas, con miras a que sean salvas (v. 33).

AGRADAR A TODOS EN TODAS LAS COSAS

  En el versículo 33 Pablo expresa: “Como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos”. ¡Qué gran ejemplo nos dio el apóstol!

  Existe la posibilidad de que se aplique erróneamente lo que dice Pablo con respecto a agradar a todos los hombres en todas las cosas y a procurar el beneficio de muchos para que sean salvos. Entre los que aplican este pasaje erróneamente, algunos dicen que a fin de llevar a las personas al Señor, debemos descender a su nivel. Esto equivale a decir que para llevar a las personas a Cristo debemos volver al mundo. No obstante, la historia ha demostrado que esto no funciona. Al contrario, los que aplican de esta manera las palabras de Pablo están más propensos a regresar al mundo que a llevar a otros a Cristo. Cuando predicamos el evangelio, no debemos bajar nuestro nivel. En lugar de descender del monte, debemos permanecer allí y llamar a los demás a subir adonde estamos. Debemos tener mucho cuidado de no usar mal este versículo y hacer de él un principio contrario a lo que quiso decir Pablo.

IMITAR AL QUE IMITA A CRISTO

  En 11:1, un versículo que en realidad pertenece a la conclusión del capítulo diez, Pablo dice: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. Pablo era un seguidor de Cristo, por lo cual era correcto que lo siguieran los creyentes de Corinto, así como todos los demás. Debemos imitar a los que imitan a Cristo. Esto nos constituye imitadores de Cristo. Cualquiera que no imita a Cristo no es digno de ser imitado. En realidad, cuando seguimos a alguien que imita a Cristo, no seguimos a la persona en sí, sino al propio Cristo.

CENTRADOS EN LA VISION CENTRAL

  Por ahora no deseo hablar de los cuatro principios fundamentales que regulan la conducta de los creyentes neotestamentarios, pues hace muchos años di mensajes sobre cada uno de ellos. Mi deseo hoy es que el pueblo del Señor sea llevado a la visión central de Cristo y la iglesia. Así que debemos aplicar estos versículos y estos principios a la iglesia. No me gustaría ver que los santos los tomaran como proverbios y los aplicaran a la vida humana de manera generalizada. Al analizar estos principios y esta sección de 1 Corintios, debemos enfocarnos en la visión central de Cristo y la iglesia. Es menester que todos tomemos esta visión como nuestro centro, que le demos toda nuestra atención y que oremos en torno a ella.

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