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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Samuel»
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Mensaje 6

LA HISTORIA DE SAMUEL

(5)

SU MINISTERIO

(2)

  Lectura bíblica: 1 S. 8

  En este mensaje seguiremos estudiando la historia del ministerio de Samuel.

II. EL FINAL DEL MINISTERIO DE SAMUEL

  En el capítulo ocho vemos el final del ministerio de Samuel.

A. Pone a sus hijos por jueces sobre Israel

  Samuel puso a sus hijos por jueces sobre Israel (vs. 1-3). Sin embargo, ellos no anduvieron por los caminos de su padre (vs. 3a), antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho (v. 3b). Esto fue malo a los ojos de Dios (Ex. 18:21; 23:8; Dt. 16:19) y contrario a los caminos justos y puros que su padre anduvo toda su vida (1 S. 12:3-5). Por lo tanto, ellos no deben ser contados entre los jueces del pueblo de Israel, y su padre Samuel debe ser considerado como el último juez. El representa la conclusión de la era de los jueces.

B. Dan al pueblo de Israel razón de pedir que Samuel les nombrara un rey que los juzgara, como tenían todas las naciones

  Los caminos injustos de los hijos de Samuel dieron lugar a que el pueblo de Israel pidiera que Samuel les nombrara un rey que los juzgara, como tenían todas las naciones. Los ancianos del pueblo le dijeron a Samuel: “He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (8:5).

1. No agrada a Samuel el hecho de que el pueblo de Israel le pidiera un rey

  Al pedirle a Samuel que les nombrara un rey que los juzgara, el pueblo de Israel desagradó a Samuel, lo cual lo llevó a orar por ellos (v. 6).

a. A Samuel no le gusta ver que los elegidos de Dios rechazaran a Dios como Rey de ellos

  A Samuel le desagradó que los elegidos de Dios rechazaran a Dios como Rey de ellos. Desde la primera generación de la humanidad, el hombre ha rechazado a Dios como su Cabeza, su Rey y su Marido.

b. A Samuel tampoco le agrada ver que los elegidos de Dios siguieran el camino de las naciones

  A Samuel tampoco le agradó que los elegidos de Dios siguieran el camino de las naciones. Dios había escogido a Israel para que fuera un pueblo especial en la tierra, y por ende, ellos debieron haber sido diferente a las naciones en todo sentido. Sin embargo, ellos tomaron el camino de las naciones y rechazaron a Dios.

2. El pueblo de Israel ofende a Dios al rechazarle como Rey a cambio de un substituto

  El pueblo de Israel no sólo desagradó a Samuel, sino que también ofendió a Dios al rechazarlo como Rey a cambio de un substituto. “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v. 7).

a. En realidad, Dios es el rey del pueblo de Israel

  En 12:12 Samuel declara: “Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey.” Así vemos que en realidad Dios era el rey del pueblo de Israel.

b. Pedir un rey equivale a rechazar a Dios a cambio de un substituto

  El hecho de que pidieran un rey equivalía a rechazar a Dios por un sustituto. Esta fue una gran perversidad, una gran maldad a los ojos de Dios (vs. 17, 19).

c. Dios manda a Samuel que escuchara la voz del pueblo, pero que les advirtiera solemnemente

  Dios mandó a Samuel que escuchara la voz del pueblo, pero que les advirtiera solemnemente y les diera a saber la manera cruel en que tal rey los gobernaría (8:9).

d. Samuel hace lo que Dios le manda

  Samuel hizo lo que Dios le mandó y refirió “todas las palabras de Jehová al pueblo que le habían pedido rey“ (vs. 10-18).

e. El pueblo no quiere oír la voz de Samuel

  El pueblo rehusó oír la voz de Samuel (v. 19a), y dijeron: “No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras” (vs. 19b-20).

f. Samuel consulta a Jehová y les puso un rey

  Samuel oyó todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová. Entonces Jehová le dijo que escuchara la voz de ellos y les pusiera un rey (vs. 21-22).

g. Los elegidos de Dios se apartan de El y siguen al hombre

  Al insistir en tener un rey, los elegidos de Dios se alejaron de Dios y siguieron al hombre. Debemos aprender la lección de que no importa cuán buenas, espirituales y bíblicas sean nuestras acciones, éstas serán una iniquidad si substituyen a Dios. Todo lo bueno que hagamos, si nos conduce a rechazar a Dios como nuestra Cabeza, como nuestro Esposo y nuestro Rey, a los ojos de Dios es maldad. No se trata de hacer el bien o el mal, ni de tener razón o estar equivocados; es cuestión de si tomamos a Dios como nuestro Rey o si lo rechazamos. Aun en pequeños detalles como ir de compras, a menudo substituimos a Dios. Por ello, el nazareo siempre debe llevar el pelo largo, como una indicación de que se somete a Dios, el cual es su autoridad.

  Debemos aprender a tomar a Dios como nuestra Cabeza en nuestra vida matrimonial. Cuando disputamos con nuestro cónyuge, la única manera de solucionar el desacuerdo es dejar de argumentar y acudir a nuestro Rey, a nuestra Cabeza. A pesar de que por ser el marido yo tengo la autoridad, no la ejerceré. Mas bien, tomaré a mi mujer y juntos acudiremos a mi Marido, a nuestro Marido, para ver lo que El, el propio Dios, nos dice, y hacer conforme a Su voluntad. Esto soluciona todos los problemas y mantiene una vida matrimonial buena y apropiada.

  Es menester aprender esta lección en cuanto al servicio de Dios que desarrollamos en la vida de iglesia. En cada problema relacionado con la economía de Dios, no debemos disputar, luchar, debatir ni razonar, sino acudir a nuestra Cabeza. Nuestra posición debe ser la de uno que lleva el pelo largo. Debemos honrar nuestro voto nazareo.

  En los pasados cuarenta y cuatro años me he enfrentado a personas rebeldes por lo menos en tres ocasiones. En cada caso, le he dicho a los hermanos: “Detengámonos, vayamos al Señor y oremos juntos. Reunamos a los hermanos responsables en el recobro del Señor, para que oremos y tengamos comunión”, pero ellos nunca estuvieron de acuerdo. Todos debemos aprender la lección y aceptar al Señor como nuestra Cabeza, nuestro Marido, y nuestro Rey. Esta es la única manera de ser parte del cumplimiento de la economía eterna de Dios.

III. SAMUEL FUE UN HOMBRE QUE CAMBIO LA ERA EN LA ADMINISTRACION DE DIOS, DE LA ERA DE LOS SACERDOTES A LA DE LOS PROFETAS JUNTO CON EL REINADO

  Samuel fue el hombre que cambió la era en la administración de Dios, de la era del sacerdocio a la era del ministerio profético y el reinado. Esto fue un evento importante, no solamente en la historia de Israel, sino también en la historia de la humanidad.

  El ministerio profético siempre ayuda al reinado. Esto debe ser una lección para nosotros. En la vida de iglesia hoy, los ancianos tienen el reinado. Si usted no es anciano y ve que algo no está bien en la iglesia, no debe criticar, confrontar, ni chismear. Su posición debe ser la de un profeta que ora al Señor y lo escucha. Si el Señor no le comunica ningún mensaje, debe callar; pero si El, por la misericordia que tiene por la iglesia le comunica algo, una profecía, debe ir a los ancianos y profetizárselo. Los ancianos deben comprender que sostienen el reinado, reconocer que no pueden hacerlo todo, que son imperfectos, y deben escuchar la profecía del hermano. Esta debe ser la experiencia adecuada en la vida de iglesia.

A. Después de Moisés, la administración de Dios se centra en el sacerdocio

  Moisés fue un sacerdote, y después de él, la administración de Dios se centró en el sacerdocio.

B. Los sacerdotes ministraban la Palabra y ejercían la autoridad de Dios sobre el pueblo

  La función del sacerdocio era ministrar la palabra de Dios a Su pueblo y ejercer la autoridad de Dios sobre él. Todos nosotros debemos aprender a desempeñar estas dos funciones. Con todo, es posible que alguien sea profeta y tenga la visión de las riquezas de Cristo, y no sepa ejercer la autoridad de Dios para afrontar la falta de visión de los demás acerca de dichas riquezas. Los problemas en la vida de iglesia a menudo son provocados por personas que no saben ejercer la autoridad de Dios.

  Quisiera recalcar una vez más que Samuel no era un rebelde, y que él cambió la era sin ejercer ninguna fuerza. Todo sucedió en total conformidad con la revelación divina. Samuel se comportó, laboró, ministró y sirvió en una manera apacible, moderada y apropiada, basada en la revelación. El fue un hombre de revelación, y todo lo que hizo fue conforme a lo que vio. Además, él fue un hombre conforme al corazón de Dios; es decir, fue una copia, un duplicado, del corazón de Dios. Una persona así jamás se revelaría.

C. Los sacerdotes le fallan a Dios en el ministerio de Su palabra y en el ejercicio de Su autoridad

  El sacerdocio aarónico le falló a Dios en dos aspectos: no ministró la palabra de Dios ni ejerció Su autoridad. Por esta razón el Nuevo Testamento exhorta a los ancianos a que aprendan a hacer dos cosas: enseñar a los santos (1 Ti. 3:2; 5:17), es decir, comunicarles la palabra de Dios; y tomar la delantera entre ellos (He. 13:7; 1 P. 5:1-3), es decir, ejercer la autoridad de Dios. Si los ancianos enseñan a los santos, deben ser los primeros en poner por obra lo que enseñan. En esto consiste ejercer la autoridad de Dios.

  Cuando el sacerdocio era apropiado, los sacerdotes eran modelos para el pueblo. Lo que los sacerdotes enseñaban y lo que ejercían en la autoridad de Dios, ellos mismos lo practicaban. Ellos eran los primeros en llevar a cabo todo lo relacionado con la economía eterna de Dios. Por ejemplo, los sacerdotes fueron los primeros en entrar en el río Jordán y rodear la ciudad de Jericó. Esta fue la manera correcta de ejercer la autoridad de Dios. Hoy, así se debe cuidar a la iglesia: enseñando para hablar por Dios y tomando la delantera para ejercer Su autoridad.

D. Dios comienza una nueva era al levantar a Samuel para que reemplazara el sacerdocio decadente

  Al degradarse el sacerdocio que Dios había establecido, Dios comenzó una nueva era levantando a Samuel, un joven nazareo y fiel sacerdote que reemplazó el sacerdocio decadente (1 S. 2:35). Dios estableció a Samuel como profeta, para que ministrase la Palabra (3:20-21), y como juez, para que ejerciera Su autoridad sobre Sus elegidos (7:15-17).

E. Samuel concluye el oficio de los jueces y da principio al oficio de los reyes, quienes tenían el apoyo del restablecido oficio profético

  Samuel, como último juez, concluyó el oficio de los jueces y, como nuevo sacerdote, dio principio al oficio de los reyes, quienes tenían el apoyo del restablecido oficio profético, del cual Samuel fue el primer profeta (Hch. 3:24; 13:20; He. 11:32). Esto significa que Dios había desechado al antiguo sacerdocio debido a que estaba deteriorado. Aunque éste tenía la palabra de Dios y ejercía el gobierno de Dios, Dios lo reemplazó con el renovado ministerio profético, el cual comunicaba la palabra de Dios a Su pueblo, y con el reinado, el cual gobernaba al pueblo de Dios.

  Samuel fue el factor que propició el estado en el que entró el pueblo de Dios. El estableció una administración gubernamental en la economía divina, para que Dios cumpliera las promesas que le hizo a los padres, y realizase Su deseo conforme a Su economía, a saber, tener un linaje por medio del cual Cristo vendría a la tierra. Indudablemente, el nacimiento de Cristo fue un hecho trascendental. Hoy estamos disfrutando los beneficios del servicio de Samuel, y le damos gracias a Dios por ello.

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