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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Hebreos»
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Mensaje 7

JESÚS EL HIJO DEL HOMBRE, COMO HOMBRE, ES SUPERIOR A LOS ÁNGELES

  En el mensaje 4 vimos que Cristo como Hijo de Dios, Dios mismo, es superior a los ángeles. Esto lo revela Hebreos 1. Ahora veremos la segunda parte de esta comparación, que Jesús como Hijo del Hombre, como hombre, es superior a los ángeles. Esto lo revela Hebreos 2. Primero vimos a Cristo como el Hijo de Dios, como Dios mismo, y ahora debemos ver a Jesús como el Hijo del Hombre, como hombre. Ambos, como Dios y como hombre Él es superior a los ángeles.

  Nuestro Jesús maravilloso posee dos naturalezas, la divina y la humana. Él posee tanto divinidad como humanidad. Él es Dios y Él es hombre. Puesto que Él es Dios, Él es el Hijo de Dios, y puesto que Él es hombre, Él es el Hijo del Hombre. De acuerdo con la Biblia, las expresiones hombre e Hijo del Hombre se usan de forma intercambiable. Esto nos lo muestra Salmos 8:4, que dice: “¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?”. Así que la expresión el Hijo del hombre simplemente quiere decir “hombre”. Bajo este mismo principio, la expresión Hijo de Dios quiere decir “Dios”. Según Juan 5:17-18, el hecho de que Jesús fuera el Hijo de Dios quería decir que era Dios mismo. Cuando los fariseos escucharon que el Señor Jesús se llamó a Sí mismo Hijo de Dios, ellos lo acusaron de blasfemia, porque para ellos esto equivalía a hacerse igual a Dios. Por lo tanto, decir que Jesús es el Hijo de Dios equivale a decir que Él es Dios mismo. Cristo es tanto Dios como hombre. Hebreos 1 habla acerca de Su divinidad, y el capítulo 2 se refiere a Su humanidad. Tanto en Su divinidad como en Su humanidad, Él es superior a los ángeles. Por tanto, aun como el Hijo del Hombre, Él es superior a los ángeles.

  Es fácil concebir que Dios sea absolutamente superior a los ángeles, pero tal vez no sea tan fácil comprender que el hombre también sea superior a ellos. ¿Todavía se aferra al concepto de que usted es inferior a los ángeles? Me temo que si un ángel se le apareciera, usted lo adoraría, o por lo menos lo admiraría, pensando subconscientemente que él es superior a usted. Este concepto es erróneo. Si piensa que los ángeles son superiores a usted, eso indica que le falta visión. Necesita ver el capítulo 2 de Hebreos. Incluso al final del capítulo 1 (v. 14) vemos que como herederos de la salvación somos muy superiores a los ángeles, ya que ellos son nuestros servidores, y nosotros sus amos. Nosotros somos compañeros, socios de Cristo, y los ángeles son servidores que ministran a los herederos de la salvación. Nosotros somos la casa de Dios, en la cual se encuentra la escalera celestial que nos une a Dios y trae Dios a nosotros, mientras que los ángeles son espíritus ministradores que ascienden y descienden por esta escalera para servirnos. Debido a esto, ellos tienen una posición muy inferior a la nuestra. Como mencionamos en el mensaje 4, Mateo 18:10 revela que cada uno de nosotros tiene un ángel. Salmos 34:7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Fue un ángel el que se le apareció a Cornelio (Hch. 10:3) para decirle dónde podía encontrar a alguien que le predicara el evangelio. Además, Hechos 12:7-11 nos cuenta cómo un ángel abrió las puertas de la prisión a Pedro para que éste pudiera escapar. Aunque usted no sepa el nombre de su ángel ministrador, estoy muy seguro de que él sí conoce el suyo. Todos tenemos al menos un ángel que nos ministra continuamente. Esto no es superstición, sino una realidad. Basado en mi experiencia, puedo dar testimonio que durante todos mis viajes en estos cuarenta años, he comprendido que mi ángel ha estado conmigo y que en muchas ocasiones me ha protegido.

  Cristo, el Hijo del Hombre, como hombre es superior a los ángeles. Hebreos 2 se refiere a Él no como un hombre extraordinario, sino como un pequeño hombre. Sin embargo, aun como un pequeño hombre, Él es superior a los ángeles. Antes de considerar la superioridad que Jesús el hombre tiene sobre los ángeles, debemos ver un factor fundamental de Su condición humana, el cual consiste en que Dios designó al hombre para que gobernara la tierra, tal y como se revela en Génesis 1:26-28.

I. EL MUNDO VENIDERO

  Hebreos 2:5 dice: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. La palabra porque conecta este versículo con los versículos anteriores del mismo capítulo. Los versículos del 1 al 4 nos hacen una advertencia diciéndonos que recibiremos una “justa retribución” si descuidamos “una salvación tan grande”. La persona maravillosa del Señor más Su espléndida obra, constituyen esta “salvación tan grande”, una salvación que ninguno de nosotros debería descuidar. La palabra escaparemos del versículo 3, según el contexto, significa escapar de la retribución mencionada en el versículo 2. Si descuidamos “una salvación tan grande”, lo justo y lo correcto es que recibamos cierta retribución. ¿Cuál será esta “justa retribución”? Aunque hablaremos más sobre esto en los próximos mensajes, con sólo prestar atención al uso de la palabra porque del versículo 5, entendemos un poco en qué consistirá esta retribución. La palabra porque nos remite a la negligencia mencionada en el versículo 3. Si descuidamos “una salvación tan grande”, ciertamente recibiremos alguna clase de “justa retribución”, “porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. Así que, la “justa retribución” está relacionada con “el mundo venidero”.

  Si descuidamos esta salvación tan grande, “¿cómo escaparemos nosotros?”. Esto no significa perder nuestra salvación ni ser condenados. Una vez somos salvos, lo somos para siempre. Juan 10:28 nos asegura esto cuando dice: “Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano”. Cuando creemos en el Señor Jesús, Él nos da vida eterna y no pereceremos jamás. La palabra del Señor permanece para siempre, y ella nos dice que somos eternamente salvos. Podemos tener la seguridad de la salvación eterna. Sin embargo, esto no quiere decir que una persona salva ya no tenga problema alguno. De acuerdo con este pasaje de Hebreos, una persona salva, cuya salvación le ha sido eternamente asegurada, podría dejar de participar del “mundo venidero”. Ahora debemos averiguar en qué consiste este “mundo venidero”.

A. En la era venidera del reino

  Si usted conoce toda la Biblia, se dará cuenta de que el “mundo venidero” se refiere a la tierra en la era venidera del reino de Dios. Salmos 2:8 dice que Dios le ha dado a Cristo las naciones por herencia y los confines de la tierra como posesión Suya. Apocalipsis 11:15 dice: “El reinado sobre el mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”. En un día no muy lejano las naciones, los reinos de la tierra, llegarán a ser el reino de Cristo. Según Daniel 2:35, cuando el Señor Jesús regrese, habrá sobre la tierra diversas naciones, las cuales están representadas por la imagen hecha de hierro, barro cocido, bronce, plata y oro. Todos estos elementos, representan a los reinos terrenales. Repentinamente una piedra, “sin que la cortara mano alguna” (Dn. 2:34) descenderá del cielo y desmenuzará el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro. Daniel 2:35 revela que “la piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra”. Esta piedra que se hace un gran monte es el reino de Dios.

  Esta piedra que “se desprendió sin que la cortara mano alguna” y desmenuza los reinos terrenales, es Cristo. Cristo no sólo es la piedra del fundamento (Is. 28:16), la piedra angular (Mt. 21:42; Hch. 4:11), la piedra cimera (Zac. 4:7) y la piedra viva (1 P. 2:4) útil en la edificación de Dios; Él es también la piedra de tropiezo para los judíos incrédulos (Mt. 21:44; 1 P. 2:8), así como la piedra que hiere a las naciones (Mt. 21:44). En primer lugar, para los creyentes Él es una piedra útil en la edificación de Dios. Como la piedra destinada para el edificio de Dios, Él es la piedra del fundamento, la piedra del ángulo, la piedra cimera y la piedra viva que hace de nosotros piedras útiles para el edificio de Dios (1 P. 2:5). En segundo lugar, con respecto a los judíos incrédulos Él es una piedra de tropiezo. Los judíos incrédulos han tropezado en Él. No debemos pensar que el Señor Jesús es siempre bondadoso con todos. Al menos para los judíos que no crean en Él, Él será una piedra de tropiezo. Y en tercer lugar, para los gentiles, las naciones, el Señor será una piedra que hiere, la cual descenderá del cielo para desmenuzar a todos los reinos de la tierra (Dn. 2:34-35, 44). Esta piedra que hiere vendrá a ser un gran monte, lo que significa que el Señor Jesús vendrá a ser un reino que llenará toda la tierra. Este reino, el gran monte que llenará toda la tierra, será Cristo mismo. En aquel tiempo, la tierra será el reino del Señor. Esto es a lo que se refiere Hebreos 2:5 cuando habla del “mundo venidero”. Así pues, “el mundo venidero” alude a la tierra que, en la próxima era, vendrá a ser el reino del Señor. Esto podría suceder muy pronto.

  El “mundo venidero” en la era venidera no estará sujetado a los ángeles. En otras palabras, Dios jamás dispuso que los ángeles gobernaran sobre la tierra. Más bien, Él ha designado al hombre para que gobierne sobre la tierra en la era venidera. Basándose en este hecho, el escritor de Hebreos nos muestra que el hombre es superior a los ángeles. En este sentido, en lo que respecta a gobernar la tierra en la era venidera, el hombre es superior a los ángeles.

  En Su economía Dios quiso desde un principio que el hombre señoreara sobre la tierra. Desde la eternidad pasada, Dios determinó que el hombre gobernara la tierra. Según la Biblia, fue desde la creación que Dios determinó que el hombre ejerciera Su autoridad en la tierra. Esto se menciona claramente en Génesis 1:26-28.

  Hay tres capítulos en la Biblia que corresponden a un mismo grupo: Génesis 1, Salmos 8 y Hebreos 2. Estos tres capítulos comparten un mismo tema: Dios dispuso que el hombre señoreara sobre la tierra que Él creó. ¿Por qué Dios dispuso que el hombre gobernara la tierra? Porque Dios requiere de un ámbito, una esfera, un dominio, donde pueda ejercer Su autoridad. Sin este dominio en el cual pueda ejercer Su autoridad, le sería muy difícil a Dios expresar Su gloria. La expresión de Su gloria requiere de un dominio. Si Dios no tuviese autoridad sobre la tierra, ¿cómo podría venir para expresar Su gloria? ¿Recuerdan ustedes cómo concluye el Padre nuestro en la Biblia? “Porque Tuyo es el reino, y la autoridad, y la gloria” (Mt. 6:13, lit.). Donde está el reino, allí también está la autoridad, y Dios puede expresar Su gloria. El reino tiene como fin ejercer autoridad, y la autoridad es para expresar la gloria. Sin el reino, Dios no puede ejercer Su autoridad ni expresar Su gloria. La oración del Señor tenía como meta el reino. En el reino la autoridad puede ser ejercida y la gloria podrá ser expresada.

  El propósito de Dios es invariable y eterno, y se extiende de eternidad a eternidad. Dios jamás ha alterado Su propósito, según el cual el hombre es quien debe ejercer Su autoridad en la tierra, de modo que Él pueda tener un dominio, una esfera, en la cual Él pueda expresar Su gloria.

  La vida de iglesia hoy es un dominio. Cada iglesia local es un dominio donde la gloria de Dios es expresada. Es por eso que la vida de iglesia hoy es el reino de Dios en pequeña escala (Ro. 14:17). Si bien no es el reino a gran escala, la vida de iglesia hoy por lo menos es el reino en miniatura, pero con las mismas implicaciones y bajo el mismo principio. La vida de iglesia apropiada es el reino de Dios donde Él ejerce Su autoridad a fin de expresar Su gloria. Éste es el propósito que Dios tuvo al crear al hombre.

B. Para que Cristo posea la tierra

  El “mundo venidero” será posesión de Cristo en la era venidera del reino. Cristo tomará posesión del “mundo venidero” (Sal. 2:8) para establecer allí Su reino. El propósito de Dios es recobrar la tierra de la mano usurpadora de Satanás y establecer Su reino en la tierra para que Su gloria pueda ser expresada. Dios ha dado a Cristo esta tierra como herencia. Cuando nosotros, los que hemos sido salvos, participemos de Su herencia en el “mundo venidero” como compañeros Suyos, tendremos parte en tal tierra gloriosa, donde el reino de Dios estará establecido para la expresión de la gloria de Dios. Perder la oportunidad de tener parte en esta tierra tan gloriosa, será la “justa retribución” para aquellos que descuiden “una salvación tan grande”. Si hoy descuidamos esta “salvación tan grande”, no escaparemos de esta “justa retribución”, que consiste en perder la oportunidad de participar del reino venidero.

II. EL HOMBRE JESÚS

  El propósito de Dios con el hombre ocurre en tres etapas: la etapa de la creación, la etapa de la profecía y la etapa del cumplimiento. En lo concerniente al propósito de Dios, el hombre es tanto Adán como Cristo. Adán fue el primer hombre, y Cristo fue y sigue siendo el segundo hombre (1 Co. 15:45, 47). Estos dos hombres se ven en cada una de estas tres etapas. Comencemos examinando al hombre en la etapa de la creación.

A. El hombre en la etapa de la creación

1. Hecho a la imagen de Dios para expresarlo

  En la creación, Dios determinó que el hombre tuviera Su imagen a fin de expresarlo (Gn. 1:26-28). El hombre fue hecho a imagen de Dios para expresar a Dios.

2. Con la autoridad de Dios para representarlo

  El deseo de Dios también consistía en que el hombre tuviera Su autoridad a fin de representarlo. Después de haber creado al hombre, Dios le confirió Su autoridad, autorizándolo así para ser Su representante. Por lo tanto, desde el tiempo de la creación, se dispuso que el hombre cumpliera dos funciones: expresar a Dios y representarlo.

3. El hombre fracasó y no cumplió el propósito de Dios

  Sin embargo, el hombre en la creación le falló a Dios. Fue envenenado por Satanás y cayó. De manera que, el hombre en la creación quedó inutilizado y fracasó en cumplir el propósito de Dios.

  Si únicamente tuviéramos el libro de Génesis, nos quedaríamos muy decepcionados. A pesar de todos los relatos excelentes que encontramos en el libro de Génesis, al final se nos dice que José murió y que fue puesto en un ataúd en Egipto (Gn. 50:26). ¡Qué lastimosa conclusión para el libro de Génesis! José, el representante de Dios, murió, fue puesto en un ataúd y dejado en Egipto.

  Antes de continuar, quisiera decir algo tocante a Jacob y José. Jacob, quien llegó a ser Israel, el príncipe de Dios, y José, en realidad representan una sola persona. José era una parte de Israel, pero no era parte de Jacob. Jacob era un suplantador, un ladrón, pero fue transformado en Israel, el príncipe de Dios (Gn. 32:28; 35:10). Cuando Jacob llegó a ser una persona madura y experimentada, ciertamente expresaba a Dios en Su imagen. De joven Jacob fue un suplantador que engañó a todos: a su hermano, a su padre, a su tío y a sus cuñados. Pero Dios es maravilloso. Él es capaz de transformar a semejante suplantador y engañador en un príncipe de Dios. Cuando Jacob llegó a viejo, no sabía cómo engañar, pelear o suplantar; lo único que sabía hacer era extender su mano para bendecir. Jacob bendecía a todo el que se le acercaba. Israel incluso bendijo al faraón, el soberano más poderoso de aquella época, cuando José se lo presentó (Gn. 47:7). Esto muestra que Israel era mayor que faraón. Para entonces, Israel era maduro y expresaba al Dios que bendice. Nuestro Dios es un Dios que bendice; es por ello que Israel, quien había sido plenamente conformado a la imagen de Dios, otorgaba bendiciones adondequiera que iba. Fue por eso que, cuando fue traído delante de faraón, extendió sus manos y lo bendijo. En esto verdaderamente expresó a Dios.

  El nombre Israel contiene el nombre de Dios, porque las últimas dos letras de Israel, el, en hebreo significan “Dios”. No obstante, Israel necesitaba a José como una de sus partes, es decir, como la parte reinante, la parte que representa. Puede decirse que en aquella época, la tierra no estaba bajo la soberanía del faraón, sino de José. Por un lado Israel con José expresaban a Dios en Su imagen y, por otro, representaban a Dios en Su autoridad. No obstante, el libro de Génesis concluye diciendo que José murió y que fue puesto en un ataúd y dejado en Egipto. La conclusión del libro de Génesis es muy pobre.

B. El hombre en la etapa de la profecía

  Si bien la situación al final del libro de Génesis es bastante lamentable, cuando llegamos al salmo 8, vemos un panorama muy prometedor. Indudablemente el salmista se hallaba inspirado cuando dijo: “Cuando veo Tus cielos, obras de Tus dedos, la luna y las estrellas que Tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?” (vs. 3-4). Bajo la inspiración de Dios, el salmista profetizó que sería recobrado lo que se había perdido en Adán. Repitiendo las palabras de Génesis 1, profetizó que la comisión que el hombre había perdido, sería recobrada. Por tanto, el salmo 8 alude al recobro de lo que Dios dispuso para el hombre en Génesis 1. Lo cual el hombre creado en Génesis 1, perdió cuando cayó. Pero el salmista profetizó que lo que Dios dispuso sería recobrado. Como veremos más adelante, el hombre del cual se profetiza en el salmo 8 es el Señor Jesús. Esto nos lo revela Hebreos 2.

1. Un poco inferior a los ángeles

  En la profecía del salmo 8 concerniente al recobro de lo que Dios dispuso para el hombre, se nos dice que Dios hizo al hombre “poco menor que los ángeles”. Hebreos 2:7 cita esta frase diciendo: “Un poco inferior a los ángeles”. Esto se refiere sólo al aspecto físico, y no en cuanto a su posición. En el aspecto físico, el hombre es menor o inferior a los ángeles.

2. Coronado de gloria y de honra

  Sin embargo, la profecía del salmo 8 afirma que Dios coronó al hombre, quien es menor que los ángeles, “de gloria y de honra”. Esto no se cumplió en ningún hombre hasta el tiempo en que el hombre Jesús ascendió a los cielos. Por lo tanto, esta profecía tiene que ver con el Señor Jesús como un hombre, y en Él es cumplida.

3. Fue puesto sobre las obras de Dios

  La profecía del salmo 8 también dice que Dios hizo señorear al hombre sobre las obras de Sus manos y puso todas las cosas bajo sus pies. Hebreos 2, al citar este versículo, dice que Dios puso al hombre sobre las obras de Sus manos y que todo lo sujetó bajo sus pies. Evidentemente, se trata de una repetición de lo mencionado en Génesis 1:26-28. Esto puede ser llamado el recobro de lo que le fue confiado al hombre en Génesis 1, lo cual se perdió debido a la caída del hombre en Génesis 3.

C. El hombre en la etapa del cumplimiento

  Hebreos 2:6-9 constituye el cumplimiento de la profecía mencionada en el salmo 8. Nos dice que el hombre que cumple esta profecía es Jesús. Jesús es el segundo hombre (1 Co. 15:47). A pesar de que el primer hombre fracasó en cumplir el propósito de Dios, el segundo hombre tuvo éxito. En Génesis 1 vemos al hombre en la creación de Dios con el propósito eterno de Dios. Este hombre le falló a Dios. Luego el salmo 8, al decir que el hombre recobraría lo que Dios dispuso para él, profetiza de otro hombre. Sin este segundo hombre, nosotros estaríamos perdidos, y lo que Dios dispuso para el hombre también estaría perdido. Pero tenemos al segundo hombre, quien recuperó la comisión perdida y cumplió el propósito original de Dios. Este segundo hombre nos es presentado en Hebreos 2.

1. Hecho un poco inferior a los ángeles para padecer la muerte

  El hombre Jesús, conforme al cumplimiento de la profecía del salmo 8, fue hecho un poco inferior a los ángeles para padecer la muerte (2:9). En cuanto a nuestra constitución física, somos inferiores a los ángeles. Los ángeles son superiores a nosotros en este aspecto. Cuando Jesús vino como hombre, Su constitución física era también inferior a la de los ángeles. Al hacerse hombre, Él participó de carne y sangre, y de la naturaleza humana. ¿Por qué asumió una constitución física que fuese inferior a la de los ángeles? Con el propósito de sufrir la muerte por nosotros. Para sufrir la muerte, Él requería de un cuerpo físico. Sin un cuerpo físico no podría haber muerto por nuestros pecados. Éste fue el motivo por el cual Él se hizo un poco inferior a los ángeles.

2. Coronado de gloria y de honra

  Después de sufrir la muerte y efectuar la redención, Jesús fue glorificado en Su resurrección (Lc. 24:26), y en Su ascensión a los cielos fue coronado de gloria y de honra (He. 2:9). Aunque el Señor Jesús es tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre, respecto a Su coronación con gloria y honra debemos prestar especial atención a Su humanidad, al hecho de que Él es el Hijo del Hombre. En Hebreos 1, Él es Dios; pero en Hebreos 2, Él es hombre. Cuando leemos Hebreos 1, debemos prestar mucha atención a la divinidad del Señor, pero cuando llegamos a Hebreos 2 debemos centrar toda nuestra atención en Su humanidad. Es en Su humanidad que Él es coronado de gloria y de honra; como hombre, cuando ascendió a los cielos Él fue coronado de esta manera.

  ¿Dónde está Jesús coronado de gloria y de honra? En el tercer cielo. Aquel pequeño Jesús nacido en un pesebre y criado en un humilde hogar de Nazaret, sin hermosura y sin ningún atractivo, fue coronado de gloria y de honra cuando ascendió a los cielos. ¿En qué consiste la gloria y la honra? La gloria es el esplendor relacionado con la persona de Jesús, y la honra se refiere a lo precioso que es Jesús, es decir, a Su incalculable valor (en 1 P. 2:7 se traduce esta misma palabra griega como “preciado”), así como a Su dignidad, lo cual está relacionado con Su posición (2 P. 1:17; Ro. 13:7).

a. Fue hecho Señor y Cristo

  Jesús fue coronado de gloria y de honra para ser hecho Señor y Cristo (Hch. 2:36; 10:36b). Antes de Su encarnación, Él era el Señor. Sin embargo, en Su condición de hombre, no era el Señor. Ahora, en Su ascensión, Él como hombre ha sido coronado para ser Señor. Éste es un asunto muy importante. Por un lado, Él ya era el Señor por ser Dios, pero por otro, en Su humanidad Él fue coronado para ser Señor de todos. Él es también el Cristo, esto es, el Ungido. El título Señor quiere decir que Él es el Señor que reina sobre todo, y el título Cristo significa que Él es el Ungido, quien ha sido designado para hacer todo lo necesario a fin de cumplir el plan de Dios. El Ungido es Aquel que ha sido designado, y el que ha sido designado es quien administra la empresa universal de Dios, que es Cristo y la iglesia.

b. Fue exaltado como Príncipe y Salvador

  Cristo fue exaltado como Príncipe y Salvador (Hch. 5:31). La palabra griega traducida “Príncipe” es la misma que en Hebreos 2:10 se tradujo “Autor”. Esta palabra griega también podría traducirse como capitán, originador, inaugurador o pionero. En nuestro idioma no tenemos otra palabra equivalente a ésta. Así pues, Cristo fue coronado de gloria y de honra a fin de que Él llegara a ser nuestro Capitán. Como la palabra griega lo sugiere, Él es también nuestro Líder, Príncipe, Pionero y Precursor. Jesús es quien combate, asume el liderazgo, va adelante y es el primero en alcanzar Su destino. Él ha abierto el camino hacia la gloria y nosotros ahora estamos siguiendo por este camino. Por consiguiente, Él no solamente es el Salvador, que nos rescató de nuestra condición caída y de todo lo negativo, sino también nuestro Capitán, quien como Pionero entró en la gloria para que nosotros pudiésemos entrar en la misma condición. El Señor Jesús hoy en día es el Señor, el Cristo, el Capitán y el Salvador.

  El primer capítulo de Hebreos revela que Cristo es el Hijo de Dios que vino para hablar, declarar y expresar a Dios. Como tal, Él es superior a los ángeles. Aquí en el capítulo 2, Él es el Hijo del Hombre que llegó a ser el Señor, el Cristo, el Capitán y el Salvador. El hecho de que Él sea nuestro Señor, nuestro Cristo, nuestro Capitán y nuestro Salvador, no tiene que ver tanto con Su divinidad como con Su humanidad. Ésta es una cuestión muy práctica. ¿Cuál es la razón por la que Jesús es nuestro Señor? Debido a que Él es un hombre. ¿Cómo Él puede ser el Cristo, el Capitán y el Salvador? Todo esto es posible debido a que Él es un hombre. Los ángeles no poseen humanidad; por eso ninguno de ellos podría ser jamás nuestro Señor, nuestro Cristo, nuestro Capitán ni nuestro Salvador. Únicamente Cristo en Su humanidad puede ser tal persona para nosotros. Aún más, esta humanidad no es una humanidad natural, sino una humanidad resucitada, elevada y que ha ascendido; es una humanidad que fue coronada con la gloria y honra divinas. Debido a que estos conceptos no son naturales, sino que más bien son conceptos nuevos y novedosos, es necesario que dediquemos suficiente tiempo considerándolos a fin de que podamos ver más.

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