Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Jacobo»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 14

UNA VIDA QUE NO CONCUERDA PLENAMENTE CON LA ECONOMÍA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS NI LA TIENE POR OBJETIVO

(2)

  Lectura bíblica: Jac. 4:15; 13-20, 5:17; Hch. 21:15-24

  En el mensaje anterior comenzamos a hacer notar que en la Epístola de Jacobo vemos una vida que no concuerda plenamente con la economía neotestamentaria de Dios ni la tiene por objetivo. Hasta ahora hemos visto ocho características de tal vida, según se encuentran en este libro: conserva aún las doce tribus de la dispensación del Antiguo Testamento, posee la vida divina por medio del nacimiento divino, recibe la palabra implantada, guarda la perfecta ley de la libertad como se hace en el Antiguo Testamento, confunde la economía del Nuevo Testamento con la práctica de la dispensación del Antiguo Testamento que fue recobrada, guarda aún la ley de la letra del Antiguo Testamento, se comporta según una sabiduría que tiene el sabor característico del Antiguo Testamento, y experimenta al Espíritu que mora en nosotros únicamente con relación a vencer el mundo.

  En este mensaje veremos otras características de una vida que no concuerda plenamente con la economía neotestamentaria de Dios ni la tiene por objetivo.

PROCEDE COMO LO HACÍAN LOS SANTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

  Según 4:15, Jacobo nos pide que digamos: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. A muchos cristianos les gustan mucho los versículos del 13 al 17 del libro de Jacobo. En 4:13 Jacobo dice que no debemos decir: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y negociaremos, y tendremos ganancia”. Luego, en el versículo 14 Jacobo añade: “Vosotros no sabéis lo que será mañana, qué será de vuestra vida; porque sois un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”. Por lo tanto, debemos decir: “Si el Señor quiere...”. Sin embargo, esta manera de vivir se asemeja mucho a la de los santos del Antiguo Testamento. Los santos del Nuevo Testamento, por su parte, deben ser guiados por el Espíritu. En Romanos 8:14 Pablo dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Ser guiados por el Espíritu de Dios es muy diferente de decir que haremos esto o aquello “si el Señor quiere”. Los santos del Nuevo Testamento son personas que son guiadas por el Espíritu en su vida diaria. Supongamos que un hermano dijera: “Si el Señor quiere, amaré a mi esposa”, o que una hermana dijera: “Si el Señor quiere, me sujetaré a mi marido”. Éste no es el camino que nos presenta el Nuevo Testamento. Alguien que se conduce conforme al Antiguo Testamento podría decir: “Si el Señor quiere, iré de compras mañana; pero si no quiere, ¿qué más haré sino quedarme en casa?”. En lugar de ello, todos debemos aprender a ser guiados por el Espíritu en nuestra vida diaria. Día a día, e incluso a cada momento, debemos ser guiados por el Espíritu que mora en nosotros.

NO HACE DISTINCIÓN ENTRE LOS CRISTIANOS JUDÍOS Y LOS JUDÍOS DE LA DISPENSACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO

  Hemos visto que en su epístola, Jacobo no parece hacer una clara distinción entre los cristianos y los judíos, entre la economía neotestamentaria de Dios y la dispensación antiguotestamentaria. Él dirige esta epístola a las doce tribus (1:1) e incluso emplea el término sinagoga (2:2) para referirse al lugar de reunión de los cristianos judíos. Luego, en una sección parentética (5:1-6), Jacobo se dirige a la clase rica de entre los judíos en general. Por tanto, aquí encontramos una mezcla confusa relacionada con los judíos de la dispensación del Antiguo Testamento.

AGUARDA LA VENIDA DEL SEÑOR CON LA LONGANIMIDAD Y PERSEVERANCIA DE LOS PROFETAS Y LOS SANTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

  En 5:7 Jacobo dice: “Por tanto, hermanos, sed longánimes hasta la venida del Señor”. Es maravilloso aguardar la venida del Señor con longanimidad; esto es ciertamente un asunto que pertenece al Nuevo Testamento. Sin embargo, al hablarnos de aguardar la venida del Señor, Jacobo no tenía el pensamiento que nos comunica el Nuevo Testamento; en vez de ello, él usó a los profetas como ejemplo de longanimidad y a Job como ejemplo de perseverancia: “Hermanos, tomad como ejemplo de sufrimiento y de longanimidad a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveraron. Habéis oído de la perseverancia de Job, y habéis visto el fin que le dio el Señor, que el Señor es muy tierno y compasivo”.

  La enseñanza de Jacobo en cuanto a aguardar la venida del Señor es muy diferente de la del Señor Jesús y del apóstol Pablo. En Mateo 24:42 el Señor dice: “Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor”, y en Mateo 24:44 dice: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Aquí vemos que el Señor, en cuanto a Su venida, nos manda que velemos y estemos preparados. Luego, en Lucas 21:36, el Señor nos da este encargo: “Velad, pues, en todo tiempo rogando”. En cuanto a la venida del Señor, Pablo también nos manda que velemos: “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios” (1 Ts. 5:6).

  Los profetas y los santos del Antiguo Testamento se encuentran muy lejos de nosotros. En cambio, hoy tenemos al Dios Triuno dentro de nosotros. Los profetas y los santos del Antiguo Testamento tal vez tuvieron longanimidad y perseverancia, pero hoy en día el Dios Triuno mora en nuestro ser para ser nuestra perseverancia y longanimidad mientras aguardamos la venida del Señor Jesús.

PONE EN PRÁCTICA LA VIDA DE IGLESIA SEGÚN LA MANERA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Ora por un creyente enfermo ungiéndolo en el nombre del Señor

  En su epístola, Jacobo habla acerca de la práctica de la vida de iglesia; sin embargo, dicha práctica concuerda con el Antiguo Testamento. El primer asunto relacionado con la práctica de la vida de iglesia, del cual habla Jacobo en 5:13-20, es el de orar por un creyente enfermo ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor” (v. 14). Tenemos que reconocer que es maravilloso orar por un hermano que está enfermo y ungirlo con aceite en el nombre del Señor.

Ora según la manera del Antiguo Testamento

  Aunque es muy bueno lo que Jacobo habla acerca de la oración en 5:14-16, él ora a la manera de los profetas del Antiguo Testamento. Esto lo confirma el hecho de que pone como ejemplo la oración de Elías: “Elías era hombre de sentimientos semejantes a los nuestros, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra hizo brotar su fruto” (vs. 17-18). Como ya mencionamos, la frase oró fervientemente literalmente significa “oró en oración”. Tal vez admiremos esta manera de orar y pensemos que es excelente. Pablo, sin embargo, no se expresa con estos términos; más bien, nos dice que debemos orar siempre en el espíritu (Ef. 6:18). Orar en el espíritu es mucho mejor, más dulce y más rico que orar en oración. Esto último es orar conforme a la manera del Antiguo Testamento; pero lo primero es orar conforme a la manera del Nuevo Testamento. En el caso de Elías, el Señor le dio el encargo de orar de una manera particular, y Elías oró para que no lloviera. Así, Elías oró basado en la oración que el Señor le dio. Sin embargo, hoy en día nosotros tenemos al Espíritu, el cual permanece en nuestro espíritu e intercede por nosotros (Ro. 8:26), y no es necesario que recibamos una oración o un encargo particular, pues podemos orar sin cesar en nuestro espíritu (1 Ts. 5:17).

  Si no recibimos luz de parte del Señor, tal vez tengamos en muy alta estima lo que dice Jacobo en cuanto a la oración. Pero si el Señor nos ilumina, veremos que la manera en que Jacobo describe la oración corresponde al Antiguo Testamento. Con esto vemos que la Epístola de Jacobo nos aleja de la práctica del Nuevo Testamento y nos hace retroceder a la práctica del Antiguo Testamento.

Hace volver al hermano descarriado a fin de que éste se arrepienta y sea perdonado, pero lo hace conforme a la manera del Antiguo Testamento

  En 5:19-20 Jacobo habla de hacer volver a un hermano que se ha descarriado, a fin de que éste se arrepienta y sea perdonado: “Hermanos míos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte el alma de éste, y cubrirá multitud de pecados”. Aun lo que dice Jacobo en cuanto a recobrar a un hermano que se ha descarriado concuerda con el Antiguo Testamento. Lo que dice acerca de cubrir una multitud de pecados se asemeja mucho a una cita del Antiguo Testamento. Salmos 32:1 dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, / Y cubierto su pecado”. Salmos 85:2 dice: “Perdonaste la iniquidad de Tu pueblo; / Todos los pecados de ellos cubriste”. Además, Proverbios 10:12b dice: “Pero el amor cubre todas las transgresiones”. Estos versículos claramente nos muestran que según el Antiguo Testamento, perdonar el pecado equivalía a cubrirlo. Sin embargo, según el Nuevo Testamento, perdonar el pecado equivale a olvidarlo (He. 8:12). Por lo tanto, con relación a la práctica de la vida de iglesia, vemos una vez más que el concepto que tenía Jacobo en cuanto a ayudar a un hermano que se ha descarriado para que se arrepienta y pueda ser perdonado, concuerda con el Antiguo Testamento.

LA INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS

  Después de haber visto en la Epístola de Jacobo todos los asuntos que nos muestran una vida que no concuerda plenamente con la economía neotestamentaria de Dios ni la tiene por objetivo, prosigamos ahora a examinar un problema de gran trascendencia: el problema relacionado con la inspiración de las Escrituras. Después de haber hecho notar tantas deficiencias en el libro de Jacobo, quizás algunos se pregunten si esta epístola fue inspirada por Dios, si fue dada por el aliento de Dios. En 2 Timoteo 3:16 Pablo dice: “Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios”. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos al explicar cuál es nuestra postura con respecto a la inspiración del libro de Jacobo.

  En primer lugar, no tenemos la menor duda de que toda la Escritura fue dada por el aliento de Dios, es decir, que fue inspirada por Dios. Creemos que cada palabra de cada libro de la Biblia es producto de la exhalación de Dios.

  En segundo lugar, si bien es cierto que cada renglón y palabra de la Escritura ha sido inspirado por Dios, ello no significa que cada palabra de este santo Libro sea la palabra de Dios; pero debemos tener mucho cuidado de cómo entendemos este asunto. En la Biblia hay muchísimas palabras que no son palabras de Dios. Para que entendamos esto más claramente daremos algunos ejemplos.

  En Génesis 3:1, 3-5, encontramos las palabras que habló la serpiente. Primeramente, la serpiente le preguntó a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (v. 1). Luego, la serpiente añadió: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vs. 4-5). Estas palabras que dijo la serpiente en realidad fueron emitidas por el diablo, Satanás.

  En el libro de Génesis también encontramos palabras habladas por personas perversas. Por ejemplo, en Génesis 4:23-24, Lamec se jacta ante sus mujeres, diciendo: “Oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será”. A lo largo del Antiguo Testamento, muchas otras palabras fueron habladas por malhechores y por personas que eran enemigos de Dios y de Su pueblo. Sin duda alguna, ninguna de estas palabras es una palabra de Dios.

  En el libro de Job y en Salmos encontramos otros ejemplos. En el libro de Job, Job y sus amigos, los cuales eran piadosos, hablaron muchas cosas. El más joven de ellos, Eliú, era también una persona piadosa. Finalmente, Dios mismo intervino y refutó muchas de las cosas que habían dicho Job y sus amigos. Dios jamás admitiría que la gran parte de las palabras que expresaron aquellos hombres piadosos fueron Sus palabras. Muchas de las palabras que hablaron Job y sus amigos fueron meramente humanas, y no palabras de Dios. Asimismo, en Salmos ciertas palabras son simplemente palabras de hombre, mientras que otras son verdaderamente la palabra de Dios.

  En el Nuevo Testamento también encontramos palabras que no son de Dios. Según el Evangelio de Mateo, el sumo sacerdote le ordenó al Señor Jesús que respondiera a los que lo interrogaban si Él era o no el Cristo, el Hijo de Dios (Mt. 26:63). Después que el Señor dio Su respuesta, el sumo sacerdote declaró: “¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído la blasfemia” (v. 65). Además, el pueblo exclamó: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!” (Jn. 19:6). Ciertamente, aunque los Evangelios fueron dados por el aliento de Dios, fueron inspirados por Dios, las palabras que habló el sumo sacerdote y el pueblo no eran palabras de Dios.

  Según consta en los Evangelios, Pedro también dijo ciertas cosas que no eran la palabra de Dios. Habiendo recibido una revelación de parte del Padre, en Mateo 16:16 Pedro declaró: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Sin embargo, después de que el Señor habló acerca de Su muerte, Pedro lo tomó aparte y comenzó a reprenderle, diciendo: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!” (v. 22). Definitivamente, lo que Pedro dijo aquí no era la palabra de Dios. Esto lo confirma el hecho de que el Señor, volviéndose a Pedro, le dijo: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v. 23). De hecho, lo que dijo Pedro no era ni siquiera sus propias palabras, sino palabras que provenían de Satanás.

  En Mateo 17:4 encontramos otro ejemplo de algo que dijo Pedro que no era la palabra de Dios: “Señor, bueno es que nosotros estemos aquí; si quieres, haré aquí tres tiendas: una para Ti, otra para Moisés, y otra para Elías”. Pedro habló aquí neciamente, y sus palabras ciertamente no fueron palabras de Dios.

  Otros ejemplos de palabras que Pedro habló pero que no eran palabras de Dios, se encuentran en Mateo 26:33, 70, 72 y 74. Después que el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que todos ellos tropezarían por causa de Él, Pedro dijo: “Aunque todos tropiecen por causa de Ti, yo nunca tropezaré” (v. 33). Sin embargo, cuando alguien le preguntó si él había estado con Jesús, lo negó, diciendo: “No sé lo que dices” (v. 70). Y después lo negó con juramento: “¡No conozco al hombre!” (v. 72). Finalmente, “comenzó a maldecir, y a jurar: ¡No conozco al hombre!” (v. 74). Estas palabras fueron habladas por Pedro, pero fueron instigadas por el diablo, el maligno. Aunque estas palabras están escritas en los Evangelios y fueron dadas por el aliento de Dios, no son palabras de Dios.

  Vayamos ahora al libro de Hechos. Sin duda alguna, cuando Pedro se puso de pie en el día de Pentecostés, todo cuanto habló era la palabra de Dios. Pero en el capítulo 21 de Hechos encontramos palabras que no son de Dios. En Hechos 21:20 y 21 Jacobo y los otros ancianos dijeron a Pablo: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni anden según las costumbres”. Observen que Jacobo recalca el hecho de que estos judíos eran celosos por la ley. Luego, Jacobo y los que estaban con él le hicieron la siguiente propuesta a Pablo: “Tenemos aquí cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (vs. 23-24). ¿De quién son estas palabras? ¿Acaso son palabras de Dios? No, éstas son palabras expresadas por ancianos piadosos, de entre los cuales Jacobo era el principal. No debemos pensar que, simplemente porque estos hombres fueran piadosos, lo que ellos dijeron aquí era la palabra de Dios.

  En 1 Corintios 7 Pablo dice: “En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como uno a quien el Señor ha concedido misericordia para ser fiel” (v. 25). Después de dar su parecer en cuanto al asunto, Pablo concluyó, diciendo: “Pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios” (v. 40). Aquí vemos que Pablo primero expresó su propio parecer; sin embargo, al final tuvo la osadía de decir: “También yo tengo el Espíritu de Dios”. ¿Cree usted que Jacobo y los otros ancianos de Jerusalén podrían haber dicho lo mismo en Hechos 21? Después de contarle a Pablo cuántos millares de creyentes judíos eran celosos por la ley, y de proponerle que fuera al templo con los que tenían obligación de cumplir voto, ¿cree que Jacobo y los demás se habrían atrevido a decir: “Y pensamos que también nosotros tenemos el Espíritu de Dios”? No, definitivamente no podrían haber dicho esto. Lo que dijeron Jacobo y los otros ancianos en Hechos 21 no fue la palabra de Dios, sino, más bien, palabras emitidas por hombres piadosos.

  Por consiguiente, en Hechos 21 y en la Epístola de Jacobo encontramos las palabras de Jacobo, un hombre piadoso. Si entendemos el contenido intrínseco del capítulo 21 de Hechos, sabremos la posición que ocupa la Epístola de Jacobo. En Hechos 21 y en el libro de Jacobo encontramos las palabras de un hombre piadoso. Guardar la ley es algo piadoso, y cumplir un voto y pagar los gastos de otros son también acciones piadosas. De manera que en su epístola Jacobo, desde una perspectiva piadosa, escribió respecto de muchas cosas, como por ejemplo: visitar a las viudas y a los huérfanos, guardarse sin mancha del mundo, cumplir la perfecta ley de la libertad, decir: “Si el Señor quiere” con respecto al futuro, animar a los creyentes a que oren como lo hizo Elías. Lo que dijo Jacobo acerca de estas cosas tal vez sea piadoso, pero no es la palabra de Dios. No obstante, tal libro se encuentra entre los escritos santos, los cuales fueron dados por el aliento de Dios, inspirados por Dios.

  Así como los capítulos 1 y 2 de Génesis fueron dados por el aliento de Dios, también lo fue el capítulo 3. Aunque algunas de las palabras que se encuentran en Génesis 3 no son palabras de Dios, todo el capítulo fue dado por el aliento de Dios. Dios inspiró esta crónica con un propósito. Si no tuviéramos el relato de lo que dijo la serpiente en Génesis 3, no conoceríamos la sutileza de la serpiente. Así pues, Dios exhaló este relato para poner de manifiesto la sutileza del enemigo.

  El mismo principio se aplica con respecto a lo que Pedro dijo al Señor Jesús en Mateo 16:22. Si no se hubieran escrito estas palabras, no tendríamos forma de saber cómo un creyente que amaba tanto al Señor y recibió del Padre tan elevada revelación en cuanto a Cristo, pudo ser instigado por el enemigo, Satanás, para expresar algo contrario a la economía de Dios. Lo que Pedro dijo en este versículo ciertamente no era la palabra de Dios. Sin embargo, este relato fue dado por el aliento de Dios con el propósito de mostrarnos la maligna instigación y sutileza del enemigo de Dios.

  De la misma manera, aunque algunas palabras de la Epístola de Jacobo son palabras de Jacobo y no de Dios, Dios inspiró todo lo que fue escrito en esta epístola con un propósito particular. Parte de este propósito es que nosotros podamos darnos cuenta de que es posible que aun un hombre piadoso esté velado en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. Si el libro de Jacobo no fuera parte de las Escrituras, habría un vacío en la Biblia. Sin Hechos 21 y sin el libro de Jacobo, probablemente ninguno de nosotros pensaría que un hombre piadoso pudiera tener tantos velos que impiden ver la economía de Dios. Si no tuviéramos Hechos 21 y la Epístola de Jacobo, jamás podríamos imaginar que un hombre piadoso pudiera tener una visión tan difusa de la economía neotestamentaria de Dios. Por lo tanto, debemos estar agradecidos de que tengamos el libro de Jacobo, el cual nos ayuda a darnos cuenta de que no es suficiente con simplemente ser piadosos, santos, apegados a las Escrituras, espirituales y victoriosos. Tal vez esto bastaría para ser un santo del Antiguo Testamento, pero no basta para ser miembros de Cristo en el Nuevo Testamento, un verdadero hijo de Dios que ha sido regenerado por Él. Esto debe de ayudarnos a entender por qué fue incluida la Epístola de Jacobo en las Escrituras, las cuales fueron dadas por el aliento de Dios. Esta epístola fue incluida con el propósito de mostrarnos que es posible que un hombre piadoso esté completamente desviado de la economía neotestamentaria de Dios.

  Sé que al hablar con franqueza de las deficiencias de la Epístola de Jacobo con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, corro el riesgo de ser acusado injustamente de no creer que cada palabra de la Biblia es dada por el aliento de Dios, inspirada por Él. Sin embargo, si se leen detenidamente todos los mensajes del Estudio-vida de Jacobo, y especialmente este mensaje, quedará claro que no hay ninguna base para hacer tal afirmación. No tenemos ni la más mínima duda de que la Biblia ha sido inspirada por Dios. Más aún, tenemos el entendimiento correcto de lo que es la inspiración divina de las Escrituras. Creemos que toda la Biblia, cada palabra de las Escrituras, ha sido dada por el aliento de Dios. No obstante, no todas las palabras de la Biblia son palabras de Dios, pues, como hemos visto, muchas de las palabras que se hallan en las Escrituras son palabras de Satanás, de hombres malhechores, de opositores de Dios, e incluso palabras necias de hombres piadosos. No obstante, todas las palabras contenidas en las Escrituras fueron dadas por el aliento de Dios y se escribieron con un propósito particular. El propósito en Génesis 3 era poner de manifiesto la sutileza del enemigo, mientras que el propósito en Hechos 21 y en el libro de Jacobo era mostrarnos que es posible que un hombre piadoso carezca de una visión clara y celestial en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. ¡Alabado sea el Señor porque todo lo que está escrito en la Biblia fue dado por el aliento de Dios, y porque todo se escribió con un propósito particular! Damos gracias a Dios por las Escrituras, las cuales fueron dadas por Su aliento.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración