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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 32

EL SALVADOR-HOMBRE LLEVA A CABO SU MINISTERIO EN SUS VIRTUDES HUMANAS CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS DE GALILEA A JERUSALEN

(10)

  Lectura bíblica: Lc. 14:1-24

SANA EN SABADO A UN HOMBRE HIDROPICO

  El capítulo catorce comienza con otro caso que sucedió en sábado. El versículo 1 dice: “Aconteció un sábado, que habiendo entrado para comer pan en casa de uno de los gobernantes de entre los fariseos, éstos le acechaban”. Ellos observaban al Señor atentamente con la intención de acusarle (Mr. 3:2).

  “Y he aquí estaba delante de El un hombre hidrópico”. La hidropesía es una enfermedad que hace que el cuerpo se hinche debido al líquido que se acumula en las cavidades y los tejidos. Tal vez esto representa la anomalía de la vida interior que causa la muerte espiritual delante de Dios.

  No sabemos si el hombre hidrópico entró en la casa por su propia iniciativa o si los fariseos se lo habían pedido a fin de usarlo para tentar al Señor. De cualquier manera, fue por la providencia del Señor que este hombre estaba presente. Los que estaban en la casa del fariseo observaban para ver lo que haría el Señor. El les preguntó a los intérpretes de la ley y a los fariseos: “¿Es lícito sanar en sábado o no?” (v. 3). Entonces, tomando al hombre hidrópico, le sanó, y le despidió (v. 4). Luego les dijo: “¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de sábado? Y no le podían replicar a estas cosas” (vs. 5-6). Al sanar a este hombre, una vez más el Salvador-Hombre quebrantó los preceptos sabáticos distorsionados.

ENSEÑA A LOS INVITADOS Y AL ANFITRION

  En 14:1-6 un fariseo invitó al Señor Jesús a comer en su casa, y El aceptó la invitación. Es posible que debido a esto, los discípulos hayan recibido una impresión equivocada. Tal vez hayan pensado que los preceptos sabáticos eran correctos y que la religión que guarda el sábado también era acertada. Por lo tanto, en esta ocasión el Señor tomó la oportunidad de quebrantar los preceptos sabáticos, es decir, quebrantar la religión que guarda el sábado, para que los discípulos vieran claramente que El iba a Jerusalén no para guardar la religión sino para ponerle fin. Esta es la razón por la cual el capítulo catorce comienza con la sección referente al quebrantamiento de los preceptos religiosos. El Señor hizo esto con el propósito de mostrarles a los discípulos que El no iba a Jerusalén por causa de la religión que guarda el sábado.

  Mientras el Señor estaba en la casa del fariseo, observó lo que harán los fariseos y los intérpretes de la ley, “cómo escogían los puestos de honor” (v. 7), al enaltecerse ellos mismos. Por lo tanto, les dijo una parábola acerca de no ocupar el puesto de honor cuando uno sea convidado a un banquete, sino que uno debe ocupar el último lugar (vs. 8-10). El Señor dijo que si tomamos el puesto de honor, el que nos convidó podría decirnos: “Da el lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar” (v. 9). El Señor añadió que si nos sentamos en el último lugar, el que nos convidó dirá: “Amigo, sube más arriba”, y entonces tendríamos gloria delante de todos los que se reclinan a la mesa (v. 10). El Señor concluye esta parábola al decir: “Porque todo el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (v. 11). Lo que el Señor enseña aquí es semejante a lo que un padre enseña a sus hijos cuando les muestra cómo comportarse.

  En los versículos del 12 al 14 el Señor dijo al que le había convidado: “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no tienen con qué recompensarte, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. Los que fueron mencionados en el versículo 13: los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos, son las personas que Dios invitó a Su salvación (v. 21). La resurrección de los justos mencionada en el versículo 14 se refiere a la resurrección de vida (Jn. 5:29; Ap. 20:4-6), cuando Dios recompensará a los santos (Ap. 11:18) al regreso del Señor (1 Co. 4:5).

ENSEÑA EN CUANTO A ACEPTAR LA INVITACION DE DIOS

  En 14:15-24 vemos lo que el Señor enseña en cuanto a aceptar la invitación de Dios. “Oyendo esto uno de los que estaban reclinados a la mesa con El, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios” (v. 15). Entonces el Señor le dijo: “Cierto hombre preparaba una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su esclavo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado” (vs. 16-17). Esta gran cena es diferente de la fiesta de bodas de Mt. 22:2-14, donde se refiere a la recompensa del reino. Esta gran cena es la plena salvación. Dios, el hombre de este versículo, preparó Su plena salvación como una gran cena y envió a los primeros apóstoles como esclavos Suyos para invitar a los judíos (Lc. 14:16-17). Pero como éstos estaban ocupados con sus riquezas, tales como tierras, ganado o la esposa, rechazaron la invitación (vs. 18-20). Entonces Dios envió a los apóstoles a invitar a la gente de la calle: los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos. Debido a su pobreza y miseria, ellos aceptaron la invitación de Dios (vs. 21-22a). Pero en la salvación todavía había lugar para más personas; por tanto El envió a Sus esclavos más lejos, al mundo gentil, representado por los caminos y los vallados, para forzar a los gentiles a entrar a la casa de Su salvación y llenarla (vs. 22b-23; Hch. 13:46-48; Ro. 11:25).

  El Señor quería mostrarles a los fariseos con esta parábola que Dios los había invitado a la gran cena, pero ellos se habían excusado. Cada uno de ellos rechazaron la invitación de Dios. Esto obligó a Dios a ir a los de la condición baja: los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos. Después de esto, aun había lugar en la salvación de Dios, y envió a Sus esclavos al mundo de los gentiles para que trajeran más invitados a Su fiesta. Por lo tanto, los primeros que Dios invitó, a saber: los fariseos, los escribas y los intérpretes de la ley, no entrarán en el reino de Dios.

  Esta parábola es una excelente enseñanza acerca de la salvación. No es necesario hacer nada a fin de obtener la salvación. Necesitamos simplemente recibir la invitación de Dios. Para ser salvos todo lo que necesitamos hacer es recibir lo que Dios preparó para nosotros. Si respondemos a Su invitación y aceptamos lo que El nos preparó, seremos salvos.

LA SALVACION Y LA RECOMPENSA

  La economía de Dios incluye más que salvación. También incluye la recompensa de entrar en la bendición de la era del reino. Por lo tanto, ser salvo es una cosa, y recibir la recompensa del reino es otra. Esta es la razón por la cual el Señor enseñó en 14:25-35.

  Los versículos 25 y 26 dicen: “Grandes multitudes iban con El; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a Mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun la vida de su alma, no puede ser Mi discípulo”. El tono aquí es muy diferente del de 14:15-24. No necesitamos hacer nada para ser salvos. Esto quiere decir que para obtener salvación no existen términos ni condiciones. Necesitamos simplemente responder a la invitación de Dios y recibir lo que El nos ofrece.

  Pero la economía de Dios va mucho más allá de la salvación. Después de que somos salvos, es necesario que entremos en el reino venidero para recibir una recompensa. Por lo tanto, ser salvos por la gracia es una cosa, y ser recompensados conforme a la manera en que seguimos al Señor es otra.

  Necesitamos ver la diferencia que existe entre la salvación y la recompensa. Es significativo que en el capítulo catorce, después de que se habla del quebrantamiento de los preceptos sabáticos, se habla de la salvación y la recompensa. Dios nos salva para que disfrutemos el jubileo hoy, y nos recompensa para que disfrutemos del jubileo en la era venidera.

  Ya vimos que el jubileo neotestamentario consta de tres etapas: el jubileo en la era actual, o sea, la era de gracia; el jubileo en la era venidera, la era del reino; y el jubileo en la eternidad, en el cielo nuevo y la tierra nueva. Disfrutar el jubileo hoy se relaciona con la salvación. Pero disfrutar el jubileo en la era venidera tiene que ver con la recompensa. Disfrutar el jubileo en la eternidad en el cielo nuevo y la tierra nueva será el disfrute pleno de la salvación completa de Dios.

DISFRUTAR FIELMENTE A CRISTO A FIN DE RECIBIR LA RECOMPENSA

  Hoy todo aquel que acepte la invitación de Dios y reciba la oferta que El ha hecho puede participar en el jubileo neotestamentario y disfrutar a Cristo en esta era. Pero para recibir la recompensa del jubileo en la era venidera, necesitamos disfrutar fielmente a Cristo en esta era. Muchos salvos no son fieles en el disfrute de Cristo hoy. Por esta razón, Dios estableció una recompensa como incentivo para que disfrutemos fielmente a Cristo en la era presente. Si no disfrutamos a Cristo fielmente en esta era, no le podremos disfrutar en la era venidera. Aquí vemos que en la sabiduría de Dios, El ha hecho que disfrutar a Cristo en la era venidera sea una recompensa para los fieles, los que le disfrutan fielmente en esta era.

  Los cristianos han negado varios asuntos importantes en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. Uno de estos asuntos es la recompensa que se da a los fieles en la era venidera. La mayoría de los cristianos ortodoxos recalcan la salvación, pero no ponen atención a la recompensa, la cual Dios estableció en la era venidera como incentivo para animar a los que creen en Cristo a que le disfruten y le sigan fielmente en esta era.

  Ya dijimos que no existen términos ni condiciones para disfrutar a Cristo en esta era. Mientras creamos en El, aceptemos la invitación y el ofrecimiento de Dios, podemos disfrutar a Cristo hoy. Además, necesitamos disfrutarle fielmente a fin de recibir la recompensa en la era venidera del reino. De lo contrario, no le podremos disfrutar en la era venidera.

  El reino será una recompensa en el milenio a los que son fieles en disfrutar a Cristo, y dicha recompensa será un jubileo. El jubileo actual es verdadero, pero es sólo un anticipo, no la plenitud. Dios nos brindó tal anticipo, y necesitamos valorarlo altamente. Muchos judíos se excusaron y rechazaron la invitación de Dios y perdieron dicho jubileo. Como resultado no podrán compartir este disfrute. Pero nosotros, los creyentes, aceptamos la invitación de Dios y lo que El nos ofrece. Por lo tanto, tenemos base para disfrutar este jubileo. Pero tenemos que ser fieles al disfrutar el jubileo; es decir, debemos ser fieles en disfrutar a Cristo.

  Muchos cristianos genuinos no disfrutan fielmente a Cristo. Los que son infieles perderán el jubileo en la era venidera. Esto significa que perderán el reino venidero. Necesitamos ver que el jubileo actual va ligado a la salvación, y el jubileo en la era venidera a la recompensa, y el jubileo en el cielo nuevo y la tierra nueva será el disfrute pleno de la salvación completa.

  Según el Nuevo Testamento, el reino de Dios hoy es Cristo como nuestro deleite, el cual es el jubileo. El reino de Dios, que es Cristo mismo, nos liberó del cautiverio del pecado, de Satanás, del mundo y del yo. El reino de Dios también nos devolvió el derecho a la heredad divina, a disfrutar al Dios Triuno en Cristo. Hoy en la salvación tenemos el derecho de disfrutar a Cristo, de disfrutar el jubileo. Necesitamos disfrutar fielmente al Hijo de Dios, quien es el Cristo todo-inclusivo como Espíritu todo-inclusivo. Disfrutar fielmente a Cristo nos hará aptos para entrar en el reino en la era venidera y ahí disfrutar un jubileo mucho más pleno. Este jubileo pleno será una recompensa. Para recibir esta recompensa es necesario que disfrutemos a Cristo fiel y continuamente.

  En nuestra vida cotidiana tal vez no disfrutemos a Cristo. Si uno fracasa, simplemente debe arrepentirse y confesar sus fracasos, y la sangre de Cristo le limpia. Así volveremos al verdadero deleite de Cristo. Es posible que tengamos que hacer esto una y otra vez, cada vez que fracasemos. Al acostarnos, quizás nos demos cuenta de los fracasos que tuvimos en el día. Sin embargo, si los confesamos, tendremos un nuevo comienzo en cuanto al disfrute de Cristo.

  Todos los días debemos disfrutar a Cristo fielmente. En realidad, esto es mantenernos en Dios al entrar en El mediante la oración. También es mantenernos en el reino de Dios para disfrutar a Cristo en esta era. Entonces, dicho disfrute nos hará aptos para entrar en el reino venidero, que es un jubileo mucho más pleno, como recompensa a los fieles del Señor.

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