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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 59

EL SUPREMO NIVEL MORAL DEL SALVADOR-HOMBRE LE HACE APTO PARA SALVAR DE MANERA DINAMICA Y ES EL FACTOR BASICO DE LA SALVACION

(2)

  Lectura bíblica: Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20; Lc. 1:31; Mt. 5:20; Fil. 3:9

  En el mensaje anterior vimos que el Salvador-Hombre fue concebido con la esencia divina y sus atributos divinos, a fin de que éstos fueran el contenido y la realidad de Sus virtudes humanas (Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20). El Señor Jesús fue concebido de esta manera con el objetivo de que los atributos divinos llenaran, fortalecieran, enriquecieran y santificaran las virtudes humanas, y que Dios se expresara en ellas. Vimos también que el Salvador-Hombre nació con la esencia humana y las virtudes humanas, las cuales Dios creó para el hombre (Lc. 1:31). En El los atributos divinos y las virtudes humanas están mezclados. Los atributos divinos llenan Sus virtudes humanas, y éstas contienen los atributos divinos.

RESCATA LAS VIRTUDES HUMANAS DE LA CAIDA DEL HOMBRE

  El Salvador-Hombre nació con la esencia humana y las virtudes humanas, a fin de rescatar estas virtudes de la caída del hombre. Antes de que el Señor Jesús naciera, el hombre cayó. Por lo tanto, las virtudes de todos los seres humanos, excepto las del Señor Jesús, son virtudes dañadas. Lo mismo sucedía con las virtudes humanas de María y José. No estamos de acuerdo con la enseñanza católica romana de que María carecía de la naturaleza pecaminosa. (En 1854 dicha doctrina llegó a ser la enseñanza oficial de la Iglesia Católica Romana). Puesto que esta enseñanza no está basada en las Escrituras, nosotros no creemos en ella.

  En los Evangelios, vemos que hay una diferencia entre las virtudes humanas del Salvador-Hombre y las de María y José. Por ejemplo, Lucas 2 dice que las virtudes del Señor eran elevadas, puras y perfectas. Cuando el Salvador-Hombre tenía doce años, El dijo a Sus padres, quienes le habían estado buscando: “¿No sabíais que en los asuntos de Mi Padre me es necesario estar?” (v. 49). Por otro lado, “Descendió con ellos, y fue a Nazaret, y estaba sujeto a ellos” (v. 51), lo cual muestra que, en calidad de hombre, se sometió a Sus padres. Cuando leemos este hecho, veremos cuál excelente eran las virtudes del Señor Jesús. Las virtudes de María, al contrario, no eran excelentes. Cuando comparamos estas dos clases de virtudes, vemos que las del Señor eran superiores, ya que las de María no fueron fortalecidas, enriquecidas, ni elevadas por los atributos divinos. Podemos ver entonces que es necesario rescatar las virtudes humanas del daño sufrido en la caída.

RESTAURAR Y RECOBRAR LAS VIRTUDES HUMANAS DEL DAÑO SUFRIDO EN LA CAIDA DEL HOMBRE

  El Salvador-Hombre nació de la esencia humana con las virtudes humanas también con la finalidad de restaurar y recobrar las virtudes del hombre del daño sufrido en la caída. Debido a la caída, nuestras virtudes se dañaron. Por ejemplo, en cuanto a la virtud del amor, es posible que un hermano ame mucho a su esposa hoy, pero al día siguiente por haberse enfado con ella, piensa en divorciarse. Esto demuestra claramente que su amor se ha dañado.

  El amor que una hija profesa a su madre también es un amor dañado. Es posible que la hija sea muy cariñosa con su madre, pero dicho amor es frágil y puede cambiar súbitamente. Esto da a entender que el amor de la hija por su madre es un amor dañado.

  Las virtudes humanas de santidad y de justicia también se dañaron en la caída. Podemos decir que al igual que una colmena, nuestra justicia tiene muchos “agujeros”. ¿Puede usted contar cuántos agujeros hay en su justicia? Nuestro amor, brillantez, justicia y santidad han sido dañados.

  El Salvador-Hombre se encarnó no solamente para rescatar nuestras virtudes de la caída, sino también para restaurarlas y recobrarlas del daño sufrido con la caída, pues es posible que se rescate una cosa sin restaurarla, o viceversa. Por tanto, nuestras virtudes humanas necesitan ser rescatadas, restauradas y recobradas.

ELEVA LAS VIRTUDES HUMANAS AL NIVEL MAS ELEVADO

  Además, el Salvador-Hombre se encarnó a fin de elevar las virtudes humanas al nivel más elevado, al nivel que concuerde con los atributos de Dios para que éste se exprese. Debido a que nuestras virtudes se dañaron y degradaron, no son compatibles con los atributos de Dios, pero las virtudes elevadas humanas [del Señor] sí concuerdan con ellos. El Salvador-Hombre nació con la esencia humana y las virtudes humanas a fin de elevar estas virtudes a un nivel que concuerden con los atributos de Dios para que éste se exprese.

SE PRODUCE EL SUPREMO NIVEL DE MORAL PARA QUE EL PODER SALVADOR DEL SALVADOR-HOMBRE SALVE DE MANERA DINAMICA

  El hecho de que el Salvador-Hombre fue concebido con la esencia divina y los atributos divinos, y nació con la esencia humana y las virtudes humanas produjo el supremo nivel moral, a fin de que que el Salvador-Hombre salve de manera dinámica con el poder salvador. Los atributos divinos que llenan, fortalecen, enriquecen y santifican las virtudes humanas vacías y en las cuales Dios se expresa, producen el supremo nivel moral. Al respecto, en Mateo 5:20 el Señor Jesús dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. El nos exhorta a tener una justicia que esté por encima de la de los escribas y fariseos, la cual no es simplemente una justicia teórica, sino práctica, en la cual el Cristo que mora en nosotros se expresa como nuestra justicia. El Salvador-Hombre tenía esta justicia, la cual equivale al supremo nivel moral.

  En Filipenses 3:9 Pablo habla del supremo nivel moral: “Y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe”. Pablo se esforzó por ser hallado en Cristo, no teniendo su propia justicia, una justicia humana, sino la de Dios. Esto indica que los cristianos debemos expresar una justicia que es en realidad Dios mismo. Pablo aspiraba a ser hallado en Cristo y tener esta justicia, una justicia suprema, que es la justicia de Dios.

  ¿Cómo podemos obtener la justicia de Dios? La obtenemos sólo si Dios vive en nosotros, pues de no ser así, no podremos vivirle. Si no vivimos a Dios, no podremos expresar Su justicia. En otras palabras, para expresar Su justicia, Dios mismo tiene que vivir en nosotros. En esto consiste la justicia sobresaliente, la justicia suprema. Por consiguiente, la encarnación del Salvador-Hombre produjo el supremo nivel moral, la cual El nos salva de manera dinámica con el poder salvador.

  Debido a la influencia tradicional, muchos cristianos tienen el concepto erróneo con respecto a la salvación. Piensan que nuestro Salvador, Jesucristo, vino simplemente para salvarnos del infierno y para llevarnos al cielo. Este entendimiento es incorrecto, ya que la manera en que el Salvador-Hombre nos salva es mucho más elevada.

  Para salvarnos el Salvador-Hombre primero introdujo los atributos de Dios en las virtudes del hombre. Luego, El llevó una vida en la cual Sus virtudes humanas fueron llenas, fortalecidas, enriquecidas y santificadas por los atributos divinos, y en tal vida se halla el poder salvador. La salvación que el Señor Jesús nos da no se limita a librarnos del infierno, pues por ella El entra en nosotros con las virtudes humanas, las cuales contienen los atributos divinos. Tal vida nos salva interiormente, eleva nuestras virtudes humanas, nos restauran, nos santifican y nos transforman. Una persona que haya sido salva de esta manera no ira al infierno, sino que irá donde está Dios.

  Sin embargo, supongamos que una persona puede ser salva según el concepto natural, al ser rescatada del infierno y llevada al cielo. Pero si Cristo simplemente extendiera Su mano a fin de rescatarnos del infierno para que fuéramos al cielo, esto no satisfaría a Dios. El diría a esa persona: “No estoy contento con lo que usted es, pues me repugna. No deseo que permanezca aquí conmigo en el cielo”.

  Tenemos que ver que el Salvador-Hombre no nos salva de una manera superficial. Para salvarnos El, Dios mismo, entró en el hombre para introducir los atributos de Dios en las virtudes del hombre. Cuando vivía en la tierra, llevó la vida de un Dios-hombre, cuyos atributos divinos llenaron Sus virtudes humanas. Luego, murió en la cruz y fue resucitado. En Su resurrección fue hecho Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), y como tal, entró en nosotros para forjar a Dios en nuestro ser a fin de que nuestras virtudes se llenasen con los atributos de Dios. De esta manera somos salvos continuamente, al ser restaurados y transformados por el Señor.

EL SUPREMO NIVEL MORAL ES LA CALIFICACION Y EL FACTOR BASICO POR LOS CUALES EL SALVADOR-HOMBRE PUEDE SALVARNOS DE MANERA DINAMICA

  El supremo nivel moral es la calificación por el cual el Salvador-Hombre nos salva de manera dinámica. El es el único que posee esta calificación, ya no existe otra persona, ni siquiera Confucio y Plato, que esté tan calificada. En el Evangelio de Lucas vemos varios casos que muestran que Su nivel de moral le hace apto para que nos salve de manera dinámica. La parábola del buen samaritano es el mejor ejemplo (10:25-37), ya que este Samaritano vivió conforme al supremo nivel moral y salvó al hombre que cayó por medio de Su moral.

  El supremo nivel moral también constituye el factor básico por el cual el Salvador-Hombre nos salva de manera dinámica, lo cual vemos en el caso de Zaqueo (19:1-10). Debido a la salvación dinámica que el Salvador-Hombre efectuó, Zaqueo se convirtió inmediatamente en otra persona después de conocerle.

  Cuando el Salvador-Hombre entró en la casa de Zaqueo, El vino con el Espíritu de poder (Lc. 4:18) y la vida indestructible (He. 7:16) para impartírselos en Zaqueo cuando éste creyó en El (Jn. 3:15). El Espíritu de poder y la vida eterna se manifestaron en el supremo nivel de Su moral. Cuando el Salvador-Hombre vio a Zaqueo le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me quede en tu casa”, Zaqueo respondió.

  Podemos comparar a Zaqueo con un juguete eléctrico que responde inmediatamente una vez que tiene electricidad. ¿Qué hizo que Zaqueo respondiera de esa manera? Se debió a que el Espíritu, quien lleva consigo la vida eterna como electricidad divina, fluyó del Salvador-Hombre a Zaqueo. Sin el Espíritu, no le hubiera sido posible al Salvador-Hombre, como vida eterna, entrar en Zaqueo. Su humanidad, la cual contenía el supremo nivel moral, era el “cable” que transmitía la “electricidad” del Espíritu con la vida eterna. Tanto el Espíritu como la vida eterna, la electricidad divina, se hallaban en la humanidad del Señor, la cual era el supremo nivel moral. Así que, cuando miró y habló con Zaqueo, el Espíritu quien lleva consigo la vida eterna entró en él.

  El Señor Jesús, en los años de Su ministerio terrenal, era como un gran imán que atrajo a la gente. Atrajo a los discípulos, quienes dejaron todo para seguirle. En los cuatro evangelios vemos que grandes multitudes fueron tras El. Su Persona poderosa también nos atrajo a nosotros. Pasamos mucho tiempo en las reuniones porque el Salvador-Hombre nos atrajo con Su poder salvador dinámico. El poder salvador dinámico del Salvador-Hombre constituye el supremo nivel de Su moral, en el cual se hallan Su Espíritu poderoso y la vida eterna.

  El Dios Triuno es un misterio, y la encarnación de Cristo también es otro gran misterio. Al igual, el vivir del Salvador-Hombre en la tierra era misterioso. Atrajo a Sus seguidores, luego entró en cada uno de ellos y les hizo un misterio. Esta es la razón por la cual nosotros, los creyentes, somos un misterio ante nuestros parientes y amigos, ya que éstos no entienden por qué hacemos lo que hacemos todos los días. En realidad, todos nosotros llevamos una vida misteriosa.

  El hecho de que somos un misterio se debe completamente al Salvador-Hombre, el Dios-hombre, cuyos atributos divinos llenan Sus virtudes humanas a fin de producir el supremo nivel moral. Hicimos hincapié en este mensaje, que el supremo nivel moral del Salvador-Hombre constituye la calificación por la cual El nos salva de manera dinámica y también el factor básico de esta salvación. ¡Cuán maravilloso es esto!

  En este mensaje no hablamos de doctrinas, sino de una Persona viva, el Dios-hombre que posee el supremo nivel moral, y de Su poder salvador. No debemos conformarnos con enseñanzas, pues necesitamos al Salvador-Hombre y Su salvación dinámica. Les animo a acudir al Señor con respecto a Su supremo nivel moral, el cual le hace apto para salvarnos de manera dinámica y es el factor básico de esta salvación. Si en oración uno acude al Señor y le presenta este asunto, yo creo que El como Espíritu, le hablará más de ello.

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