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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 60

EL VIVIR DE DIOS-HOMBRE DEL SALVADOR-HOMBRE

(1)

  Lectura bíblica: He. 2:14, 16-17a; Fil. 2:6-8; Jn. 1:1, 14; 5:30; 6:38

  Este mensaje se titula “El vivir de Dios-hombre del Salvador-Hombre”. ¿Ha analizado usted alguna vez sobre este asunto? ¿Se ha dado cuenta de que cuando el Señor Jesús vivió en la tierra, llevó la vida de un Dios-hombre? No sólo vivió en calidad de hombre; sino también de Dios-hombre.

ALGUNAS PREGUNTAS REFERENTES A LA OBRA SALVADORA DE DIOS

La necesidad de que Dios se encarne

  Para salvarnos Dios tuvo que vivir en un hombre por treinta y tres años y medio. ¿Ha pensado usted alguna vez sobre esto? Si Dios sólo tomó seis días para crear el universo, y descansó en el séptimo día, entonces ¿por qué para salvarnos tuvo que vivir en un hombre por tantos años? El Señor no solamente se hizo hombre, sino que también vivió en calidad de hombre por treinta y tres años y medio en la tierra.

  Poco después de que fui salvo, comencé a considerar la manera en que Dios nos salva. Me dije a mí mismo: “Dios es todopoderoso. Si El quisiera, podría salvarnos al rescatarnos del infierno y llevarnos al cielo. ¿Por qué se hizo hombre y vivió en la tierra?”

  La vida del Señor fue una vida humana auténtica. Esta no se ve en la clase alta, sino entre las personas de clase media y de clase baja. El Señor Jesús no era parte de la clase de la alta sociedad, sino miembro de una familia pobre, pues trabajaba como carpintero y convivía entre la clase baja. Aunque era un descendiente real de la familia de David, nació en una familia pobre y vivió con otros de la clase baja por treinta años. A los treinta años de edad, empezó a ejercer Su ministerio y lo hizo por tres años y medio.

  Puesto que Dios es todopoderoso ¿por qué no nos salvó de la misma manera en que creó el universo? Para crear, Dios simplemente hablaba y lo que decía llegaba a existir. Por ejemplo, dijo: “Sea la luz”; y fue la luz (Gn. 1:3). Con respecto a la creación, Salmos 33:9 dice: “Porque El dijo, y fue hecho; El mandó, y existió”. Ya que Dios creó los cielos y la tierra de esta manera, ¿por qué le fue necesario vivir en la tierra por treinta y tres años y medio para salvarnos?

Aplica la redención de Cristo

  La aplicación de la redención de Cristo es otra pregunta que tenemos. Hace más de mil novecientos años que el Salvador-Hombre efectuó la redención. ¿Por qué no la aplicó inmediatamente a todo Su pueblo escogido y así, darle no oportunidad al enemigo para que hiciera tantas cosas malignas?

  Miren lo que ha sucedido desde que Cristo efectuó la redención hasta el presente. Aunque el cristianismo se ha extendido por toda la tierra, en realidad le falta vida. Parece ser que durante los últimos diecinueve siglos Dios no ha hecho mucho, y aunque haya obrado a lo largo de los años, las oposiciones y ataques no han cesado, ya que Satanás, el enemigo de Dios, no ha dejado de atacar al pueblo de Dios. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el Señor no aplicó la redención inmediatamente? Si lo hubiera hecho, quizás no se necesitaría ni siquiera el milenio. Después de que se aplique la redención, todas las cosas serían nuevas, pues habría un cielo nuevo, una tierra nueva y la Nueva Jerusalén, en donde estarán todos los redimidos de Dios.

  ¿Ha considerado usted alguna vez estos asuntos? ¿Se ha preguntado por qué existe un intervalo de tiempo entre el momento en que se efectuó la redención y la aplicación de ésta? Puedo testificar que he dedicado a estos asuntos por más de cincuenta años.

El vivir humano del Señor

  Al principio de mi vida cristiana, me pregunté por qué Dios no nos salvó de una manera rápida, de la misma manera que hizo con la creación. Cuando le pregunté a mi pastor sobre ello, me dijo que porque somos seres humanos le fue necesario al Salvador también hacerse hombre. Para crear no fue necesario que Dios se hiciera hombre, pero sí al efectuar la salvación.

  A Dios le fue más fácil crear al hombre que hacerse hombre. Para crear al hombre no tuvo dificultades, ya que simplemente lo creó. Pero cuando se hizo hombre, se enfrentó a ciertas inconveniencias. Su obra creadora consistió de ciertas actividades, pero para efectuar la salvación tuvo que hacerse hombre.

  Cuando estudio el hecho de que Dios se encarnó para efectuar la salvación, me doy cuenta de que era lógico que El se hiciera hombre para salvarnos. Pero no entendí por qué necesitaba vivir en la tierra por treinta y tres años y medio. ¿Por qué no se quedó en la tierra por un breve tiempo, quizás un mes, para luego irse a la cruz y efectuar la redención? ¿Por qué tuvo que hacerse bebé y crecer día tras día? Lucas 2:40 dice. “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre El”. Vemos que el Señor creció de una manera normal, pues no se hizo en un hombre maduro en poco tiempo. Además, en vez de predicar por sólo unos días y luego, morir para redimirnos, el Señor Jesús ministró por tres años y medio antes de irse a la cruz para efectuar la redención.

  Los cuatro evangelios relatan extensamente la vida y el ministerio del Señor. Por ejemplo, el Evangelio de Mateo tiene veintiocho capítulos, y en vez de narrarnos simplemente el nacimiento, la muerte redentora y la resurrección del Señor Jesús, Mateo trata de muchos otros asuntos. Vemos también en los evangelios que el Salvador-Hombre no creció de manera milagrosa; sino de manera normal. Pero, ¿por qué fue esto necesario? Debido a que somos personas caídas y pecaminosas, necesitamos que el Señor Jesús muera por nosotros. Por eso sufrió una muerte substitutiva a fin de salvarnos. Sin embargo, ¿por qué tuvo que sufrir tantas cosas durante los treinta y tres años y medio de Su vida?

  En realidad, El solamente sufrió de manera substitutiva en las últimas tres horas que estuvo en la cruz y no durante las primeras tres horas. En las tres últimas horas, Dios vino a juzgar al Salvador-Hombre como nuestro substituto, y “hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena” (Lc. 23:44). Entonces, ¿por qué tuvo que sufrir también en las primeras tres horas que estuvo en la cruz, si ese sufrimiento no fue por causas de nuestros pecados?

  Por muchos años busque respuestas a estas preguntas en muchos libros, pero sin ningún éxito. Más de cincuenta años de un estudio personal y directo de la Palabra, especialmente en los últimos diez años que estamos llevando a cabo el Estudio-vida del Nuevo Testamento y que culminaremos con el libro de Hechos, nos han dado unas respuestas muy completas al respecto.

LA MANERA EN QUE DIOS NOS SALVA

  Comparemos dos maneras posibles de salvar a la gente. Primero, suponga que Dios simplemente extiende Su mano, rescata al pecador del infierno y lo lleva al cielo. Esta manera de salvar a la gente sería fácil. La segunda manera, la cual Dios tomó, es mucho más difícil. Según Su manera, Dios se hizo hombre y llevó una vida humana en la tierra.

  Mediante Su encarnación, Dios introdujo los atributos divinos en las virtudes humanas, y así las llenó, restauró, recobró, santificó y transformó. Considere cuánto tiempo se necesita para elevar y transformar las virtudes del hombre. Al efectuar la salvación, Dios no solamente rescata a las personas del infierno y las lleva al cielo. Para salvarnos El tuvo que hacerse hombre y llevar en la tierra una vida que le hiciera apto para llevar a cabo la salvación. Esta vida también llegó a ser el factor básico de la salvación dinámica que efectúa el Salvador-Hombre. Este procedimiento, el cual le hizo apto, requirió un largo período.

  Para salvarnos el primer paso que Dios tomó fue que se hizo hombre, vivió en la tierra, murió en la cruz y resucitó. En el segundo paso, el Salvador-Hombre entra en los salvos, vive y crece en ellos, y reproduce Su vida en ellos.

  El Señor no sólo crece gradualmente en los creyentes, sino que también se ha estado extendido paulatinamente por toda la tierra. Pero Su extensión no es súbita, sino que se extiende poco a poco de un lugar a otro. Al principio, se extendió solamente a las áreas alrededor del Mar Mediterráneo, y con el tiempo, también a Norte América y a China. Un día, El entró en mí y en usted. Hace cincuenta y nueve años, en 1925, el Salvador-Hombre entró en mí. Desde entonces, vive y crece en mí.

  ¿De qué manera podemos definir el hecho de que el Señor nos salva al entrar y vivir en nosotros? Podemos decir que es una salvación llevada a cabo en Su vida. Sin embargo, la expresión salvación en vida ha sido deforma por algunos maestros de la Biblia, quienes en realidad carecen del entendimiento adecuado con respecto a ser salvos en vida (Ro. 5:10). Según la Biblia, la vida es Dios mismo que entra en nosotros para vivir en nosotros. Para ser salvos de esta manera se necesita tiempo.

EL VIVIR DE UN DIOS-HOMBRE

  El Salvador-Hombre pasó por un proceso extenso no para arrebatarnos del infierno, sino para efectuar una salvación dinámica. La expresión salvación dinámica significa que Dios se encarnó y vivió en calidad de hombre para expresarse a Sí mismo. Aunque llevó la vida de un hombre, no expresó a éste, sino a Dios. Y puesto que vivió de esa manera, los ángeles y los demonios pudieron testificar que El era un hombre que vivió la vida humana para la expresión de Dios. Por tanto, el Salvador-Hombre vivió como Dios-hombre y los cuatros evangelios nos narra la vida de Aquel que llevó la vida de un Dios-hombre.

  En Lucas 2:40-52 vemos que el Salvador-Hombre crece y progresa. Cuando cumplió los doce años, fue con Sus padres a Jerusalén en la fiesta de la Pascua conforme a la costumbre (vs. 41-42). Lucas también nos habla de que el Señor Jesús comenzó Su ministerio cuando tenía treinta años (3:23). El Evangelio de Lucas es el único que nos cuenta lo que le sucedió al Señor Jesús a la edad de doce y treinta años, porque Lucas le presenta como un hombre genuino y normal. En dicho evangelio vemos que el Señor era un hombre auténtico y normal, y no una persona fuera de lo común. El Señor creció de una manera normal y humana. Luego, a los treinta años de edad, había llegado a la madurez para efectuar el ministerio divino. Según el Antiguo Testamento, un levita tenía que tener treinta años de edad antes de que pudiera entrar completamente en el sacerdocio. De la misma manera, el Salvador-Hombre alcanzó la madurez cuando entró en Su ministerio.

  El vivir del Salvador-Hombre era el vivir del Dios-hombre, y vivió como tal cuando estaba en la tierra. Dicha vida se registra en la Biblia. Damos gracias al Señor que podemos estudiar la vida que el Señor llevó como Dios-hombre narrada en los evangelios. Cuanto más estudio los cuatro evangelios, y cuanto más mensajes doy sobre ellos, más convencido estoy de que el Señor Jesús era verdaderamente el Dios-hombre.

UN HOMBRE QUE EXPRESA A DIOS

  Vimos que aunque el Salvador-Hombre llevó una vida humana, no expresó al hombre, sino a Dios. Su vida era la de un Dios-hombre. Por consiguiente, llevó una vida en la cual Dios se expresó en un hombre.

  Hemos usado el ejemplo de la mano y el guante para mostrar cómo Dios se expresó en la humanidad del Salvador-Hombre. La mano es el contenido y la expresión del guante. Cuando la mano se mueve, el guante también se mueve, pero éste no expresa a sí mismo, sino a la mano. Al igual, aunque el Señor Jesús vivió en la tierra en calidad de hombre, El no expresó a éste, sino a Dios. Cuando las personas lo veían, veían a un hombre auténtico. Sin embargo, lo que vieron realmente fue Dios expresado. En otras palabras, en El no vieron la expresión de un hombre; sino la de Dios.

  En cuanto al hecho de que el Señor Jesús expresó a Dios, Juan dijo: “Contemplamos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre” (Jn. 1:14). La gloria es la expresión de Dios. Por lo tanto, cuando los discípulos vieron la gloria del Señor, vieron la expresión de Dios.

  El apóstol Juan era uno de los hijos del trueno (Mr. 3:17). Aunque era valiente e impetuoso, fue atraído por el Salvador-Hombre y lo siguió. El y su hermano Jacobo fueron el segundo grupo que el Señor Jesús atrajo. (Pedro y Andrés fueron el primer grupo). Cuando el Señor llamó a Juan y a Jacobo, éstos estaban “en la barca con Zebedeo su padre, remendando sus redes” (Mt. 4:21), pero cuando el Señor los atrajo, dejaron la barca y a su padre, y le siguieron (Mt. 4:22). En los tres años y medio siguientes vieron la vida que llevó el Dios-hombre, aunque no entendieron lo que vieron. Pero después de la resurrección del Salvador-Hombre, sus ojos fueron abiertos y comenzaron a entender cómo el Salvador-Hombre vivió en calidad de Dios-hombre.

  Cuando Juan escribió su Evangelio, era ya muy mayor de edad, probablemente estaba en sus noventa. Testificó que Dios se hizo carne y ellos contemplaron Su gloria. Este hombre vivió y anduvo con ellos, y en Él vieron la gloria de Dios. Cuando El estaba con ellos en la carne, éstos no entendieron que el Señor era un hombre que llevó una vida humana para expresar a Dios. Pero después de Su resurrección se dieron cuenta de que vieron a Dios expresado en Jesús el Nazareo.

  Los evangelios relatan la historia del Salvador-Hombre que vive como Dios-hombre. Ahora esta historia debe inscribirse en nuestro ser. En el mensaje siguiente veremos que Dios desea reproducir al Salvador-Hombre y Su vivir como Dios-hombre en nosotros.

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