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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Lucas»
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Mensaje 62

LA MULTIPLICACION DEL DIOS-HOMBRE

(1)

  Lectura bíblica: Jn. 3:6b; 2 Co. 3:17-18; Fil. 1:19-21; 2:5-8; 3:9-10; 4:8, 13

  En este mensaje y en el siguiente estudiaremos la multiplicación del Dios-hombre. Como veremos, para que el Dios-hombre se reproduzca es necesario que renazcamos del Cristo pneumático en nuestro espíritu, que El transforme nuestra alma y que vivamos a Cristo, el Dios-hombre.

COMO SE HIZO EL SEÑOR EL ESPIRITU VIVIFICANTE

  Después de llevar una vida maravillosa y excelente, el Salvador-Hombre fue a la cruz y murió. Luego, en Su resurrección fue hecho Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). ¿Cómo se hizo Cristo en Su resurrección el Espíritu vivificante? Note que no estamos preguntando por qué se hizo Espíritu vivificante, sino cómo, de qué manera, se hizo Espíritu. El Salvador-Hombre se hizo Espíritu vivificante en calidad de una persona maravillosa y todo-inclusiva. El Señor Jesús era Dios y hombre. Por treinta y tres años y medio llevó la vida de un Dios-hombre, es decir, experimentó la vida humana mediante la vida divina en la cual expresó a Dios. Después de llevar esta clase de vida, murió en la cruz como Aquel que es todo-inclusivo.

  Siempre que una ser viviente muere, muere según su naturaleza. Por ejemplo, un perro muere en su condición de perro. De igual manera, una hormiga muere en calidad de hormiga, y lo mismo aplica a una mosca. Lo mismo sucede con los seres humanos. Por ejemplo, la muerte de una persona poco conocida pasa desapercibida, pero la de una persona notable tiene mucha importancia. El Señor Jesús era Aquel que es todo-inclusivo; por lo tanto, sufrió una muerte todo-inclusiva. Después de tal muerte, Dios lo resucitó. Fue en esta condición y con tal competencia que El se hizo Espíritu vivificante.

EL EXTRACTO DEL CRISTO TODO-INCLUSIVO

  El Espíritu vivificante es en realidad el extracto del Cristo todo-inclusivo. Dijimos en otra ocasión (véase The Fulfillment of the Tabernacle and the Offerings in the Writings of John [El cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en las escrituras de Juan], pág. 2), que un extracto es un líquido que se extrae de una planta u otra materia orgánica, y que contiene la esencia de ésta en forma concentrada. El “espíritu” es un sinónimo de la palabra extracto, el cual es la esencia de una sustancia extraída en forma líquida. Por ejemplo, el vino puede ser considerado como el extracto, o el “espíritu” de las uvas. Siempre que extraigamos la esencia de una sustancia en particular, obtenemos el espíritu de esa sustancia. Además, el extracto de cualquier sustancia siempre incluye su esencia y elementos. Por ejemplo, supongamos que tenemos el extracto de una naranja. Este extracto contiene la esencia, los elementos, la naturaleza y la sustancia de la naranja. De igual manera, el Espíritu vivificante y todo-inclusivo contiene todo lo que Cristo es, todo lo que El experimentó, realizó, logró y obtuvo.

  Muchos cristianos no saben que el Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo. En Filipenses 1:19 Pablo habla de “la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo” y no de la abundante suministración del Espíritu de Dios. En Filipenses 1:19 el Espíritu de Dios se hizo el Espíritu de Jesucristo, que es “el Espíritu” mencionado en Juan 7:39. Este no sólo es el Espíritu de Dios que estaba presente antes de que el Señor se encarnara, sino el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo con divinidad después de la resurrección, al cual se le añadió la humanidad, el vivir humano bajo la cruz, la crucifixión y la resurrección.

  ¿Cuál es su conocimiento de la persona de Jesús y de Cristo? Jesús es el Dios completo y un hombre auténtico. El es el Verbo que se hizo carne. En Juan 1:1 y 14 vemos que el Verbo que desde un principio estaba con Dios y que era Dios, se hizo carne. Jesús, el Dios-hombre, era el Dios completo que poseía la naturaleza divina auténtica y los atributos divinos excelentes, y era un hombre auténtico que poseía una naturaleza humana verdadera y las virtudes humanas perfectas.

  Entonces ¿quién es Cristo? Cristo es el Jesús que Dios ungió, quien pasó por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. En la resurrección Jesucristo se hizo extracto de Sí mismo, y este extracto es el Espíritu vivificante. Puesto que este Espíritu vivificante es el extracto del Cristo todo-inclusivo, dicho Espíritu también es todo-inclusivo.

  Cristo se hizo Espíritu vivificante con el fin de reproducir el Dios-hombre. ¿Cómo se reproduce el Dios-hombre? Se reproduce por medio del Espíritu todo-inclusivo. Al ver esto, tenemos que averiguar de qué manera el Espíritu todo-inclusivo reproduce el Dios-hombre.

LA REGENERACION: EL PRIMER PASO QUE EL ESPIRITU TODO-INCLUSIVO TOMA PARA REPRODUCIR EL DIOS-HOMBRE

  El primer paso que tomó el Espíritu todo-inclusivo para reproducir el Dios-hombre es la regeneración. El Señor Jesús habló con Nicodemo sobre la regeneración en Juan 3, pues le dijo a este hombre ético, erudito y caballero religioso: “Os es necesario nacer de nuevo” (Jn. 3:7). Nacer de nuevo o nacer otra vez, equivale a nacer de otra esencia, o sea, de la esencia divina. El Señor parecía decir a Nicodemo: “Naciste de la esencia humana, y ahora te es necesario nacer de otra esencia: la esencia de Dios. Nicodemo, debes nacer de Dios”.

Nace del Espíritu

  Nacer de Dios es nacer del Espíritu. ¿Qué es el Espíritu? El Espíritu es el extracto de Dios. En realidad, este extracto no es solamente el extracto de Dios, sino también el de Jesucristo. El Espíritu que regenera es el Espíritu de Jesucristo.

  Si comparamos Juan 3:6 con Juan 3:14 y 15, veremos que el Espíritu es el extracto de Jesucristo. En Juan 3:6 el Señor Jesús dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Si queremos tener la vida divina, debemos nacer del Espíritu. En Juan 3:14 y 15 el Señor Jesús añade: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, tenga vida eterna”. El Señor se refiere a Sí mismo como el Cristo crucificado y resucitado. Toda persona que crea en El, tendrá vida eterna. Tener vida eterna equivale a nacer de nuevo. En otras palabras, nacer de nuevo es tener la vida divina.

  ¿Qué quiere decir nacer de nuevo, nacer del Espíritu? Nacer del Espíritu es recibir la vida divina. En estos versículos de Juan 3 vemos primero al Espíritu y luego, al Hijo del Hombre crucificado y resucitado. Cuando comparamos estos versículos veremos que el Espíritu es el extracto de Jesucristo.

  El Espíritu de quien nacimos, el cual tiene la vida eterna, es el extracto del Cristo crucificado y resucitado. La crucifixión “exprime” de manera que produce un extracto. Por ejemplo, cuando exprimimos una naranja, le sacamos el jugo, que es el extracto de la naranja. Podemos comparar la crucifixión de Cristo con la naranja que es exprimida. Después de que Cristo fue “exprimido” en la cruz, se hizo el “jugo” del Espíritu vivificante y todo-inclusivo. Además, así como la esencia, los elementos, la naturaleza y la sustancia de una naranja se hallan en el extracto, igualmente la esencia, los elementos, la naturaleza y la sustancia de Cristo se hallan en el Espíritu todo-inclusivo. Cristo, el Dios-hombre es reproducido por medio de este Espíritu.

Recibir el Espíritu invocando el nombre del Señor

  Cuando predicamos el evangelio tenemos que decir a la gente que Cristo es el Espíritu vivificante. Tenemos que decirles que Cristo fue oprimido en la cruz para llegar a ser el Espíritu. Ahora, si los pecadores se arrepienten, creen en El e invocan Su nombre, recibirán el Espíritu. Cuando un individuo invoca al Señor Jesús, recibe el Espíritu. Este Espíritu es en efecto la realidad de Jesucristo como el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.

  En Hechos 2 vemos el derramamiento del Espíritu. En Hechos 2:17 Pedro cita lo que Joel dijo sobre el Espíritu de Dios que es derramado sobre toda carne y que “todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo” (Hch. 2:21). Ya que Dios derramó Su Espíritu, lo que la gente tiene que hacer para ser salva es invocar el nombre del Señor. Así, todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo, y ser salvo es en realidad recibir el Espíritu.

  Dijimos varias veces que el nombre de una persona designa a esa persona. Jesús es el nombre del Señor, y el Espíritu es Su persona. Por lo tanto, cuando invocamos el nombre del Señor, recibimos Su persona, el Espíritu. Esto es lo que significa ser salvo.

  Algunos cristianos se oponen a que se invoque al Señor. Acusan falsamente al decir que esto no es más que gritos y vanas repeticiones. Sin embargo, invocar al Señor no es una práctica vana, ya que cuando lo hacemos, estamos invocando el nombre de Aquel que es todo-inclusivo, Aquel que está sobre todas las cosas. Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:9). Podemos testificar que cuando invocamos el nombre de Jesús, el Espíritu viene. Su nombre es Jesús y el Espíritu es Su persona, el extracto de Su ser.

  La realidad del nombre de una persona es la persona misma. Por esta razón, cuando invocamos el nombre de una persona que está presente, la persona responde. El mismo principio aplica cuando uno invoca el nombre del Señor. Cuando invocamos Su nombre, tenemos Su persona. Puesto que Su persona es el Espíritu, cuando invocamos el nombre de Jesús recibimos el Espíritu. Por experiencia sabemos que cuando creemos en Jesús e invocamos Su nombre, el Espíritu viene como una Persona todo-inclusiva para ser nuestra vida.

El Espíritu que regenera

  Para que el Señor Jesús entre en nosotros como Espíritu vivificante, fue necesario que pasara por un proceso extenso. En el Espíritu vivificante, el extracto todo-inclusivo de Cristo, no sólo se halla la esencia de lo que Cristo es, sino también los elementos del proceso mediante por el cual El pasó. El Señor no vino solamente para morar entre los hombres. Vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, y experimentó muchas cosas. Nació de una virgen y creció de una manera humana y normal. Finalmente, fue a la cruz para ser oprimido a fin de liberar el Espíritu como Su extracto.

  Hoy el Espíritu que regenera es el extracto del Cristo todo-inclusivo. Como tal extracto, este Espíritu contiene el elemento divino con sus atributos divinos y el elemento humano junto con sus virtudes humanas. El Espíritu contiene el elemento de la vida maravillosa del Señor, lo cual expresa a Dios. Este Espíritu también contiene los elementos que rescata, restaura, recobra, mejora, pule, santifica, fortalece, da poder y eleva las virtudes humanas. ¿Sabía usted esto? El Espíritu vivificante y todo-inclusivo contiene las virtudes humanas elevadas del Salvador-Hombre.

El Espíritu que obra en nosotros

  Tanto los creyentes como los incrédulos poseen un concepto natural en cuanto a la manera en que nos salva el Señor Jesús. Por ejemplo, un cristiano tal vez diga: “Oh, qué mal genio tengo, y no hay nada que pueda hacer al respecto. Señor, ¡ayúdame!” Después de invocar el nombre del Señor esta persona quizás espera que el Señor extienda Su mano desde el cielo y le ayude.

  Algunos cristianos no creen que Cristo mora en ellos, pues creen que El meramente está sentado en el trono del tercer cielo. Sin embargo, siguen orando para que el Señor los ayude. ¿Cómo piensan que el Señor les ayudará? Lo que ellos piensan de la ayuda que el Señor les da no sólo es natural sino también supersticioso.

  El Nuevo Testamento revela que el Cristo crucificado, resucitado y ascendido es el Espíritu que mora en nosotros. Tenemos que tener esto en mente cuando nos vemos tentados a enfadarnos. Es posible que usted diga: “Señor, ayúdame”, o simplemente: “¡Señor!” Si verifica su experiencia, se dará cuenta de que cuando invoca el nombre del Señor, algo obra en usted e incluso se mezcla con usted. Esto no es otra cosa que la obra que el Espíritu vivificante lleva a cabo en su espíritu.

  Por supuesto, no hay nada de malo pedir al Señor que nos ayude. Pero esta clase de oración nos puede alejar del Espíritu que mora en uno. Si oramos de esta manera, quizás sintamos que tenemos que esperar para que nos llegue la ayuda desde el tercer cielo. Sin embargo, cuando invocamos el nombre del Señor y tenemos en cuenta que El es el Espíritu vivificante que mora en nosotros, percibiremos que El opera en nosotros y se mezcla con nosotros. Esta experiencia es posible porque Aquel que obra en nosotros y se mezcla con nosotros es el Espíritu vivificante como extracto del Cristo todo-inclusivo. Simplemente al invocar el nombre del Señor sentimos el extracto misterioso y todo-inclusivo que obra en nosotros.

Los elementos que contiene el Espíritu todo-inclusivo

  El Espíritu como el extracto de Cristo, contiene los elementos del supremo nivel moral. Al operar el Espíritu en nosotros, opera también el supremo nivel moral de las virtudes humanas. Como Aquel que ascendió al trono en los cielos, El no nos rescata de nuestro mal genio milagrosamente. El también mora en nuestro espíritu, y como tal, obra en nosotros y se mezcla con nosotros. Si acudimos a El invocando Su nombre, operará en nosotros juntamente con lo que El es, y así nos salvará.

  Afirmar que el Señor, en calidad de Espíritu, nos salva al obrar en nosotros no es ninguna superstición. Así como tomar un medicamento no es nada supersticioso, tampoco lo es cuando experimentamos la obra del Espíritu. Cuando una persona toma un medicamento, éste aniquilará los microbios que se halla en su cuerpo. Eliminar los microbios de esta manera no es una obra objetiva, sino subjetiva, la cual es el resultado de haber tomado una dosis de medicamento. De igual manera, el Espíritu todo-inclusivo contiene los elementos de la muerte todo-inclusiva del Señor, los cuales aniquilan los microbios espirituales que se hallan en nosotros.

  El Espíritu vivificante todo-inclusivo también posee un elemento germinador, porque en El se halla la resurrección de Cristo. La resurrección vence cualquier forma de muerte. Así como la muerte no puede retener la resurrección, tampoco puede retener al Espíritu. ¡Aleluya por la resurrección, la cual se halla en el Espíritu todo-inclusivo!

  Sea que entendamos o no los elementos que se hallan en el Espíritu todo-inclusivo, no dejan de ser un hecho que estos elementos nacieron en nosotros por medio del Espíritu. Cuando nacimos de nuestros padres, nacimos con los elementos humanos. De igual manera, un día invocamos el nombre de Aquel que es todo-inclusivo, el Espíritu todo-inclusivo entró en nosotros y nacimos de El. Ahora El, con todo lo que El es, mora en nosotros.

Pneumático

  El primer paso en la multiplicación del Dios-hombre consiste en que renazcamos del Cristo pneumático, que volvamos a nacer de la vida y la naturaleza divinas en nuestro espíritu. Me gusta la expresión el “Cristo pneumático”. Puesto que el Espíritu mencionado en Juan 3:6 es el extracto del Cristo todo-inclusivo; El es en realidad el Cristo pneumático. En dicho versículo el Señor Jesús no habla de nacer del Espíritu de Dios ni del Espíritu Santo, sino del Espíritu. El Espíritu nos trae el Cristo pneumático.

  ¿Quién es el Cristo pneumático? El es el Cristo, quien mediante la resurrección, se hizo Espíritu vivificante. Nacimos del Cristo pneumático en nuestro espíritu y con la vida y naturaleza divinas.

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