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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
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Mensaje 34

LA PREPARACION DEL SALVADOR-ESCLAVO PARA SU SERVICIO REDENTOR

(1)

  Lectura bíblica: Mr. 11:1-26

LA CONCLUSION DEL SERVICIO EVANGELICO DEL SALVADOR-ESCLAVO

  El capítulo diez marca la conclusión de una larga sección que se extiende de Marcos 4:35—10:52 y la cual trata del servicio evangélico del Salvador-Esclavo. En esta sección se abarcan veintinueve temas: calma el viento y el mar (4:35-41); echa fuera una legión de demonios (Mr. 5:1-20); sana a la mujer que tenía flujo de sangre y resucita a una niña (Mr. 5:21-43); es despreciado por los nazarenos (Mr. 6:1-6); envía a los doce a predicar (Mr. 6:7-13); se da muerte al precursor del evangelio (Mr. 6:14-29); alimenta a cinco mil (Mr. 6:30-44); anda sobre el mar (Mr. 6:45-52); sana en todo lugar (Mr. 6:53-56); enseña en cuanto a lo que contamina al hombre (Mr. 7:1-23); echa fuera un demonio de la hija de una mujer sirofenicia (Mr. 7:24-30); sana a un sordomudo (Mr. 7:31-34); alimenta a cuatro mil (Mr. 8:1-10); no da señal a los fariseos (Mr. 8:11-13); advierte acerca de la levadura de los fariseos y de Herodes (Mr. 8:14-21); sana a un ciego en Betsaida (Mr. 8:22-26); es reconocido como el Cristo y revela Su muerte y Su resurrección por primera vez (Mr. 8:27-38; 9:1); se transfigura en el monte (Mr. 9:2-13); expulsa un espíritu mudo del hijo de un hombre (Mr. 9:14-29); revela Su muerte y Su resurrección por segunda vez (Mr. 9:30-32); enseña sobre la humildad (Mr. 9:33-37); enseña en cuanto a la tolerancia con miras a la unidad (Mr. 9:38-50); viene a Judea (Mr. 10:1); enseña acerca del divorcio (Mr. 10:2-12); bendice a los niños (Mr. 10:13-16); enseña en cuanto a los ricos y al reino de Dios (Mr. 10:17-31); sube a Jerusalén y revela Su muerte y Su resurrección por tercera vez (Mr. 10:32-34); enseña en cuanto al camino que lleva al trono en el reino de Dios (Mr. 10:35-45); y viene a Jericó para sanar al ciego Bartimeo (Mr. 10:46-52). Por medio de estos veintinueve eventos, el Señor Jesús preparó a Sus discípulos para que entraran en Su muerte y Su resurrección.

INTRODUCIDOS EN LA MUERTE Y LA RESURRECCION DEL SEÑOR

  ¿Por qué fue necesario que algunos de los discípulos del Señor fueran introducidos en Su muerte y Su resurrección? Fue necesario porque los discípulos no podían disfrutar al Señor de otro modo. Además, si no lo disfrutaban siendo introducidos en Su muerte y Su resurrección, no podrían entrar en el reino de Dios ni participar de él.

  Entramos en el reino por el disfrute que tenemos del Señor, disfrutando al Cristo que todo lo incluye, el cual es el reemplazo universal. Esto requiere que experimentemos Su muerte y Su resurrección. Por esta razón, el Señor adiestró a los discípulos con el fin de prepararlos para introducirlos en el proceso de Su muerte y Su resurrección.

  Ya vimos que el Señor se dirigió a Jerusalén para morir allí. Pero también es necesario que comprendamos que no subió solo, sino que llevó consigo a algunos de Sus fieles seguidores. Estos no entendían claramente lo que acontecía. Tal vez lo único que pensaban es que el Señor era muy atrayente y que querían ir adondequiera que El fuese. Sin embargo, el propósito del Señor era introducirlos a todos en Su muerte y Su resurrección. Una vez que esto ocurriera, ellos podrían disfrutarlo a El de una manera práctica. Experimentar la muerte y la resurrección hace posible que el Señor llegue a ser nuestra porción y nuestro reemplazo.

UNA VISION MARAVILLOSA

  En el Evangelio de Marcos vemos que Pedro, Juan, Jacobo y otros fieles creyentes seguían al Señor Jesús. Según su perspectiva, ellos simplemente iban en pos del Señor, pero según la del Señor, El los estaba preparando para introducirlos en Su muerte y Su resurrección. Cuando llegaron a Jericó, habían sido totalmente preparados.

  Los discípulos, al ser introducidos en la muerte y la resurrección del Señor, pudieron disfrutarle y experimentarle como su reemplazo. En el día de Pentecostés, los ciento veinte eran personas que habían sido reemplazadas por el Señor y que disfrutaban de El. Todos habían sido introducidos en Su muerte y Su resurrección, y por ende, participaban de El, una persona viviente que lo incluye todo, la cual era su reemplazo.

  Mediante la muerte y la resurrección del Señor Jesús, los discípulos obtuvieron una rica entrada en el reino de Dios, y en el día de Pentecostés se ve un cuadro de dicho reino. Cuando vemos a Pedro y los ciento veinte, se puede apreciar una manifestación del reino de Dios, la cual incluye el pleno disfrute que tenemos de Cristo como el reemplazo universal que lo incluye todo, al cual experimentamos por medio de Su muerte y Su resurrección. ¿Qué hizo posible que los ciento veinte estuvieran en el reino de Dios en el día de Pentecostés? Se debió a que ellos habían entrado en la muerte y la resurrección de Cristo.

  Según el capítulo uno de Hechos, los ciento veinte eran de Galilea. No obstante, el Señor Jesús, después de llevarlos por muchas experiencias, los trajo a Jerusalén, donde entraron en Su muerte y Su resurrección. Cuando el Señor fue crucificado, estos galileos estaban presentes y fueron testigos de Su muerte. En realidad, ellos experimentaron la crucifixión juntamente con El. Después de esto, se les introdujo en la resurrección del Señor y presenciaron Su ascensión. Luego, en el día de Pentecostés, el Señor como Espíritu se derramó sobre ellos. Todo lo que habían visto y experimentado llegó a ser una realidad para ellos. Habían presenciado la muerte del Señor, habían entrado en Su resurrección y habían sido testigos de Su ascensión. Pero cuando el Señor como Espíritu se derramó sobre ellos, todo esto si hizo una realidad para ellos, lo cual significa que ellos estaban en la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor. Disfrutaban plenamente al Cristo que lo es todo como el reemplazo universal.

  Todos necesitamos tener esta visión cuando leemos el Evangelio de Marcos. De lo contrario, no podremos entrar en las profundidades de este libro.

  Aparentemente Marcos es un libro de historias, pero en realidad, presenta una maravillosa visión. Al leer sus capítulos, debe ser como si mirásemos un televisor celestial; debe “transmitir” a nuestro espíritu una escena tras otra. ¡Alabado sea el Señor por esta visión!

  Damos gracias al Señor por mostrarnos cómo Sus íntimos seguidores son capacitados, perfeccionados, equipados y preparados para entrar en Su muerte y Su resurrección. La larga sección que comienza en 4:35 y se extiende hasta 10:52 presenta un cuadro gráfico de cómo unos galileos que eran tan naturales fueron preparados para entrar en la muerte y la resurrección de Cristo. Cuando llegamos al final del capítulo diez, ellos estaban totalmente preparados para venir a Jerusalén y pasar por esa experiencia.

EL MILAGRO MAS GRANDE DEL UNIVERSO

  Después del propio Cristo, lo más grande del universo es Su muerte y Su resurrección. Sólo la persona de Cristo es mayor que éstas. Aparte de El, nada es más importante que Su muerte y Su resurrección.

  Ya vimos que al ir a Jerusalén, el Señor Jesús en realidad se dirigía a Su muerte. Luego, por medio de ésta entró en Su resurrección. El Señor Jesús caminó valientemente desde Capernaum hasta Jerusalén a fin de entrar en la muerte. Dios y toda la creación esperaban este acontecimiento. Jesús sabía que Su ida a Jerusalén tenía como fin llevar a cabo una muerte muy importante, la cual le pone fin a todo. Conociendo el tiempo determinado, la fecha de Su muerte, El caminó valientemente a Jerusalén.

  Podemos decir que el milagro más grande del universo fue que el Señor entrara en Su muerte, la cual lo elimina todo. Según Hebreos 12, lo que fue puesto delante del Señor le trajo gozo (v. 2). Sabía que había un gozo puesto delante de El. Así que, subió a Jerusalén para realizar, por medio de Su muerte, el propósito de Dios. ¡Qué paso tan importante fue éste en la economía de Dios!

  El hecho de que el Señor, al efectuar Su muerte que le pone fin a todo, nos haya introducido en ella juntamente con El es muy significativo. Si vemos esto, abandonaremos el concepto de que Marcos es un libro de meras historias, y nos daremos cuenta que comunica una gran revelación.

LOS PREPARATIVOS QUE EL SEÑOR LLEVA A CABO PARA SU SERVICIO REDENTOR

  El ministerio evangélico del Salvador-Esclavo llega a su consumación al final del capítulo diez. Como vimos, el contenido de Su servicio evangélico consta de cinco eventos: predicar el evangelio, enseñar la verdad, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y limpiar al leproso, los cuales fueron completados al final de Marcos 10. El carácter de los capítulos once al dieciséis es diferente al de los capítulos anteriores. En los últimos seis capítulos de este evangelio ya no se mencionan actividades tales como echar fuera demonios o sanar enfermos. Más bien, en 11:1—14:42 se narra la preparación del Salvador-Esclavo para Su servicio redentor. Antes de que el Señor pudiera realizar Su obra redentora, fue necesaria cierta preparación.

  Entre los lectores del Evangelio de Marcos, no son muchos los que se dan cuenta de que el capítulo once tiene que ver con la preparación del Señor para Su servicio redentor. En este capítulo el Señor prepara las circunstancias, a las personas que le crucificarían y también a Sus discípulos. El Señor fue a Jerusalén con el propósito de efectuar Su muerte redentora. Pero para esto se requerían muchos preparativos. Por consiguiente, el Señor fue a Jerusalén antes de tiempo con el fin de llevar a cabo dicha preparación, según se relata en 11:1—14:42. Todo lo que narran estos capítulos no sucedió por casualidad, sino que está ligado a la preparación que el Salvador-Esclavo llevó a cabo con el fin de realizar Su servicio redentor.

ENTRA A JERUSALEN Y POSA EN BETANIA

  El primer aspecto de la preparación del Salvador-Esclavo para Su servicio redentor fue entrar a Jerusalén y posar en Betania. Marcos 11:1-2 dice: “Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de Sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado todavía; desatadlo y traedlo”. En este pasaje vemos que el Señor es omnisciente, lo cual manifiesta Su deidad.

  Los versículos 7-8 dicen: “Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros tendían capa tras capa de ramas llenas de hojas tiernas, que habían cortado de los campos”. Los mantos representan las virtudes humanas que se aprecian en la conducta de la gente. Los discípulos honraron al Salvador-Esclavo poniendo sus propios mantos sobre el pollino para que El montara en ellos, y la multitud lo honró al tender sus mantos en el camino para que El pasara.

  Las ramas de palmera (Jn. 12:13) representan la vida victoriosa (Ap. 7:9) y la satisfacción de disfrutar el rico producto de esa vida, como se ve en tipología en la fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:40; Neh. 8:15). La multitud usó tanto sus mantos como las ramas de palmera para celebrar la venida del Salvador-Esclavo.

  El Salvador-Esclavo tuvo una gloriosa entrada y recibió una calurosa acogida. Esto ocurrió conforme a la sabiduría del Señor. Al llevar a cabo la preparación para Su servicio redentor, lo primero que dispuso fue esta acogida, por medio de la cual recibió la aprobación del pueblo. Fue como si hubiera recibido el voto de ellos. La gente estaba a Su favor y lo reconocía como el Mesías.

  Marcos 11:9-10 dice: “Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!” Las palabras que el pueblo gritaba son una cita de Salmos 118:26, una profecía en cuanto a la venida del Mesías. Tal exclamación se repetirá en la segunda venida del Señor. En aquel entonces se cumplirá completamente Salmos 118. Cuando el Señor venga por segunda vez, vendrá montando sobre una nube, no sobre un pollino, y vendrá desde los cielos, no desde Jericó. Entonces los judíos convertidos exclamarán: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Lo que narra Marcos 11:9-10 es un anticipo o prefigura de la acogida que el Señor recibirá en aquel día. Pero en cualquier caso, el principio es el mismo, es decir, que el pueblo escogido de Dios reconoce y recibe a su Mesías.

  El Señor sabía que en Jerusalén se enfrentaría a muchos opositores. Pero antes de confrontarlos, primero fue aprobado por el pueblo, lo cual constituye el primer paso en la preparación que llevó a cabo para Su servicio redentor.

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