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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
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Mensaje 70

UNA VIDA QUE CONCUERDA CON LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS Y QUE LA CUMPLE

(19)

  Lectura bíblica: Ap. 1:4-5, 11-13, 20; 2:7, 11, 17, 26-28; 3:5-6, 12-13, 21-22; 4:5; 5:6; 14:13-16; 21:1-3, 9-12, 14, 18-19, 21; 22:1-2, 14, 17

UN RESUMEN DE LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS

  En el mensaje anterior examinamos el diagrama que presenta un resumen de la economía neotestamentaria de Dios. En él aprendimos que el Nuevo Testamento se puede dividir en tres secciones: los cuatro evangelios como iniciación, de Hechos a Judas como desarrollo, y el libro de Apocalipsis como finalización. En la primera sección vemos al Hijo con el Padre y por el Espíritu, como corporificación del Dios Triuno en Jesucristo, quien es el tabernáculo y el templo de Dios, y el cual experimenta la vida de Dios a fin de producir el reino de Dios. En la segunda sección vemos al Espíritu como el Hijo y con el Padre, en calidad de consumación del Dios Triuno en la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, el templo, el reino y la casa de Dios, y la cual vive a Cristo para llegar a ser la plenitud de Dios. En la tercera sección figuran los siete Espíritus que proceden del Eterno y que son del Redentor, en calidad de intensificación del Dios Triuno en la iglesia vencedora, la cual tiene su consumación en los candeleros de oro y en la Nueva Jerusalén. En este mensaje, el último del Estudio-vida de Marcos, estudiaremos la intensificación del Dios Triuno, la cual tiene su consumación en los candeleros de oro y en la Nueva Jerusalén.

  Según el relato del Evangelio de Marcos, los discípulos siguieron al Señor Jesús de una manera que los introducía en El. El Señor, quien lo es todo, los llevaba consigo a dondequiera que iba. Al incluirlos en Sí mismo pudo introducirlos en Su muerte, la cual le puso fin a todo lo viejo, y también en Su resurrección todo inclusiva, en la cual los hizo germinar. De este modo los constituyó Su reproducción y Su continuación. En el libro de Hechos los discípulos participaron de Cristo y lo disfrutaron por medio de Su muerte y Su resurrección que todo lo incluyen. Además, por medio de los discípulos llegó a existir la iglesia. Este es un resumen del libro de Hechos, y las veintiuna epístolas desde Romanos hasta Judas dan una definición del mismo.

LOS CANDELEROS DE ORO

  Después de la detallada definición que se da en las epístolas, el libro de Apocalipsis presenta la consumación de la economía neotestamentaria de Dios. En la consumación, los siete Espíritus, el Espíritu de Dios siete veces intensificado, juegan un papel muy importante. Con el Espíritu intensificado y por medio del mismo, la iglesia llega a ser un candelero de oro puro. Este asunto es de suma importancia.

Un símbolo del Dios Triuno

  El candelero de oro es un símbolo del Dios Triuno. El oro del candelero representa la naturaleza divina, la naturaleza de Dios el Padre; su forma, al Hijo de Dios como corporificación del Padre; y sus siete lámparas, al Espíritu de Dios como la expresión. Así que, en el candelero vemos a Dios el Padre como la naturaleza, Dios el Hijo como la forma y Dios el Espíritu como la expresión.

Representan la iglesia

  El candelero no sólo es un símbolo del Dios Triuno, sino que también representa la iglesia. Pero ¿cómo puede ser que una iglesia compuesta de pecadores que han sido salvos sea un candelero de oro puro? Sí, todos somos salvos, pero seguimos siendo naturales y pasamos mucho tiempo en la carne, en el yo y en la vieja creación. ¿Cómo puede ser que personas como nosotros lleguen a ser un candelero de oro?

Unas palabras de aliento

  Algunos santos me han dicho que están desalentados e incluso decepcionados con la condición de la iglesia. Se han expresado así: “Hace unos años la situación tenía esperanza, pero ahora la condición de la iglesia nos decepciona”. Si usted se siente así, eso indica que no tiene puesta la vista en el Espíritu siete veces intensificado. El Nuevo Testamento no termina en un tono de decepción. Al contrario, finaliza en un tono lleno de esperanza, concluye con la obra de los siete Espíritus, la cual transforma a una iglesia que al parecer no tenía esperanza, en un candelero de oro puro.

  En 1961 escribí algunos himnos tocante a la iglesia y la Nueva Jerusalén. En especial me gustaba cantar los que hablaban de la iglesia que vence. Un día me dijo un hermano: “¿Quiere usted decir que podemos experimentar la Nueva Jerusalén hoy?” Le respondí: “Hermano, yo no digo que podamos experimentar la Nueva Jerusalén hoy. Pero según el libro de Apocalipsis, las iglesias en esta era deben ser una miniatura de ella”. Le dije también que yo creía firmemente en eso. Espero que todos ustedes así lo crean. El Nuevo Testamento concluye con unas palabras de aliento. ¡Alabado sea el Señor por el Espíritu siete veces intensificado que obra en la iglesia que vence, la cual tiene su consumación en los candeleros de oro!

La intensificación del Dios Triuno para la vida de iglesia

  En la primera sección del Nuevo Testamento, los cuatro evangelios, se habla de la corporificación del Dios Triuno, y en la segunda, de Su consumación. En la tercera sección, en el libro de Apocalipsis, se halla la intensificación del Dios Triuno. Esto significa que el Espíritu como consumación del Dios Triuno se intensifica y llega a ser los siete Espíritus.

  ¿Acaso no tenemos los siete Espíritus en el libro de Apocalipsis? Claro que sí, este libro pone énfasis en ellos. ¿Prefiere usted quedarse con el Espíritu que se menciona en el libro de Hechos, o con los siete Espíritus del libro de Apocalipsis? ¿Dónde está usted hoy, en Hechos o en Apocalipsis? Todos deberíamos testificar que estamos en el libro de Apocalipsis. Ya que esto es así, todas las iglesias deben darse cuenta que hoy no es el momento para estar desalentados ni decepcionados. Hoy es el día de la intensificación, un día lleno de esperanza y de ánimo.

  En Apocalipsis vemos la intensificación séptuplo del Dios Triuno, lo cual está disponible para la vida de iglesia. No obstante, si fijamos nuestra mirada en la condición de las iglesias, nos decepcionaremos. Pero si volvemos nuestra atención a la intensificación séptuplo del Dios Triuno, estaremos llenos de alabanzas para con el Señor.

  ¿Cree usted en la condición de la iglesia o en la intensificación séptuplo del Dios Triuno? La condición de la iglesia no es nuestra salvación; más bien, hasta nos puede desalentar. Por lo tanto, debemos fijar nuestra mirada en la intensificación séptuplo del Dios Triuno, pues en ella está nuestra salvación.

  El libro de Apocalipsis da un marcado énfasis al Espíritu siete veces intensificado. En 1:4 leemos de los siete Espíritus que están delante del trono de Dios. Luego, en los capítulos dos y tres se hace repetida mención del Espíritu. La siguiente cláusula se repite siete veces: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Apocalipsis 4:5 dice: “Y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. Apocalipsis 5:6 habla de un “Cordero en pie, como recién inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. El Espíritu se intensifica y llega a ser los siete Espíritus, los cuales son los siete ojos del Cordero, el Redentor. En Apocalipsis 14:13 dice lo siguiente: “Sí, dice el Espíritu”. Finalmente, en 22:17 el Espíritu y la novia se mencionan juntos: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. En estas palabras vemos que justo al final del libro de Apocalipsis, la novia, quien es la iglesia, llega a ser uno con el Espíritu.

  En el libro de Apocalipsis no se emplean los títulos el Espíritu de Dios y el Espíritu Santo. En cambio, tenemos al Espíritu y los siete Espíritus. Debemos valorar más los siete Espíritus, pues el Espíritu siete veces intensificado puede transformar a una iglesia que yace sin esperanza, en un candelero de oro puro.

  En cuanto a la iglesia, no debemos estar desalentados ni decepcionados. Permitamos que el candelero de oro y la Nueva Jerusalén nos infundan aliento. El final de la Biblia nos anima mucho. Miren cómo los candeleros de oro resplandecen en esta edad oscura, en esta perversa generación. En la eternidad, la Nueva Jerusalén será la consumación de la intensificación del Dios Triuno. Esto obviamente indica que nuestro Dios no puede ser vencido por Satanás. Ni Dios, ni Su iglesia, ni nosotros podemos ser vencidos, ni siquiera en esta edad. Pero si usted cree que está vencido, será derrotado. En lugar de pensar así debemos decir: “¡Aleluya, en Cristo no estoy derrotado! ¡Por medio del Espíritu siete veces intensificado nunca seré vencido!

LA NUEVA JERUSALEN

Una señal de la totalidad del pueblo de Dios

  La máxima consumación de la intensificación del Dios Triuno es la Nueva Jerusalén, la cual es una señal que representa la totalidad del pueblo de Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. La Nueva Jerusalén se compone de todos los santos del Antiguo Testamento, representados por los nombres de las doce tribus de Israel (Ap. 21:12), y del Nuevo, representados por los nombres de los doce apóstoles (Ap. 21:14). Así que, la Nueva Jerusalén es una composición viviente de todos los que Dios escogió, a los cuales redimió, salvó, regeneró y transformó. El pueblo de Dios será transformado en oro, perlas y piedras preciosas. Todos estos materiales hacen alusión a la edificación de la morada de Dios.

La esencia intrínseca del edificio divino

  Aunque en la Nueva Jerusalén vemos los materiales preciosos de oro, perlas y piedras preciosas, en ellos no se ve la esencia intrínseca del edificio divino de manera específica. La esencia intrínseca del edificio en efecto es el propio Dios Triuno, el cual es nuestra vida.

El agua de vida y el árbol de la vida

  En el centro de la Nueva Jerusalén se encuentra el trono de Dios, procedente del cual fluye el río de agua de vida (22:1-2). El árbol de la vida en calidad de vid crece a uno y otro lado del río. Como lo indica el libro de Apocalipsis, el agua de vida sirve para que la bebamos, y el árbol de la vida que crece a uno y otro lado del reino, para que lo comamos. Beber agua es recibirla en nuestro ser. De igual manera, comer es ingerir algo. Al comer y beber somos abastecidos con la esencia de lo que ingerimos. Por ende, el río de vida y el árbol de la vida aluden a la esencia intrínseca de la naturaleza de la ciudad. Esta esencia intrínseca es el propio Dios Triuno como vida y provisión de vida. En el río fluyente y el árbol de la vida vemos al Dios Triuno. Este río fluye del trono de Dios y del Cordero. Según Juan 7:38-39, este río fluyente es el Espíritu. Así que, tenemos a Dios, al Cordero y al Espíritu. Este es el Dios Triuno que fluye para suministrarnos consigo mismo como vida. El Dios Triuno que fluye no sólo nos llena, sino también nos abastece con la esencia divina.

  Podemos emplear la petrificación de la madera como ejemplo de cómo el Dios Triuno nos imparte la esencia divina. El agua fluyente empapa la madera con la esencia de algunos minerales. Al ser saturada, la madera se transforma en piedra. Esto presenta un cuadro de cómo el fluir del Espíritu infunde la esencia divina en nuestro ser. Dicha esencia efectúa una obra que nos transforma de personas de polvo a piedras preciosas. Este cuadro nos ayuda a ver que la esencia intrínseca de la composición del edificio de Dios, la Nueva Jerusalén, es el propio Dios Triuno como vida y provisión de vida para nosotros.

  En Apocalipsis 22 vemos que debemos beber del Dios Triuno. En 1 Corintios 12:13 Pablo dice que todos fuimos bautizados en un solo Espíritu y que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Nuestro destino es beber al Dios Triuno. Como pueblo escogido de Dios, hemos sido destinados para esto. Este es nuestro destino y nuestro disfrute eternos. Por la eternidad nuestra única bebida será el Dios Triuno, la vida divina. ¡Aleluya por esta bebida todo inclusiva!

  En Apocalipsis 22:1-2 vemos que el árbol de la vida viene junto con el agua de vida. La vida de Dios es la bebida que nos llena y también el alimento que nos sacia.

El camino de vida y la luz de la vida

  En la Nueva Jerusalén el río de agua fluye en medio de la calle. Esto indica que andaremos en la senda de la vida. En esta ciudad sólo habrá una calle, sobre la cual fluye el río. El río es de vida, el árbol es de vida, y la calle también es de vida. Este camino nos dirigirá, guiará, regulará y preservará.

  En la Nueva Jerusalén, el Dios Triuno también será nuestra luz. Apocalipsis 21:23 dice: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara”. En la Nueva Jerusalén, el Cordero será la lámpara en quien está Dios, quien es nuestra luz.

  En la Nueva Jerusalén el Dios Triuno será nuestra vida, la cual nos llena, satisface, regula, conduce y dirige. También será la luz que nos ilumina. En esto vemos la esencia intrínseca de la Nueva Jerusalén.

La esencia intrínseca de la vida de iglesia

  La esencia intrínseca de la Nueva Jerusalén también debe ser la esencia intrínseca en la vida de iglesia hoy. En la vida de iglesia debe estar el trono de Dios, del cual fluye el Dios Triuno como nuestra bebida. Además, se necesita el árbol de vida como el alimento que nos provee el camino de vida y la luz de vida. Esta es la esencia intrínseca de la vida de iglesia, la esencia que nos transforma en un candelero de oro puro hoy, y en piedras preciosas para la edificación de la Nueva Jerusalén en la era venidera. Por medio de esta esencia podemos llevar una vida que concuerde con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumpla.

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