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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Romanos»
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Mensaje 51

SERVIR EN EL EVANGELIO DEL HIJO DE DIOS

  Lectura bíblica: Ro. 1:9; 2:16; Ro. 10:16а; Ro. 1:15; 16:25; 15:16; Ro. 1:2-4; Col. 2:9; Jn. 4:24; Ro. 1:16

  En Romanos 1:9 Pablo dice: “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de Su Hijo”. Muchos creyentes creen que el evangelio es simplemente las buenas nuevas de que Cristo es el Salvador que murió para que los pecadores pudieran ser perdonados y un día ir al cielo. Pero el evangelio es mucho más rico y profundo que esto. El evangelio presentado en 1:9 incluye todo el libro de Romanos.

EL EVANGELIO PRESENTADO EN ROMANOS

  En el primer versículo del libro de Romanos, Pablo dice que como esclavo de Cristo y como apóstol llamado, fue “apartado para el evangelio de Dios”, lo cual indica que en este libro la intención de Pablo era escribir acerca del evangelio; por ende, el evangelio es el tema de esta epístola. En efecto, el libro de Romanos revela el evangelio, las buenas nuevas de Dios, en su máxima expresión.

  En este libro Pablo menciona el evangelio más a menudo que en sus otras epístolas. En 2:16 él dice: “Dios juzgará los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio, por medio de Jesucristo”. De acuerdo con nuestro concepto natural y religioso, Dios juzgará a la gente conforme a la ley. Sin embargo, en este versículo Pablo afirma que Dios los juzgará conforme a su evangelio.

  No solamente se debe creer el evangelio, sino además obedecerle, lo cual se demuestra en 10:16, donde Pablo dice que “no todos obedecieron al evangelio”. Aquellos que no obedecen al evangelio pueden convertirse en enemigos del mismo (11:28). Nuestra actitud hacia el evangelio es la que determina si vamos a obedecer o desobedecer al evangelio, y si seremos amigos o enemigos del mismo.

  El evangelio que Pablo proclamó en Romanos había de predicarse no sólo a los incrédulos, sino también a los que creían en el Señor. En Romanos 1:15 Pablo dice: “Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”. Además, Pablo tenía la confianza de que Dios confirmaría a los santos conforme a su evangelio: “Al que puede confirmaros según mi evangelio, es decir, la proclamación de Jesucristo” (16:25).

  Romanos 15:16 dice: “Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo”. Para Pablo la predicación del evangelio era un ministerio o servicio sacerdotal. Nosotros somos sacerdotes y, como tales, todos debemos servir a Dios en el evangelio de Su Hijo.

PROMETIDO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

  Ahora debemos hacernos una pregunta básica y esencial: ¿Qué es el evangelio? Lo que Pablo dice acerca del evangelio en el libro de Romanos es sumamente profundo. La palabra evangelio significa “buenas nuevas” o “buenas noticias”. El evangelio es las noticias que alegran a todo aquel que las escucha, las buenas nuevas de Dios provenientes de los cielos. En 1:2 Pablo dice que el evangelio de Dios fue “prometido antes por medio de Sus profetas en las santas Escrituras”. Esto indica que a fin de entender que el contenido del evangelio son las buenas nuevas, debemos conocer el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento no es meramente una reseña de la historia y la creación, pues en él son revelados algunos elementos cruciales del evangelio.

  El primero de estos elementos se encuentra en Génesis 1:26, donde se nos dice que el hombre fue creado a la imagen de Dios. La imagen de Dios es parte del contenido del evangelio. ¡Cuán maravilloso es que nosotros, hombres creados del barro, podemos llevar la imagen de Dios! ¡Qué buenas nuevas son éstas! ¿Qué corazón no va a alegrarse con tales buenas noticias? Si en verdad comprendemos el significado de ser hechos a la imagen de Dios, alabaremos al Señor.

  Un segundo elemento relacionado con el evangelio se halla en Génesis 2, donde vemos que el hombre creado por Dios fue puesto frente al árbol de la vida. Esto indica que no solamente llevamos la imagen de Dios exteriormente, sino que también podemos tener la vida divina de Dios interiormente.

  En Génesis 3 vemos que la serpiente se interpuso y sedujo al hombre para que comiese del árbol del conocimiento del bien y del mal. No obstante, este capítulo también nos anuncia buenas nuevas: el versículo 15 dice que la simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Aunque la serpiente se interpuso, este versículo profetiza que la simiente de la mujer algún día pondrá fin a la serpiente.

  Un cuarto elemento se encuentra en el capítulo siguiente. Génesis 4:4 dice que Abel “trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”. Esto indica que, por medio de las ofrendas apropiadas, nosotros los pecadores caídos somos aceptos ante Dios.

  En el primer capítulo de Génesis vemos más aspectos del contenido del evangelio. El versículo 9 dice que las aguas se juntaron en un solo lugar, y que la tierra seca apareció. El versículo 11 añade: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así”. Muchas clases de vida —la vida vegetal, la animal y aun la vida humana— están relacionadas con esta tierra, la cual tipifica al Cristo todo-inclusivo. Esto también forma parte de las buenas nuevas que Dios nos da.

  En Génesis 2:18 el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo”. El hombre al que se refiere este versículo es un tipo de Cristo. Decir que no es bueno que el hombre esté solo, equivale a decir que no es bueno que Cristo esté solo. Como Novio, Cristo anhela obtener una novia, alguien que sea Su complemento. El hecho de que Dios produzca una novia para Cristo es también un elemento del evangelio prometido en el Antiguo Testamento.

SE TRATA DE UNA PERSONA MARAVILLOSA

  En Romanos 1:3 Pablo dice que el evangelio está relacionado con el Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor. El tema principal del evangelio no es el perdón de pecados, ni que las almas sean ganadas, ni que los pecadores sean salvos para que vayan al cielo; más bien, es la persona misma de Cristo, el Hijo de Dios. El evangelio no consta de doctrinas, enseñanzas ni religión; antes bien, se trata de una persona maravillosa.

  Esta persona maravillosa posee dos naturalezas, la divina y la humana. En el versículo 3 Pablo se refiere a Cristo como el Hijo. Esto denota Su naturaleza divina. Sin embargo, él también dice en este versículo que Cristo “era del linaje de David según la carne”. Esto denota Su naturaleza humana. Por medio de la encarnación, el Hijo de Dios se hizo hombre, un descendiente del linaje de David según la carne.

  El versículo 4 dice que Él fue “designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. El Espíritu de santidad aquí mencionado está en contraste con la carne mencionada en el versículo 3. Tal como la carne mencionada en el versículo 3 se refiere a la esencia humana de Cristo, así también el Espíritu mencionado en este versículo no alude a la persona del Espíritu Santo de Dios, sino a la esencia divina de Cristo, la cual es “la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). La esencia divina de Cristo, la cual es Dios el Espíritu mismo (Jn. 4:24), está constituida de santidad y llena de la naturaleza y de la cualidad de ser santo. Es según este Espíritu que Cristo fue designado, señalado, Hijo de Dios con poder, por la resurrección de entre los muertos. Por medio de la encarnación, Cristo, el Hijo de Dios, se hizo un hombre en la carne; pero mediante la resurrección, Cristo, un hombre en la carne, fue designado el Hijo de Dios según el Espíritu de santidad.

  El evangelio trata sobre una persona maravillosa, quien se hizo carne y fue designada el Hijo de Dios según el Espíritu de santidad. El hecho de que Cristo fuera designado el Hijo de Dios según el Espíritu de santidad, es distinto al hecho de que Él era el Hijo de Dios en la eternidad pasada. Como el eterno Hijo de Dios que es, Él no tenía la naturaleza humana. Sin embargo, el hecho de ser designado Hijo de Dios en resurrección está estrechamente relacionado con Su naturaleza humana. Jesucristo, un hombre en la carne, fue designado el Hijo de Dios.

  El mensaje central del libro de Romanos consiste en que los hombres carnales y pecaminosos son hechos hijos de Dios y conformados a la imagen del Hijo de Dios. De esta manera Cristo llega a ser el Primogénito entre muchos hermanos. Así que, el mensaje central del evangelio no es el perdón de pecados, sino la producción de los hijos de Dios, los muchos hermanos del Hijo de Dios.

MUCHOS HIJOS CONFORMADOS A LA IMAGEN DE CRISTO

  Cristo es el modelo, el “patrón” del evangelio. Él nació en la carne, pero fue hecho Hijo de Dios por Su resurrección en el Espíritu de santidad. Los tres primeros capítulos de Romanos revelan nuestra pecaminosidad; el capítulo 4 revela nuestra justificación; el capítulo 6, nuestra muerte y sepultura; y el capítulo 7 revela nuestro problema con la carne y con la vida natural. Pero el capítulo 8 revela que estamos siendo conformados a la imagen de Cristo, el Primogénito entre muchos hermanos. Cristo fue designado Hijo de Dios, y nosotros también hemos sido designados los muchos hijos de Dios. Éste es el punto principal del evangelio.

  En el capítulo 1 tenemos el modelo, el “patrón”, mientras que en el capítulo 8 tenemos la producción en serie. En el capítulo 1 vemos una persona en la carne que es designada Hijo de Dios; sin embargo, en el capítulo 8 tenemos muchas personas en la carne que son designadas los hijos de Dios. Por lo tanto, finalmente el Hijo de Dios será el Primogénito, el Hermano mayor, entre muchos hermanos.

  Hoy en día, los cristianos hablan mucho acerca de ir al cielo; sin embargo, no podemos encontrar este concepto en ninguna parte del libro de Romanos. Otros cristianos un poco más avanzados hablan acerca de la llamada vida más profunda y la espiritualidad; no obstante, ni aun la vida más profunda ni la espiritualidad es el resultado final del evangelio. Según el libro de Romanos, muchos de los que una vez fueron carnales llegarán a ser designados hijos de Dios. En cierto sentido, yo no tengo mucho interés en la espiritualidad. Muchos de los que declaran ser espirituales no expresan la imagen del Hijo de Dios. Romanos revela que seremos conformados no a la espiritualidad, sino a la imagen del Hijo de Dios.

  Alguien puede ser amable y humilde sin ser conformado a la imagen de Cristo. Los demás pueden ver su amabilidad, pero no pueden percibir la imagen del Hijo de Dios en él. De nuevo digo que el mensaje principal del evangelio es nada menos que nuestra conformación a la imagen del Hijo de Dios. ¡Aleluya porque un día, nosotros, los hombres en la carne, seremos manifestados como los gloriosos hijos de Dios!

EL PODER DE DIOS

  En 1:16 Pablo dice que el evangelio es el poder de Dios. El evangelio es sumamente poderoso porque la justicia de Dios es revelada en él. Muchas obras expositivas sobre el libro de Romanos no ofrecen una definición adecuada de la justicia de Dios. Es correcto decir que ésta es simplemente Cristo; sin embargo, decirlo así es demasiado doctrinal.

  El evangelio de Dios es poderoso para salvar a la gente porque en él se revela la justicia de Dios. Muchos cristianos piensan que el poder del evangelio es el Espíritu Santo o el amor de Dios. Otros afirman que dicho poder es la gracia de Dios. Pero en Romanos Pablo no dice que el poder del evangelio sea el Espíritu Santo ni el amor de Dios ni Su gracia; más bien, dice que este poder es la justicia de Dios. Nada es más sólido y confiable que la justicia. Por el contrario, el amor es inestable y puede fluctuar. Podemos decir lo mismo en cuanto a la gracia. Por ejemplo, si alguien me agrada, bien podría darle una gran cantidad de dinero; pero si no me agrada, tal vez no sienta que deba darle nada. De igual modo, la dádiva del Espíritu Santo está de alguna manera relacionada con nuestra obediencia, es decir, no es totalmente incondicional. Pero con respecto a la justicia, no cabe la fluctuación, pues es una imposibilidad. Cuando actuamos en conformidad con la justicia, no hacemos las cosas por el amor, sino porque estamos comprometidos por la justicia para hacerlas. Tomemos el ejemplo de pagar el alquiler. Una persona que alquila una casa hace sus pagos mensuales no por amor al dueño de la casa, sino por verse obligado a cumplir los requisitos del contrato. No importa cómo le caiga el dueño de la casa, sigue siendo su responsabilidad pagar el alquiler. En este sentido, el alquiler es un asunto de justicia.

  Un día me di cuenta de que fui salvo no solamente por el amor de Dios y por Su gracia, sino por Su justicia. Podía decirle con toda confianza al Señor: “Señor, ya sea que estés contento conmigo o no, por causa de Tu justicia estás obligado a salvarme. Incluso si no me amaras, estarías comprometido a salvarme porque eres justo. Tu amor ciertamente es eterno, pero la base de mi salvación no es Tu amor, sino Tu justicia”. ¡Aleluya, éste es el poder del evangelio!

  A veces al predicar el evangelio nos enfrentamos con ciertas objeciones por parte de personas que en gran seriedad toman en cuenta estos asuntos. Después de haber escuchado el evangelio con respecto al amor de Dios, algunas personas nos decían: “Sí, Dios es amor, pero yo no soy tan adorable. Ustedes aseguran que el amor de Dios es incondicional, pero ¿cómo puedo saber que Su amor por mí no cambiará, especialmente si hago algo pecaminoso?”. Antes de que fuéramos iluminados en cuanto a la justicia de Dios, teníamos dificultad en responder a preguntas tales como éstas. No obstante, ahora podemos proclamar con toda confianza que el poder de Dios en el evangelio es Su justicia. Debido a que Dios es justo, se ve obligado a perdonarnos si acudimos a Él por medio de Cristo, sin importar cómo Él se sienta acerca de ello.

MINISTRAR A CRISTO AL ANUNCIAR EL EVANGELIO

  Si queremos servir a Dios de la manera apropiada, debemos servirle en el evangelio. Para hacer esto, primero necesitamos saber lo que es el evangelio y luego experimentar todo lo que se incluye en él. Además, necesitamos aprender cómo ministrar el evangelio a otros, es decir, cómo ejercer la función de un sacerdote al ministrar el evangelio de Dios. Servir a Dios no es simplemente un asunto de reunirnos a cantar, orar y regocijarnos. Tampoco es sólo un asunto de ganar almas o de ayudar a los santos. Servir a Dios es ejercer la función de un sacerdote del evangelio, lo cual quiere decir que cuando nos ponemos en contacto con alguien, ya sea un creyente o no, debemos ser sensibles a su necesidad en lo que al evangelio se refiere. Por ejemplo, si una persona no está segura de su salvación, debemos ayudarle a tener tal seguridad, e incluso el gozo de la salvación que Dios le ha otorgado. Para esto, debemos servirle con el evangelio. Es posible que otros estén seguros de su salvación, pero no de otros aspectos del evangelio. Así que, a ellos se les debe ministrar algo específico que satisfaga sus necesidades. El asunto crucial del servicio en la vida de iglesia es que ministremos a Cristo a otros por medio del evangelio. Es por eso que todos debemos aprender los elementos y detalles que constituyen el evangelio y, a la vez, experimentar todo su contenido. Además de esto, debemos desarrollar la técnica y la habilidad apropiadas para ministrar a Cristo mediante el evangelio conforme a lo que hayamos experimentado.

  El libro de Romanos es una revelación completa del evangelio. Mi carga en este mensaje es indicar que el punto central del evangelio es que Dios está realizando una obra de transformación mediante la cual pecadores en la carne son designados hijos de Dios en el espíritu. Si hemos de servir a Dios en el evangelio, debemos tomar esto mismo como nuestra meta. ¿Por qué predicamos el evangelio? Lo hacemos no simplemente para que los hombres sean salvos o perdonados de sus pecados o hechos espirituales, sino para que lleguen a ser hijos de Dios. Éste es nuestro objetivo.

  El libro de Romanos, por supuesto, no termina en el capítulo 8, es decir, con el hecho de que los muchos hijos sean conformados a la imagen de Cristo. En el capítulo 12 Pablo habla acerca del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo no puede ser edificado con personas en la carne, sino únicamente con los gloriosos hijos de Dios. Ésta es la razón por la cual la edificación del Cuerpo de Cristo no se menciona antes del capítulo 12. A fin de producir el Cuerpo de Cristo es menester que las personas en la carne sean conformadas a la imagen del Hijo de Dios. Por medio de la justicia de Dios revelada en el evangelio, Dios hace que los pecadores en la carne sean transformados en hijos de Dios que andan en el espíritu, con el fin de edificar el Cuerpo de Cristo. Ésta es la meta del evangelio.

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