Tanto la descendencia como la tierra tipifican a Cristo, quien es la centralidad y universalidad de la economía eterna de Dios. Véase la nota Gn. 15:31a.
Cristo, el Dios encarnado, es la simiente o descendencia triple: la simiente de mujer (Gn. 3:15; Is. 7:14; Gá. 4:4), la descendencia de Abraham (Gn. 12:7; Mt. 1:1; Gá. 3:16) y la descendencia de David (2 S. 7:12-14; Mt. 1:1; 22:42-45; Ro. 1:3; Ap. 22:16). Como simiente de mujer, la simiente de María (Mt. 1:16), Cristo efectuó la redención para destruir a Satanás, la serpiente, y salvar del pecado y de la muerte a quienes creen en Cristo (He. 2:14; Mt. 1:20-21; 1 Co. 15:53-57). Como descendencia de Abraham, Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17) a fin de que los creyentes en Cristo, la descendencia de Abraham (Gá. 3:29), heredasen el Espíritu consumado, la consumación del Dios Triuno procesado, como su herencia divina, su bendición espiritual por la eternidad (Hch. 26:18; Ef. 1:14a; Gá. 3:14). Como descendencia de David, Cristo introduce a Sus creyentes en el reino y los hace partícipes de Su reinado en resurrección en el reino eterno de Dios (2 Ti. 2:12; Ap. 20:4, 6; 22:5b). La revelación de Cristo como descendencia triple constituye el contenido del evangelio completo.