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Capítulos de libros «La Primera Epístola de Pablo a Los Corintios»
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  • Este versículo es la última frase de la conclusión del 1 Co. 10.

  • Debemos imitar a los que imitan a Cristo. Esto nos convierte también a nosotros en imitadores de Cristo. Si ése no es el caso, no debemos imitar a ningún hombre.

  • Instrucciones comunicadas oralmente o por escrito (2 Ts. 2:15).

  • Los vs. 3-16 tratan acerca del séptimo problema, el problema relacionado con cubrirse la cabeza. Los primeros seis problemas, tratados en los caps. 1—10, pueden considerarse un grupo y tienen que ver con asuntos de la esfera de la vida humana. Los últimos cinco problemas, tratados en los caps. 11—16, forman otro grupo, en el cual se tratan asuntos en la esfera de la administración de Dios. El primer problema de este último grupo está relacionado con la autoridad como Cabeza que Cristo y Dios ejercen en el gobierno divino. En Ef. 1:22-23 la autoridad de Cristo como Cabeza sobre todas las cosas es para con Su Cuerpo, la iglesia. Aquí la autoridad de Cristo como Cabeza sobre todo varón concierne a individuos. Así pues, corporativamente, Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la iglesia (Ef. 5:23), e individualmente, es la Cabeza de los creyentes. Él es la Cabeza de cada uno de nosotros directamente. Al enfrentar los problemas presentes entre los corintios con respecto a la administración de Dios, la primera preocupación del apóstol era la autoridad que Cristo y Dios ejercen como Cabeza.

  • Según lo dispuesto por Dios en Su gobierno, la mujer se sujeta al hombre, su cabeza. Ésta es la manera en que Dios creó a la mujer (Gn. 2:18-24; 1 Ti. 2:13). Conforme a la naturaleza (v. 14) creada por Dios, la mujer está subordinada al hombre.

  • Cristo es el Ungido de Dios, Aquel a quien Dios designó. Así que, Él está sujeto a Dios, y Dios, como el que da origen a todas las cosas, es Su Cabeza. Esto se refiere a la relación que existe entre Cristo y Dios en el gobierno divino.

    Al tratar el asunto de cubrirse la cabeza, el apóstol tomó como sólida base para su instrucción la posición de autoridad que Dios, Cristo y el hombre tienen como cabeza. Su instrucción con respecto a cubrirse la cabeza no se basaba en ninguna práctica religiosa ni en alguna costumbre humana, sino en el orden establecido por Dios en Su administración gubernamental. Esta base tan sólida no deja lugar para discusiones sobre el asunto de cubrirse la cabeza.

  • Es decir, que habla por Dios. Véase la nota 1 Co. 12:102b.

  • Puesto que el hombre es cabeza de la mujer y es imagen y gloria de Dios (v. 7), debe mantener su cabeza manifiesta, descubierta y expuesta cuando toca el trono de la administración de Dios al orar a Dios o hablar por Él. De otra manera, afrenta o avergüenza a su cabeza.

  • Puesto que la mujer está sujeta al hombre, su cabeza, ella debe mantener su cabeza cubierta, y no expuesta, cuando toca la administración divina al orar a Dios o al hablar por Dios. De otra manera, afrenta o avergüenza su cabeza, como si se la hubiera rapado, porque niega lo dispuesto gubernamentalmente por Dios al exponer su cabeza ante los ángeles que estén observando (v. 10) mientras toca la autoridad de Dios.

  • Esto es una clara indicación de que es vergonzoso que la mujer tenga la cabeza rapada o que lleve el cabello corto (v. 6).

  • Indica que lo que usa para cubrirse la cabeza es algo además del pelo largo. La mujer que se deja crecer el pelo, sin raparse la cabeza, demuestra que no rechaza el arreglo gubernamental de Dios; y la mujer que se cubre la cabeza además de llevar el pelo largo, demuestra que dice “amén” a lo dispuesto por Dios.

  • El hombre fue hecho a imagen de Dios (Gn. 1:26) para expresar a Dios y glorificarle. Puesto que el hombre tiene la imagen y gloria de Dios y representa a Dios, no debe cubrirse la cabeza. Si lo hace, la imagen y gloria de Dios estarían ocultas.

  • Puesto que la mujer es la gloria del varón, no debe exponer su cabeza sino cubrirla. No debe expresarse a sí misma, sino al varón, a quien está sujeta. El apóstol también tomó esto como base para su enseñanza con respecto a cubrirse la cabeza.

  • Como costilla tomada del hombre, la mujer fue hecha del hombre (Gn. 2:21-23).

  • Aquí el apóstol tomó el propósito que Dios tuvo al crear al hombre y la mujer como una sólida base adicional para su enseñanza con respecto a cubrirse la cabeza. Tal enseñanza no se basa en ninguna costumbre de origen humano, sino en el propósito divino en la creación.

  • La mujer fue hecha con el propósito de complementar al hombre (Gn. 2:18, 24).

  • Es decir, una prenda que cubre la cabeza, la cual denota que el hombre es cabeza de la mujer.

  • Esto fue una base adicional para la enseñanza con respecto a cubrirse la cabeza. Cubrirse la cabeza está estrechamente relacionado con la posición de Dios como Cabeza, Su autoridad. El arcángel, junto con sus subordinados, se rebeló contra la autoridad de Dios como Cabeza (Ez. 28:13-18; Is. 14:12-15; Mt. 25:41), estableció su reino de tinieblas (Mt. 12:26; Col. 1:13) y vino a ser Satanás, el adversario de Dios. Después que Dios creó al hombre, Satanás sedujo al hombre para que lo siguiera y se rebelara contra Dios. Luego Dios envió a Su Hijo para que destruyera a Satanás y rescatara al hombre sacándolo de estar sujeto a la autoridad de Satanás y restaurándolo al reino de Dios (1 Jn. 3:8; He. 2:14; Col. 1:13). Ahora, cuando los creyentes adoran a Dios al orar a Él o al hablar por Él, deben llevar ciertas señales de que están sujetos a Dios como Cabeza, a la autoridad divina, mostrando a los ángeles que estén observando (cfr. 1 Co. 4:9), a quienes les preocupa este asunto, que ellos (los creyentes) guardan el orden que Dios ha dispuesto en Su administración. Es con esta finalidad que las hermanas deben tener una señal, una prenda sobre su cabeza.

  • Es decir, en el plan del Señor, en el arreglo del Señor.

  • El hombre es la fuente de la existencia de la mujer. Por lo tanto, la mujer procede del varón. La mujer es el medio por el cual nace el hombre. Por consiguiente, el hombre viene mediante la mujer (Gn. 2:21-23).

  • Es decir, nuestra constitución natural conforme a la creación de Dios. La naturaleza misma nos dice que el hombre no debe tener pelo largo, pero que la mujer, sí. Por su constitución femenina la mujer se da cuenta de que es una gloria tener pelo largo con el cual cubrirse la cabeza. Esto también es una base firme para la enseñanza del apóstol con respecto a cubrirse la cabeza. Su enseñanza no es según costumbres ni prácticas establecidas por el hombre, sino según la naturaleza humana, la cual fue creada por Dios.

  • La costumbre de tener contiendas, disputas y debates. Ni los apóstoles ni las iglesias toleraban ninguna disputa con respecto a la enseñanza de los apóstoles.

  • Aquí iglesias, en plural, indica que todas las iglesias locales son independientes una de otra, y que sin embargo todas actúan de la misma manera en cuanto a la enseñanza de los apóstoles.

  • Aquí pero indica un contraste entre no os alabo en este versículo y os alabo en el v. 2.

  • Desde este versículo hasta el final del capítulo el apóstol trata el octavo problema, el problema relacionado con la cena del Señor.

  • Es decir, en la asamblea de la iglesia (1 Co. 14:34-35).

  • Sectas, diferentes escuelas de opinión, como en Gá. 5:20.

  • Las sectas son útiles para manifestar a los que son aprobados, los que no son sectarios.

  • Los que fueron puestos a prueba y reunieron los requisitos.

  • En 10:21 la cena del Señor es llamada “la mesa del Señor”. El énfasis de la mesa del Señor recae en la comunión de la sangre y del cuerpo del Señor (1 Co. 10:16-17), nuestra participación en el Señor, el disfrute que tenemos del Señor en mutualidad, en comunión, mientras que el énfasis de la cena del Señor es recordar al Señor (vs. 24-25). En la mesa del Señor recibimos Su cuerpo y sangre para nuestro disfrute, y en la cena del Señor le recordamos para Su disfrute.

  • En los tiempos de los apóstoles, los creyentes tenían la costumbre de reunirse para cenar, es decir, para tomar la comida principal del día. Los ricos traían la mayor parte y la mejor calidad de comida para el disfrute mutuo, y los pobres traían menos. Esto era llamado un ágape, o sea, un banquete de amor (2 P. 2:13; Jud. 1:12), y proviene de la Pascua (Lc. 22:13-20). Al final del ágape, los creyentes tomaban la cena del Señor con el pan y la copa, para recordar al Señor (vs. 23-25). Pero los corintios no lo hacían de la manera apropiada. Ellos no se esperaban unos a otros (cfr. v. 33), sino que cada uno se adelantaba a tomar su propia cena; y mientras los ricos se embriagaban, los pobres se quedaban con hambre (v. 21). Esto causó divisiones y grupos entre ellos (v. 18) y dañó la cena del Señor. Por consiguiente, al comer, ellos no comían la cena del Señor (v. 20).

  • Lit., entregado.

  • El pan es partido para que podamos comerlo (Mt. 26:26).

  • Aquí y en el versículo siguiente en no sólo implica un propósito sino también un resultado. Participar en la cena del Señor siempre nos lleva a continuamente hacer memoria del Señor para satisfacerle a Él.

  • Tomamos la cena del Señor con el fin de recordar al Señor mismo, no lo hacemos para nada más.

  • El pan es de vida (Jn. 6:35) y la copa es de bendición (1 Co. 10:16). Esta copa es el nuevo pacto que comprende todas las ricas bendiciones del Nuevo Testamento, incluyendo a Dios mismo. El nuevo pacto fue establecido por la sangre del Señor, la cual Él derramó en la cruz para efectuar nuestra redención (Mt. 26:28).

  • Hacer memoria del Señor auténticamente es comer el pan y beber la copa (v. 26), es decir, participar en el Señor y disfrutar de Él, quien se nos dio mediante Su muerte redentora. Comer el pan y beber la copa es ingerir al Señor como nuestra porción, nuestra vida y nuestra bendición. Esto es hacer memoria de Él de manera genuina.

  • O, proclamáis, exhibís. Tomar la cena del Señor no es recordar la muerte del Señor, sino anunciarla y exhibirla. Recordamos al Señor mismo al anunciar y exhibir Su muerte.

  • Debemos tomar la cena del Señor para hacer memoria de Él anunciando Su muerte redentora sin cesar hasta que Él regrese a establecer el reino de Dios (Mt. 26:29). En Su primera venida el Señor llevó a cabo Su muerte para efectuar una redención todo-inclusiva a fin de producir la iglesia. Después de Su muerte, Él se fue para recibir el reino, y regresará con el reino (Dn. 7:13-14; Lc. 19:12). El período comprendido entre la primera y la segunda venida del Señor es la era de la iglesia. De esta manera la iglesia ocupa todo el intervalo entre la primera y la segunda venida del Señor y vincula Su muerte en el pasado con el reino de Dios en el futuro. Así pues, anunciar la muerte del Señor hasta que Él venga podría implicar también declarar la existencia de la iglesia a fin de introducir el reino. Cuando comemos la cena del Señor de esta manera, con miras a hacer continuamente memoria de Él en Su primera y segunda venidas, esa cena llega a ser una satisfacción para Él en relación con el reino, la administración de Dios.

  • Es decir, sin respetar el significado del pan y la copa del Señor, los cuales representan Su cuerpo quebrantado por nosotros y la sangre que Él derramó por nuestros pecados al morir para redimirnos.

  • Es decir, traerá juicio sobre sí (vs. 29-30).

  • Es decir, examínese a sí mismo, póngase a sí mismo a prueba y apruébese a sí mismo, cumpliendo así las especificaciones prescritas.

  • Lit., distinguir, separar, discriminar, hacer una distinción. No discernir el cuerpo del Señor es no hacer distinción entre el pan que representa el cuerpo del Señor, y el alimento común y corriente. Equivale a no valorar el significado que tiene el pan que tomamos en la cena del Señor. Esto acarrea juicio, disciplina, sobre nosotros de parte del Señor.

  • El apóstol usó la expresión el cuerpo en lugar de el cuerpo del Señor. Con ello tal vez quiso hacer alusión al hecho de que, además del cuerpo físico del Señor (v. 24), existe el Cuerpo místico de Cristo (Ef. 4:4). Por lo tanto, cuando participamos de la mesa del Señor, debemos discernir si el pan en la mesa representa el Cuerpo de Cristo o una división humana (una denominación). Si discernimos el Cuerpo de Cristo, no debemos participar del pan en ninguna división ni con ningún espíritu divisivo. Nuestra participación en la mesa del Señor debe ser la comunión única de Su Cuerpo único, sin división alguna en práctica ni en espíritu.

    El apóstol aborda el asunto de cubrirse la cabeza relacionándolo con la Cabeza (v. 3), y aborda el asunto de la cena del Señor (la mesa del Señor) relacionándolo con el Cuerpo. En relación con la posición de Cristo como Cabeza, la cual representa a Dios y es representado por el varón, debemos guardar el orden gubernamental divino dispuesto por Dios sin dar lugar al desorden. En relación con el Cuerpo de Cristo, es preciso que seamos regulados apropiadamente por la instrucción del apóstol, sin confusión ni división. La Cabeza es Cristo, y el Cuerpo es la iglesia. Cristo y la iglesia —estos dos— son los factores que controlan y dirigen la manera en que el apóstol trató con la iglesia que se encontraba confusa y en desorden. En los caps. 1—10, trató con los problemas de la iglesia, primeramente dando énfasis a Cristo como el centro de Dios y como nuestra porción. Después de esto, en los caps. 11—16, hizo hincapié en que la iglesia es la meta de Dios y lo que a nosotros nos interesa. En los caps. 1—10, comenzó presentando a Cristo como el antibiótico que sana las dolencias de la iglesia enferma. Luego, a partir del cap. 11, pasó al tema de la iglesia y usó este tema de la iglesia, el Cuerpo, como la inoculación contra el desorden que había en la iglesia. Tanto Cristo como la iglesia son cruciales para llevar a cabo la administración de Dios en Su economía neotestamentaria.

  • Comer el pan o beber la copa del Señor indignamente nos acarrea juicio. Este juicio no es una condenación, sino una disciplina temporal de parte del Señor (v. 32).

  • Es decir, por no discernir el cuerpo.

  • Éste es el castigo, el juicio temporal del Señor, sobre los que participan indignamente de Su cuerpo. El Señor primeramente los disciplinó de modo que fueran debilitados físicamente. Luego, puesto que no quisieron arrepentirse de su ofensa, recibieron más disciplina y se enfermaron. Debido a que ni aun así se arrepintieron, el Señor los juzgó con la muerte. Morir de esta manera equivale a quedar postrado en el desierto según 1 Co. 10:5.

  • Es decir, han muerto (1 Ts. 4:13-16).

  • Es decir, discernimos lo que hay en nosotros, formamos una estima acertada de nosotros mismos.

  • Temporalmente.

  • Para siempre.

  • Esta exhortación se dio debido a la condición descrita en el v. 21.

  • Indica que el apóstol no dio instrucciones en cuanto a todo lo relacionado con la práctica de la iglesia. Con respecto a las demás cosas, necesitamos acudir al Señor para ser guiados por Él con base en los principios presentados en el Nuevo Testamento y al ser gobernados por los mismos.

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