Véase la nota Ro. 6:19^3b. La voluntad de Dios consiste en que Su pueblo redimido, los que creen en Cristo, lleven una vida de santidad conforme a Su naturaleza santa al vivir para Él y estar completamente separados de todo lo que no sea Él. Para esto, Él nos santifica completamente (1 Ts. 5:23).

En los tiempos de Pablo, tanto en Corinto como en Tesalónica la sensualidad y la inmoralidad abundaban en las religiones paganas e incluso eran promovidas por la adoración pagana. El hombre fue creado para expresar a Dios (Gn. 1:26). En relación con este propósito, nada arruina más al hombre que la fornicación. Ésta impide que el hombre sea santo, que sea separado para Dios y contamina al hombre a lo máximo, impidiendo que cumpla el propósito santo de Dios. Por lo tanto, el apóstol exhortó enfáticamente a los gentiles recién convertidos, a ser santificados para Dios, o sea, a abstenerse de fornicación, el pecado más grave a los ojos de Dios, a fin de que evitaran ser dañados y contaminados.

Esto implica guardar, preservar.

Con respecto a la interpretación de la palabra vaso aquí, hay dos escuelas: una sostiene que el vaso se refiere al cuerpo del hombre, como en 2 Co. 4:7 la otra, que se refiere a la esposa del hombre, como en 1 P. 3:7. El contexto de este versículo y del siguiente, el cual incluye frases tales como cada uno de vosotros; en santificación y honor, y especialmente la expresión no en pasión de concupiscencia justifica la interpretación de la primera escuela, pero no la de la segunda. Aquí el apóstol consideró el cuerpo del hombre su vaso, así como David lo hizo en 1 S. 21:5. En el mismo asunto tocante al uso del cuerpo, tanto Pablo como David consideraban que el cuerpo del hombre era su vaso. Guardar o preservar el vaso del hombre en santificación y honor, no permitiéndole entregarse a la pasión de la concupiscencia, es lo que salvaguarda de la fornicación.

La santificación se refiere mayormente a la condición santa delante de Dios; honor, a una postura respetable delante del hombre. El hombre fue creado en una condición elevada, para el propósito de Dios, y el matrimonio fue ordenado por Dios para la propagación del hombre a fin de cumplir Su propósito. Por lo tanto, el matrimonio debe ser honroso (He. 13:4). Abstenerse de fornicación no es sólo permanecer en una condición santificada delante de Dios, sino también mantener una posición de honor delante del hombre.

No conocer a Dios es la razón básica por la cual las personas se entregan a la pasión de la concupiscencia.

Lit., sobrepase los límites; es decir, extralimitarse, transgredir, ir más allá. Propasarse y tomar ventaja de su hermano se refiere a cometer adulterio con la esposa de un hermano.

U, obtenga ganancia; por lo tanto, defraude.

El asunto de la fornicación mencionado en el v. 3.

El Señor juzga a los fornicarios y adúlteros como un vengador, como uno que castiga, que administra justicia.

Todo esto abarca cosas tales como sobrepasarse y tomar ventaja de otros.

Lit., sobre.

La inmundicia de cosas tales como la fornicación y el adulterio. Algunos enseñan que aquí inmundicia se refiere a la ganancia indebida en los negocios y que el v. 6 habla de aprovecharse de un hermano al hacer negocios. Sin embargo, no se puede aceptar esta enseñanza a la luz del contexto de esta sección, que comienza en el v. 3 con la exhortación de abstenerse de fornicación. En realidad, el v. 7 es la conclusión de esta exhortación.

Es decir, en el elemento de santificación, en la esfera de la naturaleza santa de Dios.

La exhortación del apóstol de abstenerse de fornicación se basa en la santificación (v. 3), es fortalecida por la santificación (v. 4), y concluye aquí con la santificación, porque la fornicación, que es lo más inmundo, destruye la posición y el carácter santo de los santos llamados de Dios.

Este versículo es la conclusión de la sección que comienza con el v. 3.

Es decir, desecha la exhortación de los versículos anteriores.

El Espíritu Santo que Dios nos dio es el Santo, quien nos santifica, nos hace santos, delante de Dios (Ro. 15:16; 1 P. 1:2; 1 Co. 6:11). La voluntad (v. 3), el llamamiento (v. 7), y el Espíritu de Dios, tienen como fin nuestra santificación. Primero, Dios tuvo Su voluntad; luego, nos llamó, y después nos dio Su Espíritu Santo. Por medio de Su Espíritu podemos ser santificados para responder a Su llamado y cumplir Su voluntad.

Gr. filadelfía, se compone de filéo, que significa amar (lo cual se refiere al amor en general, como en tener afecto por), y adelfós, que significa hermano.

Gr. agapáo, lo cual se refiere al amor noble.

Es decir, están muertos (v. 16; Jn. 11:11-14; 1 Co. 11:30). Tanto el Señor como el apóstol consideraban que la muerte de los creyentes era dormir.

Gr. parousía, lo cual significa presencia. Véase la nota Mt. 24:3^3d.

Una señal para congregarse.

La trompeta final (1 Co. 15:52), una trompeta para congregar a los redimidos de Dios (cfr. Nm. 10:2).

Arrebatados rápidamente en una manera que no puede ser resistida. Es la misma palabra griega que se usa en Hch. 8:39 y 2 Co. 12:2, 4. La mención aquí del arrebatamiento de los creyentes en la venida del Señor se da en una manera general, como una palabra de consuelo. Los detalles con respecto a este asunto son revelados en otros libros del Nuevo Testamento, tales como Mateo y Apocalipsis.

En Ap. 12 el hijo varón, es decir, los vencedores, es llevado, arrebatado, al trono de Dios en el tercer cielo antes de la gran tribulación, o sea, antes de los últimos tres años y medio de la era actual (Ap. 12:5-6, 14). Aquí la mayoría de los creyentes, incluyendo a los resucitados de entre los muertos así como a los que estén viviendo durante ese tiempo, son arrebatados al aire al final de la gran tribulación, durante la venida (la parusía) del Señor.