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Capítulos de libros «Números»
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  • El aceite de la unción, un compuesto de aceite de oliva con cuatro especias, tipifica al Espíritu compuesto y todo-inclusivo —la consumación del Dios Triuno procesado— que incluye la divinidad de Cristo, Su humanidad, encarnación, vivir humano, muerte, resurrección y Su ascensión (Éx. 30:23-25 y la nota Éx. 30:251). Por tanto, este ungir significa que el Dios Triuno procesado y consumado, con todos Sus elementos y procesos, es aplicado en Su totalidad al objeto de tal ungimiento para hacerlo absolutamente uno con el Dios compuesto y consumado. Ser ungidos (2 Co. 1:21) significa que el Dios Triuno procesado vino a nuestro interior, está sobre nosotros y se mezcló con nosotros para hacernos Dios-hombres, personas que son uno con Dios. Véase la nota Éx. 30:261a.

  • La ofrenda de las seis carretas y los doce bueyes tenía como fin el transporte del tabernáculo (sin incluir sus enseres, v. 9) y del altar (vs. 7-8), y debía complementar el mover que Dios, en Su morada, realiza sobre la tierra. Dios, según Su economía neotestamentaria, no se moverá, ni actuará ni hará nada por cuenta propia; Dios necesita que el hombre coopere y coordine con Él. En Números vemos que el Dios omnipotente se movía transportándose en una morada portátil que estaba sobre carretas arrastradas por bueyes. De manera similar, hoy en día Dios tiene necesidad de que Su pueblo se le ofrezca como el medio que le permita llevar adelante Su mover.

  • Al cooperar con Dios para el servicio de Dios, los líderes de las doce tribus de Israel ofrendaron doce platos de plata, doce tazones de plata y doce tazas de oro llenas de incienso (vs. 84-86), los cuales representan a Cristo en Su redención (la plata) y en Su naturaleza divina (el oro) como satisfacción fragante (el incienso) a Dios. Debido a que los oferentes eran pecaminosos, en su coordinación con Dios ellos también ofrecieron doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año y su ofrenda de harina para el holocausto; doce machos cabríos para la ofrenda por el pecado; y veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año de edad para la ofrenda de paz (vs. 87-88). Estas ofrendas representan a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado que nos redime del pecado, a Cristo como nuestro holocausto en virtud del cual vivimos atentos a Dios, y a Cristo como nuestra ofrenda de paz en virtud de la cual tanto nosotros como Dios disfrutamos mutuamente de Cristo en paz. Todas estas ofrendas servían para adorar a Dios, lo cual significa que para adorar a Dios, primero tenemos que ofrecernos nosotros mismos a Él; y luego, tenemos que ofrecerle a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, nuestro holocausto y nuestra ofrenda de paz, de modo que Dios y nosotros podamos disfrutar mutuamente a Cristo y ser satisfechos con Él.

    Doce es el número de absoluta perfección y eterna compleción en la administración de Dios (véase la nota Ap. 21:122b, la nota Ap. 21:162 y la nota Ap. 21:171). Las ofrendas fueron presentadas por las doce tribus en doce días, y el número de los sacrificios era doce multiplicado ya sea por uno (doce), por dos (veinticuatro) o por cinco (sesenta), lo cual significa que tanto el tiempo en que se presentaban las ofrendas así como los oferentes y las ofrendas, todo ello era absolutamente perfecto y eternamente completo en la administración de Dios.

  • O, Él (Jehová) le habló a él (Moisés).

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