En tiempos del Antiguo Testamento la casa de Dios era la casa de Israel, representada por el tabernáculo primero y por el templo después (véase la nota He. 3:61a). Al final de Génesis vemos que un individuo, Israel, fue producido como miniatura de la casa de Dios para expresar a Dios y ejercer Su autoridad. Al final de Éxodo vemos que el Israel corporativo fue producido como casa de Dios para expresar a Dios y representarle al ejercer Su autoridad en la tierra. La meta del propósito eterno de Dios es que Él obtenga un pueblo corporativo que sea Su morada con miras a Su expresión y representación en la eternidad. La consumación de Génesis y Éxodo, en conjunto, es el tabernáculo de Dios, Su morada, que está lleno de Su gloria (v. 34). Asimismo, la consumación de toda la Biblia es la Nueva Jerusalén, el tabernáculo eterno de Dios, que está llena de la gloria de Dios (Ap. 21:2-3, 10-11) y que ejerce la autoridad de Dios para que sea llevada a cabo Su administración divina en la eternidad (Ap. 22:1, 5).