Mensaje 114
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Lectura bíblica: Éx. 27:20-28:5
El mensaje anterior culminó el estudio-vida del tabernáculo junto con el atrio. Al finalizar la sección acerca del tabernáculo, debemos continuar con los sacerdotes, en particular con las vestiduras sacerdotales. Sin embargo, el capítulo veintisiete concluye con dos versículos acerca de encender las lámparas del candelero dentro del tabernáculo: “Y mandarás a los hijos de Israel que traigan aceite de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas. En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones”. Si estos dos versículos no estuvieran al final del capítulo ventisiete, con toda probabilidad nadie se extrañaría. Hace años, me contrariaba el hecho de que luego de una porción tan extensa acerca del tabernáculo junto con su atrio, el relato divino inserta estos dos versículos relacionados con el encendido de las lámparas. Ya que yo no dejo pasar nada por alto en la Palabra, le llevé este asunto al Señor y pasé un tiempo con El estudiándolo, tratando de encontrar la razón por la cual se añaden estos versículos justo en ese lugar. ¿Por qué se incluye aquí este asunto, el cual no parece tener relación con el tabernáculo o su mobiliario? ¿Por qué este capítulo terminará con una palabra acerca de encender las lámparas?
Al leer los capítulos veintisiete y veintiocho de Exodo, me di cuenta de que el capítulo veintiocho también comienza con la conjunción “y”. El capítulo veintiocho trata acerca de las vestiduras para los sacerdotes. Aunque no parece que estás vestiduras tengan relación con la luz de las lámparas, este capítulo comienza con una conjunción. Esto nos muestra que el relato divino pone estos dos asuntos juntos. Luego del extenso relato acerca del tabernáculo con su mobiliario y el atrio, Moisés añade una sección corta acerca de la luz de las lámparas, y luego habla acerca de las vestiduras sacerdotales. Necesitamos encontrar la razón para esto, en especial por qué Moisés relaciona estos dos asuntos.
Para entender esto debemos recordar que no había ventanas en el tabernáculo. Especificamente no había luz de los cielos, no había ninguna abertura en el techo. Esto impedía la entrada de la luz. Si no hubiese habido una luz dentro del tabernáculo, éste hubiese estado en tinieblas. Cuando estamos a oscuras no podemos hacer nada. Si tan siquiera lo intentamos podríamos lastimarnos o hacernos daño. Ya que no había ventanas se necesitaba la luz de las lámparas dentro del tabernáculo.
El encender las luces era una acción santa. Estas lámparas no estaban en un lugar común, sino en el santuario, en el Lugar Santo. Ya que esta era una tarea santa, la gente común no estaba calificada para encenderlas. Tal vez eran personas buenas y educadas, pero no eran santos. Se necesitaban personas santas que encendieran las lámparas santas que estaban en el Lugar Santo. Así que se necesitaba que el sacerdocio encendiera las lámparas. Encender las lámparas era un servicio sacerdotal.
El servicio sacerdotal incluía tres cosas principalmente. La primera era ofrecer los sacrificios sobre el altar que estaba en el atrio. Un sacerdote debía ofrecer todos los sacrificios a Dios. Una persona no podía ofrecer algo a Dios por sí misma. Debía ofrecerlo por medio de un sacerdote. Por lo tanto, el servicio sacerdotal incluía primeramente el ofrecer los sacrificios. Este aspecto del servicio era algo rudo y duro ya que implicaba sacrificar animales grandes. El altar era un lugar de sacrificio, y la tarea de los sacerdotes consistía en matar los animales y ofrecerlos como sacrificios a Dios.
Las otras dos tareas de los sacerdotes eran encender las lámparas y quemar el incienso. Estas tareas eran finas y delicadas. Ya vimos que las lámparas no podían ser encendidas por la gente común, sino solamente por parte de aquellos que eran santos, los sacerdotes.
Según la Biblia, desde el punto de vista espiritual, un sacerdote es aquel que ha sido totalmente poseído por Dios. De acuerdo al concepto del Nuevo Testamento, un sacerdote no sólo esta poseído por Dios sino también está lleno y saturado de Dios completamente. Los sacerdotes del Antiguo Testamento eran tipos y sombras de los verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento. Los que creemos en Cristo hoy somos los verdaderos sacerdotes. Como tales debemos estar poseídos por Dios, llenos y saturados de El. Además, un sacerdote es alguien que le pertenece totalmente a Dios. Su vida y existencia son completamente para Dios. Que vive y conserva su ser sólo para Dios. No se distrae con nada en la tierra que no sea Dios. Por lo tanto, un sacerdote es una persona poseída por Dios, saturada de El y que vive por El. No tiene ningún otro interés. Desde todos los puntos de vista y de todas maneras Dios es su único interés. Debido a que un sacerdote está lleno y saturado de Dios, es un hombre de Dios. Encender las lámparas del Lugar Santo requiere el servicio de una persona como esta. Por tal razón le damos énfasis a que encender las lámparas era un servicio sacerdotal, o sea, un servicio exclusivamente de los sacerdotes.
La luz que estaba en el Lugar Santo era especial. No era una luz natural, o sea, como la luz del sol durante el día o la de la luna y las estrellas en la noche. Tampoco estaba hecha por el hombre. No era ni una luz natural ni una luz hecha por el hombre, ésta provenía del candelero. En otras palabras, es una luz que provenía de la naturaleza divina.
En los mensajes acerca del candelero de oro mencionamos que éste estaba hecho solamente de oro labrado. No se usó ninguna otra substancia o material. La luz provenía del oro. Esto indica que la luz del Lugar Santo luz sólo provenía de la naturaleza divina de Cristo.
El candelero es la corporificación del Dios Triuno. El oro representa la naturaleza del Padre, la naturaleza divina; la forma del candelero representa al Hijo; y las lámparas expresan al Espíritu. Por lo tanto, el candelero es la corporificación del Dios Triuno, y la luz del Lugar Santo provenía del Dios Triuno. No había ninguna mezcla en el candelero de oro. A excepción de la mecha, todo era de oro.
La luz del candelero se origina de la mecha que se quema. En la antigüedad la mecha se hacía de materia vegetal. La mecha representa la humanidad de Cristo. Es cierto que Cristo es divino y de oro, pero, Su humanidad se representa por una mecha que se quema con el aceite. Si la mecha no estuviese saturada con el aceite, humearía en lugar de dar luz. Por esta razón 27:20 habla de traer “aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas”.
Debemos dedicar más tiempo al estudio del aceite de oliva que se usaba en las lámparas. Cristo, como lo representa el candelero de oro puro, es la corporificación del Dios Triuno. Pero en el centro de las lámparas estaban las mechas. Estas no eran de oro; al contrario, pertenecían a la vida vegetal. Debido a que el oro no se quema, éste no puede dar luz. La mecha es la que se quema para dar la luz. Sin embargo, es muy difícil que una mecha por sí sola proporcione luz. En lugar de esto lo que se obtendría sería humo. Por esto se debía saturar las mechas con el aceite a fin de tener el alumbrado.
En tipología el aceite tipifica al Espíritu de Dios. El aceite se obtiene de los olivos, los cuales representan a Cristo. A los ojos de Dios, Cristo es el verdadero olivo.
El capítulo nueve de Jueces habla de forma positiva acerca de tres arboles: el olivo, la higuera y la vid. Según Jueces 9:9, el aceite del olivo se usa para dar honra a Dios y al hombre. Según el versículo 11, la higuera se conoce por su dulzura y su buen fruto. Este fruto sirve de alimento para el hombre. El versículo 13 dice que la vid produce el vino que alegra a Dios y al hombre. Estos tres arboles tipifican a Cristo. Cristo es el olivo, la higuera y la vid. En Juan 15 el Señor Jesús dice claramente: “Yo soy la vid”. En este mensaje prestaremos atención a Cristo como el olivo.
Ya vimos que el candelero representa a Cristo como corporificación de Dios, que en las lámparas están las mechas y que éstas tipifican la humanidad de Cristo. Las mechas se queman con el aceite, y éste tipifica al Espíritu de Dios. Hoy no sólo tenemos al Espíritu de Dios, sino al Espíritu de Cristo. El Espíritu de Dios ha llegado a ser el Espíritu de Cristo. Así como las olivas pasan por un proceso a fin de producir el aceite de oliva, el Espíritu de Cristo también pasó por un proceso. Para nosotros hoy, el aceite con el cual se quemaban las mechas es el Espíritu de Cristo.
Al poner todo esto junto, tenemos el oro que constituye al candelero, el cual representa a Cristo la corporificación del Dios Triuno; tenemos la mecha, que representa a la humanidad de Cristo, que se quema con el aceite; y tenemos al aceite que representa al Espíritu de Cristo. Como el olivo, Cristo creció en la tierra y luego pasó por un proceso que incluye: encarnación, vivir humano, crucifixión, y resurrección. Cuando tenemos todo esto junto, obtenemos el alumbrado.
El que los sacerdotes encendieran las lámparas en el Lugar Santo tiene mucho significado. Hoy el cumplimiento de la tipología del tabernáculo, es la iglesia, la cual es el verdadero tabernáculo, la morada de Dios. El Lugar Santo se encuentra en la iglesia, y ésta es el santuario de Dios. Pero es posible que un grupo de creyentes se reúnan como la iglesia, y se estén reuniendo en tinieblas. Puede que se reúnan en el santuario, pero están a oscuras. Yo he asistido a reuniones como esas. Ya que tuve tal experiencia, puedo dar un mensaje en cuanto a la experiencia de esta porción de la Palabra.
Por muchos años me reunía con otros en un santuario oscuro. Todos los que nos reuníamos éramos cristianos genuinos. No obstante, no teníamos la luz divina. Nos reuníamos en tinieblas. En ocasiones yo sentía que estábamos en oscuridad. A veces había algo de luz, pero era natural, la luz del sol, de la luna y las estrellas. Esta luz provenía de los que hablaban de cultura o filosofía. Además de la natural, en ocasiones había una luz hecha por el hombre, que provenía del concepto de alguien. Pero aunque había la luz natural y la hecha por el hombre, no teníamos la luz santa. No teníamos la luz de Cristo quien es la corporificación del Dios Triuno, no teníamos Su humanidad quemándose con el Espíritu de Cristo luego de haber pasado por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección.
Al estudiar el cuadro que nos presenta el candelero que estaba en el Lugar Santo, vemos la corporificación de Dios, la naturaleza divina, la humanidad de Cristo, y el Espíritu de Dios, quien es ahora el Espíritu de Cristo junto con la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Además, el que enciende las lámparas es una persona santa, un sacerdote, alguien poseído por Dios, saturado con Dios, y que vive completamente para Dios. Todo lo que esa persona hace en el Lugar Santo es encender las lámparas. Proporciona luz en todo lo que dice y hace. Todos sus actos son como la luz proveniente de las lámparas.
Siempre que un grupo de creyentes se reúne sin sacerdotes santos, esa será una reunión en tinieblas. Puede que algunos digan algo de acuerdo a sus conceptos humanos, y otros conforme a sus ideas naturales. Como resultado, en esa reunión tendrán la luz natural y la luz hecha por el hombre, pero no la luz divina, ni santa.
Supongamos que cuando los creyentes se reúnen, todos son sacerdotes. Cuando hablen, tendrán la luz de las lámparas. Tal vez una joven dé un corto testimonio, y que contenga la luz de las lámparas. Puede que los santos se sorprendan de esto, y la reunión esté llena de luz. Entonces la reunión, el santuario, estará lleno de la luz divina. Esta luz proviene de la corporificación del Dios Triuno, de la naturaleza divina, de la humanidad de Cristo, y del Espíritu de Dios, que llega a ser el Espíritu de Cristo con la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Todo lo que hagamos o decimos en las reuniones siempre debe incluir estos elementos.
Siempre que tenemos la experiencia genuina de la luz de las lámparas, necesitamos algunos elementos especiales. Estos son: la corporificación del Dios Triuno, la naturaleza divina, la humanidad elevada de Cristo, y el Espíritu de Dios con el proceso de encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección de Cristo. Si tenemos estos elementos, todo lo que digamos y hagamos en las reuniones traerá luz. Este es el alumbrar de las lámparas en el Lugar Santo.
Es fácil entender la tipología de una manera doctrinal. Conforme a esto, los tipos del Antiguo Testamento son sólo sombras de los diferentes aspectos que aparecen en el Nuevo Testamento. Sin embargo, interpretar el verdadero significado de los tipos del Antiguo Testamento requiere más experiencia espiritual. Hace más de cincuenta años, escuché enseñanzas acerca del candelero, la luz de las lámparas, y el aceite que se usaba para producir la luz. Pero nunca escuché acerca del significado que estos tenían en la experiencia. De este modo, esas enseñanzas no tuvieron ningún efecto en mi. Todo lo que hicieron fue llenar mi mente de conceptos. Además, cuando le hablaba a otros acerca de estas cosas, tampoco eran afectados. No había ningún resultado en vida. Le agradecemos al Señor por Su misericordia para con nosotros en permitirnos tocar algo del aspecto de la experiencia. En cuanto a la luz de las lámparas, estamos hablando del asunto de la experiencia del servicio y la función como sacerdotes cada que vamos a reunirnos como la iglesia.
En la vida de iglesia los santos están en diferentes etapas. Algunos son muy jóvenes, y otros son abuelos. Los jóvenes son estudiantes, mientras que los otros tienen sus profesiones y trabajos. Independientemente de nuestra edad u ocupación cuando nos reunimos todos debemos ser sacerdotes. Conocemos el término clero y laicado, y a menudo declaramos que no queremos tener nada que se relacione con este sistema. En las reuniones de la iglesia no somos ni clero ni laicos, somos sacerdotes. Individual y corporativamente todos somos sacerdotes. Somos el sacerdocio; no tenemos un sistema de clero y laicado.
En la Biblia la palabra sacerdocio tiene dos significados. En primer lugar, denota a un cuerpo sacerdotal, o sea, un grupo de sacerdotes. Segundo, significa el servicio sacerdotal, el servicio de los sacerdotes. No sólo somos sacerdotes, sino también somos el sacerdocio. Somos sacerdotes, cuando estamos juntos, de forma corporativa. Puesto que somos un sacerdocio, cuando un hermano da un mensaje en la reunión, el no está sólo. Más bien, todo el cuerpo sacerdotal habla junto con él. Siempre que tenemos tal hablar en la reunión, las lámparas alumbran, y la reunión está llena de la luz divina.
Dimos énfasis al hecho de que la luz divina, la luz santa, se relaciona con la corporificación del Dios Triuno, la naturaleza divina, la humanidad de Cristo, y el Espíritu de Cristo. Cristo pasó por la encarnación, vivir humano, crucifixión, y resurrección. Cuando encendemos las lámparas, y usamos el aceite del Espíritu de Cristo, hacemso que las lámparas asciendan. Encender la lámparas literalmente quiere decir hacer que asciendan (v. 20). Es hacer que las lámparas se levanten. Cuando los sacerdotes santos hablan en la reunión de la iglesia, la luz asciende, y el santuario se llena de luz.
En Exodo 28:2 dice: “Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura”. Como parte del sacerdocio debemos saber que son estas vestiduras y tener la realidad de estas en nuestra experiencia. El versículo 4 dice: “Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra, y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes”. ¿Cuál es el significado espiritual de estas vestiduras? El significado de las vestiduras sacerdotales es la expresión de Cristo en el sacerdocio. Esto quiere decir que las vestiduras representan a Cristo vivido por el sacerdocio. No sólo tenemos a Cristo como corporificación del Dios Triuno, la naturaleza divina de Cristo, la humanidad elevada de Cristo, y el Espíritu de Cristo con los pasos de su proceso, sino también tenemos la expresión de Cristo.
Si en nuestro diario vivir no tenemos la expresión de Cristo, todo lo que hagamos en las reuniones de la iglesia será una hipocresía. Nuestro hablar y actividades en las reuniones serán hipócritas. Si no tenemos las vestiduras sacerdotales, no estamos calificados o equipados para encender las lámparas. Lo que califica a un sacerdote para encender las lámparas que están en el Lugar Santo es la expresión de Cristo. Como sacerdotes que encienden las lámparas necesitamos la expresión apropiada de Cristo. La conjunción “y” al principio del capítulo veintiocho indica que las vestiduras sacerdotales son necesarias para el alumbrado de las lámparas.
Como sacerdote, ¿qué tipo de vestiduras, qué expresión, tiene usted en las reuniones de la iglesia? Si trata de encender las lámparas en el santuario sin tener la expresión apropiada de Cristo, la cual es tipificada por las vestiduras sacerdotales, experimentará una muerte espiritual. Esto quiere decir que tendrá la experiencia de muerte divina ya que no está vestido adecuadamente a los ojos de Dios. Los sacerdotes necesitan una túnica larga que los cubra completamente. Cristo es esta túnica sacerdotal.
Si nuestro hablar en las reuniones es hipócrita, o sea, que no expresa a Cristo genuinamente, experimentaremos muerte, y ésta traerá tinieblas. Por lo tanto, si queremos encender las lámparas que están en el santuario, debemos llevar las vestiduras sacerdotales. En los mensajes siguientes estudiaremos en detalle el significado de las diferentes vestiduras. Veremos que describen varios aspectos de la expresión de Cristo. En este mensaje mi meta era mencionar de manera general que necesitamos la expresión de Cristo para estar equipados y calificados para encender las lámparas que están en la morada de Dios. Todos debemos llevar una túnica sacerdotal.