Mensaje 136
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Lectura bíblica: Éx. 29:15-28; 40:14-15
Ya mencionamos que el recordar que tenemos una naturaleza pecaminosa y ofrecer a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado nos protegerá y preservará para servir a Dios como sacerdotes. La ofrenda por el pecado era un aspecto básico en la santificación de Aarón y de sus hijos para ser sacerdotes. Ahora vamos a estudiar otros aspectos.
La santificación de Aarón y de sus hijos para servir a Dios como sacerdotes requería de dos carneros, además del becerro de la ofrenda por el pecado. En cuanto al primer carnero, 29:15-18 dice: “Asimismo tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. Y matarás el carnero, y con su sangre rociarás sobre el altar alrededor. Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza. Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para Jehová, es ofrenda quemada a Jehová”. Según estos versículos, el primer carnero era matado y cortado en pedazos. Esto, sin duda, se refiere a Cristo, quien fue muerto y cortado en pedazos. Sin embargo, nosotros también estamos incluidos en esto, ya que nos identificamos con Cristo. Esta identificación con Cristo es demostrada mediante Aarón y sus hijos al poner sus manos sobre la cabeza del carnero (v. 15).
Apreciamos mucho este asunto de la identificación con Cristo. Pero ¿se ha dado cuenta de que en Cristo, con El y por medio de El , usted necesita ser muerto y cortado en pedazos? ¿Quién entre los creyentes está dispuesto a ser muerto y cortado en pedazos? Es dudoso que alguien desee tal cosa. Pero a fin de ser sacerdotes, necesitamos pasar por esto. Claro está, no nos matamos a nosotros mismos, sino Dios nos matará en Cristo. La Biblia dice que cualquiera que desee servir a Dios como un sacerdote será muerto y cortado en pedazos por El.
Cuando algunos oigan acerca de esto, tal vez protesten y digan: “No, no estamos de acuerdo con esto. ¿No son los becerro y los carneros tipos de Cristo? Cristo es el que fue muerto y cortado en pedazos. Esto no es algo que nos suceda a nosotros. En cuanto a esto Cristo es nuestro sustituto; El nos ha reemplazado en esto”. Si este es su concepto, usted está calificado sólo para ser salvo; pero no para ser un sacerdote. Si, Cristo fue crucificado como nuestro sustituto. El nos reemplazó en llevar nuestros pecados cuando murió en la cruz. Sin embargo, a fin de servir a Dios como sacerdotes, debemos identificarnos con la muerte y el Cristo que fue cortado en pedazos por Dios.
Después de que el carnero del holocausto fuese muerto y cortado, sus intestinos y piernas eran lavados, y luego se quemaba todo el carnero sobre el altar como olor grato para el Señor. Esto indica después de ser muertos y cortados, necesitamos ser lavados y quemados. Según 29:4-5, Aarón y sus hijos eran lavados con agua y vestidos con las vestiduras sacerdotales. Este era el lavado inicial. Luego de esto, los sacerdotes debían ser uno con el carnero que había sido matado, cortado en pedazos, lavado y quemado.
El versículo 18 dice que todo el carnero debía ser quemado sobre el altar como una ofrenda quemada al Señor, un olor grato para El. La palabra hebrea para holocausto en realidad significa sacrificio que sube. Cuando se quemaba esta ofrenda sobre el altar, llegaba a ser un olor grato que subía a Dios para Su disfrute. Esta es la razón por la cual en Números 28:2 y 3 se habla acerca del holocausto como la comida de Dios. La cual lo satisfacía.
En el holocausto, Cristo es el que es quemado para alimentar a Dios y satisfacerlo. Sin embargo, necesitamos poner nuestras manos sobre Cristo; esto es, necesitamos ser uno con El, identificarnos con El. Esto quiere decir que todo lo que somos y hacemos debe ser muerto y cortado en pedazos, lavado y quemado sobre el altar, la cruz, completamente para el disfrute y satisfacción de Dios. Sólo entonces llegará a ser la comida de Dios.
En Exodo 29 vemos dos asuntos importantes en cuanto al holocausto. El primero es la sangre que se rociaba alrededor del altar. Esta era para nuestra paz y satisfacción. El segundo era el olor grato que subía al cielo para la satisfacción de Dios. La sangre redentora se rociaba sobre el altar en la tierra y el olor grato subía al cielo para satisfacer a Dios. Cristo derramó Su sangre para nuestra paz, El mismo fue quemado para satisfacer a Dios como el holocausto para santificarnos como sacerdotes.
El primer carnero era para el holocausto, pero el segundo era para la ofrenda de paz. Esta es un poco más complicada. El holocausto es sencillo: se mataba, se cortaba en pedazos, se lavaba y se quemaba. Se obtenía un doble resultado: el rociar de la sangre sobre el altar y el olor grato que subía a Dios. La sangre es para que nosotros la miremos, y el olor grato es para que Dios lo disfrute. Seguramente la sangre satisface a Dios, pero ésta es para nuestra conciencia y paz.
¿Por qué ofrecemos a Cristo como el primer carnero, el del holocausto? Lo ofrecemos porque sabemos que hemos sido para Dios, sino para nosotros mismos. Además, en vez de ser la comida de Dios, lo hemos sido sólo para nosotros. Debido a que somos pecaminosos, necesitamos que Cristo nos redima. El fue inmolado por nosotros, cortado en pedazos, y Su sangre fue derramada por nuestra redención. Ahora cuando miramos la sangre, tenemos paz, al saber que hemos sido redimidos. También el olor grato sube a Dios para Su disfrute y satisfacción. Como resultado, nuestro problema está resuelto y el hambre de Dios satisfecha. Por ende, tenemos paz, y podemos disfrutar más de Cristo y experimentar más de El. Podemos experimentarlo como el segundo carnero, como la ofrenda de paz.
Veamos ahora, en un breve esquema, el significado del segundo carnero. En 29:20 nos dice que éste también fue inmolado. Sin embargo, éste no se cortaba en pedazos. La sangre del primer carnero se rociaba sobre el altar, pero con la sangre del segundo se hacía algo diferente. El versículo 20 dice: “Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor”. Fijese que la sangre se ponía sobre el lóbulo de la oreja, sobre el pulgar derecho, y sobre el pulgar del pie derecho. La sangre sobre la oreja indica que si queremos ser sacerdotes, necesitamos un oído que escucha a Dios. No debemos hablar demasiado. Tal vez pensemos que era mejor que se le dijera a Moisés que pusiera la sangre sobre los labios o la lengua de Aarón. Ser un sacerdote requiere que escuchemos, no que hablemos. El pulgar de la mano representa trabajo, y el del pie, caminar. Por lo tanto, como sacerdotes debemos escuchar, trabajar y caminar apropiadamente. Esto también forma parte de la santificación de los sacerdotes. Nuestras orejas y pulgares necesitan de la sangre redentora. La sangre nos santifica, nos hace diferente a otros. Los que no tienen la sangre sobre sus oreja ni sus pulgares no han sido santificados para Dios. Después de que Aarón y sus hijos habían sido lavados con la sangre de esta forma, estaban santificados para servirle a Dios como sacerdotes.
Según el versículo 20, la sangre del segundo carnero no sólo se ponía sobre la oreja y los pulgares, sino que también se rociaba sobre el altar. Este es un segundo tipo de aplicación de la sangre de la ofrenda de paz.
El versículo 21 dice: “Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él”. Aquí vemos el tercer aspecto de la sangre de la ofrenda de paz. Moisés tomó una porción de la sangre y del aceite de la unción y lo roció sobre las vestiduras de Aarón y de sus hijos. Con esto Aarón y sus hijos estaban totalmente santificados, ya que las vestiduras que cubrían sus cuerpos habían sido lavadas y ungidas.
En Exodo 29 el aceite de la unción se menciona por primera vez en el versículo 7 y luego en el 21. El versículo 7 dice: “Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás”. Esto se refiere a la unción de Aarón antes de matar las ofrendas. En primer lugar Aarón mismo era ungido sin la sangre. Esto es un tipo de la unción de Cristo que se menciona en el Salmo 133. En este salmo el ungüento se derramaba sobre la cabeza de Aarón y bajaba hasta las faldas de sus vestiduras. Esto representa la unción de Cristo de parte de Dios aparte de la redención. La unción de Cristo, claro está, no requería el derramamiento de sangre.
Aarón no sólo fue ungido como un tipo de Cristo, sino también como una persona pecaminosa quien estaba siendo santificada para servir a Dios como un sacerdote. Debido a que Aarón y sus hijos eran pecaminosos, se necesitaba una segunda unción, una unción con el aceite de la unción y con la sangre redentora. En cuanto a esta unción la sangre se menciona primero. Esto indica que debemos tener primero la sangre redentora y después podemos participar de la unción del Espíritu.
La sangre de la ofrenda de paz es un poco compleja. Como ya vimos, hay tres pasos, tres aplicaciones: la sangre se aplicaba a la oreja, y al pulgar de la mano y del pie de los sacerdotes; luego se rociaba la sangre sobre el altar; y tercero, la sangre junto con el aceite de la unción se rociaba sobre las vestiduras de los sacerdotes.
Los versículos 22 y 23 dicen: “Luego tomarás del carnero la grosura, y la cola, y la grosura que cubre los intestinos, y la grosura del hígado, y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero que llena la mano; también una torta grande de pan, y una torta de pan de aceite, y una hojaldre del canastillo de los panes sin levadura presentado a Jehová”. Las partes del carnero que se mencionan aquí son las más exquisitas y dulces. Según los versículos 24 y 25 estas partes, junto con el pan de aceite y la hojaldre del canastillo del pan sin levadura debía ser quemado “sobre el altar, sobre el holocausto, por olor grato delante de Jehová” Las partes internas y la grosura se quemaban completamente como comida para Dios. Esto se confirma en Levítico 3:11 y 16.
Las partes principales del segundo carnero eran el pecho y los hombros. La espaldilla derecha, los intestinos y la grosura se quemaban, junto con las tres tortas. El pecho derecho se mecía delante de Dios. Esta era la ofrenda mecida, un tipo de Cristo en resurrección y no se quemaba; sino que, se le daba a Moisés como su porción. El pecho izquierdo y la espaldilla izquierda eran la porción designada para Aarón y sus hijos. Los hombros eran elevados, exaltados. Esta ofrenda elevada tipifica a Cristo en ascensión. Cristo resucitado es la ofrenda mecida, y Cristo ascendido es la ofrenda elevada.
El pecho de la ofrenda de paz representa el amor, y los hombros la fuerza. Cristo resucitado tiene que ver con el amor y el ascendido con la fuerza. En el Nuevo Testamento la ascensión representa la fuerza y el poder. Cristo ascendido es un Cristo de poder y fortaleza.
Repetimos, la espadilla derecha era quemada para Dios, y el pecho derecho se mecía primero delante de El y después se le daba a Moisés como su porción. La espaldilla izquierda y el pecho izquierdo eran elevados delante de Dios y luego eran entregados a Aarón y sus hijos como su porción. En los siguientes mensajes abarcaremos estos asuntos en más detalle.
Ya vimos que necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, como el carnero del holocausto para la satisfacción de Dios y nuestra ofrenda de paz con todos sus aspectos. Una parte de esta ofrenda sirve de satisfacción para Dios, y la otra para ministrar a los sacerdotes. Como sacerdotes, podemos disfrutar nuestra parte de la ofrenda de paz junto con el pan.