Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 16

La exigencia de Dios y la resistencia de Faraón

(2)

  En el libro de Exodo vemos muchos cuadros y nada de filosofía. En la primera parte de Exodo, los cuadros describen la vida en el mundo bajo la usurpación de Satanás. Mediante estos cuadros, la naturaleza de esa vida queda expuesta. En este libro, los cuadros revelan también el deseo del corazón de Dios acerca de Su pueblo escogido. Dios dijo a Faraón: “Deja ir a Mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto” (5:1). El pueblo de Dios había caído en una vida mundana bajo la usurpación de Satanás. Como lo revela el libro de Exodo, Dios los liberó de esto y los llevó al desierto y al monte, donde recibieron una visión celestial del modelo de la morada de Dios en la tierra. Dios quería que el tabernáculo fuese Su morada. Esto fue el deseo de Su corazón.

  El libro de Exodo describe doce conflictos entre Jehová y Faraón para exponer la verdadera situación de la vida en el mundo bajo la usurpación de Faraón. En el primer conflicto no hubo ningún milagro, plaga, ni juicio. Por el contrario, hubo solamente una negociación entre Jehová y Faraón. Dios exigía que Faraón dejara ir a Su pueblo al desierto en un viaje de tres días para celebrarle fiesta. Sin embargo, Faraón rehusó reconocer a Jehová y obedecer Su exigencia.

  En el segundo conflicto hubo un milagro, pero ninguna plaga; algo quedó expuesto, pero sin juicio. En 7:9, el Señor dijo: “Si Faraón os respondiere diciendo: mostrad milagro; dirás a Aarón: toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra”. El propósito de este milagro consistía en exponer la verdadera situación de la vida en el mundo. Por esta razón, el segundo conflicto exponía algo, pero sin juicio.

  Después de los primeros dos conflictos, las plagas empezaron a caer sobre Faraón y su pueblo. En Exodo, vemos dos grupos de diez cosas: las diez plagas que cayeron sobre los egipcios, y los diez mandamientos que fueron dados al pueblo de Dios. Podemos clasificar las diez plagas en cuatro categorías. El primer grupo incluye las plagas de sangre, ranas, y piojos; el segundo grupo, las moscas, muerte del ganado, y úlceras; el tercer grupo, el granizo, langostas, y tinieblas; y finalmente, la plaga de la muerte de los primogénitos. Cada plaga era más grave que la anterior. Las plagas del primer grupo molestaban, pero no lastimaban. Las plagas del segundo grupo causaron daños tanto a los animales como a los hombres. Las plagas del tercer grupo destruyeron el entorno, y la última plaga acabó con la vida mundana. En la última plaga, todos los primogénitos de Egipto murieron, desde el primogénito de Faraón hasta el primogénito de sus siervos (11:5).

  En Apocalipsis 16, vemos las siete últimas plagas que Dios mandará a la tierra al final de la gran tribulación. Estas siete plagas serán “las siete copas de la ira de Dios” (Ap. 16:1). En muchos aspectos, las siete plagas de Apocalipsis se parecen a las diez plagas de Exodo. Mediante las diez plagas, Dios obtuvo el éxodo de Su pueblo escogido fuera de Egipto. Durante la gran tribulación, las siete plagas permitirán al pueblo de Dios emprender su éxodo final del mundo. Al final de esta era, la mayor parte del pueblo de Dios todavía estará en Egipto, es decir, en el mundo. En los tiempos de Abraham, Isaac y Jacob no era necesario el éxodo. Del mismo modo, los vencedores en los tiempos del fin no lo necesitarán tampoco. Por consiguiente, ellos serán arrebatados antes de la tribulación. No obstante, la mayoría de los cristianos necesitarán un éxodo. Con las siete últimas plagas, Dios sacará a Su pueblo del mundo.

II. EL SEGUNDO CONFLICTO

A. En cuanto a Dios

  Estudiemos ahora el segundo conflicto entre Jehová y Faraón (7:8-14). Exodo 7:10 dice: “Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra”. Dudo que Faraón y sus siervos se hayan dado cuenta de que el significado de este milagro consistía en exponer el hecho de que su vida estaba bajo la mano usurpadora de Satanás, que su vivir en Egipto se encontraba bajo la usurpación y la posesión del diablo. Faraón y su pueblo confiaban en los recursos naturales de Egipto, y particularmente en el rico suministro del Nilo. Este suministro era su “vara”, una vara que en realidad era una culebra, el diablo. A los ojos de Dios, Faraón y los egipcios confiaban en Satanás y vivían bajo su mano usurpadora.

  El hecho de exponerlos no era un castigo, sino la expresión de la misericordia de Dios. En Su misericordia, Dios expuso la verdadera naturaleza del vivir egipcio. El quería que los egipcios supieran que todas las cosas en las cuales confiaban pertenecían al diablo. Al exponerlos, la intención de Dios consistía en que ellos rechazaran esta clase de vida. El principio es el mismo hoy en día. Cuando Dios se presenta a nosotros, El primero no castiga el ego, ni la carne, ni el viejo hombre. En Su misericordia, El primero expone la naturaleza satánica de nuestra vida caída.

B. En cuanto a Faraón

  Faraón llamó a los magos para que hicieran con sus varas lo mismo que había hecho Aarón con la suya (7:11). El versículo 12 dice: “Pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; más la vara de Aarón devoró las varas de ellos”. Hace años, me pregunté por qué los magos egipcios podían hacer lo mismo que Aarón. Le pregunté al Señor al respecto y le dije que no entendía cómo tal cosa podía suceder. Podemos enfrentarnos a una situación parecida en la predicación del evangelio. Podemos comparar a los filósofos del mundo actual con estos magos. Estos filósofos quizá enseñen cosas parecidas a lo que predicamos en el evangelio. Podemos exponer la naturaleza de la vida humana caída, y ellos pueden hacer lo mismo. Podemos hablar acerca de las preocupaciones de la vida en el mundo, y ellos pueden hacer lo mismo. No obstante, así como la vara de Aarón devoró las varas de los magos egipcios, la predicación del evangelio también devora las enseñanzas filosóficas actuales.

  Hemos experimentado esto muchas veces en la predicación del evangelio en China, donde hay muchos “magos”, o maestros de filosofía. Ciertas enseñanzas de estos filósofos eran casi iguales a las enseñanzas bíblicas. Por ejemplo, la Biblia enseña que no debemos amar al mundo. Algunos filósofos chinos enseñaron lo mismo. No obstante, en nuestra predicación del evangelio, la vara de Aarón devoró las varas de los “magos”. A veces los filósofos de las universidades asistían a nuestras reuniones del evangelio. En lugar de sentirnos amenazados por su presencia, invocamos al Señor y le pedimos que disciplinara a estas personas. El mostró Su sabiduría, y vimos cómo el evangelio devoró la enseñanza de los filósofos.

  El evangelio devora todas las filosofías del mundo. No se sienta amenazado ni desanimado en la predicación del evangelio. Por el contrario, crea que su vara devorará las varas filosóficas. Nada puede vencer el evangelio. El evangelio no es una filosofía, pero no hay nada más filosófico que el evangelio. Por esta razón, el evangelio puede devorar a las varas de los filósofos del mundo.

C. El resultado

  En los versículos 13 y 14, vemos el resultado del segundo conflicto. El versículo 13 dice: “El corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho”. La mayoría de las versiones bíblicas afirman que el corazón de Faraón fue endurecido. No obstante, esto no es el significado aquí. Esta traducción implica que el corazón de Faraón originalmente era blando pero que se hizo duro. No obstante, el corazón de Faraón fue duro desde el principio. Una versión afirma que la palabra hebrea traducida como endurecer en este versículo significa obstinado. Por ser obstinado, el corazón de Faraón no podía cambiar. El segundo conflicto expuso la dureza del corazón de Faraón.

  Otro resultado de este conflicto fue el hecho de que Faraón rehusó dejar ir a los hijos de Israel (v. 14). La primera vez que Dios vino, Faraón rehusó escuchar Su palabra. Esta vez, Faraón rehusó obedecer la exigencia de Dios, aún después de que Dios hubiese expuesto la naturaleza de vida en el mundo bajo Satanás. Esto obligó a Dios a disciplinar a Faraón con más severidad en el tercer conflicto.

III. EL TERCER CONFLICTO

A. El tiempo y el lugar

  Este conflicto se produjo por la mañana a la orilla del río Nilo (7:15). Dos conflictos más se produjeron también temprano por la mañana (8:20; 9:13). Es posible que Faraón haya bajado al río para relajarse y disfrutar de un tiempo agradable. Pero esta relajación fue perturbada por la presencia de Moisés y de Aarón. Dios les había encargado que volvieran a enfrentarse a Faraón con Su exigencia. La intención de Dios era mostrar a Faraón que este no era un tiempo para relajarse. Por el contrario, era tiempo de exponer la naturaleza de la vida en Egipto. Faraón tenía que ver que la vida en Egipto no era una vida de descanso y de disfrute, sino una vida de sangre. Actualmente hay ocasiones en que debemos ir al lugar donde la gente mundana disfruta para exponerles el hecho de que todos sus entretenimientos mundanos y sus placeres dan por resultado la muerte.

B. En cuanto a Dios

1. Pide que Faraón dejara ir a Su pueblo

  Moisés y Aarón repitieron la misma exigencia que habían hecho anteriormente: “Deja ir a Mi pueblo, para que Me sirva en el desierto” (7:16). Esta vez, la exigencia de Dios fue respaldada por la primera plaga.

2. Da a conocer a Faraón que El es Jehová

  En nombre de Jehová, Moisés y Aarón debían decir a Faraón: “En esto conocerás que Yo soy Jehová. He aquí, Yo golpearé con la vara que tengo en Mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre” (7:17). Puesto que Dios es Jehová, todo lo que El dice sucede. Jehová había dicho: “Deja ir a Mi pueblo”. Faraón puede resistir a esta palabra, pero finalmente él será sometido y sabrá que Dios es Jehová.

3. Golpea a las aguas

  Según el versículo 19, Aarón debía tomar la vara y extender su mano “sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de agua, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto”. Aarón hizo esto, y en todo el país de Egipto, las aguas se convirtieron en sangre, aún las aguas en los vasos de madera como en los de piedra. Puesto que las aguas del Nilo se cambiaron en sangre, los peces del río murieron, el río se corrompió, y los egipcios no podían beber de él (v. 21). Los egipcios excavaron cerca del río para beber agua. Tal vez el agua se volvía sangre en cuanto la descubrían.

  La primera plaga muestra claramente que la vida de Egipto, es decir, la vida del mundo, no desemboca en otra cosa que la muerte. No importa donde se encuentren las aguas del mundo, en un río, un estanque o vaso, de todos modos el resultado es muerte. Esta plaga fue el comienzo del castigo y de la destrucción de la vida egipcia. De esta manera, Dios empezó a destruir la vida del disfrute mundano. Si entendemos el significado de esta plaga, sabremos que bajo la ira del juicio de Dios, la vida del mundo da por resultado la muerte.

  Muchos de nosotros hemos experimentado esto. Mientras gozábamos de alguna forma de placer mundano, las aguas de repente se volvieron sangre. Esto fue un castigo y también nos expuso. Al ser expuestos, vimos que los entretenimientos y diversiones mundanas no son los verdaderos placeres, sino que dan por resultado la muerte. A los ojos de Dios, las aguas de Egipto no son aguas; son sangre. Al convertir las aguas del mundo en sangre, Dios expone la verdadera naturaleza de los placeres mundanos. El revela el hecho de que el pueblo en el mundo está bebiendo sangre. Según Apocalipsis 16, hacia el final de la gran tribulación, Dios volverá a cambiar las aguas del mundo en sangre. Esta sangre representa a la muerte, el resultado de una vida de pecado.

  Hemos señalado que la primera plaga, la cual duró siete días (7:25), expuso la vida egipcia. Si los egipcios se hubiesen arrepentido, el hecho de quedar expuestos no habría sido un castigo para ellos. Puesto que no se arrepintieron, eso se convirtió en una forma de castigo. El principio es el mismo en la predicación del evangelio actual. Si los pecadores reciben la palabra del evangelio, esta palabra los expondrá simplemente. Pero si no la reciben, será para ellos una palabra de juicio. El Señor Jesús indicó que aquellos que no reciban Su palabra serán juzgados por la misma palabra que rechazaron (Jn. 12:48).

  La primera plaga revela que Dios es misericordioso y sabio. En esta plaga, El no mató a los egipcios. El simplemente cambió las aguas en sangre para advertirlos y exponerlos. El no hizo nada para perjudicarlos directamente aquí. Si Faraón hubiera aceptado el hecho de quedar expuesto, Dios le habría mostrado misericordia. No obstante, puesto que él lo rechazó, se convirtió en juicio. Dios no es injusto en Su disciplina con el pueblo. Al contrario, El es sabio y muy misericordioso. Por consiguiente, en el castigo de la primera plaga, vemos una advertencia misericordiosa.

4. Da a conocer a los egipcios que suministro y disfrute mundanos dan por resultado la muerte

  El propósito de la primera plaga fue dar a conocer a los egipcios que el suministro y disfrute mundanos tienen como resultado la muerte. La muerte representada por la sangre revelaba la naturaleza y el significado de la vida en el mundo.

C. En cuanto a Faraón

  Una vez más, los magos de Egipto pudieron hacer lo mismo con sus hechizos que Moisés y Aarón con la vara. No obstante, aunque ellos pudieron traer sangre, no fueron capaces de quitarla. Hoy en día, los filósofos del mundo pueden exponer el hecho de que la vida en el mundo es en realidad muerte, pero no tienen los medios de quitar la muerte. Sólo el evangelio lo puede hacer.

D. El resultado

  El resultado del tercer conflicto fue que por segunda vez la dureza del corazón de Faraón quedó expuesta. Una vez más él no escuchó a Moisés ni a Aarón. El versículo 23 dice: “Y Faraón se volvió, y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto”. La obstinación de Faraón hizo que él no tuviera un corazón para obedecer a las exigencias de Dios. Por esta razón, fue necesario que cayera una segunda plaga sobre los egipcios.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración