Mensaje 3
En el capítulo uno de Exodo, Faraón mantuvo a los hijos de Israel en cautiverio y también trató de matar a todos los hijos varones nacidos de mujeres hebreas. En el segundo capítulo, vemos la preparación de un salvador para los hijos de Israel. Estos dos capítulos están separados, pero un tema subyacente los une. Este tema es que en tiempos de crisis, Dios usa la vida femenina para Su propósito. Por ejemplo, en Exodo 1 Dios usó a las parteras, la vida femenina, para preservar la vida masculina a fin de cumplir el propósito de Dios. La intención de Faraón era matar a la vida masculina, que representa la vida destinada a cumplir el propósito de Dios, pero Faraón preservó la vida femenina, que representa la vida que complace al hombre. Sin lugar a dudas, Faraón intentó preservar la vida femenina para su propio placer. Faraón trató de usar a las parteras para llevar a cabo su intención maligna. Pero en la soberanía de Dios, las parteras rehusaron cooperar con la conspiración de Faraón. Faraón era un príncipe poderoso, un tirano, pero las parteras no le tuvieron miedo, ni escucharon sus palabras. En lugar de matar a los hijos varones, las parteras los preservaron. Por tanto, Dios usó la vida femenina a fin de mantener la vida masculina para Su propósito.
En Éx. 2 vemos la necesidad de preparar un salvador que librara al pueblo de Dios de la tiranía de Faraón. Al preparar al salvador, Dios no usó primeramente la vida masculina sino la vida femenina (vs. 1-10). La mujer que Dios usó en Su estrategia se hallaba en la misma casa de Faraón: era su propia hija. Esto nos recuerda las palabras de Pablo en Filipenses acerca de los de la casa de César (Éx. 4:22). César había encarcelado al apóstol Pablo, pero algunas personas que pertenecían a la casa de César se hicieron cristianas. En el mismo principio, aunque Faraón intentó matar a todos los hijos varones nacidos de las hebreas, Dios usó en Su soberanía a la hija de Faraón para preservar el varón más importante nacido de los hijos de Israel en Egipto.
Hebreos 11:23 afirma que Moisés “fue escondido por sus padres por tres meses”, pero Exodo 2:2 menciona solamente que su madre lo escondió tres meses. La razón por la cual Exodo 2 menciona solamente a la madre es para dar énfasis en el hecho de que durante los tiempos de crisis, es la vida femenina la que es útil para Dios. Si no hubiera sido por las parteras en el capítulo uno, Israel habría sido exterminado. Del mismo modo, sin la vida femenina en el capítulo dos, Dios no habría podido obtener a un salvador que rescatara a los hijos de Israel. En Exodo 1, Dios usó a la vida femenina para preservar a Su pueblo, y en Exodo 2, El usó la vida femenina a fin de preparar un Salvador para Su pueblo, el pueblo que El había preservado a fin de cumplir Su plan. Las hermanas y también los hermanos deberían estar agradecidos por la función de la vida femenina. De hecho, en cierto sentido, todos los creyentes en Cristo, tanto hermanos como hermanas, deben ser mujeres a los ojos de Dios, porque la mujer describe la vida de dependencia, la vida que depende totalmente de Dios.
En el capítulo dos, Dios usó varias mujeres. La primera fue la madre de Moisés, una hija de Leví (Éx. 2:1). El nombre del padre de Moisés era Amram, y el nombre de su madre era Jocabed (Nm. 26:58-59). Números 26 pone énfasis en los nombres, pero Exodo 2 recalca la vida femenina. Por esta razón y con la excepción de Séfora, la esposa de Moisés, este capítulo no menciona el nombre de ninguna mujer.
Después del nacimiento de Moisés, su madre lo escondió durante tres meses. Cuando ella no pudo esconderlo más, lo puso en un arca de papiro y lo depositó entre las cañas cerca de la orilla del Nilo. No obstante, más adelante ella fue contratada por la hija de Faraón para amamantarlo por cierto tiempo. Por consiguiente, la primera mujer mencionada en Exodo 2 era la madre de Moisés, la vida que lo engendró y que lo amamantó.
La segunda mujer fue la hermana de Moisés, María. El padre de Moisés, su madre y su hermana quizá se reunieron en consejo de familia para decidir lo que debían hacer con Moisés cuando ya no lo podían esconder. Creo que el Señor los condujo a hacer esa arca de papiro. La misma palabra hebrea es usada para esta arca y para el arca que construyó Noé. Esta arca era mucha más pequeña que la que construyó Noé, pero la función de ambas arcas era la misma: preservar la vida de los que se refugiaban en ellas al pasar a través del agua. Quizá la familia de Moisés sabía que la hija de Faraón acostumbraba bañarse en cierta parte del río, y tal vez hayan esperado que Moisés fuese descubierto por ella y criado por ella. Con el padre de Moisés en un segundo plano, la madre y la hija colaboraron para llevar a cabo el plan. “Después de que el arca fuese puesta ... a la orilla del río ... su hermana se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería” (2:3-4). Cuando la hija de Faraón vio al niño y tuvo compasión de él, la hermana de Moisés recomendó que se contratara a su madre para amamantarlo (vs. 7-8). La hermana de Moisés cuidó así la vida masculina y estableció la conexión entre la hija de Faraón y la madre de Moisés.
Cuando la hija de Faraón “vio la arca en el carrizal, ella envió una criada suya a que la tomase” (v. 5). Aquí vemos el papel que desempeñó una esclava femenina. Esta esclava es la tercera mujer mencionada en este capítulo. Vemos que aquí también no se menciona el nombre para enfatizar la intención de Dios de impresionarnos con la vida femenina. En Exodo 2, vemos a varias mujeres reunidas alrededor de una arquilla en la cual se hallaba un niño varón de tres meses de edad. Cada una de estas mujeres tenía una función diferente. La función de la esclava femenina era servir. Su servicio consistía particularmente en tomar la arquilla.
La hija de Faraón, la cuarta mujer en este capítulo, tenía también su función. Primero ella rescató a Moisés, y luego encargó a la madre de Moisés que lo amamantara. Más adelante, cuando el niño fue llevado a la hija de Faraón, “ella lo adoptó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: porque de las aguas lo saqué” (v. 10). Hechos 7:21 nos enseña que “la hija de Faraón le recogió y le crió como hijo suyo”.
En Exodo 2 tenemos un relato histórico, pero en Hechos 7 y Hebreos 11 tenemos un relato espiritual. Por ejemplo, Hechos 7:20 afirma que Moisés fue “hermoso a los ojos de Dios”. Esto significa que a los ojos de Dios Moisés era muy preciado. Sus padres deben de haber sido piadosos. Ellos poseían una visión y discernimiento espirituales, y se dieron cuenta de que Moisés era un niño muy prometedor para el propósito de Dios. Por consiguiente, lo escondieron durante tres meses “porque le vieron niño hermoso” (He. 11:23).
Exodo 2 no recalca el significado espiritual del principio de la vida de Moisés, sino el papel importante que desempeñó la vida femenina. Aunque los escritos de Moisés son muy descriptivos en otras partes, en Exodo 2, él nos da un relato muy sencillo a fin de impresionarnos con la manera en que Dios usa la vida femenina en tiempos de crisis. Durante los tiempos difíciles, la única vida que puede ser usada por Dios es la vida femenina que permanece con Dios y que depende de El.
Nosotros vivimos en un tiempo difícil, un tiempo en el cual la vida femenina se necesita urgentemente. Todo aquel que presuma ser varón se convertirá en Faraón. Todos nosotros, incluyendo a los hermanos, debemos ser mujeres. En este tiempo difícil en que vivimos, la vida masculina que no depende de Dios no es útil. La vida femenina, la vida que depende de Dios, es la única que prevalece. Si vemos eso, tendremos mucho aprecio por la vida femenina, la vida que depende totalmente de Dios.
En el capítulo dos, Dios usó a muchas mujeres para cumplir Su propósito de preparar un salvador. Una de estas mujeres, la madre de Moisés le dio a luz y lo amamantó. Otra mujer, su hermana Miriam, lo observó cuando él estaba en la arquilla y sirvió de lazo entre la hija de Faraón y la madre de Moisés. La esclava tomó la arquilla, y la hija de Faraón crió a Moisés como a su propio hijo. Es probable que ella haya sido también la persona por la cual Moisés aprendió “toda la sabiduría de los egipcios” (Hch. 7:22). Hoy en día también necesitamos las diferentes funciones de la vida femenina: la concepción, el engendrar, y amamantar; la función de cuidar, de recomendar, y de establecer las conexiones apropiadas; la función de ayudar y servir; y la función de criar, enseñar, y entrenar. Mediante las cuatro clases de vida femenina, Moisés nació, fue criado y adiestrado para el propósito de Dios. El Señor necesita estas cuatro clases de vida femenina para llevar a cabo Su economía hoy en día. El necesita a muchas madres, hijas, esclavas y princesas reales para preparar la liberación de Su pueblo a fin de que cumplan Su propósito.
Hechos 7:22 dice: “Y fue enseñado Moisés en toda sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”. Bajo la soberanía de Dios, Moisés aprendió toda la sabiduría egipcia mientras vivía en el palacio real como el hijo de la hija de Faraón. Mediante su educación egipcia, él llegó a ser muy culto y recibió el aprendizaje más elevado del mundo. Por consiguiente, él se hizo poderoso en palabras y obras. No obstante, esto era solamente la preparación por el lado natural; él todavía necesitaba la preparación por el lado espiritual.
Hechos 7:23 dice: “Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel”. En la Biblia, el número cuarenta representa las pruebas, los sufrimientos y aflicciones. Los hijos de Israel fueron probados por Dios en el desierto durante cuarenta años, Moisés estuvo en el monte durante cuarenta días y el Señor Jesús en el desierto durante cuarenta días. Los primeros cuarenta años de Moisés fueron años de pruebas y sufrimientos. Al final de estos años, Moisés tenía confianza en que él había sido plenamente equipado y preparado, calificado y perfeccionado para salvar a los hijos de Israel. “El pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría salvación por mano suya” (Hch. 7:25). Cuando él vio un egipcio oprimir a un hebreo, Moisés “mató al egipcio, y lo escondió en la arena” (Éx. 2:12).
Hechos 7:22 afirma que Moisés era “poderoso en palabras”, pero en Exodo 4:10 , Moisés dijo al Señor: “Nunca he sido hombre de fácil palabra ... porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”. ¿Cómo podemos conciliar estos versículos? ¿Fue Moisés poderoso en palabras o tardo en el habla? A la edad de cuarenta años, Moisés se consideró plenamente educado y calificado. Por consiguiente, él actuó de una manera valiente. Pero su fuerza y su valor eran totalmente naturales. Dios no deseaba usar la habilidad natural de Moisés, su fuerza natural, ni su valor natural. Para acabar con la fuerza natural de Moisés, Dios lo hizo trabajar como pastor en la tierra de Madián. Por tanto, la persona que fue criada en la familia real egipcia y que había logrado el nivel más elevado de cultura llegó a ser un culto pastor. Durante cuarenta años más, Moisés guardó el rebaño de su suegro en el desierto. Esta fue la mejor “escuela” en la cual se pudo graduar Moisés. En esta “escuela”, él fue adiestrado a no confiar en su habilidad natural. El era naturalmente elocuente, valiente, poderoso, y fuerte. Pero espiritualmente, él fue disciplinado hasta que se dio cuenta de que no era nada.
Cuando Dios llamó a Moisés en el capítulo tres, El le mostró la señal de la zarza ardiente, una zarza que ardía sin ser consumida (3:2-3). Tal parece que Dios le dijo: “Moisés, no eres más que una zarza por medio de la cual deseo manifestarme. Deseo que seas Mi intermediario, pero no usaré tu energía, ni tu fuerza. Tu eres el vaso y Yo soy el combustible. Todo lo que hagas, debes hacerlo dependiendo de Mi”.
No se imagine que Dios usará la fuerza o la energía de usted para cumplir Su propósito. Si queremos ser usados por Dios, debemos tener un corazón para El y Sus intereses, pero nuestra fuerza natural debe ser echada a un lado. A Dios no le interesa usar nuestra elocuencia natural, nuestro conocimiento, talento, habilidades, energía, ni poder. El no puede usar lo que es natural en nosotros.
Dios tomó los primeros cuarenta años de la vida de Moisés para edificar un hombre fuerte en la vida natural, y luego tomó cuarenta años más para despojarlo de todas sus habilidades naturales. A muchos, y especialmente a los jóvenes les puede parecer que cuarenta años es un periodo demasiado largo y que Dios no debe disciplinar nuestras habilidades y energías naturales durante tanto tiempo. No obstante, como hermano mayor con más de cincuenta años de experiencia en el Señor, puedo testificar que cuarenta años pasan muy rápidamente. No esperen crecer y desarrollarse como un hongo. La manera en que Dios opera consiste primeramente en edificarnos, y luego, en cierto sentido, en derribarnos. Dios deseaba que Moisés aprendiera toda la sabiduría y el conocimiento de los egipcios, pero la sabiduría y el conocimiento no debían permanecer crudos, sin procesar. Por el contrario, siempre deben ser procesados. Aunque nos guste o no este proceso, debemos pasar por él a fin de aprender a no depender de nuestra fuerza ni habilidad naturales. Después de haber echado a un lado todo lo que fue edificado en nosotros de manera natural, seremos útiles al Señor.
En este capítulo, Moisés fue criado por la vida femenina y rechazado por la vida masculina (vs. 11-15). En tiempos de dificultad, la vida femenina fue usada por Dios a fin de levantar algo para Su propósito. Pero todo lo que Dios levanta por medio de la vida femenina es rechazado por la vida masculina. Este principio puede ser aplicado a la historia del mover del Señor en la tierra.
¿Qué vida prefiere usted: “la vida que levanta o la vida que rechaza”? Si me hicieran este pregunta, yo contestaría que aprecio ambas vidas y que necesito ambas. Necesito ser levantado y también necesito ser rechazado. Si en el recobro del Señor, usted nunca ha sido rechazado, no puede saber donde está. Sólo aquellos que han sido rechazados pueden ser usados por Dios. Si usted no ha sido rechazado, todavía está “crudo” y sin procesar. Si queremos ser procesados, debemos ser rechazados. Fui rechazado muchas veces. Mi carácter y manera de ser necesitan y merecen este rechazo.
Vimos que Moisés era naturalmente muy fuerte y pensaba que sus hermanos hebreos lo reconocerían como su liberador. Por ser fuerte, Moisés era franco. Esto caracteriza a todos los poderosos. Así como Moisés, cuanto más fuerte seamos, más seremos rechazados. Quizá sólo los que son como la medusa serán siempre bienvenidos.
Moisés tenía un buen corazón con una buena intención y esto le hizo intervenir en la pelea de los dos hebreos. El dijo al que estaba equivocado: “¿por qué golpeas a tu prójimo?” (2:13). Parece que Moisés estaba diciendo: “como hermanos hebreos, debemos amarnos unos a otros. ¿Por qué estás perjudicando a tu hermano?” El hebreo que estaba equivocado contestó: “¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿piensas matarme como mataste al egipcio?” (v. 14). Por tanto, el que había sido criado por la vida femenina recibió un rechazo.
En el mismo principio, el Señor Jesús fue crucificado por la vida masculina, pero fue apreciado por la vida femenina. Cuando el Señor fue crucificado, la presencia de las hermanas era una exhibición del amor y aprecio que le tenían. En tiempos difíciles, siempre pasa así. Por consiguiente, todos debemos ser mujeres.
Hebreos 11:24 dice: “por la fe Moisés, cuando fue ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón”. Algunos historiadores creen que si Moisés hubiese permanecido en el palacio egipcio, él habría sido el heredero al trono. No obstante, él renunció a una posición real en Egipto, al rango más elevado en el mundo de aquel tiempo.
Hebreos 11:25 y 26 continúanasí: “Escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía puesta la mirada en el galardón”. Aquí vemos que Moisés pagó un precio al unirse al pueblo de Dios. El prefirió pasar por aflicciones con el pueblo de Dios antes que gozar de los deleites temporales del pecado. El disfrute en Egipto, es decir, el disfrute de los placeres en el mundo, es algo pecaminoso a los ojos de Dios. Es el disfrute del pecado, de una vida pecaminosa, lo cual es pasajero, de corta duración y fugaz.
Hebreos 11:27 afirma que Moisés “por la fe dejó Egipto, no temiendo la ira del rey”. Tal parece que hay una contradicción entre Hebreos 11:27 que afirma que Moisés no temía la ira del rey, y Exodo 2:14, que declara que Moisés “tenía miedo”. En realidad, no existe ninguna contradicción. Exteriormente, Moisés tenía miedo y escapó. No obstante, interiormente, él consideró lo que le iba a costar y prefirió voluntariamente identificarse con el pueblo de Dios.
Hebreos 11:27 afirma también que Moisés “perseveró como viendo al invisible”. El era firme, y perseveraba, porque el Dios invisible obraba en él. La obra de Dios era tan real que era como si Moisés estuviese viendo al Dios invisible.
Después de que Moisés fue rechazado por sus hermanos y huyó al país de Madián, él ayudó a las mujeres débiles y sufridas, que fueron maltratadas por los pastores (vs. 16-17). A cambio de esto, Moisés fue recibido por ellas. Moisés fue rechazado por sus hermanos porque él tenía demasiado valor, pero él fue recibido por las mujeres porque les ayudó en sus sufrimientos. Las mujeres, las siete hijas del sacerdote de Madián, eran las hijas más débiles. Cuando algunos hombres se apoderaron del pozo, ellas no pudieron hacer nada al respecto. Pero “Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas” (v. 17). Como resultado, recibieron a Moisés y hablaron bien de él a su padre. Por tanto, la vida femenina no es solamente la vida que Dios puede usar a fin de levantar algo para Su propósito, sino también la vida que recibe lo que El ha levantado. En este capítulo, el cuadro de la vida masculina es generalmente muy oscuro, pero la descripción de la vida femenina es hermosa y muy positiva.
En principio, durante los tiempos de persecución, los que sufren son consolados principalmente por las hermanas. Por ejemplo, cuando Pedro fue liberado de la cárcel, él no fue a la casa de un hermano, sino a la casa de una hermana donde algunos se habían reunido para orar (Hch. 12:11-12). La experiencia del hermano Nee nos muestra esto también. Las hermanas lo apreciaron y lo consolaron en tiempos de angustia. La mayoría de los hermanos pusieron al hermano Nee en la cruz, mientras que las hermanas lo recibieron y lo consolaron. Cuando me di cuenta de esta situación en Shanghai, aprendí a no ser un hombre así, uno que está en división, frío o neutral, sino a llegar a ser una mujer, alguien receptivo y consolador.
Los hebreos que rechazaron a Moisés eran inmaduros e inexpertos. Pero en el sacerdote de Madián, vemos una vida masculina madura y experimentada, una vida que recibió al vaso que Dios había levantado. En este capítulo, todas las mujeres son positivas, pero los hombres pertenecen a dos categorías, unos que tenían la vida de rechazo y los positivos que llevaban una vida que recibía. Los que rechazaban eran inexpertos, mientras que los que aceptaban eran experimentados y maduros. Por consiguiente, Dios pudo usar esta vida masculina madura para perfeccionar el vaso que El había levantado. Sin lugar a dudas, Moisés fue perfeccionado bajo la mano de su suegro. Ciertamente deseo ser un hombre maduro que puede recibir a otros y perfeccionarlos.
En la vida de iglesia hoy, necesitamos las diferentes clases de vida femenina y también la vida masculina madura para la economía del Señor. Si algo debe ser levantado por Dios, necesitamos muchas mujeres como la madre y la hermana de Moisés, las esclavas, la hija de Faraón, y las siete hijas del sacerdote de Madián. También debemos tener la vida masculina experimentada para cumplir la obra final de perfeccionamiento. Se necesita especialmente la vida masculina madura.
En estos días, muchos de nosotros hemos sido alentados por los mensajes de Efesios en los cuales vimos que todos podemos ser perfeccionados para ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Si queremos ser estos dones para el Cuerpo, no debemos ser inmaduros, inexpertos, sin procesar, aquellos que no pueden recibir a los vasos escogidos de Dios. Debemos ser levantados por medio de la vida femenina y perfeccionados por medio de la vida masculina madura.
Durante su estancia en el mundo gentil, Moisés obtuvo una esposa, Séfora, una hija del sacerdote de Madián. Ella le engendró un hijo y Moisés le puso por nombre Gersón, porque dijo: “Forastero soy en tierra ajena” (v. 22).
Moisés permaneció en Madián durante cuarenta años (Hch. 7:30). Durante estos años, Dios obró para perfeccionarlo. Cuando algunos jóvenes escuchen eso, quizá se desanimarán, pensando que no pueden esperar tanto tiempo para ser perfeccionados. Si queremos ser perfeccionados durante un periodo de tiempo extenso, debemos tener el corazón, la actitud y el comportamiento apropiados. ¿Dónde está su corazón y cuál es su posición? Nuestro corazón debe ser para el Señor, y nuestra posición debe estar con el pueblo del Señor. Si tenemos este corazón y esta posición, estaremos dispuestos a aceptar el adiestramiento del Señor, por mucho que dure.
Al final de este capítulo, vemos que entre los hijos de Israel se necesitaba urgentemente un salvador: “los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre” (v. 23). Por consiguiente, Dios oyó sus gemidos y él se acordó del pacto que hizo con Abraham, Isaac, y Jacob, de llevar a sus descendientes a la buena tierra. Dios se vio obligado a cumplir Su promesa. El versículo 25 concluye el capítulo: “Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios”. Eso indica que Dios conocía la situación de ellos y comprendía sus problemas.
Los últimos versículos de Exodo 2 revelan que todos los acontecimientos de este capítulo sucedieron para preparar al salvador y librar al pueblo de Dios del cautiverio. La situación actual es idéntica. Si tenemos la vida femenina y la masculina adecuadas, Dios podrá levantar algo y perfeccionar lo que El ha levantado para rescatar a Su pueblo y ganarlos para cumplir Su propósito. De esta manera, El podrá cambiar la era.