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Mensaje 72

LAS IMPLICACIONES, INDICACIONES Y El SIGNIFICADO DE LAS ORDENANZAS DE LA LEY

(3)

  Lectura bíblica: Éx. 22:29-31; 23:10-12, 14-19

  En el mensaje anterior, estudiamos varios puntos acerca de cómo vivir en Cristo. Vimos que debemos ofrecer la plenitud de nuestra cosecha de Cristo y el reboso de nuestra experiencia de la cruz; como aquellos que fuimos redimidos por Cristo como nuestro sustituto, que debemos estar separados para Dios; debemos ser saturados con Cristo como nuestra santidad para ser hombres santos para Dios; y que no debemos comer nada de muerte, sino tomar solamente a Cristo como nuestro suministro de vida. Además, vimos que debemos cuidar a los demás y alimentarlos tomando a Cristo como nuestro descanso. Finalmente, vimos que guardar las fiestas para Dios tres veces al año tipifica el pleno disfrute del Dios Triuno en Cristo. Ahora debemos seguir adelante y cubrir algunos asuntos suplementarios relacionados con la celebración de las tres fiestas.

XIX. LA SANGRE DEL SACRIFICIO DE DIOS (CRISTO) NO DEBE SER OFRECIDA CON PAN LEUDADO LO CUAL SIGNIFICA QUE LA REDENCION DE CRISTO DEBE SER SEPARADA DE NUESTRA VIDA PECAMINOSA

  Exodo 23:18 y 19 nos da cuatro ordenanzas suplementarias para la celebración de las fiestas. Primero, el versículo 18 declara: “No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio”. Esta es una advertencia: no debemos mezclar la redención de Cristo con nuestra vida pecaminosa. Cuando la gente venía a la fiesta, no podían mezclar la sangre del sacrificio con el pan leudado. Esto indica que no debemos mezclar la redención de Cristo con nuestra vida pecaminosa. La sangre del sacrificio representa la redención de Cristo, y el pan leudado representa nuestra vida pecaminosa. Estas dos cosas nunca deben estar unidas. Si queremos disfrutar la redención de Cristo, debemos dejar a un lado nuestra vida pecaminosa.

XX. LA GROSURA DE LA FIESTA DE DIOS (CRISTO) NO DEBE QUEDAR HASTA EL DIA SIGUIENTE LO CUAL SIGNIFICA QUE LAS RIQUEZAS DE CRISTO DEBEN SER NUESTRO DISFRUTE CON DIOS HOY, Y NO MAÑANA

  Exodo 23:18 declara también: “ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana”. Según este versículo, la grosura de la fiesta de Dios (Cristo) no debe permanecer hasta el día siguiente. Eso significa que las riquezas de Cristo deben ser para nuestro disfrute con Dios hoy, y no para mañana. Como cristianos, debemos disfrutar a Cristo hoy y no aplazar este disfrute para mañana.

XXI. LAS PRIMICIAS DE LOS FRUTOS LLEVADAS A LA CASA DE DIOS TIPIFICA A CRISTO COMO LA PRIMICIA QUE ES LLEVADA A LA MORADA DE DIOS PARA SU SATISFACCION

  Exodo 23:19 dice: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios”. Según este versículo, las primicias de los primeros frutos debían ser llevadas a la casa de Dios. Esto tipifica a Cristo como las primicias (1 Co. 15:20, 23) que son llevadas a la morada de Dios para Su satisfacción. Este versículo no habla simplemente de las primicias; habla de “las primicias de los primeros frutos”. Por ejemplo, puede haber primicias de los melocotones y de las almendras. No obstante, las almendras pueden madurar antes. Esto haría de las almendras los primeros frutos, llevados al templo, a la casa de Dios, para Su satisfacción. Esto indica que en nuestra experiencia y disfrute de Cristo, no debemos tener la máxima experiencia solamente, sino también lo máximo de las experiencias de Cristo. Este aspecto de nuestra experiencia de Cristo debe ser llevado directamente a Dios. Ninguna otra persona debería disfrutarlo. A veces si compartimos ciertas experiencias de Cristo con los demás antes de presentar estas experiencias a Dios, las hacemos algo común. En otras ocasiones, podemos pensar que cierta experiencia de Cristo es la máxima experiencia cuando en realidad es bastante ordinaria y común. Toda experiencia de Cristo que es verdaderamente una experiencia máxima debe ser guardada en secreto y luego ser llevada al templo de Dios y ofrecida directamente a Dios para Su satisfacción.

XXII. NO COCER EL CABRITO EN LA LECHE DE SU MADRE TIPIFICA QUE LA PALABRA DE DIOS (EL SUMINISTRO DE VIDA DE CRISTO) QUE NUTRE A LOS NUEVOS CREYENTES NO DEBE SER USADA PARA MATARLOS

  Exodo 23:19 declara también: “No cocerás el cabrito en la leche de su madre”. Esta leche representa la leche de la Palabra de Dios (el suministro de vida de Cristo) usado para nutrir a los nuevos creyentes (1 P. 2:2; He. 5:12-13; 1 Co. 3:2). No cocer un cabrito en la leche de su madre significa que la leche de la Palabra de Dios no debe ser usada para “matar” a los nuevos creyentes en Cristo. Use la leche de la Palabra, Cristo como el suministro de vida, para nutrir a los cristianos recién nacidos; no la use para matarlos. Muchos instructores cristianos han “hervido” a nuevos creyentes con enseñanzas superficiales acerca de Cristo. Han usado la Palabra de Dios para “cocer” a otros en lugar de nutrirlos. La Palabra de Cristo que produce leche debe ser usada siempre para nutrir a los niños en Cristo y nunca para matarlos.

  Mientras disfrutamos al Dios Triuno en Cristo como es tipificado por las fiestas, debemos observar estas cuatro ordenanzas suplementarias. No debemos mezclar la redención de Cristo con nuestra vida pecaminosa. No debemos posponer el disfrute de las riquezas de Cristo hasta el día siguiente. Debemos ofrecer las máximas experiencias de Cristo directamente a Dios para Su satisfacción. No debemos usar la palabra de Cristo para matar a nuevos creyentes, sino para nutrirlos.

  En Exodo 21 al 23, vemos un cuadro descrito por las ordenanzas de cómo nosotros, los pecadores caídos, fuimos redimidos por Cristo y cómo hemos huido hacia El para disfrutar de El como nuestro descanso y libertad. Este cuadro nos muestra también cómo debemos vivir en Cristo y cómo suministrar descanso y alimentos a los demás. Además, las tres fiestas anuales representan el pleno disfrute del Dios Triuno en Cristo, con la fiesta de la siega, la fiesta de los tabernáculos, señalando el disfrute eterno de Dios en los cielos nuevos y en la tierra nueva. ¿Acaso no es todo eso una revelación de la economía de Dios? ¡Alabado sea El por el cuadro descrito en todas estas ordenanzas! No deberíamos solamente leer las ordenanzas según las letras impresas; también debemos orar-leer estos versículos y tener comunión sobre ellos para apreciar el cuadro maravilloso que presentan.

  Creo que es útil considerar en su conjunto el cuadro presentado por las implicaciones, indicaciones, y el significado de las ordenanzas en Exodo 21 al 23. Estas ordenanzas revelan que hemos huido a Cristo, que lo tomamos a El como nuestro refugio, y que ahora disfrutamos de descanso y libertad en El. Nosotros los que estamos en Cristo y lo tomamos a El como nuestro descanso y libertad, debemos aprender a vivir en El. Por estar en Cristo como nuestro refugio, ya hemos dejado la esclavitud, ya no estamos en la caída. En Cristo fuimos liberados. Esto nos recuerda las palabras de Pablo en Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. En Cristo somos libres y disfrutamos del descanso. En El no hay ninguna condenación.

  Cuatro asuntos importantes conciernen el vivir en Cristo. Primero, debemos tener la plenitud de la cosecha y también el lagar de las prensas, el reboso del vino y del aceite, y ofrecerlo a Dios. La plenitud es la plenitud del producto ganado por laborar en Cristo como la buena tierra. Por consiguiente, la plenitud de la cosecha es la siega de las ricas experiencias de Cristo. Nosotros los que vivimos en Cristo, debemos experimentarlo a El. Experimentar a Cristo significa laborar en El, cultivarlo, y cosecharlo. Si laboramos en Cristo de esta manera, tendremos la plenitud de la cosecha para ofrecerla a Dios.

  Junto con la plenitud de la cosecha, debemos tener el lagar de las prensas del vino y el aceite. Este lagar representa las experiencias de Cristo por medio del sufrimiento de la cruz. La cruz es una prensa de la cual fluye vino y aceite. Mientras vivimos en Cristo, debemos ofrecer a Dios la plenitud de la cosecha y también el lagar de las prensas. En otras palabras, debemos tener las experiencias de Cristo y también las experiencias del sufrimiento de la cruz. Las experiencias de Cristo nos dan la plenitud, y las experiencias de sufrimiento de la cruz nos proporcionan el lagar, el fluir del vino que alegra a Dios y al hombre y el fluir del aceite que complace a Dios. Día tras día, debemos ofrecer a Dios lo que experimentamos de Cristo y de la cruz. No debemos demorar al presentarle a El la plenitud y el lagar.

  Segundo, debemos tomar siempre la posición de personas redimidas por Cristo como nuestro sustituto y separadas para Dios. Debemos declarar a los demás, particularmente a nuestros parientes, que como primogénitos en Adán nuestro destino es ser aniquilados por Dios en Su justicia. No obstante, fuimos redimidos por medio de Cristo como el cordero pascual, y ahora ya no nos pertenecemos a nosotros mismos. Fuimos comprados por precio, la sangre de Jesús, y ahora pertenecemos a Aquel que nos compró. Debemos recordar esto y luego declararlo a los demás. En particular, los padres deberían testificar a sus hijos que no pertenecemos al mundo, sino a Dios. Si un niño le pregunta a su padre por qué no anhela ganar dinero como lo hacen los demás, él debería contestar: “Hijo, fui comprado y redimido. Ahora debo ser separado para Dios. Merecía morir, pero en lugar de eso, fui redimido por Cristo. Por no pertenecerme a mi mismo, no tengo otra elección que ser separado para Dios”. Todo aquel que vive en Cristo debe tener esta posición, recuerdo y declaración.

  Tercero, si queremos vivir en Cristo, debemos ser un pueblo santo. Permaneciendo en el terreno de nuestra redención en Cristo y de nuestra separación para Dios, ahora debemos ser saturados con Cristo y ser un pueblo santo. Ser saturado de Cristo consiste en ser un Cristo-hombre, una persona verdaderamente santa.

  Cuarto, no debemos comer nada que tenga la naturaleza de la muerte. Esto es tipificado por la ordenanza relacionada con el hecho de no comer la carne de animales desgarrados por bestias en el campo. Si no comemos la carne desgarrada, entonces ¿qué debemos comer? Debemos compartir de los sacrificios muertos por Dios en el altar, y no de la carne desgarrada por el diablo, los demonios, o los hombres malignos en el campo. Cristo debe ser nuestro único alimento. Debemos comer de El conforme a la manera de Dios. Somos hombres santos separados para Dios y saturados con Cristo. Por tanto, sólo Cristo debe ser nuestro alimento y suministro de vida.

  Si vivimos en Cristo según estas ordenanzas, ciertamente observaremos el día de sábado cada semana y también el año sabático cada siete años. Esto es tomar a Cristo como nuestro descanso para beneficiar a los demás con el descanso y los alimentos. El día de sábado semanal da por resultado el descanso y el refrigerio para el beneficio de otros, y el año sabático da por resultado un suministro abundante de alimentos para los pobres. En principio, ambos indican que debemos tomar a Cristo como nuestro descanso para el suministro y beneficio de otros.

  Si vivimos en Cristo y descansamos en El para el beneficio de los demás, seremos introducidos en el pleno disfrute del Dios Triuno como lo tipifican las fiestas. Tendremos a Cristo como nuestra fiesta de los panes sin levadura, el Espíritu vivificante como nuestra fiesta de la cosecha, y la plenitud del Padre como la fiesta de la siega, nuestra fiesta de los tabernáculos. Este es el pleno disfrute del Dios Triuno en Cristo.

  Mientras disfrutamos del Dios Triuno en Cristo, debemos cuidar cuatro asuntos suplementarios importantes. Primero, nunca debemos mezclar la sangre de la redención con los panes sin levadura. Eso significa que cuando disfrutamos del Dios Triuno en Cristo, no debemos poner la redención de Cristo junto con nuestra vida pecaminosa. Si queremos aplicar la redención de Cristo, debemos abandonar nuestra vida pecaminosa. Todo aquel que permanece en la vida pecaminosa no puede aplicar la sangre de Cristo y no puede compartir de las fiestas. Es imposible disfrutar de las fiestas fuera de la sangre redentora de Cristo. Por consiguiente, cuando aplicamos la sangre, debemos abandonar nuestra vida pecaminosa.

  Segundo, debemos disfrutar de la grosura, la parte más agradable de Cristo, día tras día, y no esperar hasta el día siguiente. No debemos intentar conservar las riquezas de Cristo para el disfrute del día siguiente. Esto está prohibido por Dios. El exige que disfrutemos de la parte más dulce de Cristo hoy. En nuestra experiencia, el día de mañana no solamente puede ser el día siguiente, sino también la hora siguiente o el minuto siguiente. Disfrute a Cristo ahora; no espere otro momento. Dondequiera que usted esté, disfrute de Cristo ahora.

  Tercero, debemos guardar siempre lo máximo de nuestra experiencia de Cristo para la satisfacción de Dios. Debemos llevar estas experiencias, las primicias de los primeros frutos, a la casa de Dios. Cuando disfrutamos al Dios Triuno en Cristo, debemos conservar las experiencias máximas para la satisfacción de Dios.

  Finalmente, debemos guardar la ordenanza de no cocer, ni hervir, un cabrito en la leche de su madre. Esto significa que no debemos matar a los nuevos creyentes en Cristo por nuestro conocimiento de la Palabra o por nuestra experiencia de la Palabra. Matar a otros de esta manera consiste en guisar un cabrito en la leche materna. En lugar de “hervir” a los nuevos o a los jóvenes, debemos usar nuestra experiencia de Cristo y nuestro conocimiento de la Palabra para alimentarlos.

  La leche proviene del alimento nutritivo que digiere una madre. En términos espirituales, todos debemos ser madres en el disfrute de Cristo. Las riquezas de Cristo que digerimos deben de producir leche para la alimentación de los jóvenes. No obstante, existe el peligro de que usemos esta leche no para alimentar a otros, sino para “hervirlos” al condenarlos o al reprenderlos. No use la leche producida en su disfrute del Dios Triuno para condenar a los jóvenes o a los nuevos.

  Los santos con muchas experiencias de Cristo producen mucha leche. No obstante, la mayoría de estos santos tiene la debilidad de usar esta leche para “cocer” a los jóvenes. Aunque estos santos experimentados son “madres”, no alimentan a los jóvenes con su leche. Puesto que los hermanos y las hermanas con más experiencias tienen la tendencia de “hervir” a otros, los jóvenes a menudo se apartan de ellos, considerando a estos santos como demasiado “santos”. Los jóvenes no pueden soportar el “cocer” de los mayores, y prefieren quedarse juntos. Todos debemos prestar atención a la advertencia de no usar nuestra leche, el suministro de Cristo, para hervir a otros, sino siempre usarla para alimentarlos.

  Puesto que la ley de Dios fue dada por El, nos vuelve a El. Por tanto, la ley de Dios con todas las ordenanzas se refiere a cosas espirituales. Ciertas ordenanzas se refieren a nuestra vida caída, y a los pecados, el pecado, Satanás, y los demonios. Otras ordenanzas se refieren a Cristo, la redención de Cristo, y nuestro disfrute de Cristo. En estos capítulos, vemos la economía de Dios. Aún podemos decir que Exodo 21 al 23 condensan toda la Biblia. Por el lado negativo, vemos la caída del hombre, Satanás, los demonios, el pecado, y los pecados. Por el lado positivo, vemos a Dios, Cristo, la cruz, la redención, el disfrute de Cristo, y el pleno disfrute del Dios Triuno por la eternidad. Esta es la economía de Dios.

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