Mensaje 93
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Lectura bíblica: Éx. 25:31-40; 40:4, 24-25
Antes de proseguir con otros puntos relacionados con el candelero, sería útil tener una visión general del candelero. Exodo 25:31 dice: “Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos a un lado, y tres brazos al otro lado”. El candelero se compone de una base, una caña y tres pares de brazos. Había tres brazos a cada lado del candelero. Debajo de cada par de brazos había una manzana que sostenía los dos brazos a la caña. Luego en cada brazo habían tres copas en forma de flores de almendro con manzanas y capullos en flor. Vimos que cada copa estaba compuesta de dos capas: una capa inferior, llamada la manzana o el cáliz, o sea, la parte inferior y verdosa de la flor, y una capa superior de pétalos, la cual en realidad hace la flor. La capa inferior es llamada la manzana, y la capa superior es llamada el capullo en flor. La flor entera, incluyendo el cáliz y la flor, es una copa con la forma de una flor de almendro.
Si queremos estudiar el candelero en su totalidad, debemos ver que tiene veinticinco manzanas. Hay tres en cada brazo: tres sosteniendo un par de brazos cada una y cuatro en la caña del candelero, lo que hace un total de veinticinco. Ya que las tres manzanas que sostienen un par de brazos cada una no tienen flores, el candelero tiene un total de veintidós flores. El pensamiento divino aquí nos deja ver que en realidad el candelero es un árbol con cálices y flores.
Al tener una visión general de todo el candelero, nos damos cuenta de que en realidad parece un árbol. Además, el candelero se describe de este modo para darnos la idea de un crecimiento. Estos versículos hablan de brazos, (ramas, heb.), capullos y flores de almendro. El florecimiento indica crecimiento. Por lo tanto, debemos tener la impresión de que el candelero es un árbol que crece.
Como un árbol, el candelero tiene ciertas características sobresalientes. Primero, es un árbol de oro. El oro representa la naturaleza de Dios. Como dijimos en el mensaje anterior, el candelero de oro es la expresión del Dios Triuno. El Dios Triuno es un árbol vivo, que crece, reverdece y florece.
Vimos que este árbol de oro tiene muchas flores de almendro. En tipología las almendras representan la vida de resurrección. La vara de Aarón que reverdeció con almendras representa la vida de resurrección. Por lo tanto, los almendros en el candelero indican que es un árbol en resurrección. La resurrección es la vida que vence la muerte sin ser dañada o herida por ésta. La muerte no puede hacerle nada a la vida de resurrección. La muerte puede dañar otras formas de vida, como la vida vegetal, la vida animal y la vida humana. Sólo una clase de vida no puede ser dañada por la muerte, esta es la vida de resurrección. La resurrección es la vida que pasa por la muerte y no puede ser retenida por ella. Conforme a toda la revelación de las Escrituras, Dios mismo es esta vida de resurrección.
El candelero, obviamente, da luz. Sin embargo, su importancia no radica en la luz, sino en la vida. La luz está sobre el candelero y debajo de ésta están las flores. El candelero es algo que crece. El cáliz debajo de cada par de brazos, que parecen ramas, indica el crecimiento de la vida. Estas ramas son producidas por el crecimiento de la vida. Así que, con el candelero vemos el crecimiento de la vida que ocurre bajo el brillo de la luz. La vida produce la luz y florece con la luz. Esto significa que la luz es en realidad el florecimiento de la vida. Cuando crecemos y florecemos, la luz brilla. Nuestro florecimiento es nuestro brillar. Crecemos con la vida, pero florecemos la luz.
Hasta ahora, hemos visto que en el candelero tenemos la naturaleza divina, la resurrección y la luz. Las siete lámparas del candelero (v. 37) representan el Espíritu. Así que, en el candelero hay cinco asuntos importantes: la naturaleza divina, la resurrección, la vida, el Espíritu y la luz. La revelación en la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, corresponde con el candelero en estos cinco asuntos.
Ahora debemos ver que como aquellos que creen en Cristo, somos parte de este maravilloso árbol. Salto de gozo al darme cuenta de que soy parte de este árbol de oro. ¡Alabado sea el Señor porque somos parte de este árbol que está en resurrección y que tiene la naturaleza divina, la vida, el Espíritu y la luz brillante!
El candelero en Exodo 25 representa al Dios Triuno corporificado en Cristo. El candelero en Zacarías 4 representa al Dios Triuno expresado en el Espíritu. Y en Apocalipsis tenemos el candelero reproducido y multiplicado. Tanto en Exodo 25 como en Zacarías 4 tenemos un solo candelero, pero en Apocalipsis 1 tenemos siete. El candelero se ha reproducido en siete candeleros. Estos son la iglesia. Debido a que el candelero ha llegado a ser la iglesia y todos somos parte de la iglesia, podemos decir que somos parte del candelero. Yo tengo la valentía para testificar que soy parte del candelero. Espero que todos los santos puedan declarar este maravilloso hecho. ¿Acaso usted no tiene la naturaleza divina? ¿Acaso no tiene la resurrección, la vida, el Espíritu y la luz brillante? Como verdaderos creyentes en Cristo, nosotros tenemos todas estas cosas.
Vimos que el candelero es un árbol. No es una cosa sin luz ni sin vida. Es viviente, orgánico y lleno de vida. Este es un “candelero-árbol”, o sea, un candelero que crece como un árbol. Este árbol viviente está creciendo, echando ramas, reverdeciendo y floreciendo.
Como dijimos, el florecimiento es el brillar de la luz. Por lo tanto, la luz es la vida que florece. De hecho la luz es la vida. Juan 1:1 y 4 dice: “En el principio era el Verbo ... en El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Este es el brillar de Cristo, la corporificación del Dios Triuno, como la luz de la vida.
El hecho de que el candelero sea de oro significa que, como corporificación de Dios, Cristo es completamente divino. Sin embargo, dos aspectos del candelero apuntan a la humanidad de Cristo. Primero, la caña central del candelero tenía cuatro flores, mientras que cada brazo sólo tenía tres flores. En la Biblia el número cuatro no se compone de dos más dos; sino de tres más uno o de uno más tres. El número tres representa tanto al Dios Triuno como a la resurrección. De hecho, ya dijimos que el Dios Triuno es la resurrección. Así que en la Biblia, el número tres representa al Dios Triuno en resurrección. Y el número cuatro representa a las criaturas. Por ejemplo, tenemos las cuatro criaturas y los cuatro vientos. Por lo tanto, el número cuatro representa a la creación.
Como Dios, Cristo es el Creador, pero como un hombre, es una criatura. Puede que algunos cristianos protesten cuando se les dice que Cristo es tanto el Creador como también una criatura. Sin embargo, la Biblia dice claramente que Cristo tomó la naturaleza humana, que tenía un cuerpo de carne, sangre y huesos. ¿Acaso estos no son los elementos de una criatura? Además, Colosenses 1:15 dice que Cristo es el Primogénito de toda la creación. En el candelero no sólo tenemos al Dios Triuno, sino también a la criatura, representada por el número cuatro. Este es el primer aspecto que señala la humanidad de Cristo en el candelero.
El segundo aspecto del candelero relacionado con la humanidad de Cristo es la mecha. La mecha estaba hecha de fibras, mayormente de algodón. Cuando las lámparas en el candelero eran encendidas, la mecha se quemaba con el aceite. Cada mañana los sacerdotes debían despabilar las lámparas, esto es, despabilar la mecha carbonizada y quemada. La parte carbonizada de la mecha se llama pabilo. Exodo 25:38 habla de las despabiladeras y sus platillos. Las despabiladeras eran usadas para cortar la mecha y los platillos se usaban para contener la parte quemada de la mecha. Cuando el sacerdote despabilaba las lámparas todas la mañanas, él cortaba la mecha carbonizada y también le añadía aceite fresco. Este era el cuidado que los sacerdotes daban al candelero.
La mecha era la única parte del candelero que no estaba hecha de oro. Por lo tanto, la mecha no representa la divinidad sino la humanidad. Además, el hecho de que la mecha se carbonizaba indica que el candelero no sólo representa a Cristo sino a nosotros también. La humanidad de Cristo jamás produciría una mecha carbonizada. Sólo nuestra humanidad es capaz de ser quemada y carbonizada. Seguramente Cristo no tenía necesidad de una despabiladera para recortarlo y ocuparse de El. Al leer los cuatro evangelios, nos damos cuenta de que nunca hubo necesidad de despabilar a Cristo, ya que en Su vivir humano nunca hubo una mecha carbonizada. No obstante, nosotros nos carbonizamos fácilmente y necesitamos ser despabilados cada día.
El avivamiento matutino es un tiempo excelente para experimentar el recorte del Señor, Su despabilar. Yo puedo testificar que Su recorte toma lugar en el momento en que confieso al Señor y le pido que me perdone por mis defectos, fracasos, debilidades y errores. Si consideramos nuestra situación cada día, veremos que siempre hay alguna mecha carbonizada que necesita ser despabilada. Nuestra humanidad es muy baja comparada con la humanidad de Cristo. Su humanidad nunca se carboniza, pero la nuestra se carboniza todos los días y necesita ser despabilada diariamente. Por lo tanto, en nuestra experiencia necesitamos las despabiladeras y los platillos.
Se preguntará quien lleva a cabo este trabajo de recortar, o despabilar. A menudo Cristo mismo nos despabila mientras tenemos comunión con El en la mañana. Otras veces puede que El use a un anciano o a algún santo para hacerlo. Además, los que ministran la Palabra también despabilan a los santos. Si usted es un cristiano que está creciendo y madurando en el Señor, inconscientemente usted despabilará a otros cuando tenga comunión con ellos. Algunos me han dicho que mientras hemos tenido comunión, han sido despabilados por mi. Claro está, yo no tengo la intención de despabilar a nadie. Esto sucede inconscientemente y sin intención. Por ejemplo, un hermano me dijo que algo que yo había dicho en la comunión le ayudó en relación con un problema que tenía con su esposa. Me dijo que este recortar o despabilar, lo ayudaba mucho.
Muchos cristianos no brillan debido a que tienen una mecha carbonizada muy larga. Su mecha carbonizada humea en lugar de brillar. En algunos casos, la mecha puede medir más de doce pulgadas de largo! Necesitamos ser despabilados a fin de que brillemos apropiada y adecuadamente.
Exodo 25:34 dice: “Y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores”. Las cuatro copas en forma de flores de almendro en la caña central del candelero con sus manzanas y sus flores representan la humanidad de Cristo, quien brilla con la vida de resurrección.
El versículo 35 dice: “Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero”. Estas tres manzanas no sostienen flores sino brazos, los cuales parecen ramas. Esto indica que estas ramas están creciendo a fin de extenderse. La manzana o cáliz, que sostiene las ramas, representa a la vida que crece. Las ramas se extienden por medio del crecimiento de la vida. Así que tenemos la vida, el crecimiento y la ramificación. Esto representa la vida de resurrección que se ramifica con el fin de brillar. La vida se ramifica para crecer y así brillar.
Aunque se mencionan las flores, no se dice nada del fruto. De hecho, el fruto es sencillamente la luz brillante. Esto se aplica en nuestro diario vivir con el Señor. Al crecer en la vida de resurrección, debemos reverdecer, florecer y producir fruto. Si comparamos Gálatas 5 con Efesios 5, veremos que este fruto es la luz. En Gálatas 5:22 Pablo habla del fruto del Espíritu, pero en Efesios 5:9 habla del fruto de la luz. De hecho, la luz es el fruto. Damos fruto como resultado de crecer, reverdecer y florecer. Este fruto es el brillo de la luz. ¿Cómo es posible que nuestros parientes, amigos, vecinos, colegas y compañeros de clase vean la luz que está brillando en nosotros? Sólo la podrán ver cuando demos fruto en nuestra vida cristiana, ya que este fruto será la luz.
Tomemos como ejemplo el caso de dos hermanas, una llamada María y la otra Marta. María está creciendo en el Señor y está reverdeciendo, floreciendo y dando fruto. Marta, sin embargo, no crece, sino que permanece en la carne. Cuando Marta tiene contacto con María, ella ve el fruto en la vida de María. Este fruto es la luz. Para María, es fruto, pero para Marta este fruto es la luz que brilla. Marta ve esta luz y es alumbrada por ella. Entonces se da cuenta de que es carnal, mundana y que está alejada del Señor. De esta manera ella es alumbrada por el fruto de la luz que crece, reverdece y florece en María.
A menudo los santos son alumbrados por los mensajes en las reuniones de la iglesia. Este brillo se puede experimentar aunque no se den mensajes. Por ejemplo, tal vez algunas jóvenes vayan a la reunión vestidas de una manera que no es modesta ni apropiada. De forma espontánea, ellas se dan cuenta de la forma en que están vestidas y desean cubrirse. Esta conciencia viene del brillo de la luz en la iglesia. Estas jóvenes no se darían cuenta de esto si estuviesen sentadas en cualquier otro lugar. Esto indica que en las reuniones de la iglesia hay luz. Somos alumbrados en las reuniones debido a que vemos el fruto, el brillo. Por lo tanto, con el candelero tenemos el reverdecer, el florecer y el brillar de la luz como el fruto.
El versículo 36 dice: “Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro”. El hecho de que el candelero y sus manzanas y brazos sean una pieza de oro puro labrada a martillo significa que no se le ha añadido nada y que se constituye solamente de la divinidad de Cristo. Las manzanas y los brazos no fueron añadidos al candelero; ellos eran parte del candelero, el cual es una pieza labrada a martillo y de oro puro. Esto indica que en el candelero no hay mezcla. En nuestra vida cristiana la mezcla trae tinieblas. Sin embargo, cuando nuestra vida cristiana es purificada a través de la naturaleza divina, tenemos la luz.
Exodo 25:37 dice: “Y le harás siete lamparillas”. Las siete lámparas representan los siete Espíritus de Dios y los siete ojos del Cordero (Zac. 4:2, 10; Ap. 4:5; 5:6) los cuales expresan completamente al Dios Triuno.
La última parte del versículo 37 dice: “las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante”. El candelero se alumbra a sí mismo por las tres lámparas a cada lado. Ambos lados del candelero se alumbran mutuamente. El brillo se dirigía hacia adelante del candelero. En hebreo la frase “hacia adelante” significa “mirar hacia”. Por medio de los brazos a cada lado, el candelero se alumbra a sí mismo. Las tres lámparas a cada lado del candelero miran hacia la caña central y también se miran una a la otra. Esto representa el brillo de Cristo en Su vida de resurrección, llevando el testimonio por Sí mismo y confirmándolo. La luz divina que brilla dentro de nosotros da testimonio de sí misma y se confirma a sí misma. De las siete lámparas, sólo una, la lámpara en la caña central, alumbra hacia arriba. Las otras seis alumbran mirando hacia la caña central. En conclusión, las siete lámparas alumbran como una sola luz. Estas no dan siete luces, sino una sola luz.
El brillo de los seis brazos divididos en tres pares, que brillan hacia la caña central del candelero, significa que Cristo es el objetivo central del brillo de todas las iglesias y los santos por el Espíritu con la vida de resurrección. Las iglesias y los santos todos toman a Cristo como el objeto de su brillo.
Dijimos que era la responsabilidad de los sacerdotes encender las lámparas. Un sacerdote que enciende las lámparas significa que Cristo o cualquiera que sirve como sacerdote con Cristo, mantiene la vida de resurrección brillando (Ap. 1:20; Fil. 2:15).
El versículo 38 dice: “También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro”. Las despabiladeras y los platillos para recortar las mechas carbonizadas representan la terminación de la vida natural vieja y carbonizada para que el brillo de la vida de resurrección sea más intenso y puro. En nuestra experiencia las despabiladeras no sólo son cosas y asuntos sino también las personas envueltas en el despabilar. Nuestra vida natural carbonizada necesita ser despabilada para que el brillo de la vida de resurrección sea más intenso y puro.
Según el versículo 38, las despabiladeras y los platillos eran de oro puro. Esto significa que este recorte, la purificación, debe ser efectuado totalmente por la naturaleza divina. Supongamos que una hermana llamada Carol visita a una hermana llamada Carla. Carol se da cuenta de que la mecha carbonizada de Carla es muy larga, ella se ofende y amonesta a Carla. Esta amonestación no recortará la mecha carbonizada de Carla, más bien la alargará, ya que esto no fue originado por la naturaleza divina. Pero, si Carol ejercita su espíritu y busca al Señor para obtener Su dirección mientras ellas tienen comunión, la mecha de Carla será despabilada inconscientemente y sin querer. En tal caso Carol se dejará llevar por la naturaleza divina, y ésta hará el corte, la limpieza y la purificación. Este es el significado de que las despabiladeras y los platillos estén hechos de oro puro.
El versículo 39 declara: “De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios”. El candelero con todos sus utensilios pesaba un talento de oro fino. El talento era la medida de peso que los hebreos usaban. Un talento es igual a cien libras aproximadamente. Esta unidad de peso completa significa que Cristo como el candelero que alumbra con la luz divina en resurrección es de un peso completo y perfecto.
El candelero estaba en el Lugar Santo, junto a la mesa del pan de la presencia y cerca del arca. Con la mesa tenemos el suministro de vida, y con el candelero tenemos el brillo de la vida. La posición del candelero con respecto a la mesa y al arca indica que en la iglesia la luz de la verdad y el suministro de vida deben ser semejantes y balancear el uno al otro para llevar a Cristo como el testimonio de Dios.
En el arreglo del mobiliario del tabernáculo, al candelero le sigue el altar de incienso (Éx. 37:23-25; 40:24-27). Según el capítulo treinta y siete, el altar de incienso se hizo después del candelero. En el capítulo cuarenta vemos que el altar de incienso se colocaba después del candelero. Esto significa que el Cristo que brilla en la resurrección como la luz divina nos pone en contacto con Dios mediante el dulce aroma de la oración. En nuestra experiencia vamos de la mesa al candelero, y de allí al altar de incienso. Espontáneamente, el Cristo que brilla como la luz divina en resurrección nos dirige a orar. Cuando somos alumbrados por Cristo, El nos guía en oración para tocar a Dios.
Había tres niveles diferentes de luz en el tabernáculo. En primer lugar, estaba la luz natural del atrio. El atrio no tenía ninguna cubierta. Allí la luz provenía del sol durante el día y de la luna y las estrellas durante la noche. Por tanto, esta luz era natural. Debido a que muchos cristianos en la actualidad están en el atrio, la luz que tienen es natural.
La luz en el Lugar Santo provenía del candelero. Esta luz representa al Cristo que brilla en resurrección y en el Espíritu. Esta luz excluye todos los pensamientos, conceptos y perspectivas humanas. No debemos hacer nada conforme a la luz natural. Muchos cristianos todavía ven las cosas desde el punto de vista de su filosofía, cultura, trasfondo, educación y perspectivas naturales. En el recobro del Señor debemos tener una perspectiva diferente. Necesitamos que el candelero nos alumbre en el Lugar Santo. Sólo cuando seamos alumbrados por Cristo seremos capaces de dejar nuestros pensamientos, conceptos y perspectivas naturales.
La luz en el Lugar Santísimo proviene de la gloria shekinah de Dios. Por lo tanto, la luz en el Lugar Santísimo es más profunda. La luz natural del atrio es la luz de afuera, la del candelero en el Lugar Santo es la luz interna y la gloria shekinah de Dios en el Lugar Santísimo es la luz más profunda, esta es la gloria de Dios que aparece sobre Cristo como la cubierta del propiciatorio. Por lo tanto, la gloria de Dios es nuestra luz más profunda.
Finalmente en Apocalipsis 1:20; 4:5; y 5:6, el candelero llega a ser la iglesia que lleva el testimonio de Jesús, y las siete lámparas llegan a ser los siete Espíritus de Dios que expresan al Dios Triuno. El candelero de Exodo 25 se ha multplicado siete veces en Apocalipsis 1. Hoy las iglesias son los candeleros que dan testimonio de Jesús, y los siete Espíritus de Dios son las siete lámparas que expresan al Dios Triuno. En el recobro del Señor esperamos que todos los santos vivan una vida que brille y todas las iglesias locales sean un candelero que lleva el testimonio de Jesús. Entonces tendremos al Espíritu Santo como los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado, que expresa al Dios Triuno en medio de todas las iglesias en el recobro del Señor.