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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 10

CUATRO PUNTOS CRUCIALES RELACIONADOS CON LA PARTICIPACION QUE TENEMOS DE CRISTO

  Lectura bíblica: 1 Co. 1:2, 9; 6:17; 10:16

  En este mensaje examinaremos cuatro puntos cruciales contenidos en los diez primeros capítulos de 1 Corintios. En 1:2 Pablo dice: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Dudo que la mayoría de los que leen esta epístola presten la debida atención a los elementos que se mencionan en este versículo, uno de los cuales constituye el primer punto crucial. Se trata de la expresión “de ellos y nuestro”. En el versículo 9 Pablo añade: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. En este versículo, la comunión del Hijo de Dios constituye el punto crucial, el cual le sigue al del versículo 2 en la secuencia de la experiencia. El tercer punto crucial se encuentra en 6:17, donde Pablo dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. En nuestra experiencia, ser un solo espíritu con el Señor viene después de ser llamados por Dios a la comunión de Su Hijo. El cuarto punto crucial está relacionado con la comunión de la sangre de Cristo y del cuerpo de Cristo. Pablo habla de esto en 10:16: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” Este versículo se refiere a la mesa del Señor. Así que, los cuatro puntos cruciales contenidos en estos versículos son: el Cristo que es de ellos y nuestro, la comunión del Hijo de Dios, ser un solo espíritu con el Señor y la mesa del Señor.

LA PERSONA DE PABLO Y SU ESPIRITU

  Si queremos entender estos puntos debemos examinar la manera en que Pablo confronta los problemas que existían entre los creyentes de Corinto. La manera en que una persona maneja un problema depende de la clase de persona que sea. El mismo problema será solucionado de diferente manera según las distintas personas que lo manejen. Por ejemplo, una persona que ocupa un alto cargo en el gobierno confrontará los problemas de manera distinta a la de un ladrón. Del mismo modo, un profesor resolverá los dilemas de una manera distinta que una persona con educación limitada. Por cierto, un oficial del gobierno, un ladrón, un profesor y una persona inculta manejarán el mismo problema de una manera diferente. En cada caso se resolverá el problema dependiendo completamente de quien lo maneje. Usando este mismo principio, vemos que la manera en que Pablo hace frente a los problemas que existían entre los corintios se basa en la clase de persona que él es. Por consiguiente, para entender cómo confronta Pablo los problemas, debemos conocer su persona y lo que había en su interior.

  Al leer 1 Corintios debemos entrar en el espíritu de Pablo y tocar la carga que había en él. Tocar su espíritu de esta manera equivale a tocar la realidad de su ser, ya que el espíritu es la realidad de una persona. Esto significa que su espíritu es su yo verdadero, la verdadera persona. La realidad de nuestro ser no es nuestra mente, nuestra parte emotiva, ni mucho menos algún aspecto de nuestro cuerpo físico. Nuestro espíritu constituye la realidad de lo que somos. Por esta razón, la autenticidad de una persona se descubre verdaderamente cuando ésta pierde la calma, pues en ese momento se manifiesta su espíritu. Pero cuando nos comportamos cuidadosamente y actuamos de cierta manera, es posible que escondamos la realidad de lo que somos y no expresemos nuestra verdadera persona. Sin embargo, cuando se manifiesta nuestro espíritu, expresamos la realidad de nuestro ser. Muchas veces sucede cuando nos enojamos y perdemos la calma. Lo esencial que debemos comprender es que cuando tocamos el espíritu de una persona, tocamos la realidad de su ser.

  Al leer la Biblia es muy importante que toquemos el espíritu del escritor. De lo contrario, no entenderemos el significado de lo que dice. Sólo conoceremos sus escritos superficialmente y según la letra. Pero cuando entramos en el espíritu del escritor, tocamos la profundidad de sus escritos.

  Cuando Pablo escribió 1 Corintios, él estaba lleno del Dios Triuno. Había sido infundido, lleno e impregnado del Padre, del Hijo y del Espíritu. Además, Pablo recibió la visión completa de la economía de Dios. Se dio cuenta de que la intención del Dios Triuno era impartirse en Su pueblo escogido y redimido. Como miembro de este pueblo, Pablo había experimentado dicha impartición. El sabía que Dios el Padre es la fuente, que Dios el Hijo es el manantial, y que Dios el Espíritu es el fluir. También estaba consciente de que el Dios Triuno se había impartido en él con el propósito de obtener la expresión corporativa de Dios. Pablo no sólo entendía todas estas cosas, sino que ellas también estaban en él y formaban parte de su ser. Así que, él era una persona llena del Dios Triuno y de Su economía. Esto debe ayudarnos a ver qué clase de persona era Pablo, y cuáles eran los elementos básicos que constituían su ser.

  Ya que Pablo estaba lleno del Dios Triuno y de Su economía, él manejó los problemas que existían entre los creyentes corintios conforme a lo que él era. Si vemos esto, podremos entender la razón por la cual Pablo se dirigió a la iglesia de Corinto de la manera en que lo hizo.

LOS QUE INVOCAN EL NOMBRE DEL SEÑOR

  Al ocuparse de los problemas de la iglesia de Corinto, Pablo incluye los versículos que citamos al principio de este mensaje. Aun 1:2 muestra un aspecto de la manera en que los confrontó. En este versículo él se refiere a los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. Tal vez a la mayoría de los que leen esta epístola les parezca que este versículo no tiene nada que ver con los problemas que Pablo confronta más adelante. Además, pudiéramos pensar que este versículo no contiene nada que ayude a solucionar dichos problemas. Cuando estudié esta epístola hace muchos años y preparé un bosquejo detallado de ella incluyendo muchas notas, no le presté mucha atención a este versículo. Me preguntaba qué relación podía existir entre invocar el nombre del Señor Jesús en cualquier lugar y los problemas que experimentaban los creyentes de Corinto. Si yo hubiera sido el escritor, es probable que no habría incluido este versículo. Sin embargo, 1:2 contiene una herramienta importante que Pablo utiliza para hacer frente a los problemas de los corintios.

LA COMUNION DEL HIJO DE DIOS

  Lo que dice 1 Corintios 1:9 parece tener una relación más directa con los problemas de los corintios. Pablo empieza este versículo diciendo: “Dios es fiel” y añade que el Dios fiel nos llamó a la comunión de Su Hijo, Jesucristo. No creo que los creyentes corintios entendieran lo que Pablo quería decir al hablar de la comunión del Hijo de Dios. Pero ¿por qué usaría una expresión que ellos no entendían? ¿cuál era su objetivo al decirles que habían sido llamados a la comunión del Hijo de Dios? ¿que ayuda podía proporcionar eso a los facciosos corintios, quienes decían que eran de Pablo, de Apolos, de Cefas, o de un Cristo limitado? Para ellos, esas palabras deben haberles parecido un idioma extraño. Es posible que mientras leían la epístola, algunos se dijeran a sí mismos: “Pablo, ¿por qué nos dices que hemos sido llamados a la comunión del Hijo de Dios? ¿Qué quieres decir con eso?”

UN SOLO ESPIRITU CON EL SEÑOR

  En 6:12-20 Pablo hace frente al abuso de libertad en cuanto a los alimentos y al cuerpo. De repente, escribe: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Quizás nos preguntemos qué tiene que ver esta cláusula con el abuso de alimentos y del cuerpo. Por supuesto, al leer estas palabras es posible que entendamos algo por el contexto del versículo, pero si no tenemos la visión que tenía Pablo, no entenderemos por qué se incluyó. No valoraremos que se trata de una herramienta muy útil empleada por Pablo al dirigirse a los corintios para hacerle frente a los problemas de ellos.

LA BUENA TIERRA Y LA MESA DEL SEÑOR

  En 10:1-13 Pablo usa la historia de los hijos de Israel en el Antiguo Testamento como tipo de los creyentes neotestamentarios (v. 6). De hecho, él usa específicamente la experiencia que los hijos de Israel tuvieron en el desierto como un tipo para amonestar a los corintios. Les dice que el pueblo de Dios cruzó el mar y que “todos para con Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar” (10:2), que “todos comieron el mismo alimento espiritual” y que “todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (vs. 3-4). En el versículo 5 Pablo dice con un tono grave: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto”. Luego añade explícitamente: “Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros”. Si leemos detenidamente este pasaje de 1 Corintios, tal vez nos preguntemos cuál era el propósito principal de Pablo al dar esta advertencia.

  Esta advertencia está relacionada con el disfrute que tenemos de Cristo como la buena tierra. Pablo perecía decir: “Corintios, deben tener cuidado. Dios prometió la buena tierra a los hijos de Israel, y ésta yacía ante ellos, pero la mayoría no entró en ella. Dios no se agradó de los más de ellos; por lo cual murieron y quedaron postrados en el desierto. No recibieron la buena tierra que Dios les había prometió como herencia. Deben tener cuidado, no sea que les suceda lo mismo. Ustedes, creyentes de Corinto, también tienen una meta que Dios les prometió, la cual es entrar en Cristo como la buena tierra. Pero existe el riesgo de que no entren en El y sean esparcidos en el desierto y, por ende, no reciban la promesa de llegar a Cristo como la buena tierra”. No hay duda de que este concepto referente a la buena tierra está implícito en estos versículos.

  Después de presentarles la advertencia basada en el tipo de los hijos de Israel, Pablo habla de la mesa del Señor. En 10:16 dice: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” Si comprendemos debidamente el objetivo que Pablo tenía al escribir estas palabras, veremos que son la continuación de la advertencia que dio con respecto a perder el disfrute de la buena tierra, el pleno disfrute del rico Cristo prometido por Dios. Además, disfrutar al rico Cristo equivale a participar de la comunión de Su cuerpo y Su sangre. En otras palabras, este disfrute se refiere a la mesa.

EL RICO DISFRUTE QUE TENEMOS DE CRISTO COMO NUESTRA PORCION

  Juntemos ahora los cuatro puntos cruciales y veamos el cuadro que éstos presentan. En 1:2 vemos que Dios, basándose en Su economía, nos dio a Cristo por porción. Como tal, Cristo es tanto de ellos como nuestro y podemos disfrutarlo sencillamente invocando Su nombre. Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús obtenemos Su persona, y Su persona se convierte en nuestra porción.

  Según 1:9, Dios nos llamó a la comunión de Su Hijo Jesucristo. Esto significa que nos llamó a disfrutar, a participar de la persona de Cristo como nuestra porción. Puesto que Dios nos llamó a deleitarnos de esta persona, debemos ser los que invocan Su nombre. En el versículo 9, la palabra llamados es una repetición de la misma palabra que se menciona en el versículo 2, donde Pablo habla de los santos llamados. Nosotros, los santos llamados, fuimos llamados por el Dios fiel a la comunión, la participación, el disfrute, de Su Hijo. Al invocar el nombre del Señor Jesús, lo disfrutamos como Aquel que es de ellos y nuestro. Esta es la conexión y la continuación entre los versículos 2 y 9.

  Sabiendo que fuimos llamados a la comunión de Cristo y que ahora debemos invocarle para disfrutarle como nuestra porción, quizás nos preguntemos cómo podemos experimentar a Cristo de una manera práctica. Lo podemos experimentar mediante el Espíritu como electricidad celestial. Hemos expresado en varias ocasiones que en 6:17 Pablo dice que el que se une al Señor es un solo espíritu con El. En este versículo, la palabra une es un sinónimo de la palabra comunión en 1:9. La comunión y la unión se refieren a lo mismo. Por ejemplo, si usted se une a un santo, usted tiene comunión con él. La unión equivale a la comunión. Esto nos ayuda a ver la conexión entre 1:2 y 9, y 6:17. La palabra llamados en 1:9 conecta este versículo al 1:2, y la palabra une en 6:17 conecta ese versículo al 1:9.

  La manera de disfrutar al Señor en nuestra experiencia consiste en disfrutarle como Espíritu en nuestro espíritu. Hoy Cristo es el Espíritu vivificante, y nosotros tenemos un espíritu humano regenerado. Cuando nos unimos a El, llegamos a ser un solo espíritu con El. Cada vez que estamos en esta unión, estamos en la comunión de Cristo. Además, cuando ejercitamos nuestro espíritu para invocar el nombre del Señor Jesús, activamos esta comunión y así disfrutamos a Cristo. ¡Cuán rico es este disfrute!

  Este disfrute es representado por la mesa del Señor en el capítulo 10. La mesa es un símbolo de disfrute, pues ella es un banquete. Por supuesto, la palabra comunión se usa dos veces en 10:16, una con respecto a la comunión del cuerpo del Señor y la otra, a la comunión de Su sangre. En 1:9, se habla de la comunión que tenemos en el Hijo de Dios, pero en 10:16, esta comunión se convierte en la comunión del cuerpo y de la sangre del Señor, lo cual indica que Cristo se procesó por medio de la muerte y la resurrección para convertirse en la comida que está sobre la mesa para nuestro disfrute.

  El proceso por el cual pasa una gallina al ser preparada para ser comestible puede servirnos como ejemplo del proceso que pasó Cristo. Para que una gallina sirva de alimento, debe ser muerta, preparada y cocinada. El Hijo de Dios, Jesucristo, también fue muerto, preparado y procesado, o sea, “cocinado”, para ser el cuerpo y la sangre que están sobre la mesa, para que los comamos. De este modo, El está disponible para que lo disfrutemos.

  Cuando juntamos los cuatro puntos cruciales, tenemos el pleno disfrute del Hijo de Dios, el cual fue procesado, “cocinado”. El se hizo el Espíritu y nosotros tenemos un espíritu regenerado. Al unirnos a El, los dos espíritus se hicieron uno solo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para invocar el nombre del Señor Jesús, le disfrutamos a El como nuestra porción y experimentamos la comunión de Cristo de una manera práctica.

  Los cuatro puntos que Pablo abarca en estos versículos constituyen herramientas que él utiliza para hacer frente a los problemas que existían entre los corintios. Puesto que estos puntos yacían en lo profundo del espíritu de Pablo, ellos surgieron desde su ser al confrontar él los problemas. No obstante, los cristianos que leen esta epístola de modo superficial no entienden estos elementos en absoluto. Pero si los estudiamos y los entendemos, tendremos una visión profunda y más completa de la mesa del Señor. Además, si tenemos esta visión cuando vamos a la mesa, el disfrute que tenemos de Cristo será diferente. Por otra parte, si disfrutamos al Hijo de Dios de esta manera, se solucionarán todos los problemas. ¡Alabado sea el Señor por la manera en que Pablo maneja los problemas que existen entre los cristianos! Debemos tomar en consideración la conexión que existe entre estos cuatro versículos hasta que nuestra visión llegue a ser clara. Entonces tocaremos las profundidades de los diez primeros capítulos de 1 Corintios. Es crucial que toquemos las profundidades de esta epístola.

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