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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 24

SE NECESITA CRECER EN VIDA

(1)

  Lectura bíblica: 1 Co. 3:1-9

  El concepto fundamental que Pablo presenta en los capítulos uno y dos es que Cristo es el centro de Dios y la porción de los santos. A partir del capítulo tres, él comienza a hablar respecto a la iglesia. Al abordar este tema, escribe de una manera muy significativa, provechosa y vivificante, por la cual alimenta, planta y riega a fin de que haya crecimiento. En 3:9 Pablo dice que la iglesia es labranza de Dios y edificio de Dios. Aunque en este capítulo no emplea la palabra iglesia, habla de ella maravillosamente; no según la doctrina, ni siquiera la doctrina de la vida, sino según la experiencia de vida.

ESPIRITUAL, ANIMICO Y CARNAL

  En 3:1 Pablo dice: “Y yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo”. Pablo fue muy franco al decir a los corintios que no pudo hablarles como a hombres espirituales, sino como a carne. Un hombre espiritual no se comporta conforme a la carne ni según la vida del alma, sino que vive conforme al espíritu, a saber, su espíritu mezclado con el Espíritu de Dios. Es dominado, gobernado, guiado, motivado y dirigido por el espíritu mezclado.

  La expresión como a carne del versículo 1 es más fuerte que la palabra carnales del versículo 3. La primera denota ser hecho de carne, mientras que la segunda se refiere a uno que está bajo la influencia de la naturaleza carnal y que participa del carácter de la carne. En el versículo 1 el apóstol consideró que los creyentes corintios eran totalmente de la carne, que estaban hechos de carne y que no eran más que carne. ¡Qué expresión tan severa! Luego, en el versículo 3 Pablo juzgó que la manera celosa y contenciosa con la que ellos se comportaban era carnal, y la condenó, indicándoles que tal comportamiento era influenciado por su naturaleza carnal y que al conducirse de esa manera participaban del carácter de la carne.

  Esta epístola revela claramente que el creyente puede ser una de tres clases de personas: (1) un hombre espiritual, que vive en su espíritu bajo la unción del Espíritu Santo (Ro. 8:4; Gá. 5:25); (2) un hombre anímico, que sigue la dirección del alma, de la vida natural (2:14); o (3) un hombre que es totalmente de la carne y carnal, al cual lo rige la naturaleza de la carne. El Señor desea que todos Sus creyentes reciban Su gracia y formen parte de la primera categoría, la de hombres espirituales. Esta era la meta de esta epístola: motivar a los creyentes corintios, que eran anímicos, de la carne y carnales, a que aspiraran a crecer en vida y así llegaran a ser espirituales (2:15; 3:1; 14:37). Ya que fuimos llamados por Dios a la comunión de Cristo (1:9), quien es ahora el Espíritu vivificante (15:45), y puesto que somos un espíritu con El (6:17), podemos experimentarlo y disfrutarlo sólo cuando vivimos en nuestro espíritu bajo la dirección del Espíritu Santo. Cuando vivimos en el alma o en la carne, no podemos participar de El ni disfrutarle.

NIÑOS EN CRISTO

  Pablo se refiere a los creyentes de Corinto como niños en Cristo (3:1). Aunque ellos habían recibido los dones iniciales en vida sin que les faltara ninguno (1:7), no habían crecido en vida después de recibirlos, sino que seguían siendo niños en Cristo, personas que no se conducían por el espíritu sino por la carne. El apóstol señaló la deficiencia y la necesidad que tenían de crecer en vida hasta alcanzar la madurez, o sea, ser plenamente maduros (2:6; Col. 1:28).

  Pablo añade en el versículo 2: “Os di a beber leche, y no alimento sólido; porque aún no erais capaces de recibirlo. Pero ni siquiera sois capaces ahora”. Dar a beber o dar a comer es alimentar a otros. Alimentar es algo orgánico y es diferente de enseñar, lo cual es cuestión de conocimiento. Lo que el apóstol ministró a los creyentes de Corinto parecía ser conocimiento, pero en realidad, era leche (aún no alimento sólido), y ésta debía de nutrirlos. La leche se da principalmente a los pequeños, mientras que el alimento sólido, a los maduros (He. 5:12). Los creyentes de Corinto no podían recibir el alimento sólido, lo cual indica que no estaban creciendo en vida.

  En el versículo 3 Pablo añade: “Porque todavía sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos y contiendas, ¿no sois carnales, y andáis según lo humano?” Los celos y las contiendas son manifestaciones, rasgos, de la naturaleza de la carne. Por tanto, caracterizan a los que viven en la carne, a los carnales. Todo hombre caído es simplemente carne (Ro. 3:20; Gá. 2:16 ). Así que, andar según lo humano es andar según la carne.

  El versículo 4 dice: “Porque diciendo el uno: Yo soy de Pablo; y el otro; Yo soy de Apolos, ¿no sois hombres de la carne?” La expresión hombres de la carne se refiere a hombres naturales caídos, a hombres del mundo. Nosotros debemos andar según el espíritu mezclado, y no por el hombre natural. No obstante, los corintios, al decir que eran de Pablo o de Apolos, se conducían por el hombre caído; no vivían según el Espíritu que estaba en su espíritu regenerado.

  En el versículo 8, Pablo afirma: “Ahora bien, el que planta y el que riega uno son”. Pablo parecía decir: “Yo y Apolos somos uno. Yo soy uno con él, y él es uno conmigo. ¿Por qué intentan dividirnos? ¿Por qué dicen algunos que son de él, y otros que son míos? Hablar así equivale a ser faccioso. Apolos y yo somos uno en el único ministerio. Yo planté y él regó, pero ambos compartimos el mismo ministerio. Además, cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su labor. Nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes Su labranza, Su edificio”.

LAS PLANTAS NECESITAN CRECER

  En 3:1-9 vemos que para Pablo todos los creyentes son plantas que necesitan crecimiento. Lo más esencial para una planta es crecer. Los creyentes de Corinto no carecían de los dones iniciales en vida —la vida eterna y el Espíritu Santo— lo que les faltaba urgentemente era crecer en vida. El objetivo por el cual se dan los dones iniciales es que se produzca el crecimiento y el desarrollo.

  Hoy muchos cristianos no están conscientes de haber recibido los dones iniciales en vida y de que urgentemente necesitan crecer en vida. Lo que más descuidan los creyentes es los dones iniciales, los cuales producen el crecimiento en la vida. Espero que muchos de nosotros, en especial los jóvenes, estén conscientes de que poseen la vida divina y el Espíritu Santo, y que estos dones necesitan crecer y desarrollarse.

  Los creyentes de Corinto habían recibido los dones iniciales en forma de semilla, lo cual significa que la semilla había sido sembrada en su ser, y que su ser era la tierra en la cual crecería la semilla. Pero aunque recibieron la semilla, todavía necesitaban crecer en vida a fin de que se desarrollaran los dones recibidos.

LOS DONES INICIALES Y LOS DONES MILAGROSOS

  Muchos cristianos hablan de los dones, pero no prestan atención a los dones iniciales. Los dones de 1:7 son diferentes a los que se mencionan en los capítulos doce y catorce. Estos últimos no son los dones iniciales, sino los dones milagrosos y los dones de madurez. Hablar en lenguas de manera auténtica constituye un don milagroso. Por ejemplo, indudablemente fue un milagro el que el asna de Balaam hablara en un idioma humano. Pero aunque podamos llamarle a eso un don, de seguro es diferente de los dones iniciales, los cuales son orgánicos. A los creyentes les encanta la manifestación de los dones milagrosos, pero tal vez les parezca que la vida eterna y el Espíritu Santo son dones demasiado comunes e indignos de atención. No obstante, pese a que los dones milagrosos provienen de Dios, en realidad no tienen el mismo valor que los dones iniciales. Sin duda, fue Dios el que hizo que el asna de Balaam hablara en lenguas. Pero ese acontecimiento milagroso no le trajo ningún beneficio orgánico ni al asna ni a Balaam.

  Hoy muchos cristianos aprecian los dones milagrosos más que los dones iniciales. Algunos se sentirían complacidos si todos los creyentes hablaran en lenguas, aunque éstas no fueran auténticas. Doy testimonio de esto basándome en mi propia experiencia. En 1963 se me invitó a asistir a unas reuniones de un grupo pentecostal. Después de una de ellas, el líder del grupo y su mujer intentaron hacer que un hermano chino hablara en lenguas. La mujer le dijo que no hablara ni en Inglés ni en Chino, sino que profiriera otros sonidos. El hermano se dio cuenta de que para zafarse de la situación tenía que decir algo, y recordando algunas palabras del idioma malayo, expresó algo. Al oírlo la pareja, le aplaudió y se regocijó de que aquel hermano hablara en lenguas. Al día siguiente le expliqué a la pareja lo que en realidad había acontecido y les hice algunas preguntas en cuanto a su práctica.

  Además, en otra de las reuniones, una mujer dio un corto mensaje en lenguas. Luego, un joven profirió una larga interpretación del mismo. Más tarde, el líder del grupo reconoció que la interpretación no era auténtica. Le pregunté por qué se ocupaba de esas prácticas teniendo un rico Cristo al cual ministrar a los demás. En respuesta a mi pregunta no tuvo nada que decir.

  Los creyentes pentecostales pasan por alto los dones iniciales y prefieren los dones milagrosos, mientras que muchos cristianos ortodoxos no le prestan atención a los dones, sino a las doctrinas. Así que, tanto los unos como los otros descuidan los dones iniciales, es decir, los dones de la vida divina y del Espíritu Santo. ¡Cuán lamentable es la situación que prevalece entre tantos cristianos hoy! Esto hace que aumente en mí la carga por seguir recalcando la crucial importancia de experimentar los dones iniciales. Todos debemos ver que estos dones son la semilla que nos fue sembrada y que deben desarrollarse y ser cultivados. En esta epístola Pablo pretende desarrollar y cultivar los dones iniciales recibidos por los creyentes corintios. El comprendía que ellos eran niños y que urgentemente necesitaban crecer. Seguía alimentándoles con leche, pero su deseo era suministrarles el alimento sólido.

SE CRECE AL RECIBIR EL SUMINISTRO DE VIDA

  Quisiera volver a recalcar que cuando leamos o estudiemos la Biblia, debemos entrar en el espíritu del escritor. En 1 Corintios 3 la carga que había en el espíritu de Pablo consistía en ayudar a los creyentes de Corinto a que se dieran cuenta de lo que poseían y lo que necesitaban. Ellos poseían la vida divina y el Espíritu Santo, y su necesidad era crecer; crecer en vida y en el Espíritu Santo. Pero ¿cómo podían crecer los creyentes? Si deseaban crecer, debían ser regados.

  Aunque los santos pueden regarse mutuamente, el crecimiento proviene únicamente de Dios. Como dijo Pablo: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. Puesto que el crecimiento proviene de Dios, los que riegan a otros deben ayudarles a tocar a Dios. De hecho, tocar a Dios equivale a ser regado. Así que, la mejor manera de ser regados es entrar en contacto con Dios. Si usted ayuda a un creyente débil o nuevo a hacer esto, él será regado. El riego suministrará los ingredientes vitales a los que ya poseen la vida divina. Al serles añadidos dichos ingredientes, tendrán una provisión de vida adicional y espontáneamente crecerán. Tal como el fertilizante hace que las plantas crezcan de manera espontánea, así crecerán los creyentes de Cristo al recibir una provisión de vida adicional.

  A muchos de los que están en el movimiento carismático o en el movimiento pentecostal no les interesa la vida ni el crecimiento de la misma. En la mayoría de los casos ni siquiera entienden qué es la vida. En lugar de interesarse por el desarrollo de la vida divina que está en ellos, se enfocan en los dones milagrosos. Como resultado, muchos de los que dan énfasis a dones tales como hablar en lenguas son sumamente inmaduros. El énfasis de Pablo en 1 Corintios es muy diferente. Esta epístola revela que Cristo es el centro de la economía de Dios y nuestra porción para que le disfrutemos. Esta maravillosa persona ahora es el Espíritu vivificante que habita en nuestro espíritu, el cual debemos ejercitar continuamente para ser uno solo espíritu con El. Cuanto más toquemos al Señor de esta manera, más seremos regados, suministrados y nutridos, y creceremos espontáneamente. Doy gracias al Señor de que en las iglesias por todo el mundo hay muchos santos que están experimentando el auténtico crecimiento en vida. Lo que necesitamos en el recobro del Señor, y lo que el Señor desea es que la vida crezca en nosotros, que se desarrollen los dones iniciales.

  En 3:1 Pablo dice que los creyentes de Corinto eran niños en Cristo. Por supuesto, ellos habían sido salvos, pero no eran espirituales sino carnales y aun la carne misma. Manifestaban signos de infancia: no eran capaces de recibir el alimento sólido sino sólo leche; entre ellos había celos y contiendas; andaban según lo humano; y exaltaban a los gigantes espirituales, causando así divisiones.

  La situación de Corinto era la misma que la que prevalece hoy entre muchos creyentes. Casi en todos los grupos cristianos se exalta a los líderes espirituales de tal manera que genera divisiones. Además, muchos cristianos son incapaces de recibir el alimento sólido; sólo pueden recibir un poco de leche.

  Pablo sabía que los creyentes de Corinto necesitaban ser alimentados, regados y recibir una provisión de vida adicional. Necesitaban que se les diera el alimento sólido (v. 2), que se les regara continuamente (vs. 6-7) y que se les diera una provisión de vida adicional de parte de Dios a fin de que crecieran en vida. Esto mismo es necesario en la vida de iglesia hoy. Necesitamos que se nos dé el alimento sólido, necesitamos regar a otros y ser regados por los demás. Ya vimos que hasta los más nuevos y los más débiles pueden regar a los santos. Pero al regar a otros no debemos tratar de resolver sus problemas ni pensar que podemos asumir la obra de Dios al intentar ayudarles a crecer en vida. Más bien, debemos separar un tiempo para tocar al Señor juntos. Así los regaremos, y Dios les dará el crecimiento mediante la provisión de vida adicional. Quiera el Señor que veamos que lo que se necesita urgentemente es crecer en vida, vivir de tal manera que se produzca dicho crecimiento y ejercer nuestra función plantando, alimentando, regando y dejando el crecimiento en las manos de Dios.

COLABORADORES DE DIOS

  En el versículo 8 Pablo dice que el que planta y el que riega son uno. También añade: “Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”. La recompensa es un incentivo para los ministros de Cristo que laboran plantando o regando la labranza de Dios.

  En 3:9 Pablo escribe: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios”. Esto indica que Dios también es un obrero. Mientras los ministros de Cristo, Sus colaboradores, trabajan en la labranza, Dios también trabaja. Los hombres pueden ser colaboradores de Dios y así trabajar juntamente con El en Su labranza para cultivar a Cristo. ¡Qué gran privilegio y gloria!

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