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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Corintios»
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Mensaje 33

TODO ES DE LA IGLESIA Y LA IGLESIA ES DE CRISTO

  Lectura bíblica : 1 Co. 3:16-23

  Al leer 3:18-23 nos damos cuenta de que el capítulo tres constituye una explicación y continuación de los capítulos uno y dos. En los dos primeros capítulos de esta epístola, Pablo habla de la sabiduría de los corintios. Debido a su sabiduría filosófica, ellos eran facciosos y exaltaban a los gigantes espirituales. En 3:18 Pablo se refiere a los que se consideraban sabios, y en el versículo 19 dice que la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios. A los ojos de Dios, la sabiduría griega es necedad. El Señor prende a los sabios en la astucia de ellos, y conoce los razonamientos de los sabios, que son vanos (vs. 19-20).

I. LA DESTRUCCION DEL TEMPLO DE DIOS AL EDIFICAR LA IGLESIA CON COSAS NATURALES, Y EL CASTIGO DE DIOS

  En 1 Corintios 3:17 dice: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que sois vosotros”. Destruir el templo de Dios es arruinarlo, corromperlo, profanarlo o estropearlo. Es edificar con los materiales de madera, heno y hojarasca, según lo describe el versículo 12, los cuales no tienen ningún valor. Esto se refiere a ciertos creyentes judíos que intentaban edificar la iglesia con elementos del judaísmo, y a ciertos creyentes griegos que trataban de introducir elementos filosóficos en la edificación. Todo esto tendía a corromper, arruinar, profanar y estropear el templo de Dios, es decir, destruirlo. Usar cualquier doctrina que difiera de las enseñanzas fundamentales de los apóstoles (Hch. 2:42), o cualquier método o esfuerzo contrario a la naturaleza de Dios, la obra redentora de Cristo y la obra transformadora del Espíritu, es corromper, arruinar, profanar, estropear y destruir la iglesia de Dios.

  En el versículo 17, la palabra destruir implica al menos el castigo del que habla el versículo 15. Todos los que han corrompido, arruinado, profanado y estropeado la iglesia de Dios edificando con sus doctrinas heréticas, sus enseñanzas facciosas, sus métodos mundanos y sus esfuerzos naturales, sufrirán el castigo de Dios.

  En este versículo Pablo dice que el templo de Dios es santo. Puesto que el templo de Dios, la iglesia, es santo, los materiales, los métodos y los esfuerzos con los cuales edificamos, también deben ser santos, y así concordar con la naturaleza de Dios, la redención de Cristo y la transformación del Espíritu.

  Hemos visto que edificar la iglesia con cosas naturales tales como madera, heno y hojarasca, equivale a edificar con nuestra constitución natural, con lo que somos por naturaleza y con acciones malignas tales como celos, contiendas, envidias y odio. La madera, el heno y la hojarasca no contienen nada de valor. En este asunto, lo que importa no es la interpretación de estas figuras, sino que comprendamos que nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones negativas no desempeñan ningún papel en la edificación de la iglesia. Por ser miembros de la iglesia, debemos participar en la edificación de la misma. Pero debemos cuidarnos de que la madera, el heno y la hojarasca, o sea, nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones malignas, no se introduzcan en la iglesia. Es horrendo inyectar estas cosas en la vida de iglesia. Necesitamos una profunda comprensión de esto; debemos entender lo abominable que es, y condenarlo.

  Durante los pasados mil novecientos años, la auténtica edificación de la iglesia ha estado ausente casi en su totalidad. En la actualidad, la Biblia está accesible para todos, y el evangelio se ha predicado en cada país. ¿Pero dónde está la verdadera edificación de la iglesia? Tenemos que reconocer que incluso entre nosotros en el recobro del Señor no se ve mucha edificación. Esta carencia se debe a que hemos introducido en la vida de iglesia demasiadas cosas que pertenecen a nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones. Estos elementos son gérmenes que dañan la vida de iglesia. Sin embargo, es posible que no nos demos cuenta de la gravedad de este asunto.

  Algunos santos tienen un carácter fuerte o son peculiares en su manera de pensar, mientras que otros se consideran comunes, de amplio criterio y faltos de determinación en todos los sentidos. Pero según mi experiencia y observación, personas así son las más naturales. Quizás no critiquen a otros y tal vez se adapten a cada situación, pero resulta extremadamente difícil relacionarse con ellas. Algunos santos que normalmente son amables, son semejantes al hule, el cual no se puede romper. Nada parece afectarles. Nunca pierden la calma, reciban el trato que reciban. Pero estas personas introducen automáticamente su naturaleza y su ser en la vida de iglesia. Consideran que su naturaleza es buena, y los demás tal vez hasta la aprecien. Así que, sin darse cuenta esto se inyecta en la vida de iglesia. Todo esto es natural; por esta razón, no puede ser el material correcto para la edificación de la iglesia. Por supuesto, los que son ásperos y duros por naturaleza tampoco constituyen el material ideal para el edificio de Dios.

  La hojarasca casi no tiene ningún uso, pero ciertas clases de maderas son útiles y tienen una bonita apariencia. Muchos santos en el recobro del Señor se parecen a esta clase de madera. Pero ni siquiera la madera que constituye una buena humanidad naturalmente resulta útil para la edificación de la iglesia.

  Edificar la iglesia con cosas naturales es destruir el templo de Dios. Hace muchos años, yo pensaba que destruir el templo era perseguir la iglesia. No me daba cuenta de que, según el contexto, destruir la iglesia significa edificar con cosas naturales. Por ejemplo, ¿no estropearía la Nueva Jerusalén si se introdujera en ella heno u hojarasca? Del mismo modo, inyectar nuestra constitución natural, nuestro ser o nuestras acciones naturales en la iglesia, la perjudica. Quizás nunca se había dado cuenta de que usted arruina y corrompe la iglesia cuando su buena naturaleza, su ser bondadoso e incluso sus buenas acciones naturales se introducen en la vida de iglesia. Por supuesto, si existen celos o contiendas entre nosotros, eso también estropeará y profanará la vida de iglesia.

  Dios castigará a los que destruyen la iglesia edificando con cosas naturales. Según el versículo 17, Dios destruirá a los que destruyen Su templo. Las tinieblas son un aspecto del castigo de Dios. Ciertamente el hecho de no tener luz y de permanecer en las tinieblas representa un grave castigo. Si edifica la iglesia con cosas naturales, usted estará en tinieblas. Dios castigó a Faraón con tinieblas, y usará también las tinieblas para castigar el reino del anticristo (Ex. 10:21-23; Ap. 16:10). Esto indica que las tinieblas representan un serio castigo. Todos los que intenten introducir su naturaleza, su ser y sus acciones en la iglesia, se quedarán en tinieblas.

  Según los versículos 13-15, nuestra obra de edificación será probada por el fuego. Si nuestra obra permanece, recibiremos recompensa, pero si es consumida, sufriremos pérdida. No sé con exactitud cómo será el fuego del juicio. No obstante, en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo, el fuego en calidad de juicio proviene de Dios. Por ejemplo, los hijos de Aarón: Nadab y Abiú, fueron juzgados con fuego. En el libro de Malaquías vemos que el Señor juzgará a las personas con fuego. Según el mismo principio, el fuego que procede de Dios juzgará nuestra obra. La obra de oro, plata y piedras preciosas pasará la prueba del fuego. De hecho, cuanto más intenso sea el fuego, más refinados serán los materiales. Pero todo lo que sea de madera, heno y hojarasca será consumido. Todo lo que se hace conforme a la naturaleza, el ser y las acciones naturales nuestras, será quemado por el fuego.

  El castigo impuesto por el Señor presenta por lo menos dos aspectos: las tinieblas y el fuego. En cuanto a nosotros, corremos el riesgo de ser echados en las tinieblas, y en cuanto a nuestra obra, puede ser consumida y reducida a cenizas. A menudo, he estado en temor y temblor delante del Señor, preguntándome si mi obra permanecerá. Me he preguntado muchas veces si mi obra pasará la prueba de fuego del juicio del Señor. Todos deberíamos preguntarnos si nuestra obra nos lleva a la luz o nos mantiene en tinieblas. Algunas personas que laboraban en el campo misionero pueden testificar que cuanto más trabajaban, más permanecían en tinieblas. Esta es una señal de que llevaban a cabo la obra conforme a su naturaleza, su ser y sus acciones humanas.

II. DESTRUIMOS EL TEMPLO DE DIOS, LA IGLESIA, CUANDO NOS GLORIAMOS EN LOS GIGANTES ESPIRITUALES

  Gloriarse en los gigantes espirituales equivale también a destruir el templo de Dios, la iglesia. Hacer esto demuestra que uno está en la carne y que anda según lo humano (3:3-4). Por consiguiente, debemos cuidarnos de no tener ancianos, colaboradores, hermanos y hermanas preferidos. Además de aprender a no introducir en la iglesia nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones, debemos aprender a no preferir a ninguna persona. Si exaltamos a alguien en particular, estropearemos, profanaremos y destruiremos el templo de Dios, y sufriremos el castigo de parte de El.

III. CREERSE SABIO Y ENGAÑARSE A SI MISMO

  En el versículo 18 Pablo dice: “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase necio, para que llegue a ser sabio”. Tanto los creyentes que judaizaban como los creyentes griegos que filosofaban, se engañaban a sí mismos introduciendo los elementos del judaísmo y de la filosofía griega en la edificación de la iglesia. En este versículo, el pensamiento del apóstol se centraba principalmente en los creyentes griegos que tenían muy en alto la sabiduría de su filosofía (1:22).

  Gloriarse en los gigantes espirituales significa también que nos creemos sabios, y por lo tanto, nos engañamos a nosotros mismos. Los que exaltan a una persona en particular se consideran más sabios que los demás. Esto lo hacen las personas que ejercen su mente filosófica. Creerse más inteligente que otros y exaltar a ciertas personas es engañarse a uno mismo. Cuando exaltamos a gigantes espirituales, no solamente destruimos la iglesia, sino que también nos engañamos a nosotros mismos. Según el contexto del versículo 18, engañarse a uno mismo está relacionado con exaltar al hombre. No obstante, muchos piensan que exaltar a los demás no tiene nada de malo. Por ejemplo, tal vez alguien diga: “El hermano fulano de tal es uno de los mejores ancianos. Me cae bien, y es mi preferido”. Esto puede parecer inofensivo, pero en realidad perjudica a la iglesia. En el recobro del Señor no se debe exaltar a ninguna persona.

IV. HACERSE NECIO PARA LLEGAR A TENER LA SABIDURIA DE DIOS

  En el versículo 18 Pablo exhorta al que cree ser sabio en este siglo, a hacerse necio para que llegue a ser sabio. Hacerse necio significa renunciar a la sabiduría filosófica y recibir la palabra sencilla con respecto a Cristo y Su cruz (1:21, 23). Llegar a ser sabio equivale a tomar la sabiduría de Dios con la cual El ha hecho que Cristo sea el todo para nosotros (1:24, 30; 2:6-8).

  Aunque resulta fácil hacerse sabio y difícil hacerse necio, todos los que están en el recobro del Señor deben aprender a hacerse necios en el sentido del versículo 18. De hecho, hoy todos los creyentes somos “griegos”, pues somos filosóficos a nuestra manera. Así que, debemos hacernos necios para llegar a ser sabios. Cuanto más necios nos hagamos, en el buen sentido de la palabra, más disfrute tendremos; pero cuanto más nos hagamos sabios de manera filosófica, menos disfrute tendremos. Además, el crecimiento en vida de las iglesias depende de esto. Si todos estamos dispuestos a hacernos necios, experimentaremos mucho progreso en el crecimiento en vida.

  En la vida de iglesia es necesario que aprendamos a hacernos necios para obtener la sabiduría de Dios. Entonces, la revelación de Dios vendrá a nosotros. Los que reciben más revelación de Dios son aquellos que han aprendido a hacerse necios, y así, obtienen la sabiduría de Dios.

V. DARSE CUENTA DE QUE TODO ES NUESTRO, QUE SOMOS DE CRISTO Y QUE CRISTO ES DE DIOS

  En los versículos 21 y 22 Pablo escribe: “Todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro”. Todo, incluyendo el mundo y aun la muerte, es nuestro y coopera para nuestro bien (Ro. 8:28). Los creyentes corintios decían que eran de Pablo, de Apolos o de Cefas (1:12), pero Pablo dice que él, Apolos y Cefas eran de ellos; todo era de ellos. Ellos son la iglesia, y todo le pertenece a ella. Además, la iglesia es de Cristo, y Cristo es de Dios.

  En estos versículos descubrimos que no solamente los gigantes espirituales son nuestros, sino que todas las cosas, incluyendo las cosas negativas tales como el mundo y la muerte. Esto significa que hasta el mundo y la muerte pueden cooperar para nuestro bien. ¿Se había dado cuenta de que la situación negativa de la iglesia de su localidad es de usted y que coopera para bien suyo? Algunos santos dicen: “La condición de mi iglesia local no es buena. Estoy pensando mudarme a un lugar donde la situación sea mejor”. Sin embargo, los que están insatisfechos con la iglesia local y se mudan a otro sitio no experimentan el crecimiento en vida. Todos debemos ver que la condición de la iglesia en nuestra localidad, al igual que la muerte, es nuestra y obra para nuestro bien. No cabe duda que todo es nuestro.

  Al leer 1 Corintios 3, tal vez uno se pregunte por qué Pablo concluye este capítulo de la manera que lo hace. Después de hablar de la sabiduría y acerca de exaltar a los gigantes espirituales, concluye diciendo que todo es nuestro, que somos de Cristo y que Cristo es de Dios. Pablo parece estar diciendo: “Creyentes corintios, ustedes ejercitan su cultura, sabiduría y filosofía griegas. Conforme a su sabiduría, ustedes tienen preferencias y predilecciones. Tienen preferencias en cuanto a personas, doctrinas y prácticas. Estas preferencias están relacionadas con la sabiduría de ustedes, con su manera filosófica de pensar. Pero quiero que sepan que Dios usa todas las cosas, buenas o malas, y todas las personas, para perfeccionarles a ustedes. El usa hasta el mundo y la muerte como medios que cooperan para bien de ustedes. Todas las cosas son servidores de ustedes para perfeccionarles”.

  Quisiera decir algo para consolar y alentar a todos los santos que están en el recobro del Señor. No piensen que la iglesia de su localidad no es el lugar correcto para usted. Aun cuando la situación sea deplorable, Dios usa la iglesia para perfeccionarlo. El usa la iglesia que no le satisface a usted y hace que coopere para bien suyo. Esto significa que usted necesita esa iglesia. Cuando estaba en China, muchos santos consideraban que la iglesia de Shanghai era excelente y deseaban mudarse allí. Pero los que se mudaron, quedaron desilusionados. Muchos de los que nunca habían estado en Shanghai pensaban que la iglesia de ese lugar era maravillosa. Pero algunos de los santos de dicho lugar no estaban contentos con ella. Esto muestra que no deberíamos mudarnos a otra localidad con el fin de estar en un sitio que según nosotros es mejor que la iglesia de nuestra localidad. Dondequiera que usted esté, la iglesia es suya, y Dios la usa para perfeccionarlo. Dios usó la iglesia de Shanghai para perfeccionar a los santos de Shanghai. Los santos que estaban en esa localidad necesitaban esa iglesia. Pero los que vivían en otra parte necesitaban la iglesia de ese lugar.

  Dios usa todo para perfeccionarnos. Por consiguiente, todas las cosas son nuestras, nosotros somos de Cristo y Cristo es de Dios. Dios usa todo para perfeccionarnos con el fin de que seamos el Cuerpo vivo de Cristo. Así que, somos el Cuerpo de Cristo, y Cristo es la expresión de Dios. Por lo tanto, Cristo es de Dios. Dios se expresa por medio de Cristo, Cristo es expresado por medio de nosotros y nosotros somos perfeccionados por medio de todas las cosas. Si vemos esto, no nos quejaremos ni tendremos preferencias ni predilecciones. Además, estaremos contentos de recibir todo lo que Dios disponga para nosotros. Si Dios dispone que tengamos una vida de iglesia difícil, debemos aceptarla y alabarlo por ello. Tal vez Dios nos de un cónyuge difícil. Puede ser que El nos envíe la muerte. Pero sea un cónyuge difícil o la muerte misma, todo obra para nuestro bien y es usado para perfeccionarnos. Así que, debemos recibir lo que Dios ha establecido y reconocer que El lo usa para perfeccionarnos.

  Como persona mayor, he pasado por muchas cosas importantes en mi vida, y puedo testificar sinceramente que todas las cosas son mías y que Dios las usa para perfeccionarme. Puesto que esto es así, me resulta difícil determinar cuál esposa le conviene a cuál hermano, y viceversa. Del mismo modo, yo no se quién será el mejor colaborador. El Señor me ha llevado a un punto en el cual ya dejé de considerar cuáles colaboradores son ideales y cuáles no lo son, pues me doy cuenta de que todos cooperan para mi bien. Aun los que considero ser los peores terminan siendo más útiles para mi perfeccionamiento. ¡Cuán bendecidos somos de ser perfeccionados por todas las cosas! ¡Oh, qué bueno es ver que todas las cosas obran para nuestro bien!

  Puesto que todas las cosas son nuestras y cooperan para nuestro bien, no deberíamos ser tan necios como para tener preferencias y predilecciones personales. Nosotros somos de Cristo, y Cristo es de Dios. Dios se manifiesta por medio de Cristo, Cristo se expresa por medio de nosotros y nosotros somos perfeccionados mediante todas las cosas. Cada cosa, cada persona y cada situación es nuestra. Dios es soberano, y usa cada cosa y cada persona para perfeccionar a los que le aman. Mientras que usted ame al Señor, puede tener la certeza de que El usará todo para perfeccionarle. Así que, todo es nuestro por el bien de la iglesia, la iglesia sirve a Cristo en calidad de Cuerpo y Cristo sirve a Dios para que El obtenga Su expresión. Esta es la conclusión que Pablo presenta en 1 Corintios 3.

  A la luz de esto, no deberíamos exaltar a nadie ni tener ninguna preferencia ni elección con respecto a personas, asuntos ni cosas. Antes bien, debemos ver que todas las cosas, sean malas o buenas, cooperan para perfeccionarnos a fin de que lleguemos a ser el Cuerpo de Cristo, quien es la expresión de Dios. Este es el debido entendimiento de las palabras de Pablo cuando dijo que todo es nuestro, que nosotros somos de Cristo y que Cristo es de Dios.

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