Mensaje 47
Lectura bíblica: 1 Co. 10:1-13
En la Palabra de Dios, 1 Corintios 10:1-13 ocupa una sección especial; este pasaje se escribió con base en la historia de los hijos de Israel. Pablo escribió esta epístola no solamente teniendo en mente lo que acontecía en Corinto, sino también la historia de Israel; un tipo completo de la historia de la iglesia. En la Biblia se narran dos historias: la de los hijos de Israel y la de la iglesia. La primera es el tipo, y la segunda, el cumplimiento. De esta manera vemos que la Biblia presenta una sola revelación, a saber, la revelación de la economía de Dios. El Antiguo Testamento contiene la tipología de dicha economía, y el Nuevo, su cumplimiento.
En 1 Corintios Pablo presenta un panorama de la historia de Israel a modo de tipo y cuadro de la historia de la iglesia, lo cual también hace en Hebreos. Ya vimos que en 1 Corintios 5:7-8 se habla de la Pascua y de guardar la fiesta. Los hijos de Israel experimentaron la Pascua y guardaron la fiesta de los panes sin levadura, y al igual que ellos, nosotros como cristianos de la era neotestamentaria, también tenemos nuestra Pascua y nuestra fiesta de los panes sin levadura. En los versículos 1-13 del capítulo diez, un pasaje que forma parte de la sección que aborda el tema de comer de lo sacrificado a los ídolos, Pablo se refiere nuevamente a la historia de Israel, y la presenta como un tipo de la iglesia.
Si queremos entender por qué en 10:1-13 Pablo vuelve a referirse al tipo de Israel, debemos recordar que el capítulo nueve consiste de una inserción relacionada con la persona de Pablo. En el versículo 1, la palabra porque indica que 10:1-13 no sólo es una continuación del capítulo nueve, sino también una definición adicional de lo que significa correr la carrera que se menciona en 9:24-27; y usa como ejemplo el cuadro de los hijos de Israel. Al final del capítulo nueve, Pablo nos exhorta a correr la carrera cristiana, y en el capítulo diez usa a los hijos de Israel como ejemplo de cómo correrla. La historia de los hijos de Israel tipifica la carrera cristiana que Dios ha ordenado que corramos. Los israelitas corrieron la carrera a partir de Egipto, pasaron por el desierto y entraron en la buena tierra, lo cual les tomó cuarenta años.
Hemos visto que en el capítulo nueve Pablo se presenta como ejemplo de una persona pura y fiel. Si como él, tomamos a Cristo como nuestra vida y vivimos siendo un solo espíritu con El, seremos puros y fieles. En este capítulo, Pablo parecía decir: “Hermanos, deben imitarme y tomarme como ejemplo. Les aliento a tomar a Cristo como vida y ser un solo espíritu con El. Esto los capacitará para que sean puros y fieles y hará que cuiden de sus cuerpos, los cuales son miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo. Si valoran sus cuerpos como se debe, comerán correctamente y llevarán una vida matrimonial apropiada. De lo contrario, perjudicarán su cuerpo, el cual es templo de Dios, y es posible que hasta destruyan a otros miembros del Cuerpo de Cristo”.
Pablo maneja el problema práctico de la comida de una manera llena de vida y de sabiduría espiritual. El podía hacer esto porque estaba lleno de Cristo, era uno con el Señor y estaba impregnado del Espíritu vivificante.
Habiéndose presentado como un ejemplo positivo, Pablo usa a los hijos de Israel como un ejemplo negativo, y con ello exhorta a los corintios indicándoles que deben imitarlo a él, el ejemplo positivo, y no a los hijos de Israel, el ejemplo negativo.
Pablo dice en 10:1-2: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos para con Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar”. La expresión ignoréis hace referencia a la expresión ¿No sabéis? de 9:24. La palabra todos indica que todos los israelitas que habían disfrutado la Pascua entraron en la carrera y comenzaron a correrla desde el día en que partieron de la tierra de Ramesés (Ex. 12:37).
¿Por qué dijo Pablo nuestros padres cuando la mayoría de los creyentes corintios eran griegos y no judíos? Tal vez se debió a que Pablo contemplaba al pueblo escogido de Dios, compuesto de judíos y griegos, como una sola y gran familia. Por consiguiente, desde esta perspectiva, los miembros del pueblo de Dios del Antiguo Testamento son nuestros padres.
El versículo 1 dice que todos nuestros padres “estuvieron bajo la nube”. La nube que cubría a los hijos de Israel tipifica al Espíritu de Dios, quien está con los creyentes neotestamentarios. Inmediatamente después de que los creyentes toman a Cristo como su Pascua (5:7), el Espíritu de Dios viene para estar con ellos y guiarlos a correr la carrera cristiana, así como la columna de nube guió a los hijos de Israel (Ex. 13:21-22; 14:19-20).
En el versículo 2 Pablo dice que “todos para con Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar”. La travesía de los hijos de Israel por el mar Rojo (Ex. 14:21-30) tipifica el bautismo de los creyentes neotestamentarios (Ro. 6:4).
Los hijos de Israel fueron bautizados para con Moisés para comenzar la carrera santa con miras a cumplir el propósito de Dios, a saber, entrar en la buena tierra y edificar el templo para que Dios tuviera un reino con una expresión de Sí mismo en la tierra. Esto tipifica el hecho de que los creyentes neotestamentarios son bautizados en Cristo (Gá. 3:27) para que Dios tenga Su reino en la iglesia como Su expresión en la tierra.
Las palabras en la nube significan en el Espíritu, y en el mar denota en el agua. Los creyentes del Nuevo Testamento son bautizados en el agua y en el Espíritu (Mt. 3:11; Hch 1:5; 1 Co. 12:13).
Según las alegorías bíblicas que usa Pablo, la travesía del mar Rojo equivale a ser bautizados. Pablo dice incluso que los hijos de Israel fueron bautizados para con Moisés. Sin duda, Moisés debe ser considerado un tipo de Cristo. Los israelitas fueron bautizados para con Moisés en la nube y en el mar, y nosotros somos bautizados para con Cristo en el Espíritu y en el agua. Cuando nos bautizamos, nos rodeaban el Espíritu y el agua. La nube representa al Espíritu, lo cual se relaciona con la vida, mientras que el mar representa el agua de la muerte. Por consiguiente, el bautismo es un asunto de vida y también de muerte; implica darle muerte a la vieja creación para que seamos generados en vida.
En el versículo 3 Pablo añade: “Y todos comieron el mismo alimento espiritual”. Esto se refiere al maná (Ex. 16:14-18), el cual tipifica a Cristo, quien como nuestro suministro de vida nos alimenta diariamente (Jn. 6:31-35) para el viaje de la vida cristiana. Todos los creyentes debemos comer el mismo alimento espiritual; no debemos comer nada además de Cristo.
En el versículo 4 Pablo escribe: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. La bebida espiritual se refiere al agua viva que fluyó de la roca hendida (Ex. 17:6), la cual tipifica al Espíritu, nuestra bebida que todo lo incluye (Jn. 7:37-39; 1 Co. 12:13). Para correr la carrera, todos debemos beber la misma bebida espiritual; debemos beber únicamente del Espíritu que lo es todo.
La roca que fue golpeada y hendida para hacer fluir el agua viva para el pueblo escogido de Dios (Ex. 17:6) era una roca física. Sin embargo, el apóstol la llamó una roca espiritual porque tipificaba a Cristo, quien fue golpeado y hendido por Dios para que fluyera el agua de vida (Jn. 19:34) a fin de saciar la sed de sus creyentes. Por esto, el apóstol dijo que la roca era Cristo. Puesto que era una roca espiritual que representaba a Cristo, podía seguir a los hijos de Israel. Esto indica que Cristo como la roca verdadera sigue a Sus creyentes.
Pablo fue osado al afirmar que la roca física de Exodo 17:6 era una roca espiritual y que era Cristo. Los que estudian la Palabra principalmente de manera intelectual nunca podrían exponer la Biblia de esta manera. Ellos nunca dirían que una roca física es espiritual. La roca de Exodo 17, ¿era física o espiritual? En efecto, era física, pero debemos verla desde la perspectiva espiritual, debemos penetrar de lo físico a lo espiritual. Sí, la roca era física, pero Pablo la miró con la vista espiritual. Así que, para él era una roca espiritual. Esta es la manera correcta de leer la Biblia. No se trata de cambiarla, sino de ver más allá de las letras y tocar el espíritu. Pablo hizo esto respecto a la roca física, y para él, la roca era Cristo. El no tomó precauciones ni dijo que la roca representaba a Cristo, sino que afirmó claramente que la roca era Cristo, que era una roca espiritual que seguía al pueblo. Lo que vemos en esto es las expresiones de un hombre que está lleno del Espíritu y que tiene la visión del Espíritu. Nosotros también necesitamos la perspectiva espiritual cuando leemos la Palabra.
Los versículos 1-4 hablan de los hijos de Israel de una manera positiva, pero los versículos 5-11 los presentan negativamente. En el versículo 5, el cual contiene una fuerte amonestación, Pablo dice: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto”. Literalmente, esto significa que cayeron tendidos en tierra al ser muertos. Esto se refiere a Números 14:16 y 29.
De entre los hijos de Israel que salieron de Egipto, solamente Josué y Caleb entraron en la buena tierra, lo cual muestra que cuando regrese el Señor Jesús, sólo un pequeño número de los cristianos que vivan en ese entonces estará en la buena tierra. Además, que los cuerpos de José y Jacob fueran llamados a la tierra de Canaán indica que muchos de los cristianos ya muertos resucitarán y en calidad de vencedores entrarán al reino venidero.
En el versículo 5 Pablo dice que Dios no se agradó de los más de los hijos de Israel, por lo cual hizo que quedaran postrados en el desierto. Sus cadáveres quedaron esparcidos sin recibir la debida sepultura. En un solo día, más de veinte mil fueron inmolados y echados por tierra, quedando sus cadáveres esparcidos en el desierto. Esto nos sirve de advertencia para que no escuchemos las enseñanzas superficiales y supersticiosas que dicen que mientras que una persona crea en el Señor Jesús y sea salva, todo estará bien. Esto equivaldría a decir que simplemente por el hecho de que los hijos de Israel habían experimentado la Pascua, no afrontarían ningún otro problema. No obstante, los que vertieron la sangre del cordero pascual, emprendieron su éxodo desde Egipto, cruzaron el mar Rojo, recibieron la revelación de Dios en el monte Sinaí, comieron el maná y bebieron del agua viva, estos mismos quedaron postrados en el desierto. No podemos negar el hecho de que los hijos de Israel habían sido redimidos y salvos. Pero los más de ellos sucumbieron en el desierto.
Ni siquiera Moisés, Aarón y María entraron a la buena tierra. Aarón murió por el error que cometió, y María feneció a causa de su rebelión. Inclusive Moisés murió, no de viejo, sino por una grave acción en contra del gobierno de Dios. Se le permitió ver la tierra, pero no entrar en ella. Leamos Deuteronomio 34:4: “Y le dijo Jehová: esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: a tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, más no pasarás allá”. El Señor amaba a Moisés y lo consideraba un amigo íntimo, pero por el bien de Su gobierno no podía permitirle entrar en la tierra, pues éste había actuado contra el gobierno de Dios, y el Señor tenía que vindicar Su administración. De este modo vemos que a Moisés, un verdadero hombre de Dios, no se le permitió entrar en la buena tierra. Moisés, Aarón y María, tres líderes del pueblo, murieron en el desierto. Ciertamente no es nada bueno morir de esta manera.
En el versículo 6 Pablo añade: “Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”. Pablo dice que estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros. El se incluye a sí mismo con todos los creyentes en el asunto de correr la carrera cristiana. Estos ejemplos indican que no debemos codiciar cosas malas, como lo hicieron los hijos de Israel. La expresión como ellos codiciaron del versículo 6 indica que los corintios estaban codiciando cosas malas. Por ello, Pablo les exhorta a no codiciar.
El uso de la palabra ejemplos es muy significativo. La palabra griega significa tipos, es decir, figuras de hechos o de verdades espirituales. Hemos visto que esta epístola considera la historia de los hijos de Israel, que se narra en el Antiguo Testamento, como un tipo de los creyentes neotestamentarios. En 5:7-8 los creyentes experimentaron a Cristo como su Pascua y comenzaron a celebrar la fiesta de los panes sin levadura. En este capítulo, ellos son bautizados para con Moisés (Cristo), habiendo pasado por el mar Rojo (la muerte de Cristo). Ahora comen el alimento espiritual y beben la bebida espiritual para emprender su viaje (en la carrera cristiana) hacia la buena tierra (el Cristo que lo es todo). Además, se les advierte (v. 11) que no repitan la historia de los hijos de Israel al hacer mal contra Dios, como se muestra en los versículos 6-11.
La meta que Dios tenía al llamar a los hijos de Israel era que entraran en la tierra prometida y que disfrutaran sus riquezas a fin de que establecieran el reino de Dios y fueran Su expresión en la tierra. No obstante, aunque todo Israel había sido redimido por medio de la Pascua, librado de la tiranía egipcia y llevado al monte de Dios para recibir la revelación de la morada de Dios, el tabernáculo, casi todos cayeron y murieron en el desierto, no alcanzando así la meta (He. 3:7-19) debido a sus malas obras y a su incredulidad. Sólo Caleb y Josué la alcanzaron y entraron en la buena tierra (Nm. 14:27-30). Esto significa que aunque hemos sido redimidos por medio de Cristo, librados de la esclavitud de Satanás y conducidos a la revelación de la economía de Dios, es posible que no lleguemos a la meta del llamamiento de Dios, la cual consiste en que poseamos nuestra buena tierra, Cristo (Fil. 3:12-14), y disfrutemos Sus riquezas para que se establezca el reino de Dios y seamos Su expresión en la edad actual y participemos del pleno disfrute de Cristo en la edad del reino (Mt. 25:21, 23). Esto debe ser una advertencia solemne para todos los creyentes neotestamentarios, y lo fue especialmente para los corintios, quienes corrían el riesgo de repetir el fracaso que los hijos de Israel tuvieron en el desierto.
Leamos el versículo 7: “Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: ‘Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar’ ”. El modo indebido con el que comían los israelitas estaba relacionado con el acto idólatra con el que adoraron el becerro de oro (Ex. 32:1-6). Las palabras del apóstol implican que el hecho de que los corintios comieran de lo sacrificado a los ídolos sin ningún discernimiento también estaba relacionado en cierto modo con la idolatría.
El versículo 7 contiene la interpretación bíblica de lo que es la idolatría. La idolatría consiste en comer, beber y jugar. Cuando los hijos de Israel adoraron al becerro de oro, se sentaron a comer y a beber, y se levantaron a jugar. En este contexto, jugar significa divertirse. Comer, beber y jugar equivalen a adorar ídolos. Hoy la gente por doquier idolatra de esta manera. Cada vez que tienen días festivos o fines de semana largos, se dedican a jugar, es decir, van en busca de diversos tipos de diversiones. Además, vemos diversas formas de idolatría en muchos de los servicios cristianos de hoy. A los ojos de Dios, la música y los dramas que se presentan en dichos servicios constituyen una forma de idolatría. En muchos lugares se pretende adorar a Dios pero en realidad es un acto de idolatría. Nosotros también debemos tener cuidado de la manera en que usamos los instrumentos musicales en las reuniones. Debemos cantar con el fin de adorar al Señor y no para divertirnos. Al cantar en las reuniones, el espíritu con el que adoramos debe ser sincero. Si nuestro canto se convierte en una mera diversión, eso es idolatría. Nuestras alabanzas en las reuniones de la iglesia no deben ser un juego, sino una auténtica adoración a Dios.
El versículo 8 dice: “Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil”. La fornicación acompaña la idolatría (Nm. 25:1-2). Por eso, éstas se mencionan juntas, igual que en Hechos 15:20 y 29. Sin duda, en este versículo queda implícito que estos dos males existían entre los creyentes de Corinto. Ellos son los temas principales de los capítulos del cinco al diez.
En este versículo Pablo usa la palabra cayeron, la cual significa quedar tendido en tierra al ser muerto. Los que cayeron de esta manera no fueron debidamente sepultados, sino que quedaron esparcidos en el desierto.
En el versículo 9 Pablo añade: “Ni tentemos a Cristo, como también algunos de ellos le tentaron, y fueron destruidos por las serpientes”. La palabra griega traducida tentar literalmente significa probar a lo sumo, tentar en todo aspecto. Según Números 21:6, los que tentaron al Señor fueron destruidos por las serpientes.
El versículo 10 añade: “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor”. La murmuración de los hijos de Israel (Nm. 16:41) tipificaba el hablar negativo de los creyentes de Corinto en contra del apóstol (4:3; 9:3). Los hijos de Israel que murmuraron, perecieron; fueron destruidos, echados por tierra. El destructor mencionado en el versículo 10 es en realidad el ángel de Dios (Ex. 12:23; 2 S. 24:16-17). Al referirse a las murmuraciones de los hijos de Israel, Pablo ciertamente da a entender que los creyentes corintios debían tener cuidado de no murmurar contra él.
El versículo 11 explica: “Y estas cosas les acontecieron en figura, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Pablo reitera que lo acontecido a los hijos de Israel en el desierto son figuras. Estas fueron escritas para nuestra amonestación, lo cual implica advertencia.
En el versículo 11 Pablo habla de los fines de los siglos. La palabra griega traducida fines también significa consumación o cumplimiento. La expresión los fines de los siglos se refiere a la era del Nuevo Testamento, desde la primera venida del Señor hasta Su segunda venida (He. 9:26). Esto implica que la era del Nuevo Testamento, en la cual estamos, es la era de la gracia, durante la cual podemos tomar la amonestación de la historia de los hijos de Israel. Después de la edad del Nuevo Testamento vendrá la edad del reino, durante la cual estos ejemplos de la era del Antiguo Testamento ya no serán de utilidad para correr la carrera cristiana.
En este versículo Pablo parecía decir: “Esta edad, la de la gracia, es el fin de los siglos. Hermanos, ustedes están en la era de la gracia. Lo que sucedió a los hijos de Israel sigue siendo una figura para amonestarles. Si no prestan atención a la advertencia contenida en esta figura, y no andan a la luz de la misma, desaprovecharán la oportunidad. Cuando termine esta edad, de nada les servirán las figuras de los hijos de Israel”.
En el versículo 12 Pablo escribe: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Con base en la amonestación de los versículos 5-11, el apóstol advirtió a los corintios que no pensaran que estaban firmes y que no tenían peligro de caer muertos, como aconteció a los hijos de Israel. La palabra caiga se refiere a los hijos de Israel que fracasaron, a los que sucumbieron en el desierto. Algunos creyentes de Corinto cayeron y murieron porque ofendieron el Cuerpo del Señor (11:27-30).
En el versículo 12 Pablo exhorta a los filosóficos corintios a tener cuidado de no caer. Ellos tal vez pensaban que eran fuertes, firmes y constantes. Pero Pablo les exhorta a no caer, como cayeron los hijos de Israel. Como veremos en el capítulo once, Pablo hace notar que los que ofendieron al Señor con relación a Su mesa, se debilitaron, se enfermaron y algunos hasta murieron. Esto es caer. Todo creyente neotestamentario que muere sin vencer, cae en esta categoría. Pablo murió, pero no murió derrotado, no cayó en el desierto; antes bien, murió como vencedor. El era cual Josué y Caleb, quienes no murieron en el desierto. No obstante, los más de los cristianos mueren derrotados. El hecho de que un cristiano muera derrotado por el pecado, el mundo, la carne, los apetitos de la carne, Satanás, o por cualquier cosa maligna, equivale a sucumbir en el desierto. De hecho, es lo mismo que quedar postrado en el desierto. Esto constituye un asunto de gran importancia.
La amonestación que Pablo expresa en estos versículos constituye una palabra de justicia (He. 5:13). Hoy entre los cristianos, ¿dónde se oye que se proclame una palabra de justicia como ésta? En lugar de ello se predicaban sermones “azucarados”, los cuales a menudo llevan a las personas a la idolatría. Esta situación es grave, y requiere una seria palabra de amonestación.
En el versículo 13 Pablo añade: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Este versículo es una continuación de la advertencia que se da en el versículo 12, lo cual indica por una parte, que debemos guardarnos de la tentación no sea que caigamos y muramos, y por otra, que Dios en Su fidelidad no permitirá que nos llegue ninguna tentación que no podamos soportar, sino que juntamente con la tentación, siempre nos dará la salida. Estas palabras de aliento son dadas después de la fuerte amonestación mencionada en los versículos anteriores.
Entre los que leen 1 Corintios, algunos piensan que en el versículo 13, la palabra tentación se refiere a los apuros o afanes. Creen que este versículo dice que todo apuro que sufrimos le es común a todos los hombres. Pero en realidad, Pablo no se refiere a los apuros, sino a una tentación. En Mateo 6:13, el Señor Jesús nos enseña a pedir que se nos libre del maligno y que no se nos meta en tentación. El mal incluye las tribulaciones, tales como algún accidente, mientras que la tentación alude a aquello que nos rodea y nos pone a prueba. Por tanto, debemos pedir al Señor que diariamente nos libre de los problemas y que no nos meta en tentación, pues nos damos cuenta que somos débiles y que no podemos resistirla. Así que, en 10:13 Pablo no se refiere a los problemas ni a las tribulaciones, sino a las pruebas.
Lo que Pablo dijo en el versículo 13 consoló y a la vez corrigió a los corintios. Puede ser que ellos hayan pensado que las tentaciones son demasiado difíciles de resistir. Pero Pablo les hace notar que no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a todos los hombres. Además, les dice que Dios es fiel y que no les dejará ser tentados más allá de su capacidad, sino que dará también, juntamente con la tentación, la salida para que soporten la prueba. Esto constituye una promesa y un incentivo. No obstante, la responsabilidad de resistir la tentación es nuestra, y no de Dios. Cuando seamos tentados, nunca debemos culpar a Dios, pues según lo que dice el versículo 13, la responsabilidad de resistir la tentación reposa sobre nuestros hombros. Al mismo tiempo, debemos alentarnos al saber que el Dios fiel nos brindará la salida.