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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Crónicas»
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Mensaje 12

CONCLUSION DEL SUPLEMENTO A LA HISTORIA DE LOS REYES DE JUDA

  Lectura bíblica: He. 4:12; 5:12-14

  En este mensaje presentaremos la conclusión del suplemento a la historia de los reyes de Judá.

I. INCLUYE SOLAMENTE LOS REYES DEL REINO DE JUDA

  El suplemento de la historia de los reyes presentado en 1 y 2 Crónicas comprende únicamente los reyes de Judá; no incluye a ninguno del reino de Israel.

II. PERMANECEN EN LA BASE DE UNIDAD QUE DIOS ESTABLECIO PARA SUS ESCOGIDOS

  A diferencia de los reyes de Israel, los reyes de Judá permanecieron en la base de unidad (Jerusalén) establecida por Dios para Sus escogidos, y guardaron la unidad según Moisés lo había enseñado.

  Tanto el pueblo de Judá como el de Israel ciertamente eran pueblo de Dios. Sin embargo, el pueblo de Israel abandonó a Dios haciéndose igual a los demás pueblos. Como pueblo elegido por Dios, Israel debió haberse santificado, apartado para el Dios santo; sin embargo, todos ellos, y en especial los reyes, abandonaron a Dios, se volvieron a los ídolos y establecieron centros de culto fuera de Jerusalén. Esto ofendió profundamente a Dios. Israel se condujo de manera semejante a una esposa que abandona a su marido para ir en pos de otro hombre. Dios, el marido de Su pueblo, no podía tolerar esto.

  Los reyes de Judá permanecieron en la base de unidad que Dios había escogido y no abandonaron a Dios. En esto Dios se agradó de ellos. Aunque la conducta de estos reyes no era del agrado de Dios, El fue complacido con el hecho de que permanecieran en la posición correcta y de que guardaran la fe fundamental conforme a la palabra que Dios les dio por conducto de Moisés. El hecho de que mantuvieran su posición, permitió que Dios poseyera un pueblo sobre la tierra, el cual permaneció de Su lado y se esforzó por guardar Su palabra.

III. SU CONDUCTA NO CORRESPONDIA CON SU POSICION

  La condición de los reyes de Judá no correspondía con la posición de unidad que guardaban, ni con las creencias que sostenían. La mayoría de ellos estaban mal en cuanto a sus intenciones, propósitos, deseos y preferencias.

  Hasta cierto punto, ésta puede ser la situación que prevalece hoy en algunos lugares en el recobro. Hay personas que honran la base de unidad y que defienden la fe, no obstante, viven en la carne, en el yo y en el hombre natural. Tales personas son egoístas y siguen sus propios intereses; buscan recibir gloria y ser exaltados. Peor aún, muchas veces son personas ambiciosas, lo cual es abominable a los ojos de Dios. La raíz de cada rebelión que se ha suscitado entre nosotros en los últimos setenta y dos años, ha sido este horrendo factor llamado ambición.

IV. LA MAYORIA DE ELLOS ABANDONA A DIOS, FUENTE DE AGUA VIVA, Y VA EN POS DE LOS IDOLOS

  La mayoría de los reyes de Judá, tal como hicieron los reyes del reino de Israel, abandonó a Dios, fuente de agua viva, y fue en pos de ídolos, cavando para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (Jer. 2:13). Bajo este mismo principio, algunas iglesias locales han caído en esta condición, al abandonar la fuente de agua viva y seguir en pos de otras cosas.

V. NINGUNO DE ELLOS PARECIA TENER UN CORAZON PURO QUE BUSCARA EL REINO DE DIOS

  Ninguno de los reyes de Judá parecía tener un corazón puro, que procurara el establecimiento del reino de Dios en la tierra y que viviera para dicho reino; un corazón que no laborara ni se esforzara por obtener una monarquía para sí mismo ni para sus hijos. Esto describe la situación actual de algunas iglesias que reclaman ser la iglesia local.

VI. QUEBRANTAN LA LEY DE DIOS

  Los reyes de Judá quebrantaban la ley de Dios, que El mismo les había dado por medio de Moisés a fin de que fueran gobernados por ella y que dicha ley los mantuviera en el disfrute de la buena tierra prometida por Dios. Dios no sólo les dio la buena tierra y los sacó de Egipto, trasladándolos a dicha tierra, sino que también les dio la ley para que los gobernara y los guardara en el disfrute de la buena tierra. Sin embargo, los reyes de Judá quebrantaron la ley de Dios.

VII. LA LEY DE DIOS, PROMULGADA POR CONDUCTO DE MOISES, CONSTABA DE DOS SECCIONES

  La ley que Dios promulgó por medio de Moisés en la segunda parte de Exodo, a partir del capítulo veinte, y que abarca todo el libro de Levítico, constaba de dos secciones, a saber, la sección moral y la ceremonial.

A. La sección moral

  La sección moral (Éx. 20—24) constaba principalmente de los diez mandamientos, de los cuales, los primeros cinco se referían a la relación del pueblo con Dios y con sus padres. Así, el mandamiento de honrar a los padres se hallaba en el mismo nivel de importancia que los que trataban de la relación del hombre con Dios. Los últimos cinco mandamientos se centraban en la relación que el pueblo de Dios debía tener entre sí.

B. La sección ceremonial

  La sección ceremonial de la ley (Éx. 25Lv. 27) constaba de las leyes en cuanto al tabernáculo, las ofrendas, el sacerdocio y las fiestas. Estas cuatro cosas tipifican a Cristo.

1. Las leyes en cuanto al tabernáculo

  El tabernáculo representa a Cristo, quien es la corporificación de Dios (Col. 2:9; Jn. 1:14), y hace posible que el pueblo de Dios tenga contacto con El, entre en El y lo disfrute. Cristo fue hecho el tabernáculo, la morada en la que podemos entrar. Esto significa que podemos entrar en Cristo. Deberíamos adoptar el habito de decir: “Hermanos, entremos en Cristo, y quedémonos en El”. Permanecer en Cristo equivale a disfrutar a Dios en Cristo como nuestro tabernáculo.

2. Las leyes en cuanto a las ofrendas

  Las ofrendas representan a Cristo como los diferentes sacrificios (He. 10:5-12), que satisfacen los requisitos de Dios demandados a Su pueblo, y la necesidad de Su pueblo en cuanto a El.

3. Las leyes en cuanto al sacerdocio

  El sacerdocio representa a Cristo como Sumo sacerdote (He. 8:1), quien cuida de los escogidos de Dios delante de El.

4. Las leyes en cuanto a las fiestas

  Las fiestas representan al Cristo que es el disfrute abundante asignado por Dios a Su pueblo escogido (Col. 2:16-17; Fil. 1:19).

  La ley de Dios es Su propio retrato, Su fotografía. Las leyes humanas siempre describen a las personas que las emiten. Esto puede verse en las leyes que decretan los países. Lo mismo se aplica a nuestra vida familiar. Las leyes y reglamentos que establecemos en nuestra casa, nos describen a nosotros mismos. Este principio también se aplica a la ley de Dios, la cual es Su retrato. La ley de Dios refleja qué clase de Dios es El.

  Valoro mucho los mandamientos de no matar, no cometer adulterio, no hurtar, no mentir y no codiciar. ¡Qué bueno sería que todo el mundo los guardara! Supongamos que en ninguna parte del mundo se cometieran asesinatos, adulterios, robos, ni se mintiera ni se codiciara. Si elimináramos estos cinco problemas, la tierra sería como el cielo mismo. Sin embargo, la realidad es que por todas partes la gente asesina, comete adulterio, roba, miente y codicia.

  Israel, el pueblo escogido de Dios, debió ser diferente del resto de las naciones. Ellos debían haber sido el testimonio de Dios, es decir, Su propia expresión. Si tan solo hubieran vivido conforme a la ley de Dios, ciertamente lo habrían expresado, pues guardar la ley equivalía a expresar a Dios. Los reyes de Judá permanecieron en la base de unidad que Dios estableció, y guardaron la fe en Su Palabra, pero no le expresaron, pues no guardaron la ley que El les dio. No vivieron ni se comportaron conforme a dicha ley.

  La ley, como descripción y testimonio de Dios, tipifica a Cristo. Cristo es el fin de la ley (Ro. 10:4); El es la totalidad y consumación de la ley. Puesto que la ley es la imagen misma de Dios, guardar la ley equivale a reflejar la imagen de Dios y expresarlo.

  Los reyes de Judá permanecieron en la base apropiada de unidad y guardaron la fe fundamental, pero no guardaron la ley de Dios y por ende, tampoco reflejaron Su imagen. Ellos quebrantaron la ley continuamente, y esto provocó la ira de Dios. Finalmente, Dios intervino y los echó de la buena tierra, y no les permitió que la disfrutaran más, pese a que El mismo se las había dado. Esto se debió a que ellos no lo expresaron; pues en lugar de reflejar a Dios, expresaban a Su enemigo, el diablo.

  Hoy Cristo es la buena tierra (Col. 1:12), y nosotros hemos entrado en El, hemos sido trasladados a El. Por lo tanto, debemos mantenernos en la base apropiada de unidad y guardar la fe, tal como lo hizo Pablo (2 Ti. 4:7). Además, debemos vivir y andar en Cristo (Col. 2:6), conducirnos conforme a Dios, y ser Su expresión. Entonces le disfrutaremos, y de esta manera, se agrandarán los límites del deleite que tenemos de El, nuestra buena tierra (1 Cr. 4:10).

VIII. DIOS SABIA QUE NADIE ERA CAPAZ DE GUARDAR LOS DIEZ MANDAMIENTOS, LA SECCION MORAL DE SU LEY, Y ASI SER JUSTIFICADO POR EL

  Dios sabía que nadie era capaz de guardar los diez mandamientos, la sección moral de Su ley, y así ser justificado (Ro. 3:20). Así que, por Su gracia y conforme a Su economía, El dio a Su pueblo la parte ceremonial de Su ley, por medio de la cual los pecadores condenados, aquellos que violaran Su ley moral, pudieran mantener una relación viva con El y entrar en El para disfrutarlo como su todo. De esta manera, los pecadores podrían ser justificados por Dios y hechos justos ante El (cfr. Mt. 1:19a; Lc. 1:6, 75; 2:25; 23:50). Sabiendo de antemano que no podíamos guardar Sus mandamientos, Dios preparó la ley ceremonial a fin de salvarnos y rescatarnos de la condenación que nos impone la ley moral.

IX. DIOS DECRETO LA LEY CON LA INTENCION DE MOSTRAR LA CONDICION DE SU PUEBLO Y CONVENCERLO DE PECADO, VALIENDOSE DE LA SECCION MORAL DE SU LEY, CON MIRAS A QUE ELLOS ACUDIERAN A LA SECCION CEREMONIAL DE LA MISMA

  Dios emitió Su ley a fin de poner de manifiesto la condición de Sus escogidos, y así convencerlos de pecado, valiéndose de la sección moral de dicha ley, a fin de llevarlos a la sección ceremonial de la misma, es decir, conducirlos al Cristo que lo es todo, la corporificación del Dios Triuno, con la finalidad de que obtuvieran redención, salvación y un disfrute abundante y pleno (Gá. 3:23-24) por la eternidad.

X. LOS REYES QUEBRANTAN LA LEY DE DIOS Y PROVOCAN SU IRA

  Debido a que los reyes quebrantaban continuamente la ley de Dios, tanto la sección moral como la ceremonial, ellos provocaron la ira de Dios, quien se vio obligado a entregar la buena tierra en manos de los gentiles, y a permitir que Su pueblo fuera llevado cautivo a las naciones paganas. Por consiguiente, perdieron el disfrute de la buena tierra que Dios les había prometido. Este resultado tan lamentable ha perdurado durante veintisiete siglos.

XI. ESTUDIAR LOS LIBROS HISTORICOS SIGUIENDO EL PRINCIPIO DE LA VIDA CONCUERDA CON EL PROPOSITO DE DIOS

  Estudiar los libros históricos del Antiguo Testamento según el principio de la vida concuerda con el propósito de Dios, a saber, que estos libros se incluyeron en la revelación divina para que sirvieran como amonestación e iluminación para nosotros (1 Co. 10:11).

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