Mensaje 30
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Lectura bíblica: 1 Jn. 4:1-6
En este mensaje llegamos a 1 Juan 4:1-6. Estos versículos constituyen una sección en particular. Aparentemente esta sección no tiene nada que ver ni con la sección anterior ni con la sección siguiente. Como hemos visto, en la sección anterior se trata de amar a los hermanos. Luego, en la sección siguiente, se regresa a este tema. Por lo tanto, 4:1-6 se encuentra en medio de dos secciones que hablan acerca de amar a los hermanos. Así que, tal vez nos preguntemos qué relación tiene 4:1-6 con estas dos secciones.
Yo creo que al menos hay dos razones por las cuales fue insertada la sección 4:1-6. La primera razón tiene que ver con nuestra necesidad de discernir los espíritus. En 3:24 Juan habla del “Espíritu que nos ha dado”. Puesto que aquí se hace mención del Espíritu, Juan pasa al tema de discernir, de probar, de poner a prueba, los espíritus. Dado que en el universo hay más de una clase de espíritus, necesitamos la advertencia que Juan nos hace acerca de probar los espíritus.
El pasaje de 1 Juan 4:1-6 es una sección parentética que sirve de advertencia para que los creyentes disciernan los espíritus, y así puedan identificar a los falsos profetas. Esta advertencia está relacionada con la mención del Espíritu hecha en el versículo anterior, 3:24, el Espíritu por medio del cual sabemos que el Señor permanece en nosotros. En 2:18-23 nos fue dada una advertencia similar. Las expresiones todo espíritu y los espíritus que aparecen en 4:1, se refieren a los espíritus de los profetas (1 Co. 14:32), los cuales son motivados por el Espíritu de verdad, y a los espíritus de los falsos profetas, los cuales son activados por el espíritu de engaño. Por tanto, existe la necesidad de discernir los espíritus, poniéndolos a prueba para determinar si son de Dios. Ésta es la razón por la cual Juan dice en el versículo 1: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”. Probar los espíritus significa discernirlos (1 Co. 12:10) poniéndolos a prueba.
Considero que una segunda razón por la cual Juan inserta 4:1-6 es advertir a los creyentes que aunque debemos amar a los hermanos, no debemos recibir ni a los falsos profetas ni a los anticristos. Es cierto que debemos amar a todos los hombres, incluso a nuestros enemigos; no obstante, no debemos recibir ni a un falso profeta ni a un anticristo.
En los primeros años de mi ministerio, vimos necesario vacunar a los santos contra el modernismo. Hubo muchos profesores y otras personas que fueron afectados en las universidades por las enseñanzas modernistas acerca de Cristo y de la Biblia. Los modernistas enseñaban que Cristo no era Dios, que era un hijo ilegítimo de María y José, que fue un gran filósofo, y que murió en la cruz simplemente como un mártir, mas no para efectuar la redención. Además, los modernistas no creían en la Biblia. En particular, no creían en los milagros que se narran en las Escrituras.
Cuando tomamos la firme decisión de hacer frente al modernismo, algunos amigos nuestros dijeron: “¿Acaso no debemos amarlos? ¿No debemos recibirlos?”. No obstante, nosotros decidimos poner en práctica las palabras de Juan en su segunda epístola: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate!” (2 Jn. 1:10). Amar a una persona es una cosa, pero recibir a un falso profeta o a un anticristo es algo totalmente diferente.
Juan se dio cuenta de que le era necesario, al hablar acerca de amar a los hermanos, expresar algo con respecto a los falsos profetas y a los anticristos. Debemos probar los espíritus y mantenernos alejados de los falsos profetas. Aunque debemos amar a los hermanos e incluso a todos los hombres, jamás debemos recibir a un falso profeta o a un anticristo.
En 4:1 Juan nos dice que “muchos falsos profetas han salido por el mundo”. Según Mateo 24:24, los falsos profetas son diferentes de los falsos Cristos, pero aquí los falsos profetas son los anticristos (1 Jn. 4:3), aquellos que enseñan herejías con respecto a la persona de Cristo (2:18, 22-23). El “mundo” mencionado en 4:1 no se refiere al universo ni a la tierra, sino más bien a la gente, a la sociedad humana, la cual forma parte del sistema satánico del mundo.
En 4:2 Juan añade: “En esto conocéis el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”. Aquí la palabra espíritu es el espíritu de un profeta genuino, motivado por el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad; tal espíritu confiesa la concepción divina de Jesús afirmando que Él nació como Hijo de Dios. Todo espíritu que obre así, ciertamente es de Dios. En esto conocemos el Espíritu de Dios.
Jesús fue concebido del Espíritu (Mt. 1:18). Confesar que Jesús vino en la carne equivale a confesar que Él fue concebido divinamente para nacer como Hijo de Dios (Lc. 1:31-35). Puesto que Él fue concebido del Espíritu para nacer en la carne, el Espíritu jamás negaría el hecho de que Jesús vino en carne por medio de la concepción divina.
Ahora sería conveniente examinar un poco más lo que significa la palabra anticristo. En Mateo 24:5 el Señor Jesús dice: “Porque vendrán muchos en Mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos desviarán”. Este versículo hace referencia a un falso Cristo, alguien que se hace pasar por Cristo con el fin de desviar a los creyentes.
En 1 Juan 2:26 y 3:7 Juan también habla de ser desviados. En esta epístola, ser desviados es ser apartados de la realidad de la persona de Cristo, de la realidad de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Pero según Mateo 24:5, un falso Cristo es alguien que se hace pasar por Cristo con el fin de desviar a las personas.
En Mateo 24:23 y 24 el Señor Jesús dice: “Entonces, si alguno os dice: ¡Mirad, aquí está el Cristo! o ¡acá!, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera posible, aun a los escogidos”. Estos versículos indican que es posible que incluso el pueblo escogido por Dios sea engañado y extraviado. Con base en lo que el Señor dijo respecto a los falsos Cristos y a los falsos profetas, hubo entre los creyentes de los primeros días la enseñanza de que se levantarían falsos Cristos y falsos profetas.
En 1 Juan hay tres versículos que hablan del anticristo. En 2:18 Juan dice: “Niños, ya es la última hora; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora se han presentado muchos anticristos; por esto conocemos que es la última hora”. Vale la pena hacer notar que en el griego, la palabra anticristo carece del artículo definido. Juan simplemente dice que los creyentes habían oído que anticristo venía y después añadió que muchos anticristos se habían presentado.
En 2:22 Juan vuelve a hablar acerca del anticristo: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. La palabra mentiroso se refiere a un falso profeta. El mentiroso, el falso profeta, quien niega que Jesús es el Cristo, es el anticristo, alguien que niega al Padre y al Hijo.
En 1 Juan 4:3 dice: “Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. Al igual que en 2:22, este versículo indica que en 1 Juan un anticristo es un falso profeta, y que un falso profeta es un anticristo.
En 4:3 el espíritu que no confiesa a Jesús, es el espíritu de un falso profeta, el cual es activado por el espíritu de engaño; tal espíritu no confiesa que Jesús vino en carne. Éste es el espíritu de error de los docetas. Este nombre se deriva de la palabra griega dokein, que significa “parecer” o “tener apariencia de”. La opinión herética de los docetas era que Jesucristo no era un verdadero ser humano, sino que simplemente tenía la apariencia de serlo; según los docetas, Cristo era sólo un fantasma. El docetismo estaba mezclado con el gnosticismo, el cual enseñaba que la materia era esencialmente mala. Por lo tanto, los docetas enseñaban que, puesto que Cristo es santo, Él no podía haber tenido la contaminación de la carne humana. También enseñaban que el cuerpo de Cristo no era de carne y sangre físicas, sino que era meramente un fantasma ilusorio y pasajero, y que por lo mismo, Él no sufrió, ni murió, ni resucitó. Tal herejía menoscaba no solamente la verdad de la encarnación del Señor, sino también la de Su redención y Su resurrección. El docetismo era una característica de los primeros anticristos que fomentaban el error, y a quienes Juan tenía en mente aquí y en 2 Juan 7. Indudablemente el espíritu de tales personas no procedía de Dios; no era de Dios. Éste es el espíritu del anticristo.
En 2 Juan 7 el apóstol Juan habla una vez más acerca del anticristo: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. Estos engañadores son los mentirosos, los falsos profetas, quienes niegan que Jesús es el Dios encarnado y, por ende, niegan la deidad de Cristo. Juan claramente dice que estos engañadores son anticristos.
En el pasado, algunos maestros de la Biblia han usado el título anticristo de una manera particular. En 2 Tesalonicenses 2:3 y 4 Pablo habla del hombre de iniquidad, “el hijo de perdición, el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, proclamándose Dios”. Tal como se profetizó en Daniel 7:20-21, 24-26; 8:9-12, 23-25; 9:27; y 11:36-37, este hombre de iniquidad echará por tierra la verdad, cambiará las leyes, destruirá y corromperá a muchos a un grado sin precedentes, blasfemará contra Dios y engañará a los hombres. Pablo profetizó sobre la venida de este hombre de iniquidad.
En Apocalipsis 13 se mencionan dos bestias: la primera bestia sube del mar y la segunda bestia sube de la tierra. La segunda bestia es el falso profeta, quien trabaja para la primera bestia: “Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus moradores adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (v. 12). La primera bestia será el último César del reino del Imperio Romano restaurado, y la segunda, el falso profeta, trabajará para él.
Basándose en estas profecías, muchos maestros de la Biblia han atribuido el título anticristo al hombre de iniquidad que está por venir, quien se exaltará a sí mismo por encima de Dios, exigirá que se le adore y se opondrá y perseguirá a los cristianos y a los judíos. A él también se le identifica con la primera bestia de Apocalipsis 13. Ciertamente no es erróneo aplicar el título anticristo a esa persona.
Sin embargo, con respecto a la venida del anticristo, los maestros de la Biblia han tenido diferentes interpretaciones. Por ejemplo, el Dr. Scofield, en su Biblia de estudio, dice que el anticristo será la segunda bestia de Apocalipsis 13, la bestia que sube de la tierra: “Los ‘muchos anticristos’ preceden y preparan el camino para el anticristo, quien es la ‘bestia que subía de la tierra’ mencionada en Apocalipsis 13:11-17, y el ‘falso profeta’ mencionado en Apocalipsis 16:13; 19:20; y 20:10. Él es la última cabeza en el sistema eclesiástico, así como la bestia de Apocalipsis 13:1-8 lo es en el civil. Para que pueda llevar a cabo la persecución, se le permite ejercer el poder autocrático del emperador-bestia”. En contraste con el entendimiento de Scofield, otros maestros de la Biblia dicen que la primera bestia de Apocalipsis 13 será el anticristo y que la segunda bestia será el falso profeta. Sin embargo, Scofield dice que la segunda bestia, el falso profeta, será el anticristo. Esto significa que el Dr. Scofield afirma que el falso profeta será el anticristo.
No obstante, en las notas de la Nueva Biblia de estudio de Scofield observamos una ligera variación de interpretación: “Muchos asocian a la ‘bestia que subía de la tierra’ como el anticristo ... Si la ‘bestia que subía de la tierra’ (vs. 11-17) es el anticristo, entonces él es también el ‘falso profeta’ mencionado en 16:13; 19:20 y 20:10. No obstante, puesto que la palabra anticristo nunca se le atribuye a él expresamente, algunos han pensado que el término anticristo, en su sentido etimológico ‘contra Cristo’, se aplica a la primera bestia (13:1-10), la cual representa a un gobernante político”. Queda claro, pues, que los maestros de la Biblia tienen diferentes interpretaciones con respecto a quién se le debe atribuir el título de anticristo.
La razón por la cual hemos examinado este asunto es mostrar que no habrá un solo anticristo. No creo que ningún maestro de la Biblia se atreva a decir que únicamente el hombre de iniquidad que está por venir, el hijo de perdición, es el anticristo. No debemos enseñar con tanta seguridad de que habrá un solo anticristo y que antes de que éste venga, no vendrá ningún otro anticristo. No obstante, a causa de las enseñanzas tradicionales, muchos cristianos tienen el concepto de que sólo una persona será el anticristo.
Los maestros de la Biblia a menudo hablan acerca del anticristo, y dan la impresión de que éste es un sustantivo propio que se refiere a una persona en particular. Sin embargo, según el uso que Juan le da a este término en 1 Juan 2:18, 22; 4:3; y 2 Juan 7, éste es un título general que se refiere a una categoría de personas y no un título con el cual se alude a una persona en particular. Por lo tanto, el título anticristo es diferente del título Cristo, pues sólo hay un Cristo y cualquiera que se haga llamar Cristo, o es un falso Cristo o un anticristo. En cualquier caso no debemos usar la palabra anticristo como si fuese un sustantivo propio.
Al respecto, los traductores de la Biblia tienen diferentes opiniones. Por ejemplo, en la traducción de Wuest, la palabra anticristo aparece con mayúscula y, por ende, se convierte en un sustantivo propio. La versión Berkeley hace lo mismo. Sin embargo, J. N. Darby no escribe esta palabra con mayúscula en su Nueva Traducción. Asimismo, la palabra anticristo tampoco aparece con mayúscula en las versiones King James, American Standard ni en la versión New American Standard.
No es bíblico decir que habrá un solo anticristo. Pero tampoco sería correcto decir que el hombre de iniquidad, el hijo de perdición que se exalta a sí mismo sobre todo lo que se llame Dios, no es un anticristo. Esa persona definitivamente debe ser considerada un anticristo.
En Mateo 24 los falsos profetas denotan una categoría de personas, y los falsos Cristos, otra. En Mateo 24:24 el Señor Jesús habla claramente tanto de los falsos Cristos como de los falsos profetas. Pero en las Epístolas de Juan, los falsos profetas son anticristos. Como hemos señalado, algunos maestros de la Biblia dicen que la primera bestia mencionada en Apocalipsis 13 será el anticristo. En cambio, Scofield y otros afirman que la segunda bestia, el falso profeta, será el anticristo. Según la interpretación de Scofield, el anticristo pertenece a la misma categoría de los falsos profetas.
¿Qué conclusión debemos sacar de todas estas consideraciones? ¿Debemos considerar a los falsos profetas y a los anticristos como dos distintas categorías de personas? En cierto modo, podríamos considerarlos como dos distintas categorías de personas. Sin embargo, al final los falsos profetas y los falsos Cristos serán anti-Cristos, es decir, están en contra de Cristo y, por ende, todos ellos serán anticristos. En el siguiente mensaje examinaremos el principio que el anticristo representa.