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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Pedro»
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Mensaje 20

LA VIDA CRISTIANA Y SUS SUFRIMIENTOS

(2)

  Lectura bíblica: 1 P. 2:21-23

UNA PALABRA ADICIONAL ACERCA DE LA GRACIA

  En 1 Pedro 2:13-20 encontramos varios asuntos relacionados con nuestra vida diaria. Al final de esta sección, Pedro dice en el versículo 19: “Esto es gracia”, y al final del versículo 20, dice: “Esto ciertamente es gracia delante de Dios”. La forma en que Pedro usa la palabra gracia en estos versículos ha causado dificultades a los traductores. Si la palabra griega se traduce literalmente, es posible que al lector se le dificulte entender lo que Pedro dice. Con todo, en la Versión Recobro optamos por una traducción literal. El versículo 19 dice: “Porque esto es gracia, si alguno por tener consciencia de Dios sufre aflicción padeciendo injustamente”. Algunos traductores, pensando que el lector común no entendería el significado de la palabra gracia en este versículo, decidieron usar la palabra aprobado. Ciertas versiones usan la palabra agradecimiento. Sin embargo, ninguna de estas dos traducciones es exacta conforme al texto griego ni satisface el sentir interno del espíritu. Por lo tanto, estas traducciones “no dan en el blanco”. Ésta es la razón por la cual decidimos traducir literalmente esta palabra en la Versión Recobro. Es por ello que el versículo 19 dice: “Porque esto es gracia”, y el versículo 20, dice: “Esto ciertamente es gracia delante de Dios”.

  Ahora que tenemos una traducción exacta de estos versículos, ¿cómo hemos de entenderlos? En particular, ¿cómo debemos interpretar lo que Pedro dice acerca de la gracia? Puedo testificar que me fue muy difícil escribir las notas sobre el versículo 19. Deseaba escribir algún comentario, pero al comienzo no sabía qué decir. Finalmente, recibí luz de parte del Señor y pude ver que la gracia aquí se refiere a la motivación de la vida divina que está dentro de nosotros y a la expresión de ésta en nuestro vivir, la cual, en nuestro comportamiento, llega a ser algo que es grato y aceptable ante el hombre y ante Dios (v. 20). ¿Qué significado tiene la gracia en nuestra manera de vivir? Es la motivación interna de la vida divina en nosotros —la cual recibimos en el momento de nuestra regeneración— y la expresión externa de dicha vida. A su vez, esta motivación y expresión, en nuestro comportamiento, llega a ser algo que es grato y aceptable, de modo que cuando otros la observan, pueden decir que eso es la gracia manifestada en nuestra manera de vivir. Día tras día debemos mostrar a los demás que la gracia está con nosotros. Esto significa que ellos deben poder ver la gracia exhibida en nuestra vida diaria.

  Muchas veces hemos podido ver la gracia exhibida en las vidas de santos que han pasado por dificultades y problemas. Por ejemplo, supongamos que una hermana se enferma y que todos se preocupan por ella, pues les parece que va a morir. Sin embargo, mientras ella yace en cama del hospital, rebosa de gozo. Esto causa el asombro de los doctores y las enfermeras, pues esta hermana demuestra que es capaz de soportar sufrimientos que otros son incapaces de soportar, y no se muestra temerosa de morir. La vida que la motiva en su interior se expresa exteriormente, aun en medio de su enfermedad. Esto es gracia.

  También hemos visto la gracia exhibida de esta manera en algunos funerales. Hemos visto casos en los que a la hermana, después de haber perdido a su esposo, le brillaba el rostro aun en el momento del funeral. Usando las palabras de Pedro para describir la experiencia de esta hermana, diríamos una vez más: “Esto es gracia”.

  La gracia es la vida divina disfrutada por nosotros. Primero la gracia es nuestra motivación interna, y después se exhibe externamente en nuestro vivir. Tanto la motivación interna como la manifestación externa llegan a ser algo dulce, grato y aceptable. Sin duda alguna, éste es el entendimiento correcto de lo que Pedro dice acerca de la gracia en 2:19 y 20.

  Hebreos 12:28 dice: “Tengamos la gracia”. Tener la gracia es poseer la gracia, tomarla y aplicarla. La gracia ha venido y está ahora con nosotros. ¿Qué es esta gracia? La gracia es el Dios Triuno procesado, quien mora en nosotros como Espíritu vivificante y todo-inclusivo. En todas nuestras circunstancias y situaciones debemos tomar la gracia y aplicarla.

  Todos debemos aprender a tener la gracia, esto es, aprender a usarla. Si hacemos esto, algo maravilloso, excelente y placentero operará en nuestro interior. Entonces podremos soportar, sobrellevar y hacer ciertas cosas que otros no pueden hacer. Como resultado de esta motivación interna, espontáneamente se expresará algo en nuestra conducta. Esta motivación y expresión es el Dios Triuno que hemos experimentado y que expresamos en nuestro vivir. Esto será algo que otros considerarán dulce, grato, aceptable y digno de acción de gracias.

  Valoro mucho lo que Pedro dice en los versículos 19 y 20 acerca de la gracia. Aunque Pablo habló mucho acerca de la gracia, nunca escribió palabras como las que encontramos en 2:19 y 20. Lo que Pedro dice aquí es único. Como hemos visto, la gracia de la que se habla en estos versículos es de hecho el Dios Triuno procesado, quien es ahora el Espíritu vivificante y todo-inclusivo que mora en nosotros para que lo experimentemos y lo disfrutemos. Internamente, Él nos está motivando, y externamente, Él es nuestra expresión. Como tal, Él llega a ser en nosotros dulce, amable, grato y aceptable. Esto es gracia. ¡Cuán excelente es esto!

LLAMADOS PARA PADECER INJUSTAMENTE

  Pedro, basándose en lo que dice en los versículos 19 y 20, añade en el versículo 21: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un modelo, para que sigáis Sus pisadas”. La vida que Cristo llevó en la tierra fue un modelo de esta gracia.

  El versículo 21 empieza diciendo: “Pues para esto fuisteis llamados”. ¿Alguna vez se imaginaron que ustedes fueron llamados para padecer injustamente? La palabra esto del versículo 21 se refiere a los sufrimientos injustos, a sufrir por hacer lo bueno, lo cual se menciona en los versículos 19 y 20. Nosotros nos sentiríamos contentos de oír que hemos sido llamados al reino y a la gloria de Dios. Éstas son cosas maravillosas. Pero probablemente muy pocos de nosotros, seamos jóvenes o viejos, hemos logrado entender, del versículo 21, que fuimos llamados para padecer injustamente.

  Como lo indica el contexto, algunos de los creyentes a quienes fue dirigida esta epístola fueron llamados para padecer injustamente bajo amos perversos. En el versículo 18 Pedro dice: “Criados, estad sujetos en todo temor a vuestros amos; no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los perversos”. Luego, en el versículo 19, él añade: “Porque esto es gracia, si alguno por tener consciencia de Dios sufre aflicción padeciendo injustamente”. Como hemos dicho, tener consciencia de Dios significa tener presente a Dios, percatarse de la relación que uno tiene con Dios. Esto significa que uno vive en comunión íntima con Dios y mantiene una conciencia buena y pura ante Él (3:16; 1 Ti. 1:5, 19; 3:9; 2 Ti. 1:3). En lo profundo de nuestro ser, tenemos consciencia de Dios, y esta consciencia es la que nos regula y nos guía. Si alguno sufre aflicción, padeciendo injustamente por tener esta consciencia, esto es gracia. El contenido del versículo 20 es muy semejante al del 19, puesto que dice: “Pues ¿qué gloria es si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es gracia delante de Dios”.

  Ahora podemos ver que el versículo 21 indica que para esto fuimos llamados. Fuimos llamados a disfrutar la gracia y a expresar a Dios, de la manera en que se describe en los versículos 19 y 20. Esto significa que fuimos llamados para padecer, para que en ello podamos disfrutar a Dios como gracia y expresarle. Cualquiera que sean nuestras circunstancias, Dios es nuestra gracia, nuestro disfrute interno. Este Dios es nuestra gracia. Este disfrute nos motiva a nosotros y luego llega a ser nuestra expresión externa, una expresión visible a los demás. Los que observan la gracia que se expresa desde nuestro interior, podrán ver algo atractivo en nuestro rostro, en nuestra actitud, o en el ambiente a nuestro alrededor, y percibirán dicha expresión como algo grato y aceptable. Una vez más, esto es gracia.

EL FOTOCOPIADO ESPIRITUAL

  El versículo 21 dice claramente que nosotros fuimos llamados para padecer injustamente porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos un modelo para que sigamos Sus pisadas. De hecho, no me gusta la palabra modelo, pues la manera en que comúnmente se usa ha hecho que pierda su significado. Literalmente, la palabra griega significa patrón de escritura, muy semejante al que usaban los estudiantes debajo del papel para calcar las letras y aprender a escribirlas. En tiempos antiguos, los maestros escribían letras en cierto papel, y esas letras constituían el patrón de escritura. Luego, los estudiantes practicaban la escritura al colocar el papel sobre dicho patrón y calcar las letras. La palabra griega traducida “modelo” es la misma palabra que se usaba para denotar ese patrón que se utilizaba para enseñar a escribir. El Señor Jesús puso delante de nosotros Su vida de sufrimiento para que la copiáramos al calcarla y al seguir Sus pisadas.

  Podríamos usar el proceso de fotocopiado para explicar lo que Pedro quiere dar a entender cuando dice que Cristo es un modelo para nosotros. En 1973 di un mensaje sobre este tema, el cual se titulaba: “El fotocopiado espiritual”. La vida que Cristo llevó, tal y como se revela en los cuatro Evangelios, constituye el patrón usado en este fotocopiado espiritual. Para fotocopiar, primero debemos tener un patrón o documento original. La copia que se saca del documento original es una reproducción, no una imitación. Sabemos por experiencia que tratar de imitar a Cristo no funciona. No podemos imitarle. Lo que necesitamos no es imitarle sino llegar a ser una reproducción de Él. Existe una gran diferencia entre una imitación y una reproducción.

  Una vez escuché una explicación de cómo funciona el proceso de fotocopiado. Primero, se necesita una luz lo suficiente intensa como para que quede expuesta ante ella la copia original. Luego, se necesita una tinta especial, llamada toner. Además de esto, se necesita un rodillo de calor y papel sobre el cual se hará la copia. Este papel, por supuesto, debe estar limpio. Luego este papel limpio queda expuesto, bajo la luz, a la copia. Por medio de la luz, el calor y la tinta apropiada, todo lo que está en el documento original se reproduce en el papel. El resultado de ello es una reproducción, no una imitación.

  En el proceso del fotocopiado espiritual, el Espíritu de Cristo es la luz, y las riquezas de la vida divina son la tinta. Nosotros somos el papel en el cual se efectúa la reproducción del documento original. Este papel debe colocarse bajo la luz del Espíritu Santo, y debe pasar por la tinta a fin de que se reproduzca en él el documento original, que es el propio Cristo. Finalmente, mediante este proceso, nosotros llegamos a ser una reproducción del original, una reproducción de Cristo.

  Hemos dicho que el papel que se usa en el fotocopiado debe estar completamente limpio, sin nada escrito en él. Por ejemplo, nunca se podría sacar una copia en una hoja de periódico. Si tratáramos de sacar una copia sobre una página del periódico, no saldría nada claro. Es muy importante, por tanto, que el papel esté limpio, completamente en blanco. Pedro alude a este “papel” limpio en 1:22, donde habla de la purificación de nuestras almas. Mucho de lo que Pedro escribe en los capítulos uno y dos está relacionado con el hecho de producir este papel limpio para el fotocopiado espiritual.

  Cristo no es meramente un modelo que debamos seguir externamente. Él es el patrón de escritura o documento original que ha de usarse en el fotocopiado espiritual, y nosotros debemos llegar a ser Su reproducción. Ello significa que debemos llegar a ser fotocopias de Cristo, al pasar por un proceso que incluye la luz espiritual y las riquezas de la vida divina. El resultado de este proceso es que con el tiempo llegamos a ser una reproducción de Cristo.

LA GRACIA Y EL MODELO

  Quizás Pedro no haya sido muy conocedor del lenguaje griego; con todo, él fue muy rico en su forma de expresarse. En primer lugar, él dijo: “Esto es gracia”. Luego nos dijo que Cristo nos dejó un modelo. La gracia y el modelo son asuntos que están estrechamente relacionados. Cuando alguien observa al Dios Triuno expresarse como gracia desde el interior del creyente, y reconoce que eso es gracia, eso indica que tal creyente ha llegado a ser una “fotocopia” de Cristo, el modelo. Expresar al Dios Triuno como gracia en medio de sufrimientos injustos equivale a llegar a ser una reproducción de Cristo. Por consiguiente, en lugar de decir: “Esto es gracia”, también podríamos decir: “Ésta es una reproducción de Cristo”. La manera de vivir que expresa al Dios Triuno procesado como gracia no es simplemente gracia, sino una reproducción de Cristo.

  En 2:21-25 encontramos cinco palabras importantes: gracia, modelo, Salvador, Pastor y Guardián. Cristo es esta gracia y también el modelo. Además, como veremos posteriormente, Cristo es nuestro Salvador, nuestro Pastor y nuestro Guardián. Cristo es la gracia que se expresa en nuestro diario vivir. Cristo es el patrón de escritura, el documento original que se usa en el fotocopiado espiritual. Es bastante fácil entender que Cristo sea nuestro Salvador, Pastor y Guardián, pero no es tan sencillo entender cómo es que Cristo puede ser la gracia que se expresa en nuestra vida diaria, y cómo Él puede ser el patrón de escritura. Para comprender que Cristo es la gracia y el patrón de escritura se requiere experiencia. Por experiencia sabemos que a medida que vivamos a Cristo día tras día, nos encontraremos en el proceso del fotocopiado espiritual. Como resultado, los demás podrán leer a Cristo en nosotros, pues nos habremos convertido en cartas de Cristo.

REPRODUCCIÓN, NO IMITACIÓN

  Llegar a ser una fotocopia de Cristo es muy diferente de tratar de imitarle. Por ejemplo, una persona puede mostrarle a un mono cómo ponerse de pie, y es posible que éste la imite poniéndose de pie. Luego le muestra cómo caminar y el mono la imita nuevamente caminando en sus dos patas. Si la persona mueve los brazos mientras camina, el mono hace lo mismo. Sin embargo, después que termina la sesión de imitación, la persona se va y el mono vuelve a andar en sus cuatro patas. En cierta ocasión vi a un mono que había sido entrenado para sentarse a la mesa y comer con tenedor y cuchillo. Sin embargo, después que hubo concluido el acto, el mono lanzó el tenedor y el cuchillo y volvió a su comportamiento habitual.

  Los maestros cristianos que instruyen a los creyentes a que imiten a Cristo, se asemejan, al menos en cierta medida, a la persona que adiestra a un mono para que imite a un ser humano. He aprendido que tratar de imitar a Cristo simplemente no funciona. En estos mensajes, mi intención no es animarles a imitar al Señor. Al contrario, lo que estoy haciendo es presentarles las riquezas de Cristo y la belleza del Señor. Además, tanto la luz celestial como la tinta espiritual están disponibles a nosotros, y todos estamos pasando por el proceso de fotocopiado espiritual.

  El pensamiento de Pedro en el versículo 21 es profundo. Para poder apreciar el valor de un versículo como éste, requerimos experiencia. Si no tenemos suficiente experiencia cristiana, no entenderemos lo que Pedro dice acerca de la gracia ni lo que dice acerca de Cristo, nuestro modelo.

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