Mensaje 1
Lectura bíblica: 1 R. 1:1; 2:10-11; 2 R. 25:1-7
Con este mensaje empezamos el estudio-vida de 1 y 2 Reyes, y podría resumir mi carga acerca de este estudio-vida en las siguientes frases:
1) David cometió un pecado gravísimo contra Dios, pero Dios lo perdonó después de que él se arrepintió, y le concedió un hijo cuyo nombre significa amado de Dios, aunque de todos modos lo disciplinó por causa de Su justicia.
2) Salomón ofendió a Dios con los muchos ídolos de sus numerosas esposas y concubinas paganas, y debido a esto, Dios separó diez tribus de su reino, pero le dejó una a fin de que David tuviera una lámpara en Jerusalén.
3) Los hijos de Israel abandonaron a Dios y fueron en pos de ídolos; por eso, Dios los dispersó por todas las naciones, pero por causa de Su amor eterno, El los volvería a la tierra de sus padres en los postreros días.
4) Dios se mostró misericordioso para con David, Salomón e Israel porque Su intención era preservar el linaje genealógico de Cristo, a fin de que El pudiera entrar a la humanidad, y tener un pueblo que poseyera la tierra de Emanuel, en la cual Cristo pudiera establecer Su reino sobre la tierra.
Esta introducción al estudio-vida de 1 y 2 Reyes presenta la revelación intrínseca que se halla en los libros históricos del Antiguo Testamento. Esta revelación es imprescindible para entrar en el verdadero significado de estos libros. Sin ella, dichos libros serían simples historias.
Dios le prometió a Abraham que le daría a él y a sus descendientes la buena tierra de Canaán. Primero, por medio de Moisés, Dios sacó de Egipto al pueblo de Israel, los descendientes de Abraham, y los condujo por el desierto hasta los linderos de la buena tierra. Después de Moisés, Dios usó a Josué para introducir a Su pueblo elegido en la buena tierra, la cual les había prometido.
La revelación intrínseca de la historia, según consta en los libros desde Josué hasta Ester, muestra cómo los elegidos de Dios llevaron a cabo Su economía eterna sobre la tierra. Esta economía se centra exclusivamente en Cristo y es para El, principalmente en cuanto a Su persona y Su reino. En cuanto a Su persona, la historia del Antiguo Testamento presenta la línea genealógica de Cristo, que conduce a Su venida mediante la encarnación. En cuanto a Su reino, la historia del Antiguo Testamento mantiene la línea del reino de Dios, con miras al establecimiento del reino divino de Cristo sobre la tierra. Estos dos asuntos forman la línea central en la revelación divina contenida en los libros de la historia del pueblo de Israel. Al estudiar los libros de 1 y 2 Reyes y tratar de entenderlos, debemos seguir esta línea.
Dios necesita un pueblo y una tierra por causa Su economía. En cuanto a la persona de Cristo, se requiere un pueblo que sea Su linaje, por el cual pueda venir a la humanidad; y en cuanto a Su reino, se necesita una tierra. La tierra fue creada por Dios, pero Satanás la usurpó. Así que, Dios usa a Su pueblo para recuperar una parte de la tierra que Satanás usurpó, para usarla como “cabeza de playa” a fin de establecer Su reino.
La Biblia no es un libro de historia; es la revelación divina que da a conocer la economía eterna de Dios, cuyo centro y realidad es Cristo. Cristo es la corporificación del Dios Triuno, y la iglesia es el Cuerpo orgánico del propio Cristo. Estos dos forman la estructura básica de la Biblia. Así que, si queremos entender cualquier libro de la Biblia, debemos tener esta perspectiva; especialmente al examinar el estudio-vida de 1 y 2 Reyes. Aparentemente estos libros narran la historia de los reyes de Israel, pero en realidad, éstos se escribieron bajo la inspiración del Espíritu de Dios, de manera que reflejan la economía eterna de Dios.
Los dos primeros reyes, David y Salomón, son tipos importantes de Cristo en dos aspectos. David tipifica al Cristo que sufrió en la tierra desde que nació hasta que murió. La vida del Señor empezó en un pesebre, en una condición humilde, y terminó al ser muerto en la cruz. El pesebre y la cruz fueron los dos extremos que caracterizaron la vida sufrida que El llevó. Además, David padeció desde su juventud; no obstante, sus sufrimientos sirvieron para que él venciera a los enemigos y obtuviera la buena tierra donde se edificó la morada de Dios. Salomón, por otra parte, representa al Cristo que es glorificado en el reino divino, el cual es Su esplendor. Salomón fue exaltado en el reino de Israel, poseyendo el esplendor de dicho reino. Esto fue una prefigura del Cristo que reinará en el milenio. Estos dos tipos muestran claramente que la historia de los reyes de Israel está ligada a la economía eterna de Dios, la cual gira en torno a Cristo, quien es la corporificación de Dios, y a la iglesia, el Cuerpo orgánico de Cristo.
Lo más sobresaliente de los libros históricos en cuanto a Israel es que ellos muestran detalladamente, en tipología, la manera de experimentar al Cristo que es la buena tierra, la porción que Dios nos dio (Col. 1:12). En primer lugar, el libro de Josué muestra cómo obtener la buena tierra, cómo tomar posesión de ella y conservarla. Los libros de Jueces, Rut y 1 y 2 Samuel muestran cómo algunas personas pudieron permanecer en la buena tierra y cómo la disfrutaron después de poseerla. En la vida de algunos jueces, según consta en el libro de Jueces, y en la vida de Rut y Booz, según el libro de Rut, y en las vidas de Elí, Samuel, Saúl, Jonatán y David, según se narra en 1 y 2 Samuel, vemos cuadros vívidos de la manera en que estas personas permanecieron en la buena tierra y disfrutaron de ella. Aunque dichos cuadros se describen detalladamente, necesitamos también los dos libros de Reyes, los cuales hablan de otras personas que también permanecieron en la buena tierra y la disfrutaron.
Cristo es la buena tierra que Dios nos dio y debemos disfrutarlo. Debemos preguntarnos cuánto hemos disfrutado de El. No es suficiente con experimentarlo; también debemos disfrutarlo. ¿Ha disfrutado de Cristo hoy? Puedo testificar que hoy le he disfrutado como mi suministro de vida, mi fuerza, mi fe viva, mi gozo y mi paz.
Los dos libros de Reyes presentan un cuadro completo y detallado de cómo los elegidos de Dios permanecieron en la buena tierra y participaron de ella. Estos libros describen con lujo de detalle, tal como una radiografía, el carácter, las intenciones, las preferencias, los hábitos, la moralidad y las actividades de todos los reyes, los descendientes del rey David. En este cuadro podemos ver que lo que somos, nuestras intenciones, nuestros planes, lo que deseamos y nuestra conducta, están estrechamente relacionados con nuestra permanencia en Cristo y con el disfrute que tenemos de Sus inescrutables riquezas. Este cuadro acerca de Israel concluye con la tragedia de todos los reyes que heredaron la bendita participación del reinado davídico, pero que no fueron fieles a Dios ni les importó su herencia; ellos perdieron la buena tierra y fueron llevados cautivos al mundo gentil, un mundo entregado al culto de ídolos. Esto debe sernos una solemne advertencia en cuanto a nuestra relación con Cristo. Si actuamos erróneamente en cualquiera de los asuntos mencionados anteriormente, perderemos el disfrute de Cristo. Espero que podamos ver esto y que deje una profunda impresión en nosotros.
Cristo es nuestra buena tierra y debemos permanecer en ella y disfrutarla. No obstante, los creyentes han descuidado casi por completo este disfrute. Por ejemplo, muchos pueden testificar que han orado y que Dios ha contestado sus oraciones, pero muy pocos pueden afirmar que disfrutaron de Cristo cuando recibieron respuesta a sus oraciones. Esto indica que podemos orar y recibir respuesta a nuestra oración, y aun así no disfrutar a Cristo en absoluto.
Podemos considerar que el relato de los dos primeros capítulos de 1 Reyes constituye la conclusión de la historia de David, mencionada también en 1 y 2 Samuel. Esto es una clara evidencia de que los libros históricos del Antiguo Testamento fueron escritos con miras a revelar la economía de Dios, y no solamente con el fin de presentar la historia de Israel. Esto es sumamente importante para los que estudiamos las Sagradas Escrituras. La Biblia en su totalidad fue escrita por más de cuarenta autores en sesenta y seis libros, pero aun con esto, presenta una sola revelación: la economía de Dios, la cual El concibió a fin de cumplir Su beneplácito, esto es, expresarse y agrandarse por medio de Cristo en Su Trinidad Divina. Tal cumplimiento está más relacionado con la iglesia en el Nuevo Testamento, la cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén, que con el pueblo de Israel, el pueblo elegido de Dios en el Antiguo Testamento.
Los libros de 1 y 2 Reyes formaban un solo tomo en las Escrituras hebreas, y se les llamaba los libros de los Reyes.
Estos libros no contienen ningún indicio que muestre quienes fueron sus autores. Algunos eruditos judíos y cristianos suponen que fue Jeremías.
La historia narrada en estos dos libros abarca aproximadamente 426 años: el primer libro se extiende desde 1015 hasta 897 a. de C., 118 años, es decir, desde la muerte de David (2:10) hasta el reinado de Ocozías, hijo de Acab, rey de Israel (22:51); y el segundo abarca 308 años, desde 896 hasta 588 a. de C., o sea, desde el reino de Joram, hijo de Acab, rey de Israel (3:1-3) hasta el cautiverio (25:1-7).
Los dos libros de Reyes fueron escritos probablemente en Jerusalén.
Estos libros narran la historia de Israel, el pueblo elegido de Dios, desde la muerte de David hasta que Israel fue llevado cautivo a Babilonia.
Los libros de Reyes tratan de la disciplina gubernamental que Dios, basado en Su economía, ejerció a causa de la devastación y ruina en la que había caído el reinado divino en manos de los reyes. También narran el trágico resultado que sufrió el pueblo debido al justo juicio de Dios, que consistió en la pérdida de la posesión de la tierra santa, que era la base del reino de Dios sobre la tierra, y el triste hecho de que se llevó cautivo al pueblo santo, el cual preservaba la línea genealógica de Cristo.
Dios deseaba tener un pueblo por medio del cual Cristo viniera a la humanidad, y necesitaba una tierra para que Cristo estableciera en ella el reino de Dios. Pero Satanás instigó al rey de Babilonia a conquistar Israel con el fin de devastar la tierra y llevar cautivo al pueblo. Aparentemente estas dos líneas habían terminado, pero en la genealogía de Mateo 1, vemos que continuaron aun a lo largo del cautiverio. Finalmente, Cristo entró en la humanidad por medio de este linaje.
Los libros de Reyes constan solamente de dos secciones: la vejez de David y su muerte (1 R. 1:1—2:11), y el reinado de los demás reyes (1 R. 2:12—2 R. 25:30).