Mensaje 22
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2 SAMUEL 2—24
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Lectura bíblica: 2 S. 6
En este mensaje empezaremos a examinar cómo David vela por la habitación de Dios en la tierra. Como veremos, en el capítulo seis él se preocupaba por la morada del arca de Dios, mientras que en el capítulo siete, quiere edificar una casa para Dios.
En el capítulo seis vemos que a David no le faltaba nada y que todas las cosas habían obrado para su bien. Había llegado a ser rey no solamente de Judá sino también de todas las tribus del pueblo de Dios y había obtenido una fortaleza: Sión, y una capital: Jerusalén. Además, poseía un palacio edificado con cedro de Líbano. Por otra parte, estaba bajo la soberanía de Dios, y la presencia de Dios estaba con él. Pensando en esto, David empieza a meditar en cuanto a la morada de Dios. El vivía en una casa de cedro, mientras que el arca, que representaba a Dios, aún no tenía un hogar (2 S. 7:2). David, no pudiendo aceptar dicha situación, decidió transportar el arca de Dios a una morada permanente. Esto indica que el corazón de David estaba puesto en la casa, en la habitación de Dios.
El tema de la habitación de Dios en la tierra es digno de nuestra atención. Debemos estar conscientes de que todo lo que Dios hace por nosotros y todo lo que nos da, tiene como objetivo que nos preocupemos por la edificación de Su morada sobre la tierra. No hay nada que avergüence más a Satanás el enemigo de Dios que el que Dios establezca Su casa en la tierra, la cual él, por generaciones, se ha afanado por abusar, usurpar y ocupar. Este esfuerzo satánico ha provocado que en cierto sentido Dios sea echado de la tierra. Esta era la situación durante la época de David. Con todo, David estaba a favor de Dios; él era uno con Dios y tenía el mismo propósito que El. Como un hombre conforme al corazón de Dios, David deseaba preparar un lugar en la tierra donde Dios se pudiera establecer.
Para entender adecuadamente el interés que David mostraba por la habitación del arca de Dios, debemos conocer la historia del arca.
El arca, que estaba hecha de madera de acacia cubierta con oro, tipificaba a Cristo como la corporificación del Dios vivo y activo. El arca estaba ubicaba en la cámara interior del tabernáculo, el lugar Santísimo, y, por ende, era el centro del tabernáculo. En la tapa del arca, Dios venía y se relacionaba con Su pueblo. Allí la justicia de Dios era aplacada, y Dios y el hombre podían tener paz y armonía entre sí. Además, allí estaba también el oráculo de Dios, donde Dios hablaba con el hombre.
Los judíos respetaban el arca a lo sumo, porque para ellos ésta era la presencia de Dios, y acudir a ella era acudir a Dios. Así que, mudar el arca a la fortaleza de David significaba trasladar a Dios desde el cielo a la tierra, luego a la tierra santa y finalmente a Sion, donde Dios podía establecer Su residencia.
El arca fue hecha por Moisés (Ex. 25:10-22) según el diseño que Dios le mostró, y su objetivo era contener la ley en dos tablas como testimonio de Dios. La ley concordaba con Dios y de hecho era un retrato de Dios. Ella regulaba la relación que el hombre tenía con Dios y con sus semejantes. La ley era el testimonio de Dios, y puesto que estaba ubicada dentro del arca, a ésta se le llamaba el arca del testimonio (vs. 16, 22; 26:33). El arca era también donde Dios se reunía con Su pueblo y hablaba con ellos (25:22).
Según Exodo 40:20-21, el arca fue colocada en el Lugar Santísimo, el cual estaba dentro del tabernáculo.
El arca anduvo por el desierto con los hijos de Israel durante aproximadamente cuarenta años (Nm. 10:33-36). Esto significa que el propio Dios andaba con Su pueblo. En cierto sentido, los sacerdotes lo transportaban a El, pero en realidad fue Dios quien inició la jornada y llevó adelante a toda la congregación de los hijos de Israel.
Después de que los hijos de Israel entran en la buena tierra, el arca permanece en Silo (Jos. 18:1).
En cierto momento de su historia, el arca fue capturada por los filisteos (1 S. 4:4, 11a, 21-22).
El arca permanece en la tierra de los filisteos durante siete meses (6:1).
Finalmente, el arca vuelve de la tierra de los filisteos a Bet-semes (6:11-15).
El arca fue quitada de Bet-semes, llevada a Quiriat-jearim y puesta en la casa de Abinadab, donde permanece veinte años (6:20-7:2). En aquel entonces, Dios estaba sin hogar. El era el “invitado” y Abinadab el “anfitrión”.
David, un hombre conforme al corazón de Dios, sabía que Dios deseaba tener Su propia casa. Por consiguiente, quería quitar el arca de la casa de Abinadab y trasladarla a Sion, la ciudad de David (2 S. 6:1-10).
El arca de Dios sale de la casa de Abinadab, y David y toda la casa de Israel tocan instrumentos musicales delante de Jehová (vs. 1-5). Este fue un motivo de mucha alegría porque Dios se trasladaba de una casa de huéspedes a Su propia habitación.
El pueblo de Israel, influidos tal vez por los filisteos, trasladaron el arca en una carreta, en lugar de los levitas quienes debían haberla llevado (1 Cr. 15:2). Dios no hizo nada cuando los mundanos filisteos hicieron esto mismo; pero El no le toleraría esta acción a Su pueblo. Bajo la soberanía de Dios, los bueyes tropezaron en la era de Nacón y, Uza, con buena intención, extendió su mano al arca de Dios y la sostuvo (2 S. 6:6), y murió instantáneamente al encenderse contra él el furor de Jehová (v. 7). El contacto de algo divino por la mano natural, la mano del hombre, encendió el furor de Dios.
La muerte de Uza atemorizó a David, y éste no traslada el arca de Dios a la ciudad de David, sino que la lleva a la casa Obed-edom geteo (vs. 9-10), donde permanece por tres meses.
En los versículos 11-23 vemos que David saca el arca de la casa de Obed-edom y la lleva a Sion, su ciudad.
Obed-edom ofrece hospedaje al arca de Dios, y por esta razón Dios le bendice a él y a toda su casa. Cuando David oye que Dios había bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que él tenía a causa del arca de Dios, él regresa y saca el arca de Dios y la lleva a Sion, la ciudad particular de David, la cual era el centro de Jerusalén (vs.11-12).
Cuando los que llevaban el arca de Jehová habían avanzado seis pasos, David sacrifica un buey y un carnero engordado (v. 13). Además, David danza con toda su fuerza delante de Jehová, vestido con un efod de lino (v. 14). Se puso un vestido que sólo los sacerdotes podían ponerse. Ese día, él era el sumo sacerdote que llevaba el efod, y al mismo tiempo era el rey. En cierto sentido, él quebrantó lo que Dios había estipulado; con todo, esto fue para la honra y gloria de Dios.
El versículo 15 revela que David y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta.
Después de que el arca de Dios es puesta en medio de la tienda que David le había levantado, éste ofrece sacrificios delante de Jehová, bendice al pueblo en el nombre de Jehová de los ejércitos y les reparte tortas de pasas (vs. 17-19).
Todos estaban contentos menos Mical, la esposa de David, quien era de la casa de Saúl. Cuando ella ve al rey David saltando y danzando delante de Jehová, le menosprecia en su corazón (v.16). Después de que David bendice al pueblo, regresa para bendecir a su casa, y Mical le sale al encuentro y se burla de él, diciendo: “¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!” (v. 20). Entonces David respondió a Mical: “Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová” (v. 21). El capítulo concluye diciendo que Mical, la hija de Saúl, no tuvo ningún hijo hasta el día de su muerte (v. 23). El haberse burlado de David, le acarreó la maldición de ser estéril por el resto de sus días.