Mensaje 32
(11)
2 SAMUEL 2—24
(5)
Lectura bíblica: 2 S. 8; 2 S. 9; 2 S. 10
Ya vimos que la tribu de Judá fue la primera en proclamar rey a David (2:1-4:12), y que más tarde las demás tribus hicieron lo mismo (5:1-5). Entonces Dios lo puso por rey y exaltó su trono por el bien de Israel, el pueblo de Dios (vs. 6-25). Además, vimos que a David le inspiró interés la habitación de Dios, lo cual se deduce por el hecho de que a él le preocupaba el lugar donde moraba el arca (cap. 6) y por su deseo de edificarle casa a Dios (cap. 7). Los capítulos del ocho al diez giran en torno a la victoria que obtuvo David sobre sus enemigos y con el fortalecimiento de su reino.
David derrota a los filisteos y los somete tomando la ciudad principal (8:1).
David derrota a Moab matando a los adultos y preservando la vida de los más jóvenes. Los moabitas fueron siervos de David y le pagaron tributo (v. 2).
En su victoria sobre Soba y Siria (vs. 3-8), David derrota a Hadad-ezer, hijo de Rehob, rey de Soba, y toma de él mil setecientos jinetes y veinte mil soldados de infantería. Cuando los sirios de Damasco vienen a ayudar al rey de Soba, David hiere a veintidós mil hombres de entre los sirios. Los sirios fueron hechos siervos de David y le pagaron tributo. Así vemos que “Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue” (v. 6b).
David recibió felicitaciones de parte de Toi rey de Hamat por su victoria sobre el rey de Soba (vs. 9-10).
David dedicó a Jehová el botín que había obtenido de todas las naciones: oro, plata y bronce (vs. 11-12).
Los versículos 13-14 relatan la victoria que David obtuvo sobre Edom. El puso guarniciones por todo Edom, y todos los edomitas fueron siervos suyos.
Los versículos 15-18 indican que David reinó en justicia y equidad. En el versículo 15 leemos: “Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo”. En aquel tiempo, Joab era responsable del ejército; Josafat era cronista; Sadoc y Ahimelec eran sacerdotes; y Seraías era escriba. Benaía estaba sobre los cereteos y los peleteos (el cuerpo de guardias y los corredores), y los hijos de David eran sus príncipes.
El capítulo nueve describe la bondad que mostró David para con Mefi-boset, hijo de Jonatán.
En el versículo 1, David pregunta: “¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” David se sentía obligado, por amor de Jonatán, a mostrar misericordia a cualquier descendiente que quedara de la casa de Saúl.
David llama a un siervo de la casa de Saúl, cuyo nombre era Siba, y le pregunta si había quedado alguien de la casa de Saúl, a quien hiciera él misericordia de Dios, y el siervo le responde que aún quedaba un hijo de Jonatán, quien estaba lisiado de los pies (v. 3). Cuando Mefi-boset se presenta ante él, David le dice que no tenga miedo, porque él le mostraría misericordia por amor de Jonatán su padre, que le devolvería todas las tierras de Saúl su padre y que comería siempre a su mesa (v. 7). Ante estas palabras, Mefi-boset le rinde homenaje y dice: “¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” (v. 8).
David devuelve todas las posesiones de Saúl y de su casa a Mefi-boset, y hace de Siba y de su casa siervos de Mefi-boset. David también pide a Mefi-boset, quien estaba lisiado de ambos pies y tenía un hijo pequeño, que morara en Jerusalén y comiera siempre a la mesa del rey (vs. 9-13). Este fue el cumplimiento, por el lado de David, del pacto de amor entre Jonatán y él.
El capítulo diez narra otras victorias que obtuvo David.
David intenta mostrarle misericordia a Hanún, rey de Amón, enviándole palabras de consuelo por la muerte de su padre por medio de sus siervos (vs. 1-2). Pero Hanún insulta a los siervos de David rapando la mitad de sus barbas y cortando los vestidos por la mitad hasta las nalgas (vs. 3-5). Viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, contrataron a soldados sirios y a hombres de Maaca e Is-tob (v. 6). Cuando David oyó esto, envió a Joab y a todo el ejército de los valientes. Los hombres de Israel derrotaron a los amonitas, a los sirios, a los maacatitas y a los tobitas (vs. 7-14).
Los sirios que estaban más allá del Eufrates ayudan a los sirios de Siria a luchar contra Israel (vs. 15-16). David derrota a los sirios, y, al ver esto, todos los reyes que eran siervos de Hadad-ezer, rey de Siria, hacen paz con Israel y le sirven (vs. 17-19). Así vemos que David salió victorioso, que los enemigos en su derredor fueron derrotados y sometidos, y que muchos pagaron tributo a David.