Mensaje 33
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2 SAMUEL 2—24
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Lectura bíblica: 2 S. 11:1-27; 2 S. 12:1-15a
En 2 Samuel 11:1—12:15a se narra el pecado de indulgencia de David y el juicio que recibió de parte de Dios.
David cometió el pecado mencionado en el capítulo once cuando Joab y los siervos de David luchaban contra los reyes cananeos. David había enviado a Joab y a sus siervos, pero él había permanecido en Jerusalén (v. 1).
Después de derrotar a los enemigos de Israel y de ser exaltado como rey de Israel, David cometió un grave pecado; esto sucedió mientras reposaba. Esto indica que siempre que estamos en una situación pacífica, corremos el riesgo de ser seducidos por la carne y satisfacer sus apetitos.
El versículo 2a relata que al caer la tarde, después de levantarse de su lecho, David se paseaba sobre el terrado de la casa real. David disfrutaba una vida sosegada, tranquila. Fue durante ese tiempo que él cometió su pecado. El ocio corrompe mucho. Necesitamos laborar, esforzarnos y sufrir. El sufrimiento, lejos de perjudicarnos, nos ayuda. Debemos mantenernos ocupados, ya se trabajando o por el efecto de los sufrimientos.
David pecó porque satisfizo la concupiscencia de sus ojos y de su carne (vs. 2b-3).
David comete adulterio siendo consciente de ello, y hurta abusando así del poder de su reinado (vs. 4-5). Esto insultó gravemente a Dios. Este terrible pecado anuló casi por completo todo lo que David había realizado en el pasado.
Después de su premeditado adulterio, David trata de cubrir su maldad (vs. 6-13), pero Dios lo trae a la luz.
David conspira con Joab, y asesina a Urías, su siervo fiel (vs. 14-25).
David envía una carta a Joab, y le dice que ponga a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y que se retirasen de él para que fuese herido y muriese (vs. 14-15). Al dar estas ordenes a Joab, David abusó de su reinado. Joab hizo lo que David ordenó, y Urías fue muerto.
Urías no murió solo, también murieron “algunos del ejército de los siervos de David” (v. 17b). Esto muestra que David asesinó a Urías a costa de sacrificar la vida de algunos de sus siervos.
Sin duda, Joab se da cuenta de que había sido víctima de un complot, cuyo fin era cometer un pecado grave, y su conciencia lo molesta. David, quien era el autor de la conspiración, consoló y alentó a Joab, diciéndole: “No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas” (v. 25). ¡Estas palabras de David son terribles! Urías no había sido simplemente consumido por la espada; en realidad, David lo había asesinado con el fin de quedarse con su esposa.
David se comportó de una manera muy distinta a la de José y Booz. José fue tentado, pero él corrió y escapó del adulterio (Gn. 39). Booz, un ascendiente de David, también se conservó limpio de los deseos de la carne pecaminosa (Rut 3). Esta pureza preservó a Booz en la línea genealógica de Cristo. David, por su parte, adulteró a conciencia. Con este pecado, él quebrantó los últimos cinco de los diez mandamientos (Ex. 20:13-17).
Antes de que se le proclamara rey y fuese entronizado, David ya tenía varias esposas. En 2 Samuel 5:13 vemos que él tomó más concubinas y esposas. David era perfecto en todos los aspectos, pero era débil en el asunto de la concupiscencia carnal. La concupiscencia de la carne es como un caballo salvaje; para dominarla, hay que sujetar bien el freno. En este asunto David fue muy irresponsable y sacrificó todo lo que había logrado en su búsqueda de Dios. David era un gran “diamante”, pero sus deseos carnales eran una partícula negra y extraña en el mismo. A pesar de ser una persona que había obtenido un nivel espiritual tan elevado, cometió tal grave pecado.
Cuando la esposa de Urías oye que su marido era muerto, hace duelo por él. Y pasado el luto, David la toma por mujer (11:26-27a).
Lo que hace David es desagradable a los ojos de Jehová (v. 27b). Su pecado se menciona en otros pasajes de la Biblia. En 1 Reyes 15:5 leemos: “Por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo”. Aun la genealogía de Cristo en Mateo 1 se refiere a eso: “Y David engendró a Salomón de la que había sido mujer de Urías” (v. 6b). Esta genealogía no dice: “de Betsabé, sino “de la que había sido mujer de Urías”, para recalcar el grave pecado que cometió David.
En 2 Samuel 12:1-15a se narra el castigo que Dios le inflige a David por su pecado.
Dios castiga a David por medio del profeta Natán (v. 1a). En el capítulo siete, Natán había ayudado a David a comprender que el universo necesita que Dios entre y se forje en los seres humanos. En el capítulo doce, Natán se presenta ante David para traerle a la memoria lo que había hecho y para reprenderle.
Natán, reconociendo que el rey David tenía poder y podía usarlo equivocadamente para matarlo, habla a David con mucho cuidado. En lugar de condenarlo directamente, le cuenta una parábola que lleva a David a condenarse a sí mismo por haber asesinado a Urías y tomar su esposa (vs. 1b-7a). Cuando David oye acerca del hombre rico que había tomado la corderita del hombre pobre, se enciende su furor en gran manera contra aquel hombre, y dice a Natán: “Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. (vs. 5-6). Entonces Natán dijo a David: “Tú eres aquel hombre” (v. 7a).
Natán le recuerda a David todas las cosas que Dios había hecho por él (vs. 7b-8); en particular, el hecho de que Dios le había dado la casa de Israel y de Judá; y que si esto hubiera sido poco, Dios le habría añadido mucho más.
“¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón” (v. 9). En este pasaje, Dios, hablando por medio de Natán, censura a David por haber asesinado a Urías y por haberle robado su esposa.
Natán le dice a David que por haber menospreciado a Jehová, no se apartaría jamás de su casa la espada (v. 10). Dios levantaría el mal contra David dentro de su casa. Además, tomaría a las esposas de David delante de sus ojos, y las daría a su prójimo, el cual yacería con ellas a la vista del sol (v. 11). Lo que David había hecho en secreto, Dios lo haría delante de todo Israel y a pleno día (v. 12).
Así vemos que Dios es amoroso, pero también temible. Debido al castigo de Dios, hubo fornicación y matanza en la familia de David, e incluso, su hijo Absalón se rebeló contra él.
David confiesa su pecado contra Jehová, y Natán le dice: “También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás” (v. 13). Esa fue misericordia de Dios , pues ciertamente David merecía morir. No obstante, debido a que el pecado de David había hecho blasfemar a los enemigos de Jehová, Natán le dijo que el hijo que había nacido de él ciertamente moriría (v. 14).
Cuando Dios perdona, El se olvida (Jer. 31:34); perdonar es olvidar. Sin embargo, da la impresión de que Dios no olvidó el pecado de David. Como ya mencionamos, cuando Mateo escribe la genealogía de Cristo, él incluye intencionalmente: “David engendró a Salomón de la que había sido mujer de Urías”. Esto muestra la gravedad del pecado de David.
De lo sucedido a David, debemos aprender la lección, tanto en el aspecto negativo como en el positivo. La concupiscencia de la carne es un elemento devastador que puede destruirnos. Si un hombre como David tan entregado a Dios, fue seducido, ¿podremos escapar nosotros? Los seres humanos son seres humanos, la carne es carne, y las concupiscencias son concupiscencias. Siempre debemos guardar nuestra distancia con el sexo opuesto. Un persona nunca debe hablar con un miembro del sexo opuesto a puerta cerrada. Ninguna persona que ama a Dios debe relacionarse con el sexo opuesto de forma ligera. Independientemente de nuestros logros espirituales, siempre existe la posibilidad de que cometamos semejante pecado.